¡Hola! Si que ha pasado mucho tiempo desde que no publico nada, espero que todos aquellos quieres llegaron a leer este Fan Fic tengan el gusto de continuarlo, ha pasado cerca de 6 años desde la ultima vez tomo rindas a esta historia que quiero concluir.
Doy gracias a Dalia-sempai quien me alentó a terminar de escribir esta historia y claro este capítulo, espero sea de su agrado este capítulo.
LA SOMBRA DEL ANGEL
by El Ultimo Rey Dragon
Capitulo 9: La Rosa y la Serpiente
¡Canta! ¡Oh musa celestial! ¡Que el tiempo se consume, gota a gota, en las arenas del espacio! ¡Los astros gira al compás de un reloj desigual sobre la luna roja que ilumina la torre de Roa pues se erige soberbia como aquella que en tiempos de lord Aragón sembrara terror y miedo en nombre del ojo único, el ojo que veía todo desde la fortaleza de Barad-dur cuya caída al reino de Hao se atribuye a la destrucción de su anillo!¡Aun en las sombras del reino de fuego se escucha los gritos del ojo único en lengua de mordo: ¡Ash Nazg durbatulûk, ash Nazg gimbatul, ash Nazg thrakatulûk agh burzum-ishi krimpatul! El pequeño ángel quien busca al desdichado príncipe de los avernos aún está lejos del ojo único, guiada por el gran Tao y por la pequeña Navi cruza los círculos del poeta latino. Pero la Luna cuenta más si la sabemos escuchar, ya lejos, en un tiempo en que la serpiente y la rosa se conocieron en el gran desierto de Zinzos. La princesa blanca con cerrar sus ojos puede recordar, escuchar y sentir los ecos del pasado, las voces de todos aquellos quienes les sirvieron; una nítida imagen se forma en su mente. Puede ver una ciudad que se levanta sobre las dunas, tan blanca que brilla en las noches, la perla del desierto, sus jardines están llenos de rosas rojas, blancas y amarillas, ve la sonrisa de su pueblo, de sus soldados de largas ropas blancas, de su padre y madre. Observa la noche, sobre la oscuridad esta una luna enorme y gigantesca que amenaza con caer, la princesa blanca jamás ha olvidado aquella luna pues ella marco el día en que inicio todo…
-¡Que hermosa esta la luna!- hablo un soldado quien desde la entrada resguardaba la puerta principal del gran salón que daba de lleno al jardín.
- ¡Cállate! - le hablo su compañero quien sigilosamente observaba, entre los ventanales y la puerta, una pavorosa fiesta real- ¡Quiero ver a la princesa Arcueid! ¡Es tan hermosa! ¡Su cabello es tan largo que toca la punta de sus pies, su piel es blanca como la nieve, su delicado cuerpo tiene la forma de una paloma! ¡Un encanto de niña!
-Mira el disco de la luna- le indico su compañero sin dejar de contemplar el cielo nocturno ¡Qué raro! Parece el semblante de una mujer muerta… que se levanta en busca de un difunto…
- ¡Veo a la reina! ¡No puedo creerlo! ¡Es bella pero no iguala a la hermosura de su hija! ¡Debes verla! ¡Es acompañada por el rey!
-Como una mujer muerta... Camina lentamente… Es mal augurio- continuo el soldado sin prestar atención a su compañero.
- ¡La princesa ha ocultado su rostro detrás de su abanico! -observo excitado el hombre- ¡Sus manos parecen como palomas que alzan el vuelo parecen mariposas blancas!
- ¿Por qué te importa? - índico una tercera voz detrás de ellos que se aproximó- ¿por qué la miras? ¡No debes mirar a la princesa! ¡Puede ocurrí una desgracia!
El hombre joven de cabello corto y lizo, su rostro fino y afilado contuvo un gesto de disgusto cuando cruzo los brazos, ajusto sus lentes cuadrado al fijar su mirada en ambos soldados.
-Sumo sacerdote Ishida Uryu – bajo la cabeza el soldado que contemplaba la luna- ¿Creímos que estaría en festín de su majestad?
-No, son estrepitoso sus invitados, no sé cómo la familia real puede soportar a tal chusma y más la princesa...
La realidad no es más que la proyección
De una sombra en la pared de una caverna
- ¿De quién fue esa voz atemorizante? - preguntó con miedo el soldado.
- ¡Hazle callar! ¡Solo dice tonterías! - le sugirió el otro quien lentamente volvía a observa el festejo.
- ¡Cállate! ¡Que podría matarte si escapa! - le advirtió Uryuu fijando su vista a un viejo pozo en el jardín.
- ¿Quién? - pregunto el otro.
-Un demonio.
- ¡La princesa! - volvió a excitarse el soldado de la ventana- parece que se ha extraviado no la ven sus padres, pero yo sí... Parece un narciso agitado por el viento… Se incorpora, se levanta y viene hacia acá. ¡No puede ser! ¡Viene hacia nosotros!... pero jamás la había visto tan pálida...
Un fina y gélida figura camino hacia los hombres, los soldados abrieron mucho los ojos, el sumo sacerdote bajo la cabeza y saludo a la recién llegada. Sus ojos ámbar se cruzaron con los de todos ellos, los soldados bajaron la cabeza torpemente mientras saludaban.
- ¡Estoy harta! -hablo la dulce voz de Arcueid quien fijo sus ojos a luna- ¡Odio este festín! ¡Nadie me observa! ¡Mi padre solo se mira a si mismo! ¡Mi madre solo se mira así misma! ¡Se contempla y se jacta de orgullo por ser los líderes de una de las doce tribus de los grandes espíritus! ¡Grito y nadie me escucha! ¡Lloro y nadie me consuela! Pero no importa… la soledad... no importa...
- ¿Piensa abandonar el festejo, su majestad?
- ¡Que agradable aire el de aquí! - Arcueid respiro profundamente- Aquí se puede respirar. Allí adentro tan lleno de los siervos de mi padre, entre judíos de Jerusalén, egipcios con ojos pintados y mejillas coloridas, persas sutiles y callados, y romanos torpes ¡Como detesto a estas personas! ¡Son gente ordinaria y se creen grandes señores!
- ¿Quiere sentarse princesa? - ofreció uno de los soldados- desde aquí puede contemplar todo el jardín real…
-Gracias- negó amablemente Arcueid- pero prefiero ver la luna ¡Qué bueno es ver la luna! Parece una monedita, se diría que es una flor de plata… la luna es fría y casta… estoy segura que es virgen. Si, es virgen, jamás se ha entregado a los hombres como las otras diosas.
Ella había visto la luna antes pero no recordaba su esplendor
Y como sentía la luna en su helada piel
Una lágrima rodó por su rostro
Tan solo de recordar los viejos tiempos
Quizás también puede recordar el amor
- ¿Quién dijo eso? - pregunto la princesa.
-Un demonio, majestad- respondió Uryuu.
- ¡Es el demonio que mi padre capturo! ¡Al que todos tienen miedo!
-En efecto, es el mismo.
-Mi padre jamás me hablado de él, ni de ningún demonio. A pesar que desde mi cumpleaños décimo sexto he logrado dominar las artes celestiales. ¿Ese demonio tiene nombre?
-Se le conoce como la serpiente de Akasha.
- ¿De dónde procede?
-Del desierto- relato Uryuu- su padre lo capturo en el camino de paso hacia Bagdad, donde ha azotado la peste que se ha llevado la vida de cien mil personas. Algunos dicen que se alimentaba de langostas, miel y sangre, que habla el lenguaje de las serpientes…
¿Qué es la vida? Un frenesí
¿Qué es la vida? Una ilusión
Una sombra, una ficción
Y el mayor bien es pequeño
Que toda vida es sueño
Y los sueños, sueños son
- ¿Y qué es lo que dice?
-Es imposible saberlo, pero son cosas que espantan.
- ¿Se le puede ver?
-No…
La vida es paradigma interesante
Pero en el fondo una ilusión mas
Aquella extraña voz susurro como el viento entre las montañas, los soldados se estremecieron, el sumo sacerdote contuvo un gesto de molestia. La princesa comenzó a bajar las escaleras rumbo a la prisión del demonio. Los hombres la observaron extrañados mientras la luna se ocultaba entre las nubes y por un instante las tinieblas lo cubrieron todo. Las rosas de jardín tiñeron la oscuridad con sus rojos, amarillos y blancos, sus tallos dormían ante los ecos de las pisadas de la princesa blanca, al acercarse a la prisión las flores dejan de crecer y dan paso a la hiedra que domina, como si fuera su palacio, un triste y solitario pozo.
-La voz viene de aquí... qué prisión más rara…
-Sí, es un pozo sellado por las cuatro direcciones de los vientos y sobreexpuesto por los doce sellos de las tribus de los grandes espíritus- explico Ishida.
- ¡Princesa! ¡Princesa! -grito una voz que llamo la atención de todos desde la entrada del palacio.
Un joven pelirrojo, vistiendo las prendas negras de los sirvientes próximos al rey se acercó a ellos corriendo, jadeo un poco y tomo aire.
- ¡No, volveré! - hablo con firmeza y enojo la princesa blanca.
-Perdón, princesa, pero debo advertirle que sino vuelve a allá podría ocurrir una desgracia- respondió el joven pelirrojo con gesto de preocupación.
- ¿Es viejo el demonio? -pregunto Arcueid sin prestar atención al sirviente de negro.
-Princesa-insistió el pelirrojo- sería mejor volver, permítame que la guié.
- ¿Ese demonio es viejo? -volvió a preguntar la princesa con un tono más autoritario.
-No-contesto el sacerdote Uryu- Aparenta ser un hombre joven.
Es curioso como el hombre siempre se ha creído eterno
Cuando en realidad es una rata en un laberinto
- ¡Que extraña voz! ¡Me gustaría hablarle!
-Temo que es imposible, princesa. Su padre ha prohibido todo contacto con aquel ser, ni siquiera nosotros los sacerdotes de alto nivel tenemos permitido abrir este pozo… Solo el rey del palacio lunar tiene el poder de someter a este demonio.
-Yo quiero hablarle- susurro la princesa dulcemente.
-Es imposible…
-En efecto- interrumpió el pelirrojo- princesa sería mejor volver al festín
-Dentro de mi sangre corre el poder de dominar demonios, querido Uryu, como mi padre he logrado controlar el Kidou, la energía espiritual que es capaz de someter a las criaturas infernales…
-No nos atrevemos princesa…
La princesa blanca levanto la vista al cielo y observo a su amado astro. La luna surgió detrás de las nubes, su luz ilumino el maltrecho y horrible pozo; la princesa sonrió sin entender porque, se acercó al pozo, pensado que volvería escuchar aquella voz tan extraña.
- ¡Que interior tan negro! -observo la princesa al imaginar el fondo del pozo- Debe ser terrible estar confinado a un agujero tan negro, parece una tumba. Estar privado de luz de la luna… querido Uryuu, solo dejemos que vea la luna. Hoy todos necesitamos verla… en mi sangre corre el don de dominar a este infeliz ser y dejarle contemplar la luna… yo me haré cargo de él…
Algo en la voz de Arcueid hizo mover un extraño sentimiento en Uryu. No supo identificar que era, le parecía compasión, pero no estaba seguro de quien, si por el demonio o por la princesa blanca. Cerró los ojos, pensó un poco para aclarar lo que debía hacer
-La princesa Arcueid desea ver a la serpiente de Akasha. Retírense-ordeno Uryuu.
Los soldados se alejaron lentamente, el pelirrojo regreso al palacio corriendo. La figura de la princesa y el sumo sacerdote Uryu se comenzaban a perder a cada paso.
- ¡Que luna tan rara! -hablo el soldado quien nuevamente observo la luna en el firmamento- parece la faz de una muerta con el sudario fúnebre.
-Es verdad- comento el otro con tranquilidad- su aspecto es raro parece una princesita de ojos ámbar... Si, por entre las nubes sonríe como una princesita.
El recuerdo se comenzó a despejar de la mente de Arcueid como las volutas de humo. El sonido de una voz la hacía volver poco a poco a la realidad, sus ojos ser abrieron y se encontraron con la mirada preocupada de su fiel sirvienta, lujuria.
- ¿Se encuentra bien, mi señora? Se ve muy pálida- le indico lujuria.
-Estoy bien- contestó la princesa blanca mientras sus ojos se clavan en la pequeña rubia quien la observaba tan preocupada como su sirvienta-Debemos apurarnos, por el bien de aquel deseo.
Anna observo inquietantemente el interior de la torre, más allá se vislumbraba la oscuridad, de la cual llegaban horribles ruidos de cotorreos y el hedor de algo. Ren mantuvo su vista alta y siento que el interior de aquel lugar había algo peor, la presencia de un mal antiguo, desdeñoso, frio y aterrador. Observó a la princesa blanca quien miraba quizás con cierta amargura el interior de la torre.
-Querida lujuria guíalos a través de la torre- hablo Arcueid con cierta tristeza en su voz.
La desdichada princesa fue la primera en penetrar en aquella oscuridad, fue seguida por la mujer y detrás de ella Anna y Navi, dejando en la retaguardia a Ren quien los siguió prudente a cada movimiento de lujuria y de su ama. La puerta se cerró dejando atrás los lamentos, de repente se encontraron sumidos en un laberinto de oscuridad, donde todas las paredes hervían a sonidos. Lujuria hizo un ademán con las manos y de ellas surgieron varias burbujas pequeñas, soplo sobre ellas y una sobre otra, iluminaron la oscuridad como diminutos faroles. Comenzaron a adentrarse en la torre, Anna se impresionaba por el tamaño del interior de la torre, era tan grande que podría existir un palacio en su interior. Lujuria hizo un nuevo ademán con la mano y soplo nuevas burbujas de suave luz que flotaba sobre sus cabezas, reluciendo sobre las antiguas vigas que todavía sostenían el techo. La torre era como un edificio enorme, un laberinto que piedra gris que no tenía fin, no había aire fresco ni luz. Los restos de una grandeza desvanecida estaban por todas partes. Había tallas, grandes arcadas, vastas estancias, enormes chimeneas, cocinas repletas de ecos y cubiertas de polvo.
- ¿Qué este lugar? -pregunto Anna con tristeza.
-Es un reflejo de mi pasado- contesto la princesa blanca- es lo que queda de mi hermoso hogar en el desierto. El rey del país de los infortunios me otorgo este lugar en la torre de Roa para recodarme lo que he sido antes, para que el dolor y la pena de mis actos se mantengan frescos en mi memoria…
-Una réplica del palacio lunar- hablo Ren observado el semblante triste de Anna- se cuenta que este fue el centro de una de las ciudades más hermosas de la antigüedad, la perla del desierto, en ella se podía encontrar la cura para toda enfermedad. Esa cuidad era el hogar de una de las doce tribus de los grandes espíritus…
Las burbujas iluminaron el rostro de Ren, lujuria sonrió y produjo más burbujas.
-El rey de los avernos es bastante orgulloso… construyo el escenario de uno de sus más grandes triunfos sobre el mundo. Cuando la cuidad lunar cayo, querida hermanita, uno de los grandes dones de los grandes espíritus murió con ellos, estas son las sombras de los Zinzos.
-En este panteón- hablo lujuria- se escuchan los lamentos y gritos de dolor que aquellos que cayeron junto con la perla del desierto.
La princesa bajo el rostro, aquella cuidad derruida y olvidada era un recuerdo que la atormentaba.
-De aquellas almas que yo misma despedace- susurro la princesa blanca.
Arcueid cerró los ojos y deseo con todas sus fuerzas no escuchar los gritos que siempre taladraban sus oídos. Las voces de su pueblo que le suplicaban compasión, los muros de coral blanca manchados de rojo y que jamás recuperaron su color verdadero, un recuerdo la asalto nuevamente en él se vía frente a aquel pozo…
- ¡Oh, señor! ¡Máscara de sangre y carne, toda Creación, batir de alas, ¡aquél que ostenta el nombre de Hombre! ¡Infierno y Poseidón, la barrera del mar surge marchando hacia el sur! - recito la princesa ante el pozo mientras se liberaba cada uno de los sellos para abrir el pozo- ¡Red blanca y negra! Veintidós puentes, sesenta y seis coronas y cinturones, huellas, trueno lejano, pico afilado, tierra sepultada y oculta en la noche, mar de nubes, linea azul: formad un círculo y volad a los cielos. ¡Kidou numero 77: Tenteikura!
El pozo se abrió de golpe y una figura humana emergió de las profundidades, era un joven de rostro fino y tan pálido como un cadáver. Largos mechones de cabello plateado cubrían sus ojos, sus ropas eran harapos de una derruida camisa y pantalón negro, cubierto por una vieja y gastada capa negra con indicios de nubes rojas, sus pies descalzos pisaron el suelo lentamente. La princesa lo observo fascinada, lo que más llamaba su atención era aquellos ojos rojos escondidos tras su revoltosa cabellera plateada.
-Sus ojos son terribles- hablo Uryu con miedo- parecen agujeros negros quemados por antorchas en un tapiz blanco. Son como las negras cuevas de Egipto donde los dragones hacen sus madrigueras… Aun así, desea hablarle, princesa.
- ¡Que consumido está! - comentó la princesa con cierta piedad- Parece una estatua de marfil. Semejante a una imagen de plata, estoy seguro que es tan puro como la luna, parece un rayo de luna, un haz de plata. Su carne debe estar fría como el marfil… Deseo verlo más de cerca…
La princesa se acercó unos pasos a la serpiente de Arkasha.
- ¡No! ¡Princesa! - le intento detener Uryu.
- ¡Paredes de arena férrea, una pagoda sacerdotal que brilla con luciérnagas acorazadas, manteniéndose recta y silenciosa hasta el fin! ¡Kidou numero 75: Gochutekkan!
El demonio se retorció un poco, después fuertes ligas de luz se clavaron en la espalda del demonio, obligándolo a hincarse y bajar la cara por el dolor.
-Debo verlo más de cerca- hablo Arcueid.
- ¡Princesa! ¡Princesa!
- ¿Quién es esta mujer que me está mirando? - preguntó el demonio con una voz seca pero fuerte- ¿para qué me miras con aquellos ojos de color ámbar? No sé quién eres quizás no quiera saber quién eres. Márchate no sabes lo que haces…
Arcueid levanto el rostro a la luna, sonrió otra vez sin saber el porqué. Vacilo un poco y le sonrió a la serpiente a Arkasha.
-Soy Arcueid Brunestud, hija del señor de los Zinzos, una de las doce tribus al servicio de los Grandes Espíritus. Esta noche la luna azul ilumina la cuidad lunar, la perla del desierto, esta noche todos debemos observar la luna, ella reconforta a hombres y demonios… Mírala allá en el cielo… Se dice que la luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas también es buena como hipnótico y sedante. Y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía. Un pedazo de luna en el bolsillo es el mejor amuleto que la pata de conejo: sirve para encontrar a quien se ama, y para alejar a los médicos y las clínicas. Mi padre dice que se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir. Hay que poner una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver. Siempre es bueno llevar un frasquito del aire de la luna para cuando uno se ahogue y hay que darles la llave de la luna a los presos y a los desencantados. Para los condenados a muerte y para los condenados a vida… (1)
Uryu hizo un gesto desagradable y observo de nuevo el rostro de la princesa blanca.
-Mi hermano mayor- hablo el peliblanco mientras levantaba el rostro pesadamente y observaba el infinito cielo- me conto que hubo un tiempo en que la luna estaba pegadita a la tierra. En las noches los amigos se reunían para salir a pasear por el mar en una barca; mediante una escalera con un pequeño salto llegaban a la luna cuya superficie, con consistencia de queso, estaba llena de conchas, estrellas de mar y peces fosforescentes atraídos por su fuerza de gravedad. Durante una de esas visitas un hombre admiraba a una hermosa mujer a la que no se atrevía a declararle su amor… Una noche mientras ella estaba en la luna, el astro comenzó a alejarse de la tierra; el hombre estaba en la escalera y tuvo un momento de indecisión. La luna se alejó para siempre… Esta es la razón por la que los perros aúllan en las noches de luna llena recordando el dolor de ese hombre por la pérdida de la mujer amada… (2)
Un silencio se hizo después de que el demonio hablo…
-Habla de nuevo…- pidió la princesa- los viajeros relatan que los demonios…
-Enciérrame de nuevo- la interrumpió la voz del demonio- O se escucharan en tu palacio el batir de las alas de la muerte.
La figura de la serpiente de Arkasha se puso de pie aun con sus ataduras. Camino hacia atrás, lentamente se dirigía al pozo.
- ¡Arkasha!- grito Arcueid.
Aquellos ojos oscuros la observaron, se clavaron en ella y no la dejaban de ver. Ella lo observo igualmente, su mirada despedía un sentimiento muy parecido al suyo. Pero por dentro sabía que no era igual a lo que sentía en su interior, algo más hacia que se acercara a la figura que estaba en el cielo, algo parecido a la lastima se fundió en su corazón.
-Tu cuerpo es blanco- hablo la princesa- como los lirios de un campo jamás cegado por la guadaña, tu cuerpo es blanco como la nieve tendida sobre las montañas de Judea y descienden por los valles. Las rosas del jardín de la reina de Arabia no son tan blancas como tu piel, ni los pies de la aurora cuando iluminan las hojas ni el pecho de la luna cuando yace sobre el pecho del mar… Nada hay tan blanco como tu cuerpo, serpiente de Arkasha… pero dice mi padre que tu cuerpo debe ser repugnante pues parece el cuerpo de un leproso, parece un muro enlucido por donde reptan serpientes y anidan escorpiones, parece un sepulcro blanqueado lleno de repulsivas criaturas.
-Princesa… debería…- intento intervenir Uryuu pero Arcueid solo lo observo, con dulzura y después presto atención en el peliblanco.
-Tu pelo- le indico la princesa a la serpiente- Asemeja a un racimo de uvas claras que penden en las villas de Edom. Tu pelo me recuerda a los grandes cedros del Líbano que dan su sombra a los leones y a los ladrones que deben esconderse del día. Las largas noches negras, cuando la amada luna oculta su rostro y las estrellas tienen miedo, así es el brillo de tu pelo, pero mi madre dice que el pelo de un demonio es horrible, está cubierto de barro y polvo. Que parece una corona de espinas que se les hubiera puesto sobre la frente, que asemejan un nudo de serpientes retorciéndose en el cuello… Son tus ojos los que me atrae, son rojos como la banda roja sobre una torre de marfil. Ni las flores de la granada que florece en el jardín de Tiro, ni las más rojas rosas del jardín de la gran babilonia son tan rojas. Los rojos trompetazos que anuncian la llegada de los reyes y atemorizan al enemigo no son tan rojos, tus ojos son más rojos que los pies de quien haya el vino, más rojos que las patas de las palomas que deambulan en los templos y son alimentadas por los sacerdotes… No hay nada más rojos que tus ojos. No hay nada más solitario que tus ojos…
-Tus ojos son tan tristes y solitarios como los míos, princesa, tú eres como un jardín de mirra, como la paloma de todas las palomas. No me dirijas palabras semejantes no puedo tolerarlas pues no soy digno de tal cosa… somos parecidos, la luna es nuestra testigo…
¡CLICK!
Una pequeña burbuja dorada reventó frente al rostro de la princesa blanca, ese sonido la trajo a la realidad. Anna se acercó a la desdichada princesa, le tomo de las manos y la observo en la quietud de la oscuridad. Las blancas manos de Arcueid rozaron el rostro angelical de Anna.
Había tanto de ella, en Anna, sonrió ante los ojos de la jovencita.
-Pequeña niña- susurro la princesa blanca- el dolor que te espera adelante es tan grande... en tus ojos veo reflejados los míos y cada de recuerdo de mi impura alma me golpea en cada centímetro de este cuerpo corrompido... Si sigue el camino que buscas solo veras dolor como yo...
-Si... lo sé, mi querida princesa, pero aun así... yo…
De repente Acrudied abrieron desmesuradamente los ojos, el sonido un silbido agudo y chillante como el de una serpiente la puso alerta, Ren se aproximó a ellas, pero su voz parecía lejana, aunque se encontraba frente a ellas. La princesa blanca bajo la mirada hacia los perplejos ojos negros de Ren y fue vagamente consiente que no podía oír nada.
"Ven a mi te estoy esperando"
La voz susurraba y se enroscaba en la mente de Arcueid, sin saber muy bien que estaba haciendo avanzó más deprisa y siguió aquella voz que la llamaba sin mirar a donde iba. Las burbujas de luz flotaban a su alrededor, resplandeciendo sobre paredes en ruinas, aros de metal oxidados en las antorchas que de antaño había ardido antorchas, fragmentos amontonados de ollas y armaduras. La princesa se encamino hacia el corazón de la torre. -Mi señora- oyó gritar a lujuria, pero no podía volverse ni responder.
Había llegado a un pasillo muy ancho que al final daba a un gran salón completamente oscuro, cientos gigantesco pilares sostenía el alto techo. Un repulsivo olor a almizcle llegaba desde lo profundo del salón. La princesa blanca se adentró entre los pilares, caminando firme y sin vacilación. Pronto llego al pie de una pequeña escalinata y sobre esta un gran trono, derruido y viejo, lleno de hollín y polvo, sentado en el, una figura en sombras observa a la princesa blanca, ojos rojos y fríos desde la oscuridad apremiaban. Arcueid titubeó un poco, pero se sintió segura...
-¿Dónde estás princesa blanca?- se oyó la voz de Anna
Un desdichado recuerdo volvió a la mente de la princesa antes aquellas palabras...
- ¿Dónde está Arcueid?- una voz de tiempos remotos retumbo en la cabeza de la princesa de larga cabellera, era una voz firme y soberana, dentro de la princesa exaltaba cariño y tristeza- ¿Dónde estás princesa? ¿Por qué no has regresado al banquete?
El recuerdo comenzó aclarece en la mente de la princesa, podía observar como un hombre viejo, de largo cabello gris, alto y fornido salía del gran banquete. El viento batió su largo ropaje blanco y azul, mientras despeinaba su recia cabellera, al hombre levanto el rostro hacia el vasto jardín de flores blancas después sus ojos se posaron en las estrellas en el cielo iluminado por la luna.
-La luna tiene un aspecto extraño ¿No tiene un aspecto extraño, querida? - dijo el hombre dirigiéndose alguien que le seguía- Parece una loca, una loca que busca amantes por todas partes, esta desnuda en el cielo... Si, esta desnuda, las nubes procuran cubrí su desnudes, pero ella no se los permite... Si, se exhibe desnuda en el cielo, se bambolea entré las nubes como una ebria. Estoy seguro que busca amantes... parece loca...
-No- hablo una suave voz femenina- La luna se parece a la luna, eso es todo querido... no tienes nada que verle...
El soberano de los Zinzos observo detenidamente a la persona que había dicho eso. La mujer sonrió ante la mirada de su esposo, el rostro suave y bello de la mujer se posó en la luna, sus ojos pintados de sombras negras se cerraron dejando que el viento nocturno jugara con su largo cabello azulado, sus labios carmesíes volvieron a sonreír para la luna después abrió los ojos y observo a su esposo.
-El aire es deleitoso, ven mi querida Akiha, busquemos a nuestra hija, los invitados la esperan- exclamo el soberano de los Zinzos tomando delicadamente la mano de su dama.
Así, con las manos unidas caminaron entre los jardines, ante las rosas blancas, que dormitaba bajo la luz de la luna, algunas flores abrían sus tallos tímidamente frente a los ojos de los soberanos de los Zinzos. La reina sonreía para las flores mientras que Gilgamesh no quitaba aquella mirada seria que pocas veces se posaba en su rostro.
-Aquí hace frio- indico el soberano al detenerse en seco frente al pozo- ¿Acaso sopla el viento?
-No hay viento aquí, querido.
-Te digo que hay viento y está soplando. Oigo en el aire algo semejante al batir de unas alas... Unas alas inmensas ¿No las oyes, amor?
-No oigo nada...
-Ya no las oigo, pero las oí. Era el soplar del viento, sin duda, ya paso... ¡No! ¡Vuelvo a oírlas! ¡Es el batir de unas alas!
-Esposo mío- hablo dulcemente la reyna- te digo que no hay nada. Tu encuentro con ese demonio te habrá enfermado mi señor, regresemos el calor del fuego, ayudará...
-No estoy enfermo estoy preocupado, nuestra hija es quien está enferma, jamás la había visto tan pálida.
Algo húmedo rozo el pie de Gilgamesh pero nada había manchado su calzado. El sonido del aleteo se hizo más fuerte y el rey percibo un extraño olor. Con un gesto le indico a su esposa que se alejara. Tomo su espada con firmeza y la levanto al cielo.
- ¡Desintégrate, perro negro de Rondanini! ¡Mírate a ti mismo con terror y después perfora tu propia garganta! - recito y después dejo caer su espada contra el suelo con todo su peso- ¡Kidou numero 40: Geki!
La imagen del jardín y del pozo se quebró en mil pedazos como si fueran un espejo dando paso a la realidad, ahora los ojos del soberano de los Zinzos observan lo que estaba pasando. Frente a él se levanta un panorama horrible, las rosas blancas estaba secas y muertas y bajos sus pies se encontraba el sacerdote Uryu sobre un charco de sangre, la emperatriz se inclinó hacia él y coloco sus manos en la aguda herida.
-¡Corazón del sur, ojo del norte, dedo del oeste, pie del este: llegad con el viento y partid con la lluvia! ¡Hadou numero 18: gaju hachi!- recito y un haz de luz comenzó cubrir al joven- estos solo contendrá la herida...
-He pisado sangre es un mal presagio...
Unas alas se batieron, ambos gobernantes levantaron la vista hacia la dirección de aquel sonido, un par de alas largas, finas y membradas se agitaba quedamente. El rey abrió sus pupilas descomunalmente, su esposa ahogo un grito y después sus ojos se tiñeron de lágrimas, su hija había sido tomada por la serpiente de Arkasha. La princesa lloraba, pero por alguna extraña razón su padre noto una sonrisa en su rostro, el monarca se aproximó a la infeliz pareja. La mano del demonio se aferró al dorso de Arcueid, las alas se agitaron con fuerza, los ojos la princesa se clavaron en los rostros de sus padres y poco a poco se convirtieron en diminutas figurillas, los tejados blancos que estaba bajo ella parecían conchas de escarabajos.
Volaron calladamente apenas el sol comenzó a despuntar y la luna aún se podía observar como un fantasma en el alba. La princesa blanca no dijo nada, aterrizaron limpiamente sobre una formación rocosa en el desierto, en ella había una cueva profunda y oscura. La vista de desierto, extenso y hermoso ocupo la mirada de la princesa. La serpiente de Arkasha se introdujo en la oscuridad de la cueva después la princesa escucho como algo se desplomo adentro y se internó en las sombras. En el suelo de la caverna estaba tendido el joven de cabello blanco, profundamente dormido, ella se acurruco sobre él mientras se preguntaba si los demonios podrían brindar calor, se alegró de que fuera así, pensó en el sonido de la citara de su madre, en la voz gruesa y profunda de su padre al recitarle un poema o cuando la reprendía por saltarse sus lecciones, lentamente entre cada imagen y recuerdo se quedó profundamente dormida…
La princesa blanca abrió los ojos, la oscuridad lo gobernaba todo; un insignificante rayo de luna se adentró en el gran salón, algunas burbujas luminosas que habían escapado de lujuria se adentraron en el gran salón iluminado el rostro del hombre del trono. Este posó delicadamente una de sus burbujas en su mano y después la aplasto sumiendo todo en las tinieblas.
-La gloria es un rayo de luna- hablo la figura del trono.
-El amor es un rayo de luna- le contesto Arcueid.
-Cantigas… Desiertos…- hablaron al unisón la princesa y la figura mientras se aproximaba lentamente el uno al otro- gloria… felicidad… mentira todo. Fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo. Y amamos y corremos tras ellos ¿Para qué? ¿Para qué? Para encontrar un rayo de luna.
Hubo un silencio y después un susurro.
Una tímida sonrisa cubrió el rostro de la princesa.
-Dos plumas blancas ha entrado a la torre- hablo Roa- la pluma más joven es aquella que debió morir en manos del príncipe. Su búsqueda debe terminar aquí… Si continua el camino de los círculos solo conseguirá más dolor…
- ¿Lo recuerdas cariño? - contesto dulcemente la princesa blanca- Recuerdas aquellos días… Ambos cerraron los ojos y recuerdo salto a la mente de Arcueid, un recuerdo del pasado tan vivido como aquel lúgubre y gigantesco salón.
Podía sentir el sol filtrándose sobre las hojas de los árboles, la princesa observo la copa verde de aquel inmenso árbol que les cubría con su sombra. Sobre su regazo descansaba una cabellera blanca, observo detenidamente el rostro blanco del joven demonio quien le sonreía, ella se sonrojo levemente al notar los ojos rojos de la serpiente de Arkasha.
-Michael Roa Valdamjong- exclamo la princesa blanca acurrucada bajo los brazos de Roa a la sombra de un inmenso árbol- ¿Es cierto que existe un árbol cuya sombra causa la muerte?
-Es cierto -responde la serpiente Arkasha- el señor Mikihisa, el primer rey del país de los infortunios, lo creo para destruir a los mortales, pero los grandes espíritus, apiadándose de la infelicidad de los vivos hicieron descender a un ángel.
Arcueid volvió su mirada agitada hacia el plácido campo que los rodeaba, observa el alto pasto con melancolía. Roa en tanto la contempla con un sentimiento de ternura indescriptible.
- Michael Roa Valdamjong- exclamo nuevamente Arcueid - ¿Es cierto que existe un árbol cuya sombra agita la sangre en las venas y enciende el amor?
-Si.
- ¿Lo conoces?
-Lo conozco, aun cuando ignoro su nombre. Mas... ¿Por qué me haces esas preguntas tan extrañas?
-No sé la sombra de este árbol me hace daño...
Roa se incorporó dónde estaba acostado y contemplo el bosque, después dirijo sus ojos en el rostro de la princesa blanca; ella noto esto y sonrió apenada. Frente a ellos se abrió una gran ladera llena de tantas flores de las cuales desconocían sus nombres como las estrellas en la noche. Algo se movió entre las flores, una orejas blancas y puntiagudas se asomaron después un chillido de dolor estremeció el corazón de Arcueid, un impulso la hizo levantarse y corrió hacia el pequeño animal.
-Te mordió una serpiente- susurro la princesa de Zinzos al conejo mientras lo cargaba, rasgo un trozo de su vestido y cubrió la herida del animalito.
Rao contemplo con dulzura a la joven monarca, cada momento que pasaba con Arcueid lo hacía sentir feliz, pero en su interior sabía que un demonio no era digno de nada de eso. La princesa comenzó arrullar a la pequeña libre entre sus brazos y comenzó a cantar.
Tonto el que no entienda.
Cuenta una leyenda
Que una hembra gitana
Conjuró a la luna Hasta el amanecer.
Llorando pedía
Al llegar el día Desposar un calé.
Sus ámbares se clavaron en aquellas flores, se tendió en el suelo colocando delicadamente al conejo en su regazo.
"tendrás a tu hombre, Piel morena," Desde el cielo Habló la luna llena.
"pero a cambio quiero el hijo primero que le engendres a él"
Que quien su hijo inmola.
Para no estar sola Poco le iba a querer.
Luna quieres ser madre Y no encuentras querer
Que te haga mujer.
Comenzó a tomar una a una cada flor, había pasado mucho tiempo que no hacía algo así y creyó que quizás había perdido la práctica pero aun así empezó a hilar las flores lentamente y siguió su canto.
Dime, luna de plata
Qué pretendes hacer Con un niño de piel.
a-ha-ha, a-ha-ha, Hijo de la luna.
Roa sonrió bajo la sombra del árbol, cerro lo ojos y dejo que el canto de la princesa despejara su mente.
De padre canela Nació un niño Blanco como el lomo De un armiño,
Con los ojos grises En vez de aceituna - Niño albino de luna.
"¡maldita su estampa! este hijo es de un payo y yo no me lo callo."
Lo ojos de la serpiente de Arkasha se abrieron de golpe.
-Cuenta una leyenda- hablo lentamente Roa- que iba la peste a Bagdad cuando se encontró con un peregrino; él le pregunto: "¿A dónde vas?" y la peste le respondió: "A Bagdad a matar a diez mil personas" Después de un tiempo, la peste volvió a encontrase con el peregrino quien muy enojado le dijo: "Me mentiste dijiste que matarías a diez mil personas, pero mataste a cien mil"
-Yo no mentí- hablo una voz fría y sílbate detrás del árbol- mate a diez mil personas, el resto se murió de miedo.
Luna quieres ser madre Y no encuentras querer Que te haga mujer.
Dime, luna de plata,
Qué pretendes hacer Con un niño de piel.
Ha-ha-ha, a-ha-ha, Hijo de la luna.
-A qué has venido hermano mayor...
Recargado detrás del árbol un nombre pálido como la nieve, de fríos y centellantes ojos dorados, cuyos siniestros cabellos negros caían hasta sus hombros contemplo el horizonte inverso al del chico de cabello plateado.
- ¿A qué has venido Yamata No Orochi?
-He venido a advertirte, los Zinsos están cazándote todas las ciudades del desierto conocen tu rostro...
-Eso lo sé.
-Este capricho tuyo puede costarnos muy caro. Los Zinzos son una de las doce tribus de los grandes espíritus...
-Eso no importa...
-Los trece escuadrones se están moviendo, la división tercera piensa tomar este asunto en sus manos. El mismo Suratobi Hiruzen piensa cazarte.
-¿Suratobi? ¿No fue uno de los siete que se opusieron al cuervo negro?
-Suratobi Hiruzen uno de los capitanes más viejos del Seireiteiv. Él fue uno de los sobrevivientes a la batalla de los mil días, una leyenda por sí mismo. Su fuerza es increíble aun sin liberar su zanpakuto. Mi infiltración en los trece escuadrones me ha hecho comprender la fuerza de los cielos, sin intentas enfrentarlo no podrás matarlo, aunque tengas los ojos de la divina muerte. Lo más seguro es que despedace tu esencia…
Gitano al creerse deshonrado se fue a su mujer cuchillo en mano
"¿de quién es el hijo? me has engañao fijo"
Y de muerte la hirió luego se hizo al monte con el niño en brazos y allí le abandonó
-Deseo estar con ella- sentencio la serpiente de Arkasha.
Una suave brisa agito la copa de los arboles al tiempo que despeinaba la larga cabellera de la princesa blanca que observo a lo lejos a Roa y le sonrió.
-La única forma en que un humano se una a un demonio es cometiendo la misma atrocidad de la que sería capaz de hacer un ser infernal. Los Zinzos beben el fresco de los tallos de las rosas para mantearse puros, pero hay una rosa capaz de hacerlos enloquecer, de hacerlos bestias sedientas de violencia…Una rosa del otro mundo, una rosa azul teñida de sangre.
Orochimaru dejo caer tímidamente una rosa azul frente a Roa.
-Es una rosa del jardín oscuro, enviada por Diva quien ha tomado el lugar de su hermana Saya en uno de los oscuros círculos de los infiernos.
-Entonces es cierto que Saya ha desertado por…
-Su razón es la debilidad y su poca fe en el señor Hao, el infierno borrara todo recuerdo de Saya que perdió el camino sobre nuestro objetivo. Hermano si tu deseo es tener a tu lado a la princesa de lo Zinzos debes hacerla comer una rosa azul manchada con tu sangre y con ello hacer que agiten las alas de la muerte sobre la perla del desierto…
Roa escucho el reptar de una serpiente por la hierba mientras a lo lejos contemplo como la princesa Acrudied se aproximaba hacia él. Ella le sonrió al estar frente al peliblanco.
-Cierra los ojos- le pidió.
Y las noches que haya luna llena
será porque el niño esté de buenas
Y si el niño llora
menguará la luna
para hacerle una cuna
. La serpiente de Arkasha bajo lentamente sus pupilas y después sintió como le acomodaban algo sobre el cuello mientras escuchaba la canción de la princesa blanca.
Y si el niño llora
menguará la luna
para hacerle una cuna
-Ábrelos. Al abrir su mirada contemplo sobre su cuello una corona de flores pequeñas y coloridas. Arcueid también tenía una corona igual puesta sobre su cabeza, sonreía como un sol. En ese momento Roa comprendió algo… Y abrazo a la princesa, acerco su boca al oído de Arcueid..
-Cuando amamos algo en verdad, podemos dejarlo ir, aunque nos sintamos morir por dentro, aunque nos desangremos sobre la tierra árida, mientras le extendemos los brazos y le ofrecemos la libertad, lo hacemos, porque deseamos que el objeto de nuestro amor sea feliz. Amar es dar hasta que duela, hasta que finalmente morimos por el amor profesado... Si continuas a mi lado solo conocerás el camino del dolor, debes volver con los tuyos esta noche. Debes amar a los tuyos, debes seguir un camino lejos de mis alas… un camino repleto de flores que jamás se marchiten.
-Pero…
Roa movió la cabeza y contempló el rostro inocente de la princesa.
-Esta noche te dejare frente a las puertas de la perla del desierto.
Las arenas del desierto se arremolinaban y el batir de unas alas se despuntaba en la noche. Roa bajo ante la vista de la imponente cuidad lunar, Arcueid toco limpiamente el suelo con la punta de sus pies y observo con tristeza su cuidad a los lejos.
-Camina y regresa a tu amada cuidad- hablo dulcemente la serpiente Arkasha.
La princesa blanca observo al peliblanco quien sonriéndole le devolvía de nuevo a su hogar, aquella sonrisa en el rostro de Roa no le gustaba; de repente sintió débiles sus piernas e incontables lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos y se dejó caer en la arena. La serpiente de Arkasha desvió la mirada de la princesa.
-Princesa- hablo Roa inclinándose hacia ella ofreciéndole una flor- si bebe de esta rosa azul usted cometerá un gran pecado, esta flor tiene la capacidad de despertar el instinto asesino en la sangre de los Zinzos y será capaz de hacer lo que un demonio puede cometer… pero mi deseo es que usted no se manche, no se corrompa por un alma tan indigna como la mía. Usted merece ser feliz… Así que regrese a la perla del desierto y olvídeme.
Con los ojos lloroso Arcueid levanto el rostro y observo gruesas lágrimas de color rojo surcar la cara de la serpiente de Arkasha.
-Yo decido a quien le doy mi corazón, soy egoísta y prefiero mil veces cometer los más horrendos crímenes por aquel a quien entrego mi corazón. No me importa si aparezco en el libro negro de la muerte, si la historia me repudia, si mi nombre es borrado, si los grandes espíritus me hacen caer de las esferas más grandes…
El demonio contemplo a la joven de larga cabellera quien lo miraba con inmensa tristeza y comprendió en esa mirada lo que debía de hacer. Era lo mejor para ella aunque le causara dolor tener que hacerlo, se preguntó si los demonios también experimentaba algo al morir o si solamente volvían a la nada al todo.
- ¡Paredes de arena férrea, una pagoda sacerdotal que brilla con luciérnagas acorazadas, manteniéndose recta y silenciosa hasta el fin! ¡Kidou numero 75: Gochutekkan! -grito la princesa con potencia.
El arte celestial inmovilizó a la serpiente de Arkasha, la rosa cayó al suelo lentamente al tiempo que Arcueid se ponía de pie y tomaba a la tímida flor con su mano para observarla con fina atención ante los ojos desesperados de Roa.
-No lo hagas… no lo hagas…- gritaba Roa desde su interior.
La princesa abrazo la rosa azul, sintió la textura de la flor sobre su mejilla y contemplo al demonio que amaba.
-Soy egoísta- hablo la princesa blanca y comenzó a devorar los pétalos azules.
Y las noches que haya luna llena
será porque el niño esté de buenas
y si el niño llora
menguará la luna
para hacerle una cuna
y si el niño llora
menguará la luna
para hacerle una cuna.(3)
La canción de la princesa blanca se clavó en la cabeza de la serpiente de Arkasha y todo se volvió oscuro… -Odio recordarlo, aquel día lo perdiste todo- hablo Roa volviendo al presente- pero lo agradezco infinitamente… el dolor que te cause fue tan grande que nunca tendría forma de compensarte…
-Querido esposo- contesto con delicadeza Arcueid - desde aquel día he pertenecido a ti y tú has pertenecido a mí…
-Yamata Orochi Maru comenzó la invasión- hablo nuevamente Roa- la caída del Seretieve se aproxima. Si aquellas plumas se adentran más en los círculos solo obtendrán dolor, más aquellas en quien posas tu fe… No puedo permitir que continúen si eso pasa ella…
-Querido Michael Roa Valdamjong- interrumpió con dulzura la princesa blanca- en aquella en quien poso mi fé es la clave para salvar al rey de este país de los infortunios, tan solo ella debe…
El sonido de pasos huecos la interrumpió, tres figuras penetraron en el gigantesco salón, la luz de Navi tintineo en la oscuridad. Lujuria se detuvo en seco al ver a su amo frente a la princesa blanca, Ren dio un paso al frente contemplando lo que tanto temía, una trampa tendida por la serpiente a arkasha; Anna no parecía comprender lo que estaba sucediendo e intentó aproximarse a la princesa por la lanza de arcángel del Tao la contuvo de continuar.
-No avances más, mi pequeña hermana- le advirtió Ren- hemos sido traídos a una trampa, así como la mosca se traída con engaños a la red tejida por la araña. Quiero que levantes la vista Anna y observes a la persona que usurpa el trono perteneciente al monarca de la perla del desierto, aquel que observas con aquella capa de nubes rojas es la serpiente de Arkasha.
Anna contemplo el rostro del Tao y después fijo su mirada en Roa, quien impasible observo a los recién llegados. El arcángel comprendió inmediatamente lo que significaba eso así que avanzó solo hacia el demonio, clavo su lanza en el suelo y abrió sus alas.
-La serpiente de Arkasha, el demonio causante de la tragedia de lo Zinzos… El asesino del capitán Hiruzen Suratobi, uno de los más grandes señores de los trece escuadrones del cielo. En este momento mi único deber es guiar a esta pluma blanca hacia los confines de este reino de lágrimas, pero tengo la oportunidad de reinvicar el pasado…
-El pasado es solo un camino que nadie es capaz de volver a recorrer- contestó la serpiente de Arkasha- Lo único que podemos hacer es abrir las puertas hacia el futuro, pero no puedo permitirlo. Aquella que guías en el reino en la tierra sagrada del señor Hao no entiende el dolor que sufrirá por aquel que busca… No puedo permitir que la historia se repita nuevamente es por eso que aquí, en mi torre, su camino terminara…
Roa descendió de su trono a pasos lentos, se detuvo ante la princesa blanca.
-Perdóname- le dijo en un susurro y continúo su andar.
La serpiente esgrimió una pequeña navaja. Ren hizo girar su lanza sobre sus manos después la detuvo, apuntado al demonio que tenía enfrente
-¡Jinzo!- grito Roa apuñalando su pequeña navaja en dirección del Tao.
La pequeña cuchilla comenzó a estirase a una velocidad vertiginosa hacia Ren, el arcángel desvió el filo de la navaja hacia el suelo de la torre y atravesó de lleno el piso; la serpiente de Arkasha levanto la larga cuchilla con el fin de partir en dos al Tao, este aprovecho el impulso del ataque del demonio para lanzarse directamente hacia Roa. El arcángel del Tao giro su lanza, tensó el arma arremetiendo contra el demonio.
Anna ahogo un grito e intento aproximarse, pero Navi se posó frente a ella y la detuvo.
Ren abrió los ojos desmesuradamente, la serpiente de Arkasha esquivo la lanza del Tao.
- ¿Cómo pudo? ¿Su cuchilla estaba al otro extremo?
La serpiente sonrió.
- ¡Tira a matar! ¡Jinzo! - grito Roa.
El arcángel apenas reacciono cuando la cuchilla volvió a crecer, la lanza de Ren había bloqueado el golpe fatal de demonio. Roa ejerció un poco de fuerza en su chuchilla y lanzo violentamente al arcángel contra un pilar, el cuerpo de Ren recibió el golpe de lleno contra el fino granito dejando un grueso hueco en la columna.
- ¡No puedo creerlo! ¡Creí que el potencial de su arma era la distancia! pero me equivoque era la velocidad- pensó Ren retorciéndose.
El Tao abrió sus alas y tomo impulso sobre sus piernas, no se daría el lujo de otra falla como esa, después se dejó lanzar sobre su enemigo aumentando su velocidad de choque en cada aleteo.
- ¡Das miedo! ¡Terminare con esto ahora! - hablo serenamente Roa.
La serpiente de Arkasha abrió los ojos y clavo su mirada en el Tao, aquellos ojos adquirieron un tono dorado. Ren lo noto, abrió sus alas y cerro su ataque, el demonio movió su cuchilla en el aire, como si partiera algo a gran velocidad. La columna detrás de Ren se despedazo en cientos de pedazos, el Tao respiro hondo y mantuvo su vista en el enemigo, aleteo para mantenerse alejado de Roa. No podía creer a lo que estaba enfrentado.
-En verdad tienes la vista del basilisco- gimoteó Ren entre respiros- Creí que era un mito pero veo que es cierto. Tú eres el demonio que poses la divina visión de la muerte, puedes ver las líneas que constituyen el cuerpo o el alma de una persona y despedazarlos con tan solo pasar tu chuchilla sobre ellas.
-Es digno de alabanza que incluso en el cielo conozcan la divina visión de la muerte, los ojos del basilisco, pero hasta aquí llegaras. Mis ojos despedazarán tus alas y pondrán fin a esta insensata búsqueda. Roa levanto su navaja…
- ¿Qué?
La figura de Ren se precipitó contra el demonio, el movimiento del arcángel fue tan rápido que Roa no lo contemplo. La lanza del Tao se clavó de lleno en el costado de la serpiente de Arkasha, el arcángel giro sobre sí mismo y dejo caer su peso en una potente patada sobre el pecho del demonio. Roa fue despedido al otro extremo del gran salón, chocando con fuerza titánica sobre muro. La princesa blanca cerró sus manos con fuerza, bajo su mirada y se mordió el labio inferior.
-Antes de que tus ojos y tu cuchilla me puedan cortar… yo te cortare- sentencio Ren.
La serpiente se lamio los labios, sonrió…
-Los Ángeles del Tao… En verdad… Son temibles…
Continuara
Notas del Autor:
Antes algunas referencias:
1) Jaime Sabines, La Luna. Este es un hermoso poema, pueden buscarlo en Youtube, es simplemente genial.
2) Italo Calvino, Las cosmicomicas. Uno de mis autores italianos favoritos realmente recomendable.
3) Mecano, Hijo de la Luna, Una hermosa canción que es disfrute para el oído.
Y quiero agradecer a:
Saralour-tita: Gracias por leerlo, espero que puedas leer este capitulo y sea de tu gusto.
the mystic poetry: Espero que lo puedas leer, si me tarde un poco pero aquí esta.
Ludy Phorsha: Espero que puedas leer esto, siempre seguiste mi historia y espero puedas leer este capítulo.
chizuru elric asakura: Yo creo que aun me falta mucho para ser mejor escritor, espero que te guste este capítulo.
Silber D. Wolf: Si me seguire centrado en Yoh, espero te gustes este capitulo.
Espero que este capitulo haya sido de su agrado y guste por esperar la continuación (prometo que no serán siete años).