CASA PARA OCHO

Parte Primera: INICIOS.

Tokio es una ciudad gigantesca, dividida en varios distritos. En uno de esos tantos existe una enorme casa, construida al estilo occidental, que data de los años sesenta, deshabitada por ya largo tiempo, debido principalmente a lo caro de su precio y a que, verdaderamente, las familias japonesas nunca son tan grandes como para ocupar la casa por completo.

Nagatacho, lugar donde está instalada la casa, es famoso por la ubicación del Parlamento Nacional y los ministerios gubernamentales, rodeando al Palacio Imperial, en el corazón de la ciudad. Aún así, es un tanto deshabitado de hogares comunes, destacándose la casa aún más en la visión panorámica.

Algunas semanas atrás, un grupo de familiares preocupados decidieron reunir el dinero, comprar aquella casa y amueblarla. Un regalo para sus niños, para volver a verles sus verdaderas sonrisas. Sonrisas que perdieron con el pasar de los años desde que la abrupta separación con sus mejores amigos se produjo, a tan temprana y marcadora edad...

Capítulo 1: Llegada.

Marzo 20 de 2009, Viernes.

16:35 Hrs.

-Wow! ¡Es increíblemente enorme! ¿Estás segura que ésta es la dirección, Hikari?

-Al menos según mamá. Pero, ¿Para qué comprar una casa tan grande sólo para nosotros dos? Debe haberles costado a ella y a papá una fortuna…

La pareja se quedó en la entrada por unos momentos más, en un silencio expectante, ansioso, para luego abrir la puerta y entrar a tan impresionante casa.

Yagami Taichi, a sus veinte años de edad, al compararlo con una fotografía de diez años atrás, parece no haber cambiado nada. No muy alto, desordenado cabello color chocolate, y aunque con igual mirada alegre que de niño, la nostalgia está muy marcada en sus ojos miel… La única diferencia mayor sería la falta de esos lentes que solía usar en su cabeza, pues hace no tanto atrás esos, su preciado tesoro, se los regaló a otro chico para recordarle la promesa de que él, como Taichi, lograría todo lo que se planteara en la vida.

Por otro lado, Yagami Hikari, su hermana menor, tiene una figura estilizada y frágil a sus jóvenes dieciocho años. Su estatura es baja, con el cabello castaño claro, liso hasta más abajo de los hombros, una expresión melancólica como la de su hermano en sus ojos chocolate, y una sonrisa no tan brillante como la que decían acostumbraba de pequeña.

-¡Por dentro se ve tres veces más grande! – Exclamó Taichi. – ¡Mira, incluso tiene una piscina!

-La vi, hermano… - Hikari no sonaba tan entusiasmada como él.

-¿Pasa algo malo? – El chico notó el desgano de su acompañante.

-No sé si podré acostumbrarme a vivir en una casa tan grande. – Reconoció ella, cruzada de brazos. - Nuestros apartamentos siempre fueron pequeños…

-Vamos, no te desanimes. – Él le dedicó una sonrisa. – Vinimos acá por tus estudios ¿Recuerdas? Calificaste para la mejor universidad de Japón, y por eso nuestros padres decidieron darte este regalo.

-No debiste venir conmigo, hermano. Sé que el cambio de universidad será difícil…

-Nah, quedarme en Yokohama no hubiese tenido gracia. Además, aquí puedo vigilarte mejor.

Hikari pareció entender a la perfección a lo que su hermano se refería, y frunció el entrecejo.

-Respecto a eso, – Replicó, con molestia. - Por favor no me dejes en vergüenza de nuevo, ¡No quiero que vuelvas a golpear al próximo chico que venga a verme a la casa!

Taichi apartó la vista cuando su hermana trató de comprometerlo con la mirada.

-Hey, él me provocó acercándote demasiado a ti. – Se defendió, apoyando ambas manos sobre su nuca. - Incluso se atrevió a tomarte de la mano el muy…

-¡Era mi novio, Taichi!

-Lo que sea, de todas maneras no era suficientemente bueno para ti.

-¿Cómo puedes saber tú eso, ah? - Se burló ella. - Ni siquiera pasas de la primera cita con una chica…

Ahora fue el turno del mayor para enojarse.

-¡Eso no tiene nada que ver!

-Claro que sí. Como A TI te va mal con las chicas no puedes soportar que A MI me vaya bien con los chicos.

Él soltó un bufido.

-Por favor, si a lo único que te dedicas es a salir con perdedores…

-¡No es cierto!

-Tal vez si hubieras aceptado una de las tantas veces que Daisuke te pidió una cita...

-No puedo salir con Daisuke-kun, - Lo interrumpió Hikari. - Sería como… ¡Como salir contigo!

-¿Pero qué dices…?

-Ujum!

-¿Uh?

Los hermanos se giraron para ver a una tercera persona en escena.

-En serio digo que es un gusto volver a verlos a los dos, - Comentó con supuesta calma el tercero. - Pero debo preguntar, ¿Qué hacen en mi casa?

-------------------------

16:22 Hrs.

Algunos minutos antes que los Yagami llegaran a la enorme casa, ya había alguien ahí: Kido Jou, estudiante de medicina.

Con veintiún años, Jou es una cabeza más alto que Taichi y su melena es larga, tomada en una pequeña cola que cuelga de su nuca. Su figura es delgada y su piel muy pálida, con una nariz grande que sostiene el marco de unos anteojos que usa desde temprana infancia cubriendo sus ojos negro azabache.

Estaba recorriendo el segundo piso de la casa cuando escuchó la discusión de Taichi y Hikari, y los descubrió en la entrada.

-------------------------

-¿Jou? – Interrogó la muchacha al ver quién había interrumpido el pleito. - ¿Eres tú?

-Claro que soy yo, no creo haber cambiado tanto con los años.

-Pues yo te veo bien distinto... – Acotó Taichi. - ¿Qué haces aquí?

-Yo pregunté primero, ¿Cómo sabían que me mudaría? Acabo de llegar…

-¿¿Tú vives aquí?? Nuestros padres compraron esta casa para que nosotros viviéramos aquí.

Jou arrugó la parte superior de su nariz en confusión.

-Eso no puede ser...

-No importa, dejemos eso para después. Llamamos a nuestros padres y todo arreglado. – Resolvió Hikari. – Primero quiero saber de ti, Jou-san. ¡Han sido diez años sin vernos!

-Así es, y me sorprende ver cuanto has crecido. – Comentó él. - Me siento viejo de sólo pensar que la última vez que te vi tenías ocho años…

-Y tú eras un preadolescente de doce años, no un adulto de veinte y tantos. - Agregó la chica.

-¿Para dónde se fue a vivir tu familia? – Preguntó Taichi, uniéndose a la conversación.

-Nagoya. Comencé la universidad allá, pero me dieron la posibilidad de terminar la mis estudios acá en Tokio, así que me mudé. – Explicó su amigo. - Mis padres me regalaron esta casa en recompensa por todo mi esfuerzo, lo que encontré bastante exagerado al ver el tamaño de este lugar…

-Ya lo creo…

De pronto el sonido de una llave en la cerradura se escuchó y la puerta se volvió a abrir.

-------------------------

16:41 Hrs.

Tachikawa Mimi despidió al chofer del taxi que la trajo luego de pagarle y bajar sus maletas (Las cuales no eran pocas…).

Ella, al contrario de los personajes presentados hasta ahora, no se sorprendió para nada al ver el tamaño de la casa que estaba enfrente de ella. Era común que sus padres le hicieran esa clase de regalos, aunque por lo general tenían un motivo de fondo en cada presente, algo más allá que un simple deseo de independencia, como había anunciado ella para esa ocasión.

La chica es simple y llanamente una auténtica belleza. Su cabello notablemente teñido de un rosa pálido, largo y abundante, sus curvas marcadas por una cintura pequeña y sus extremidades delicadas. Su atuendo combina casi perfectamente con sus ojos color miel y su sonrisa, aunque no una amplia y llena de risa, muestra una satisfacción interna por algún logro desconocido.

-------------------------

Ya en la entrada, los tres presentes no lograron reconocer a la cuarta persona en escena, pero ella si los reconoció rápidamente a ellos.

-¡Chicos! ¡Taichi, Jou, Hikari! ¿Vinieron a darme la bienvenida? ¿Y cómo supieron donde encontrarme?

Ella se abalanzó hacia ellos y los apretujó a los tres en un abrazo.

-¿Te conocemos? – Cuestionó Taichi, tratando de apartarse y mirándola de arriba a abajo.

-Claro, soy Mimi-chan.

-¿¿¿Mimi???

Y en eso una persona más interrumpió la escena, más bien dicho, dos personas más…

-Entonces es cierto… - Murmuró una.

-¡Lo sabía! – Agregó la otra.

-------------------------

16:03 Hrs.

Más de media hora antes, un tren proveniente de Nerima por la línea Namboku llegó a la estación, a la vez que otro desde Shibuya por la línea Hanzomon apareció.

Izumi Koushirou, de diecinueve años de edad, camina cargando incómodamente maletas y bolsos varios, tratando de encontrar la salida del lugar. Su cabellera es pelirroja, corta y desordenada, y sus profundos ojos negros siempre parecen denotar preocupación. Su estatura, no del todo alta, y su constitución, lejos de ser musculosa, causan que su apariencia sea aún aniñada.

Él se encuentra distraído y no puede evitar chocar con alguien más.

-Hey, fíjate por donde v… ¿Uh? ¡¿Koushirou?!

El susodicho miró a la otra persona con cuidado. ¿Cómo es que sabía su nombre?…

-No puede ser que tengas tan mala memoria visual. – Lo regañó el otro.

-Eh… - Koushirou continuó confuso.

-Olvídalo, quizá tendrías que verme peleando con Taichi o sofocando a Takeru con mis cuidados para reconocerme…

El pelirrojo parpadeó.

-… ¿Yamato-san?

Efectivamente, el chico con el que Izumi chocó no era otro que uno de sus más queridos y únicos amigos de infancia, Ishida Yamato.

El muchacho en cuestión, a sus veintiún años, es uno de los pocos en el país que puede asegurar que el color de su cabello es rubio natural, debido a su ascendencia francesa, ni corto ni largo y muy cuidado, acompaña una mirada de intenso azul océano y una tez clara. Su figura es estilizada aunque no por ello débil, y sus dedos delgados son acompañados por tres diferentes anillos en cada mano.

Yamato logró ponerse de pie antes que Koushirou y lo ayudó con sus maletas, a pesar de ya ir cargando con unas propias.

-Que alegría verte, – Dijo él mientras ambos se alejaban de la multitud para conversar tranquilos. - ¿Qué haces por estos lados?

-Acabo de mudarme. – Explicó el pelirrojo. – Vivía con mis padres en Nerima, pero con la universidad lejos decidí probar vivir por mi cuenta, más cerca del centro. ¿Y tú?

-Lo mismo. Hace poco me cambié de carrera por una especialización en música y vivir por aquí se me hace más cómodo.

-¿Música, eh? Supongo que se veía venir si siempre te la pasabas tocando tu armónica…

-Y me supongo que tu carrera tendrá algo que ver con las computadoras, - Yamato rió al ver la afirmación de su amigo. - ¿Aún tienes tu viejo portátil?

Izumi asintió nuevamente, con una sonrisa.

-Por supuesto, es una reliquia, y tengo mucha información de importancia ahí.

-¿Ya tienes un lugar donde quedarte? Si no puedo ofrecerte mi casa…

-No te preocupes, mis padres me compraron una casa aquí.

-Curioso, mi papá también. Dijo que era un regalo para mi independencia o algo así. Aunque se me hace extraño que sea en Nagatacho, no es un lugar que digamos habitacional...

-Puede ser... ¿Y cómo está Takeru-kun?

-Bien, la última vez que hablé con él por lo menos. Está viviendo en Kyoto ahora. A veces voy a verlo, pero por los estudios no he tenido mucho tiempo.

-Lástima, Kyoto queda bastante lejos...

-Um, - Los ojos de Ishida dejaron escapar una profunda nostalgia. - ¿Has sabido algo de los demás en este tiempo?

La pregunta provocó una extraña reacción en su acompañante. Koushirou bajó la vista, pretendiendo reacomodar sus pertenencias entre sus brazos.

-Creo que será mejor irme a mi casa, aún no sé dónde queda y quiero encontrarla antes de que oscurezca...

-Si quieres te ayudo. He dado tantas vueltas por Tokio los últimos meses que podría asegurar que conozco la ciudad como la palma de mi mano, y eso es mucho decir. – El rubio le dedicó una sonrisa a su amigo. - Creo que podré indicarte el camino a tu casa.

-Gracias. – Koushirou busca algo de su bolsillo y luego le pasa un papel a Yamato. – Ésta es la dirección.

El rubio leyó detenidamente. Parpadeó un par de veces y después volvió a leer.

-... Pero no puede ser, ésta es la dirección de mi casa.

-------------------------

De vuelta al presente, Koushirou y Yamato se unieron al grupo de ahora seis personas dentro de la casa.

-Esto se volvió muy, muy extraño... – Comentó Jou, ajustándose los anteojos. - ¿Qué hacen ustedes aquí?

-Aquí vivimos, aparentemente.

-¿Cómo?

-¿Por casualidad no será que cada uno de sus padres les dio una llave de esta casa como un regalo para su independencia o alguna excusa semejante? – Interrogó Izumi, sabiendo ya la respuesta.

Todos asintieron.

-¿Eso qué tiene que ver con que nos volvamos a ver? – Taichi estaba más que confundido.

-Me encontré con Koushirou en la estación y resulta que lo mismo nos dijeron a nosotros. – Explicó Yamato. - Creemos que ésta fue una idea de nuestras familias para reunirnos de nuevo.

-¿Quiere decir que Takeru-chan y Sora-san vendrán también? – Interrogó Hikari, esperanzada.

-¡Que bien! – Exclamó Mimi.

-Hey, arruinaron mi entrada sorpresa…

Por enésima vez en el día, el grupo se giró hacia la puerta de entrada para ver de quien provenía la nueva voz.

A sus jóvenes diecisiete años, Takaishi Takeru tiene ya gran estatura, muy aproximada a la de Yamato, aunque menor a la de Jou. Su cabello rubio no parece haber pasado por un cepillo desde hace días, pero es lo suficientemente corto para que no importe. Su constitución física es maciza, indicando de inmediato que practica mucho deporte. Y sus ojos, color azul cielo, irradian una alegría incomparable con el reflejo de cada uno de sus amigos en ellos.

-¡Takeru!

Yamato reconoció de inmediato a su ya no tan pequeño hermano menor y corrió a abrazarlo, al igual que Hikari y Mimi, viendo a casi todos reunidos.

-¿Tú sabías de esto, Takeru-kun? – Le preguntó Koushirou.

-Claro. Mi mamá se vio obligada a decirme porque yo ya sabía que mi hermano se venía a vivir acá. – Relató feliz. - Nuestras familias estuvieron mucho tiempo tratando de contactarse pensando en una manera de agradecernos por lo de hace diez años atrás. – Explicó, ampliando su sonrisa. - Creo que la reunión fue el mejor regalo.

-Ahora sólo faltaría que llegara So…

Taichi fue interrumpido, ya que nuevamente la puerta fue abierta, pero no por quien creía…

-¿Uh?

Siete pares de ojos se posaron en la octava persona. Una muchacha de poco más de quince años, de estatura media y contextura delgada, ojos rojo fuego y cabello castaño, tomado en una trenza que llega hasta poco más debajo de sus hombros, estaba en la entrada.

-¿Quiénes son ustedes? – Interrogó ella.

-¿Quién eres tú? – Preguntó Yamato a su vez.

-Yo pregunté primero. – Insistió la joven.

-Tú entraste en casa ajena.

-Tanto como ajena no creo. Tengo la llave, ¿No?

-¿Tú también vives aquí? – Cuestionó Hikari.

-Um… Takeru-kun, ¿Nuestros padres dijeron algo sobre esto? – Koushirou habló.

-No, nada…

-¡Kenia, sal del camino que cargo una maleta muy pesada! – Se escuchó otra voz femenina a espaldas de la chica desconocida.

La muchacha salió del camino y entró así otra mayor que ella. De cabello anaranjado ni corto ni largo, los mismos ojos color fuego, estatura sobresaliendo por poco de la media, y una figura delgada sin embargo no delicada, demostrando con lo que cargaba que fuerzas no le faltan, Takenouchi Sora, a sus veinte años de edad, se mostró tan ensimismada con su equipaje que en principio no notó la presencia de los demás.

-¡¿Sora?!

El hermano de Hikari fue el primero en reaccionar y se acercó a su vieja amiga para abrazarla cariñosamente. Sora aún no entendía que pasaba cuando vio tras Taichi al resto del grupo, sonriendo con el encuentro.

-... ¿Qué hacen todos aquí?

-Larga historia…

-Mmm… Sora-neechan, – Interrumpió la chica aún desconocida. - ¿No me presentas a tus amigos?

-¿Eh? Ah, lo siento. – La recién aparecida se apartó del Yagami mayor para hacer las introducciones respectivas. - Kenia, ellos son mis mejores amigos del mundo: Taichi, Hikari-chan, Jou-san, Mimi-chan, Koushirou-kun, Yamato y Takeru-kun. Chicos, ella es mi hermana Kenia.

-Gusto en conocerlos. – Finalizó la otra chica.

-No recuerdo que tuvieras una hermana, Sora… - Taichi comentó extrañado. – Y no creo que sea menor de diez años como para haber nacido en el intertanto…

-Brillante deducción, Tai. - Murmuró Yamato, poniendo los ojos en blanco.

-Ella es mi media hermana, es hija de mi papá y su mujer. – Explicó mejor Sora.

-Ah…

-Bueno chicos, me hubiese gustado conocerlos mejor pero me tengo que ir. – Anunció Kenia. - Hermosa casa te regalaron hermanita, tienes mucha suerte. Vendré a verte luego, adiós. – Dicho esto, el nuevo personaje se retiró.

-¿Y bien? ¿Me contarán que está pasando aquí? – Pidió Sora.

-Ha pasado mucho tiempo…

-Diez largos años…

-¡Creo que es hora de recuperar el tiempo perdido! – Finalizó Taichi con una enorme sonrisa.

Continuará...