"Una difícil prueba"

El chico de cabellos blancos se rascó la cabeza con insistencia. ¡No podía ser tan difícil! Él, que había luchado contra todos los monstruos habidos y por haber, que tenía una férrea actitud, una espada invencible y un envidiable traje rojo que se regeneraba por sí solo… pero eso… ¡eso era cosa del demonio mismo!

Sus grandes ojos se posaron de nuevo ahí. Una gota de sudor resbaló de su frente. Si no lo lograba, lo lamentaba mucho pero tendría que usar todo su poder para destruirlo y eso era algo que prefería no hacer. Y no era porque no le gustara hacer gala de sus fantásticos poderes, su increíble destreza y su astucia inigualable, sino por la sonrisilla cínica que le surcaba el rostro a quien lo miraba y que le había dicho que "hasta un niño podría hacerlo"… ¡Bien, pues que le trajeran a un niño porque si él no encontraba forma alguna de resolver su problema gritaría, estallaría y probablemente se convertiría en un demonio!

Pero es que quería verlo. Sí, contemplar aquellas azarosas y pintorescas imágenes, las voces que surgían desde ahí. ¡Tenía que ser obra de Naraku, probablemente en su interior hubiera algún fragmento de la perla de Shikon!

Tenía que hacerlo. Desenvainó su espada. La mujer lo seguía observando divertida, sin decir una sola palabra y mordiéndose el labio inferior para no reírse a carcajadas. Pero cuando ella vio que él estaba dispuesto a destruir, se alarmó pero no se movió de su lugar, sólo miró su reloj.

La mirada del medio demonio se desvió hacia el enemigo de nuevo. Colores, formas diferentes… no quería quedar como un estúpido, así que tenía que arriesgarse en su primera y única oportunidad.

De nuevo, una gran gota de sudor resbaló de él. La tensión estaba al máximo, el viento tan cortante como su técnica misma e incluso su respiración se había tensado.

-InuYasha… - comenzó a decir la chica.

Él sólo le miró enojado. No, que ahora no clamara piedad que él no pensaba dársela.

-Pero si sólo tienes que…

-¡Cállate! – Espetó él.

Ella lo miró furibunda y se cruzó de brazos, dispuesta a seguir ignorándolo.

Él ya mencionado testarudo, necio y mal portado medio demonio colocó su espada, listo para asestar el golpe final.

-¡VIENTO…!

-¡ABAJO!

Ouh. Eso había dolido.

-¡¿Por qué lo hiciste?! – Gritó enojado el medio-demonio con la cabeza enterrada en el suelo.

Ella sólo se acomodó el cabello y se rió de nuevo, de aquella forma burlesca que él odiaba pero a la que ya se había habituado.

-Porque te veías muy tonto.

-¡Era un reto para mí, cómo te atreves!

-¡Sólo te pedí que encendieras la televisión, qué reto hay en ello!

Kagome tomó el control remoto y logró la misión que le había encomendado a InuYasha. Sintonizó su programa favorito y se cruzó de brazos. El perrito se acercó a rastras a ella y la miró a ella, a la televisión, a ella, a la televisión… en fin, eso fue muchas veces.

-¿Cómo lo hiciste? – Preguntó asombrado y con los ojos como platos.

Ella simplemente suspiró. InuYasha se puso en guardia. No, eso parecía muy, pero muy sospechoso… ¡seguramente un demonio manipulaba esas imágenes, sí, era su deber actuar!

-Las imágenes… ¡Kagome, aléjate de ahí! – Gritó el perrito haciendo a un lado a la chica.

-¡INUYASHA!

-¡VIENTO CORTANTE!

Creo que no hace falta describir lo que pasó ahí.

Y tampoco hace falta describir lo que le pasó a InuYasha, pero se rumora que su capacidad de regeneración no era tan efectiva como él había creído.

Fin.


Comentario de la autora: Ay, ya sé... esta autora andaba simple ese día y había comido demasiado chocolate y había tenido un maratón de Full Metal Panic! así que tengan piedad de mis neuronas, ja ja ja.

Como sea, espero que esta historia haya logrado su objetivo. Comentarios, sugerencias, etc, son bien recibidos.

Au Revoir!