Prologo

Los colores naranja y violeta del atardecer entraban en las ventanas de ese vagón de tren, aun ella no entendía porque acepto esa invitación. Aun su retorcida mente no lograba encontrar la respuesta a aquella simple pregunta.

Cubierta por una túnica negra, con murciélagos rojos y una calabaza en su espalda, con la capucha puesta miraba el atardecer. Esa hora la ponía nostálgica, recordando lo que paso hace meses, aunque faltaba muy poco para el 31 de Octubre. Solo esperar dos meses y el Rey Calabaza estaría en su mundo, haciendo lo mejor que saber hacer y eso era aterrar hasta el hombre más valiente.

La Luna estaba apareciendo y el Sol caía por el horizonte, el manto oscuro de la noche reclamaba el cielo, cubriéndolo con un manto de estrellas. Era algo que no se apreciaba en las grandes ciudades.

Las luces del vagón se prendieron aunque a los pocos segundos explotaron solo dejando una luz aun funcionando, prefería estar a oscuras, era su elemento, era el entorno que ella quería para sus bromas.

Del suelo salió una sombra, con la apariencia de una joven de largo cabello hasta la espalda, sus ojos eran completamente de color ámbar, una gran sonrisa surcaba por su cara, de dientes blancos y filosos como navajas.

Se acerco a su dueña abrazándola por la espalda. Levanto su mano derecha, acariciando los brazos oscuros de su sombra. Ellas dos habían compartido mucho, haciendo bromas y demás a la gente. De sus labios rosados dejo escapar un suspiro, esperaba que ese lugar de que le hablo su amigo Eriol realmente fuera interesante y quien sabe. Gastar muchas bromas.

La velocidad comenzó a bajar y la puerta del vagón se abrió, la cabeza de un joven de no más de 17 años apareció –Pronto llegaremos a la estación. De allí iremos al castillo señorita— dijo con calma. Ella miraba aun por las ventanas acariciando a un gato negro en su regazo –Avísame cuando debamos bajar— pidió.

El joven asintió y cerro la puerta, el gato salto al suelo tomando su forma verdadera, pegando su rostro al vidrio viendo el gran castillo con la Luna detrás de el –No es la gran cosa— dijo con aburrimiento –Entonces nosotras nos encargaremos de que si lo sea— dijo la joven quitándose la capucha, revelando dos hermosos ojos de color verde esmeralda. De piel pálida, cabello castaño claro que le llegaba hasta la espalda como si fuera una cascada, en sus labios una tenebrosa sonrisa surco sus labios.

Su sombra también sonrió, imaginando el terror y las bromas que azotarían el lugar. Sakura Kinomoto. La Princesa de las Calabazas y Reina de las Ilusiones y la Oscuridad, demostraría lo que es el miedo en ese lugar. Hogwarts, la escuela de magia.