He aquí mi primer fic para No tengo mucho de lo que prevenir, tan sólo decir que no he visto nada del anime, sólo he leído el manga hasta el tomo 17, y ando un poco perdida, por lo que quiero pedir perdón de antemano por los errores que pudiese cometer en lo referente a nombres de técnicas y demás. Si créeis que podeis ayudarme en ese aspecto, os agradecería que me dejáseis un review al respecto.

Supuestamente, Ojos de Jade se desarrolla entre seis meses y un año después del examen de chuunin, todos los personajes, o al menos casi todos, tienen un año más y han alcanzado el rango de chuunins. Tras estas explicaciones, creo que puedo dejaros leer en paz xD

Sólo una cosa más:

Disclaimer: Naruto, sus personajes, lugares y técnicas son propiedad de Masashi Kishimoto. Tan sólo el argumento me pertenece

Ahora sí


OJOS DE JADE

Capítulo 1 – Espirales de sharingan

Las campanillas de la puerta de la floristería de los Yamanaka tintinearon una vez más. Ino bufó, fastidiada. En lo que llevaba de tarde había recibido muchísimos clientes que la habían mantenido ocupada hasta la extenuación. En aquel momento, a última hora de la tarde, una vez había logrado despachar todos los pedidos y sentarse tranquilamente en la trastienda, la llegada de un nuevo cliente con todas las exigencias que ello conllevaba se le antojaba como una maldición enunciada por algún dios enojado con su familia en general y con ella en particular.

-Ya va, ya va –gruñó mientras salía al mostrador.

Al otro lado de éste esperaba una chica de su misma edad, de cabello rosado y ataviada con un vestido rojo ya mítico.

-¿Haciéndole los recados a mami, frentuda? –Preguntó la joven Yamanaka, con tono burlón.

Sakura se dio la vuelta y la miró con sarcasmo.

-Sí, me ha pedido que me pasara por la pocilga y aquí estoy –respondió, con una sonrisa cargada de malicia.

-En tal caso¿por qué no vuelves a casa? Aquí no creo que encuentres lo que buscas –la pelea crecía en tono.

-Más bien al contrario, Ino: me he topado con la cerda más cerda de todo el redil.

Las miradas de las dos chuunins se encontraron en un vacío en que la tensión crecía y crecía a un ritmo estremecedor, que afortunadamente fue rota por una alegre voz:

-¡Hola, Ino-chan¡Hola, Sakura-chan!

Un chico de unos dieciocho años y cabello pajizo cerraba la puerta de la floristería, dedicando una radiante sonrisa a las beligerantes jóvenes. Se trataba de Yoshiro Yamanaka, primo de Ino, que había vivido con ellos, en aquella casa, desde que no era más de un genin. Había presenciado prácticamente toda la vida de Ino y Sakura, a las que apreciaba honestamente, y sabía que ese tipo de peleas tenían que ser detenidas por un tercero para que volviesen a su estado natural: el de amigas inseparables.

-¡Yoshiro-kun¡Hacía mucho que no te veía! –Exclamó Sakura, gratamente sorprendida.

-Cierto. Estas últimas semanas he estado de misión. Por suerte tengo unos días para descansar... ¿Y qué tal tú¡Ah¡Enhorabuena por haber obtenido el rango de chuunin!

-Muchas gracias –respondió la Haruno, sonriente-. Ahora mismo no tengo ninguna misión, pero no creo que tarden mucho en asignarnos una. Mientras llega, me dedico a hacer recados para mi madre y a molestar a tu prima –acompañó lo último con una significativa mirada.

-Eso está bien –rió Yoshiro-. Además, ya veo que tu madre te tiene muy ocupada –comentó, señalando las abultadas bolsas que cargaba la chuunin.

-Es más¡terriblemente ocupada! Mañana es su cumpleaños y quiere una celebración por todo lo alto, aunque vayamos a estar sólo mis padres, mis abuelos y yo.

-¿Y te manda a comprar... flores? –Intervino Ino.

-No, qué va. El de las flores es mi padre, quiere una docena de crisantemos blancos –aprovechó Sakura para hacer el pedido-. Cada año le regala a mi madre un ramo de flores distintas, siempre blancas. Es su color preferido.

-Me extraña que no sean rosas –comentó Yoshiro.

-Mi padre se reserva las rosas para el año en que menos se las espere –explicó Sakura-. Son un tópico demasiado extendido.

Ino escogió las flores cuidadosamente entre las más lozanas y brillantes del macizo en que se amontonaban, tan delicadas que parecían, en conjunto, una enorme bola de nieve recién caída. Las fue juntando en un ramo, dándoles una forma atractiva a la vista pero también cómodas para su transporte, mezclando entre ellas tallos y hojas verdes que propiciaran el juego cromático.

-¿Y vuelves sola a casa ahora? –Preguntó Yoshiro, curioso.

-Claro –respondió la Haruno, encogiéndose de hombros-. No me queda otra.

-Puedo acompañarte si quieres –se ofreció, solícito.

-No hace falta, Yoshiro-kun, muchas gracias. No es tan tarde, lo que pasa es que ya casi es invierno y anochece muy pronto.

-¿Estás segura? Esta niebla... –insistió el jounin.

-Conozco esta villa como la palma de mi mano, no me pasará nada. Y si me pierdo, siempre puedo ir a casa de algún amigo, los tengo repartidos por toda la villa.

-¿Te refieres a Naruto¿O tal vez a Lee? –Metió baza Ino- Estoy segura de que a cualquiera de ellos les encantaría tenerte en casa.

Sakura prefirió omitir una respuesta. Estuvo charlando un rato con Yoshiro hasta que la Yamanaka hubo terminado con el ramo. Una vez hubo pagado, cuando se disponía a despedirse, Ino preguntó:

-¿Podrás venir mañana a dormir a casa? Con lo del cumpleaños de tu madre, lo mismo tenemos que aplazar los planes...

-No te preocupes, Ino-chan, tendrás tu fiesta de pijamas, al menos en lo que a mí respecta –la tranquilizó Sakura-. A propósito¿quién viene?

-De momento, seguras sólo estamos Tenten, tú y yo.

-¿Y Hinata? Quedamos en que trataríamos de integrarla.

-La he llamado –se defendió Ino-, pero sólo me ha dicho que tendría que hablarlo con Neji. Por eso no la he considerado segura. Con esa familia que tiene...

Sakura se encogió de hombros.

-Es lo que hay. Ni tú ni yo podemos hacer nada al respecto, sólo esperar a que nos responda.

Ino asintió con la cabeza.

-Bueno, me voy –se despidió la Haruno- ¡Adiós!

-Adiós, Sakura-chan –respondió Yoshiro.

-Hasta mañana, frentuda –refunfuñó Ino.

La chuunin caminaba a buen paso por las calles de Konoha. Faltaba menos de un mes para la llegada oficial del invierno, que vendría acompañado, como siempre, de abundantes nevadas que aislarían parcialmente la villa de posibles ataques enemigos. El invierno en Konoha era, aunque duro, una época de bastante tranquilidad.

El otoño se hacía sentir en los amaneceres de color ceniza, los cielos cubiertos de nubes, las lluvias ocasionales repartidas a lo largo de toda la estación y los anocheceres tempranos y casi repentinos, pues la luz se desvanecía en apenas hora y media. Ésa era la razón de que fuese ya noche cerrada, apenas iluminada por las trémulas y precarias luces de neón. El viento, cortante, traía ráfagas frías de las montañas. "Lloverá en menos de una semana" se dijo. La niebla se arremolinaba a sus pies. Al cabo de unos minutos de caminata, Sakura se detuvo en seco. Ya no era capaz de ver más allá de sus narices, y tenía la desagradable sensación de estar siendo observada. Asiendo con fuerza las bolsas de plástico, lanzó una mirada a su alrededor. La niebla podía ser tanto una ventaja como un inconveniente, pero en aquellas condiciones, se inclinaba más por lo segundo. Recordó que no había llevado ningún arma encima, y se reprendió por ello. Era una presa fácil.

Los pasos no se hicieron esperar. Sakura identificó la dirección de que provenían, de manera que se giró hacia su posible oponente. Al cabo de unos segundos de espera, una silueta se fue perfilando en la blanca niebla. Era la silueta de un hombre alto, bien formado, vestido con un traje ninja ceñido, que marcaba sus músculos. Parecía desarmado, pero Sakura creyó preferible desconfiar. Echó el cuerpo hacia atrás por instinto y preguntó:

-¿Quién eres?

-Un amigo –respondió el desconocido, ya a poca distancia. Su voz era varonil y sus rasgos, apenas distinguibles en la penumbra, no podían evitar recordarle a alguien.

Se sostuvieron la mirada durante unos instantes hasta que el hombre, con un rápido gesto, se aproximó unos pasos a Sakura y activó su técnica.

Sharingan

Ni siquiera hizo falta que él pronunciara el nombre de la técnica, ella la conocía muy bien. Sin embargo, aquel sharingan era diferente al de Sasuke, tenía un poder muy distinto. "Pero el sharingan es la técnica Barrera de Sangre de Sasuke-kun¿quién...?" A Sakura no le hizo falta mucho más para atar cabos y comprender quién era su oponente.

Uchiha Itachi

El terror se apoderó de ella. Quedó clavada al suelo, con la vista fija en los ojos rojos del mayor de los Uchiha, el asesino que acabó con todo el clan. Sakura quiso abrir la boca para pedir ayuda, pero la voz se le petrificó en la garganta. Las asas de las bolsas resbalaron de sus manos, el ramo de crisantemos cayó al suelo, desprendiéndose algunos pétalos de sus cálices. Un repentino sopor se adueñó de la consciencia de Sakura, cuyo cuerpo, de repente muy pesado, se desplomaba sobre la calzada.

-...Sasuke...kun... –alcanzó a susurrar.

El asesino del clan Uchiha alcanzó a sujetar a la Haruno antes de que su cuerpo golpeara el suelo. Tomándola entre sus brazos, se desvaneció con ella en la niebla.

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Unos violentos golpes en la puerta de su casa despertaron a Naruto, que dormía a pierna suelta en su cama. Malhumorado, farfullando, se levantó y abrió la puerta, para encontrarse cara a cara con Konohamaru.

-¿Qué demonios quieres? –Bramó.

-¡Naruto nii-chan, te traigo noticias! –Anunció el nieto del Cuarto Hokage.

-¡Tus pijadas me importan un cuerno¡Aún tengo una hora y media de sueño por delante!

Iba a cerrarle la puerta en las narices, cuando Konohamaru pronunció las palabras mágicas:

-Es acerca de Sakura.

Naruto alzó una ceja, curioso. Haciéndose a un lado, gruñó:

-Más te vale que sea interesante.

Konohamaru entró en la destartalada vivienda del jinchuuriki y se situó en medio del salón, si es que se podía llamar así a la habitación amueblada únicamente con un sofá raído, una antediluviana televisión y una mesita en que se amontonaban varios cuencos grasientos que debieron contener ramen. Naruto, tras cerrar la puerta, entró al salón tras el nieto de Sandaime.

-Naruto nii-chan, este sitio es una pocilga...

-¡A callar! Cuando sea Hokage viviré en la mejor casa de toda Konoha, tendré la televisión más cara, la cama más grande, el sofá más cómodo, la mejor colección de cómics hentai y siete criadas que limpien todos los días. Pero mientras llegue ese día, esto es lo que hay. Y ahora, Konohamaru¿quieres decirme de una vez qué pasa con Sakura-chan?

-Ah, sí, eso. Escúchame bien... ¡Sakura ha sido secuestrada!

-¿Qué!

El Uzumaki miraba al niño con los ojos abiertos de par en par y la boca deformada en una mueca de sorpresa y terror. Esto, unido a su pijama azul y su gorrito de dormir con forma de osito panda, configuraba una de las escenas más cómicas que Konohamaru había tenido ocasión de presenciar, pero la gravedad de la situación le impedía soltar una fuerte carcajada.

-Repite eso –ordenó Naruto.

-Que Sakura, tu compañera de equipo, ha sido secuestrada –obedeció el nieto de Sandaime.

-¿Cómo¿Cuándo¿Dónde¿Por qué¡¿Quién ha sido el cabrón¡¿Y tú cómo te has enterado, Konohamaru! –Le bombardeaba a preguntas.

-Esta mañana Iruka-sensei tenía unas ojeras hasta el suelo, y cuando le he preguntado que por qué tenía esa cara, me ha respondido que ayer Sakura salió a hacer unos recados y que no había regresado a casa en toda la noche... Sus padres han movilizado a casi todos los jounins y chuunins de Konoha para buscarla, pero sin resultado. Lo único que han encontrado han sido sus bolsas y un ramo de flores tiradas en medio de la calle, cerca del centro... Los padres de Sakura están negociando con Tsunade el mandar a unos cuantos ANBUs a su rescate.

-¿ANBUs? –Repitió Naruto, pasmado. Los ANBU eran la patrulla asesina de élite¿y querían mandarlos a la búsqueda de una recién nombrada chuunin de trece años¡Las buenas costumbres desaparecían a marchas forzadas!

-Sí, bueno, ya sabes, Naruto nii-chan, los Haruno son una familia de mercaderes bastante ricos, y Sakura es su única hija... es natural que traten de recuperarla por todos los medios.

-Supongo –masculló Naruto, haciéndose el longuis. Él no tenía padres, y de hecho no los recordaba, así que las relaciones paterno-filiales escapaban al límite de su comprensión. Cambió de tema al recordar- ¡Ahí va¡Sasuke y los demás no lo sabrán¡Tengo que ir a contárselo!

El jinchuuriki salió a trompicones del salón, dejando solo a Konohamaru, e invirtió cinco minutos escasos en vestirse, pasarse los dedos por el pelo, echarse algo de agua en la cara y anudarse la bandana con el símbolo de Konoha de manera que éste quedase sobre su frente.

-¡Vamos, Konohamaru! –Ordenó.

-¿Eh¡Ah¡Hai! –Balbució el niño, tratando con todas sus fuerzas de adaptarse al frenético ritmo del portador del Kyuubi.

Los dos muchachos atravesaron las calles de Konoha tan rápido como se lo permitían sus piernas hasta llegar, ya al borde del síncope, al puente rojo de madera en que Kakashi solía citar a sus tres alumnos. Aquella mañana, sin embargo, había más gente de que de costumbre, ya que se encontraba un nutrido grupo de chuunins, compañeros de Naruto: Shino Aburame, Kiba Inuzuka, Hinata Hyuuga, Chouji Akimichi, Shikamaru Nara, Rock Lee, Tenten Neji Hyuuga y, naturalmente, Sasuke Uchiha. Todos parecían bastante nerviosos, sin duda porque, por extraño que pudiese parecer, ninguno de los profesores de los cuatro equipos se había presentado. Sólo Sasuke, Neji y Shino se mantenían tranquilos: El Aburame y el miembro del Bouke porque sus personalidades les hacían permanecer impasibles ante todo tipo de situaciones, y el Uchiha, sencillamente, porque estaba más que acostumbrado a los retrasos de Kakashi. Justo en ese momento, Naruto preguntó:

-¿Eh¿Dónde está Ino?

-No ha venido –explicó sucintamente Shikamaru.

Rápidamente, Naruto ató cabos mentalmente. Aunque rivales por la atención de Sasuke, Ino y Sakura eran mejores amigas. Sin duda, la joven Yamanaka ya sabría acerca de la desaparición de la Haruno, y ello explicaría su ausencia.

-¡Yo sé por qué no está Ino! –Exclamó Konohamaru, exaltado.

Nueve pares de ojos se posaron sobre el nieto del Tercer Hokage, que disfrutaba de la momentánea atención de los chuunins. Sin embargo, Naruto le tapó la boca con las manos.

-¡No lo digas. Konohamaru!

El niño intentó protestar, pero las palmas del rubio jinchuuriki, apretadas contra su boca, se lo impidieron.

-Naruto... –comenzó a decir Shino, sin mostrar ni un atisbo de expresión tras sus redondas gafas de sol- ¿Qué es lo que Konohamaru no puede decirnos?

Las miradas, ahora molestas, se volvieron al portador del Kyuubi. Éste rió nerviosamente.

-Bueeeno, esto... je je je je... Konohamaru, esfúmate –siseó al oído del nieto de Sandaime, al tiempo que le daba un empujón para lanzarlo calle abajo-. Veréis, es que... Konohamaru me ha traído una noticia –anunció finalmente, poniéndose repentinamente serio.

-Oh, déjame adivinar –habló Sasuke, con tono de burla-: Científicos de la Villa Oculta de la Hoja han descubierto un método revolucionario para cultivar ramen de colores.

Naruto le miró, iracundo:

-¡Déjate de tonterías, dobe¡Es algo mil veces más grave que eso¡Han secuestrado a Sakura-chan!

El silencio se hizo unos segundos, hasta que Lee, con llamaradas en los ojos, exclamó:

-¡Es mi deber rescatarlaaaaaa!

-¡Para, idiota! –Le regañó Tenten, dándole un capón- ¿Acaso sabes dónde está?

-¡Por supuesto que no¡Pero lo averiguaré! –Aseguró el chico.

-¡Tenemos que ponernos en marcha! –Le apoyó Naruto- Si la encuentro antes que las patrullas ANBU¡tendré más puntos para convertirme en Hokage!

Se hizo un nuevo silencio en el grupo, roto finalmente por Kiba:

-Han... ¿Han mandado ANBUs en su búsqueda¡Ni que la niña llevase colgadas del cuello las llaves del Tesoro de Konoha!

-Cosas de sus padres –explicó Naruto-. Como es hija única, pues...

-T-tal vez por eso... –sugirió Hinata, bajando tímidamente la mirada- ...no hayan venido aún los profesores...

-Seguramente –convino Shino.

De repente, Tenten lanzó una mirada a Sasuke y le dijo:

-¿Y tú qué, héroe del clan legendario¿No tienes nada que decir?

-Hmph –fue la única respuesta del aludido.

-Pasad de él –aconsejó Naruto, con retintín-. El señor Uchiha sólo se preocupa por su venganza.

-Pues mira, ahí tienes razón –respondió Sasuke, visiblemente picado-. Sólo me preocupa mi venganza, y si a Sakura la han secuestrado, pues mala suerte. Si se hubiese dedicado a aprender algo útil en vez de elegir modelitos, no le habría pasado nada.

-¡Eres de hielo, Sasuke¿Acaso no tienes sangre en las venas? –Preguntó Tenten, entre sorprendida y asqueada por su actitud.

-Sí que tiene, Tenten-san –respondió Naruto, mientras sacaba una kunai de un bolsillo-. Y ahora mismo te lo voy a demostrar...

Justo en ese instante, Kakashi se materializó entre ellos, sujetando al chico zorro.

-Quieto, Naruto. Ya tengo muchas cosas en que pensar, no provoques más problemas.

-¡Kakashi-sensei¿Has oído lo que ha dicho Sasuke? –Protestó el rubio.

-Sí, lo he oído –suspiró el jounin-. Chicos, vamos a dar clase. Asuma, Kurenai y Gai vendrán enseguida, así que esperadles, por favor.

-¿Y Sakura? –Preguntó Lee, con el ceño fruncido.

-Desde ahora, su rescate está en manos de los ANBU. Nosotros no podemos hacer más.

-¡Pero...! –Trató de protestar Naruto.

-Ahora sólo eres un chuunin, y fuiste nombrado hace apenas un mes. Tendrás que mejorar mucho para encontrarla –el tono de voz de Kakashi revelaba cansancio, pero también una profunda tristeza, aderezada quizá, con tintes de desesperación.

Naruto cerró los ojos, sintiéndose impotente ante la repentina desesperación de Sakura.

-Algún día... –comenzó a susurrar, haciendo que los presentes se volviesen hacia él- ¡Algún día seré lo suficientemente como para salir a buscar a Sakura-chan¡Lo prometo¡Y después, seré Hokage!

Imbuido por el ánimo y las fuerzas del Kyuubi, alzó el puño derecho al cielo y sonrió.

"Algún día, Sakura... ¡te lo prometo!"

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Sakura despertó, confundida aún, con el cuerpo agarrotado y un fuerte martilleo en las sienes. Lo primero que vio al abrir los ojos fue un anodino techo inmaculadamente blanco de que colgaba una lámpara barata que se encontraba apagada. La leve luz, de color ceniza, entraba de un ventanal velado a medias con una cortina oscura. La chuunin se incorporó y miró a su alrededor. Aquello parecía un hotel barato: la moqueta raída, la cama excesivamente blanda por el somier seguramente roto; las sábanas suaves, gastadas por el uso; los muebles de plástico que pretendían emular a la madera...

-Veo que al fin te has despertado.

Sakura se giró, como impulsada por un resorte. Itachi Uchiha entraba en la habitación, llevando en una de sus manos una bolsa de plástico. La joven quiso gritar, pedirle explicaciones, pero algo dentro de sí la detuvo.

-Pensé que tendrías hambre y he comprado esto –el primogénito de los Uchiha se sentó a su lado y extendió el contenido de la bolsa por la superficie de la cama-. Espero que encuentres algo que te guste, la verdad es que como no conozco tus gustos he ido completamente a ciegas –observó a Sakura unos instantes en silencio mientras ésta inspeccionaba las compras y finalmente insistió-. ¿Encuentras algo que te guste?

Ella tomó una pieza de bollería en silencio, como una zombie. Se deshizo del plástico que la cubría y comenzó a comerla. Apenas llevaba tres bocados cuando preguntó, con voz casi inaudible:

-¿Por qué?

Itachi la miró de reojo, sonriendo maliciosamente. Siempre había disfrutado con el terror de otros.

-Porque en Konoha te estaban desperdiciando –respondió, escueto.

-No entiendo –dijo una confusa Sakura, apartando el bollo de su boca.

-Verás –Itachi se acomodó hasta situarse de cara a ella y comenzó a explicar-¿te suena una legendaria técnica conocida como Ojos de Jade? Aparece en las leyendas antiguas de la Villa de la Hoja, seguro que te contaron esos cuentos cuando eras pequeña –Sakura asintió, aún sin comprender muy bien-. Bueno, pues esa técnica, Ojos de Jade, no es del todo una leyenda. Fue el obsequio de un benévolo dios a una familia, para agradecerles su ayuda en la guerra contra otro dios, al que vencieron. Furioso, el perdedor maldijo a la familia que había recibido el Ojos de Jade, haciendo que las habilidades de la técnica se viesen empañadas por terribles desgracias. Ojos de Jade es una técnica divina, pero quien la utiliza muere joven, tras una larga y dolorosa agonía, pues la técnica no consume sólo su chakra, sino también su alma, es decir, su energía vital¿me explico? –Sakura volvió a asentir, aterrada- Bien, pues una vez más, el poderoso dios benévolo acudió en socorro de sus protegidos y, aunque era incapaz de revertir la maldición de su enemigo, concedió un alivio a la estirpe: cada cinco generaciones nacería un individuo bendito con la recesión de la maldición en su persona, de manera que podría desarrollar la técnica sin temor a la muerte. Todo un alivio¿no te parece?

-Sí. ¿Pero qué tiene todo eso que ver conmigo?

-A eso voy. La familia predilecta del dios eran los Haruno.

-Co... ¿cómo? –Repitió la chuunin, sin creer lo que oía.

-Así es. Tu familia fue la receptora de la bendición del dios, de la legendaria técnica de los Ojos de Jade.

-¡Pero eso es imposible! Pocos miembros de mi familia son ninjas, casi todos son comerciantes, y así ha sido durante generaciones. Yo misma me hice genin sólo para... –la chica se detuvo, consciente de que darle sus motivos a él sólo le traería problemas.

-Para estar más cerca de mi hermano Sasuke. Ya lo sé –ella abrió los ojos de par en par-. Sin embargo, déjame explicarte por qué en tu familia hay tan pocos ninjas: una vez que los Haruno hubieron comprobado cómo morían valerosos guerreros a causa de la técnica de los Ojos de Jade, se decidió por consenso dejar de utilizarla y abandonar las prácticas de ninjutsu para evitar riesgos. Durante casi dos siglos no surgió ni un solo ninja en la familia, desperdiciando así el poder divino. Finalmente, uno de tus antepasados, Kiyoshi Haruno, decidió romper aquella tradición y emprender su carrera como ninja. Participó valerosamente en las primeras Guerras Ninja, pero lamentablemente no era uno de los receptores del don salvador y murió pronto. Su hijo, Renjiro, sí que fue receptor del don, y luchó siguiendo los pasos de su padre. Sin embargo, no son más que excepciones dentro de la estirpe de cobardes que no se atrevió a desarrollar sus habilidades.

Tras la arenga, Itachi se puso en pie para beber agua. Al regresar, Sakura le preguntó:

-¿Y a dónde quieres llegar con todo eso¿Me estás diciendo que soy la elegida dentro de la quinta generación?

-Exactamente. Veo que las pillas al vuelo.

-Pero eso es imposible, yo no sirvo más que para hacer cálculos y concentrar el chakra.

-Eso es porque te están desperdiciando, como dije antes. Kakashi te ha dejado de lado en los entrenamientos, aunque lo haya hecho inconscientemente. Para cualquier profesor resulta más gratificante enseñar a alguien que demuestra progresos o una gran fuerza, como el jinchuuriki o mi hermano, y tú sencillamente no destacas.

Sakura bajó la cabeza. Sus palabras eran muy duras.

-Por eso te he traído conmigo, Sakura. Yo te entrenaré, haré de ti una diosa.

-¡No quiero ser una diosa que ayuda a los perros de Akatsuki¡No quiero ser una diosa que traiciona a su Villa! –Estalló la chuunin.

-Vale, vale, Sakura, lo he entendido, pero no grites. Mira, he abandonado el Akatsuki –replicó Itachi, con voz cansada.

-¿Cómo? No me lo creo.

-Digamos que... empezaba a cansarme de todos ellos. Ahora soy un fugitivo, tanto de Konoha como de Akatsuki. Llevarte conmigo implica exponerte a numerosos riesgos, pero antepondré tu seguridad a la mía. Lo juro.

Sakura alzó una ceja.

-¿Y cómo me aseguras que no quieres convertirme en tu arma para deshacerte de aquellos que te molestan?

Itachi la miró, sorprendido, para echarse a reír a continuación. Se deshizo en carcajadas bajo la severa mirada de la chuunin hasta que finalmente, mirándola a los ojos con expresión divertida, anunció:

-Eres realmente ágil, Sakura. No voy a hacerte mi arma, aunque lo cierto es que esa idea es propia de mí, lo reconozco. No obstante, tengo una manera de que creas en mí –se levantó, rebuscó entre los pliegues de su capa (ya no la de Akatsuki, sino otra totalmente negra) hasta sacar una daga cuyo mango era un dragón dorado con las fauces abiertas-. Ésta kodachi ha permanecido en mi clan durante generaciones, y fue lo único que me llevé después de asesinar a toda mi familia. Podría decirse que es mi posesión más preciada. Aún así, te la doy, y si en algún momento te traiciono, húndemela en el corazón y lleva a cabo tu venganza.

Sakura inspeccionó los detalles de la labrada empuñadura y de la brillante funda. Finalmente, anunció:

-Imagino que no me queda otra opción que obedecerte.

-Imaginas bien –convino Itachi.

Sakura calló. Era consciente de estar traicionando a su Villa, a su familia y a Sasuke al aliarse con un criminal de rango S, el más buscado de Konoha. Sin embargo, su deseo era más fuerte que su lealtad en ese momento.

-Quiero ser fuerte. ¿Me... ayudarás?

-Te convertiré en la heroína de las leyendas futuras. Con tu poder y mis conocimientos, nada nos detendrá.

Sakura esbozó una sonrisa. "Espera y verás, Sasuke-kun. Me haré tan fuerte que tendrás que detenerte a mirarme. No podrás volver a ignorarme jamás"

-¿Y cuando empezamos? –Preguntó, ansiosa.

-Más te vale descansar –advirtió Itachi-. Tu entrenamiento comienza mañana.