Holas! Hace muuy poco que nos vimos verdad? xD No sé que me pasó, pero hace mucho que me imaginaba estar parte, asi que quizás por eso me demore solo un par de días. Espero que lo disfuten!

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Capítulo siete: El Origen

Relena cerró los ojos, tratando de ordenar sus ideas. Jamás había hecho lo que estaba a punto de hacer y no sabía por dónde comenzar. Noin era antigua amiga de la familia, por eso estaba enterada desde antes de toda la historia. Ella nunca había tenido que explicárselo a nadie.

Sabía que ni siquiera debería estar planteándose la idea de decirle la verdad a Heero. Se lo habían repetido incansablemente y de todas las formas posibles. Cielos, si hasta esa misma mañana Noin la había hecho prometer que no lo haría. Y ella había estado dispuesta a cumplir su promesa.

Hasta que Heero la había mirado y había jurado protegerla.

Y ahora estaba a su lado, con el rostro aun pintado de preocupación, esperando una explicación.

-Es… difícil de decir- empezó para ganar algo más de tiempo.

-Tómate tu tiempo, no te preocupes.- le contestó mientras acariciaba su cabello.

Relena suspiró. No podía ser tan complicado.

-¿Has escuchado de la familia Peacecraft?- preguntó con voz temblorosa. Vio en los ojos de Heero una chispa de reconocimiento antes de que asintiera con la cabeza.

-Claro que sí. Es una de las familias más poderosas de la región, o algo así. Creo que están muy involucrados en la política y me parece que hasta poseen un título. De hecho, recuerdo que hace poco dijeron en las noticias que el patriarca está muy enfermo, cáncer al parecer.

-Así es- continuó Relena. Trago saliva antes de seguir- El patriarca está a punto de morir, por lo que el título, la herencia y todo el poder pasarán a su dos hijos. No creo que conozcas esta historia, porque pasó hace años, pero los Peacecraft solían tener otro hijo, Odin Peacecraft, y era el hijo mayor. Como es una familia muy chapada a la antigua, sus padres le arreglaron un matrimonio de conveniencia a su heredero, con alguna señorita rica y con contactos- Relena no pudo evitar un tono mordaz en sus palabras. Se obligó a comportarse y continuó su historia- Pero bueno, las cosas pasan y Odin terminó enamorándose de una compañera de universidad. La presentó a sus padres, con la esperanza de que comprendieran sus sentimientos y cancelaran la boda. Pero Emily, su novia, era de una posición social muy mediocre como para involucrarse con el apellido Peacecraft, así que no hicieron otra cosa que mandarla de paseo y apresurar la boda.

-Supongo que Odin mandó a sus padres a freír espárragos- murmuró Heero ceñudo.

-Si quiso hacerlo, no se atrevió. Así que se casó, tal y como quería su familia. Pero siguió viendo a Emily a espaldas de su esposa y su familia- Al ver a Heero alzar las cejas en un gesto de sorpresa, Relena sonrió con tristeza- Sí, no fue uno de los actos que más me enorgullecen de mi padre.

Escuchó a Heero tragar aire. Temerosa, levantó la mirada para ver su reacción. Heero tenía los ojos muy abiertos de asombro. Su mano, que había estado ocupada jugando con su cabello, se paralizó y retrocedió un poco.

-¿Eres….?- carraspeó, como tratando de aliviar una garganta seca- ¿Eres una Peacecraft?

-Técnicamente, no- se apresuró a contestar Relena, aunque sintió como si una especie de barrera se hubiera interpuesto entre ellos.- Verás, Odin…. mi padre se sintió culpable de engañar a su mujer y, aunque todavía quería a Emily, terminó con ella. Y como Emily también lo amaba y deseaba lo mejor para él, le ocultó el hecho de que estaba embarazada.

-Dios mío….. ¿Dejó a tu madre embarazada de ti y ella no dijo nada?

-Bueno, técnicamente, tampoco…..

-Relena…-la voz de Heero indicaba que no estaba para juegos.

-Lo siento. Él la dejó embarazada, pero no de mí, sino de mi hermano mayor.

-¿Tienes un hermano?- Heero no sabía cuántas más sorpresas podría aguantar mientras la veía asentir- ¿Dónde está?

-Está en Tokio- contestó Relena, sonriendo al pensar en Miliardo- Es cuatro años mayor que yo.

-¿Pero cómo….? ¿Tú padre volvió con tu madre?- preguntó el pobre, totalmente confundido.

-Después de tres años- continuó ella- Odin se encontró con Emily. Él seguía siendo muy infeliz en su actual matrimonio, además su mujer no podía tener hijos o eso decían. En fin, se encontró con mi madre y se enteró que tenía un hijo de él.- Relena volvió a sonreír- Por las historias que me han contado, se puso como un energúmeno cuando se enteró que mi madre se lo había ocultado. Pero la perdonó y se encargó de mantenerlos, pero sin decir una palabra aun. Pero bueno, ellos siempre se habían amado, así que no tardaron mucho en volver a tener una relación y mi madre quedó nuevamente embarazada. Esta vez, Odin decidió hacer lo que creía correcto. Se divorció y enfrentó a sus padres, diciéndoles que se casaría con mi madre, aunque no mencionó el embarazo ni que ya tenía un hijo con ella.

Aquí, Relena hizo una pausa. Trató de imaginarse a aquél hombre que nunca había conocido, tomando la decisión que cambiaría el curso de todas sus vidas.

-Sin embargo, cuando mi madre tenía unos dos meses de embarazo, mi padre se suicidó.

-¿Qué?- exclamó Heero, interrumpiéndola- Pero no tiene sentido, iba a casarse y tenía dos hijos, ¿por qué se mataría?

-Nunca se supo- contestó Relena con una triste sonrisa- Nadie supo qué pasó ni cómo lo hizo, solo los médicos que lo atendieron y los Peacecraft. Ni siquiera todos, dicen que sus padres quedaron tan apenados que dejaron el caso a sus otros hijos- Relena miró fijamente a Heero- Los hermanos menores, que, sin mi padre presente, heredarían todo.

-¿Estás sugiriendo que fue un asesinato?- preguntó Heero ceñudo.

-Solo recito hechos. Los hermanos de Odin contrataron a los médicos que registraron la muerte como suicidio. Un triste final para el hijo rebelde y descarrilado de los Peacecraft- se interrumpió un momento para evitar que se le quebrara la voz. Heero tomó su mano, consolándola. Agradecida, tomó aire antes de continuar- Mi madre estaba aterrada. Ella estaba segura de que Odin había sido asesinado, así que simplemente desapareció. Se fue de Tokio y llegó aquí, junto con mi hermano. Un par de meses después, conoció al señor Schbeiker- la mirada de Relena se dulcificó- Mi hermano dice que recuerda como ese hombre la hizo volver a sonreír. Se casaron poco después de mi nacimiento, así que para mí, él siempre fue y será mi padre. Hilde nació al año.

Heero estaba de una pieza. Se había percatado del poco parecido entre las hermanas, pero nunca imaginó que serían hijas de distinto padre. La historia de su Relena se volvía más y más densa con cada minuto que pasaba.

-Siempre supimos la verdad- siguió Relena en un susurro- Todos. Mi madre decía que no había nada de qué avergonzarse, pero que no debíamos decírselo a nadie. Y aunque sabía que el señor Schbeiker no era mi verdadero padre, nunca lo vi de un modo diferente. Él fue un padre tanto para nosotras como para mi hermano. Sin embargo, cuando él cumplió veintiún años, decidió que ya era hora de reclamar su apellido y exigir los beneficios que éste significaba. No pienses mal- advirtió Relena, muy seria- No estábamos interesados en títulos o puestos en el estado. Pero mi hermano creía que lo justo era que se cumpliese la voluntad de nuestro padre, de que creciéramos como Peacecraft y que mi madre no tuviera que seguir escondiéndose. Así que mi hermano voló a Tokio y desde entonces que está librando una guerra de abogados para conseguir que tengamos el apellido Peacecraft. Nuestros queridos tíos no se la han hecho fácil, porque somos hijos ilegítimos y ya te dije que vivían según las viejas costumbres. Mi hermano notó que no jugaban limpio y le advirtió a mi madre que tuviera cuidado, de eso hace dos años ya.

Relena calló. Una vez había comenzado, la historia casi había fluido por sí misma, como si hubiera estado esperando por ser contada. Pero todos esos eran hechos muy del pasado. Cosas que ni siquiera ella había vivido. Lo que venía ahora era demasiado terrible, el dolor demasiado presente. No estaba segura de poder lograrlo.

Heero notó que lo peor no había llegado. Apretó las manos de Relena entre las suyas y le dedicó una sonrisa de ánimo.

-Estoy aquí, Relena- susurró- No importa lo que sea, estoy aquí y no me iré.

Las lágrimas subieron a los ojos de Relena. Pudo contenerlas, pero sabía que no sería así por mucho tiempo. Tragó y tomó aire para tranquilizarse antes de continuar.

-Hace siete meses, mis padres y nosotras íbamos a salir a cenar. Era su aniversario- la voz se le quebró, pero logró recomponerse- Pero Hilde se encontró mal en el último momento. No quise que se lo perdieran, así que le dije que fueran ellos a cenar, que yo me quedaría en casa y cuidaría de mi hermana- sin poder contenerse, las lágrimas fluyeron por sus mejillas- Esa misma noche, los Peacecraft enviaron a unas personas….. unos asesinos- Sin poder evitarlo, cubrió su rostro con sus manos, sus hombros temblaron bajo el peso de sus sollozos- Los mataron. Ellos mataron a mis padres. Lo hicieron ver como un accidente, pero nosotras sabíamos la verdad. Gracias a Dios, mi hermano también se había enterado de lo que planeaban, pero no logró evitar la tragedia, aunque sí logró que su gente llegara a la escena antes de que se contaran los cuerpos.- Relena quitó las manos de su rostro para mirar a Heero con ojos húmedos- Ellos nos salvaron. Gracias a ellos, la prensa, los Peacecraft y el mundo entero se enteraron que la familia Schbeiker, padres y las dos hijas, una de ellas posible heredera de los Peacecraft, habían fallecido tras perder el control del auto. Mi propio hermano apareció en televisión para declarar la historia. Y los Peacecraft lo creyeron.

Relena se detuvo. Volvió a sentir todo otra vez, la sorpresa al encontrar a ese extraño hombre que aseguraba trabajar para su hermano en su puerta, el terror cuando le informó de lo sucedido, el dolor desgarrador cuando dijo aquellas palabras cargadas de compasión: "Lo siento, no pudimos salvarlos." Volvió a sentir el duro suelo cuando sus piernas le fallaron, los ruegos de Hilde, quien no comprendía qué pasaba, y cómo finalmente ella rompía en llanto a su lado, abrazándola.

Desde entonces habían estado solas. Miliardo no podía volver con ellas, no sin revelar que seguían con vida. Siete meses solo la una con la otra. Ni siquiera pudieron ir al funeral de sus padres, donde los Peacecraft habían enviado gente para verificar que los cuatro ataúdes fueran enterrados, sin saber que dos de ellos estaban vacíos.

Relena liberó su pena contenida. Por ser la mayor, había tratado de ser fuerte por las dos, sin permitirse llorar frente a su hermana. Ahora todo el dolor acumulado salía al exterior.

Heero lo comprendía y la dejó llorar. Suavemente, la atrajo hacia sí y dejó que llorara sobre su hombro, mientras le acariciaba con ternura la cabeza. No dijo nada, solo esperó a que liberara todo, no importaba cuánto tiempo tomara.

Después de algunos minutos, Relena se separó. Cogió unos pañuelitos que se hallaban en la mesita de noche del hospital y se limpió la cara. Después de tomar grandes bocanadas de aire, volvió a mirarlo.

-Gracias por darme tiempo.

-No tienes que agradecerme.

-Sí, bueno…. creo que no suelo dejar que mis sentimientos sobre esto fluyan con demasiada frecuencia- Volvió a restregarse los ojos para limpiar cualquier rastro de lágrimas que quedara y continuó- Después de ese día, hubo poca paz. Nos hicieron mudarnos de inmediato, para empezar. Nos mantuvieron ocultas en la casa de uno de los agentes de mi hermano. Entre tanto, nos cambiaron el apellido por Darlian, que era el apellido de soltera de mi madre y muy común, así que no despertaba sospechas. Mientras decidían qué hacer con nosotras, yo hablé con mi hermano y el apoyó mi decisión de emanciparme. Como tenía dieciocho años en ese momento, tenía que pasar un examen para justificar que estaba lista para cuidar de mí misma y de mi hermana aún menor. Lo hice sin problemas, nos cambiamos a la casa que ya conoces, Hilde se cambió de escuela y yo encontré trabajo en la editorial. Hay gente de confianza en todos lados, así que no estamos totalmente desprotegidas, pero siempre tenemos que tener cuidado, siempre debemos vigilar quienes se nos acercan, debemos desconfiar de todos y de todo lo extraño, no podemos hacer nada nuevo para no despertar sospechas. Debemos vivir sin ser notadas, por lo menos hasta que mi hermano consiga el apellido y nos pueda mantener a salvo a su lado.

Relena calló. Ya estaba todo dicho. Nunca creyó posible confiar tanto en alguien como estaba confiando en Heero en esos momentos. Solo faltaba ver su reacción. Casi con timidez, alzó la mirada para ver la expresión del joven.

No sabría decir qué fue exactamente lo que vio. Compasión, sin lugar a dudas. Desconcierto, también muy claro. Pero también había cariño, preocupación y algo más que no pudo identificar, ¿qué era? Parecía dolor. ¿Hasta ese punto lo había conmovido? No lo creía posible. ¿Es que acaso había despertado algún recuerdo doloroso que de alguna forma se pareciera a lo que ella acababa de contar? Los padres de Heero también habían muerto y ella nunca preguntó cómo. Tal vez ahí estaba el motivo del dolor que creía ver en sus ojos.

Heero alzó una mano para colocarle un mechón de cabello detrás de la oreja.

-Cuando te conocí- empezó mientras cogía un mechón dorado y lo acariciaba entre los dedos- sabía que eras especial, pero nunca imaginé que le había tirado el café a casi un miembro de la realeza- sonrió cuando ella soltó un bufido- Has pasado por demasiado dolor, Relena, más del que le corresponde a una chica de tu edad y además a una tan buena como tú. Y no creas que me no me doy cuenta de lo que significa para ti el contarme esta historia. Te prometo que jamás traicionaré tu confianza.

No podía estar siendo más sincero. Relena sintió como las lágrimas volvían a sus ojos. Estaba tan cansada de aguantar sola… Ignorando el dolor de su maltrecho cuerpo, Relena se inclinó hacia él, rodeó su cuello con los brazos y lloró, lloró como hacía mucho que no lo hacía, desahogándose de todo el peso que significaba estar siempre en peligro. Sintió que Heero se quedaba quieto un segundo antes de que la rodeara también con sus brazos y le pasara la mano por la cabeza, tratando de consolarla.

Se quedaron así un rato. Heero todavía tenía muchas preguntas, pero esperó pacientemente a que Relena se tranquilizara. Sabía que la pobre había tenido muchas emociones para un solo día.

Cuando pareció tranquilizarse un poco, Heero la retiró con suavidad y le limpió las lagrimas con los dedos.

-Entonces lo de hoy no fue un accidente, ¿no es cierto?- esperó a que ella negara con la cabeza- ¿Qué ocurrió, Lena? ¿Cómo saben que estás viva y aquí?

Escucharlo llamarla por el apodo cariñoso que usaban Hilde y Noin hizo que volviera a apoyarse sobre su hombro.

-No sé como lo averiguaron. Para saber de nosotras, mi hermano se comunica a través de uno de sus abogados. Él señor Barton nos escribe con cierta frecuencia, contándonos cómo va el caso. Siempre nos dice que tengamos cuidado, pero ayer recibí una carta especialmente alarmante. En ella, nuestro abogado decía que los Peacecraft parecían tener algún tipo de sospecha, pues no habían dejado de lanzar extrañas indirectas, dando a entender que sabían que estaba viva. El señor Barton nos advirtió que tuviéramos especial cuidado, porque están decididos a encontrarme.- bajó los ojos en un gesto de pena- Al parecer, ya lo hicieron.

Heero tomó sus manos y las sujetó con fuerza.

-Tú y tu hermana, ¿qué van a hacer ahora?

-Lo único que sé es que no podemos seguir en nuestra casa. A estas alturas, ya sabrán donde vivo, es peligroso seguir ahí- Relena abrió los ojos con miedo- Hilde está ahí. Oh, Dios, tengo que decirle que salga de casa.

Relena apartó las sábanas y trató de levantarse pero Heero se lo impidió.

-Calmate. No puedes levantarte ahora. Y recuerda que yo ya llamé a tu hermana para decirle que estabas aquí. Estaba nerviosa y dijo que venía hacia aquí, así que tranquila.

Sus palabras lograron su cometido y Relena volvió a recostarse. Estaba agotada y la perspectiva que le esperaba no le atraía en lo absoluto. Debían salir de aquella casa, tenían que buscar un nuevo lugar pronto, arreglar las cosas para la mudanza, avisarle a Noin y a su hermano que la habían atacado, Hilde no debía seguir yendo a la escuela….

Era abrumador.

Se escucharon pasos apresurados por el pasillo. Antes de que ninguno de los dos pudiera darse cuenta, la puerta se abrió de manera estruendosa. Relena abrió los ojos, sorprendida. Se esperaba a Hilde, pero no contaba con que Noin fuera también.

-¡Relena!- gritó Hilde mientras se tiraba encima de ella, llorando y sin fijarse en Heero- ¡Estaba asustada!- Fue lo único que pudo decir antes de estallar en sollozos.

Relena le dio unos golpecitos en la espalda mientras murmuraba una y otra vez que estaba bien. Luego miró a su jefa. Noin estaba pálida y tenía los ojos brillantes. Parecía estar haciéndole una pregunta silenciosa con la mirada. Cuando Relena asintió, Noin cerró los ojos y se apoyó contra el umbral de la puerta, como si se le fueran las fuerzas.

-Hay mucho que hacer- dijo Relena con voz suave para seguir tranquilizando a Hilde. Después de todo, era la mayor- Lo siento mucho Hilde, pero no creo que puedas seguir yendo a la escuela. Iré a hablar con el director, quizás pueda lograr que termines el semestre antes. También es hora de que nos cambiemos de casa.

-Relena, ¿Qué…?- preguntó Noin asombrada y temerosa, dirigiéndole una mirada a Heero. Hilde también pareció confundida.

-Tranquila, Noin. Él ya lo sabe, se lo he dicho- Relena volvió a mirar a Hilde para escapar de la mirada de reproche de la mujer mayor- Pasó frente a Heero y fue demasiado evidente que no era un accidente. No te preocupes, confío en él.

Heero se puso de pie y fue hacia Noin. Se detuvo frente a ella e inclinó la cabeza, como signo de respeto, antes de estirar su mano.

-Créame cuando digo que lo único que me interesa es mantener a Relena a salvo- dijo suavemente al ver que Noin parecía algo reacia a estrechar su mano. Finalmente, lo hizo.

-No es nada personal- contestó Noin- Es solo que con la situación…

-Comprendo perfectamente.

-¿Qué vamos a hacer, Lena?- preguntó una aún llorosa Hilde- No me importa no seguir yendo a clases, pero ¿dónde viviremos?

Relena se mordió el labio. Entendía a lo que se refería su hermana. Ya en cualquier parte estarían inseguras las dos solas. Tal vez podría contactarse con alguno de los agentes de su hermano y ver si tenían espacio en sus casas…..

-Vamos Relena, sabes que pueden venir a vivir conmigo- exclamó Noin, sacándola de sus pensamientos- Tengo espacio de sobra.

-Oh, Noin- sonrió Relena- Te lo agradezco, no sabes cuanto, pero vivir contigo podría significar un peligro para ti y jamás me perdonaría si te pasara algo. Por no decir que a mi hermano tampoco le haría gracia.

-Creo que soy lo bastante mayor para cuidarme, jovencita. Además, estaré más tranquila teniéndolas bajo mi techo que en cualquier parte.

-Pero Noin, tienes que entender que….

-Pueden vivir conmigo.

Las tres mujeres se volvieron para mirar a Heero, quien había permanecido en silencio, todas con la sorpresa pintada en el rostro. Noin tenía cara de haberse tragado un limón.

-¿Qué dijiste?- preguntó con voz estrangulada.

-Ya sé que suena estúpido, que apenas conozco a Relena. Pero la quiero y me preocupo por ella, yo tampoco estaré tranquilo sin saber cómo está.

-Pero…. ¿Estás loco? Dos chicas viviendo con un hombre, sin hablar que una de ellas está saliendo con él….

Heero sonrió.

-¿Entonces son mis intenciones poco honorables lo que la preocupa? Créame cuando digo que puedo comportarme como un auténtico caballero. Mi casa tiene dos habitaciones, ambas con llave, así que ellas ocuparían una mientras yo la otra. Y no tengo problemas para darle a usted una copia de la llave para que venga a inspeccionar cuantas veces quiera.

Relena apenas oía la discusión entre Heero y Noin. La proposición la había dejado estupefacta. Una parte muy pequeña de su mente pensaba "¡Voy a vivir con Heero!", pero la mayor parte creía que era extraño y también potencialmente peligroso para él. Pero cuando Heero dijo que la quería, todo pensamiento racional huyó de su cabeza.

Nunca antes lo había dicho. Ni ella se lo había dicho a él. Y ni siquiera se lo había dicho a ella misma, sino que lo había soltado mientras hablaba con otra persona. No sabía porqué, pero eso lo hacía sonar aun más autentico.

-No creo que sea mala idea- comentó Hilde, mientras le daba a Heero una mirada evaluadora- Ya lo había visto antes, Noin, y sé que es un buen tipo. Quizás podría funcionar.

Noin comenzaba a sentir que sus argumentos perdían peso. Suspiró.

-¿Qué opinas Relena?- preguntó finalmente. Si la veía incómoda, no importaba con cuántas explicaciones la trataran de convencer, ella no dejaría que se quedaran con él.

Relena salió de su romántica ensoñación para caer en la ruda realidad. Estaba en peligro, y su hermana también. Tenía que tomar una decisión, y no podía permitirse tomar la equivocada.

-Heero- el joven la miró- es peligroso. No quiero entrometerte en esto, puedes salir lastimado.

Él tomó sus manos mientras le daba una decidida mirada.

-Si ese es tu único temor, por favor, déjame cuidar de ti y de tu hermana. Déjame protegerte.

-Heero…

-No tengo miedo, Relena. Lo único que me estremece es pensar que les pueda pasar algo cuando pude hacer algo para evitarlo.

Relena vio la decisión en sus ojos. Alzó sus manos, todavía sujetando las de ella, y besó sus nudillos. Luego miró a Hilde.

-¿Segura que no te importa?- preguntó por precaución. Su hermana se encogió de hombros.

-Estaré contigo. Lo demás me da igual.

-¿Noin?

-De acuerdo- concedió la mujer mayor. Luego miró a Heero, sin ninguna clase antipatía en sus ojos- Pero acepto la oferta de la copia de la llave. Después de todo, siguen saliendo juntos. No puedo dejarlos solos en una casa.

Eso logró hacer reír a todos. Los ánimos ya estaban mucho mejor cuando entró un doctor a la habitación.

-Me alegro que la señorita se sienta mejor- comentó alegremente el anciano mientras observaba la ficha médica de su paciente- Tengo otra buena noticia para usted. Aparte del esguince de su muñeca, no tiene nada más que requiera nuestra atención. Puede usted irse esta misma tarde y, lamento decirlo, también le está permitido volver a trabajar.

-Eso es estupendo, gracias- sonrió Relena. El doctor se despidió y cuando se hubo ido, miró a Noin- ¿Escuchaste? Ni te atrevas a darme el día, puedo volver a trabajar.

Volvieron a reír. Luego, Noin, Heero y Hilde se enfrascaron en una conversación sobre la mudanza, ellas preguntando si Heero tendría suficiente espacio para sus cosas y si no le importaría que se llevaran a su perrita también. Acordaron que algunas cosas irían a la casa de Noin, por si querían pasar algunos días con ella cuando a Heero lo superaran las hormonas femeninas.

Heero en ningún momento había soltado la mano de Relena.

Ella volvió a recostarse, sonriendo mientras los escuchaba discutir sobre si trasladar el televisor que Heero parecía tener en la sala de estar a la nueva habitación de las hermanas. Mientras sentía el calor de la mano de Heero contra la suya, por primera vez en mucho tiempo, creyó que realmente todo podría salir bien. Podría, mientras estuviera Heero a su lado. Aquel joven que había dicho que la quería.

Mientras los demás seguían hablando del porvenir, Relena se quedó dormida con una pequeña sonrisa.

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Confieso que cuando escribí este capitulo, un par de lagrimas se asomaron xDD (aunque también se pudo deber a que estaba escuchando música lacrimógena en ese momento….. quien sabe). Espero que me haya quedado emotivo, pues el objetivo era ponerle algo de drama, porque al parecer la mayoría de las veces escribo con demasiado humor xD

Ahora que toda la historia del pasado de Relena esta clara, los malos aparecerán, los "accidentes" seguirán y Heero y Relena tendrán que pasar por muuuucho para poder volver a vivir su amor con calma… si es que sobreviven…. CHAN!

Espero que lo hayan disfrutado, agradezco mucho los comentarios, me alegra el alma leerlos, asi que háganme feliz y sigan comentando!

¡Nos vemos!