Capítulo9.
El ataque de Wuya
-No ha sido nada.-respondió el joven- Yo siempre te protegeré. Pase lo que pase. Yo siempre estaré a tu lado para cuidar de ti.
Fin del Flash Back
-Yo siempre te protegeré- le dijo Raymundo a la joven, que aún en la jaula lo miraba de forma distinta.
-Es cierto, eres tú…- dijo poniéndose de pie-. Sois vosotros al fin- dijo Kimiko.
-Eso es. Ahora te sacaremos de ahí- resolvió Raymundo-. Prepárate, yo empujaré con el viento, y tú deja que el fuego lo queme todo.
La joven asintió. Raymundo hizo aparecer grandes masas de aire en sus manos, y con fuerza, las estrelló contra la pared de la jaula, mientras Kimiko dejaba fluir al renacido fuego de su interior, por sus manos hasta aquellas esposas, que comenzaban a derretirse.
-Al fin ha vuelto en sí- dijo Clay desde una esquina, custodiado por varios robots.
-¡Sí! Qué bien que Kimiko nos reconozca de nuevo- dijo Omi.
-¡Wuya, nos van a aniquilar!- dijo con miedo Jack al violáceo fantasma.
-Eso no ocurrirá mientras yo esté aquí- dijo fríamente-. Tú distráelos con tus robots. Yo iré a por nuestra salvación.
-Está bien, pero no tardes mucho- dijo mientras mandaba un grupo de robots a defender la jaula, aunque aquello fuera inútil.
Mientas tanto, Wuya se alejó corriendo y flotando hasta llegar donde se encontraban Omi y Clay. Ambos jóvenes, maniatados, solo podían observar como los ojos de aquella bruja comenzaban a irradiar una extraña luz, que los envolvía.
-¿Qué es esto?- dijo Omi, tratando de defenderse de aquella cosa oscura- ¡Detente Wuya!
-Tranquilo, Omi- dijo frotándose las fantasmales manos-. Sólo os quitaré vuestros poderes y objetos. Después… Acabaré con vosotros.
El guerrero del Agua y el de la Tierra fueron despojados de sus elementos, de una parte de su ser y de sus objetos mágicos. Sintieron cómo parte de su alma y de su espíritu salía de sus cuerpos para ir a las manos de Wuya que poco a poco recuperaba su forma humana de nuevo. Su risa diabólica penetró en sus oídos antes de caer inconscientes por el dolor. En el otro lado de la sala, ni un robot quedaba ya en pie, y Kimiko al fin había conseguido deshacer entre las llamas los barrotes que antes la mantenían encerrada en la jaula.
-¡Ray!- dijo Kimiko, lanzándose en sus brazos.
-Me alegra que estés bien- repuso el joven abrazándola.
-Siento mucho todo lo que te dije, yo… Lo hice sin pensar y…- él colocó un dedo en sus labios.
-Tranquila. No es culpa tuya. Yo también hice mal… Pero ahora está todo olvidado.
-¡Yo no diría eso, tortolitos!- se escuchó decir a Jack, que se alejó de la pelea, cerca de su avión, dispuesto a huir en cuanto hiciera falta.- Mirad quién ha vuelto.
Ambos miraron en la dirección que Spicer les señalaba. Sorprendidos, vieron como el espectro del cuerpo de Wuya había vuelto a aparecer, y cómo en cada mano, portaba la esencia y el objeto del agua y de la tierra.
-¿Qué has hecho bruja?- dijo Kimiko al darse cuenta del estado de sus otros dos amigos.
-Tranquila, Kimiko. Esto es algo que tenía que pasar. Ahora yo poseo dos de los poderes de los cuatro elementos y sus objetos. No tenéis nada que hacer, os aniquilaré y haré lo mismo con vuestros poderes.
-Ni lo sueñes- respondió Raymundo Kim.
-Sí, démosle su merecido- dijo Kimiko, adoptando una posición de ataque.
Ambos saltaron a un tiempo, mientras Wuya, segura de su victoria, los esperaba preparada para atacarles. Ambos Guerreros atacaron primero por separado. Kimiko lanzó una enorme llamarada, para después darle una patada, que consiguió tirarla al suelo. Después atacó Raymundo, que elevó el fantasmagórico cuerpo de la mujer, para dejarlo luego caer con fuerza.
Aun así, Wuya se levantó sin muchas heridas, pero concienciada de que había subestimado lo poderosos que eran.
-Ahora es mi turno- dijo, y acto seguido atacó.
Cientos de rocas se elevaron del suelo para ir a golpear con fuerza a Raymundo, cayendo sobre él, sepultándolo. De las profundidades de la tierra aparecieron géiseres que trataban de apagar las llamas que Kimiko mantenía en sus manos. Mas aquello no era suficiente para amedrentar a ambos guerreros. Raymundo hizo que con una fuerte ventisca aquellas piedras salieran de encima de él dejándolo salir solo un poco magullado. Kimiko concentró su poder, y con una llama para cada géiser, acabó con las erupciones de agua.
Aquella respuesta tan irónica a sus ataques puso a Wuya de muy mal humor, de modo que trató otra táctica.
-Muy bien, vosotros lo habéis querido- dijo utilizando entonces los objetos del Agua y la Tierra.
A una velocidad increíble, llegó donde estaba Kimiko, y a base de puños y patadas la dejó en el suelo. Rápidamente se dirigió a Raymundo y le atacó con los poderes combinados de los objetos que había robado.
-Ha llegado tu hora Raymundo. No podrás defenderte de los poderes combinados de dos objetos sólo con tus poderes. Estás acabado, ¡y yo me encargaré de destruirte! En forma de columna se dirigió con enorme fuerza la magia de ambos objetos. Raymundo rápidamente creó un escudo de viento, que taró de detener aquella increíble corriente de energía.
Pero no parecía surtir efecto. Aquello era demasiado fuerte para él solo. Aquella columna estaba destrozando a pasos agigantados su escudo, y estaba acorralado con la pared del volcán a su espalda.
-Aquí se acaba lo tuyo, Raymundo- dijo Wuya, presionando aún un poco más al joven con su magia robada.
Entonces ocurrió. El escudo que el joven había conseguido mantener hasta aquel momento fue sobrepasado, y aquella columna de magia se dirigió a gran velocidad y con toda su fuerza contra Raymundo. El joven puso sus brazos como escudo, y cerró los ojos ante el irremediable final.
Pero no sentía el golpe, y fue entonces cuando escuchó la voz de Wuya.
-¡No puede ser!- exclamó la bruja, sintiendo que sus fuerzas comenzaban a aflojar tras usar tanto poder.
Raymundo abrió los ojos, y vio entonces frente a sí a Kimiko, que había creado una columna igual a la de Wuya pero de puro fuego, que había retenido el avance y ahora le ganaba terreno.
-¿Estás bien?- le preguntó ella con una media sonrisa, sin dejar de lucha.
-Sí, gracias- dijo él dando un suspiro de alivio, y sumando sus poderes a los de la chica para atacar a Wuya.
El fantasma de la bruja, al ver lo que se avecinaba, no pudo evitar debilitarse, y gracias a ello los guerreros del Fuego y el Viento la atacaron directamente con todo su poder.
Al recibir aquello directamente, sintió como su recién creado cuerpo comenzaba a destrozarse como el de una muñeca, y sin poder hacer otra cosa, dejó allí su cuerpo escapando sólo con su espíritu fantasmal en una huida desesperada.
Cuando al fin paró de fluir la magia del Fuego y del viento de manos de Kimiko y Raymundo, del cuerpo de Wuya no quedaba ni rastro. Tampoco de su espíritu fantasmal, que había huido a esperar hasta que pudiera encontrar una nueva forma de volver a entrar en acción.
Donde antes había estado el cuerpo de la Bruja, ahora descansaban una hoja y una gota de agua que brillaban tenuemente llamando por ser devueltas al lugar al que pertenecían.
Ambos jóvenes se acercaron al lugar en el que los objetos mágicos descansaban. Pero antes de poder llegar siquiera a tocarlos, un círculo blanco los rodeo, creando una burbuja a su alrededor.
Entonces, del pecho de ambos salieron dos haces de luces que se detuvieron frente a ellos en forma de pequeñas esferas. Cuando éstas dejaron de brillar, mostraron dos objetos: Una pequeña llama de brillante color rojo…
-El objeto del fuego- murmuró Kimiko al verlo.
Y otro casi transparente, azulado, que parecía un pequeño remolino…
-El objeto del viento- dijo hipnotizado Raymundo al verlo.
Ambos objetos, al dejarse ver, se acercaron entre sí, formando una sola bola con ambos objetos. Después volvieron a separase, y se acercaron a sus respectivos amos, que los tomaron cuidadosamente entre sus manos.
-Son nuestros objetos mágicos, el corazón del Fuego y del Viento...-murmuró Kimiko, ensimismada, mientras miraba danzar el fuego entre sus manos.
-Nosotros mismos somos el mismo corazón de nuestros poderes - dijo en alto mientras pensaba, Raymundo.
-Y después se han fundido en uno,- dijo Kimiko-. Porque nosotros somos uno solo- terminaron la frase a la vez.
Al darse cuenta de aquello, se sonrojaron un poco y se sonrieron. Después tomaron con sumo cuidado los objetos de sus amigos y se acercaron al lugar donde ambos se encontraban, inconscientes. Colocaron sobre sus cuerpos ambos objetos. La Tierra y el Agua, irradiaron un aura cálida sobre sus dueños, al saberse de nuevo con ellos, y entraron en sus cuerpos, donde estarían seguros hasta que los necesitan de nuevo.
-Dojo-llamó Kimiko al verdoso dragón que apareció desde su sombra ahora liberado.
-Dime ama- dijo el dragón, tranquilo ahora de ver a su ama sana y salva.
-Carga a Clay y a Omi- dijo, subiéndose al lomo del enorme animal ayudada por Raymundo.
-Y ahora, al templo Xiaolín- dijo Raymundo.
OOOOOOOOOOOOOOOOO
En el templo de monjes Xiaolin se encontraban de fiesta. Con Wuya desaparecida, y Jack Spicer fuera de combate, sus más fuertes enemigos habían sido desbancados. Los objetos mágicos robados habían sido recuperados, y los que faltaban, encontrados y a salvo con sus correspondientes guerreros. Para todos ellos, era un día que era obligatorio celebrar.
Omi y Clay aún estaban en cama debido al duro golpe que les supuso que Wuya les arrancara sus objetos, aunque ya habían mejorado mucho. De todas formas, lo mejor era que estuvieran en reposo.
Solo dos personas faltaban en aquella fiesta, las dos personas a las que se les dedicaba especialmente aquel festejo y habían preferido no asistir…
En un viejo templo derruido, y tomado por la maleza, en la parte más alejada de los campos del templo Xiaolín, dos jóvenes se encontraban sentados en el tejado medio derruido. La luna blanca y llena se elevaba en le cielo, iluminándolos.
Ninguno de los dos decía nada, estaban tan a gusto de aquella forma que les daba pánico estropear el momento por decir algo tonto. Raymundo estaba tan nervioso que a penas podía pensar en otra cosa que no fuera ella.
Al fin se decidió, había estado pensando en lo mismo toda la noche. Con lentitud y suavidad, la tomó de la mano, acariciándola con un dedo. Al notar aquello, la joven se sonrojó ligeramente y sonrió ante las caricias. Lentamente ambos se giraron, hasta quedar mirándose frente a frente. Kimiko se sentía perdida en los ojos verdes del joven.
Poco a poco, Raymundo se acercó hacia ella, hacia su rostro, hacia sus tan deseados labios. Lenta, muy lentamente, los rozó, para seguir con un beso dulce y apasionado que ambos hubieran deseado durara para siempre.
-Kimiko, yo…te amo- le susurró Raymundo al oído.
-Yo también te amo- respondió Kimiko ruborizada por lo que acababa de decir.
Al escuchar eso, amos sonrieron. Para, de nuevo, fundirse de nuevo en otro beso, más dulce que el anterior, más apasionado, más fogoso que el fuego, más cálido que la brisa de verano.
Fin
Hola! Espero que os haya gustado el fic y hayáis pasado un rato entretenido leyéndolo. Saludos!