PRÓLOGO

Draco se levantó aquella mañana con pereza. No quería casarse, aunque, si tenía que hacerlo, Pansy era la más adecuada. Ella era guapa, inteligente, astuta y su amiga de toda la vida...

-Pero no es Hermione..., no es mi castañita...,-se dijo en un susurro para si mismo, y se dirigió a darse un baño reconfortante-.

O-O-O-O-O-O-O-O-O

Hermione, por su cuenta, ni se planteó ir a la boda de aquel patán estúpido. Draco la había utilizado y luego se lo había restregado por la cara. ¿Quién se creía que era él para tratarla de aquel modo? Durante el último curso había tratado de evitarlo y de ignorarlo, y creyó haberlo hecho bastante bien. Incluso se había enrollado con aquel Ravenclaw, con el que duró un mes entero. Pero cada vez que le veía de espaldas le recordaba a Draco: tenía su mismo pelo, y pensó que terminaría volviéndose loca.

Por suerte ahora estaba de novia con un chico realmente inteligente que trabajaba en el Ministerio. Ella estaría de prácticas aquel verano allí, con él, antes de empezar en la Universidad Mágica su carrera.

Aún así sabía que aquel era el día, y no dejaba de desear fervientemente que el día pasara lo más rápido posible. Si tenía una cosa clara era que al día siguiente no recogería el estúpido periódico Profeta. La lechuza bien podía irse al cuerno, porque no pensaba leer absolutamente nada de lo que pusieran aquellas páginas. Lo tenía decidido, y si algún rasgo caracteriza a Hermione Granger, (además de su inteligencia y su habilidad para meterse en líos junto a Ron y Harry), es su cabezonería.

O-O-O-O-O-O-O-O

Draco se dio su baño relajante, pero, cuando lo terminó, volvió a la triste realidad. Tres horas y Pansy pasaría a ser la señora Malfoy...

La verdad es que el chico no tenía ni la más remota idea de como iba a ser la boda, puesto que no habia participado lo más mínimo. Mientras su madre, su futura suegra y Pansy se habían dedicado a organizar todo, (las dos primeras con mucho más ánimo e ilusión que la prometida, todo hay que decirlo), él se había dedicado a tirarse a todo lo que se movía. Si, lo reconocía: se había comportado como un auténtico cerdo. Había hecho con aquellas chicas exactamente lo que le confesó falsamente a Hermione, pero, ¿qué más le daba a él? Al fin y al cabo, nadie juzgaba a un Malfoy, y tenía suficiente clase como para que no toda la Comunidad Mágica se enterara de cada uno de los líos que el chico había tenido en los últimos tiempos. Para la Comunidad Mágica él y Pansy estaban locamente enamorados, sus padres completamete ilusionados, y el resto importaban un comino.

El rubio se vistió con lentitud su túnica de boda. Era de color negro...

-Como el luto de los entierros...,-rió el rubio con agonía-. Aunque pensandolo bien, mi destino no es muy distinto al de un difunto...,-y se maldijo una y mil veces por formar parte de aquella estupida familia con aquel apellido que llevaba como una maldición pesarosa y horrible-.

O-O-O-O-O-O-O-O-O

Mientras, Pansy, ajena a los pensamientos de su futuro marido, se vestía su túnica de novia. Blanca pura, como la nieve...

-Igual que en el luto de los entierros hindús...,-rió con agonía-. Aunque pensándolo bien, mi destino no es muy distinto al de un difunto..., aunque, claro está..., no me quemarán viva cuando todo esto termine..., sólo mandaré mi propio corazón al destierro infinito de mis deseos..., mi cerebro lo manda todo..., ¿llegaré a ser tan fría como Lucius Malfoy?,-y un gemido de desolación salió de sus labios maquillados y perfilados-. Es la hora...,-y armándose de valor se dirigió al jardín donde el mago oficiador les casaría-.

O-O-O-O-O-O-O

Draco por su parte, se armó de valor para salir de su habitación y dirigirse al jardín. Tenía y debía hacer aquello..., eso era lo que llevaba diciéndose desde que anunció su compromiso a la Comunidad Mágica. No podía fallar a su familia.

Caminó con paso decidido a lo largo de todo el recorrido. Todo estaba precioso. Los pájaros se oían de fondo, un dulce aroma a flores frescas estaba esparcido por todo el lugar, y los invitados estaban sentando en las sillas de color blanco de los lados. Caminó por el pasillo abierto entre las sillas, por la alfombra color verde y plata.

Cuando llegó al final vio al Mago Oficiador, vestido con su atuendo habitual: su túnica de color negro, blanco y gris, (simbolizando éste último color la unión de los dos anteriores). Con un movimiento de varita un dulce sonido comenzó a sonar: las ninfas empezaban a cantar la canción de entrada de la novia.

Momento antes de que eso ocurriera Draco miró el lugar, buscando a gente conocida con la mirada. Varios de sus amigos de Slytherin, algún Ravenclaw..., Snape, e incluso la loca profesora de adivinación estaba allí.

No obstante, la mujer le miraba con intriga en la cara..., y, de repente, sintió un extraño escalofrío que le invadió de arriba abajo..., sintió como si volviera a estar con Hermione en la Torre de Astronomía..., aquella noche...

-Amarillo, negro, marrón o rojo...,-dijo el chico en un susurro inapreciable para todos excepto para él mismo, y sus ojos se abrieron como dos platos. De repente, pareció comprender, y miró a Sybill, que negaba con la cabeza..., y vio un claro "marrón, no negro", gesticulado de sus labios arrugados-.

Y lo comprendió completamente cuando vio a Pansy, caminando al son de la música. Aquello no podía ser así. No era lo correcto...

Y esperó a que Pansy llegara a su lado, para poder decirselo en un susurro, para, al menos, conservar el buen gusto y la clase.

-Pansy..., no puedo...,-le dijo el chico en un susurro-. No me puedo casar contigo...

-¿QUEEEEEEEEEE?,-dijo la voz de Lucius Malfoy desde detrás de él-. Espero no haber escuchado bien, hijo mio, o yo no tendré ningún hijo.

-Entonces yo no tengo padre alguno, señor Malfoy,-dijo Draco mirándole con decisión y determinación-. No me puedo casar con alguien a quien no amo por pura..., fachada, por dignidad y orgullo. Eso es cosa de..., Gryffindors...,-dijo con una dulce sonrisa, mirando a Pansy y guiñándole un ojo, para, a continuación irse del lugar con elegancia y clase, cosa que su padre no consiguió mantener-.

-¿CÓMO PUEDES HACERME ESTO?, ¿quién te ha educado de ese modo?, ¡tú no eres más mi hijo!..., te repudio de mi casa y de mi nombre, y de mis pertenencias. ¡Largo!

Y entonces ocurrió lo que nadie esperaba, Narcisa Malfoy caminó con la cabeza bien alta, y miró a su marido con tristeza en los ojos.

-Siempre supe que llegaría este momento, Lucius... Nadie obliga a mi hijo a hacer lo que no quiere, nadie puede ser tan frío, ni puede tener tan poco humanidad en su interior como tú Lucius Malfoy. Quiero el divorcio...

Mientras Draco caminaba con rumbo indefinido, Narcisa partió tras él, y la gente que había acudido al lugar comenzó a irse.

Puede que Draco se hubiera liberado haciendo aquello,-pensaba Pansy-, pero eso no le hacía olvidarse de que Harry no la quería, no la amaba lo suficiente como para haberlo dejado todo.

-Yo lo hubiera dejado todo...,-dijo en un susurro mientras una lágrima caía por su pálido rostro-.

Parkinson miró a su alrededor. Había pasado media hora desde que Draco se había ido y nadie más quedaba en el jardín. Y se hizo un ovillo, rodeando sus piernas con sus brazos y pensando en que hubiera ocurrido si Draco no hubiera dicho nada.

Cerró los ojos, deseando volver el tiempo atrás, pero la suerte estaba hechada, y ella no podía hacer nada.

-¿Cómo es esto? Una lleva su vida hacia delante o la vida se la lleva a una por delante,-dijo la chica en un susurro, (a ver quien es el listo que sabe de donde he sacado esta frase jejeje)-.

-Buena pregunta..., pero yo tengo otra...,-dijo una voz tímida desde la entrada al jardín-. ¿Dónde está todo el mundo y por qué la novia está sóla?

-¿Harry?,-dijo la chica sin poder creer lo que veían sus ojos-.

-¿Qué haces aquí?

-Me juego por lo que quiero..., me juego por tí...

-Pero...

-Bueno..., no se que habrá pasado, pero creo que, sea lo que sea, se me ha ahorrado mucho trabajo...

-Dales las gracias a Draco...,-dijo Pansy con sonrisa de felicidad en su rostro-.

-Lo haré luego, ahora tengo cosas más importantes que hacer,-dijo el moreno con sonrisa de felicidad en su rostro-.

O-O-O-O-O-O-O-O-O-O

La portada al día siguiente era sonada en Corazón de Bruja: "La boda más esperada del año cancelada a última hora por el novio".

Sin embargo, Hermione no solía leer aquellas cosas, y Harry había desaparecido del mapa el día anterior.

O-O-O-O-O-O-O-O-O-O

Draco, por su parte se quedó a vivir con su madre en la Mansión Malfoy, pues la ley apoyó más a la señora Malfoy a la hora de repartir los bienes del matrimonio. El señor Malfoy se fue a una casita que la familia tenía en la montaña, para pensar sobre los últimos acontecimientos que había azotado su vida, igual que un huracán de desastrosos habían sido los resultados.

El joven Malfoy decidió tomarse un año sabático para olvidarse de todo aquello. Empezó por Portugal, España, Francia..., y continuó visitando Europa..., durante los cinco meses siguientes. No obstante, la idea de Hermione no se borraba de su cabeza. Necesitaba hablarla. Necesitaba..., la necesitaba a ella..., así que partió rumbo Londres en plena noche, apareciéndose sin avisar frente al piso de la joven, y con mano temblorosa llamó a la puerta a las doce de la noche.

Una despeinada y dormida Hermione abrió la puerta tras un par de minutos. Pero todo su sueño se esfumó al ver a Draco allí de pie. Tan guapo, digno y altivo como le recordaba.

-¿No has venido con tu esposa?,-dijo la chica con tono ácido-.

-Para eso tendría que tenerla...

-¿De qué diablos estás hablando?, ¿acaso no ha soportado vivir contigo ni cinco meses y se ha suicidado?

-Tan graciosa como siempre,-dijo el chico entrando sin ser invitado-. La boda no se llegó a celebrar. Hace mucho que no hablar con Potter, ¿cierto?

-Oye...,-dijo la chica ofendida-. ¿Nunca te enseñaron que es de mala eduación entrar en casa ajena sin ser invitado?

-Que descortés por mi parte. Disculpa..., pero es que no tengo tiempo para tonterías de ese tipo. Vengo a hablar contigo..., y como se que me ibas a hechar a patadas...

-¿Y por qué crees que no te hecharé ahora?

-Porque soy más fuerte que tú...

-¿Qué...?,-dijo la chica mirándole con miedo-.

-Sólo quiero que me escuches. Necesito hablar contigo..., te necesito..., Hermione.

-No fue eso lo que dijiste hace varios meses atrás, ¿recuerdas?

-Me extraña que no te dieras cuenta entonces,-dijo el chico caminando por el salón-.

-¿De qué?

-De que te mentí..., siempre pensé que eras muy..., observadora y metomentodo...

-Eso no ayuda, Malfoy,-dijo la chica cruzándose de brazos y mirándole con odio-.

-Me encanta esa mirada tuya. Hacía mucho que no me despreciabas ni odiabas tan abiertamente, ¿sabes? Casi lo había olvidado.

-Pues yo no he olvidado tus últimas palabras, Malfoy...

-Ya te dije que te mentí

-¿Por qué?

-Para protegerte...

-¿De qué?

-Del dolor...

-Fue peor la cura que la enfermedad

-¿Y qué querías que te dijera?, ¿que te quería pero que no te podía tener?, eso hubiera sido peor, creeme.

-¿Por qué?

-Porque te conozco. Igual que se que me tú me quieres...

-Yo no te quiero..., yo he..., rehecho mi vida con un chico maravilloso llamado Matt...

-Del que no hay..., ninguna foto en ninguna parte...,-dijo el chico astutamente-.

Hermione abrió la boca para volver a cerrarla sin decir nada, absolutamente nada.

-Lo siento, ¿vale?, ¿qué más quieres que diga?

-Que eres un estúpido, un prepotente, un celoso, un arrogante, un...

-Vale, vale...,-le cortó Draco, algo irritado-. ¿Pero sabes una cosa? Eso es porque te quiero.

-No. Eso es porque naciste así..., o puede que lo mejoraras con la práctica..., quien sabe...

-Vamos castañita de mi corazón..., tú sabes que te quiero...,-dijo el chico acorralándola entre él y la mesa del salón-.

-¡Apartate, Malfoy!

-¿Acaso te pongo nerviosa?

-Si..., no...

-¿Sí?, ¿y no será porque te sientes atraída por mi, porque me deseas, porque...?

-¿Te odio?

-Me quieres...,-dijo el chico besándola con pasión y salvajismo igual que había hecho tan amenudo meses atrás. Y Hermione simplemente respondió a su beso, y con sus piernas rodeó la cadera del chico, volviendo a un viejo juego que hacía tiempo que no compartían, (al menos, no juntos), pero con una diferencia..., en aquel momento los dos sentían amor-.

FIN