No tengo porque mentir... esta ha sido una historia difícil, no solo por el hecho de ser mi primer Fic yaoi, sino porque en estos momentos me siento tan Ritsuka que me tiendo a confundir...

No me siento muy bien emocionalmente, por lo que seré breve con este inicio...

Disclaimer: Loveless es propiedad de Kouga Yun. Esta es una historia creada por diversión y no recibo ningún tipo de pago por hacerlo.

Dedicada: Para las personas que idealizan el amor y a las personas... no todo está perdido, la persona ideal sigue ahí afuera... búsquenla y escriban su propia historia de amor.

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Algo Básico

Capítulo I

Las Horas Restantes Del Día

El aire mecía acompasadamente las copas de los árboles en medio de la noche, ya no había gente caminando por las calles y mucho menos coches, un silencio sepulcral habitaba en la ciudad, todas las luces apagadas y cada quien durmiendo tranquilamente para iniciar un nuevo día. La ventana que normalmente estaba abierta ahora se encontraba bien cerrada, dejando un ambiente cálido en la habitación completamente en penumbras, donde el único sonido era el tic tac del reloj.

Sin embargo él no podía dormir… en esa perfecta noche no podía lograr conciliar el sueño por la simple razón de que era la primera noche que dormía con su combatiente; sus ojos lilas escrutaron las finas y delicadas facciones del adulto junto a él… el cabello rubio revuelto sobre la almohada, la camisa desabrochada… la blanca piel de su pecho… Torpemente buscó su celular en la mesa de noche, necesitaba ESE recuerdo… era hermoso, tenía que admitir que bajo la tenue luz de la Luna parecía sacado de un cuento de hadas. Definitivamente imprimiría esa foto al día siguiente…

Con delicadeza bordeó la marca de "Beloved"… en realidad soñaba con que un día en ese tierno cuello estaría grabado el nombre de "Loveless" y así estarían destinados a estar juntos por siempre… Un sonrojo cubrió sus mejillas apartando bruscamente sus dedos de la suave piel al descubrirse fantaseando como una chica enamorada; apenado volvió a su lugar en el pecho de Soubi… tal vez escuchando el suave sonido de su corazón lograría dormir…

- ¿No puedes dormir? – le preguntó la voz de terciopelo entreabriendo sus ojos zafiro.

- No – respondió haciendo un pequeño ronroneo mientras los dedos de Soubi acariciaban sus cabellos.

- ¿Por qué?

- No lo sé – dijo mirándolo de reojo – Supongo que no estoy acostumbrado…

- ¿Quieres que me vaya?

- Claro que no – confesó con las mejillas ruborizadas.

Lentamente sintió como Soubi se movía impulsándolo para que quedara con la espalda pegada a la cama y el peso del adulto sobre él.

- Soubi…

El adulto le dirigió una tierna mirada al notar como el color rojizo iba subiendo de tono aprovechando su desconcierto para unir sus labios a los suyos. Ritsuka se negó en un principio empujándolo suavemente… pero su cuerpo empezaba a reaccionar a la sensación de la lengua de Soubi tratando de entrar en su boca, siendo vencido por esas emociones, abrió lentamente los labios… El beso se fue volviendo más intenso… mientras las manos del rubio rodeaban al niño por la espalda desnuda, sintiendo el contacto de su piel haciendo fricción en cada movimiento que parecía lanzarles corrientes eléctricas por todo el cuerpo. Ritsuka gemía por lo bajo opacando sus sonidos en los labios de Soubi, para quien escuchar esos sonidos del niño lo provocaban más y más…a tal grado que no sabría si llegaría a poder controlarse. Agitado comenzó a descender por el cuello, llenándolo de besos… acariciándolo con su lengua y dejándole pequeñas mordidas que amenazaban con volver loco al chico, se sentía tan bien que no quería que se detuviera. Los dedos de Ritsuka se entrelazaron entre las rubias hebras mientras intentaba hacer el menor ruido posible para que no fueran descubiertos.

- Te amo, Ritsuka – le susurró al oído mientras jugaba con su lóbulo.

Estaba erizado, extasiado, nervioso… sus manos acariciaban ansiosamente la espalda del adulto… clavándole las uñas cada que este lo mordía suavemente. Hasta que algo lo desconcertó… el cuello de Soubi estaba húmedo…

- Soubi, detente… - dijo preocupado tratando de sentarse para empujarlo.

- ¿Qué pasa? – preguntó con la agitación a flor de piel.

- Tu cuello… - acercó su mano comprobando que era sangre – Estás sangrando.

- Demonios – maldijo levantando un poco su cabello para que no se manchara – Será mejor que me vaya…

- ¡No! – exclamó sorprendiendo a Soubi y a él mismo por hacerlo – Es decir… puedes tomar un baño… además… tu camisa no se ha manchado porque no la tenías…

Sus mejillas quedaron de un color tan rojo que era fácil de ver a través de las penumbras. Soubi sonrío enternecido y asintió.

- ¿Quieres bañarte conmigo?

Sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, erizándole de las orejas a la cola.

- N-nn.o… te espero aquí…

El adulto asintió y se encaminó al baño, dejando cuidadosamente entreabierta la puerta…

Tentación…

Ritsuka no podía apartar sus ojos de la luz que se escapaba por la rendija… pudo escuchar como su ropa caía al suelo y el agua de la regadera que empezaba a correr… En su mente se creaban imágenes de el agua caliente acariciando la desnuda piel de Soubi… era tan tentador…

- ¡No pienses eso! – se reprimió avergonzado mientras revisaba la foto en su celular, había salido perfecta.

Ya tratando de pensar en otra cosa, se enfocó en el hecho de que últimamente las heridas de Soubi sangraban mucho… Ritsuka siempre llevaba consigo vendajes porque era inesperado cuando empezaría a brotar la sangre de ellas… pero había un hecho que lo asustaba un poco… era cada ves que Soubi y él se besaban o estaban demasiado juntos… ¿Sería por qué él le "pertenecía" a Seimei?

- No… él es mío… - murmuró sin dejar de mirar la foto, aunque nuevamente estaba asustado de haber reaccionado así.

Momentos después salió Soubi sólo con su pantalón, la piel aún ligeramente húmeda y cayendo algunas gotas del cabello.

- ¿Tienes alguna venda?

- Si – el chico abrió rápidamente el cajón mientras Soubi se sentaba a su lado dispuesto a dejarse curar.

Con delicadeza envolvió el fino cuello, temía lastimarlo pues aún se observaban algunas gotas rojas queriendo salir, terminó verificando que estuvieran bien puestos los vendajes mientras Soubi disfrutaba del suave contacto de las inocentes manos.

- ¿Te duele? – inquirió el ojilila sentados frente a frente.

- No… ni sentí que se abrieran las heridas…

- ¿Será por qué… tú y Seimei…?

Cayó al sentir el pecho de Soubi pegado a su rostro, lo había callado abrazándolo fuertemente.

- No digas tonterías… - sus dedos acariciaban tiernamente la mejilla del niño – Y aunque eso fuera verdad… no me separaría de ti…

- Soubi…

- Ven… vamos a dormir ¿Si?

Ritsuka asintió. Sin dejar de abrazarlo se volvieron a recostar, cuidando el adulto de cubrir bien el delicado cuerpo del chico bajo las sábanas, esta noche quería tenerlo para sí… porque mañana… mañana probablemente él se alejaría.

Y pensando esto, cayó nuevamente en un profundo sueño.

Los rayos entraban tenuemente por la ventana, adornando las paredes de un paisaje amarillento y naranja, rayos que intentaban colarse por el par de ojos lilas fuertemente cerrados defendiéndose a capa y espada.

- 5 Minutos más – pensó el chico girándose sobre sí en la cama.

Sus delicadas manos se extendieron acariciando con timidez el lecho vacío a su lado.

- No está – abrió rápidamente los ojos para contemplarse en la soledad de su habitación.

Se había ido.

Ritsuka se sentó en la cama dejando caer las sábanas que cubrían su torso desnudo empezando a sentir un poco de frío, su tersa piel blanca había pasado la noche entera cobijada entre los brazos de su combatiente y ahora al verse separado de este, una sensación tan fría como el ambiente embargaba su ser.

Trató de no deprimirse, aunque el soñaba con poder despertar a su lado, pero él no le había mentido… claramente le advirtió la noche anterior de que por la mañana empezaría su nuevo trabajo de profesor de artes en una preparatoria de la ciudad, por lo que se iría desde muy temprano.

Miró, aún con cierto aire somnoliento en el rostro, el reloj de su mesita de noche… para variar se le había olvidado poner el despertador, dejándole escasos 20 minutos para alistarse y llegar al colegio. Cualquier otra persona se hubiera levantado gritando y corriendo, pero él no era cualquier persona, en muchos aspectos era diferente.

- Nuevamente se la hecho tarde al señor Aoyagi – dijo con tono de desilusión la profesora de Literatura.

Acababa de terminar de pasar la lista, notando únicamente la ausencia del chico más apuesto de la clase e incluso del instituto. Dio un largo y pesado suspiro mientras miraba con disimulo el rostro de sus amigos.

- Yuiko-san – le llamó la profesora a la chica de cabello rosado que miraba con desesperación la puerta del aula.

- ¿Si, profesora?

- ¿Tiene idea de por qué esta ves ha llegado tarde el señor Aoyagi?

- No, profesora – respondió – No sé porque…

- Bien… sino llega en cinco minutos no le permitiré entrar a la clase…

Las chicas del salón miraron preocupadas a Yuiko, era extraño ver como la chica se había ganado amigas a lo largo del tiempo dejándole de adjuntar el título de "Novia de Ritsuka" puesto que ellas mismas habían comprobado que no era así, que difícilmente Ritsuka trataría bien a alguien…

- De seguro tuvo algún contratiempo – justificó una chica.

- No es asunto mío, tiene un horario y lo tiene que respetar.

- Pero… - Yuiko estaba a punto de objetar a favor del chico, cuando la puerta del aula se abrió - ¡Ritsuka-kun!

El ojilila levantó la mirada encontrando que todo su salón lo miraba atentamente, algo intimidado bajó la vista y caminó hacia su asiento.

- Señor Aoyagi – le llamó con poca paciencia la profesora - ¿Se dignará a darme los "Buenos días" o me ignorará como siempre hace?

El chico se detuvo en seco, aún con la mirada clavada en los "interesantes" azulejos del piso y con voz seca dijo.

- Buenos días…

Al parecer su día no había empezado bien…

Las clases transcurrieron sin ninguna novedad, llegando a ser incluso monótonamente aburridas para más de uno de los estudiantes. Yuiko y Yayoi apenas si le habían sacado unas cuantas palabras a Ritsuka, quien respondía al no quedarle de otra puesto que ignorarlos sería muy cruel considerando que eran sus amigos. Y justo cuando el chico pensaba que nada podía ser peor, la entrada sigilosa de la Orientadora en medio de la clase de Biología le dio a entender que al día aún le quedaban muchas horas y que cualquier cosa podía suceder.

Al menos agradeció que al ser cancelada la clase de Biología no subiría al laboratorio a abrir la rana como estaba programado, pero a cambio tuvieron una longeva plática sobre sus aspiraciones para el futuro.

- Ya están a escasos tres años de entrar a la Universidad y en algunos casos, su madurez emocional no va de acuerdo a su edad – esto último lo lanzó dirigiéndole una gélida mirada a los desinteresados ojos lila que la observaban.

- ¿Madurez emocional? – pensó mientras una risita burlona se curvaba en sus labios.

La mayoría de los alumnos del aula contaban con 16 años cumplidos, incluyéndolo a él y a su par de amigos, pero jamás se había puesto a pensar si era maduro emocionalmente o no… lo más probable era que no lo fuera, ya que si lo era… podría decirle sin ningún problema sus sentimientos a Soubi.

- Soubi – susurró apenas articulando sus labios con el sabor a miel en estos mientras su mente se remontaba a las vívidas escenas que aún recordaba de la noche anterior.

A cada uno le fue entregado varios folletos de diversas Universidades de la ciudad, cada una requiriendo un examen de selección de alto grado de dificultad; el solo hecho de leer todo lo que comprendía dicho examen le producía una fuerte jaqueca ¿Soubi había presentado ese examen?

- Obvio que si – se dijo con pesadumbre.

La Orientadora salió del salón, ofreciéndoles que en cualquier duda vocacional que tuvieran acudieran a ella como amiga y así podrían platicar para descubrir cual era la profesión ideal para cada uno.

- Tonterías – dijo Ritsuka mientras el salón completo se encontraba de pie o conversando de lo sucedido.

- Ritsuka-kun ¿Qué te gustaría estudiar?

- Hasta ahora no lo sé.

- A mí me gustaría estudiar Veterinaria – confesó la chica - ¿Y tú, Yayoi-san?

- Medicina… pero creo que está algo difícil poder entrar…

- Todavía quedan años para que te prepares – le animó muy a su modo Ritsuka – No te presiones ahora…

- Gracias, Ritsuka-san…

- ¿Soubi-san presentó el examen, verdad? – inquirió Yuiko.

- Si, pero jamás me ha platicado como es ni nada por el estilo…

- Al menos él puede ayudarte a estudiar ¿No crees?

- Si… supongo, pero creo que primero tengo que decidir a donde quiero entrar…

- ¿Arte Japonés? – preguntaron sus amigos al unísono.

- Eres bueno en la clase de Artes…

- Porque Soubi siempre se sienta horas a ayudarme hasta que me salgan bien las cosas – respondió con un leve rubor en las mejillas – Es normal.

- A lo mejor tienes cierto talento para eso ¿No crees? – le dijo Yuiko sonriendo.

- Neh… no creo… - dijo mientras escuchaba el timbre anunciando el inicio del receso - ¿Vamos?

- ¡Sip¡Hoy les preparé almuerzos a ambos!

- ¡Almuerzo hecho por Yuiko-san! – exclamó Yayoi recibiendo el suyo perfectamente envuelto en una tela de fresitas.

- Que gracioso eres, Yayoi-san – se río la pelirrosa mientras salían del aula de clases.

Como de costumbre, subieron de prisa a la azotea antes de que se inundara de otros chicos de diferentes años. Al parecer la mayoría le temía a Ritsuka y preferían mantener su distancia dejándoles, por lo general, la azotea para ellos solos.

Durante el camino, el chico había cedido a platicarles a sus amigos el hecho de que Soubi ahora era profesor de un colegio, cosa que en realidad no le caía en gracia contando que conviviría con varias personas de su misma edad, pero claro que suprimió esta última parte dejándoles sólo el dato de su nuevo trabajo.

- ¿Soubi-san de profesor? – dijo Yuiko mientras tomaban asiento a la sombra del cuarto de intendencia – Creo que… tendrá bastantes admiradoras.

- Ni quien lo niegue – completó Yayoi – Soubi-san es un hombre apuesto… lloverán las mujeres que querrán algo con él.

- Uhm… supongo – se limitó a comentar Ritsuka mientras comenzaba a comer – No lo sé.

- Siendo honestos… tú no pondrías atención a clases si tuvieras a Soubi-san de profesor ¿O si?

- Calla Yayoi-san – ordenó entrecerrando los ojos algo intimidado por el comentario.

- ¿No sientes… celos?

El chico miró a Yuiko tratando de disimular lo mejor posible para su siguiente mentira magistral.

- Claro que no.

- ¡No te creo! – exclamó la chica - ¡Yo me moriría de los celos!

- Pero yo no… - mintió – Él sabe lo que hace… no tengo porque estarlo vigilando.

- No he dicho nada de que lo vigiles, Ritsuka-kun, simplemente que es natural sentir celos cuando tu novio trata con muchas otras personas…

Optó por permanecer en silencio¿Novio? Odiaba usar ese termino entre ellos, aunque sabía que eran novios y que ya llevaban algunos años juntos… años en los que se habían dado la oportunidad de conocerse y tratarse… a tal punto de no poder estar separados por mucho tiempo.

Escuchó a sus amigos hablar de los programas de estudio de las Universidades, al parecer ellos ya tenían muy decidido lo que harían con su vida, mientras él… apenas si sabía que haría al día siguiente. Suspiró quedadamente mientras se ponía de pie siendo ignorado por ambos chicos. Algo lo mantenía intranquilo… eran ¿Celos?

- No – se dijo dejando descansar su cabeza en el barandal – Eso no…

Pensaba, recordaba, imaginaba, volvía a pensar en lo mismo, soñaba… era algo un poco martirizante, pero las palabras de Yuiko le habían movido un poco ¿Con quienes estará conviviendo Soubi¿Mujeres… u hombres? Repentinamente un ruidito le llamó la atención, volteó tratando de buscar de donde provenía topándose con unos ojos verdes que lo miraban con disimulo mientras sus labios sostenían un cigarro.

- ¿Está fumando? – preguntó con cierto tono de reproche en la voz la chica – Sabe que no está permitido fumar en el colegio…

- Mmm – murmuró Ritsuka ignorándolo nuevamente – Es de tercero, creo… es hijo del director.

- Eso lo dice todo – dijo Yayoi.

El ojilila lo miró nuevamente sólo para saber si en realidad lo miraba a él o había sido su imaginación, para su alivio el chico se encontraba concentrado en el paisaje que se podía apreciar desde la azotea. Ritsuka lo examinó, era alto y delgado, de piel clara y el cabello rubio dorado apenas luciéndolo un poquito largo, como si no hubiera tenido tiempo de recortarlo y en la oreja izquierda llevaba una arracada plateada que combinaba con los diversos anillos que lucía en sus manos.

- Me pregunto si su padre sabrá que viene a fumar a la azotea – dijo Yuiko profundamente indignada.

- No lo digas tan alto – suplicó Yayoi –Tengo entendido que no tiene muy buena fama… es algo peleonero.

- ¿Cómo yo, no? – dijo Ritsuka recargando su espalda en el barandal – Son puros rumores…

- Si tú lo dices – musitó la chica no muy convencida al respecto.

El timbre sonó, anunciando ahora el final de su descanso y con muy lentos movimientos bajaron de la azotea siendo seguidos por el hijo del director, cosa que los puso algo nerviosos, para su suerte este se desvió en uno de los pasillos dirigiéndose a su aula.

- Ahora los alcanzo, voy al baño – dijo Ritsuka.

- Bien, pero no tardes ¿Entendido? Es la clase de Artes.

- Díganle a la maestra que pasé al baño y listo.

- Si si… como tú digas…

Al entrar al salón pudieron percibir cierto ambiente tenso y cargado de nervios. Las chicas hablaban en voz baja mientras los chicos lucían algo molestos o incluso fastidiados.

- A lo mejor hubo una pelea – comentó Yuiko.

- Si… es lo más probable…

La puerta del salón se abrió dejando entrar a una chica joven de cabello castaño lacio que les sonrío a todos con cierto nerviosismo mientras los estudiantes se sentaban en silencio.

- ¿Uh¿Y Ritsuka-san? – preguntó la chica señalando el asiento vacío.

- Fue al baño – respondió su amigo.

- Ese chico… tiene todo el descanso para ir al baño y siempre se le ocurre cinco minutos antes… en fin… tengo algo de prisa, mi avión sale en una hora.

- ¿Avión? – repitió Yayoi dirigiéndole una mirada confundida a su amiga.

- Sip… ¿Dónde estaban durante el descanso?

- Pues en la azotea – dijo la chica - ¿Por qué?

- Ah… pues porque durante el descanso platiqué con varios de sus compañeros… ¡Tengo una beca en Francia!

- Eso es genial – sonrío Yayoi.

- Si… lo sé… y de paso les presenté a algunos de sus compañeros al nuevo profesor.

- ¿Nuevo…? – murmuró Yuiko.

- ¿Profesor…? – completó su amigo - ¿Será posible que…?

- Pase, por favor Agatsuma-san… no tiene porque quedarse fuera…

- ¿Agatsuma-san! – gritaron a coro ambos chicos mientras veían entrar a Soubi sonriendo felizmente entre los suspiros de las chicas.

- ¡Ay madre santa! – exclamó Yuiko - ¿Soubi-san?

- Ritsuka-san se va a morir – murmuró Yayoi dejando caer su rostro de lleno contra la mesa.

- ¿Lo conocen? – preguntó confundida la maestra.

- Claro que nos conocemos – respondió Soubi por ellos.

- Eh… si… - tartamudeó la chica mirando con nerviosismo la puerta – Trábate en el baño Ritsuka, por favor – rezó mentalmente encomendándose a todos los Dioses de la Tierra.

- Oh… ahí estás Ritsuka-san – dijo la profesora corriendo hacia la puerta para jalar al chico mientras su amiga se cubría el rostro tratando de ignorar lo que seguía.

- ¿Eh¿Qué pasa? – preguntó algo confundido mirando la cara de horror de sus amigos.

- Bueno, siendo mi mejor alumno quería que conocieras a tu nuevo profesor…

- ¿Hm? – dijo con toda naturalidad hasta que sus ojos lilas miraron unos de un tono zafiro sumamente conocidos.

Estaba en shock, no podía moverse… ¿Qué hacía él ahí? Momento… ¿Había dicho nuevo profesor? Se quedó estático tratando de decir algo, aunque pareciera que su lengua se negaba a moverse…

- ¿Ritsuka-san? – preguntó preocupada la mujer - ¿Estás bien? O.o

- ¿Soubi…? – logró decir llamando la atención de todos en esa manera tan informal de dirigirse a él, notando lo sucedido decidió corregirlo - ¿Soubi-san?

Y como Soubi pensó, esto no iría nada bien.

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Les agradezco por haber leído este fic n.n que la verdad no me convece mucho... pero bueno, me animo escuchando a Miyavi... aunque sufro sabiendo que jamás iré a un concierto de ese chico ¬¬...

Espero sus reviews, como siempre son de vital importancia para su humilde servidora.

Hasta el siguiente capítulo!