Seijin no Hi

TenRan-Sama & Misao Kirimachi Surasai

Capitulo 8A

.:.º.:.º.:.

Ren quería mantenerse serio para dar una respuesta que ya había dicho. Por que por muy idiota que le pareciera Horo, estas eran cosas mayores. Algo grande que no debía tomarse a la ligera, y amar era una palabra pesada, aún más el sentimiento. ¿Podría entonces cargar Horo con ese peso? ¿Podría él hacerlo?

Suspiró en un gemido, aprovechándose del calor, y despegando a Hoto de su cuerpo, lo miró a los ojos. ¿Qué iba a decirle ahora?

- Gaaaah - Bien, al parecer su boca no coordinaba con su cerebro en ese momento, y el graznido salio de sus labios casi involuntariamente. Suspiró, exhaló, inhaló, y esperó poder ponerse de acuerdo con su cuerpo para relajarse.

Ainu le miraba ahora, expectante con esos ojos azules suyos que derretían cualquier Iceberg (muy por el contrario a lo que el chico del hielo se dedicaba), y así lo derretían a él. Negó con la cabeza, y no miró la expresión dolida del peliazul cuando el hizo eso.

Horo- Horo se llevó una mano al pecho entonces viendo como Tao meneaba la cabeza ¿Era esa una negativa? ¿Le saldría con un "no te amo, pero tampoco puedo hacer esto"?. Un nudo se atoró en su garganta y peleo con su manzana de Adán para ver quien bajaba primero por la traquea. Era horrible sentirse ahogado, pero más doloroso aún, el no sentirse amado.

Pero no era eso. Ren simplemente no quería responder cuado estuviera tan acalorado, podría confundirse su respuesta como una evasiva rápida para llegar al fin que, si bien lo reconocía ahora, tanto deseaba.

-Horo, yo… - logró articular de manera adecuada.

Ainu lo empujó, terminando de separarse entonces. Aún tenía un poco de orgullo (muy poco) como para continuar lastimándose. -Déjalo.- murmuró, caminado con la cabeza baja a la salida más próxima que encontrase, sin importar que fuera una puerta o incluso una ventana -Para empezar, no sé ni por que estoy aquí. -Y si por él fuera, se tomaría su tiempo para recoger uno a uno los pedazos de su corazón y de su fantasía rota.

Ren frunció el ceño, totalmente descolocado por la acción del ainu. ¿Que acaso ahora venía, le EXIGÍA respuestas al Gran Ren Tao, para hacerle desearlo y luego irse? El ya había pasado por mucho por culpa del susodicho chico de cabello azulado, había recorrido Japón entero buscándole, y ahora, sin más iba a dejarle huir...

No, ahora el lo iba a escuchar.

-Oye, Puercoespín -dijo, ya mas recuperado, con el típico toque sarcástico en sus palabras.- ¿huyes?

Horo se detuvo, pero no se volvió a verlo. Además de rechazarlo ahora se burlaba de el?. Esto era mucho más de lo que pudiera aguantar. Apretó sus puños con fuerza, hasta el punto de dejarlos casi blancos. Sentía enormes ganas de gritarle lo que fuera al Tao, gritarle todo lo que sentía y lo que había sufrido por el, pero no podía...el nudo en su garganta era mil veces mas fuerte

-¿Como que no sabes porque estas aquí? -preguntó, con el tono de enojo totalmente impreso en su voz.

-...

-¿Por qué te pusiste así de repente? - volvió a preguntar.

Si bien, el no era de las personas que preguntaban mucho, ahora, mas que nunca, necesitaba respuestas claras. No iba a dejarlo.

El ainu volteó, ahora si, totalmente enojado. ¿Ahora se hacía el desentendido de todo el daño que le había hecho? ¿Tan cínico era?. Sujeto a Ren por los hombros, con fuerza. Cara a cara. No quería que esta vez el Tao se hiciera como que nada le entraba, esta vez le iba a escuchar...

-Que no te basta con haberme dicho que no me amabas?! Acaso crees que para mi es muy fácil aguantar todos tus caprichos, desprecios y demases? - El ainu estaba casi fuera de si, necesitaba vaciar todo lo que en este tiempo se había guardado por temor a quedar en evidencia. Pero ¿que mas evidencia podría haber? Amaba a ese chino orgulloso con toda su alma y su ser, le necesitaba como al mismo aire...- juegas conmigo...Ren

El mandarín había escuchado atentamente todo lo que Horo le había dicho, pero algo no encajaba ¿En que momento le había dicho que no le amaba?

Ahh...ya entendía, fue cuando intentaba aclararse.

Sonrió, casi con burla. A eso se refería Horo. Estaba casi feliz de causar tal magnitud de reacciones en el eufórico ainu...Se sentía calido, como quizás no se había sentido nunca. Ahora entendía toda esa cursilería que hablaban todos.

- ¿En que momento te he dicho que no...? - Demonios, eso sonó demasiado afirmativo

- ¿Que...? - Horo lo miró con los ojos muy abiertos ¿que acaso no le había dicho que no? ¿Y esa negativa? - Pero si tu...

- Era por otra cosa, idiota. - aceptó sonrojado, intentando mirar hacia cualquier otro lugar que no fueran esos vivaces ojos negros.

Con su euforia renovada, y su corazón pegado trocito por trocito rápidamente (a pesar de aun no obtener ninguna respuesta afirmativa), abrazó efusivamente al mandarín, quien solo se dejó hacer. No esperaba tal acción por parte del oji-negro

Si sus reflejos fueran como los de un gato, abría esquivado con facilidad aquel abrazo, o mejor aún, lo hubiera recibido de la manera adecuada, pero hacía años que había dejado de tenerlos tan pulidos como los de un felino. De todas formas, el estar acostado en ese alfombrado piso de hotel con el amor de su vida sobre de él buscando besarlo con desesperación, no era tan malo.

Ren le acaricio el cabello con la punta de los dedos, mientras tironeaba de él para acercarlo a su boca. Sus besos era el agua más deseada en su sequía, y no pudo evitar abrazarse en cuanto sus labios se tocaron. ¿Que más hacer cuando uno muere de hambre? Sólo devorar y no esperar nada más que terminar con el banquete.

Por el contrario, muy sorpresivamente, Horo no pensaba lo mismo, y se esforzaba por ser más calmo. ¿Para que comer de un trago todo el platillo, si puedes disfrutarlo de a pequeñas mordidas y con la punta de la lengua?

Ren, quien permanecía abajo, aprisionó más fuerte contra su propio cuerpo, necesitaba sentirlo, y que Horo lo sintiera, necesitaba rodar por el suelo como ahora lo hacía, necesitaba besarlo con energía y sentirse completo dentro de su boca…Necesitaba dejar de rodar y levantarse, acabar de golpearse la cabeza con el frigo bar…

-Auch...-dijo Ren, bajito.

-...wajajajajajaja!!-

Horo, a pesar de la situación en la que estaban, no podía evitar burlarse, aunque sea de tan mínima situación, de aquel adorable chino. Es que se veía tan serio de un momento a otro, decidido, deseable...para luego en un segundo cambiar a una cara de total hastío y leve molestia, al golpearse, y obviamente de su estridente risa.

El sombrero del señorito ya iba creciendo mucho hasta puntos peligrosos, pero Horo, ni cuenta se daba al estar ocupado riéndose a costa suya ¡¿Que acaso no tenía noción de la situación en la que se encontraban?! Ideaba en su puntiaguda cabecita millones de formas de asesinar cruel y lentamente al ahora amor de su vida, o tal vez solo torturarlo de una forma mas sutil.

Tomó a Horo con fuerza del cuello de la camisa, para acercarlo hasta rozar sus labios, y mirarlo fieramente. ¡Le tenía vuelto loco y el muy especial no se daba ni cuenta! Eso era más de lo que pudiera aguantar, y si fuera necesario, violaría a Horo para que este se diera cuenta.

-Escucha, Hoto-Hoto...-murmuró, conteniéndose, porque mas de un buen zape se merecía el muy idiota- ten en cuenta el tiempo, el espacio, y la situación...en la que estamos... ¡¿crees...que por lo menos deberías mantener la compostura?!

Horo, ya calmado, sonrió pícaramente. Se daba cuenta de todo, de lo desesperado que tenía a Ren, de lo fuera que estaba de la situación, y que el chino ya ideaba planes en su cabeza para matarlo. Pero eso era, todo, premeditado ¡Por dios! le encantaba sacar de sus casillas al chino...Especialmente ahora, que se veía agitado, con el cabello desarreglado y una mirada brillante...simplemente irresistible.

-Si, lo se. -soltó simplemente.

Ren suspiró. No podría resistirse a esa sonrisa, y lo sabia muy bien.

-Ya déjate de estupideces... – murmuró aun mas cerca de sus labios. Si el ainu quería desesperarlo, pues bien, el también podía.

Ren ahora simplemente rozaba de forma sensual sus labios, respirando suavemente sobre ellos, mientras sus manos se deslizaban desde el cuello del ainu hasta los hombros, bajando por todo el largo de sus brazos, lenta, muy lentamente, hasta llegar a sus manos.

-¿No quieres tomarme, Hoto? – murmuró haciendo que sus labios se tocaran mas suavemente. Tomó sus manos, dirigiéndolas hasta la parte baja de su espalda, y dejándolas allí. Y luego seguir con el juego de recorrer todo el cuerpo del ainu con sus manos…tan solo rozando.

- ¿To...marte? – pronunció apenas el peliazul, sintiendo la suave piel del chino bajo sus manos. Era obvio que quería ¿¡Quien no querría!? Pero… era realmente extraño decirle algo así a Ren. Aún pensaba que si se lo dijera lo golpearía tan fuerte que lo mandaría al espacio de una patada…

Pero no… Estaba allí, entregándosele totalmente. Sonrió antes intentar besarlo, le necesitaba…

Pero como estamos hablando de Ren Tao, no se la iba a dejar tan fácil. Este, apenas sintió que le iba a besar, se hizo hacia atrás, evitando que el ainu le besara, pero al mismo tiempo llevándoselo al suelo e intercambiando lugares.

-¿Soy aún tu amo, recuerdas? – dijo suavemente, al tiempo que se deshacía de la estorbosa camisa del ainu. Se mordió el labio inferior al tener tan sensual vista… Además de que Hoto le veía con una sonrisa… no muy santa. – Tienes que obedecerme.

-¿Y si yo no quiero, y me revelo contra mi amo? – habló divertido, le encantaba saberse sometido a Ren. Pero mas le gustaría hacerlo jadear y pedir por mas. Y eso es lo que planeaba.

-Recibirás un castigo – sentenció malicioso.

-¿Qué tipo de castigo? -Horo levantó una ceja. -Me gustan los castigos.

-Este no te gustará,te lo aseguro -Pero su expresión denotaba que síle gustaría.

-Deme una orden para que pueda desobedecer.- Ainu sonrió a Ren, quien le abrazó fuertemente.

-Besame.-Dijo simplemente, acercando los labios a un Horo que gustoso le obedecio, mordiendo el labio inferior antes de introduccir la lengua a su boca, dejando que Ren paseara por donde quisiera dentro de él.

Dos minutos pasaron, y cuando lo necesitaron, se separaron reclamando aire y saliba -Dije una orden que pudiera desobedecer -se quejó Horo.

-No hables - le calló el chino.

-Eso es facil - se burló el ainu, poniendo ambas manos en las caderas de Ren, acariciandolo suavemente.

-Nh - bufó Ren, aburrido y molesto. Horo le trataba con demasiada delicadeza, era demasiado lento. - Por dios Hoto, no soy una niña! - le reclamó mordiendo su cuello con fuerza, pero no la suficiente como para hacerle una herida -

El japonés se quejó por lo bajo. Ren estaba bastante impaciente, cosa extraña en el, pero no tenía planeado por ahora apresurarse, tenían todo el tiempo del mundo y sobre todo, le encantaba desesperar a Ren. Era divertido ver tan espontaneas reacciónes en el habitualmente amargado chino.

-Se mas brusco - le ordenó fieramente Ren, estrujando la camiseta de el ainu entre sus manos.

-No, amo - dijo sensualmente, inclinandose sobre Ren, pasando ligeramente sus labios por el cuello del chino, con total lentitud.

-Aghh! - soltó el chino, entre excitado y hastiado, jalandole el cabello al ainu.

-¡Hey! - Horo le dio un manotazo a su amo -A menos de que quieras un esclavo calvo, no hagas eso. Y si quieres una razón verdadera para despeinarme, espera a que llegue abajo.

Ren abrió los ojos desconcertado, cuando sintió la lengua de Horo recorrer por su cuello, abriendo lentamente la camisa de Ren, para resbalar por ella.

-Hasta…que al fin reaccionaste – dijo agitado, aprentando fuertemente la camisa que Horo traia en ese momento… Ahora, como odiaba a esa camisa.

Intentó levantarse levemente, pero el ainu no se lo permitió, acomodandose sobre sus piernas y levantando los brazos de su amo por sobre su cabeza, dejandolo a su total voluntad.

-¿Qué demonios crees que haces? – le preguntó en tono molesto, su sirviente se estaba sublevando y eso el no lo iba a permitir.

-Nada que no le vaya a gustar al amo. – dijo en tono juguetón, sacando finalmente la estorbosa camisa de Ren.

Horo continuó con su trabajo en el cuello, intentndo que las sensaciones en su señor lo descontrolaran. No había nada más raro en el mundo para ver, que ren perdiendo la calma por algo como ello (por que ren perdía la calma muchas veces, pero jamás como para apreciarlo).

-Annh...-soltó apenas, mordiendose el labio inferior, no iba a dejar que su sirviente le viera en esas condiciones, aunque fuera la situacion que amertiaba dejarse llevar. Intentó liberar sus manos del agarre del ainu. Dios, solo lo tenia con una mano! No podía ser tan dificil librarse ¿no?... Bueno, bueno, si podía, aun mas en esas condiciones. -Ho...Hoto, sueltame - dijo entre dientes, mirandolo bastante acalorado. No quería estar asi.

Horo no le soltó, a pesar de que ren era su amo y debía obedecerle en todo, esto era ya como romper el trato. Y aunque sus deseos eran seguir siendo de Ren y cumplirle sus caprichos, ahora era u capricho propio en no dejarse dominar...tanto.

-Hoto! obedeceme! - le gritó frunciendo aun mas el ceño, levantando un poco sus rodillas para alejarlo un poco. Pero se le ocurrió una genial idea. ¿Por qué no usar la misma tecnica que uso en el restaurant? Elevó aun mas sus rodillas hasta llegar hasta 'ese' punto, dando apenas un roce. ¿El baka quería desesperarlo? Bueno, dos pueden jugar el mismo juego.

-Aaaaah -e igual que en el restaurante, el gemido de Horo logró escucharse hasta china.

-Sueltame, ahora - ordenó con una sonrisa cruel y satisfecha, agregando un poco mas de presion. Le encantaba tener el control de la situación, aunque estuviera asi, sometido. Extraño ¿verdad?

Horo le soltó y se levanto para que el chino también lo hiciera, iba a tenderle la mano pero...¿Para qué molestarse? Ren podría hacerlo solo, además, estaba molesto por esa jugarreta nueva (que en realidad era vieja, pero vamos, es Horo, no se le podía pedir que recordara el desayuno). Ren se levantó por si mismo y miró con intensidad al chico hielo, sus ojos centrados en desnudarlo con la mirada. Horo tembló, pero no le molestó en absoluto, caso pidió en un grito silencioso que siguiera mirándole así.

-Me hace sentir atractivo- se burló, como tanto había escuchado en la tele de amas de casa frustradas.

- Idiota - murmuró acercándose para cruzar los brazos tras su cuello, para susurrar en el tono mas insinuante que tenia - ... ¿Me vas a dejar así?

Se dedico a mirarle a los ojos. No era solo deseo, por kami-sama, esperaba que el ainu le entendiera.

-¿Estás tratando de seducirme? -Ainu se rió mientras acercaba un poco el rostro hacia Tao. Lo beso cortamente sólo para mirarlo a los ojos -¿No se supone que me habías seducido ya? -besó otra vez, intentando profundizar el beso, cuando Ren lo separó, jalándole los cabellos en la nuca.

-No puedo intentarlo, eres realmente fácil, no vale la pena -se burló. Ainu hizo un puchero y la reacción para separarse comenzó, pero se detuvo cuando escucho lo siguiente. -Te amo y no necesito artilugios de una cualquiera.

Sonrió torpemente para abrazarlo delicadamente de la cintura ¡Ren le había dicho que lo amaba! ¡Ese frío chino arisco le había dicho eso! Le plantaría un beso en ese mismo instante sino fuera porque Ren aun le jalaba los cabellos.

-Ren, insisto, me quieres dejar calvo - lloriqueó un momento, haciendo que Ren lo soltara. - Bien, ahora que tu me dijiste que te amas, y yo te amo, y nos amamos...¿puedo continuar con permiso de mi amo? - preguntó seductor.

- Que estas esperando, baka - no podía esperar mas, así que le puso una mano tras la nuca para al fin darle ese beso que desde hace rato lo tenia tentado. Le volvía loco.

Y de hecho...no quería ser cuerdo. Horo besaba tan bien. De una manera suprema, espléndida, magnifica, exuberante...endemoniadamente buena...¡Un momento! ¿Con quién rayos había aprendido a besar así Horo?

-Jadeas como niña.-Se burló Ren.

El chico del hielo se molestó un momento con la burla, y metiendo presión al beso, mordió él el labio de su amante con un poco más de fuerza de como el chino lo había hecho. Este, por ello, jadeó de una manera más ahogada -Y tú jadeas como mujerzuela necesitada...y no lo pregono por ahí.

Se rió de la cara disgustada del mandarin, pero sólo atinó a besarlo nuevamente, para calmarlo, y sólo cuando Ren quedó sin aire, lo perdonó.

-Que te vas a quedar allí sin hacer nada? – preguntó el chino dirigiéndose a la cama para luego sentarse en ella. Mirándolo fijamente.

-No puedo hacer mucho sin que mi amo me de una orden no? –

-Idiota…-susurró sensualmente, haciendo un ademán con su mano para que se acercara.

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Notas de TenRan-Sama: Holaaa a todos!!

o.o…aish, si lo se! Pueden lincharnos! Es que este lemon definitivamente no quiere salir, mi hermana a estado muy ocupada y asdsd O: no coincidimos

y yo entre el colegio y mi nueva inspiración unicamente para el MattxMello nos detienen

nOñ creo que hemos estado cof cof… mucho tiempo sin actualizar

9º9

En fin

No aguantaba xD

MUCHAS GRACIAS A TODOS POR SUS REVIEWS!! X3

En el Capitulo 8B continuará el Lemon ñOñ

Sayonara!