Capítulo 12: Viejos amigos

"De verdad este fin de semana tengo que estudiar, no puedo moverme de Tokyo".

Tezuka cambió la página del artículo que estaba leyendo, con su mano derecha alcanzó el destacador de color verde mientras buscaba las palabras claves de su recién adquirida fotocopia.

Cheyne-Stokes es un patrón de respiración periódica con fases de hiperventilación que se alternan regularmente con apnea.

Con un movimiento rápido, cambió el lápiz destacador a su mano izquierda y deslizó la punta sobre la definición. Oishi se paseaba de un lado a otro con el celular pegado al oído.

"Ei-chan, no estoy molesto contigo". Suspiró cansando. " Es que de verdad no puedo ir a verte este fin de semana, pero…". Oishi se quedó callado por un momento. "Eiji… escúchame Eiji".

Tezuka dejó su documento sobre la mesa frente a él, al parecer Plum y Posner debería esperar mientras conversaba con un buen amigo acerca de su peculiar relación con otro buen amigo. Quizá en este caso era aplicable la frase favorita de Hiyoshi. "No comas donde cagas".

O inclusive la antigua y celebre frase de Oshitari. "El amor a la distancia no funciona, tiene que ser de cerca y bien cerca para que lo haga", incluya aquí un gesto lascivo.

Cualquiera fuera la expresión cliché que pudiera sacar a relucir en ese momento no es algo que fuera a hacer con Oishi sin estar seguro de que podría interpretar con sus palabras.

"¿Kikumaru?". Preguntó Tezuka cuando Oishi pasó por detrás del asiento donde estaba acomodado. Esos asientos eran especiales para quedarse dormido a cualquier hora.

"Si". Oishi continuó paseándose un par de veces, murmurando con el ceño fruncido.

Cuando Tezuka contó la decimoctava vuelta, estiró su brazo derecho y atrapó la manga del delantal de su compañero, con un tirón no muy gentil, lo dirigió hasta sentarlo a su lado. "Empieza a hablar".

"Kikumaru quiere que vaya a Osaka". Suspiró el joven de cabello negro, llevando ambas manos a su cansado rostro. "Quiere que me quede con él durante el fin de semana".

"Y no puedes hacerlo por el examen de la próxima semana". Concluyó el joven de anteojos mientras buscaba su MP4 entre los bolsillos de su mochila. "Algunas veces Kikumaru debe comprender que, para ti, hay cosas casi tan importantes como él ".

Oishi se rió levemente. "No es solo eso".

Ante el silencio de Oishi, Tezuka se volvió y se quedó mirando a su compañero por un momento. "Adelante, soy todo oídos".

"Quiero mi beca en Kanagawa". Jugó nerviosamente con sus dedos pulgares. "Allá está lo que me gusta y lo que quiero hacer el resto de mi vida, pero…". Suspiró con fuerza. "Eiji quiere que haga la beca en Osaka, para que así estemos juntos y yo lo entiendo, también quiero estar con él, pero en Osaka no está lo que yo deseo hacer".

Recordaba una conversación similar con Oshitari y Gakuto hace unos años atrás, cuando Oshitari obtuvo la postulación de un intercambio a Inglaterra por un semestre completo. " Creo que Kikumaru debe entender tu punto de vista de la misma forma en que tu lo hiciste cuando él se fue a Osaka".

"No sé qué hacer".

" Tienes que buscar lo que es importante para ti". Le aconsejó Tezuka. "Quizá debas escoger, pero también Kikumaru debe comprender que algunas veces tienes que cambiar tus prioridades y él queda en segundo lugar".

El joven de cabello oscuro sonrió. "Al menos tu no tienes que preocuparte por no herir a otra persona con tus decisiones".

Tezuka frunció los labios mientras prendía el aparato y lo programaba en reproducción de música. "¿No te acuerdas de Midori?".

"Oh". Midori, la famosa Midori. Oishi sintió que había metido la pata hasta el final. "Lo siento".

El otro joven se encogió de hombros y le ofreció un audífono. "Ya es parte del pasado". Oishi aceptó el audífono y lo colocó en su oreja.

"¿Qué es?". La música le sonaba conocida.

"Stratovarius".

"Que viejo".

"Escoba".


La llegada del día Viernes era muy esperada en el Hospital Hyotei, especialmente por los niños y adultos del servicio que habían sido incorporados al programa de Patitas con propósito. Y es que cuando el tío Niou llevaba a sus perros de Asistencia, aparecían sonrisas de solo ver a los amigos peludos que entraban a las salas con colas agitadas, buscando una mano que les hiciera cariño o un par de ojos que los mirara con amor.

A Yukimura le costó varios años que aceptaran el programa, pero el apoyo de Niou, Yagyuu, Sanada y Yanagi, fueron suficiente como para lograr traer ese tipo de actividad a los usuarios del Hospital.

"¿Yagyuu te avisó que no podía venir?". Le preguntó Niou a Yukimura mientras ayudaba a que Ricamichica se bajara del canil donde viajaba en la camioneta.

"Me llegó su mensaje de texto". Respondió Yukimura mientras acariciaba la enorme cabeza de Atila, quien esperaba las instrucciones de su amo.

"Tenía que quedarse en una ayudantía". Le comentó Niou. "Sabes que a Hiroshi le encanta enseñar".

Yukimura sonrió. "Lo sé y estoy seguro de que muchos lo extrañarán en la sesión de hoy, pero se alegran de saber que está ayudando a otras personas".

"Si". Niou silbó y los dos perros levantaron las orejas y se sentaron a esperar la siguiente instrucción. "A mi lado". Les indicó con la mano derecha que los quería caminando junto a su pierna ipsilateral, tomó las correas del par de cuadrúpedos y comenzaron a avanzar hacia el servicio de Rehabilitación.

"¿Dejaste a Kuku con él?". Yukimura abrió la puerta para que entraran.

"Si, algunas veces tiene que usar la pizarra y si se le cae el borrador o los lápices, Kuku le ayuda a recogerlos, además las puertas de las salas se abren hacia dentro y Hiroshi no alcanza a abrirlas cómodamente".

Yukimura sabía muy bien lo importante que era Kuku para Yagyuu y Niou. "Que bien".

Niou le sonrió. "¿Dónde están los niños que quieren ver a este dúo de pulgosos?".


Tezuka no pudo evitar el escalofríos que lo recorrió al ver a Oshitari-sensei reducir una fractura de tibia, odiaba el sonido de las superficies óseas deslizarse unas contra otras hasta volverse congruentes. Sin contar el grito del usuario al sentirse manipulado de esa forma, y es que Oshitari-sensei pierde toda su amabilidad cuando se trata de atender fracturas.

Oshitari-sensei se apartó del lado de la camilla del paciente mirando su ubicador. "Tezuka-kun, reduce la subluxación de hombro, ya vuelvo".

Su tutor sabía lo que significaba atender hombros lesionados para Tezuka, especialmente si lo dejaban solo en la sala. Quizá era su propia historia con hombros lesionados o la manía de su madre de ver Grey´s Anatomy y su fanatismo por la Dra. Torres.

Dejando de lado su nerviosismo, Tezuka palpó con cuidado el hombro subluxado y observó la radiografía por un momento tratando de ubicar una ruta para seguir con el movimiento del hueso.

"Vamos a ir lento". Tezuka se dirigió al joven motociclista que estaba en la camilla. " Los músculos están frío como para hacerlo más rápido". El joven lesionado asintió, algo más calmado al ver que Tezuka se dirigía a el con una voz tranquila y comprensiva.

El estudiante le tomó del húmero y comenzó la maniobra con sumo cuidado.


Ryu-chan amaba ver a Atila correr detrás de la pelota y resbalarse en el piso de la Sala de rehabilitación, le causaba mucha risa verlo y grandes deseos de aplaudir. Atila volvía con la pelota y Ryu-chan podía lanzarla una vez más.

Mientras Sanada trabajaba con la pequeña Megumi, Mi-tan para los más cercanos, Ricamichica los acompañaba en el suelo. Un diagnóstico de parálisis cerebral y técnicas de neurodesarrollo tenían a Sanada sosteniendo a la niña sobre una pelota, ajustando sus caderas a una posición más congruente, mientras Mi-tan aprendía del tío Niou algunos comandos para que la perra hiciera trucos.

"Mira, Mi-tan". Niou le llamó para que prestara atención. "Tu dedo gordito". Levantó el dedo pulgar y esperó a que la niña le imitara."Ahora muévelo así".

Las risas y sonrisas de los niños que observaban como la perra daba vueltas persiguiendo su cola o se paraba en dos patas a "darle los cinco" a la mano de Niou, eran más que suficiente como para sentir que estaba ayudando en un granito de arena a todos los presentes. Además, Atila y Ricamichica amaban toda la atención que recibían, todos los cariños en sus cabezas y abdómenes, las galletas de felicitaciones que Niou le entregaba a los niños para que le dieran a los perros, un sin número de cosas, entre las cuales su entrenador se atrevería a anotar los deseos de ayudar a alguien que los necesita. Y pensar que Ricamichica era una perrita abandonada en una caja de cartón cerca de la universidad, con el porte de un chiguagua, pelaje ondulado de color castaño, patas cortas y orejas caídas, ¿quién se habría imaginado que terminaría siendo un perro de terapia?.

Atila tenía una historia tan peculiar como su apariencia, y es que un perro de tal tamaño con unas orejas puntudas bastante desproporcionadas para su cabeza, manchones de color café claro entre pelaje negro y un alma de oro, había llegado a la consulta veterinaria donde Niou comenzó a trabajar por un alma caritativa que después de atropellarlo decidió dejarlo en manos de un veterinario y desaparecer. Quedó caminando extrañamente curvado hacia un lado, y era esa peculiaridad al caminar la que parecía atraer tanto a los niños.

"Camina como yo". Comentó un chico la primera vez que vio a Atila hacer su show esconderle la chaqueta a Niou.

Pero todo este proyecto de terapia asistida por animales era por motivación de Yagyuu y Kuku. Y Niou tenía que agradecerles a ambos la oportunidad de conocer el mundo desde una nueva perspectiva.


Fuji aprendió a utilizar el adaptador universal con rapidez, por lo que Yukimura le facilitó lápices de colores y hojas de buena calidad para que tuviera la oportunidad de realizar una actividad que le gustase y motivase como el planear marcos de fotografía.

"¿Dónde… Tezuka?". Preguntó a Yukimura, quien fue a verle para iniciar la sesión de la tarde.

"Debe estar de turno". Le comentó Yukimura sacando de su mochila. "Lo vi en la mañana en la cafetería".

Fuji se detuvo por un momento para mirar a Yukimura. "¿Con… Oshi…ari?

El joven de cabello ondulado lo pensó un momento antes de asentir. "Creo que estaban arreglando un trabajo, los vi trabajando en un notebook mientras tomaban café".

Con un leve asentimiento, Fuji continuó repasando el boceto de ángulo que deseaba tomar cuando su hermana le llevase su cámara favorita. Quería una fotografía de Tezuka durmiendo sobre uno de sus libros, con los anteojos desencajados y expresión pacífica, pero le dolía que hace tres días no fuera a verlo siquiera por un momento durante su jornada o al salir de ella.

Cuando Gakuto pasó en la última ronda del día, no pudo evitar preguntar nuevamente por Tezuka.

"¿Mitsu-kun?". Gakuto le miró por un momento mientras revisaba la ficha de Fuji y anotaba la entrega de los medicamentos de la tarde. "Debe estar con Yuushi, tenían que terminar un trabajo para esta semana y creo que les salió bastante largo".

Fuji asintió levemente. "¿Siem… pre… juntos?".

Gakuto presionó el botón del costado del lápiz para guardar la punta y dejarlo dentro del bolsillo de su delantal. "¿Yuushi y yo?".

No era lo que Fuji quería saber, pero si podía ser un antecedente interesante de manejar, especialmente cuando la relación de Tezuka con los jugadores de Hyotei parece ser tan cercana, incluso una vez terminando los años de universidad, por lo que asintió una vez más.

Gakuto sonrió. "Llevamos seis años juntos, con algunas peleas y reconciliaciones, nada fuera de lo normal".

"¿Tezuka y... Oshi… ari?".

El enfermero pelirrojo suspiró. "Compañeros de curso desde primer año de preparatoria". Se sentó en la silla al lado de Fuji. "Han sido inseparables desde entonces, no me preguntes por qué, pero son un buen equipo".

Por el tono de Gakuto, Fuji sentía que esa relación cercana entre Tezuka y Oshitari había sido un problema en más de una ocasión en el pasado. "¿ Pro… emas… Oshi… ari… y tu?".

"No sé si debería comentarte eso, es bastante personal". Comenzó Gakuto. "Pero creo que ahora que estás más cerca de Mitsu-kun, sería bueno que te fueras acostumbrando a la extraña cercanía que tienen con Yuushi, especialmente en épocas de estudio".

El enfermero le tomó la mano a Fuji y comenzó a buscar con suavidad el pulso de este para anotarlo en la ficha. "Algunas veces Yuushi se queda en casa de Mitsu-kun para estudiar toda la noche, sé que lo hacen para no molestarme, pero al principio me costó bastante aceptar que fuera solo amistad y que no hubiera algo más entre ellos".

Fuji asintió, de cierta forma coincidía con Gakuto en esa sospecha.

"El tiempo me ha hecho saber que, aunque mi novio sea irresistible y tenga una maldita costumbre de ser demasiado en doble sentido y galán con cualquier cosa que tenga dos piernas, soy su pareja, me escogió a mi y a nadie más".

Cuando Gakuto notó la cabizbaja actitud de Fuji, no pudo evitar preguntarle. "¿No te ha venido a ver?".

Solo recibió, como respuesta, una mirada brillante de ese par de ojos azules.

"No creo que te tranquilice un poco, pero yo no había visto a Yuushi hace dos días". Le comentó risueño el enfermero. "Si te deja más tranquilo, te puedo dar el celular de Mitsu-kun".

Cuando Fuji anotó el número bajo el nombre Tezuka, Gakuto frunció el ceño.

Estaba seguro que había escuchado Kunimitsu hace un par de días… debe estar enojado con Mitsu-kun.


El estudiante de anteojos salió del box, diez minutos después de que su tutor le dejara a cargo de un paciente, con el rostro un poco pálido y algo mareado, con el borde del campo visual pasando lentamente desde una imagen borrosa a una mancha negra. Un brazo alrededor de su cintura y un hombro en quien apoyarse le ayudaron a llegar a un asiento en el pasillo.

"Te ves terrible". Le comentó Oshitari arrodillándose delante de Tezuka.

"Odio que me haga componer brazos". Suspiró quitándose los lentes para masajear el puente de su nariz con cansancio.

"Además, no has comido nada en más de diez horas". Oshitari sabía bien que ambos desayunaron cerca de las ocho de la mañana y se habían saltado el almuerzo para terminar un estudio de casos.

"Tu tampoco y no te has desmayado". Comentó Tezuka mirándolo duramente.

"Equivocado, acabo de ir a pedirle comida a Gakuto" Le dedicó una sonrisa. "Mi novio siempre tiene algo para saciar mi hambre… en todo sentido".

Tezuka frunció el ceño. "No necesitaba tanta información".

Oshitari rió de buena gana, estaba acostumbrado a la reacción pudorosa de Tezuka ante cualquiera de sus comentarios en doble sentido, pero aún le hacía gracia escucharlo quejarse. "Vamos, que no te quiero meter a un box de urgencia". Se levantó a estirar las piernas por la posición encluquillas que había adoptado hace unos minutos atrás. "De seguro una medialuna de manjar te vendría bastante bien con una leche con chocolate y después nos vamos a tu casa a dormir un poco y seguir estudiando".

Tezuka tomó aire y se levantó del asiento con las piernas algo temblorosas, quería quedarse a ver a Syuusuke, aunque fuera por unos minutos, pero sabía que Oshitari tenía razón y apenas se sentara en un lugar tibio, se quedaría dormido.

"¿Seguro que no quieres ir a tu casa hoy?".

Su compañero de sección le tomó del brazo y comenzó a guiarlo hacia la cafetería. "No, si vuelvo a casa no estudiaré nada más que anatomía topográfica"

"Yuushi…". Era un tono de advertencia.

"Lo siento, lo siento". Rió Oshitari abriendo las puertas de la cafetería. "Vamos que ya quiero comerme esa medialuna".


Fuji Syuusuke miraba la pantalla de LCD de su celular con cierto temor. Sólo debía apretar el botón verde y llamaría al número que estaba escrito bajo el nombre de Tezuka, pero temía qué respuesta podía esperarle.

Quizá estaba sobreactuando, sabía que Kunimitsu tenía una agenda apretada en esos días, pero parecía que se hubiera olvidado por completo de él… y él se consideraba importante en la vida del otro joven.

Tomó aire y apretó el botón de marcado.


Tezuka estaba escogiendo entre un sándwich de jamón y queso derretido o una facturita de frambuesa cuando sonó su celular. Lo sacó de su bolsillo mientras le señalaba a la señora de la cafetería que quería tres facturitas, pero al abrir la tapa para contestar apareció el mensaje de Baja Batería y la pantalla se oscureció.

"Si es urgente llamarán al mío". Le comentó Oshitari asomándose por sobre el hombro de Tezuka.

El joven de anteojos al aire asintió, se sentía irresponsable por no haber cargado su equipo en la mañana, pero se habían quedado dormidos y en la carrera por llegar a tiempo, se olvidaron muchas cosas, como el cargador del notebook y la tarjeta de WiFi externa.

Ambos recibieron sus pedidos y fueron a buscar una mesita en donde sentarse por un momento y reponer energías. Oishi les ondeó una mano y no dudaron en acercarse a él.



Nuestro cliente tiene su teléfono celular apagado o se encuentra fuera del área disponible
.

Fuji cerró su celular y lo dejó con un movimiento brusco sobre su mesa.


Oishi ofreció llevarlos hasta el edificio donde Tezuka arrendaba su departamento, y vaya que les hizo bien evitar el viento helado que corría en la calle, ya que ninguno de los dos estudiantes llevaba algo más grueso que un chaleco de lana.

"Mi padre me comentó que atendiste a Atobe". Oshitari sacó su cuaderno de resúmenes y mapas conceptuales mientras Tezuka buscaba los libros fotocopiados que tenía en relación a ortopedia infantil.

"Si". Tezuka dejó caer el Ruselli sobre la mesa de estudio. "Un esguince grado dos, nada grave".

"Debe de haber sido una sorpresa para que te acuerdes de su diagnóstico si no fue algo grave". Oshitari fue a su bolso para buscar su pendrive. "Aunque si yo atendiera a Atobe, no sé si seguiría con posibilidades de estudiar medicina". Se rió maliciosamente.

Un suspiro cansado. "Algo comentó de demandarme, pero una vez que conoces a Atobe, dudo que cause tanta impresión como cuando lo escuchas decir eso por primera vez". Tezuka se sentó sobre sus cojines favoritos, abrió uno de los cajones de su mueble de ropa y sacó un par de calcetines de toalla.

"Dudo que haya cambiado en algo, pero hace años que no lo vemos". Comentó pensativo Oshitari mientras iniciaba el notebook de su compañero, suficientemente familiarizado con el aparato como para conocer su clave de usuario de Windows vista.

Tezuka sintió. "Me sorprendo a mi mismo diciendo que lo extraño".

"Tezuka, Tezuka". Oshitari negó con la cabeza imitando la postura de Atobe cuando se dirigía a su jugador estrella de Hyotei. "No tienes que extrañar a Ore-sama, Ore-sama siempre ha estado ahí para ti".

Con una ceja arqueada y los anteojos balanceándose precariamente sobre la punta de la nariz, Tezuka miró a Oshitari por un momento. "Deberías escuchar a Niou imitarlo, llega a dar miedo".

"Mmmm". El joven de cabello azul se ajustó los anteojos con su dedo índice y procedió a voltear el notebook para que Tezuka viera la pantalla. "Da lo mismo si lo extrañas o no, pero creo que deberías ver tu msn"

El joven zurdo se acercó a la pantalla de msn y no pudo evitar su sorpresa al ver quién solicitaba que lo agregaran como contacto.

"No es por nada, pero dudo mucho que un impostor, incluso uno como Niou, pueda tener un mail como atobe keigo arroba atobe corps punto jota pe". Al notar la duda de su compañero de agregarlo o no, procedió. "Quizá él te llamó por teléfono".

"Pon tu el despertador para mañana".

Con una carcajada Oshitari aceptó el contacto por Tezuka. "Eres un cobarde, de seguro ni se acuerda de lo que pasó en la fiesta de cumpleaños".

Ese comentario produjo un momento de silencio en el cual ambos estudiante se miraron fijamente, hasta que uno de ellos habló. "¿Qué pasó en la fiesta de cumpleaños?".

Sabiendo que había hablado más de lo acordado por los presentes el día de ESA fiesta de cumpleaños, Oshitari suspiró y con una actitud calmada se dirigió a su compañero. "Nada que fuese TAN importante, te aseguro que no es algo de lo que te arrepientas, solo lo dije como broma".

La mirada desconfiada de Tezuka, hizo que Oshitari continuara hablando. "Vamos, te aseguro que llegaste virgen a mis manos".

Y por ese comentario se ganó un almohadonazo.


Una ramita que golpeaba la ventana de su habitación hizo que Tezuka despertara y buscara sus anteojos con una mano torpe y reacia a dejar la tibieza de sus frazadas y sábanas, pero necesitaba ver la hora.

Con los anteojos puestos alcanzó a notar los números azulosos del celular de Oshitari con las 6:05 de la mañana. Había dormido cerca de tres horas, pero aún así se sentía cansado.

Oshitari dormía dándole la espalda en el otro pedazo de cama, claramente acurrucado contar el frío de la mañana.

Quizá podía aprovechar de llegar temprano y ver a Fuji. Con ese plan en mente salió de la cama rumbo a la ducha.

Con una nota al lado de la taza de café de Oshitari pidiéndole que cerrara bien el departamento y le pasara a dejar la llave cuando lo viera en el turno, Tezuka llegó al hospital a las 7:15 de la mañana, una hora bastante descabellada para visitas, pero sabía que le haría bien ver a Syuusuke.


Saludó a la enfermera de la estación del turno de noche y entró a la habitación que no había visitado hace algo más de cuatro días.

Fuji dormía, sus ojos cerrados y su rostro relajado, las sábanas blancas subiendo y bajando suavemente con su respiración pausada. Fue imposible evitar sentarse a observarlo, acariciando de vez en cuando su cabello, pero nunca lo suficiente como para despertarlo, necesitaba su descanso.

Cerca de las 7:50, el joven de anteojos se levantó de su asiento con las piernas algo entumecidas, se acercó suavemente a Fuji y le rozó los labios. "Te amo". Le susurró al oído antes de salir de la habitación rumbo a su turno del día.

Sólo cuando Tezuka abandonó la habitación cerrando la puerta tras de si, Fuji abrió los ojos.

¿De verdad me amas?.

Después de ver su horario del día, Tezuka sintió una mano meterse a uno de los bolsillos de su delantal y dejar algo bastante pesado en él.

"Gracias por el café, dejé todo cerrado y la cama hecha". Le susurró Oshitari con un guiño travieso ante el sonrojo de una de sus compañeras de clases que estaba muy atenta a la conversación de ambos.

El joven de pelo castaño negó con la cabeza y cerró su casillero. "Supongo que hoy volvemos a mi casa".

Oshitari asintió. "Seré tu invitado toda la semana".

Tezuka sonrió levemente ante el comportamiento juguetón de su amigo y tomó una ficha de consulta para empezar el día, con una mirada rápida a los síntomas de ingreso dedujo que se trataba de algún resfrío fuerte.

"Otro día en el hospital". Murmuró y abrió la puerta de la consulta donde Oshitari-sensei le supervisaría. "Buenos días, soy Tezuka Kunimitsu, cuénteme ¿qué le pasa?".


Gracias por leer.