28/03/2016. Nota de la autora

Técnicamente, esto no es un capítulo nuevo. El fic lleva completo muchos años. Es más, en agosto de este año, se cumplirán diez años desde que empecé a escribirlo. (Pensar en ello me hace ganar +1000 puntos de vejez). No escribí ninguna secuela en su momento y no voy a hacerlo ahora, pero en el marco de una especie de fic interactivo que estoy escribiendo ("Draco responde") me preguntaron qué sucedía con Draco y Hermione después del final de Lija y terciopelo. Bueno, nunca lo escribí, pero durante años he tenido claro qué pasó después. Como varias personas me han comentado que saberlo ha ayudado a quitarse una espinita del corazón, lo añado aquí para que quienes relean el fic o lo tengan en sus alertas, vean qué tengo pensado. Pensé que podría interesaros.

Una vez más, gracias por acompañarme en este viaje y por todo el cariño que seguís haciéndome llegar.


Leí Lija y Terciopelo (como la mayoría de las amantes del Dramione, ya que es un clásico) y me preguntaba que sucedía después de la escapada final, siempre quede con un vacío en el corazón al no saber con certeza qué sucedía con sus vidas. Por favor soluciona mi angustia. (Carta de Maryjobahe)

En realidad, durante un tiempo estuve planteándome escribir una pequeña secuela de L&T porque aunque en su momento el final me pareció adecuado (muy dramático y romántico), con el paso de los años me parece que aunque es efectivo, no es justo. Y no me refiero justo para quienes lo hayáis leído o para mí, sino para Hermione.

A pesar de todo, nunca la escribí. Creo que Lija y terciopelo es una de esas historias que perderían toda gracia si tuviera una continuación. Eso no evita que tenga claro qué pasó con Draco y Hermione después de que se fugaran.

Al principio se refugiarían en un lugar alejado de toda civilización. Veo un paraje seco, casi estepario, y una pequeña cabaña gris. En un inicio estarían demasiado ocupados recuperando el tiempo perdido, poniéndose al día, reencontrándose, pero luego… luego llegaría la realidad.

Hermione no podría evitar estar triste. Había abandonado a su familia, a sus amigos, toda su vida. Al marcharse, Draco ya no tenía nada que perder: nadie a quién llamar familia, ningún amigo… y sólo un futuro incierto en el que probablemente hubiese terminado en Azkaban (fue un mortífago, tal vez no mató a nadie pero sí cometió muchos delitos), pero ella sí.

Draco lo notaría. Y empezaría a obsesionarse. Se despertaría en medio de la noche, temiendo que Hermione lo hubiese abandonado. La observaría, en cada pequeño gesto, en cada momento, preguntándose cuándo iba a dejarlo.

Hermione intuiría qué le pasaba (como siempre había hecho, porque Draco seguiría siendo incapaz de expresar sus sentimientos y sus miedos) y trataría de calmarle, prometiéndole que no se marcharía.

Pero eso no sería suficiente para Draco. Sabía que estaba siendo egoísta y no quería condenar a Hermione a tener una vida de prófuga, a pagar por los pecados que había cometido él.

Así que, a escondidas, contactaría con el nuevo ministro de magia, Shackelbolt. Llegarían a un acuerdo: regresaría a Inglaterra y sería juzgado. Si podía dar algo de utilidad al Wizengamot para atrapar a los mortífagos que, como él, se habían fugado, evitaría la cárcel. (Básicamente, lo mismo que hizo Karkarov en su día). Shackelbolt no podía prometerle la libertad pero sí un juicio justo.

Le llevaría unos días convencer a Hermione de que eso era algo que debían hacer. Ella querría regresar junto a su familia y amigos, pero no a costa de Draco acabase en Azkaban. Sin embargo, él lograría convencerla de que eso era lo correcto y volverían a Inglaterra.

Draco proporcionaría información útil al Ministerio para hallar a los últimos mortífagos fugitivos y, tras el juicio, quedaría en libertad. Sería para siempre un paria: los partidarios de Voldemort lo considerarían un traidor por doble partida (primero dio a la Orden del Fénix la localización del cuartel general del Señor Oscuro y después ayudó a que se capturara a sus últimos seguidores, al mismo tiempo que renegaba de ellos) y para el resto, nunca dejaría de ser un mortífago. Uno tan rastrero que vendería hasta a su abuela con tal de salir bien parado.

Pero nada de eso le importaría. Ni a Hermione tampoco. Ella se reencontraría con sus padres, con Harry y Ron y el resto de sus amigos, y empezaría a trabajar para el Ministerio. Sus compañeros de trabajo, impresionados por su inteligencia y su talento, jamás dejarían de cuchichear cada vez que veían a Draco Malfoy esperándola en el hall del ministerio para acompañarla a casa o a cualquier otro plan. Nadie entendería qué veía en él, qué hacía una joven tan brillante como ella, con alguien como Malfoy.

Corazón de Bruja les dedicaría ríos de tinta y vuelaplumas durante un tiempo, hasta que encontraron noticias más frescas e interesantes que el estable romance de un mortífago renegado y la futura jefa del departamento de Justicia Mágica.

Y Draco y Hermione serían sólo una pareja más. Una muy feliz.


Ahora sí.

FIN.