Elanor.

Autora: Princess Lalaith

MKR no me pertenece, ni tampoco otra historia que voy a mezclar aquí, éstos son de sus respectivos autores, yo los uso sólo para divertirme. Gracias.

Capítulo 1.- Una extraña acompañante

Tres jovencitas se encontraban en un mirador en la Torre de Tokio. Las tres tenían 18 años, y acababan de terminar la preparatoria. La primera tenía los ojos verde esmeralda y el cabello rubio hasta media espalda, recogido en media cola, llevaba una falda verde oscuro y una blusa beige de manga corta. La segunda tenía los ojos y el cabello azules, el cabello largo hasta las rodillas y recogido en una cola alta, llevaba un top azul marino, una falda negra corta, y encima una gabardina delgada de un azul tan oscuro que casi era negro. La tercera tenía ojos rojos como rubíes, era pelirroja y el cabello lo tenía peinado en una trenza que le llegaba hasta la cintura, llevaba una blusa color vino de mangas ¾ y un pantalón a la cadera negro con franjas rojas a los lados.

-Y aquí estamos otra vez, -dijo la rubia.

-Igual que todos los años, -agregó la ojiazul.

-Ésta vez si sucederá el milagro. –dijo la pelirroja con decisión.

-Ay Lucy, -dijo la rubia. –Tú siempre tan confiada.

-Anaís, -dijo Lucy. -¿Qué acaso tú no esperas volver a Céfiro?

-Claro que sí pero... –comenzó Anaís.

-¿Y tú Marina? –interrumpió Lucy

-Si, pero entiende Lucy. Hemos estado esperando poder volver por mucho tiempo, es por eso que nos juntamos aquí, en la Torre de Tokio, una vez a la semana, desde hace cuatro años. –dijo Marina.

-Yo aún conservo la esperanza. –dijo Lucy sonriendo, sacando un hermoso medallón del cuello de su blusa.

-Lucy, nunca cambias. –murmuró Marina.

-Sigue siendo la misma niña tierna que conocimos en Céfiro. –agregó Anaís.

-Aunque hayan pasado cuatro años. –siguió Marina.

-Y ya hayamos terminado la preparatoria.

-Tú ya no usas lentes.

-Y Lucy es más alta.

-Pero hay cosas que nunca cambian. –dijeron ambas amigas al mismo tiempo.

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Y mientras tanto otra chica acababa de entrar a la torre. Tenía ojos azul profundo, aunque con un ligero brillo plateado, y su cabello era rubio claro, y muy largo, su cabeza cubierta por una pañoleta blanca con pequeños bordados grises y azul cielo. Vestía una blusa de mangas abiertas a un lado, un pantalón y zapatillas de piso, todo blanco. La gente se le quedaba viendo, extrañada de verla vestida toda de blanco, y ese color de cabello que no era común en gente con una apariencia tan joven.

-¿Qué hago aquí? –se preguntó la joven en voz alta. –En Japón no hay nada interesante, mejor me debería regresar a Inglaterra, mejor aún debería regresar a... –suspira. –Como si pudiera. Teóricamente puedo, pero no hasta que descubra por qué demonios volví aquí. Es decir, estuve allá, con todos ellos, amigos y enemigos, luché, me arriesgué, me persiguieron, me hirieron, casi me matan más de una vez, pero al fin logramos vencer; para que a final de cuentas me digan que tengo que volver a este mundo, viajar a Japón y cumplir una misión que no tengo ni la más remota idea de cuál es. Ah...por Gilthoniel Elbereth, y todos los Ainur del Reino Bendecido. ¿Podría alguien darme al menos una, una pequeña pista de cuál es mi dichosa misión?

Apenas dijo eso la chica se dio cuenta que no estaba poniendo atención a donde iba caminando, un poco tarde, sin poder evitarlo chocó con otra chica y cayó al suelo.

-Ay! –exclamó la chica al golpear al suelo. –Y esto me pasa por estar pidiendo ayuda a Seres Superiores.

-¿Estás bien? –preguntó una voz.

-Si, -dijo la chica.

La persona con la que había chocado le extendió la mano para ayudarla a levantarse, era una chica.

"Vaya, físicamente parece de mi edad." Pensó la joven de cabellos claros. "Claro que...yo no tengo la edad que aparento."

-Disculpa¿no te lastimaste? –preguntó la otra chica.

-No, -dijo la joven. –Es mi culpa, iba distraída. En verdad lo siento mucho.

-¡Lucy mira! –exclamó Marina a espaldas de las dos chicas.

-¿Qué cosa? –preguntó Lucy girándose.

(La joven de cabellos claros había chocado con Lucy)

-Es el resplandor. –murmuró Anaís emocionada.

-¿Qué ocurre? –preguntó la otra chica, comenzó a sentirse mareada.

De pronto el piso pareció tragárselas.

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Y en otro mundo, lleno de volcanes, mares, campos, montañas flotantes, criaturas extrañas, misterio y magia, un mundo mejor conocido como Céfiro. El gran hechicero Guru Clef distinguió en su pantalla a las jóvenes que parecían caer del cielo.

-Volvieron, -dijo Guru Clef con una sonrisa. –Fyula, ve por ellas.

Pero en ese momento notó algo más, no eran tres las chicas que caían, sino cuatro.

-¿Qué significa esto? –se preguntó Guru Clef, mientras su criatura se dirigía a rescatar a las chicas.

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-¿Qué demonios está pasando aquí! –gritó la chica desesperada.

-¡Si! –gritaba Lucy emocionada. -¡Volvimos¡Volvimos!

-¡A Elbereth Gilthoniel¡Sálvame por favor! –gritó la chica con desesperación.

-¿Qué es lo que está diciendo? –preguntó Marina a sus dos amigas.

-No lo sé. –dijo Anaís. –Pero no parece ser japonés, ni inglés, ni ningún otro idioma que se le parezca.

-Nunca lo había oído. –agregó Marina.

-¿Pero qué hace ella aquí? –preguntó Lucy. –No se supone que sólo nosotras como Guerreras Mágicas podíamos venir aquí a Céfiro.

-No lo sé Lucy. –dijo Anaís cruzándose de brazos. –Estoy tan confundida como tú.

Justo en ese momento Fyula llegó y atrapó a las cuatro chicas.

-¿Y ahora qué? –preguntó la que había gritado.

-Calma, -dijo Lucy. –No te desesperes. Estás a salvo.

"Esto es muy extraño" pensó la chica. "Pero por el momento no me conviene hacer nada, esperaré a ver qué lugar es éste y qué hago aquí. Además..." suspiró. "Este lugar me recuerda mucho a..."

Sus pensamientos fueron interrumpidos al llegar al palacio. Fyula las llevó hasta la entrada, donde los guardias de inmediato las dejaron pasar.

La chica de cabellos claros siguió a las tres amigas por varios pasillos, y hasta unas puertas muy grandes, que Lucy no dudó en abrir.

Cuando la puerta se abrió, todas se quedaron paradas en la puerta por unos momentos, contemplando a las personas ahí reunidas: Estaba Ráfaga abrazando a Caldina(quizá para evitar que les saltara encima a las chicas), después Presea con Nikona en brazos, Ascot, Paris, Latis con Primavera en un hombro y un hombre que aparentaba entre veinte y veinticinco años y que por sus ojos azules y cabello lila podía decirse que era Guru Clef.

-No lo puedo creer... –murmuró Anaís.

-Por favor despiértenme si es un sueño... –dijo Marina.

-No lo es, -dijo Lucy llorando de la emoción –Es real. Estamos aquí, y todos están aquí... ¡Latis!

Sin poder esperar más, Lucy salió corriendo y se arrojó a los brazos de su amado espadachín mágico. Latis la abrazó fuertemente también.

-¡Te extrañe tanto Latis! –sollozó Lucy.

-Ya no llores preciosa. –dijo Latis limpiando las lágrimas de Lucy con el dorso de su mano. –Ya estás aquí, y yo estoy contigo, no llores por favor.

-Te amo tanto Latis. –murmuró Lucy aferrándose a Latis.

-Y yo a ti. –murmuró él antes de besarla suavemente.

Por otro lado Paris había corrido hasta donde se encontraba Anaís, la había tomado de la cintura, y la había alzado, dando vueltas con ella.

-Ya bájame Paris por favor. –dijo Anaís sonriéndole. –Por favor que me estoy mareando.

-Sus deseos son órdenes mi encantadora princesa. –dijo Paris bajando a Anaís al suelo. –Te extrañe tanto...pero sabía que volverías.

-Nunca pensé que lo lograríamos. –dijo Anaís radiante de felicidad. –Es decir, después de 4 años nos parecía casi imposible poder volver, pero así fue y...aquí estamos.

-Eso me hace muy feliz...mi dulce Anaís. –dijo Paris y la abrazó fuertemente, jalándola hacia él, para poder besarla.

Anaís no puso resistencia, se dejó de ir, abrazándolo ella también a Paris y correspondiendo a sus besos.

Marina por su lado pasó junto a sus dos amigas, para llegar a donde estaban los demás.

-Hola Marina, me da mucho gusto verte. –le dijo Ascot abrazándola. –Te extrañé mucho.

-Yo también los extrañe mucho Ascot, a todos. –dijo Marina. –Presea...

La armera se acercó para abrazar a Marina.

-¡Mi niña! –exclamó Caldina finalmente soltándose del abrazo de Ráfaga, y atrapando a Marina en un abrazo que casi la deja sin aire.

-Ho...hola...C...Ca...Caldina. –tartamudeó Marina. –Te...te importaría...este...aflojar un poco tu abrazo...es que...me estás ahogando.

-Ay...Ji Ji...Lo siento Marinita. –dijo Caldina sonriendo y soltando a Marina.

-Gracias. –dijo Marina respirando nuevamente. –Hola Ráfaga.

-Hola Marina bienvenida. –dijo Ráfaga.

-Buenos días Marina. –dijo una voz a sus espaldas.

Esa voz era inconfundible para Marina.

-Buenos días...Clef. –saludó Marina sonriéndole al hechicero y sonrojándose un poco al darse cuenta lo guapo que se veía con su nueva apariencia. –Te ves bien.

-Gra...gracias. –dijo Guru Clef. –Es que pensé que me caería bien un cambio.

Marina asintió dedicándole una tierna sonrisa al hechicero.

Al notar esto Guru Clef también se sonrojó un poco, aunque trató de disimularlo.

Ascot también lo notó, y suspiró decepcionado; él seguía enamorado de Marina, aunque sabía que ella amaba a otra persona y no a él.

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Después de alrededor de dos minutos de saludos, lágrimas, abrazos y besos, fue que Guru Clef notó que una chica seguía parada en la puerta, esperando.

-Buenos días, -dijo Guru Clef acercándose a la chica. -¿Quién eres tú?

-Es cierto, llegaste con nosotras pero todavía no sabemos tu nombre. –dijo Marina junto a Guru Clef.

-Yo tengo muchos nombres, -dijo la chica con una sonrisa. –Pero llámenme Elena.

-Yo soy Guru Clef, el hechicero supremo de este mundo. –se presentó.

-Yo soy Marina, Guerrera Mágica del Agua.

-Y yo soy Presea, Jefa Artesana y Armera.

-Yo soy Ascot, hechicero y Guardián de las Bestias y Criaturas Mágicas.

-Soy Ráfaga, Comandante del Ejército de Céfiro; y mi esposa es Caldina, bailarina e ilusionista.

-Yo soy Lucy, Guerrera Mágica del Fuego.

-Y yo soy Latis, Espadachín Mágico.

-Y yo soy Primavera, la más hermosa de las hadas, y cuido a mi querido Latis.

-Y yo Anaís, Guerrera Mágica del Viento.

-Y yo soy Paris, el Príncipe de Céfiro.

-Elen sîla Lúmenn' omentielvo. –dijo Elena inclinándose.

-¿Eso qué significa? –preguntó Caldina.

-Significa "Una estrella brilla en la hora de nuestro encuentro". –dijo Elena. –Así saludan algunas personas en un lugar que conozco.

-Ese lenguaje, yo lo había escuchado antes. –dijo Guru Clef.

-Es poco probable, -dijo Elena sonriendo. –Ya que no es de este mundo.

Todos se miraron sin entender.

-Después de todo, ustedes han dicho que éste mundo se llama Céfiro. –dijo Elena. –Y yo no soy de aquí.

-Ustedes son de Mundo Místico. –dijo Ráfaga.

Elena pareció confundirse.

-Así es como llaman ellos a la Tierra. –explicó Lucy.

Elena asintió, parecía entender.

-¿Y qué eran todas esas cosas que gritabas cuando estábamos cayendo? –preguntó Marina.

-Frases que aprendí en otro lado. –dijo Elena con tono cortante.

-Pues pese a los gritos que diste en ese momento, ahorita pareciera que no te sorprendiera estar en otro mundo. –dijo Anaís.

-En Céfiro nunca ha estado, eso es seguro. –dijo Paris en voz baja.

-Mi vida nunca ha sido muy normal que digamos. –dijo Elena. "Además que no es la primera vez que viajo a otro mundo."

La mirada de Elena pareció perderse, como si recordara algo.

Flashback

Elena se encontraba ataviada con una blusa de manga corta, café claro, pegada al cuerpo, elástica; con un pantalón también pegado y elástico café medio, además de un cinto beige a la cintura; botas café oscuro; guantes beige hasta debajo de los codos; además de una capa con capucha, cuyo color no se podría decir, pues parecía cambiar conforme al entorno.

-¿Todo bien Elena? –preguntó un hombre de baja estatura, moreno, de ojos y cabellos oscuros, ropas marrones y una capa igual a la de Elena, en su mano sostenía un hacha.

-Si, todo bien, -dijo Elena. –La herida no fue profunda.

-¿Segura? –insistió el hombre.

-Claro que sí. –dijo Elena. –Ya deja de preocuparte, que los demás nos están esperando.

Con eso ambos se reunieron con sus compañeros.

Fin del Flashback

-¿Qué te ocurre Elena? –preguntó Presea.

-Nada, -mintió Elena. –Es sólo que acabo de recordar algo.

-Pues yo creo que lo mejor sería llevar a las chicas a sus habitaciones. –opinó Latis. –Y yo me llevo a Lucy.

Antes de que alguien pudiera replicar Latis tomó a Lucy del brazo y la sacó del salón.

-Creo que Anaís y yo también nos vamos. –dijo Paris mientras él se iba acercando lentamente a la puerta, y salía antes de que alguien se pudiera oponer.

-¡Latis¡Paris! –exclamó Guru Clef. –Bueno, que remedio. Supongo que terminaremos la junta mañana.

-Eso si los encuentras mañana. –dijo Ráfaga.

-Ráfaga... –comenzó Guru Clef.

Pero era inútil, él y Caldina ya se habían ido también.

Guru Clef negó con la cabeza lentamente.

-Bueno, no hay nada que pueda hacer, -dijo Guru Clef, luego agregó con sonrisa malvada. –Aunque luego me las pagarán.

Marina rió.

-Creo que como no conoces el castillo podría mostrártelo y después llevarte a tu habitación. –dijo Guru Clef a Elena.

Elena asintió.

Marina pareció decepcionarse, como si ella esperara que Guru Clef la guiara.

"Esto comprueba que el poder estar con Clef algún día es sólo un sueño imposible." Pensó Marina

Ascot estaba a punto de decir algo, cuando Presea intervino:

-Vamos Marina, -dijo la armera. –Yo te llevo a tu habitación. Que Ascot cuide a Nikona.

-Pero... –comenzó Ascot cuando Nikona le saltó en brazos.

-¡Si! –insistió Presea. –Y así me cuentas todo lo que has hecho en Mundo Místico desde que se fueron.

Y con eso Presea se llevó a Marina, casi a rastras, fuera de la habitación.

-¿Nos vamos? –preguntó Guru Clef.

Elena asintió.

Ambos salieron.

-Guru Clef... –murmuró Ascot en voz baja una vez solo. -¿En verdad no te das cuenta?

.---. Fin del Capítulo .---.

Y así es como da inicio a éste nuevo fanfic mío.

Por si les interesa les diré que está planeado desde hace más de tres años, y ya lo terminé, aunque todavía de vez en cuando regreso para hacerle alguna que otra corrección. En general ya está hecho y lo iré actualizando conforme reciba reviews. Espero que les gusta la historia, gracias.