Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi y los utilizo sin ningún animo de lucro.

¡Hola!

Este es el primer fic que escribo. Lo empecé a escribir hace un tiempo, pero al terminar el capítulo uno no sabía como seguir. Me he leído tantos fic que me pareció imposible crear algo nuevo, pero bueno, lo importante es mantener a esos dos tontos juntos¿no?

Asi que aquí va mi intento, a ver que les parece.

PROLOGO

Un simple segundo, un simple instante puede cambiar una vida.

¿Qué hubiera pasado si Tendo y Saotome hubieran caído dormidos de aquella

borrachera antes

de unir a sus hijos en compromiso mucho antes de que nacieran?

Dicen que tu destino está escrito, que en el mundo sólo hay una persona que

te llene y te

haga feliz, y si el destino ha decidido que esas personas acaben juntas nada

ni nadie puede

impedirlo, de una manera u otra acabarán juntos ¿o no?

Después de aquella noche de borrachera Saotome huyó con todas las cosas de

Soun para unirse

con la bella novia de Tendo, Nodoka. Tendo se despertó en medio del bosque

sin nada, tardó

días en llegar a Nerima para saber que Saotome había huido con su prometida.

Desde aquel momento juró que ningun Saotome le iba a quitar nada más, es

más, ningún miembro

de su familia tendría la más mínima relación con un Saotome, nadie le haría

perder otra vez

su honor.

- Te odio- dijo Soun para sí mismo con el rostro cargado de ira.

- ¿Estás bien Soun?

Soun se dio la vuelta y vio a su amiga de toda la vida, Naoko, con su amable

sonrisa. Ella le

tendió la mano, y supo que nunca más volvería a estar solo.

Han pasado veinte años, nunca se volvió a saber nada de Saotome. Soun vive

en una apacible

casa de Nerima, donde tiene las dos cosas que más aprecia: su Dojo y sus

hijas.

Su mujer murió cuando las niñas eran aún pequeñas, la quería mucho,

afortunadamente el tiempo

y el amor de sus hijas ha ido calmando ese dolor. Pero de vez en cuando,

recuerda a aquel

muchacho moreno que era su compañero y amigo, con el que tantos momentos

había vivido y al que

tanto odiaba. Porque sabe que él volverá, pero no permitirá que un Tendo

vuelva a perder ante

un Saotome.

Capítulo 1: RECUERDOS

El frío se colaba a través de mi abrigo azul mientras el gélido viento rozaba mi piel. Hundí más mi cabeza en la bufanda mientras frotaba mis manos para intentar calentarlas ya que los guantes se negaban a desempeñar su función.

Divisé la puerta del dojo¡por fin en casa! La acera estaba sin nieve, quizá Kasumi la había quitado por la mañana.

Al abrir la puerta una sensación de calidez inundó mi cuerpo mientras cerraba la puerta para no dejar pasar el frío y la nieve.

- ¡Ya estoy en casa!- grité mientras me quitaba la nieve de mi cabeza y mi ropa, entonces ví las maletas. De repente aparecieron mi padre y mis hermanas con más maletas.

-¡Qué bien que hayas llegado Akane!- dijo dulcemente Kasumi- Papá ha ganado un fin de semana en un balneario y nos vamos los tres.

¿Los tres¿Por qué yo no iba¿A que venían estos favoritismos? Mi ira empezaba a crecer por momentos.

-No te enfades, Akane- respondió mi padre gimoteando como siempre- la invitación es para cuatro, pero ha llamado Sayuri para decir que al final su hermano no iría a la casa de la montaña, y que podías ir este fin de semana, creía que te apetecía mucho ir.

-¡Sí, sí, sí! Tienes razón, siento haberme enfadado de esta manera - ¡Qué bien! Podría ir a pasar un relajado fin de semana en una bonita casa de montaña, hacía tanto tiempo que quería pasar un rato sola…-y me dejas ir, así, porque sí.

-Has estado muy agobiada últimamente, creo que necesitas descansar, y si te apetece entrenar, el aire de las montañas te sentará bien- contestó mi padre como si toda la vida hubiese sido tan comprensivo.

Y así nos despedimos, deseándonos un buen viaje mutuamente, mientras se perdían por las frías calles de Nerima hasta la estación.

Corrí escaleras arriba hasta mi habitación, y empecé a guardar todo lo que necesitaba en la mochila, quería salir lo antes posible para poder pasar allí la noche, ante la ardiente chimenea, viendo los rojizos y dorados bailarines que se entrelazan en una bella danza, haciéndote pensar en el amor, en la unidad de dos almas. El amor¿qué era eso? Nunca había podido comprender ese sentimiento: como se pueden hacer tantas tonterías por una persona, siendo ésta la razón para seguir viviendo, como puedes, incluso, dar tu vida…

- Imbéciles- murmuré. Pero en cierta manera les envidiaba, se veían tan felices…y yo, a pesar de todo lo que tenía, me sentía tan vacía…tan sola…

¿Pero cómo podía sentir algo más¿Cómo podía encontrar el amor? Lo busco cada día, pero no lo encuentro, y entonces recordé las palabras de mis amigas: "tú no lo encuentras, él te encontrará a ti, cuando menos te lo esperes, en el momento menos preciso… el aparecerá, a llenar esa mitad que nos hace falta".

Todavía no había aparecido, es cierto que conocía a muchos chicos, unos eran simpáticos como Daisuke, y otros pesados como Tatewaki Kuno…pero a ninguno le podía valorar más que como a un simple amigo.

- En fin, no hay que darle más vueltas, lo que tenga que suceder, sucederá- dije en voz alta mientras cogía la mochila y la bajaba hasta la puerta. Si alguien me hubiese oído habría pensado que estaba loca, pero así sentía menos miedo cuando estaba sola- si me doy prisa podré coger el autobús que me deja a tan solo media hora a pie de la cabaña – me puse el abrigo y cerré la puerta con llave, mientras un escalofrío recorría mi cuerpo, no recordaba la fría noche que se acercaba - ¡Aaaaaaaachis!- estornudé- creo que estoy pillando la gripe.

Flash back

Era una noche fría como ésta, pero no nevaba, un silencio sepulcral inundaba el valle. Había decidido ir a correr un poco, subí la cuesta que estaba detrás de la casa, no sabía a donde iba, pero me apetecía correr, hasta un lugar desde donde pudiese volver ya que no sería bueno que me perdiese porque sino Sayuri se preocuparía.

Iba con la cabeza gacha, intentando que el frío viento chocara con mi pelo, por aquel tiempo corto; decidí levantar la vista y ví aquella luz…era otra pequeña cabaña. Me pregunté quién viviría allí, Sayuri no me había dicho nada de que hubiera alguien tan cerca.

¡Pam! Rodé por la hierba cubierta de escarcha, noté como las pequeñas piedras del camino se clavaban en mi espalda y mis brazos. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de la roca que se asomaba ligeramente entre la hierba y con la que había tropezado.

- ¡Mierda!- el tobillo me dolía mucho, no sabía si podría caminar, intenté ponerme en pie, pero fue en vano, el dolor no me permitía moverme¿Qué iba a hacer allí sola? Hacía frío¿y si no se daban cuenta de que no volvía y tenía que pasar allí sola toda la noche¿Y si enfriaba? podía notar la escarcha derritiéndose bajo mi cuerpo y calarse por mi ropa… Oí unos pasos, quizá fueran Sayuri o su padre, tenían que oírme, tenían que sacarme de allí- ¿Alguien me puede ayudar?- grité, mientras los pasos se detuvieron un momento, se empezaron a acercar a mí. Eran ligeros, probablemente fuera Sayuri, me giré para explicarle lo sucedido pero no la encontré.

En su lugar había una bonita muchacha de cabellos recogidos en una coleta y grandes ojos azules que me miraban fijamente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, su mirada parecía que traspasaba mis ojos, que veía a través de mí. Miró mi tobillo, el cuál empezaba a hincharse y se empezó a acercar sin decir nada.

-Hola, siento haberte molestado, es que me he caído y creo que me he torcido un tobillo ¿Podrías ayudarme a llegar a mi cabaña?- dije señalando la cabaña de Sayuri.

Posó sus manos en mi tobillo y lo empezó a mover mientras observaba las reacciones en mi rostro. Después miró la piedra.

- Eres un poco torpe¿no?- dijo sonriendo.

Fruncí el ceño. No me hacía gracia que se metieran conmigo, siempre solía defenderme pero en aquellos momentos no podía, y sobre todo, necesitaba q aquella niña para salir de allí.

-Es que iba mirando aquella cabaña¿vives tú allí?- dije intentando ser amable.

-Sí- dijo mirando el lugar donde señalaba, me dio la espalda en cuclillas, y me dijo- sube.

Con mis brazos envolví su cuello, no sabía si ella podría conmigo porque las dos éramos de la misma estatura y no parecía muy fuerte, pero mis dudas se disiparon cuando me alzó como si fuera una pluma. Apoyada en su espalda podía notar el calor de su cuerpo (supuse que para ella yo estaría helada) y cómo su corazón estaba acelerado de una manera alarmante, su rostro estaba enrojecido, supuse que aunque parecía que no le pesaba nada, el esfuerzo era considerable para ella.

Pero no decía nada, y con paso firme nos seguíamos acercando a su cabaña. Yo prefería volver con Sayuri, pero como no era la que andaba, no decidía.

Llegamos a su casa y abrió la puerta sujetándome tan solo con una mano, era increíblemente fuerte. Se oyó una voz que venía de dentro:

- ¿Has llegado ya de entrenar?

- Sí, mamá- dijo apoyándome en un cómodo sillón de lo que parecía ser una sala de estar; la chimenea estaba encendida y no podía dejar de observar los reflejos del fuego sobre el rojizo pelo de mi nueva amiga- me he encontrado una chica herida en la ladera.

Entonces apareció una mujer, enfundada en un kimono de tareas. Era muy bella, tenía el pelo castaño oscuro ligeramente ondulado, unido en una trenza que formaba un moño en la nuca; sus ojos eran oscuros pero se parecían increíblemente a los de la niña, al igual que el resto de sus facciones. Tenía un aspecto muy dulce, parecido al de Kasumi, y se acercó a mí con cara de preocupación.

-¿Estás bien?- me preguntó mientras me tocaba la frente sonriendo- bueno, al menos has tenido suerte y no te has resfriado ¿Qué te duele¿El tobillo?- dijo tocándolo con tremenda suavidad- no temas, no te haré daño, en seguida termino- sacó las vendas y el esparadrapo y empezó a vendar don delicadeza y agilidad- No eres de por aquí ¿verdad¿Estás en la cabaña de ahí abajo?

-Sí, estoy pasando el mes en casa de una amiga- contesté un poco cortada, aquella mujer tan amable no se porqué pero me intimidaba.

-¡Qué bien! Espero que estés disfrutando, aunque el tiempo sea un poco frío para esta época del año¿cuántos años tienes¿Catorce?

- No, sólo 12.

-¿Doce? Aparentas más, ya casi pareces una mujer.

Me ruboricé, creía que nadie se había fijado, pero mi cuerpo había empezado a desarrollarse muy a pesar mío.

-Sí, pero no quiero.

-¿Por qué?- preguntó la mujer sorprendida.

- Porque limita mis facultades para poder llegar a ser maestra en artes marciales, me gustaría ser un chico- contesté sinceramente.

Entonces noté como aquellos enormes ojos azules me miraban fijamente, me giré para mirarla, en su cara había asombro.

-¿Tú practicas artes marciales?- preguntó acercándose a mí interesada.

- Sí, practico el estilo libre, y cuando crezca debo ser la mejor para heredar el dojo de mi padre-dije llena de orgullo- de momento nadie me ha ganado, ni siquiera un chico.

-¿No¿En serio? Yo también practico artes marciales en estilo libre- contestó ella con una sonrisa, desapareciendo totalmente su defensa inicial.

Fruncí el ceño, que yo supiera sólo había una escuela de estilo libre, y esa era la Tendo, entonces¿Por qué esta niña practicaba el mismo estilo que yo?

La miré extrañada, no sabía qué decir, después miré a su madre, su cara era totalmente distinta. Mostraba totalmente tensión y nerviosismo.

-Perdona, pero no nos has dicho como te llamabas- dijo la señora. Entonces apareció un hombre muy corpulento, vestido con un traje de entrenamiento blanco, llevaba un pañuelo cubriéndole la cabeza, y unas gafas atadas a las orejas. Me miró fríamente, daba miedo. Miré a la señora, esperaba una respuesta.

-Akane, Akane Tendo- murmuré.

En aquel momento pareció que el tiempo se congelaba. El hombre y la mujer palidecieron mientras la niña miraba a sus padres extrañada.

-Tendo…-musitó el hombre en apenas un susurro rompiendo el silencio, después miró a su hija-¿Crees que podrás llevarla a su cabaña? Es de noche y estarán preocupados por ella.

-Jo, papá, pero es que nunca tenemos visitas- dijo enfadada, después se volteó a mirarme- ¿Cuánto tiempo estarás por aquí? Me gustaría entrenar contigo.

-Estaré quince días, pero no sé si podré con mi pie- dije mirando el tobillo con pesar. Aquella chica me caía bien, quizá a ella le pasaba lo mismo que a mí y se sentía frustrada por haber nacido chica y nunca poder dominar totalmente las artes marciales. La miré y le sonreí. Ella se ruborizó y bajó la cabeza.

-Bue…bueno…yo creo que en tres días ese tobillo estará bien¿Te importaría que entrenásemos entonces? Y antes que te vayas lucharemos, veremos quién es el más fuerte- dijo ella ilusionada mientras me tomaba en brazos para volver a mi cabaña.

-Ran…Ranko, lleva a esa chica a su cabaña y no la molestes. Vuelve rápido, te estaremos esperando para la cena- dijo su padre secamente mientras su madre desaparecía por el pasillo. Salí de su casa en su espalda, el frío era peor que antes, sonreí, ya no tenía miedo, sabía que volvería a casa. Miré la cabeza pelirroja que tenía delante y la abracé más fuerte, era una sensación extraña porque me sentía protegida y segura a su lado.

-Te llamas Ranko¿verdad?- la pregunté cuando llegábamos a mi cabaña.

-Sí, eso creo…y tú Akane¿no?- dijo suavemente.

-Sí- estábamos en el umbral de la cabaña, Ranko golpeó la puerta suavemente y me dejo cuidadosamente en la mecedora del porche.

- Mañana te veo, descansa. Buenas noches.

-Buenas noches, Ranko- dije dándole un beso en la mejilla. Ella se sonrojó mientras se llevaba la mano a la mejilla y se iba alejando lentamente, mirado hacia atrás una o dos veces.

De repente oí como se abría la puerta y apareció Sayuri.

-¡Akane¿Qué te ha pasado?-preguntó muy preocupada- ¡Papá, ven a ayudarme!-su padre apareció rápidamente y entre los dos me metieron hacia dentro. Les conté sin mucho detalle lo que había sucedido. Sayuri se extrañó al oír hablar de Ranko, no sabían mucho de esa familia, pero creía que tenían un hijo, no una hija. Yo le aseguré que no era así, que tenían una hija de nuestra edad que me había caído muy bien.

Ranko vino a verme cada día y me ayudó en mi rehabilitación. Era muy tímida, pero a la vez muy amable. El día antes de marcharme decidimos enfrentarnos en una pelea.

Cada vez que la recuerdo…era tan rápida, tan ágil…no pude hacer nada. Me ganó. Aquella fue mi primera y única derrota. En el suelo, tras la última patada de Ranko, me sentí tan abatida, tan miserable…en lo único que era buena, para lo único que era útil…me habían vencido. ¿Qué iba a hacer? Noté como las lágrimas se perdían por mis mejillas, no podía levantarme, no podía dejar que Ranko me viera llorar. Ella era todo lo que yo quería ser, incluso encerrada como yo en un cuerpo de chica lograría dominar las artes marciales. Toqué mi pecho¡Maldito cuerpo! Desde que había empezado a cambiar mi agilidad había disminuido tanto, por mucho que me esforzaba no lograba recuperarla.

-No llores- me dijo Ranko que me miraba fijamente a los ojos- Eres linda cuando sonríes- apartó la mirada ruborizándose. (A todos nos suena¿No?)

Aquello me hizo sonreír, pero no podía evitar sentir el dolor que llevaba por dentro, y el sabor de mi boca, el sabor de la derrota.

-Gracias-dije levantándome- pero eso no importa- la miré directamente desafiante- prométeme que volverás a pelear conmigo. Me has vencido, eres la primera. Debo reconocerlo, eres muy buena. Por eso te pido que la próxima vez que venga luches conmigo de nuevo. No sé cuando podré volver, quizá sean años…pero espérame aquí, todos los años en la fecha en que me encontraste, y cuando me sienta preparada volveré y me enfrentaré a ti- sonreí ante la cara de asombro de ella- ¿Lo harás Ranko?

-Sí- musitó- te esperaré, Akane.

-Pero no entrenes mucho hasta que vuelva- dije con una sonrisa- Es hora de que te vayas, se nos ha hecho tarde, tus padres estarán preocupados y yo debería empezar a hacer las maletas- la miré de reojo. Ranko estaba allí quieta, mirándome, me apetecía abrazarla…pero ella nunca había sido muy cariñosa conmigo, aunque nunca me rechazaba- así que creo que es hora de despedirnos, pero será un hasta pronto¿De acuerdo?- la abracé, mi corazón y el suyo iban al compás, acelerados-volveré, sólo espérame.

-Claro que te esperaré- dijo en un susurro totalmente colorada. Ranko era tan graciosa, siempre tan tímida…sus ojos azules me miraban de reojo. No sabía cuánto tiempo tardaría en volver a verla…

Fin del flash back

El autobús paró de repente. Habíamos llegado. Sólo una pareja y yo continuábamos en el autobús al final del trayecto. Me puse la chaqueta y salí fuera, hacía más frío que en la ciudad. Me despedí del conductor y de la pareja y me dirigí hacia la pequeña cabaña que se divisaba por encima del bosque. Mi corazón latía de emoción.

Después de tanto tiempo nos volveríamos a ver¿Habría cambiado mucho¿Sería tan buena como antes o habría mejorado¿Sería capaz de vencerla?

Y la pregunta más importante¿Me seguiría esperando después de cuatro años? Quizá ni siquiera se acordaba de mí. No lo sabía, pero estaba cerca de hallar la respuesta. Miré la cabaña todavía lejos, suspiré. Ranko…

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