¡Hola!

Antes que nada aclararé el por qué del nombre para ésta historia.

Significado: "La luna es muy Azul"

Hace un tiempo en mis clases de japonés el profesor nos comentó que los japoneses no expresan tan fácilmente sus sentimientos, por eso, en la antigüedad los hombres decían esa frase a la persona que amaban "Tsuki wa totemo aoi desu".

Debo aclarar que no se la veracidad de esto, pero bueno, me gusta y eso bastó para dejarlo como título.

Ahora sí, a lo que nos concierne. Probablemente notarán muchos cambios en la personalidad de cada uno de los personajes pero si no hago esto mi historia no funcionaría de la misma manera, espero lo comprendan y apoyen la idea. Todo comentario y/o sugerencia es bien recibida.

Disclaimer: Digimon pertenece a Toei Animation, esta historia es ficticia, no tiene relación alguna con personas o hechos reales.


月はとても青いです。

PRIMERA PARTE

Capítulo I

"思い出"

La primera vez que Mimi fue de visita a la casa de los Yagami tenía cinco años, sus padres asistían a una reunión que se había hecho costumbre, tratando asuntos de política y medicina. Ese día la niña llevaba puesto un vestido rosa pastel lleno de olanes, adornado con una banda en la cintura, su cabello castaño por completo sujeto en una coleta y los zapatos blancos de charol terminaban por darle la apariencia de muñeca de porcelana que su madre tanto adoraba. Llegando a la enorme mansión se encontraron en la puerta con Yuuko Yagami, amiga de la infancia de Satoe Tachikawa, la madre de Mimi, ella se puso en contacto con los Yagami apenas descubrió que vivían en la misma ciudad; parado junto a ella estaba su hijo Taichi, un año mayor que Mimi.

-Tardaron un poco, comenzaba a preocuparme –les dijo la mujer con voz melodiosa-

-Disfrazaron a Mimi de muñeca, por eso tardaron –susurró el castaño a su madre-

-No la molestes – le ordeno. Después se quedó callada viendo caminar a la niña con la escasa libertad de su cuerpo entre tantos olanes- ¿por qué se empeñará en vestirla así? -Se preguntó sintiendo cierta compasión por la pequeña-

Satoe se acercó alegremente a su amiga seguida por su esposo Keisuke, saludándola fervientemente.

-No han dejado de ser los mismos efusivos de siempre –Se quejó Yuuko, recibiendo a cambio una sonrisa sincera por parte de ambos-

Mimi sintió sobre ella los ojos burlones de Taichi y al mirarlo directamente le enseñó la lengua. Los adultos ni cuenta se dieron de tal gesto y comenzaron a caminar para adentrarse a la casa dejándolos en el hermoso jardín que muy cerca de uno de los ventanales, tenía un enorme árbol de cerezo que comenzaba a florecer; los ojos asombrados de la niña no dejaban de admirarlo, nunca antes había visto flores rosas como aquellas y fue un alivio saber que durante los siguientes años, ese árbol estaría ahí recibiéndola con encanto siempre que visitara la residencia Yagami. Taichi se recargó en el tronco sin dejar de recorrer a Mimi con la censura de su mirada.

-No me mires así – dijo ella -

-No te estoy mirando –Contestó con una ligera sonrisa de burla-

-Ya sé que me veo horrible –dijo haciendo un puchero-

-Claro que no. Es sólo que... te vez rara –apuntó-

Y así era, por supuesto que Mimi Tachikawa era una niña sumamente femenina, amaba los vestidos y el rosa era su color favorito, pero su madre era fanática de los olanes y los listones lo cual se reflejaba en su guardarropa. Está de más decir que a ninguna niña le gusta caminar entre tanta tela, pero eso a su madre no le interesaba siempre y cuando su primogénita luciera como muñeca de aparador.

-Sonrió divertida- Aún así te ganaría en una carrera... –Retó-

-Gáname entonces –Aceptó el chico, comenzando a correr-

Corrió tras él como si nada le estorbara, olvidando por un momento la rectitud y modales que siempre le pedían mostrar, lo siguió y lo vio perderse entre unos altos rosales con flores blancas y con el ceño fruncido trató de darle alcance. El chico no dijo ni una palabra, pero tampoco dejó de mirarla mientras ella exhausta le daba alcance y recargaba su espalda contra el tronco del árbol, sentándose justo al lado del castaño, respiró hondo para recuperarse de la carrera y comenzó a entonar una canción…

Taichi solo atinó a sonreír mientras la observaba persistentemente, mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios.

-¿Te estás burlando de mí?

-Claro que no, ¿por qué siempre piensas que es burla?

-Porque siempre estas molestándome... te ríes y me vez de esa forma.

-¿Qué forma?

-Esa... –dijo acercando su rostro al del castaño- como si te rieras internamente de mí.

-Pues esta vez no es por eso... –Desvió la mirada- Cantas bien...

La castaña solo se limitó a observar detenidamente al chico, se conocían hacía poco y hasta ahora muy pocas veces había sido amable con ella, pero ese comentario la hizo sentir bien... Sonrió cerrando los ojos mientras recordaba el resto de la canción que les habían enseñado en el jardín de niños hacía unos días.

Cuando eres niño, el tiempo pasa tan lentamente que un mes pareciera como mil años, pero claro, no lo notamos porque estamos ocupados pensando en cuánto falta para navidad, cuánto para que termine el ciclo escolar y podamos salir de vacaciones o para celebrar nuestro próximo cumpleaños… Así, a cuatro años exactamente desde la primera visita de Mimi a la residencia Yagami ambos niños habían cambiado el litigio por complicidad y más tarde por una amistad que sobrepasó sus expectativas. Pasaban las tardes de domingo que se veían trepando árboles o corriendo entre las flores, platicaban sobre sus hazañas y sus demás amigos e inocentemente imaginaban sus vidas siendo adultos; pero éste domingo era distinto, todo parecía derrumbarse frente a sus ojos inocentes.

-Todo saldrá bien, no tienes por qué preocuparte –dijo la castaña abrazando a su amigo-

-¿Por qué es tan fácil para ti?, ¿a caso no me extrañarás? –Dijo con un tono triste en la voz pero sin la más mínima intención de derramar una lágrima-

-Lo siento, es solo que... siempre será posible vernos de nuevo ¿no? te escribiré todos los días, llamaré por teléfono y estoy segura de que nos veremos pronto –Sonrió con tristeza en la mirada-

-Tienes razón - esas palabras lo tranquilizaron, ella tenía razón y quería que fuese cierto- Mimi... Gracias...

-No hay de que –contestó-

Continuaron mirándose el uno al otro. Taichi trataba de despejar las últimas palabras de sus padres, se irían y no había nada que pudiese evitarlo. Le molestaba dejarlo todo, su hogar, la escuela, a su mejor amiga...

Después del día tan tormentoso que fue ese domingo, el castaño fue encerrado largo tiempo en el despacho de su casa manteniendo una "conversación" con su padre, sobre la decisión tomada y los reproches de éste que a ningún lado llegarían; se irían de la ciudad y no había vuelta atrás. ¿Su destino? Japón, a una ciudad llamada Odaiba que estaba quien sabe en donde y quien sabe con qué clase de personas. Salió de ahí deprimido dirigiéndose a su habitación y ordenó su equipaje tal y como se lo habían pedido; no quería irse y dejar el lugar donde siempre había vivido, pero sobre todo no quería dejar a su amiga. ¿Qué haría sin ella apoyándolo en momentos parecidos?, se supone que siempre estarían juntos y que nada ni nadie los separaría.

Cuando la noche cayó y Mimi observó las estrellas, reaccionó, las lágrimas que había logrado retener durante el día se apoderaron de ella y un vacío inundó su corazón, sentía como si se lo hubiesen arrancado bruscamente, ¿por qué demonios tenía que irse? Su mejor amigo, la persona que mejor la conocía, ese chico que al principió era tan molesto y que ahora era indispensable en su vida. ¿Cómo sobreviviría sin ella?, no, ¿Cómo sobreviviría Mimi sin su presencia?, sin sus ojos cafés mirándola detenidamente, sin su sonrisa sincera, ¿Sin esa paz que le transmitía a pesar de las circunstancias?... Salió de su habitación y llegó al jardín solo para quedarse estática en un intento por controlar su llanto.

-Quiero verlo –dijo con la voz entrecortada dirigiéndose a su padre, quién la observaba preocupado desde hacía unos minutos-

-Pero hija... ¿a esta hora?

-Por favor, quiero despedirme… -dijo suplicante-

-Bien –dijo dibujando una sonrisa-

Eran las 12:30 AM cuando Mimi tocó desesperadamente el timbre de aquella casa, sus ojos enrojecidos reflejaban el llanto que no se apartaba de ella y que ahora venía acompañado de un pequeño hipeo... Taichi salió corriendo presa de una alegría incontenible combinada con nostalgia, su silueta se dejó ver clara, abrió la puerta y la niña se abalanzó a él aferrándose a su cuello, el castaño respondió su efusividad y colocó el rostro entre el cabello de su amiga...

-Manzana...

-¿Qué? –preguntó confundida-

-Siempre hueles a manzana –sonrío-

-Taichi... –susurró con el rostro lleno de lágrimas-

-Te extrañaré...

-Yo también...

-Promete que nunca me olvidarás.

-Lo prometo, siempre estarás en mi mente... –contestó la castaña-

-Te escribiré todos los días.

-No mientas.

-No lo hago, así será, te lo prometo.

-Entonces yo también te escribiré todos los días – dijo más tranquila, si él no lloraba no le permitiría verla en ese estado o se preocuparía - ¿A qué hora te irás?

-6:00 AM

-¿Te molesta si... me quedo hasta que partas?

-Claro que no... –Dijo sonriendo mientras extendía su mano esperando recibir la de ella-

Ambos entraron a la casa, los padres de la castaña dormirían en la habitación de huéspedes mientras su hija se quedaba con Taichi, seguros de que tendrían mucho de qué hablar, aunque sólo fueran "tonterías infantiles", la vida no sería la misma sin ese niño atrabancado y risueño "una mala influencia para Mimi" según palabras de su padre.

-¿Cuando volverás?

-No lo sé.

-Prométeme que pase lo que pase siempre sonreirás. –dijo la castaña-

-¿Por qué?

-Porque te vez mejor con una sonrisa, por eso...

-Entonces, siempre sonreiré para ti.

Mimi bajó de su cama, se paró frente a la de su amigo y lo miró largamente.

-¿Qué haces?, ¿tengo algo en la cara?

-No... Es solo que no quiero olvidar tu rostro.

-Recuerdo la primera vez que te vi... – dijo el castaño-

-En la oficina de tu padre... –contestó y sonrió-

-Estabas enojada.

-Tú también.

-Fuiste una gruñona, y comenzamos a pelear.

-Solo no quise compartir mis caramelos. –Le enseñó la lengua-

-Eras una tacaña.

-Lo sigo siendo. –dijo sonriendo pícaramente-

-Me alegra que seas mi amiga.

-¿No soy lo mejor que tu pudo pasar? –dijo bromeando-

-Si...

-Tú también lo eres –contestó- Me enseñaste muchas cosas, gracias a ti no soy tan llorona como antes...

-Mimi, ¿en verdad sigues siendo tacaña?

-Puede ser... – dijo mientras volvía a su cama, miró por última vez al chico, su conversación no tenía sentido pero no le importó, el simple hecho de tenerlo cerca la hacía feliz, esa felicidad que nunca más volvería, nunca se atrevería a trepar árboles de nuevo, a patear el agua del estanque, a correr como endemoniada, a gritar libremente lo que se le viniera en gana... nunca más... por que la persona que le daba el valor para afrontar los regaños ante tal comportamiento se iría, ahora sus domingos serían aburridos; ya no iría más a esa casa, ya no vería ese árbol de cerezo que le fascinaba, ni el pequeño estanque con peces, ni las rosas blancas del jardín, ni a sus "tíos" como solía llamar a los padres de Taichi, pero a pesar de no volver a ver nada de eso mantendría vivo su recuerdo.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

-Adiós... –dijo el castaño abrazando a Mimi-

-Hasta pronto...

Ambos sonrieron, tratando de no hace evidente la melancolía que los consumía... Taichi parecía susurrar algo, el sonido ensordecedor de un avión al despegar no dejó que ella escuchara lo que decía, no distinguió bien esas palabras, sin embargo no les dio importancia al sentir los labios de su amigo tocar los suyos... un beso fugaz, el primero para ambos, un beso de infancia, lleno de pureza y sinceridad...

-Ya no seas tan mezquina... –dijo antes de dar la vuelta y seguir a sus padres rumbo al avión-

-No lo seré mas... –respondió con una extraña sensación recorriendo su cuerpo, la melancolía parecía disiparse y en cambio una felicidad inexplicable se apoderaba de ella, él solía ser así, actuaba sin pensar, la reflexión no era el fuerte de Taichi pero esta vez era distinto-

-¡Te llamaré! –Gritó el chico antes de desaparecer-

-¡Más te vale! –Respondió- ¡Adiós Hikari-chan! –Gritó mirando a la niña que se había adelantado un poco con su madre

-¡Nos vemos Mi-chan! –contestó la pequeña hermana antes de desaparecer entre la multitud-

..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨..¨..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨.

..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨..¨..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨..

..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨..

..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨.. ..¨..

思い出[Omoide] - Recuerdos

¿Es notoria mi falta de experiencia? xD

Trataré de hacerlo mejor en los capítulos sucesivos… me gustaría saber que piensan de esta pareja, aún no estoy segura si dejarlos juntos o no ¡opinen!

NOTA: La mamá de Taichi es cirujano y el papá de Mimi médico forense (de ahí que se reunieran a hablar de medicina xP) Lo sé, es raro pero todo es posible en esta historia ;D

¡Hasta la próxima!

ºººMaOkOººº

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

.-.-.-.-.-.-.