Esta vez comienzo agradeciendo. Cuando empecé la cosa esta, estaba segura que nadie la leería. Me decepcioné de mi misma en varios puntos y quise borrar la historia, pero para ese momento tenía varios lectores que me pedían continuar y no pude borrarlo.

Muchas gracias a todos los que han leído mi historia. Muchas gracias a todos los que leyeron el capítulo anterior y mucho más a los que me dejaron reviews.

Solo espero que me perdonen por este final.

Disclaimer: Yu gi Oh! Y todos sus personajes son propiedad de Kazuki Takahashi.

Oda a Mi Mejor Enemigo.

IXna Parte: Epílogo.

Eran como las once de la mañana de un soleado miércoles, cuando la campana que marcaba el primer descanso, repicó en toda la escuela secundaria Dominó poniendo fin al primer bloque de clases; y trayendo alivio a todos los pobres torturados alumnos que habían tenido que soportar ya cerca de tres horas de estudio. Sobretodo para cierto Joey Wheeler, quien apenas sonó la campana fue el primero en salir, y no por ansias de diversión..

La hora de arte probablemente no era ni la más tediosa ni la más difícil, como matemáticas o física, pero Joey se encontraba odiando más y más la materia. -Estúpido Kaiba...- fue lo que musitó el rubio antes de dejarse caer en una silla y plantar los codos en una de las mesitas circulares del jardín que se usaban en las horas de descanso.

Sus amigos se sentaron junto a él bastante divertidos por la actitud de Joey. –Oh vamos Joey. No deberías tomarle importancia.-

-Es cierto. Sabes que la profesora de arte no lo hizo a propósito. Ella piensa que si pasas más tiempo con Kaiba se llevaran mejor.-

-Patrañas.- Fue lo que contestó Joey. –No te ofendas Yugi, pero lo que pasa es que tu siempre ves lo bueno de las personas. Si la profesora me pone a trabajar con Kaiba, es porque quiere que me pelee con él y así tener una excusa para castigarme. Quiere desquitarse porque nunca terminamos de limpiar su almacén de arte.-

-¿Y que no fue eso exactamente lo que hiciste Joey?- Preguntó Tristan apoyando un brazo sobre el hombro de su amigo. –Te peleaste con Kaiba, y menos esta vez no hiciste que le cayera pintura a la maestra o ahora ella te tendría fregando pisos.-

-¡Urgh, mejor ni me hagas acordar de lo que pasó ese día! Me pasé horas tratando de sacar esas manchas de pintura ¡y lo tuve que hacer con Kaiba!- Se quejó Joey en un tono y con una expresión que hicieron sonreír a Tea, a Tristan y sobretodo a Yugi quien pensaba que era muy bueno lo que estaba pasando.

Últimamente las peleas entre Kaiba y Joey habían perdido sus tonos cáusticos. Ya ninguno de los dos tomaba en serio lo que decía el otro. Aunque la realidad era que el único que alguna vez le había dado importancia a las palabras del otro, era Joey; a Kaiba no le podían importar menos las palabras del rubio. Pero igual. Antes Kaiba respondía (cuando respondía, porque a veces solo lo ignoraba) escogiendo las palabras más cortantes e hirientes que podía hallar en su diccionario, mientras que ahora sus sarcasmos parecían tener toques de humor. Humor oscuro y torcido, pero humor al fin y al cabo. En otras palabras, sus peleas ya no eran peleas, sino que parecía una especie de juego o competencia. Aunque la idea de Kaiba haciendo una cosa así resultaba tan raro.

Muy raro. Como el tipo de cosa que solo sucedería en algún tipo de universo alterno o simplemente en otra realidad diferente.

-¡Oye! Tierra llamando a Yugi. ¿Yugi, estás ahí?- Yugi reaccionó cuando se dio cuenta que alguien agitaba una mano frete a su cara. Mano que pertenecía a su rubio amigo.

-¿Hey, en que estabas pensando que estabas tan distraído?-

-¿Acaso estabas hablando con el espíritu del rompecabezas?- Preguntó Tea quien al igual que Tristan lo miraban con extrañeza.

El chico sonrió avergonzado. Por supuesto, no iba a decirles que había estado pensando en realidades alternas. –No, no hablaba con él. Solo me distraje un poco. ¿De qué estaban hablando?-

Joey y Tristan parecieron encogerse de hombros y de inmediato recuperaron sus sonrisas. –Nos estábamos acordando de mi fiesta de cumpleaños.- Declaró Joey, obviamente feliz de volver al tema de la fiesta. –¿Verdad que estuvo genial¡Y el pastel era enorme!-

Tea lo miró con sorna. –Y como siempre, la comida fue la mejor parte ¿verdad Joey?-

-Bueno, tengo que alimentarme bien, soy un chico en crecimiento.-

-O un agujero sin fondo.-

-¡Tristan!- Las risas resonaron en la mesa y todos se sintieron refrescados y felices, y justo cuando todos pensaron que no podía haber nada mejor un fuerte golpe resonó en el centro de la pequeña mesa de madera sorprendiendo a todos.

-Wheeler.- De más está decir que todos estaban bastante confundidos de ver aparecer a Kaiba de la nada, mucho más con el extraño objeto rectangular que el CEO había depositado con un golpe en medio de la mesa.

Tristan, Tea y Yugi miraron pestañeando la alta figura de Kaiba parada junto a Joey cruzada de brazos. Tristan fue el primero en reaccionar. –¿Oye, qué estas haciendo aquí?-

Mientras tanto Joey miraba el pequeño objeto rectangular levantándolo para examinarlo mas de cerca. -¿Qué no es esta mi billetera?- Preguntó Joey llevando su mano instintivamente a su bolsillo donde palpó la ausencia de la billetera que él había creído estaba allí en ese momento.

-Así es Wheeler. Y agradece que te la estoy trayendo. La próxima vez que te olvides algo en mi casa lo tiraré a la basura.- Joey le frunció el ceño.

-No puedes. Ésta me la regaló mi hermana cuando estuvo de visita.-

Los demás miraban el intercambio un tanto extrañados. Yugi miraba alternativamente a Joey y a Kaiba. –Kaiba¿acaso Joey estuvo en tu casa?-

Fue Joey el que contestó, regresando a examinar la billetera abriéndola compartimiento por compartimiento. -¿Qué no se los mencioné? Como tantos profesores nos están poniendo a trabajar juntos, teníamos que reunirnos en algún lado.-

-¿Y fuiste a casa de Kaiba?- Tristan y Tea eran los mas sorprendidos, quizás porque ellos esperaban verlos reunirse en la biblioteca. Que Joey fuera a la casa de Kaiba se veía algo personal.

-Ya puedes dejar de revisar esa billetera Wheeler.- Intervino el CEO con molestia. –No necesito robarme nada de ella.-

Joey respondió, por una vez, tranquilamente. –No la estoy revisando. Es que ya no me acordaba que tenía en ella.-

Tea fue la que alzó la ceja más alto. –Y entonces dónde guardas el dinero.-

-En el bolsillo por supuesto, la billetera podría perderse.- Muchos pudieron haberse caído de espaldas.

Excepto Kaiba que tenía demasiada dignidad para ello. De hecho Kaiba notó en ese momento que ya tendría que haberse ido, excepto que Yugi seguía mirándolos a uno y a otro alternativamente. Primero a Wheeler, luego a él, luego vuelta a Wheeler. Le lanzó a Yugi una mirada que obviamente quería decir "Di de una buena vez lo que estas pensando." Finalmente Yugi captó su mirada y muy extrañamente le sonrió luminosamente.

Por supuesto era la única conclusión a la que había podido llegar. Joey y Kaiba ya no peleaban como antes, estaban haciendo varios trabajos escolares juntos, y en general o mejor dicho, 'en teoría', se estaban llevando algo mejor. –Creo que ustedes dos se han hecho amigos.

Esa pequeña frase causó un momentáneo pero tangible silencio.

Luego la reacción fue mutua. Joey saltó de su silla, alejándose de Kaiba con los brazos en cruz y mirando a Yugi horrorizado, mientras que Kaiba más moderado se limitó a alzar imposiblemente su ceja izquierda, realmente preguntándose si el chico había enloquecido.

-Amigos.- Kaiba murmuró la palabra con incredulidad, como si fuera algún tipo de blasfemia y esta vez Joey parecía estar de acuerdo.

-¿Yugi, de qué estas hablando? Cómo se te ocurre que este papanatas y yo nos vamos a hacer amigos.- Luego, Joey volteó hacía Kaiba y su expresión en blanco y pareció decidirse. Nop, eso no pasará Yugi. Es más creo que Kaiba y yo nunca dejaremos de ser enemigos.- Con eso declarado Joey asintió con la cabeza y se sentó mientras los demás se le quedaron mirando como si fuera una rareza.

Pero Joey ya había reflexionado sobre el asunto, y a esa sabía conclusión había llegado. Que Kaiba y él nunca podrían ser amigos; nunca podrían ser como... como con Yugi por ejemplo. ¡imagínense cómo sería! Si fueran amigos, tendría que dejar de ponerle sobrenombres. No más "niño ricachón", no más insultos. Tendría que tener más paciencia con él, soplarse sus tonterías... ¡Tendría que soportarlo!

No. No gracias.

Pero entonces el asunto se trataba más de un problema de terminología. Joey estaba seguro que la palabra correcta sería 'rivales', pero ya podía imaginarse la cara de Kaiba de siquiera sugerir la idea. Para empezar estaría implicando que competían en algo, y Kaiba diría que Joey era un perdedor que no llegaba ni cerca de un nivel en que pudiera competir con él. Además, Yugi era el rival de Kaiba, así que la palabra también quedaba descartada de la lista.

Así que enemigos tendría que bastar. –Sí. Kaiba y yo somos enemigos.- Dijo y os demás siguieron mirándolo como si fuera una rareza.

Finalmente Kaiba ya había tenido bastante. Torció la nariz con desdén y con un 'hn' comenzó a darse la media vuelta. –Es increíble. He estado parado aquí menos de dos minutos y he escuchado más tonterías que en un día completo de reunión de directorio. Que pandilla de raros.- Kaiba giró en sus talones y comenzó a alejarse.

Joey lo observó marcharse con una sonrisa conocedora. Él sabía que Kaiba entendía. Tal vez no les demás no, pero Joey estaba seguro que Kaiba si.

De pronto Joey dio un respingo. Acababa de notar que Kaiba estaba caminando directamente hacía el tercer edificio. ¿Qué era tan importante de ese lugar? Ahí estaba el almacén de arte pero...

-Oye Joey¿estas bien?- Los amigos de Joey notaron claramente el cambio de expresión de Joey de sonriente a alarmada y no pudieron evitar preguntar.

-Si estoy bien.- Contestó Joey sin voltear. –Es solo que... tengo un mal presentimiento.-

#´´´´´´#

-En las afueras del laboratorio de Kaiba. Veintiún días antes.-

-Creo que tengo una idea.- El helicóptero ya se había alejado un poco de los disparos. Yami miró fijamente a Roland, hasta que éste pareció aceptar y dio de nuevo la vuelta, directo a los misiles que les disparaban si no fuera porque movió el timón en el momento adecuado.

El súbito movimiento del helicóptero hizo que sus ocupantes cayeran y gritaran de nuevo, más no Yami que se sujetó fuertemente de lo que pudo cuando Roland comenzó de nuevo a intentar esquivar los disparos. -¡Vayamos al laboratorio de Kaiba!- Indicó, señalando hacía adelante y volteando luego hacía atrás gritó. -¡Y tomen un paracaídas!-

Apenas si terminó de decir la frase cuando algo los golpeó directamente. A los gruñidos de dolor se le sumaron las alarmas de la máquina y las luces rojas, y un ligero olor a humo los alcanzó.

-¡Si nos dan de nuevo nos caeremos!- Gritó Roland comenzando a entrar en la desesperación y la histeria, mientras los demás se alcanzaban uso a otros los paracaídas ahora que de verdad era necesario. En medio del loquerío, Mokuba empujo a Roland para sentarse en su lugar, mucho como lo habría hecho su hermano de haber estado allí. -¡Yo tomaré el control!- Exclamó el chico tomando el timón con determinación.

-¡Nosotros saltaremos!- Indicó Yami por sobre el hombro de Mokuba. -¡Y este helicóptero debe caer sobre el lugar donde se controla la seguridad del laboratorio de Kaiba!-

Todos abrieron enormemente los ojos con sorpresa. -¡No puede estrellar el helicóptero contra la computadora principal!- Gritó Roland.

Tea también gritó. -¡Si el helicóptero se estrella contra el laboratorio, Joey y Kaiba podrían...-

Solo Mokuba pensaba que era perfecto. -¡Muy bien, eso haremos¡No se cómo no se me ocurrió antes!- Y se puso a la tarea de dirigir la máquina hacía el punto correcto. Justo en ese momento el helicóptero no pudo moverse lo suficientemente rápido y fue alcanzado por una ráfaga de misiles. Gritaron. Una serie de impactos se sintieron con pequeñas explosiones al momento de los choques y una gran explosión en la parte trasera.

-¡SALTEN!- Nadie supo quién dio la orden pero todos obedecieron. Tristan jaló a Tea de la muñeca y saltaron, mientras que Roland y el otro asistente hicieron lo mismo.

El helicóptero caía.

-¡Mokuba!- Yami se acercó al muchacho que hacía rápidas estimaciones matemáticas.

-¡En un segundo!- Había fuego y mucho humos. -¡El piloto automático aún funciona¡Tengo que modificar la velocidad ahora que el helicóptero cae...!- Yami mientras tanto aseguraba el paracaídas sobre los hombros del chico. -¡Listo!-

Los dos saltaron, notando que el piso estaba mucho más cerca que cuando los demás saltaron. Con un rezo abrieron sus paracaídas escuchando el ruido sibiloso del helicóptero en picada. Tuvieron suerte de ser lo suficientemente pequeños para que el sistema de seguridad no los notara o les dispararía, tal y como despiadadamente lo estaba haciendo sobre el helicóptero. En su cabeza, Mokuba solo rezaba porque la máquina no se desviara demasiado y porque cayera en el lugar correcto. La enorme explosión se sintió antes que tocaran el suelo.

Cayeron entre los árboles bastante alejados unos de otros y a unos treinta metros del laboratorio. Ahora que estaban fuera del helicóptero era mucho más notorio que era de noche, pero no era noche cerrada, había luna y estrellas y en parte el fuego de la explosión ayudaba a la visibilidad, aunque no a los nervios.

La primera idea en las cabezas de todos fue reunirse con los demás. Mokuba hizo el truco utilizando el reloj en su muñeca que tenía la capacidad de funcionar como una poderosa linterna con la que hizo señales en el aire que los demás pudieron ver. En poco tiempo todos se habían reunido con el jadeando por la carrera.

Tea fue la primera en recuperar el aliento. –Joey y Kaiba... estarán bien¿verdad Mokuba?-

Para alivio de todos Mokuba asintió. –El sistema de seguridad es controlado por una computadora separada de la principal para mayor seguridad, y si de algo estoy seguro, es de que mi hermano y Joey se encuentran junto a la computadora principal.

Cuando entré al laboratorio desde mi computadora vi que toda la actividad se concentraba allí. Ni siquiera los alcanzaran las explosiones, esa sala esta bien protegida.-

-¿Tú sabías eso?- Inquirió Tristan al espíritu del faraón. –¿Lo de las computadoras separadas?-

Yami asintió. –En el Duelo de Monstruos la defensa sirve para alejar al oponente de tus puntos de vida. Es lógica que coloques tus defensas lo más lejos posible de tus puntos de vida.-

Roland y el otro asistente, que también estaban allí, fueron los más sorprendidos por tan brillante deducción.

Tristan silbó por lo bajo. –Pues eso fue relativamente fácil.-

-No lo creo.- Continuó Yami. –Kaiba es un buen estratega. Él debe haber construido más de un sistema de defensa.-

-Ciertamente.- Afirmó Mokuba sonriendo. –Pero el que nos impedía avanzar ya está destruido. Y recuerden que me tienen a mi, aunque la persona que tenga a mi hermano haya modificado las computadoras, hay una entrada que no pudo haber tocado. ¡Síganme¡Tenemos que apresurarnos!-

Antes de echar a correr sin embargo, Mokuba se volvió hacía Roland. –Tu debes quedarte. Usa el radio de emergencia e intenta comunicarte al cuartel general a pedir refuerzos.-

-¡Sí Señor!- Respondió Roland y Mokuba finalmente echó a correr con los demás.

Pronto Mokuba estuvo a la cabeza. Él y su linterna guiando el camino que debían seguir. Para su sorpresa y confusión, Mokuba no los guió directamente al laboratorio, sino por entre los árboles, no muy lejos del laboratorio. Al parecer lo estaban rodeando, y te podías dar cuenta si tomabas como referencia el humo que se alzaba en un lado de éste.

Por último, Mokuba los hizo detenerse frente a un árbol y, jadeando, con el sudor seco por el viento frío y la ropa húmeda, les reveló que el árbol no era un árbol, al mostrar en el un panel electrónico. -¿Lo ven?- Preguntó Mokuba ansioso de poder llegar con su hermano. Seguidamente el chico se quitó el relicario que siempre llevaba con él. El que contenía además de la foto de su hermano el código de acceso a todos los secretos de los Kaiba. –Ésta entrada tiene su propio sistema de seguridad y no está conectado a ninguna de las computadoras del laboratorio. Estoy seguro que el captor de mi hermano aún no sabe que existe.- Con una exhalación, Mokuba se identificó a la máquina con el relicario, presionó su dedo sobre el panel que le hizo un scan de retina y luego ingresó un código.

Con un sonido de aprobación, el árbol se abrió para ellos revelando unas escaleras. Mokuba bajó el primero. -¡Apresúrense!- Gritó, y entró para guiarlos. Al terminar las escaleras estaba lo que parecía ser un ascensor. –Nos llevará hasta la computadora principal.- Mokuba cerró la máquina cuando todos hubieron subido y esta se puso de inmediato en movimiento, primero hacía abajo a gran velocidad poniendo un vacío de vértigo en sus estómagos y luego hacía adelante.

Yami estaba, si era, posible, aún más ansioso que Mokuba.

-/Yami/- Sonaba la aprehensiva voz de Yugi dentro de su cabeza. -/Algo anda mal./-

-/Lo sé. Yo también lo siento./- Fue lo único que el espíritu pudo contestar. Algo lo hacía querer avanzar lo más rápido posible, algo le decía que era importante que no demoraran y aunque la máquina avanzaba a velocidad vertiginosa, Yami sentía que no era suficiente. –Algo anda mal.- Dijo en voz alta y entre dientes.

Mokuba se contagió rápidamente del nerviosismo, sintiendo que su corazón se aceleraba a cada segundo. Sólo tardarían dos minutos. ¿Acaso no era suficiente?

Yami se apoyó contra la puerta con los dientes apretados y los nudillos blancos.

Se detuvieron con un golpe seco y ni bien se abrió la puerta Yami y Mokuba ya estaban fuera -¡Allá es!- Gritó Mokuba señalando una puerta más adelante hacia la que Yami y él se lanzaron a la carrera con el corazón en la boca. Tristan y Tea los seguían.

Frente a la puerta Mokuba pasó su tarjeta de identificación de un golpe. La puerta se abrió al mismo tiempo que se oyó el disparo.

Yami se quedó sin aire, el solo sonido de la detonación cayendo como peso muerto en su estómago.

Su amigo estaba bien. Joey tenía sujeta del brazo a una mujer, el arma humeante de su mano apuntaba hacía arriba, pero si alguien no iba a ayudarle ahora... Mokuba reaccionó más rápido y corrió dentro del cuarto.

La mujer vio a los intrusos sorprendida. -¿Pero qué!-

Antes de que nadie pudiera dar un paso, Mokuba ya había alcanzado los controles. -¡No sé quién eres, pero esto se terminó!- Como por arte de magia el piso se abrió debajo de la mujer y ella cayó con un grito estridente.

Joey la vio caer como hechizado. Él la había tenido sujeta de un brazo y la sintió deslizarse entre sus dedos a un agujero que se abrió en el piso. ¿Qué demonios acababa de ocurrir?

-¿Qué pasó?- De pronto Yami, que Joey aún no entendía de donde había salido, estaba a su lado preguntándole lo mismo que estaba pensando. Y revisándolo como para confirmar que estaba vivo.

–No lo sé.- Contestó Joey casi por inercia. Su vista seguía fija por donde había desaparecido la mujer. Hacía tan solo unos segundos, había estado seguro de que iba a morir. –Esa mujer me apuntó con un arma.- Trató de explicar Joey. –Luego Kaiba gritó, creo que logró liberarse de laguna manera. Eso la distrajo y yo tomé su brazo para desviarlo y el arma se disparó...

¿Qué le pasó a la mujer?- preguntó Joey finalmente levantando la vista y mirando a su alrededor. Desde unos metros más allá fue Mokuba el que contestó.

-La envié al incinerador de basura, pero no se preocupen que estaba apagado.- Mokuba no estaba prestando mucho atención a los demás ni a las reacciones que tenían. El estaba mucho más concentrado en su hermano cuyas piernas y mano derecha aún estaban atrapadas bajo bandas metálicas. Aunque era cierto que había logrado soltar por lo menos su mano izquierda y era cierto que había logrado quitarse la cinta y gritar... de dolor, distrayendo a la mujer. Se había hecho un daño muy, muy grave en la mano y ahora Mokuba lo estaba examinando. -¡Hermano!-

-No te preocupes Mokuba. Estoy bien.- Kaiba trataba de asegurarlo, pero su voz sonaba tan estrangulada que no lograba engañar a nadie.

-No te preocupes hermano, llamaré a una ambulancia y todo estará bien.-

Dos días después todo había terminado. O quizás no todo, pero por lo menos lo importante.

Haruko Tokumine era el verdadero nombre de la mujer. O ese había sido antes de

casarse con Gozaburo Kaiba. Luego de que naciera su primer hijo Noah, y de que Gozaburo se divorciara de ella, absorbiendo toda su fortuna familiar en el proceso, ella tomó una serie de nombres distintos para poder acercarse a su hijo al que el padre le tenía prohibido ver.

Ahora ella estaba en la cárcel, luego de ser recuperada de un incinerador de basura apagado, esperando lo que sería un largo y tedioso juicio basado en todo lo que la policía había logrado averiguar sobre 'el caso Kaiba.' Juicio en el que el mismo Seto Kaiba había pedido no ser inmiscuido. Había que recuperar toneladas de evidencia, llamar a otra tonelada de testigos, la mayoría de ellos familiares de las víctimas que se encontraban en la lista y Seto Kaiba no quería saber nada al respecto, pues ya había tenido bastante de problemas gracias a esa familia.

Por supuesto ni el quizás podría realizar su propio deseo. Después de todo, lo que quería era enterrar todas esas cosas en el olvido, y para ello debía asegurarse que ningún cabo suelto quedara por el cual los fantasmas pudieran trepar para volver a molestarle. Una de las cosas de las que se ocuparía después era de Noah. Hasta ahora no había dedicado ni un segundo de su tiempo a pensar en ello. Pero cuando la policía descubrió el cuerpo de Noah dentro de la clínica "Saint Louis", Kaiba supo que tendría que ocuparse de eso en algún momento. Quizás después se dedicaría a buscar lo que quedara en la red de las memorias del chico. Quizás.

Pero aún quedaba algo más importante. Por esa única razón era que a solo dos días de lo que pasó en el laboratorio Kaiba se encontraba cómodamente semisentado en su cama de hospital tipeando en una laptop. Muy lentamente por cierto, ya que su única mano disponible estaba unida a un brazo con un hombro dislocado, que aún no acababa de sanar y tenía conectado un suero. Su otra mano estaba cubierta en vendajes y probablemente no podría utilizarla hasta mucho, mucho después.

En eso estaba Kaiba, cuando escuchó unos suaves golpes en la puerta. –Adelante.- Dijo en voz alta, poniendo apenas la mitad de su atención en la puerta, la otra mitad estaba en la pantalla del computador. La puerta se abrió y quien apareció tras ella, con yesos y muletas incluidos era Joey. –Ah... Hola Kaiba.- Saludó el rubio, entrando casi tímidamente.

Ahora sí, Kaiba puso toda su atención en su visitante. –Veo que ya puedes caminar.- Observó el CEO viendo como Joey maniobraba las muletas, con un brazo aún enyesado, hasta llegar junto a la cama.

-Pues sí, Las maravillas de la fisioterapia hoy en día.- Comentó Joey en tono conversacional. –Los médicos dijeron que no había ningún daño neuronal, estaré como nuevo en un par de semanas cuando me dejen salir de éste hospital.- A Joey le hizo gracia el gesto que hizo Kaiba. Sabía por comentarios que Kaiba detestaba los hospitales, y sabía que al CEO también lo iban a mantener encerrado dos semanas hospitalizado.

-¿Y qué no se supone que deberías estar descansando?- Cuestionó Joey dándole una fea mirada a la laptop en la que Kaiba había vuelta a tipear.

-Estoy descansando Wheeler. ¿Qué no me ves?- Contestó el CEO de mal modo volteando hacía Joey.

Joey hizo una mueca. ¿Por qué el tipo tenía que ser tan terco¿No podía dejar el trabajo para después? -¿Y de dónde sacaste la laptop? Porque a mi no me dejaron conservar ni un tonto videojuego, que porque tengo que descansar y no se que...-

-Es de ella.- Kaiba giró ligeramente la pantalla hacía Joey. –Me la acaban de traer.-

Joey vio el aparato con comprensión. No había otra 'ella' de la que Kaiba pudiera estar hablando. Se inclinó lo más que pudo sobre la pantalla para mirar.

Eran puros gráficos incomprensibles. –No entiendo nada.- Admitió Joey al final luciendo un poco avergonzado. –¿Dice algo interesante?-

Kaiba simplemente volvió a girar la pantalla hacia sí. –Información del chip.- Explicó blandamente y Joey se sorprendió ante la ausencia de alguna frase burlona a su falta de inteligencia por no poder descifrar lo que había en la computadora. Bueno, eso tenía que significar que estaban progresando ¿no? –Y también de las personas a las que les fue insertado.- Kaiba continuó diciendo. –¿Ya te dijo algo el médico sobre eso?-

Joey alzó las cejas. ¿Era su imaginación, o Kaiba de verdad le estaba preguntando sobre sus asuntos? –Eh... pues sí.- Contestó Joey. El tema no era su favorito, pero estaba teniendo una conversación con Kaiba, algo que nunca antes había ocurrido y no la iba a matar de golpe. –Pero el médico me dijo que no había nada que hacer, está en un lugar inoperable y es demasiado pequeño, así que tendrá que quedarse ahí por el resto de mis días.- Se encogió de hombros aparentando indiferencia. –No creo que me moleste. El doctor me hizo varias preguntas y dijo que estaría bien. Aunque no le puede responder cuando me preguntó cómo es que llegó allí...-

-Usaron una de esas campañas escolares de Salud.- Explicó Kaiba interrumpiéndolo, aparentemente leyendo de la pantalla del computador. –Lo colocaron en las venas de tu brazo, probablemente con algún inyectable para que no te enteraras. El chip es lo suficientemente pequeño para viajar por las venas grandes. Subió por el brazo, luego al corazón, después fue por las venas del cuello hasta llegar al cerebro donde atravesó...-

La expresión horrorizada de Joey crecía con cada palabra de Kaiba. –Kaiba, no.- Joey alzó una mano para detener las palabras del otro. –No me lo expliques, prefiero no saber.-

Kaiba lo miró con brillos divertidos en los ojos. –No se de qué te escandalizas, si se trata de la realidad.-

Joey tamborileó con los dedos en la madera de su muleta. Tener un trozo de metal en el cerebro ya era bastante tétrico como para que le contaran detalles de cómo fue que llegó allí -Si bueno¿de dónde tienes esa computadora de todos modos?- Preguntó Joey obviamente tratando de desviar la atención, aunque ahora que lo consideraba, esa era una buena pregunta. ¿Qué no era esa laptop parte de la evidencia? –¿La policía sabe que la tienes?-

Kaiba le dio una significativa mirada de soslayo. –No creo que se vayan a enterar.-

Joey se mordió el interior de su mejilla. No, por él no se iban a enterar, eso era fijo. Quizás Kaiba estaría interrumpiendo una investigación, pero Joey no podía estar seguro. Kaiba tenía una manera diferente de manejar las cosas, y además Joey se lo debía.

De hecho esa era la razón porque la había ido a ver a Kaiba. Era un poco inevitable sentirse culpable, cuando la razón de que Kaiba tuviera que quedarse dos largas semanas en el hospital era porque nueve días de poco sueño, poca alimentación y mucho stress, añadidos al golpe en la cabeza y otras heridas mal curadas y tener que cuidar de un cuerpo inconsciente habían mellado profundamente el estado físico del CEO.

Pero al final la peor historia fue su mano derecha. Cuando aquella loca puso una pistola sobre su frente a Kaiba no le agradó la idea ni de verlo muerto, ni de convertirse él mismo en un conejillo de indias, y al parecer entró en la desesperación. Bajo la teoría de que su mano había adelgazado luego de nueve días, Kaiba intentó (con énfasis en 'intentó') sacar su mano del yeso, ya que la banda metálica que sujetaba su mano derecha sujetaba el yeso y no su mano directamente. Lo que ganó con su esfuerzo fue romperse la, ya frágil muñeca de nuevo y necesito de una operación de reconstrucción bajo el aviso de que a pesar de todo, su mano derecha probablemente no volvería a funcionar correctamente. Pero también logró por lo menos distraer a la mujer y gracias a esa pequeña cosa ahora Joey seguía vivo.

Joey se mordió el labio. Ante todo eso, sólo había una cosa que podía decir. –Oye Kaiba, yo quería...-

-Escucha Wheeler.- Los dos hablaron al mismo tiempo, pero el tono serio de Kaiba le indicaron a Joey que era mejor oír primero a Kaiba. –No estoy seguro que esto sea algo que la policía pueda manejar.-

Kaiba lo miró seriamente, cerró la laptop y por primero vez dejó ver en sus facciones todo su cansancio. –Es la primera vez que un intento de asesinato llega tan cerca de poder matarme. No estamos hablando de una persona cualquiera sino de alguien que además, logró crear un sistema que a pesar de ser tan imposiblemente pequeño es terriblemente poderoso.

No debes olvidar que esa mujer no estaba sola Wheeler. Hay alguien que la estaba ayudando y esa es la persona que contactó a la profesora de arte y que tenía la lista de todas las víctimas. La policía lo está buscando, pero hasta ahora no tienen ni una pista; así como tampoco están seguros que esa persona no sea el verdadero cerebro de toda la operación o de cuales sean sus motivos.

No olvides que ese chip todavía está dentro de ti, y todavía puede ser reactivo, y ésta persona todavía necesita dinero y siendo que esta mujer pertenecía a la familia Kaiba lo más probable es que vuelvan a buscarme. Así que deberás tener mucho cuidado.-

Joey frunció el ceño considerando las palabras de Kaiba. Cierto que el no había pensado hasta ahora en ninguna de esas cosas, pero tampoco parecía justo que solo Kaiba se ocupara de ello. -¿Y qué es lo que piensas hacer?- Preguntó Joey luego de un rato de silencio.

-En cuanto vaya a la escuela iré al almacén de arte. Todavía no he visto el lugar por mi mismo, y primero necesito reunir todas las piezas antes de lanzarme a la búsqueda.-

-Oye, y...- Joey estaba a punto de preguntarle si no podría ayudarlo cuando unos golpes sonaron en la puerta.

-Entre.- Ordenó Kaiba y la puerta se abrió revelando a Yugi, a Tea y a Tristan que formaron sendas sonrisas al ver al rubio allí.

-¡Joey! Conque aquí estabas.- Exclamó Yugi entrando de lleno a la habitación.

-Si.- Joey los vio con desanimo. El tenía algo que decirle a Kaiba y no deseaba testigos para ello. Por supuesto podía hacerlo cualquier otro día, pero él se había determinado que tenía que ser hoy.

Kaiba tampoco estaba muy feliz de verlos. –Qué quieren.- Preguntó haciendo alarde de sus malos modales. Ninguno de los presentes se sintió afectado.

-Bueno, buscábamos a Joey...- Explicó Tea adelantándose -Y pensamos que podíamos pasar e invitarte a la fiesta de cumpleaños que le haremos a nuestro amigo.- Terminó, poniéndole una mano a Joey en el hombro.

Éste era el más sorprendido por la noticia. –¿Me harán una fiesta de cumpleaños?-

-Te hicimos una.- Aclaró Tristan. –Pero no resultó, con todos estos problemas.-

-Cielos... No se que decir.- Y de verdad Joey no sabía. Por un lado estaba feliz, por el otro, sonaba demasiado parecido a lo que pasó en el mundo virtual.

Ajeno al pequeño problema de Joey, Yugi le sonrió a Kaiba. –Qué dices ¿irás?-

-Tal vez.- Contestó el CEO, aunque a Joey le sonó más como un contundente 'no'. –Pero definitivamente no cuenten con Mokuba. Él está castigado.-

Yugi frunció el ceño. –Kaiba, no puedes castigarlo por haber venido a ayudarte.-

-Él tenía obligaciones en otra parte.- Respondió el CEO secamente para luego volverse

a Joey. –Wheeler, creo que tu viniste por algo...-

Joey entendió la indirecta. La presencia de sus amigos estaba poniendo a Kaiba irritable. Al parecer el CEO solo podía manejar la presencia de uno a la vez. –Sí... bueno, yo...- Comenzó a decir nervioso. Él había venido por algo, para decirle algo a Kaiba, pero no quería hacerlo con un auditorio. Y ahora Yugi y los demás, incluso Kaiba lo miraban expectantes.

-Pues yo...- ¡qué demonios! El había decidido que hoy hablaría con Kaiba y eso era lo que iba a hacer. –Mira Kaiba, yo... ahem, yo quería pedirte perdón.-

El CEO lo miró, por primera vez, sorprendido. Wheeler incluso tenía las mejillas algo rojas.

Joey trató de mirar a otro lado, lejos de donde Yugi y los demás tenían la boca abierta. –Si, quería disculparme por la discusión de ese día, Mokuba me dijo que estabas molesto ese día porque tenías problemas y... bueno quería disculparme por desear que desparecieras de la faz de la tierra.- Cuando Joey dijo eso sintió un pequeño peso levantado de su conciencia. Por lo menos ahora esa frasecita dejaría de perseguirlo.

El rubio se arriesgó a mirar a Kaiba y se encontró con que éste lo miraba fijamente. Cuando sus miradas se encontraron Kaiba le alzó una ceja elegantemente y le dio una mala sonrisa. –¿Me vas a decir ahora que me extrañaste cuando desaparecí?- Joey se tensó en sus muletas. Los demás miraban el intercambio con las quijadas en el suelo. -¿Qué pasó con todo eso de que soy un ricachón engreído y que me detestabas?-

Joey rechinó los dientes. ¡Pero mírenlo nada mas al tipo¡El estaba tratando de sincerarse y miren con las que el otro salía! –¡Eres un ricachón engreído y te detesto!- Exclamó Joey señalándolo con un dedo acusadoramente. -¡Ni creas que me estoy olvidando que es tu culpa que haya estado metido en todo ese lío¡Por andar asociándome contigo es que esa mujer me tomó de 'objeto de experimentación'!-

-¿Eso crees?- Contestó Kaiba mirando al rubio malamente. –¿Qué nunca has escuchado la frase 'muestreo al azahar'? Cuando se trabaja con programas Wheeler, se escoge personas al azahar de la población para probarlos, para que sea seguro que funcionen en cualquier caso.-

Joey abrió la boca y quedó congelado. ¿Qué! Él había pensado que era por ser medianamente cercano a Kaiba que esa mujer había decidido utilizarlo a él, pero ahora Kaiba le estaba diciendo que había estado metido en la peor pesadilla de su vida... por pura mala suerte?

-Además yo no permitiría que me asocien con perdedores como tú. Imagínate lo que eso le haría a mi reputación.- Continuó Kaiba sin miramientos haciendo que Joey rechinara los dientes.

-¡Eres un...!-

-¡Tranquilo Joey!- El rubio casi se lanza sobre Kaiba muletas y todo, si no fuera porque sus amigos lo detuvieron.

-¿Pero van a dejar que me diga esas cosas!- Preguntaba Joey tratando de removerse del agarre de los demás.

-Pero Joey, no puedes pelear con Kaiba ahora, ambos están heridos.-

-¡No me importa!-

Mientras Joey trataba de zafarse de los brazos de sus amigos Kaiba observaba la interacción con interés. Joey Wheeler era un personaje muy curioso, y Kaiba nunca hubiera esperado que viniera hasta él con una disculpa. Digamos que sus ásperas palabras fueron un intento de volver a la normalidad. Pero lo que el conocía como 'normal' nunca volvería a serlo y Kaiba tendría que aceptarlo.

Kaiba nunca confiaba en la suerte, sino que dependía de su habilidad para sobrevivir y para ganar. Pero ese día que ocurrió el temblor ¿que tal si hubiera estado parado en el lugar de Wheeler? Solo habían dos estantes en la habitación que fueron asegurados a la pared el año anterior porque se desarmaron, pero ni Kaiba, ni tampoco la mujer lo sabían. ¿qué tal si Kaiba no se hubiera parado junto a uno de esos estantes? Si estaba vivo, era por pura suerte. O como Yugi diría; por obra del destino.

Eso era algo para reflexionar ¿no? Quizás era por ese extraño suceso que Kaiba había ayudado a Joey. Quizás también era por eso que se dedicó a observar a Joey dentro del mundo virtual. Para Kaiba, Joey Wheeler no era más que un patético perdedor, pero este patético perdedor demostró habilidades que Kaiba no le conocía.

Kaiba no estaba conmovido de que Joey hubiera intentado buscarlo, pero si estaba sorprendido de que hubiera logrado encontrarlo. Tal vez no tuviera grandes habilidades pero las que tenía las usaba tan bien que podía lograr grandes cosas. Al final Joey se había ganado su respeto y se lo iba a dar.

Pero se lo iba a decir jamás.

-Owari-


Nota: Solo para el record, nada en este capítulo ocurre en la realidad virtual.

Primero quiero dar las gracias a todos los que hayan llegado hasta aquí. ¡Se terminó la historia! Y si no hubiera sido por mis queridos lectores jamás hubiera podido llegar (Y lo digo en serio)

Supongo que este es el momento que debería comenzar a pedir piedad. Por el final quiero decir. Verán, este es el final que planeé desde el capítulo uno, y aunque yo se que (me di cuenta hace poco) que esperaban algo más espectacular, luego de varios días de indecisión sobre cambiarlo o no a algo que cubriera mas la expectativa, decidí conservar la idea original.

Aunque confieso que me olvide de una cosa. La aclaración de porque Joey acabo como conejo de indias debía ir en el capítulo anterior.

También debo pedir perdón porque he estado leyendo los demás capítulos y hay tantos errores, que no se como es que han podido leerlo. Me voy a dedicar a editarlo.

Tengo que aclarar algo sobre el Yaoi. Pueden esculcar el fic y no encontraran un cuarto de escena Yaoi, pero debo confesar algo.

¿Por qué escribí este fic? Porque me gusta la pareja SetoxJoey. Pero cuando miras la serie, puedes ver a las claras que esos dos no se soportan. ¿Acaso solo pueden acercarse solo por atracción? Quise crear una situación en la que Kaiba estuviera obligado a ayudar a Joey, ya que en el anime Joey ayuda a Kaiba y los dos siguen detestándose. Pensé que quizás si volteaba los papeles, ellos podrían acercarse, pero no por atracción física sino por entendimiento y compresión; amistad, si lo quieren llamar así.

Luego de nueve capítulos... no se si lo logré.

Y ahora sí, mándenme todos los tomates que quieran.