Bien, gracias a los que votaron en la encuesta que puse en mi profile. La mayoría quiere que desempolve este fic, pues eso hago. Y aviso que lo voy a retomar, porque no es justo dejarlo tan abandonado. Maldita universidad, era mas fácil en la secundaria.

Por otra parte, un resumen de que va la cosa: Cinco chicos venden su cuerpo por dinero, sexo, sexo, sexo, relaciones, pasado, amigos, manipulaciones, promiscuidad, etcétera.

Advertencia: YAOI, relaciones entre chico/Chico. Y promiscuidad al por mayor.

Si estuvieras aquí…

Eiji sintió que perdía una de sus nueve vidas mientras caía al suelo. Por fortuna, su trasero era una buena base para aterrizar. Por desgracia, no era inmune al dolor.

—¡Maldición! –espetó al sentir protestar a la parte agraviada de su cuerpo.

El recién llegado no dijo nada, no lo consideraba necesario. Eiji se puso de pie, tomándose su tiempo para ello, claro esta.

—¡Casi me matas del susto Sadaharu! –protestó una vez en vertical.

—Lo siento –eso si consideraba necesario decir. Sólo había sido un comentario en son de broma. A pesar de que siempre le habían dicho que su tono serio no era bueno para eso.

—¿Cómo entraste? –Eiji necesitaba tiempo para dejar de hablar como si estuviese a mitad de una película de terror. Su voz sonaba apagada, un hilillo de lo que en verdad era.

—Aún tengo mi copia de la llave –explico serenamente –toque muchas veces, pero nadie contesto. Así que…

—Si, si. Olvidaba que antes vivías aquí… —dijo Eiji para luego soltar un suspiro. Y con eso, volvía a la normalidad… hasta que un rayo volvió a caer, según él, cerca de la casa. Eso lo tensó un poco.

—Al parecer se quemó un fusible –mencionó Sadaharu ante la palpable oscuridad –hay luz en la calle… ¿Tienes una linterna?

—¿Te sirve el brillo de una pantalla de celular?

—Ah… supongo que servirá

—pero antes de buscare una toalla, estas empapado viejo. Mira que salir en medio de una tormenta… me recuerdas a mi cuando tenía tu edad… —Eiji río con ganas ante su propio comentario. Inui lo miro algo desconcertado. ¿Esa era la misma persona que estuvo al punto del desmayo hacía segundos?

Momentos después, la electricidad volvía a hacerse notar y Eiji agradecía efusivamente a Sadaharu por aparecer en el momento oportuno. Una vez en la sala, luego de que Eiji le soltase…

—Sadaharu… —el mas joven finalmente tomó a consideración cierto factor —¿Qué haces aquí?

—Vine a hablar con Tezuka sobre un asunto que tenemos pendiente, pero…

—No está aquí –completo el otro joven

—Oí que tu y Mizuki están peleados –mencionó, no sin cierto dejo de interés

—…Cómo vuela el chisme –Eiji se dejó caer en el mueble

—Tezuka me mandó un mensaje al móvil –explicó el joven de los lentes. Eiji iba a preguntar como era posible algo tan extraño—aun para Tezuka—, pero optó por encogerse de hombros.

–Bueno, no es la gran cosa –mencionó

—Se agredieron físicamente

—Si, pero no le di con fuerza y Mizuki pega como niña –masculló en medio de una risilla. Eiji recordó haberse enfadado, pero mas que nada, se había dejado llevar. Pero ciertamente se contuvo un poco con el chico. Mizuki era fuerte, pero definitivamente él lo era mucho mas…y rápido.

—¿Por qué? –fue la pregunta lanzada

—Problemas escolares. Yo soy más adorable, listo y popular, y él comenzó a odiarme por eso. Ser genial es un pecado –lo próximo que hizo, fue sacarle la lengua a su visitante.

—…Ah –Sadaharu supo hasta donde preguntar. Con tan solo cruzar un par de palabras, supo que no obtendría información real y lo más importante, que eso era algo que debía dejarse correr en forma natural, sin intervenir.

—Oye, ¿puedo hacerte una pregunta? –Eiji rompió el silencio que se había formado.

—¿Si?

—¿Por qué te fuiste? Es decir, tú estabas mejor que nadie. Actuabas detrás de cámara, excepto una que otra noche que estabas en la barra… pero casi todo el tiempo, nadie sabía de ti

—Me fui porque la historia debe terminar –lanzó Sadaharu imperturbable –y quería romper la cadena

—¿Eh? –Eiji ladeó el rostro visiblemente confundido. Lo de la historia debía terminar lo comprendía, sadaharu quería cerrar ese capitulo de su vida y eso era bastante natural. Pero se había quedado hasta ahí.

—Ya lo comprenderás –habló mientras se ponía de pie –debo irme, tengo un taxi esperándome afuera

—Le diré a Tezuka que pasaste por aquí –le dijo Eiji al analítico sujeto, una vez que ambos estuvieron bajo el marco de la puerta. Luego de que lo vio subirse en el auto, se volvió a encerrar.

Sadaharu era muy extraño, pero Eiji era bastante perceptivo. Y una de las cosas que había notado, es que no había siquiera preguntado por el paradero cierto chico que acostumbraba usar pañuelos. Dato curioso, cómo menos.

Quince minutos después de que Sadaharu se fuera, Kaoru y Ryoma se dignaron en aparecer. Ambos empapados y con expresiones molestas.

Eiji, quién había saltado del sofá, abrió la boca para preguntar y reclamar a la vez, pero optó por callar cuando ambos pasaron por su lado en silencio. Al ver que ambos andaban irritados lo suficiente para tratar de hacerle daño, tomó la opción más inteligente: irse a dormir.


Kaoru no podía dormir. Daba vueltas –y gruñía— en la cama mientras trataba de no pensar en el estado de cierto chico que tenia un lugar especial de su vida. Porque no importaba donde estuviese, él ocuparía un puesto importante en sus pensamientos. Y para colmo, se había dado cuenta de algo, Ryoma le acordaba a ese chico. Lo cual era algo perturbante si tomaba en consideración que cierto desliz que sucedió entre ambos aun le producía una erección si pensaba en ello.

—Kaoru…

Un sobresalto fue el resultado de oír su propio nombre en la voz de su compañero. Eso no se lo esperaba, al menos no tan tarde de noche. Se sentó de golpe en su cama y pudo observar a más joven del grupo de pie en el umbral de la puerta.

—¿Ryoma?

Al oír su nombre, el chico avanzó lentamente hacia la cama del otro; tenía una mirada somnolienta, de hecho, parecía estar aún dormido. Se detuvo frente a la cama de Kaoru, quien lo miraba acercarse algo incrédulo.

—¿Qué sucede? –preguntó en tono neutro, o lo mas cercano a éste.

—Yo… —Ryoma comenzó a tambalearse de un lado a otro, alarmando a su compañero –no me siento… bien —completó.

Lo próximo Kaoru vio fue al chico sufriendo un desvanecimiento, desplomándose en cámara lenta justo delante de sus ojos.

—¡Ryoma!

Un grito fue la causa por la que salió del mundo de los sueños. Se exaltó demasiado, por lo que terminó cayendo de su cama, yendo a parar al piso.

—Ahg…— Se paró aturdido frotando su trasero. Miró sin mucho interés por la zona, buscando la razón por la que Kaoru gritaría, debía ser una muy buena. Se despabiló de inmediato al ver a su compañero de cuarto con Ryoma en brazos, en el suelo.

Por un segundo pensó que finalmente iban a tener relaciones y deshacerse de toda esa tensión sexual que venían almacenando desde hacía tiempo. "Ya era hora" fue su segundo pensamiento. Pero la expresión impresa en el rostro de Kaoru, nada cercano a placer, desvaneció esa idea. En un momento estuvo al lado de éste preguntando que sucedía…

—Tiene fiebre –le informó Kaoru quien cargaba a Ryoma del suelo y lo llevaba a la cama más cercana: la suya.

—¿Fiebre? –repitió Eiji visiblemente preocupado. Tezuka no había llegado y Mizuki no vendría hasta la mañana. Eso los dejaba tanto a el como a Kaoru a solas con semejante situación. Eso no podía ser bueno.

Pensó en que haría Mizuki si estuviese en una situación similar. Pero no se le ocurrió nada viable, dado al carácter del maquiavélico chico. El se encargaba de ellos, a su manera, pero lo hacía. Puede que no lo hiciese por gusto o compasión, pero las pocas veces que enfermaban, era el quien tomaba las riendas de la situación. Fue entonces cuando recordó a la fuerza, que ya tenia experiencia, había pasado por situaciones similares antes.

—Necesitamos agua caliente y toallas –dijo en tono de resolución

—Ve por ellas –dijo Kaoru volteando a verlo con una expresión que intimidó un poco al otro chico. Le dio la impresión de que el más joven iba a lastimarlo. Asintió y salió corriendo de la habitación.

Kaoru volvió a fijar su mirada en el chico. No pudo evitar sentirse enojado con él, furioso más bien. Había que ser bastante estúpido para salir sabiendo que iba a llover, sin tomar en cuenta las posibles repercusiones. Sin mencionar quedarse bajo la lluvia rumiando sus penas. Por supuesto, el no había sido muy listo al quedarse acompañándolo hasta que el chico le dio la gana de volver.

—Idiota –masculló bajamente. No fue algo que quiso decir, solo le salio. Pero no estaba seguro si se refería a Ryoma o a su propia persona. Después de todo, de todos los integrantes que vivían en la casa, a quien menos entendía era a sí mismo.


Despertó sin querer hacerlo. Fue el ardor que sentía en todo el cuerpo lo que lo trajo de vuelta al mundo de los vivos. Pudo sentarse sobre la cama, y de sus labios salió sin proponérselo, un suspiro de cansancio.

No reconocía la habitación en donde se encontraba. Por un segundo pensó que estaba en un hospital, perro disipó esa opción al instante en que su vista divisó un escritorio con una computadora encima en la oscuridad.

Llevó su mano a su frente al sentir cierta presión en ella, y sintió la –mojada— venda que le producía ese efecto. Dirigió su mirada aun lado, hacia la ventana, y noto que había dejado de llover. ¿Cuánto tiempo habría pasado ya?

De levanto despacio, prendió la luz y se dirigió hacia la mesa de la computadora, donde diviso que descansaban sus lentes y su prenda superior. Gracioso, sus anteojos seguían intactos. Pero su chaqueta no había corrido la misma suerte, pues estaba desgarrada por la parte de atrás. No podía ser de otra forma, había aterrizado sobre ella. Aun así, se la puso encima. Luego siguió con sus medias y sus zapatos, que descansaban al pie de la cama. Su ropa interior se podía ver por los abiertos de su pantalón, pero era tarde de noche. Y era joven y guapo, nadie se burlaría de él.

Ya iba a salir, cuando sintió como su cuerpo se entumecía ante un desastre total, tomando en cuenta las condiciones en las que se encontraba: Un estornudo. Fue cómo poner el dedo en la herida aún abierta. Ni bien se había recompuesto de eso, cuando otro estornudo le sacudió. Eso no era una buena señal. Luego de tenerlo, tuvo que quedarse inclinado hacía el frente unos segundos más, para recuperarse de la experiencia.

—Ah… hola. Veo que despertaste

Tezuka no se dio cuenta de lo fuerte que había estornudado. Pues había atraído la atención de su rescatador, o algo por el estilo. El sujeto, que no parecía mayor que él –cosa nada difícil de lograr—, avanzó hacia él y le ofreció su mano más una sonrisa algo insegura.

—Sengoku Kiyosumi, mucho gusto –se presentó a l momento de estrechar las manos. Luego agregó algo que ciertamente desconcertó a su huésped.

—Ah… lamento haberte atropellado –dijo nervioso

—Fue un accidente –aclaro rápidamente Tezuka, sin poder evitar sentirse algo perplejo por las palabras. Nunca en su vida había pensando en oír algo semejante. Era tan… extraño

–Y fue mi culpa –agregó. El no iba a esconder semejante detalle.

—No, fue mía. Estaba mirando hacia… em, otra parte cuando pasó— Sengoku sonrió a manera de disculpa —había disminuido la velocidad, pero al parecer no lo suficiente

—Ya no importa –hablo serenamente Tezuka. Y con el detalle de la velocidad, había quedado en evidencia la razón de porque no estaba en el otro barrio.

—Oye… ¿crees que exista la posibilidad de que esto quede entre nosotros? Digo… creo que podremos arreglarnos sin ir a la policía, —hizo énfasis especial en esa última parte— podría pagarte… es que, no tengo permiso de conducir, ya sabes –evitó mirar al rostro de Tezuka mientras hablaba, se sentía algo avergonzado.

—Ya no importa —volvió a repetir —Sencillamente no le importaba el asunto, estaba vivo y eso era algo. Ahora, sólo quería ir a casa.

—No, quiero pagarte –se apresuró a decir el pelirrojo –tu Moto quedó echa pedazos y tu ropa…

—Sengoku —Tezuka posó una mano en el hombro del chico, haciendo que este le mirase al rostro –fue un accidente, y ya no importa –le dijo con tono amable. Lo más amable que podía salir de alguien cómo él

—Cla-claro —El joven pelirrojo de pronto se sintió siendo un niño pequeño. El joven frente a el no debía llevarle muchos años, pero definitivamente se sintió como un crío ante sus palabras.

—Por favor, dime donde queda la salida –pidió Tezuka caminando junto a el, y dándose vuelta cuando ya estaba frente a la puerta.

—Déjame llevarte –se ofreció rápidamente, volteándose para verlo –mi auto apenas y tiene rastros de haberte golpeado… —su sonrisa volvió a ser nerviosa –ah… siento haberlo dicho así.

—No im… —Tezuka sintió que ya había gastado el limite de uso de cierta frasecilla –no te preocupes –terminó diciendo. Y con eso aceptaba el ofrecimiento sin ofrecer resistencia.


—Mizuki…— llamó Yuuta al chico, ya con la respiración controlada. Habían tenido una increíble noche de sexo, sin cohibirse, sin limitarse. ¡Sin ser penetrado! Definitivamente le encantaba no sentir dolor en su trasero.

—¿Qué pasa?— pregunto sin mucho interés con los ojos cerrados y dándole la espalda. Ya tenía sueño y quería dormir. Su libido estaba totalmente saciada, por lo que no tenía porqué cruzar más palabras con el otro muchacho, al menos por el momento.

—Sólo quería decirte que…— el sonrojo de la cara de Yuuta no desaparecía., y aunque era mas por lo que había ocurrido que por lo que iba a decir, eso no le quitaba la incomodidad. –Fue muy… lindo— completó al fin

Mizuki abrió los ojos sorprendido. Y miro fijamente a Yuuta, quien le dio la espalda avergonzado. Había tenido sexo incontables ocasiones y era la primera vez que le decían algo como eso. Normalmente le decían cosas como que había sido muy apasionado o "ohdiosohdios" o que hacia bien su trabajo, pero nunca le habían dicho… lindo. Era tan fuera de lo normal que no sabía a ciencia cierta que decir. ¿Un gracias? ¿Alguna frase pervertida? ¿un beso como respuesta? Sencillamente ninguna opción encajaba.

—…Si— Mizuki cambió su expresión de sorpresa por una sonrisa calmada –fue muy lindo— dijo abrazando al chico y acercándolo a su cuerpo desnudo — duerme conmigo esta noche— le susurro al oído, colocando su cabeza en el espacio entre el hombro y el cuello del otro joven.

—…Bien— contestó en un suspiro, a pesar de que la imagen de sus parientes le venía a la cabeza, pero inmediatamente resolvió llamarlos mas tarde y decirles que dormiría donde un amigo. Mas tarde, igual a temprano en la mañana. Estaba demasiado cómodo como para moverse… y ya era bastante tarde de todos modos, cosa que Mizuki no parecía haber notado –de lo contrario no hubiese hecho el pedido-.

Mizuki por su parte, se fue quedando dormido mientras oía la lluvia en el tejado de la habitación. Era tan relajante, siempre le había gustado oírla. Fue perdiendo la consciencia mientras era arrullado por el murmullo de la lluvia que caía y por el sonido de la respiración suave de Yuuta. De pronto y empezó a pensar que eso también le relajaba.


La noche pasó con pasmosa lentitud para los dos jóvenes. Eiji sugirió turnarse para cuidar al enfermo, se ofreció en ser el primero en quedarse a su lado e insistió en ello que al grado en que Kaoru tuvo que acceder, yendo a dormir a la cama de al lado mientras el ocupaba una silla al lado de la nueva cama de Ryoma. ni siquiera se atrevieron a regresarlo a su habitación.

A pesar de que sabia que el chico mas joven no podría pegar un ojo en toda la noche. La situación le era familiar, cuando era pequeño y uno de sus hermanos se enfermaba, su madre pasaba toda la noche a su lado, sin importar que él se ofreciera hacerlo. Ella le decía que tenía que descansar para ir a la escuela al otro día, pero Eiji no podía dormir sabiendo que su hermanito estaba enfermo. Una repetición total. Si parecía un plagio.

Eiji miraba a Ryoma respirar a bocanadas, mientras él luchaba contra el sueño, cabeceando de tanto en tanto. No iba a dormirse, no sabiendo que Kaoru le taladraba con la mirada en la espalda. Imposible dormirse con semejante presión… pero vaya que sus ojos le hacían la guerra.

Ambos estaban en aprietos, pues no creía saber que hacer si Ryoma empeoraba. Bueno, si sabrían que hacer, tomar un taxi hacia el hospital más cercano. Lo que le preocupaba eran los datos que tendrían que dar en el lugar. Tezuka les había dicho una vez –mas que suficiente— que evitaran exponer sus datos personales lo más posible ante las autoridades legales. No entendía muy bien esas cosas, pero lo había dicho su "líder" y eso era suficiente.

Pero lo que menos entendía realmente, era la razón por la que se estaba durmiendo. Si estaba acostumbrado a dormirse tarde o en su defecto, a no dormir. Ni modo, suponía que tenía que ver con lo que hacía de noche.

Para mantenerse despierto, Eiji empezó a pensar y analizar cualquier cosa que le viniese a la mente. Cosas como cuantos sabores de helado habrían inventado, que tendría de especial ese mechón de pelo de Mizuki para que se lo frotase tanto, si a Tezuka le quedarían mejor los lentes de contacto, cuantos lunares mas tendría Atobe y si alguno de ellos estaría en donde no le da el sol; cualquier cosa con tal de pasar el rato.

Peces, osos, crema dental, casas, mujeres, familias… muy tarde, por mas que intentó,

no pudo evitar pensar en un componente especial de esta: hermanos. Y pensar en hermanos, invariablemente lo llevaba de regreso a su infancia.

Cuando era niño, su hermana mayor era quien lo cuidaba cuando estaba lastimado. Cosa que cada vez era más común. Pero ella lo hacía siempre, sin quejarse. También se encargaba de limpiar las lágrimas de sus mejillas.

Tenia cinco años cuando sus padres se divorciaron, no supo razón en ese entonces. Quería mucho a su mamá, igual que a sus hermanos mayores, pero no quería que su padre se quedara solo. Lo único que le habían dicho respecto al tema era que "papá había hecho algo malo y por eso no podían seguir" y eso no era suficiente para Eiji. El también había hecho cosas malas y siempre había sido perdonado. ¿Por qué su mamá no podía perdonar a su padre? Estaba siendo muy injusta.

Por lo que protestó y protestó hasta que su afligida madre no tuvo más remedio que ceder a la demanda. A la demanda del padre claro, porque no dudo en usar los deseos del chico para arrebatárselo a su madre en la corte.

Fue doloroso dejar a su madre. Pero Eiji tenía un plan. Su mamá lo extrañaría tanto que terminaría con volver a casa con sus hermanos y quedarse con su padre a quien iba a perdonar. Después de todo, ella siempre lo había mimado más que a los demás, jugaba con él y reía de sus ocurrencias. No podría vivir sin él.

Los niños pueden ser bastante ingenuos a los cinco.

Con lo que no contaba, era que su hermanita, la más grande, también decidiera volver con su padre al igual que él. Cosa que lo alegró, porque su plan estaba funcionando, uno a uno, sus hermanos volverían y con ellos su madre. Su papá ya no era el mismo que antes, era lo suficientemente despierto como para notarlo. Ya no jugaba con todos ellos y siempre parecía de mal humor. Pero era su padre y no quería que se fuera.

Todo se vino abajo cuando en pocos días, sin decir nada, su padre se mudo llevándolos consigo a otra ciudad. Ni siquiera se pudieron despedir de su madre. En cuanto vio su nueva casa, Eiji quiso regresar. Necesitaba hacerlo. Su hermana parecía sentir lo mismo, de hecho, luego de un par de días de una gélida convivencia, se envalentonó y se lo dijo a su padre.

-¡Queremos volver! – Eiji parecía oír el eco de su propia voz dentro de su mente. Hasta podía verse a si mismo con los ojos con lagrimas casi saliéndoseles y con el seño fruncido. Su papá lo había visto con una expresión vacía, eso también lo recordaba.

Ese mismo día, Eiji supo porque su madre se había ido lejos de su padre.

—Eiji –Kaoru le llamó –yo… — iba a decirle que él podía ocuparse de todo. Que, contrario a él, no tenía sueño y podría durar toda la noche. Y no mentía.

—Ya te lo dije, yo me encargo –le interrumpió el chico, en un tono que dejó al más alto desconcertado. No fue agresivo, pero si bastante frío. Demasiado para Eiji. Ni siquiera se volteó para verle. Por una parte lo comprendía, el pelirrojo siempre había sido el más cercano a Ryoma, al menos quien más lo hacía hablar –Mizuki, una vez, había elaborado una ingeniosa teoría acerca del desarrollo del habla de Ryoma y la influencia de Eiji-. Pero por otra, no recordaba haberle oído hablar de esa forma, ni cuando se torció el tobillo una vez por un mal aterrizaje o un salto demasiado alto que tuvo.

Kaoru prefirió no insistir. Después de todo, no quería molestar a Eiji y este no se había dormido ni por un momento, lo tenía bien vigilado.

Nunca entendería como funcionaba la mente de Eiji.


—¿Sabes algo? Eres un gran copiloto –mencionaba Sengoku mientras manejaba por la calle casi desierta –normalmente cuando conduzco, el que está a mi lado intenta presionar un freno imaginario –mencionó para luego reírse bajamente

Tezuka no respondió a eso. Cruzado de brazos como se encontraba, miraba hacía el frente de la carretera, aunque con sólo verlo, era obvio que se encontraba ausente mentalmente. Pero eso no era impedimento para que Sengoku hiciese un todo un monólogo.

—Por cierto, las motocicletas son peligrosas, aún con casco. Mejor compra un auto, son más seguros. Yo casi ni sentí el golpe cuando te atropellé

Esas palabras, trajeron a Tezuka nuevamente a la realidad. Las encontró bastante… desconcertantes.

—Si señor, los autos son lo mejor. Yo amo mi…

—Ah… Sengoku –llamó Tezuka, interrumpiéndolo.

—¿Si? –giró su cabeza a verlo animado. Finalmente le estaba dando el diálogo que esperaba.

—¿Podrías disminuir la velocidad por favor? Y mirar hacia la carretera…

—Claro, lo siento, lo siento –se disculpó el chico, aunque lucia bastante feliz.

Tezuka pensó que a lo mejor debió haber pedido un taxi.


Kaoru suspiró otra vez. Al final no había podido soportarlo y acabó saliendo de la cama y poniéndose de pie junto a Eiji, quien parecía haber vuelto a su estado habitual. Que extraño era ese chico, eso fue lo que pensó. Y Kaoru volvió a suspirar.

—Quince –habló Eiji mientras se halaba un mechón de cabello, tratando de descubrir si la manía de Mizuki tenia sentido. No lo logró.

—¿Qué?

—Ya haz suspirado quince veces le informó Eiji para luego soltarse un manotazo en la espalda —¡Tranquilízate hombre!

—Shhhhh, ¡no grites! –le espetó Kaoru. Por un momento y casi se caía encima del enfermo. Sabía que Eiji era más fuerte de lo que parecía, pero no esperaba que de un "toque reconfortante" le cambiase de lugar sus pulmones. Si esa era su forma de bajarle la preocupación, había fallado. Lo único que le sacó, fue el aire.

Ryoma gruñó, cosa que atrajo la mirada de los otros dos de inmediato. Al dejar de hacerlo al instante, ambos suspiraron aliviados.

Captaron el mensaje, nada de gritos. Y Kaoru alejó ese mal pensamiento sobre sacar a Eiji a patadas de la habitación. No podía hacer eso.

La puerta se abrió lo suficientemente lento como para darles una oportunidad a los chicos para girarse a observar.

Tezuka había llegado y andaba buscando indicios de que no estaba solo.

—¿Qué le pasa? –preguntó caminando hacia el chico rápidamente, demasiado rápido para el aguante de su propio cuerpo lastimado, por lo que termino tambaleándose a última instancia, alarmando con ello, a los otros dos chicos.

—¿Qué te pasó? Estás hecho polvo –lanzó Eiji, con sus ojos pareciendo querer salir de su cara. Kaoru, impresionado también, se hizo aún lado para que Tezuka se colocase junto al chico postrado en cama, pero su expresión le hacía competencia a la del más infantil –en comportamiento— del grupo.

—Qué le ocurre –cuestionó nuevamente, con un tono que no daba lugar a otro tipo de respuesta más que la deseada.

—Está muy caliente –gimió Eiji volcándose nuevamente en el chico. Estaba asustado y no lo escondía. Si alguien como Kaoru, quien en cierto modo producía un aura de "seguridad" para ellos, no hubiese estado con él, seguro y le hubiese dado algo. Pero si debía ser honesto, hubiese preferido a Mizuki. Si, el sujeto lo odiaba y seguro le invocaba una maldición todas las noches –eso casi se le había olvidado—, pero al menos era útil en esos casos. Y proveía un aura de "tranquilos pobres mortales, yo que lo sé todo, he venido a guardarlos de todo mal" que solo era superada por el aura de "Nada puede tocarme ni entrar en mi zona sin permiso previo" de Tezuka. No supo en que momento de la noche comenzó a desearlo, pero en realidad quería que Mizuki estuviera con ellos.

Tezuka posó su mano en la frente del chico por unos momentos y luego la retiró, para darse vuelta y salir de la habitación.

—Tezuka… –Kaoru como mínimo, esperaba una orden o instrucción de que hacer ahora. Se sintió algo decepcionado al no oír ninguna.

—Iré a… descansar –dijo Tezuka antes de desaparecer tras la puerta

—Cabello alborotado, ropa con roturas, visibles golpes… —Eiji enumeró todo lo que pudo captar al momento de ver a su superior.

—¿Eh?

—No me tomes muy en serio, pero creo que los únicos castos durante esta semana, somos tú y yo amigo –dijo Eiji entrecerrando los ojos

Kaoru solo desvió la mirada. Ni muerto iba a atreverse a replicarle eso a su compañero. Mejor que siguiera pensando que aun tenía compañía en ese aspecto. El no le iba a quitar ese consuelo.

Fin del capitulo



Y con esto termina la noche…

Si, les engañé el capitulo pasado con eso de matar a alguien. No seria capaz, no sin antes desarrollar todo el personaje en este fic. Soy una mala persona, pero conozco peores.

Como sea, pretendo trabajar más lo que son los chicos y desempolvar algunos chicos por ahí metidos. ¿Alguna sugerencia? Es bueno saber que piensan :P

Aviso si bien estoy trabajando en el próximo capitulo, lo mas probable es que actualice el fic de prisiones primero. Fue el segundo en la encuesta. Oh, y al que voto por fics nuevos… me temo que no hay tercer lugar xD (aunque esos salen de forma espontánea).

Si aun hay gente a la que le interese este fic, pues a mi me interesa saber que piensan. Un comentario (y háganlo en confianza, me gusta que me hablen ^^) me alegra el día.

Besos y gracias por leer y/o comentar. Ahora me voy a dar el "reply" a algunos comentarios que me faltan. Si los recibo, se agradecen.

PD: Este capítulo me pareció soso, como sin chispa... me gustó mas el sufrido anterior (joder, todo el mundo notó que le puse muuucho angts) XDDDD