Notas de la autora: Mi segundo fic de Grav, originado por mi anhelo y el de mi sis Juny S-Tao de ver a Shu con pancita n.n Espero les guste y me hagan llegar sus quejas y sugerencias así hacemos el fic juntos.

Como en todas mis obras anteriores, este primer cap es tan sólo uno de prueba para catar el recibimiento que tiene el fic. Si los resultados son favorables, con gusto lo continuaré hasta que se harten n.n En cuyo caso, actualizaré lo más rápido que pueda dependiendo de los reviews, que son mi inspiración. Cada entrega (si continúo con el fic) será de no menos de cuarenta páginas. Así que si tardo en las actualizaciones, sabrán comprender o.o

Declaimer: Gravitation no me pertenece. Pero eso no detiene a mi mente perversa...

Advertencias: Que de plano, es un fic mío... Así que: Yaoi (relación amorosa chico-chico), Mpreg (embarazo masculino), personajes OOC, lemon gráfico, sado-maso leve, malas palabras, etc, etc.

Parejas: YukixShu, sobre todo, y un poco de TatxRyu y KxHeero (me pegó fuerte el remix 7)

Género: Romance - Humor - Drama (o eso intentaré)

Raiting: M

Summary: Shuichi descubre que quedó embarazado accidentalmente luego de una romántica noche de aniversario con Yuki. Pese a estar feliz por la noticia, teme a la reacción de su pareja. El escritor deberá acostumbrarse por las malas a tener a un Shuichi mucho más emotivo y dramático de lo usual, y aceptar el hecho de que ya no es lo más importante en la vida del cantante.

Chapter summary: Shuichi descubre que está embarazado y teme que al decírcelo a Yuki, el escritor lo abandone; por lo que decide ocultarlo por un tiempo. Pero la extraña conducta del cantante no pasa desapercibida por su novio y compañeros de trabajo. Pequeño KxHiro y lemon de TatsuhaxRyuichi (de 10 paginas). Número total de páginas: 55

"Mi bello imprevisto"

By Nadesiki Takase

Capitulo Uno:

"Envío no solicitado"

Amaneció con una luminosa sonrisa en el rostro y la conservó durante el transcurso del día, omitiendo propositalmente el hecho de que su -hace tan solo unas horas- maravilloso novio no estaba en el lecho que compartieron la desenfrenada noche anterior para darle los buenos días, como le hubiese gustado.

Pero aquello no desairó al Shindou Shiuchi; no señor. Se levantó tarareando como normalmente sucedía luego de las sesiones de sexo -MUY frecuentes- con su voluptuoso y talentoso rubio amante, y fue a trabajar rebosante de alegría, no sin antes despedirse de su novio y recordarle lo mucho que lo amaba mediante una efusiva demostración de cariño que usualmente irritaría de sobremanera al objeto de su afecto. Pero no ese día, que casualmente era el día después de su aniversario de dos años.

Después de haber pasado tan maravillosamente el día anterior con su koi, Shuichi llegó al trabajo desbordante de energías, listo para enfrentar la larga jornada de entrevistas, ensayos, sesiones de fotos y reuniones que le aguardaba. Y pese a que todo lo realizaba con la mejor voluntad en mucho tiempo, no podía evitar emitir suspiros de enamorado y anhelar correr a los brazos del novelista, esperando encontrarlo tan cariñoso y accesible como había sido el día anterior.

Sencillamente, Yuki se había comportado magníficamente: le hablaba con cariño y ternura casi tangibles, sus ojos brillaban y lo observaban con detenimiento inusitado en él, como si se deleitarla con ello... Y dejó sobre su piel suaves caricias afectuosas en variadas ocasiones durante el transcurso de la celebración...

Porque como ya se había mencionado antes, había una razón perfectamente valedera que explicaba el insospechado cambio de actitud del escritor: La noche anterior habían cumplido dos años de noviazgo, y el pelirrosa le había estado atosigando por semanas, tratando de convencerlo de celebrar la fecha saliendo a cenar y realizando alguna actividad especial... ¡Ah!. Y claro, no podía faltar el exuberante desenlace romántico para culminar tan memorable celebración, que dejó al artista andando de un lado a otro de la discográfica con corazones en los ojos y una legible expresión de idiota satisfecho, a leguas comprensibles para aquellos que lo conocían bien, interpretándola acertivamente como: "Lo montaron anoche como Dios manda u.u"

Shuichi reconocía el colosal esfuerzo que implicaba para el rubio ese comportamiento afectuoso y romántico, que muy bien sabía no era parte de la naturaleza de su amado koi. Por ende, quedó encantado con ello, hasta el punto de largarse a llorar emocionado cuando oyó a su admirado y enaltecido amante susurrarle palabras de cariño NO LASCIVAS al oído... Para luego seguir llorando con mayor intensidad cuando un novelista claramente preocupado y consternado le preguntaba serenamente lo que le sucedía, en lugar de largarle el habitual: "¿Qué rayos te sucede, baka?".

Si. Definitivamente habían sido demasiadas emociones para un día. Y aún no se recuperaba de los efectos de la velada, tanto emocionales como físicos.

Miraba el reloj con ansiedad y un cosquilleo placentero en su interior amenazando con hacerlo estallar de felicidad, anhelando el momento de poder recostarse en el varonil y protector pecho del escritor y quedarse dormido oyendo su acompasada respiración y los latidos sosegados de su fuerte corazón.

Así, tan pronto se vio libre de compromisos laborales, se dirigió corriendo como alma que lleva el diablo al departamento que compartía con su koi, irrumpiendo intempestivamente en él como un incontenible ciclón, incapaz de aguantar por más tiempo la necesidad de abrazar y acariciar a su serio y gruñón Eiri.

- ¡Ya llegué, YUKIIIIIII! n.n - anunció emocionado, dejando su calzado en la entrada rápidamente para adentrarse en el departamento, esbozando una ensoñadora sonrisa.

Fue recibido por el frío ambiente de la vivienda, decorado sobria y austeramente, perfecto reflejo de su propietario. Pese a que Shuichi llevaba viviendo ahí casi dos años, no habían demasiados rastros de su existencia por los alrededores a excepción de algunas cosillas que constituían su desorden, pero que Yuki siempre se encargaba de mantenerlo a raya.

No pudo evitar desilusionarse un poco a no recibir respuesta. Pero se sobrepuso al instante. Ya preveía ese pequeño golpe con la realidad; después de todo, no esperaba que el milagroso cambio de actitud de su novio fuese definitivo. Pero aún con todos sus defectos, a Shuichi le parecía la persona más maravillosa que había conocido.

Corrió al escritorio en donde de seguro hallaría al escritor, moviendo frenéticamente sus dedos sobre el teclado de la computadora, pero sin que ninguna emoción se reflejase en su duro semblante. Y no se equivocó. Shuichi en un sin fin de oportunidades se preguntó cómo era posible que un rostro tan bello y sublime esbozase siempre esa expresión de dureza mezclada con hastío, aunados a una insondable mirada en los llamativos ojos gatunos que nadie sabía descifrar, excepto él. Leía claramente en ellos la soledad y sufrimiento. Y el amoroso corazón del niño deseaba protegerlo y acogerlo para brindarle la paz que le era negada desde hace tiempo.

- ¡Yuki!. - corrió a abrazarlo antes de que el rubio tuviese tiempo de reaccionar siquiera, para luego sentarse en sus piernas sin invitación previa. - ¡Te extrañé!. - restregaba su rostro contra el de su novio de manera mimosa.

No tardó en percibir el aroma a tabaco característico, disparando así una alarma interior: Eiri solo fumaba cuando se encontraba disgustado; ya sea por la presión, por su alboroto, por el clima, porque el cielo era azul, etc. Shuichi se mantenía alerta a los casi imperceptibles cambios de humor del hombre -pues su rostro permanecía sin dar señas-, perpetuamente preocupado por su salud y bienestar, conociendo los hábitos autodestructivos del mismo.

Pero en esa ocasión se abstuvo de hacerle saber que se había percatado. Lo último que deseaba en ese momento era exaltar al escritor, que era precisamente lo que sucedía cuando él trataba de ayudarlo.

- Llegas más tarde de lo normal. - fue la escueta respuesta a su saludo. Shu se separó un poco para mirarlo a los ojos llenos de admiración en absoluto disimulada.

- Si, hoy tuvimos mucho trabajo. Y es solo el inicio, porque nos aguarda mucho más hasta el lanzamiento del nuevo disco. Entonces empezaremos con las giras y promociones que son agotadoras...

- Hm... - nuevamente el sonido del teclado que anunciaban la pérdida del interés de su novio en lo que le estaba narrando.

El pelirosa hizo un simpático mohín, sintiéndose herido por la ruda indiferencia a la que era sometido nuevamente. Pero ya estaba acostumbrado al carácter frío y poco atencioso de Yuki, así como a sus súbitos ataques de ira. Comprendía que todo aquello se debía al tortuoso pasado que lo parió tal cual era en el presente. No significaba que no lo amase... Tan solo se le hacía difícil expresarlo... Era común que personas tan sufridas se sintiesen incapaces de expresar sus emociones...

O por lo menos esos eran lo argumentos empleados por el vocalista a modo de crear un escudo blindado a su alrededor y así evitar que el comportamiento del rubio lo desairara.

Se removió algo incómodo, afectado por el denso silencio que los rodeaba, solo interrumpido por el incesante sonido del teclado. Aunque en numerosas ocasiones ambos permanecían en absoluto silencio, era uno sereno y de mutuo entendimiento sin palabras formuladas. Uno sabía lo que pensaba el otro; no eran necesaria la mediación de palabras que estropearan el bello momento.

Pero ese silencio no era como aquellos. Percibía claramente la tensión de Yuki y temía hacer alguna tontería que provocara una explosión seguida de una hecatombe, como en varias ocasiones anteriores.

Se mordió el labio inferior, sin saber muy bien qué hacer para atraer la atención del escritor sin irritarlo en el proceso. ¡Deseaba tanto compartir con él un momento de besos y abrazos sinceros sin segundas intenciones!.

- Tengo hambre... ¿No quieres que te traiga algo de merendar?. - ofreció finalmente, oyendo los reclamos de su estómago. K de verdad los esclavizaba.

- No, gracias.

Shuichi asintió antes de salir hacia a la cocina, dispuesto a realizar el intento de preparar algo de comer sin incendiar la casa en el proceso. Y aunque lo logró, estuvo un buen rato en la cocina con los enceres, armando un escándalo atroz sin proponérselo, provocando que la venita en la sien del rubio escritor comenzar a palpitar peligrosamente.

Uesugi se encontraba secretamente haciendo acopio de la voluntad en cada fibra de su ser para no lanzarle un grito con un par de injurias al ruidoso baka. No quería arruinar la atmósfera pacífica que los rodeaba luego del tranquilo aniversario que habían pasado, en el que constató con asombro y deleite la admiración conjugada con la alegría y goce en los ojos de su amante. Todo ello logrado con solo regalarle unas estúpidas palabras cursis y una par de breves caricias.

Realmente no era tan difícil hacerlo sin con ello lo veía feliz. ¿Por qué no lo intentaba con más ahínco, entonces?. Simple y llanamente porque no se le daban las ganas. Sabía que tenía a Shuichi completamente rendido a sus pies. Aún si actuase como un completo patán, el crío correría hacia él llorando con los brazos abiertos implorando perdón, una y mil veces.

Yuki soltó un suspiro y se relajó al creer finalizado el escándalo en la cocina, y nuevamente reanudó su escritura.

No satisfecho con la orquesta de enceres domésticos montada en la cocina, Shuichi decidió que quería ver los videos de Nittle Grasper mientras merendaba, poniéndolos a todo volumen y cantando las letras a la par que su ídolo y reciente amigo, Sakuma Ryuichi.

Desesperado, el escritor se restregó las sienes tan fuerte hasta el punto de autoprovocarse una migraña, agravada por el escándalo del crío del infierno que no cesaba con sus maullidos, entonando canciones ridículas y sin sentido creadas para la consumición de una sociedad superflua.

Al borde de perder la paciencia, peligrosamente cerca de estallar y dejar que su frustración y cansancio fluyeran sin control, emitió un gruñido exasperado que fue ahogado por la canción. Haciendo acopio de su escaso autocontrol, pidió a su novio amablemente que bajase el volumen:

- ¡Maldito crío!. ¡Apaga esa porquería o bájale el volumen!.

Y bueno... Tratándose de un rubio desquiciado y antisocial con síndrome pre menstrual permanente, eso ya era BASTANTE amabilidad.

El pelirrosa soltó un respingo, sobresaltado por el tremendo grito, comenzando a percatarse que la amabilidad y romanticismo de su amado comenzaban a declinar. Y decía que "comenzaban" porque aún le sobraba un poco, puesto que se lo pidió amablemente.

Rápidamente soltó las galletitas que tenía en la mano, esparciéndolas por el suelo y de un manotazo tomó el control remoto y bajó el volumen al mínimo, mordiéndose el labio inferior y frunciendo el ceño con preocupación, rezando por que Yuki no decidiera echarlo del departamento por un tiempo.

Esperó que pasara un rato prudente, dejando al novelista relajarse un poco antes de volver al escritorio para verlo. A Yuki le palpitaba la vena de la frente y parecía bastante molesto, aunque en ningún momento se lo dijo. El cantante, deseoso de compensarlo, se sienta sobre el escritorio y se pone a hablarle por horas sin descanso.

Pero la gota que colmó el vaso para el escritor, que hasta el momento se encontraba realizando un esfuerzo sobre humano para no dar una tremenda patada a ese mocoso ruidoso, fue cuando su novio accidentalmente golpeó la computadora y ésta se apagó, borrándose las últimas cuatro páginas escritas.

- Ups... ¡Yuki, lo lamento!. - se apresuró a disculparse, sabiendo que ya era DEMASIADO tarde. El rubio echaba humo por las orejas.

- ¡Baka!. ¡Solo traes desgracias!. - le espetó, perdiendo finalmente el control y dando rienda suelta a su ira, sin importarle un comido la reacción atemorizada de su novio, que retrocedía lentamente al ver su expresión de furia.

- ¡Lo siento!. - chilló Shuichi, bajando la cabeza asustado por la reacción de Yuki, que nunca se comportaba de esa manera tan iracunda.

Pero ya era tarde para disculpas. Eiri, que llevaba acumulando presiones y emociones hacía un buen tiempo, finalmente estalló y no tenía ni las más mínimas ganas de controlarse. Y como siempre, el que pagaba las consecuencias de sus arrebatos era su aniñado amante, que siempre estaba a su lado.

- ¡Qué no puedes tener más cuidado!. ¡Este es mi trabajo, no tengo tiempo que desperdiciar!. ¡Suficiente tuve con todo el tiempo perdido de ayer como para que me vengas a crear mas problemas!. - Yuki verdaderamente había perdido el control, comenzando a alzar la voz, algo inusitado en él.

El pelirrosa estaba asombrado con la reacción desmedida de un Yuki que eternamente mantenía su tono de voz bajo control por más molesto que se encontrase. Sin mencionar que las palabras dichas en ese arranque de rabia lo hirieron. Nunca lo había visto reaccionar de esa manera, y mucho menos levantarle así la voz. Y lo peor era saber que no podría hacer nada para que la furia del novelista menguara, excepto quedarse quietito y en silencio, esperando que pasase la tempestad.

- ¡Suficiente!. - bramó el rubio con resolución. - ¡Te vas!. ¡No te quiero ver cerca!.

- ¡¡¡¡¡PERO YUKIIIIII! ToT - protestó enérgicamente, las ondas sonoras emitidas sacudiendo los cimientos del edificio.

Sus ojos comenzaron a derramar las lágrimas que se originaron al oírlo gritarle de ese modo; pero el rubio ni se inmutó. El cantante abrió los ojos con asombro cuando Yuki se lo echó al hombro cual saco de patatas y lo aventaba fuera del departamento, azotando la puerta con fuerza sin mayores contemplaciones.

- ¡YUKIIIII!. - lloriqueó el afectado, aporreando la puerta, sabiendo perfectamente que su novio no la volvería a abrir. Conociéndolo tan bien como lo hacía, y con toda la experiencia que poseía, no ganaría nada con llorar horas y horas en el pasillo, como lo había hecho antes. Ni mucho menos berrear y montar una obra teatral de proporciones épicas. Eso solo lograría enardecer más al furioso escritor.

Así que en base de sus experiencias anteriores y en posesión de una resignación tranquilizante, Shuichi optaba por ser más práctico:

- ¡Está lloviendo torrencial y no tengo dinero para el taxi! ToT - imploró lastimeramente, mordiéndose el labio inferior para ayudarse a contener las lágrimas que para Yuki, no tenía ningún valor.

- ¡Arréglatelas!. - espetó desde adentro el interpelado, sin inmutarse por la lluvia que azotaba, ni por los lloriqueos del baka.

Estaba realmente furioso y con ganas de destrozar la mitad del departamento... Claro, Shu no tenía demasiado que ver con su súbito ataque de ira. En realidad se hallaba irritable por la presión que la editorial estaba ejerciendo sobre él para terminar el nuevo libro y lograr otro éxito. El que el baka haya borrado unas cuantas páginas fue tan solo el detonante. Y sabía que se arrepentiría de haberlo tratado así cuando se calmara... Pero se alegraba de haberlo sacado del departamento (aunque no tenía ningún derecho porque era de ambos), de lo contrario todo aquello podría haber terminado mucho peor.

-0-0-0-

Como era de costumbre, Shuichi buscó refugio en el departamento de Hiro. Cuando su amigo abrió la puerta, se encontró al pelirrosa empapado de pies a cabeza y titiritando de frío en consecuencia, con los labios azules y abrazado a sí mismo tratando de darse calor.

- ¡Konbanwa, Hiro! n.n - lo saludó con toda naturalidad, como si hallarse a esas horas de la noche y calado hasta los huesos fuese cosa de todos los días.

El anfitrión soltó un suspiro, haciéndose a un lado para permitirle entrar mientras una gran gota se deslizaba por su frente. No necesitaba preguntar lo que había pasado: era siempre la misma historia. Tan solo desearía que Yuki tratara mejor a su pequeño amigo.

-:-

- ¿Quieres hablar de lo que pasó?. - preguntó Hiroshi a Shu, sentado frente suyo en la cama.

Luego de una ducha caliente, ropa seca y una cena alimenticia, asumió que su amigo estaría con ganas de desahogarse.

Mala idea.

Shuichi se quedó rígido unos instantes... Sus grandes ojos adoptaron esa expresión y se llenaron de lágrimas para prorrumpir a continuación con un estridente llanto que le puso los pelos de punta.

- ¡¡¡¡¡BUAAAAAAAAAAA!. ¡¡¡¡¡¡HIROOOOOOOOOOOOO, Yuki me corrió de nuevo del departamentooooooooo! TToTT

Hiroshi se tapó los oídos con las manos y rechinó los dientes, asombrado con la capacidad pulmonar del cantante. Trató de consolar a su amigo para que cerrara la bocota y no molestase a los vecinos con su llanto...

-Bueno... - habló nuevamente el pelirrojo una vez que el cantante se hubo calmado. - Ya me dí cuenta que te corrió. ¿Quieres hablar de ello?. - volvió a ofrecer, arrastrando las palabras, temeroso de desatar otro berrinche.

Shuichi sorbió ruidosamente por la nariz y se secó las lágrimas con el dorso de la mano, asintiendo lentamente con la cabeza. Tomó aire y abrió la boca, pero fue interrumpido por un efusivo Hiroshi:

- ¡Pero no grites, onegai, que los vecinos ya me quieren sacar del edificio! ToT

- Je, je. Lo lamento... - susurró avergonzado. Hiro desestimó el asunto con un gesto de la diestra y lo alentó a hablar: - Bueno, como sabes, ayer fue nuestro aniversario. Yuki se comportó en todo momento, fue perfecto... - relató con las manitas juntas y los ojitos brillantes. - Pero hoy, cuando llegué al departamento, estaba nuevamente frío como de costumbre... Cosa que ya me lo esperaba. Pero luego de merendar, fui al escritorio para estar con él y me senté en su mesa y le hablé del día de hoy y... accidentalmente golpeé su portátil nn

+ Sonrisa idiota +

+Graaan gota por parte del oyente +

Hiro se golpeó la frente con la palma de la mano y meneó la cabeza en sentido negativo un par de veces para luego tomar aire:

- Ya sabes que se arreglarán nuevamente... Él te quiere, por más idiota, imbécil y estúpido que pueda ser... - gruñó entrecerrando los ojos, recordando todo el trabajo que el maldito escritor le había dado.. Y aún así seguía subestimando a Shu-chan.

- ¡Iie!. - meneó enfáticamente el vocalista, agitando la cabeza tan velozmente que parecía una mancha rosa. - Yuki es... ¡PERFECTO!

+ Sonrisa de baboso enamorado +

+ Hiroshi cae de su cama +

- Etto... Bueno, Shu, ¿qué te parece si nos dormimos?. Mañana K-san planea sacarnos el jugo...

(N/A: Y eso tiene más de un sentido, jojojojo!. Pobre Hiro, no sabe lo que le espera...)

- Está bien. ¡Muchas gracias por todo, Hiro! n.n

- No hay de qué, Shu. Ahora, descansa... - habló con suavidad el sexy, precioso y apetitoso chico, apagando la luz mientras se acomodaba.

(N/A: Se me nota muxo lo obsesionada?)

Como siempre, el pelirrojo había acertado en su predicción. Al día siguiente, Yuki había ido a buscar a Shu a los estudios, luego de terminar con el trabajo. Y para alegría de Hiro, su amigo lució una expresión de idiota realizado durante los días siguientes; la cual atribuyó, claro está, a un Yuki cariñoso tratando de enmendar el daño que había causado. Y nuevamente, no estaba equivocado.

Pero si bien las peleas eran mucho menos frecuentes que en el pasado, nuevamente Shuichi se vió llamando a la puerta de su amigo y confidente, semanas después... Pero ésta vez, la disputa se extendió un poco más de lo normal. Recién tres días después, Shu volvió al departamento con su novio.

-0-0-0-

Eran cerca de las nueve de la mañana y habían acordado ensayar un tema del nuevo disco que tenían planeado tocar en un concierto de promoción. El problema era que el vocalista de Bad Luck no se hacía presente, poniendo a todos los demás miembros del equipo con los nervios de punta. Sabían que si Shuichi no aparecía antes de que llegara K...

- Where is Shindou-san?. - interrogó el rubio manager, irrumpiendo en el cuarto cual Equipo Comando altamente destructivo, apuntando a todos lo presentes alternadamente con su reluciente y gran amor, "Alyson". (Osea: su arma favorita).

¿Es necesario mencionar que Sakano-san se desmayó cual doncella histérica?.

- Ano... - Hiroshi pasó saliva con dificultad, sirviendo de escudo a un muy varonil Suguru, que lo agarraba con fuerzas de una parte de su anatomía que digamos... Fue creada para ser tratada con delicadeza. - ¡Ya llegará, ya llegará!. - mintió el pelirrojo, que no tenía ni la más mínima idea de donde se había metido su amigo. Había llamado a su móvil y nadie contestaba, así que llamó al departamento y lo había atendido Yuki, diciendo, en su típico tono impersonal y frío que Shuichi había salido hacía un buen rato.

- I hope so... -sentenció K, con un brillito sádico en los ojos a la par que sacaba el seguro al arma, que emitió un metálico sonido logrando crispar los nervios de todos. - De lo contrario, se derramará sangre.

+ ¡GLUP+

Para desgracia de Bad Luck e inmenso goce psicópata y asesino de K, Shuichi no apareció hasta después del medio día. Lucía bastante pálido y agotado, arrastrando los pies al caminar, con los ojos desorbitados y perdidos, reticente a responder cualquier pregunta respecto a su atraso y con un temblor convulso en las extremidades que no parecía ceder ante nada. Definitivamente su aspecto era preocupante.

Hiroshi a penas tuvo tiempo de preguntarle el motivo de su estado antes de que una bala pasara silbante a lado de su oreja, dejando a ambos jóvenes de piedra y blancos como papel; Shuichi aún más de lo que ya estaba.

- There´s no time to waste, boys... - recargó su arma con aire de niñito jugando con su primera escopeta de aire comprimido. - ¡TRABAJEN!.

Indignado por el frustrado intento de homicidio hacia su bella personita, el guitarrista dirigió al americano una mirada asesina, desafiándolo. Sus ojos lanzaban chispas que afortunadamente pasaron desapercibidas por los demás integrantes que tomaron rápidamente sus puestos.

K enarcó una ceja con intriga al percatarse del disgusto recientemente provocado en el chico:

- Primero llamaré a Eiri-san para decirle que ya apareció Shu... - refunfuñó entre dientes el pelirrojo, dirigiéndole una última mirada significativa cargada de enojo al manager, que no replicó.

-:-

Hiroshi observaba entre intrigado, preocupado y molesto a su amigo pelirrosa que se encontraba en estado catatónico, sentado en el mármol del baño y con la vista fija al frente, sin rastros de haber oído palabra de lo que le había estado diciendo sobre el nuevo tema. Tal vez estaba trastornado por la tremenda reprimenda que recibió debido a su falta de seriedad con respecto al trabajo...

No. Era algo mas serio. Esa clase de cosas no afectaban tan seriamente al vocalista del grupo, que de verdad lucía profundamente perturbado por algo.

- ¡SHUICHI!. - alzó la voz, esperando hacerlo reaccionar. El aludido clavó la mirada perdida en su rostro. - ¿Sucede algo con Yuki?. - tanteó el guitarrista dando una onda calada al cigarrillo para luego soltar con parsimonia una bocanada de humo.

Aquello pareció despabilar a cantante, que meneó la cabeza con desagrado más que evidente y disipó frenéticamente el humo del cigarrillo que revoleaba peligrosamente cerca de su rostro, manoteando con ahínco.

- ¡¡Hiro!. - chilló agudamente en tono de protesta. El mencionado frunció aún más el ceño, sin comprender el extraño comportamiento del chico, que estaba acostumbrado a verlo fumar y a inhalar su humo de cigarrillo xD

- ¿Qué?. - preguntó, totalmente desorientado, esperando que Shuichi le explicase su muy original comportamiento.

- No, nada... - se apresuró a negar con la cabeza de manera queda, rehuyendo. Flexionó las piernas sobre el mármol para apoyar la frente en sus rodillas, temiendo que Hiro siguiese su interrogatorio.

Pero no en vano eran amigos desde hace tanto tiempo. Comprendiendo que Shuichi no tenía ánimos para dar explicaciones, fingió no reparar en la inopinada actitud del chico por el resto del día de trabajo. Ya sabía que cuando tuviera ganas de hablar, lo buscaría.

Por de pronto, Nakano no podía esperar a que las horas laborales culminaran. Tenía unas cuentas que ajustar con cierto rubio...

- 0-0-0 -

Shuichi salía con la cabeza baja del edificio de Nittle Grasper Records, profundamente ahondado en sus pensamientos. Ya eran cerca de las doce de la noche, y agradecía al cielo de poder volver a casa, y a Hiro por haber convencido a K de dejarlos ir y volver temprano al día siguiente en lugar de trabajar toda la noche para recuperar el tiempo perdido.

Un agradable y refrescante viento nocturno le daba en el rostro, despejando sus ideas, mientras caminaba cabizbajo con una gran sonrisa de felicidad gracias a la noticia recibida esa mañana. Finalmente la había asimilado y podía decir que no cabía en sí de gozo. ¡Era sencillamente maravilloso lo que le había sucedido!. Claro, no había sido planeado debidamente... pero eso no le quitaba la alegría que la noticia había traído, si bien al principio se hallaba en shock. Cientos de cosas cruzaron por su cabeza luego de que el médico se lo anunciara: Yuki, su trabajo, la reacción de los medios, la discográfica, su familia... Yuki.

Pero logró hacer todo eso a un lado y concentrarse en su propias reacciones y sensaciones. Y él no podía hallarse más contento con la noticia... Ya vería como se las apañaba con lo demás.

¡Tenía tanto que arreglar, tantas cosas por hacer, que no sabía por donde empezar y eso lo abrumaba!. De por sí su trabajo abarcaba más de la mitad de su tiempo, dejando pocas horas para disfrutar de la sexy y fría indiferencia de su koi... Pero ahora con eso...

- ¡Baka!.

Una voz ronca y conocida lo sacó de sus cavilaciones. Giró rápidamente la cabeza para ver de donde provenía, experimentando un profundo gozo al constatar de quién se trataba. Yuki lo miraba con el ceño fruncido y una mueca torcida en los labios, disgustado porque que el crío había pasado frente suyo ignorándolo completamente.

- ¡YUKI!. - el niño corrió a su encuentro para colgarse de su cuello, aliviado de no tener que volver caminando. Con solo la noticia recibida, parecía que todas las fuerzas de su cuerpo habían sido drenadas, dejándolo exhausto. ¡Ah!. Y claro, también se alegraba de ver al padre de su bebé...

El padre de su bebé... Aquello sonaba tanto extraño como emocionante. ¡Tendría su propia familia!.

- Ugh... Suficiente. Compórtate o vuelves caminando. - gruñó el rubio, ignorando olímpicamente el pueril puchero de su novio mientras ambos subían al auto, el pelirrosa mas sonriente de lo usual.

Podía ver de soslayo que Shuichi no apartaba la mirada de él, comenzando a intrigarle la actitud tan contemplativa del mocoso. Además, lucía diferente... Parecía más alegre de lo usual, a pesar de que el agotamiento era palpable en su mirada y piel. Era como si a pesar de todo aquello, su rostro emitiera una extraña luz producto de una honda felicidad que Eiri nunca había notado antes.

- ¿Qué pasa, baka?. - preguntó escuetamente, sintiéndose levemente irritado por la actitud de "tonto alegre" del artista.

Shuichi apretó los labios, preguntándose si sería el momento de decírselo o mejor aguardaba para darle la grata noticia de una manera más elaborada bajo mejores circunstancias.

Frunció el ceño mientras continuaba contemplando al rubio. Súbitamente, la inexpresividad de su rostro le parecía aún más intimidante de lo habitual en ese preciso momento, echando al suelo sus planes de darle la noticia.

De hecho, ¿cómo sabía que Yuki reaccionaría favorablemente ante semejante acontecimiento?. Ahora que lo meditaba fríamente y de frente a la oportunidad perfecta para decírcelo, se cabeza le gritaba que callara y en su memoria afloraron varios recuerdos. Recuerdos que le señalaban la personalidad de su novio, y predecían su reacción. Y no era favorable.

Recién en ese momento cayó en cuanta de la muy factible posibilidad de que Eiri no se alegrara tanto como él con ese inesperado regalo. Y sinceramente, temía otro estallido homólogo a aquél que tuvo lugar cuando accidentalmente golpeó su computadora.

Un escalofrío lo recorrió al rememorar el momento. Nunca había sentido tanto miedo de Yuki como en aquella oportunidad, y las sensaciones experimentadas estaban aún muy frescas en su memoria. Lo último que deseaba era volver a vivirlas estado él precisamente en su precaria situación. Se sentiría destrozado si su pareja lo rechazaba de en ese momento de necesidad.

Aunque claro, tarde o temprano Yuki debía enterarse. Y era mejor que se enterara lo antes posible, siendo que ya tenía poco más de un mes de embarazo. Seguramente lo regañaría por despistado y por haber dejado transcurrir tanto tiempo antes de hacerse las pruebas, al igual que su médico, que le dio un sin fin de recomendaciones e indicaciones, así como la programación de otra cita para la semana entrante en la que se haría la primera ecografía.

Aún irresoluto, el cantante optó por hacer un reconocimiento del terreno antes de darle la noticia, pues presentía que el escritor no era necesariamente del tipo "paternal".

-Yukiiiiiiii... - soltó, arrastrado la última letra infantilmente. Al novelista le recorrió un fuerte escalofrío por la médula, pues ese era al tono que usaba el baka cuando se había mandado una reverenda cag... Bueno, mas valía averiguarlo cuanto antes para remediar la situación si era posible.

- Que. - soltó abruptamente, luchando por mantener sus nervios bajo control.

Shuichi parpadeó un par de veces y retrocedió imperceptiblemente sin percatarse. Y es que ese "tono" empleado por el escritor era el que siempre usaba antes de estallar por alguna nimiedad. El pelirrosa pasó saliva y bajó la cabeza, viendo sus esperanzas de compartir la magnífica noticia con su amante arruinadas en menos de cinco segundos. Se mordió el labio inferior, comenzando a sentirse extrañamente decaído.

- Je, je. Nada, nada. - rió tontamente, sintiéndose abrumadoramente abandonado.

Y comprendía que sus emociones eran algo desproporcionadas, pero estaba bastante emotivo con la bomba que le había soltado el médico. Aún se sentía como un niño, ¿cómo se haría cargo de un bebé?. Y peor aún, ¿qué haría si Yuki no lo reconocía?.

El solo pensamiento provocó que se sintiese arrasado internamente, con lágrimas incontrolables amenazando desbordar sus ojos, traicionando su secreto. ¡Pero no podía evitarlo!. La sola idea de estar solo con toda esa responsabilidad era aterrorizante, sin mencionar que moriría si el escritor lo abandonaba. ¡¿Cómo había podido ser tan estúpido!. De seguro Yuki lo correría de la casa, ya que le había jurado no traerle problemas si tan solo le permitía estar a su lado.

La incertidumbre y el temor sobrecogedores se apoderaron de él rápidamente, percatándose de la gravedad de su situación. ¿Cómo había pensado que Eiri estaría feliz con la noticia?. ¿Qué a caso no lo conocía lo suficiente para imaginar que trataría de lanzarlo por el balcón, con bebé y todo?.

Afortunadamente, ya estaban llegando al edificio, así que podría correr al resguardo del departamento antes de que el escritor se percatara de su estado, aparentemente sin fundamento.

Pero no fue así. En una de esas poco frecuentes oportunidades, a Eiri se le ocurrió desviar rápidamente la mirada hacia su amante, que parecía súbitamente callado, reparando en un par de lágrimas que corrían por sus mejillas silenciosamente, desoncertándolo. Sabía que el crío lloraba por todo... Pero aquello era verdaderamente inusitado.

- ¿Y a ti que te pasa?. - fue la pregunta que le hizo, tan sutil como una bofetada. Lo volvió a mirar para verlo fruncir el ceño y su rostro transformado por un repentino ataque de llanto.

- ¡Eres malo, Yuki!. - sollozó estrepitosamente antes de abrir la puerta del auto y bajarse corriendo. Por suerte ya estaban en el estacionamiento, así que corrió al departamento a encerrarse en el cuarto.

El rubio meneó la cabeza cansinamente y procedió a estacionar el vehículo, en absoluto preocupado por el arranque emotivo del chicuelo. Después de todo, ya estaba inmunizado.

Entró al obscuro departamento unos minutos después de Shuichi, maldiciendo al criajo por no haber encendido las luces. Dejó en el sofá la mochila olvidada en el auto, que pronto se reuniría con su dueño si éste no le daba en los siguientes cinco minutos una buena explicación para su bizarro comportamiento exagerantemente irracional.

Mientras, en una de las habitaciones obscuras de Nittle Grasper Records...

- ¡All right, all right...! ¡Arg!.

Hiroshi miró furiosamente al rubio norteamericano para luego evacuar su manita intrusa de "aquella" zona delicada entre sus pantalones que había estando estrujando sin demasiado "amor".

K se retorció un poco debido al dolor provocado por tremenda reprimenda, para luego exhalar un pesado suspiro y apoyarse sobre la mesa de conferencias de la habitación, que era una de las más alejadas del piso, completamente a obscuras y abandonado a esas horas de la noche.

- ¿Ya aprendiste a no apuntarme de nuevo con tu magnum?. - interrogó fríamente y de brazos cruzados, mirándolo con hondo resentimiento debido al trato indignante recibido en los ensayos.

- Yes, my love... - replicó el torturado sumisamente, para luego, suprimiendo una sonrisa, tomar al guitarrista de la cintura y atraerlo hasta él juguetonamente.

Así, se apoderó de sus deliciosos labios sin más preámbulos en un lento y parsimonioso beso que se prolongó un buen rato mientras sus manos recorrían la silueta del pelirrojo, que permanecía pasivo.

Y es que Hitoshi aún se hallaba bajo los efectos de la sulfuración que le produjo el trato que le había dado su amante hacía unas horas, así que se encontraba un poco reacio a iniciar otro encuentro furtivo. A pesar de que ambos habían concordado mantener lo suyo en secreto (debido a incontables razones), le dolía un poco el perpetuo acoso agresivo del que ahora era su novio, con el cual compartían mucho más que solo el trabajo.

Pero K sabía como sacarlo de ese estado; así que prosiguió con los besos elaborados y perezosos hasta hacer reaccionar al chico que jugaba a ser de piedra. Lentamente, pasó por su mejilla para luego ir al lóbulo de la oreja donde se entretuvo mordisqueando y succionando unos instantes antes de bajar al sensible y expuesto cuello, sintiéndolo estremcerse bajo su dominio.

El músico sentía un arrebatador cosquilleo apoderarse de su cuerpo al sentir semejantes caricias unidas a la íntima cercanía con el cálido cuerpo del rubio. La sensación del placentero cosquilleo que recorría su cuerpo parecía concentrarse repentinamente en cierta zona erógena, provocándole dolor. Dejó escapar un leve resuello cuando se percató de que su pareja había despertado finalmente a "alguien".

Al sentir la hombría de Hiro, K se separó escasos centímetros para mirarlo con una sonrisa socarrona en los labios que irritó al chico de sobremanera, sabiéndose derrotado.

- Dime ahora que no quieres. - le dijo en tono burlón el mayor, susurrando las palabras contra los labios del sometido.

El pelirrojo lo asesinó con la mirada antes de llevar sus brazos al cuello del contrario y atraerlo hacia él mientras se recostaba por iniciativa propia sobre la mesa de conferencias para terminar de reconciliarse.

K gustoso aceptó la invitación, posicionándose magistralmente sobre su pareja sin mayores dificultadas para que así sus manos iniciaran un escrutador recorrido de reconocimiento por el tierno cuerpo del más joven. Así fue como logró robarle uno que otro excitante gemido ahogado que rápidamente comenzaron a ponerlo duro.

- 0-0-0 -

El rubio novelista caminó hasta el cuarto que compartía con Shuichi, encontrándolo hecho una bolita sobre la cama y sollozando en la habitación completamente a obscuras, conformando un verdaderamente patético espectáculo. Rodó los ojos con impaciencia antes de acercarse y averiguar lo que sucedía, ya que si no lo hacía callar, probablemente no lo dejaría dormir con tanto berrinche.

"Maldito crío", pensó de mal humor, mientras se acercaba a la cama hasta estar a unos pasos del cuerpo que descansaba sobre la misma.

- Shu, ¿pasa algo?. - le preguntó, haciendo el esfuerzo de moderar su tono.

Por unos instantes, contemplar a su niño en ese estado le conmovió en lo mas profundo. Pero

luego recordó que solo eran escándalos dramáticos que el mocoso montaba para llamar su atención... Y él, como idiota que era, le seguía la corriente, ya que la sola idea de que Shu estuviese padeciendo realmente lo afectaba más de lo que le gustaría reconocer.

- ¡No!. - contestó rotundamente el aludido para luego incrementar la intensidad del llanto y acurrucarse aún más en su lugar.

Eiri se llevó las manos a la cabeza y se despeinó, presa de la rabia e impotencia. Siempre que Shuichi se ponía así, le costaba sudor, lágrimas y una buena porción de trabajo. Y por "sudor y lágrimas" se refería a unos cariñitos y unas palabritas afectivas reconfortantes, que a Yuki, la sola idea de tener que emplearlas, le ponía los pelos de punta.

Y lo peor era que no tenía idea del motivo de la tristeza del niño. No pudo haber sido su tono, porque ya estaba acostumbrado a él. Pero con Shu nunca se sabía, así que se sentó a su lado y le acarició la espalda con movimientos circulares cuyo fin era reconfortarlo, aunque él no fuese muy bueno para aquello. Se sentía terriblemente incómodo y fuera de lugar, llevándolo a desear que el criajo verdaderamente se hallase compungido. De lo contrario, él mismo le daría un motivo para padecer.

- ¿Te molestó algo que dije?. - se aventuró a preguntar, buscando mentalmente razones que pudieron levar al alegre pelirrosa a ese estado.

El llanto convulso del cuerpo a su lado había disminuido con su contacto, asombrando al mismo escritor con lo fácil que resultaba tranquilizar al vocalista. Ahora tan solo gimoteaba en silencio, sorbiendo ruidosamente por la nariz mientras negaba con la cabeza a la pregunta hecha por su pareja.

- ¿Te peleaste con Hiroshi?. - interrogó, ahora con paciencia renacida de su pequeño éxito.

Shuichi contuvo el aliento para ahogar su llanto mientras volvía a negar escuetamente con la cabeza, deseando que su novio culminase con ese interrogatorio, que en otras circunstancias lo habrían alegrado.

- ¿Te fue mal en el trabajo?. ¿K te amenazó de muerte?.

Nueva negación.

El novelista soltó un suspiro de frustración al no lograr que su novio largase prenda respecto a la causa de su angustia. Pero consecuentemente, Shuichi cesó el llanto, y lentamente, se sentó en la cama, con la vista fija al frente. Su contraparte lo miró con curiosidad, a la expectativa de sus palabras.

- Yuki... - cuando habló, su voz sonaba débil y quebradiza debido al llanto reciente que aún amenazaba con re emerger.

- ¿Hum?.

- ¿Me amas?.

- No preguntes eso. - rezongó el rubio, desviando la mirada a un negro punto de la habitación, maldiciendo mentalmente a Shuichi por arruinarlo todo...

- Yukiiiiii... - persistió con obstinación el cantante, comenzando a mecerse en su lugar con los ojos clavados en el duro perfil de su koi, el cual se giró velozmente, mirándolo con reproche:

- No insistas si no quieres dormir en el sofá. - amenazó.

Shuichi hizo un puchero y bajó la cabeza tratando de ahogar las lágrimas. Sabía que su novio lo amaba, a pesar de que nunca se lo había dicho. Tan solo que a veces necesitaba oírlo de sus labios. Ahora más que nunca. ¿Pero cómo explicarle su necesidad imperiosa de oír esas palabras sin revelarle el secreto del hijo que cargaba?.

Se cuestionaba silenciosamente. Quizás había sido un ciego todo ese tiempo y Yuki no lo amaba... Tal vez él solo vió lo que quería ver. Además, el escritor nunca había asumido ningún compromiso con él; tan solo le había permitido, a regañadientes, permanecer a su lado si se comportaba y no lo enfermaba con tanto estrés.

Ante tales pensamientos de alta racionalidad y fundamento, el vocalista se sintió más solo que nunca. Sobre todo porque llevaba un bebé dentro del cuál debería hacerse cargo, aparentemente solo.

Mordió el labio inferior, conteniendo las lágrimas que tal vez le brindarían el consuelo que su amante no sabía darle... Y tampoco tenía porqué hacerlo, después de todo, eran solo "amantes" en el estricto sentido moderno de la palabra. Es decir, dos personas que "lo hacen", y nada más. Un significado completamente inverso al original...

Las lágrimas súbitamente se vieron reemplazadas por rabia y frustración, sorprendiendo hasta al mismo cantante. ¿Quién rayos se creía para tratarlo de esa forma?. Después de todo, no estaba pidiendo mucho, considerando que llevaban dos años en esa relación, si es que así podía llamársele. Además, al bebé no lo había hecho él solo; Yuki tuvo su GRAN parte en ello.

Shuichi tomó aire y miró al hombre sentado a su lado con resolución y un extraño fulgor nunca antes visto en sus ojos. De verdad que los cambios hormonales lo tenían en una montaña rusa emocional, pasando de la tristeza a la ira en solo segundos. Lastimosamente, Eiri no tenía ni idea de ésto.

Shindou se puso de pie con impetuosidad y salió de la habitación con evidente aire de contrariedad, completamente inusual en él, por lo que Eiri quedó perplejo ante el repentino cambio de carácter de su novio.

- ¿Qué haces, baka?. - espetó tan contrariado como Shu, debido a la actitud de éste.

- ¡Dormiré en el sofá!. - prácticamente le ladró, sorprendiéndose tanto a sí mismo como al escritor, que para esas alturas, creía que SU Shu había sido secuestrado por extraterrestres y esa era una mala copia. ¿Dónde había ido su maleable y manso novio que recibía sus patadas con una sonrisa de regocijo?.

Se contuvo con todas sus fuerzas para no ir tras él y obligarlo mediante la fuerza, si era necesario, a dormir en la cama junto a él para recordarle quién mandaba; y de paso averiguar que rayos estaba pasando por la cabecita rosada del mocoso para hablarle de esa manera.

Pero su orgullo afortunadamente se lo impidió antes de que causar mayores daños sin proponérselo.

Ya volvería arrastrándose...

Qué equivocado estaba.

Esa noche, el frío novelista pasó una fría noche al resguardo de su fría soledad. Para su gran indignación, se vió obligado a admitir, mientras daba vueltas y vueltas en la cama sin lograr conciliar el sueño, que necesitaba el cuerpecito tibio de su baka a su lado para lograr dormirse con su calidez y su aroma conciliadores.

Eran cerca de las cuatro de la mañana, y Eiri contemplaba el techo cual hippie volado con marihuana, preguntándose cuándo rayos adquirió esa molesta dependencia por el atolondrado cantante. ¡Maldición!. Aquello era lo último que deseaba: exponerse a sufrir de nuevo. Pero la necesidad de tener a Shuichi entre sus brazos, sentirlo retorcerse entre sueños balbuceando Dios sabe qué cosas, más que sacarlo de quicio, ahora le resultaban adorables y hasta necesarias para dormir tranquilo.

Pensó en traer al baka a la cama, aprovechando que seguramente dormía como piedra y no se percataría de su involuntario desplazamiento. Pero su gran orgullo herido se lo impedía, por más que eso significase pasar en vela un buen tiempo hasta que Shu se disculpase por su desplante. Después de todo, ¿de dónde rayos había aprendido esa conducta el criajo?.

Emitió un gruñido de indignación y enfado antes de acomodarse para intentar nuevamente dormirse; aunque no tenía mucho caso a esas alturas.

-:-

Cuando Yuki se levantó al día siguiente, luego de haber logrado conciliar una par de horas un sueño superficial y en absoluto reparador, se percató, con sorpresa, de que el baka ya se había ido a trabajar. Esto lo dejó completamente perplejo por varios motivos; entre ellos:

¿Desde cuando el mocoso se despertaba temprano por sí solo?.

¿Cómo diablos él no lo había sentido?.

¡La cocina estaba limpia y sin señales de haber sufrido estragos!. Y finalmente, y la que más hondo calaba, aunque no quisiera admitirlo:

¡¿POR QUÉ RAYOS SE HABÍA IDO SIN DESPEDIRSE?.

El novelista resopló completamente furioso por la serie de desaires y comportamientos sin precedentes que el maldito chicuelo estaba enseñando.

Achicó los ojos con rencor: Ya le enseñaría cuando volviera... Lo haría dormir en el balcón, aunque eso significara que tampoco él lograría conciliar el sueño esa noche.

Pero lo que Eiri no sospechaba es que su "ira" (por no decir celos enfermizos y sensación de abandono) hacia el cantante se vería incrementada durante el transcurso del día, ya que cada vez que se disponía a escribir algo para la entrega que debía hacer a su editorial, el teléfono sonaba. Si no era Tohma, era Nakano, Sakuma o Sakano; todos tratando de averiguar de manera independiente donde se había metido Shuichi, ya había faltado al ensayo el día anterior y estaba bastante atrasado en el trabajo.

Aproximadamente a eso de las diez se oye el repicar de la primera llamada teléfono del día, y el inicio del suplicio del rubio temperamental.

Era Tohma, a quién K se había visto obligado a informar que Shindou aún no aparecía y que aún debían grabar varias canciones para el nuevo disco. Como el cantante no atendía el móvil y Hiroshi desconocía su paradero, Tohma tomó la situación en sus manos. Después de todo, el tiempo era dinero... ¡Y ese pequeño demonio le estaba costando millonadas!.

- Eiri-san, ¿de casualidad se encuentra Shindou-san contigo?. - interrogó la amable y suave voz del chico, una vez emitidos los solemnes saludos correspondientes, a los que el novelista replicó escuetamente.

El rubio maldijo mil veces mentalmente antes de tratar de reunir la calma necesaria para contestar a su cuñado:

- Iie... - replicó con voz ronca, arrastrando involuntariamente la última letra en un intento por contenerse. Tohma halló esto un poco raro, pero se abstuvo a emitir preguntas. - Salió muy temprano, asumí que fue a trabajar. - añadió

- Aquí no está. - aseguró el presidente de la discográfica. - Es más, K-san me pidió que lo buscara... Bueno, muchas gracias por tu ayuda. - se despidió con voz cantarina. Al no recibir respuesta por parte del otro, cortó la comunicación. Ya estaba acostumbrado al carácter de su cuñado... Pero esa era una de las miles razones por la que lo amaba.

Y así continuó el día. Cada vez que el escritor creía que podría sentarse frente al monitor y escribir unas cuantas páginas más para su entrega (cuya fecha límite se aproximaba a pasos agigantados), sonaba el teléfono, sacándolo completamente de onda y arrebatándole la tranquilidad tan necesaria para que la inspiración aflorara.

-0-0-0-

Shuichi había salido del departamento con todas las intenciones del mundo de ir a trabajar para compensar el tiempo perdido, sobre todo porque trabajaban en un nuevo disco, aprovechando el éxito del anterior. Pero mientras corría para alcanzar el bus, se encontró con una tienda que vendía artículos para bebés, la cual nunca había llamado su atención. Pero en esa oportunidad, parecía que lo atraía como un imán gigante. Así que haciendo la promesa mental de entrar a curiosear unos instantes, se dispuso a echar una ojeada a la tienda.

Pero entre tantas cosas relacionadas con el bebé que incrementaban su emoción, se distrajo y el tiempo le pasó volando entre conversaciones con las vendedoras, que parecían tan emocionadas como él respecto al niño. Sentía alegría de poder compartir con alguien la felicidad que el anuncio de la llegada de su hijo o hija le producía, acompañada de una conciliadora sensación de acogimiento y afianzamiento que le brindaba el apoyo y seguridad que tanta falta le hacía. Sobre todo al enfrentarse a la posibilidad de ser padre soltero (N/A: O madre xD)

Así se pasó impremediatadamente toda la mañana en el centro, alucinando con la llegada del bebé, exaltándose cada vez más con la idea en cada oportunidad que veía las ropitas y los artículos tan enternecedores. Claro, no compró nada demasiado llamativo que pudiese atraer la atención del novelista. Tan solo cosas pequeñas que cabrían en su mochila, como algunas prendas de ropas muy lindas de colores que podían ser tanto para niñas como para niños, un biberón, un chupete, una hermosa mantita para la cuna que ya había comprado pero recogería dentro de unos meses; momento para el cual asumía que Yuki ya se habría enterado...

Se hallaba demasiado feliz como para refrenarse. Quería celebrar su alegría...

Si tan solo pudiera hacerlo con Yuki.

Pero no dejó que ese pensamiento lograra arruinar su espléndido humor. Prosiguió con su recorrido de incógnito (para que no lo reconocieran y se armara un tremendo escándalo) por todas las tiendas de bebés que encontraba, llevando un gorro y unos anteojos de sol. Desde el éxito rotundo que habían logrado hacía un tiempo, difícilmente podían salir sin ser reconocido. Mucho menos estar acompañado de Yuki en la vía pública.

Se estremeció al recordar un incidente que tuvo lugar poco después del lanzamiento de su primer disco y del concierto con Sakuma-san. El novelista y él paseaban por las calles como cualquier pareja normal, conversando sobre cosas triviales. De pronto se vieron acorralados por un enjambre de admiradoras frenéticas que gritaban emocionadas y trataban de alcanzar ciertas "partes privadas" de su anatomía mientras otras luchaban por llevarse algún recuerdo de sus ídolos: La billetera, los anteojos, el reloj, los pantalones...

Finalmente llegó la policía para salvarlos. Un poco tarde, porque el trauma emocional ya estaba hecho. Pero al menos los acercó hasta el departamento.

Desde ese día, Yuki nunca más volvió a acompañarlo caminando a algún lugar...

Envuelto en el frenesí de las compras, Shuichi no se percató de la hora hasta que era medio día. Soltó un gemido angustioso, sabiendo de antemano la tremenda reprimenda que se llevaría, sin mencionar todo el trabajo acumulado que ya tenía. De verdad K los estaba exprimiendo con eso del nuevo disco... Hasta los fines de semana los hacía trabajar, ¡eso era inhumano!. ¡Él quería pasar los fines de semana con su hermoso rubio para hacerle mimitos y arrumacos...!

Mmmm... Seguramente debería dejar de trabajar los fines de semana ahora que se encontraba en estado. Tanto trabajo no podía ser bueno para el bebé. De todas formas se lo preguntaría al médico, ya tenía programada una cita para la semana siguiente. Nada más esperaba el momento indicado para contarle de su estado a alguien... Porque la sola idea de contárselo a Yuki le daba escalofríos. Su más grande temor era que lo abandonara.

Suspiró pesadamente y con prominente puchero en los labios, buscando su celular dispuesto a marcar el número de K para disculparse reiteradas veces por su irresponsabilidad (tal vez así lograría ahorrarse un buen sermón) y avisar que iría esa tarde a recuperar el tiempo perdido.

"¡¡¡Buuuuu!. Solo pensarlo me da flojera...", pensó apesadumbrado.

Pero al echar una mirada a las ropitas del bebé y demás adquisiciones mientras buscaba su móvil, una gran sonrisa se formó en su rostro, haciendo a un lado las demás emociones negativas. Nada era tan importante como su bebé, así que mejor no se preocupaba por aquello.

Aunque claro, aún amaba cantar y ser reconocido como un buen artista gracias a sus esfuerzos, puesto que significaba la materialización de su mayor sueño desde pequeño, cuando vio a Nittle Grasper en la televisión por primera vez. Pero ahora le parecía que el niño que esperaba era lo más maravilloso y magnífico que pudiese haberle ocurrido, aunque hubiese sucedido de manera completamente... "accidental".

No... mejor no referirse a su pequeño de esa manera. Desde hoy sería su pequeño y bello imprevisto que ocasionaba que todo palideciera en comparación con él. Nada significaba tanto, ni poseía un valor remotamente similar. Sí, eso sonaba mejor y se aproximaba más a la realidad.

Sacó su móvil con más funciones de las que Shuichi era capaz de utilizar; lo último en tecnología. Había sido regalo de una prestigiosa empresa de artefactos electrónicos. A Bad Luck, luego de alcanzar la fama, le llovían regalos de empresas prominentes que deseaban fuesen los auspiciantes de sus productos.

Se sobresaltó al ver la cantidad de llamadas perdidas en la luminosa pantalla. K-san, Hiro, Sakano-san, Sakuma-san... ¡Yuki...! ¡SEGUCHI-SAN!.

"¡Ay, mamá!. De seguro me van a linchar!"

Marcó rápidamente el numero de K-san, bastante consternado. Y su malestar se incrementó cuando, luego de repicar apenas una vez, un manager sobre-exitado lo atendió a la corrida, sin darle tiempo de formular palabra y maldiciendo y demás improperios en su lengua natal. Shindou se apresuró a decir todo lo que debía decir y a cortar la comunicación al oír unos disparos de fondo, sin duda cortesía del rubio.

Soltó un suspiro, algo molesto consigo mismo por su descuido... Pero aquello tampoco logró sacarlo de su buen humor. Era maravilloso el estado de felicidad en el que se encontraba. Nada le parecía demasiado grave o malo como para deprimirse. Sentía que ese pequeño que esperaba ya le estaba cambiando por completo, tanto la vida como a sí mismo. Tan solo esperaba que los cambios de humor debido a las hormonas no fuesen tan fuertes como el que tuvo ayer, cuando de estar contento, pasó a llorar a mares y a gritar al rubio.

Se mordió el labio inferior mientras caminaba cansinamente con una pesada mochila sobre el hombro hasta un restaurante, donde la reconfortante frescura del aire acondicionado lo recibió al cruzar la puerta, relajando sus músculos tensos y permitiéndole respirar con alivio. Tomó asiento y ordenó algo bien suculento con celeridad: se moría de hambre. Sonrió al recordar que comía por dos, así que no debía restringirse nada.

De nuevo deseó que Yuki estuviese con él, compartiendo ese momento de compras para el bebé y planes para el futuro. Pero hasta que no se atreviera a decírselo, no tenía caso fantasear. Y sospechaba que la ocasión no se daría muy pronto, pues de seguro el novelista estaría furioso por su errática conducta de la otra noche, así que al menos debería esperar hasta que se le pasase el enfado...

Shuichi se estremeció al recordar su comportamiento de la noche anterior. Primero se largó a llorar como crío, sabiendo bien cuanto odiaba Eiri que hiciera eso. Luego le replicó de mala manera y finalmente, (y lo que mas temor le provocaba e incluso lo sorprendía) decidió, por voluntad propia, dormir en el sofá. Si, definitivamente, el escritor estaría colérico y de seguro le echaría una buena bronca cuando llegara al departamento, si no decidía mandarlo a dormir en el pasillo.

Por el momento aquello dejó de tener importancia cuando vio su pedido frente a él: Un gran plato de comida humeante para satisfacer su hambriento estómago y el de su bebé. Sonrió feliz ante la idea y sin perder mas tiempo, se lanzó sobre la delicia.

-0-0-0-

Para la una de la tarde, Yuki estaba seguro que perdería la cabeza. No solo por las incesantes llamadas y la presión de terminar la entrega de su novela; sino también por el baka, que había desaparecido y no contestaba el móvil.

Sentado frente al monitor que tan solo enseñaba una solitaria palabra escrita, resultado de toda una mañana de trabajo, el novelista comenzó a sentir como la ira y resentimiento debido al trato que le había dado su pareja se desvanecía paulatinamente ante la incertidumbre de no saber que había sucedido con Shuichi. Él mismo había llamado a su móvil y resultaba demasiado extraño que no le hubiera respondido o al menos, devuelto la llamada.

Tan solo esperaba que estuviera bien, lo demás ya no importaba.

Su silencioso ruego fue oído cuando el teléfono repicó por última vez en el día. Era Tohma, para avisar que Shindou había aparecido finalmente y que volvería tarde a casa porque debía recuperar las millon... Eh, perdón; el tiempo perdido.

Eiri, regresando a su actitud habitual y olvidando los recientes pensamientos, respondió de mala gana que le importaba un comino (por no repetir la palabra que verdaderamente dijo) lo que hacía o dejaba de hacer el crío del infierno, y que por favor, ya no llamaran a molestarlo cada vez que a Shu se le ocurría hacer una de sus tonterías. Él tenía su propia vida y trabajo del cual ocuparse.

Afortunadamente, a Tohma no pareció afectarle en absoluto la mala educación de su cuñado... Y si, ya estaba anestesiado, por no decir completamente enamorado. Así que los desplantes y arranques de Yuki le pasaban por la tangente.

El novelista cortó la comunicación con una vena palpitándole en la frente: ¡¡Estrangularía a ese baka cuando llegara!... Y no es que no se alegrase de que estuviera bien... Pero alguien debía pagar por todo el tiempo que había perdido, ¿no?. Balance karmático.

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La luz de la luna ingresaba a través de la ventana abierta de la habitación del hotel de lujo en donde dos cuerpos sudorosos llevaban a cabo la extenuante pero muy satisfactoria labor de acoplarse; un cuerpo dentro del otro, encajando de manera complementaria, perfecta, como si hubiesen sido hechos para estar unidos en ese bello vals.

El ritmo lento y acompasado, progresivamente incrementó la velocidad e intensidad hasta alcanzar unas embestidas frenéticas y salvajes; tal cual ambos amantes disfrutaban sus sesiones de sexo, dejándolos sin aliento, llenando el ambiente con sus gemidos extasiados.

La luz plateaba bañaba la silueta de Ryuichi sobre él, dándole una apariencia de ensueño, mística y demencialmente erótica mientras se mecía febrilmente montado a horcajadas sobre sus caderas. Los hermosos ojos azules cerrados con fuerza debido al intenso placer que los embargaba, su expresión sofocada con las mejillas ardientes y los labios rojos, húmedos e hinchados, víctimas de sus caricias salvajes, acrecentaban sin límites su ya de por sí insuperable sensualidad natural.

Los eróticos movimientos de vaivén que ejecutaba sobre él, emitiendo gemidos cada vez más elevados, pruebas contundentes del placer que le brindaba, lograban hacer que perdiera la razón. O, mejor dicho, la poca que le quedaba.

Sus mentes eran un revoltijo de emociones y sensaciones excitantes y placenteras que no daban lugar a ningún otro pensamiento que no fuese el presente y el cuerpo adictivo del otro. Todo era borroso y nebuloso, confuso, ahogado por el fastuoso placer sin límites.

Tatsuha echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, sintiendo su miembro entrar y salir por completo de su amante volviéndolo loco de placer; incontables sensaciones viajando por cada fibra nerviosa de su cuerpo produciendo choques eléctricos. Con las manos fuertemente sujetadas a las estrechas caderas de su contraparte, hacía las penetraciones aún más frenéticas y profundas.

- Ah... Ryu... eres magnífico... - gimió en un océano de gozo. El mencionado sonrió, sin abrir los ojos. Se apoyaba en los brazos del moreno a los costados de sus caderas para tener equilibrio e impulso en los embates que dirigía.

- Tú también, cielo... - replicó, para luego gemir con intensidad cuando su amante lo embistió fuertemente, clavándose en un sensible punto interno que provocó un intenso y sabroso cosquilleo en su bajo vientre. - Mmm...

- Dime... ¿Has estado practicando mucho con mi cuñado?. - interrogó con un fulgor malicioso en los ojos, con todas las intenciones del mundo de hacerlo enfadar.

Las penetraciones no cesaron; al contrario. Se intensificaron con ingente fuerza, producto de la ira del mas adulto y de la retorcida diversión del mas joven.

Ryuichi abrió los ojos al instante de oírlo emitir semejante improperio, revelando esos hermosos mares azules que reflejaban intensa contrariedad, al igual que su expresión facial, con los labios apretados. Tatsuha lo miraba socarrón, con una sonrisa aviesa pese a su rostro arrebolado por las sensaciones tan intensas.

Sin miramientos, Ryuichi le plantó una fuerte cachetada, haciéndole voltear al rostro a un costado. El joven se volvió a mirarlo al instante, con una mano aún en una de sus caderas y su hermana sobándose la mejilla injuriada. Sus profundos ojos oscuros centellearon con una sensual y excitante mezcla de deseo y furor.

Tomó rápidamente a Ryuichi de la cintura con ambas manos y lo bajó de sus caderas, saliendo de esa estrecha cavidad que tantos orgasmos le había brindado de manera abrupta y dolorosa, arrancándole un delicioso gemido ahogado al cantante. Lo tendió en la cama, boca abajo y lo presionó usando todo su peso, inclinándose sobre él hasta susurrarle al oído con saña:

- Tendré que enseñarte las consecuencias de la violencia infantil, mi amor.

El sometido solo lo miró claramente airado, pero sin tiempo de protestar, pues Tatsuha lo penetró de nuevo, prosiguiendo con las enérgicas embestidas que lograban sacarle el aire del cuerpo junto uno que otro quejido involuntario debido a la innecesaria violencia de los embates.

Luego de semejante desplante, el cantante ya no logró recuperar su estado de excitación por más que lo volvían loco las deliciosas estocadas bruscas de su joven e insaciable amante dentro suyo. Permaneció tenido mirando fijamente un punto distante, esperando a que el moreno terminara de una maldita vez con lo suyo para después buscar la manera de darle su merecido.

Habían transcurrido tres meses desde que Tatsuha se llevó a un borracho cantante de ojos azules a la cama, luego de una de las numerosas fiestas que organizaba la empresa de su acaudalado cuñado. Para el maravillado joven resultó ser la materialización de todas sus fantasías más irrealizables y eróticas: tener a su ídolo para él solo, de manera completa e irremediable.

Para un bastante mareado y fuera de sí Ryuichi, significó la mejor sesión de sexo que había tenido en años. La manera en que ese chiquillo se desempeñaba en la cama, con un hambre voraz e inagotable le resultaba terriblemente excitante y adictivo.

Así comenzaron una secreta relación casual, tanto por la diferencia de edad, como por el estatus del cantante.

Tatsuha veía todos sus sueños realizados de manera tangible, llevándolo a la cima del mundo al ser capaz de poseer el cuerpo de su ídolo y ser poseído por él. Era magnífico poder tocar la piel de su dios hecho carne; y aún más magnífico resultaba cuando era el mismo Sakuma el que se lo pedía.

Era su mayor sueño concretado, finalmente, amenazando con hacerlo llorar de felicidad.

Bueno, casi. Pues Tatsuha deseaba tener al cantante como "algo más" que una pareja sexual. Pero esto se lo guardaba para sí, pues sabía de antemano de los gustos meramente carnales de su objeto de adoración, y no quería estropear sus posibilidades de adueñarse de su corazón.

Aunque era apenas un criajo, se había pasado la mayor parte de su vida adorando a ese dios hecho carne; recopilando toda la información disponible y no disponible respecto a él, pasando horas enteras contemplándolo u oyéndolo cantar. Por ende, lo conocía MUY bien. Demasiado bien, a pesar de nunca haber entablado una conversación con él previa a aquella fiesta. Antes de ese día, ni siquiera había tenido el placer de ver al maravilloso cantante de cerca.

Pero aún así, había descubierto que la faceta "infantil" que lucía el artista no era mas que un disfraz para esconder su lado maduro y sus bajos instintos. Pocos sabían del tremendo apetito sexual de Sakuma Ryuichi... Y entre esos pocos, Tatsuha tenía el gran honor y satisfacción de hallarse.

Así, decidió aceptar los términos de "pareja casual" del hombre de sus fantasías, pero con la vista centrada en una meta mucho más ambiciosa: Ganarse completamente a su ídolo. Ser el dueño no solo de su cuerpo, sino también de su corazón. Contienda en la que muchos se habían aventurado con anterioridad, pero ninguno había salido victorioso.

Pero ninguno de ellos era Tatsuha Uesugi, que estaba convencido de haber nacido para estar con Ryuichi. Y aquello lo constató al sentir como sus cuerpos se aunaban a la perfección, como piezas de un rompecabezas.

Sakuma se alegró de sentir el tierno pero imponente cuerpo de su amante tensarse, para luego soltar su semilla en su interior y dejarse caer agotado sobre él, depositando un beso en su nuca mientras el cálido líquido se deslizaba entre sus muslos internos. En cientos de otras oportunidades le había regañado y reiterado que no quería que acabara dentro suyo, pero dadas las circunstancias, se alegraba de que hubiese terminado, fuese como fuese. Significaba que pronto sería su turno para consolidar su venganza.

- Estuviste genial, mi vida. - gruñó un agotado chico, frotando la nariz en el cuello de su compañero, sin salir de su cuerpo aún. Necesitaba tiempo para recobrar el aire y las energías ya que en la situación en que se hallaba, hasta respirar le costaba.

- Vete al diablo. - le espetó el cantante entre irritado y divertido, logrando arrancarle una risa de tono profundo a su acompañante antes de que se acomodara a su lado finalmente con pesadez. Ryu se giró para verlo a los ojos. - Sabes que te la cobraré, ¿no?. - le advirtió con harta seriedad. Y es que planeaba una venganza terriblemente placentera para él... Tatsuha ya se aguantaría.

- Eso espero... - susurró el moreno, jadeando con dificultad mientras con esfuerzo apartaba un mechón de cabellos del rostro del artista para acomodarlos detrás de su oreja, procurando que no se lo notase lo prendado que estaba de él.

Siempre supo que estaba enamorado de Sakuma Ryuichi... Pero poder poseer, aunque fuese su cuerpo reiteradas veces y bajo expreso pedido del cantante, era todo un honor tortuoso; él deseaba mucho más que su cuerpo. Y juraba que lo lograría a pesar de la gran competencia de la que estaba consciente: él no era el único juguete de Sakuma...

Y Sakuma no era su único juguete...

Sonrió ladino bajo la desconcertada mirada de las bellas lagunas azules antes de soltar un profundo suspiro e incorporarse para buscar sus pantalones.

Bingo.

Ryuichi se sentó en el lecho compartido, su desnudez expuesta sin penas a sus ojos alagados que lo atisbaron con fascinación disimulada, pese de haberlo visto en su desnudez cientos de veces con anterioridad. Pero aún así, no dejaba de ser un espectáculo espléndido e irresistible.

El artista lucía una expresión de evidente contrariedad ante las acciones que llevaba a cabo su amante en ese momento.

- ¿A dónde vas?. - interroga con fastidio mal disfrazado, mirándolo abrocharse los pantalones mientras sentía su hambre renacer.

- Tengo un compromiso. - respondió el otro escuetamente. Cada movimiento, sílabo y entonación minuciosamente planeado con anteleridad.

El chico en la cama frunce el ceño, conformando una expresión de niño aún insatisfecho en sus caprichos egoístas.

- ¿Tienes que encontrarte con Megumi?. - inquirió, volviendo a recostarse con total indiferencia, haciendo ademanes de prepararse para dormir.

- No, con Naoko.

Ryuichi emitió un sonido monosilábico, dando a entender que comprendía. Después de todo, habían quedado en que tendrían una relación abierta. Ambos podían salir con otras personas sin que el otro interviniera. Tan solo que le jodía cuando Tatsuha le dejaba con las ganas. Aún estaba caliente y para el colmo de males, la vaina le dolía horrores como resultado de la pasión no culminada.

El chico lo miró de reojo mientras terminaba de abotonarse la camisa, preguntándose si su táctica estaría surtiendo efecto... Lo que no quería decir que fuese ficticia. De hecho que se encontraría con Naoko en unos minutos en un lugar cercano. Pero la idea no era ni la cuarta parte de atrayente e incitante como pasar la noche haciendo el amor a su ídolo.

Pero todo sea por ganarse su corazón, ya que el cuerpo, su amorcito se lo regalaba al primer transeúnte que pasara, para gran dolor suyo.

- Bueno, nos vemos mañana... - comenzó a despedirse, inclinándose sobre el hombre para depositar un rápido beso sobre sus labios, que en ese preciso momento esbozaban un delicioso puchero, cortesía del surgimiento súbito de su aspecto infantil... pero no por ello menos sensual.

- ¿No quieres pasar la noche con Ryu-chan, no da?.

Ohh... Era un maldito despiadado. Sabía que ante su arma más poderosa, Tatsuha difícilmente le negaba algo. Bajo el disfraz de su personalidad aniñada, Ryu bien le podía decir: "Dame tus huevos", que Tatsuha con gusto se los arrancaba y se los entregaba con una sonrisa en una bandeja de plata.

¿Y quién podría tacharlo de débil, fofo o dominado?. Nada más bastaría con que echaran una mirada a esa expresión pueril, con los hermosos ojos brillantes por lágrimas de cocodrilo sin derramar, las mejillas infladas y sonrojadas y los labios rojos y húmedos apretados con fuerza en una expresión de llanto contenido.

No. Nadie podría tacharlo de blandegue.

Y por más que cada fibra sensible de todo su ser le gritaban que permaneciera en el lecho a lado de semejante intrigante e instigadora criatura; Tatsuha reunió las fuerzas para atenerse a sus planes.

- Ryu-chan debe dormirse. Ya es muy tarde para que ande despierto. - fue la respuesta que dio, sonriendo divertido ante el mohín de fastidio inocente que conformó el bello semblante del cantante.

- Pero Ryu-chan se siente mal, necesita que lo cuiden... - gimoteó con voz llorosa y lágrimas amenazando con rodar por las mejillas sonrosadas en cualquier momento, al mismo tiempo que elevaba los brazos hacia el moreno en silenciosa súplica por su aproximación.

El menor de los Uesugi, parado frente suyo con las manos en las caderas, se aproximó con suspicacia, adivinando que el cantante tramaba algo con eso de que "se siente mal...". Pero no vaciló en sentarse a lado del -ahora niño- para abrazarlo y hundir el rostro en su cálido cuello, llenando sus pulmones clandestinamente con su aroma.

- ¿Qué te duele?. - le preguntó en un suave susurro paternal una vez que rompió el abrazo para tomarlo con delicadeza de las mejillas con ambas manos, contemplando fascinado el verosímil disfraz de infante que ostentaba su amante cuando convenía a sus caprichos. Desde la expresión en los ojos y el tono de voz, hasta el vocabulario y los gestos; todo era absolutamente convincente. Y perturbadoramente excitante.

Los mares azules del "niño" rielaron fugazmente para luego, con un gesto aniñado, hacer a un lado con timidez las sábanas que cubrían sus armoniosas formas, dejando a la vista su punzante y enrojecida erección.

Al monje se le escapó un pequeño jadeo ante la muy sugestiva escena que tenía en frente. Pero hizo acopio de toda la fuerza de voluntad en su interior para no lanzarse hambrientamente sobre el cantante y tomarlo de nuevo, ya que la promesa de la recompensa que intentaba lograr era suficiente motivación para resistir la difícil prueba que su adorado dios le ponía delante... literalmente.

- Me duele aquí...- lloriqueó Ryu-chan, antes de tomar una de las manos del otro chico y llevarla a su erección brillante a causa de los fluidos corporales y enrojecida debido a la pasión interrumpida. - ¿Ayudarías a Ryu-chan?. - rogó, mordiéndose inocentemente el labio inferior para contener las lágrimas, mirándolo con ojos suplicantes.

Maldición. Maldición y maldición... Y más maldición. ¿Por qué diablos tenía que hacerlo tan difícil?.

- Hago que el dolor se vaya y luego te duermes, ¿de acuerdo?. - negoció Tatsuha, comenzando a deslizar su mano suavemente a lo largo de la cálida erección, logrando ahogar las protestas del artista gracias a que sus caricias comenzaron a anonadarlo, robándole jadeos y gemidos entrecortados.

Cuando acabó su labor de enfermero, Tatsuha se largó sin más miramientos, dejando a un contrariado cantante en la habitación, sonriendo ante el prometedor futuro de su táctica.

Continuará...

Yo de nuevo:Imagino que habrán notado mi inusual versión de Ryuichi. Es que se me hace más creíble de esta manera y, además, ayudará mucho a la trama de la relación entre él y Tatsuha.

Respecto al embarazo de Shu o.o Pus, abstenerse de preguntar como diablos pasó, porque ni yo lo sé. Tan solo es un fic y todo puede pasar n.n