Muchas gracias por vuestros reviews!!

Pues sí, por fin han encontrado a Cesar. Ya iba siendo hora... Y, puesto que ese era el caso en el que el equipo estaba trabajando (por si alguien se había olvidado), pues ahora que ya han dado con él, tanto el caso como el fic, irremediablemente, llegan a su fin.

Muchas gracias por haberme acompañado en este viaje. Espero que os guste el este último capitulo!

Para no perder la costumbre, gracias de nuevo a ukeleleboy por su ayuda y consejos.


Cap 18: Hombre-lobo

Cesar se sentía cansado, agotado, exhausto… y por primera vez en días pudo permitirse el lujo de relajarse. Las imágenes de lo sucedido seguían en su mente, pero poco a poco se iban disipando y eran sustituidas por todo lo que le esperaba una vez saliera del hospital.

Los médicos eran optimistas con su recuperación. Estaba deshidratado, su cuerpo necesitaba alimento urgentemente, y varias de sus heridas habían necesitado puntos, pero, aparte de eso, estaba bien. Psicológicamente era otro tema, sabía que nunca sería capaz de olvidar del todo lo que había sucedido, pero estaba dispuesto a intentarlo. Al fin de cuentas, sabía que Owen no iba a dejarle salir de allí con vida, así que lo que vivía ahora era como una nueva oportunidad, una especie de renacer, y no pensaba desaprovecharlo.

Los agentes Malone y Johnson, a quienes recordaba haber visto en el viejo edificio donde había estado preso, habían estado allí hacía apenas unos minutos para interrogarle y poder dar por cerrado el caso. Su caso, pensó.

Se habían interesado por donde y como había conocido a Owen, aunque, mientras les relataba sus encuentros en El Bronze con Harris y Owen, le dio la sensación de que los agentes ya habían oído esa historia. Lo mismo había pasado con la manera en que Owen lo había obligado a entrar por la fuerza en su coche, aquel fatídico día, a la puerta de su tienda.

Lo único un tanto peliagudo de explicar fue cómo había conseguido los chips robados. Y, una vez más, se dio cuenta que los agentes sabían más de lo que dejaban ver. Así que, cuando le preguntaron el motivo por el que había atacado aquellas entidades financieras utilizando la misma táctica que usaba Mimo, decidió que, puesto que seguramente habrían registrado su casa y tendrían sus ordenadores, era inútil fingir que no sabía de que le hablaban.

Así que optó por decir la verdad. -"Era la única manera que tenía de llamar su atención. Un ataque común no habría despertado sospechas, pero uno de Mimo no pasaría desapercibido por los entendidos en la materia…"-

-"Nos lo puso muy difícil"- comentó Vivian, pensando que Ty había tenido que pedir ayuda por primera vez desde que trabajaba con ellos.

-"Así es como Mimo trabaja"- respondió, respirando más aliviado cuando ninguno de los agentes pareció darle mas importancia al tema de Mimo. Parecían más interesados en obtener todas las pruebas posibles contra Owen.

El interrogatorio siguió centrado en los días que había pasado prisionero en esa habitación, si había visto a alguien más y sobre lo que Owen y él habían hablado. Después de contarles todo lo que recordaba, debía admitir que los últimos días estaban un poco confusos en su mente, los agentes se despidieron.


-"Au!"- se quejaba Danny al joven médico, posiblemente novato, pensó, que le estaba poniendo un par de puntos en la herida que tenía en la frente.

Varios minutos de tortura más y el médico terminó la cura. Le observó mientras buscaba algo en un par de cajones antes de volverse hacia él. -"Enseguida vuelvo"- anunció, antes de desaparecer por la puerta de la pequeña salita.

Danny suspiró, lo único que quería era irse de ese lugar. Los hospitales le ponían nervioso, no le gustaban en absoluto y tampoco le gustaban los médicos… en cuanto a las enfermeras, eso era otro tema.

-"Ey"- le sonrió Vivian, entrando en la pequeña salita. -"Qué tal estás?"-

-"No es nada."- sonrió Danny.

-"Estupendo, porque Jack quiere los informes en su mesa mañana por la tarde"- le informó su compañera sin perder la sonrisa.

Danny gruñó. Eran las 3 de la madrugada, lo único que quería era descansar y que su cabeza dejara de doler. -"Estoy herido."- se quejó. –"Es que Jack no tiene corazón?"-

-"Jack tiene corazón"- escuchó la voz de su jefe antes de verle aparecer por al puerta. -"Por eso mismo, quiere el informe mañana y no de inmediato"-

Danny le echó una mirada a Vivian que decía algo así como 'podrías haberme avisado que estaba ahí', a lo que la agente simplemente amplió su sonrisa, antes de desearle buenas noches y salir al pasillo.

Jack le echó un último vistazo a su agente. -"Nosotros nos vamos ya. Seguro que estás bien?"-

Danny asintió.

-"De acuerdo. Nos vemos mañana."- dijo Jack. -"Y Danny, buen trabajo."- añadió, antes de desaparecer tras la puerta.

Poco después el médico regresó y, tras varios interminables minutos más de tortura médica, terminó de curarle la herida.

-"Debería volver en un par de días para quitarle los puntos y tomar antibióticos por si…"- decía el médico, mientras Danny, ansioso por salir de ese hospital, se levantó de la camilla y cogió su chaqueta, saliendo de la consulta sin perder un segundo.

-"Sí, sí. Ya se como funciona…"- dijo, a modo de despedida, mientras se alejaba del desconcertado doctor a grandes zancadas.

Se puso la chaqueta a la vez que entraba en el ascensor. A esas horas no había mucha gente merodeando por los pasillos del hospital, lo que era de agradecer, ya que tenía el ascensor para él solito. Se acercó al panel de control para pulsar el botón de la planta baja, pero, casi sin pensarlo, su dedo presionó el de la cuarta.

Intentando quitarle importancia al motivo por el que había decidido alargar un poco más su estancia en ese desagradable lugar, ocupó el minuto y medio de viaje observando el feo golpe en su frente.

Había sufrido las suficientes heridas para saber que aquella no dejaría cicatriz, algo que en parte, era gracias al trabajo del médico. Debía ser sincero y admitir que el doctor, aun pareciendo joven y novato, tenía mano para estas cosas.

Una vez las puertas se abrieron, avanzó por el sigiloso pasillo pasando por delante de varias habitaciones antes de encontrar la que estaba buscando. A través del cristal pudo ver a Cesar recostado en la cama. Su piel aún estaba pálida, pero tenía mucho mejor aspecto. Inesperadamente, se pasó una mano por el alborotado cabello antes de soltar una carcajada y hablar, efusivamente.

Desde donde se encontraba, Danny no veía quien más había en la habitación, así que dio un par de pasos más para lograr ver al interlocutor de Cesar y sonrió al reconocerlo. Se preguntó como habría logrado que le permitieran quedarse en el hospital cuando las horas de visita hacía rato que habían concluido. Aun así, no le sorprendió nada que ella estuviera allí, en realidad, si tenía que ser sincero consigo mismo, debía admitir que había subido esperando encontrarla allí.

Se acercó un poco más al cristal y les observó unos minutos, no muy seguro de entrar e interrumpirles. Por la manera en que Anne había hablado de Cesar la tarde anterior, se había dado cuenta que tenían un relación muy estrecha. No solo existía cierto vínculo entre ellos que los mantenía unidos, sino que esa amistad, la amistad de Cesar, era algo muy importante para ella. El punto de apoyo que la mantenía en pie cuando su mundo amenazaba con hundirse.

No estaba muy seguro del motivo por el que había subido, pero ahora que estaba allí y les veía conversar tranquilamente, empezaba a dudar si lo que fuera que hubiese o pudiese haber pasado entre ellos la tarde anterior había sido real o si era algo que ella necesitara o quisiera en esos momentos.

Estaba a punto de volver al ascensor cuando Anne alzó su vista y le vio. Su expresión apenas mostró sorpresa, mientras le decía algo a Cesar y se ponía en pie. Segundos después, salió de la habitación y caminó hacia él, haciéndole olvidar su decisión de irse del hospital.

-"Qué tal está?"- preguntó Danny, haciendo un gesto hacia Cesar, quien seguía tendido en la cama y fingía no estar observándoles.

-"Lleva más de media hora criticando la comida, así que está bien."- respondió Anne, mirándole unos segundos, antes de preguntar. -"Y tú?"- mientras con un gesto señalaba su ceja.

-"No es nada"- murmuró Danny.

Ninguno de los dos estaba muy seguro de que más decir, pero no querían terminar esa conversación. Ya no había excusas ni pretextos referentes al caso para volver a verse. Danny no la llamaría más ni se presentaría de imprevisto en su casa para sonsacarle nueva información, ni ella se presentaría en la oficina para ayudar a Ty. Esa iba a ser la última vez que se vieran y ambos lo sabían.

Permanecieron varios minutos en silencio. Sorprendentemente, no fue unos de esos silencios incómodos. La sensación de complicidad que ambos habían sentido la tarde anterior había vuelto, o quizás siempre había estado ahí, esperando a que los dos la aceptaran.

Anne fue la primera en desviar la vista, miró a su alrededor un tanto abrumada y sonrió al ver a Cesar observarles por encima de las páginas de un periódico viejo que ya estaba en la habitación cuando lo trasladaron desde urgencias.

-"Gracias por traerlo de vuelta"- dijo, señalando a Cesar con el pulgar y volviendo a sonreír al ver como éste prácticamente se escondía tras el periódico.

-"Es nuestro trabajo"- respondió Danny, casi automáticamente, lo que siempre solían decir en esos casos.

-"Me alegro que todo haya acabado bien"- comentó Anne, algo abstraída. No quería pensar en los posibles finales que esa historia podría haber tenido.

-"Bueno, a mi me duele un poco la cabeza"- se quejó Danny, tocándose la frente con la punta de los dedos.

-"Eres un bebé"- la escuchó susurrar y, al ver la manera en que le estaba mirando, con la misma expresión que siempre usaba para picarle, supo que eso no podía quedar así. Danny Taylor no cedía ni concedía treguas, si esa chica seguía queriendo robarle su título en tener la última palabra iba a tener que esforzarse de lo lindo.

-"Mañana me espera un largo y aburrido día de papeleo…"- empezó a decir Danny, caminando lentamente hacia a tras, y alejándose de Anne. -"Si te parece bien, después podría llamarte…"-

Anne le miró sorprendida. -"Cómo? Una cita?"-

Danny le dedicó una de sus mejores muecas. -"Sólo si dices que sí"- respondió, antes de girarse y despedirse con un gesto. -"Hasta mañana"-

-"Aún no he aceptado"- la escuchó quejarse.

Danny sonrió y, volviéndose un poco para mirarla por última vez antes de desaparecer tras una de las esquinas, vio que ella también sonreía.

-"Ya puedes dejar de fingir"- le dijo a Cesar cuando regresó a la habitación. -"No eres muy disimulado que digamos"-

Cesar no dijo nada, solo lanzó el periódico a los pie de la cama y la miró sonriente.

-"Qué?"- preguntó Anne, a la defensiva. Conocía esa sonrisa y se imaginaba lo que venía a continuación.

-"Así que a eso es a lo que te has dedicado mientras el pobre Cesar estaba secuestrado, eh?"- dijo, fingiendo estar ofendido.

-"No se de qué hablas"- respondió Anne, consiguiendo que Cesar volviera a reír.

-"Parece agradable"- seguía a lo suyo Cesar. Y Anne tenía que haber previsto esto, Cesar siempre había sido muy observador, algo así no se le iba escapar.

-"Ya, es un incordio"- respondió, dejando claro que no quería seguir con esa conversación.

Cesar volvió a reír. -"Tú también lo eres…"-


El día siguiente pasó bastante rápido. Sin ningún caso que investigar, el equipo pudo llegar mas tarde a la oficina, algo de agradecer ya que ninguno de ellos había llegado a su casa antes de las tres de la madrugada. Con las mentes más despejadas y los cuerpos más descansados, el papeleo necesario para cerrar el caso fue una simple distracción para pasar el rato hasta que el reloj marcó la hora de irse a casa.

No eran muchos los días tranquilos para el equipo de personas desaparecidas, pero que fueran poco habituales no quería decir que no fuesen bien recibidos. A la hora en punto, el equipo empezó a recoger sus cosas y, cinco minutos después, desde su despacho, Jack sólo pudo observar una oficina completamente vacía.

No muy acostumbrado a tener tiempo libre, dejó descansar su vista de los informes que estaba leyendo y se recostó en la silla. En otra época, utilizaba ese tiempo para ir a recoger a sus hijas al colegio y pasar un rato con ellas en el parque. Posiblemente comprarles la merienda y columpiar a Kate mientras observaba a Hannah reír con algunas de sus amigas.

Pero ahora ya no era así. Su madre se las había llevado con ella a Chicago. Alejándolas así de su vida en Nueva York y también de él. Era una de las pocas cosas que desearía que cambiara en su vida. Pero, por el momento, tenía que contentarse con varias llamadas telefónicas a lo largo de la semana y disfrutar de su compañía algún que otro fin de semana. Algo que siempre le sabía a poco.

Observando sus caritas sonrientes en la foto que siempre decoraba su ordenado escritorio, descolgó el teléfono y marcó el número de memoria.

Un par de tonos después, una suave vocecilla infantil le saludó alegre. -"Papá!"-

No se sorprendió que fuera Kate y no Maria quien respondiera al teléfono. No recordaba una sola vez en que la pequeña de sus dos hijas no hubiese cogido el teléfono. En su mente podía imaginar el motivo, sin duda, Maria le pasaba el auricular a Kate al ver el número que llamaba.

-"Como estás, tesoro? Qué tal el colegio?"- preguntó, preparado para escuchar una interminable charla sobre amiguitos, profesores, juguetes y, si tenía suerte, dibujos animados.

Varios minutos después, Kate terminó su relato y, después de convencerla de que pronto iría a verlas, le pidió que le pasara el teléfono a su hermana.

Escuchó como Kate corría por el pasillo y le decía a su hermana que su padre estaba al teléfono. Suspiró un tanto decepcionado, cuando escuchó la respuesta.

-"Dile que no estoy"- dijo la mayor de sus hijas, dejando claro que aún estaba enfadada con su padre. Jack no sabía el motivo exacto de su enfado y Hannah no había querido hablar con él de ello, en realidad casi no habían hablado desde que se mudaron a Chicago. No sabía si era porque Maria y él se habían divorciado o si era porque Hannah creía que su padre no había luchado lo suficiente por ellas, permitiendo a su madre llevárselas lejos de su hogar.

-"Dice que no está"- escuchó la dulce voz de Kate y no pudo evitar sonreír.

-"Dile que la quiero y que espero verla pronto. Un beso, cariño"-

-"Un beso, papá"- respondió Kate antes de colgar.

Aún con el auricular en su mano se preguntó por doceava vez si había cometido un error al haberse quedado en Nueva York.


Vivian llegó a su casa cansada. Quizás había sido un día tranquilo en la oficina, pero el cansancio acumulado sumado a las faenas del hogar que aún tenía que hacer, sólo consiguieron que se agotara antes de empezar.

Abrió la puerta y se sorprendió al ser recibida por un sabroso aroma. Instintivamente se dirigió a la cocina y sonrió al ver la escena que se estaba desarrollando en ésta.

Marcus y Reggie estaban cocinando… en realidad Reggie estaba cocinando mientras su padre limpiaba la desordenada cocina.

-"Qué es todo esto?"- preguntó, dejando su abrigo sobre una silla y acercándose a oler una de las ollas.

-"No, no, es una sorpresa"- dijo Reggie, tirando de ella para que se alejara.

-"Nos has pillado"- reía Marcus, mientras se acercaba a ella y le daba un beso en la mejilla. -"Queríamos sorprenderte con una receta especial de los cocineros Johnson"- añadió aún riendo.

-"Oh! Y me habéis sorprendido!"- sonrió Vivian a los dos hombres de su vida.

Minutos después, la familia Johnson al completo disfrutaba de una agradable tarde en la amplia cocina. Entre risas, Marcus y Reggie continuaron preparando la cena mientras Vivian les observaba, haciendo algún que otro comentario culinario a los improvisados chefs, apoyada en uno de los armarios.

Que había hecho para merecer una familia así, no lo sabía. De lo que estaba segura era que no iba a dejar que nada se la quitara.


El silencio que reinaba en el apartamento era sólo interrumpido por el ruido de papel cada vez que pasaba una página de su libro. Samantha había decidido disfrutar de una tranquila tarde y había recuperado una de las muchas novelas que había empezado a leer pero que nunca había tenido tiempo de terminar. Y ahora que releía esas páginas recordó porque había, deliberadamente, olvidado esa novela en especial en el rincón más polvoriento de su estantería.

La historia era más que previsible y la protagonista demasiado inteligente y perfecta para ser real. Aun así, siguió leyendo. Siempre había sido fan de las novelas policíacas. Le encantaba descubrir todos los errores sobre el procedimiento policial que cometían los escritores. Y lo inteligentes y decididos que solían ser los protagonistas, que no necesitaban más que un par de pistas, a su parecer, previsibles, para dar con el asesino de turno.

Intrigada por saber cuanto tardaría la protagonista en darse cuenta de que el profesor de piano le estaba mintiendo, miró hacia la puerta molesta cuando escuchó el timbre. Su vista volvió al libro medio segundo después. No esperaba visitas, así que seguramente seria algún vecino pesado. No pensaba interrumpir la apasionante novela por eso.

Suspiró molesta cuando el timbre volvió a sonar y, resignada, dejó el libro sobre el sofá y se levantó.

Más le valía a quien la había interrumpido tener un buen motivo o… Sus pensamientos se cortaron de golpe y su expresión molesta se transformó en una radiante sonrisa al abrir la puerta y ver quien era el inesperado visitante.

-"He pensado que podríamos hacer algo…"- dijo Martin, sonriéndole tímidamente. Se había presentado en casa de Samantha casi sin pensarlo, quizás debió llamarla primero. La miró un tanto inseguro, pero se olvidó de ello al ver como una sonriente Sam cogía su abrigo y salía de su apartamento.

-"Y dónde vamos?"- preguntó curiosa, mientras le seguía por el pasillo y se cogía a su brazo.


Habían quedado en un bar del centro. A Danny le había parecido la mejor opción, mucha gente, buena música y los mejores soda-club de la ciudad. Estaba sentado en una de las mesas del fondo desde la que tenía una buena vista de la entrada. No hacía mucho que había llegado, pero aún era pronto, posiblemente ella tardaría en llegar.

Se movió incomodo en el asiento. Quizás no tendría que haber llegado tan pronto, pensó. Pero lo había decidido así porque prefería estar allí cuando ella llegase, por si aparecía y al no verle decidía marcharse. Era una excusa absurda, lo sabía, pero servía a su propósito, ocultar la verdadera razón. Había estado esperando ese momento impacientemente todo el día y había sido incapaz de seguir contando el tiempo que faltaba en el sofá de su casa viendo algún estúpido programa basura en la televisión.

Así que ahí estaba, esperando en el bar, mirando expectante hacia la puerta cada vez que se abría y suspirando decepcionado cada vez que quien entraba no era quien él esperaba.

Varios minutos mas de interminable espera y la puerta se abrió de nuevo, y esta vez no tuvo motivos para suspirar decepcionado, pues Anne acababa de entrar en el bar y, mientras se desabrochaba el abrigo, miraba a su alrededor buscándole. Buscándole! Eso hizo que su ego aumentara diez puntos por lo menos. Sonrió y le hizo un gesto cuando ella miró en su dirección.

-"Ey!"- dijo Anne, dejando el abrigo en una silla cercana y sentándose frente a él.

-"Ey"- respondió Danny.

-"Tiene mejor aspecto"- comentó Anne, tocándose su ceja.

-"Siempre he tenido la cabeza muy dura"- bromeó Danny sobre la herida de su frente que ya había prácticamente cicatrizado.

-"Nunca lo hubiera dicho"- sonrió Anne.

Después de pedir algo de beber y comentar tanto como se encontraba Cesar como lo que le esperaba a Owen, se quedaron en silencio. Desafortunadamente, al finalizar la corta charla sobre el caso, se habían quedado sin temas de los que hablar.

El Danny agradable que tenía delante era un fenómeno nuevo y Anne aún estaba en proceso de adaptación. La tarde anterior le había sorprendido esta nueva versión del agente Taylor, ya que desde que lo conocía le había dado la sensación de que ella había sido el centro de muchos de sus comentarios sarcásticos.

Danny parecía algo desacostumbrado a la falta de palabras. La inesperada tregua entre ellos, los había dejado a ambos un poco perdidos. Y por una vez, Danny no tenía un comentario irónico a mano que poder decir para salir de esa situación.

De esta manera, el silencio empezó a ser incómodo, convirtiéndose en casi desolador varios minutos después. Finalmente, Danny hizo un agudo comentario sobre la música y el molesto silencio desapareció.

Y despareció para no volver, pues una vez empezaron a hablar, la conversación continuó sin pausa, sorprendiéndose un poco por lo fácil que había resultado salir de ese bache.

Un par de horas después, y la conversación no parecía haber llegado aun a su fin. Danny estaba encantado. Anne no sólo escuchaba atenta todo lo que decía sino que reía todas sus bromas, le devolvía sus comentarios sarcásticos sin ningún esfuerzo y bostezaba…

La miró alzando una ceja. -"Dónde está tu insomnio?"- le preguntó.

-"Ha sido una semana muy larga"- se defendió, intentando evitar bostezar de nuevo.

Danny asintió y continuó con lo que estaba diciendo, pero a los tres minutos, Anne volvió a bostezar, y esta vez, incluso se frotó los ojos.

Danny la miró sin poder evitar sonreír. -"Mejor te acerco a tu casa antes de que te desplomes aquí mismo y tenga que cargar contigo"-

-"Pero si aún es temprano"- se quejó Anne, acompañando la queja con otro bostezo.

Danny volvió a reír, mientras se ponía en pie y le tendía su abrigo. Anne no discutió más. La verdad era que estaba muerta de sueño. Tener insomnio no significaba que no durmiera, sino que su cuerpo decidía cuando quería dormir. Y desafortunadamente, había elegido ese preciso momento para que, todo el sueño acumulado de los últimos días, decidiera tomar el control. No quería admitirlo, pero se lo estaba pasando bien. Después de varias horas de discutir consigo misma sobre si debía o no acudir a esa cita, se alegraba de haber aceptado.

-"No he dormido mucho estos últimos días"- dijo a modo de disculpa.

-"No importa"- dijo un sonriente Danny -"Así llegaremos más rápido a la tercera cita"-

-"La tercera cita…"- repitió Anne, sin acabar de entender el comentario.

-"Y ya sabes lo que pasa en la tercera cita, no?"- añadió Danny, con una de sus muecas.

Anne sonrió al entender a que se refería. -"Te conviertes en hombre lobo?"- preguntó inocentemente, con media sonrisa.

-"No, es cuando descuartizo a mis victimas"- le susurró Danny de manera falsamente intimidatoria, antes de sonreírle y abrirle la puerta del bar.

Anne rió y, cruzando los brazos para intentar protegerse del frío, salió del local, mientras Danny la seguía de cerca.

Continuará?


Es muy posible, así que no perdais de vista esta sección de fanfiction por que la secuela está al caer...

Gracias por haber leido hasta aquí!