Parte XXVI: El madrastro

Sus posesivos brazos lo hacían sentirse amarrado, pero a la vez, tan dispuesto a esa condena que sólo se dejaba hacer. Además que su lengua estaba demasiado ocupada para andar protestando, y como si quisiese hacerlo también. Eso sí, nunca más le creería a Hanamichi Sakuragi cuando se refiriera al 'beso de despedida', cuya frasecita lo había dicho hacía media hora atrás y todavía no se despegaba de él.

- Hana… me van a matar – murmuró apenas entre beso y beso. Se imaginaba que Sakuragi hacía gala de que los pelirrojos eran apasionados ¿Pero esto no era mucho?

- Después le inventas una excusa a esa bruja – fue lo único que dijo antes de volver a besarlo.

- Ahora es bruja – comentó Kaede con un deje gracioso, no común en él – antes era 'el amor de tu vida'¿no lo recuerdas? – los besos de Hanamichi fueron aún más violentos, dejándose abrazar por esa sensación que lo hacía sentir el vértigo mismo. Pero le fascinaba sentirlo.

- ¿Celoso, zorrito? – habló, haciendo una pausa, con esa mirada seductora y segura que el moreno odiaba… nunca le ha gustado perder y ahora sabía que el desquiciado pelirrojo tenía toda la razón.

- Grrr… – Kaede sólo gruñó al no querer admitir su derrota, ganándose un beso de su peculiar pareja, de esos que son perezosos, lentos y sensuales.

Listo.

Hasta ahí llegaron las intenciones de reclamar, esto era demasiado bueno para perder el tiempo en estupideces, había que aprovecharlo al máximo. Ya han llevado demasiados años enfrascados en discusiones y peleas tontas.

Ahora era el tiempo de disfrutar.

- Ahora sí me voy, mi hija me va a matar – le guiñó un ojo – las mujeres sirven sólo para controlarte – se manifestó haciendo una mueca de disgusto y le dio un pequeño beso antes de irse definitivamente.

- Espero que 'hables' con Hitomi – recalcó cierta palabra, acompañada de una mirada fija. Rukawa conocía bastante bien el explosivo y candente carácter de Hanamichi.

- Está bien… nos vemos…

Eso fue lo último que dijo Sakuragi antes de irse. Pensó que tendría que darle una muy buena excusa a Haruko, porque ya era bastante tarde. Nunca se había puesto en la situación de tener un 'amante de verdad', porque había que estar claros, los anteriores fue para solamente llenar el cuerpo.

Ahora sí estaba poniendo el corazón en esto… y cuando las emociones están en juego, hay que tener más cuidado. Desgraciadamente, los sentimientos y las razones no trabajan juntas cuando uno está gobernado completamente por alguno de ellos.

Y por muy calculador que fuera Kaede, no podía escapar. El amor, y por qué no decirlo, el deseo lo habían invadido totalmente.

Porque eso era cierto… ¿cómo demonios se lo diría a Youji y a Daisuke?

Lo demás no importaba.

Y eso incluía a Haruko… ya basta de mentiras…

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"¿Qué le voy a decir?... ¿qué le voy a decir?... Ay… ¿qué le voy a decir?...", eso era lo que Sakuragi se repetía como poseído mientras conducía en su automóvil.

Si ya fue difícil hablar, en su tiempo, de relaciones sexuales y cosas de mujeres con su hija; explicar sobre 'relaciones homosexuales', le resultaba sumamente perturbador. Si para él, todo esto era relativamente nuevo. Una cosa era convivir con la idea que uno de tus mejores amigos era gay, y otra cosa totalmente distinta es que descubras que te puedas sentir algo profundo por otro hombre, que iba más allá de lo físico.

Se había dado cuenta que amaba a Kaede… tanto que lo asustaba.

Si Brian estuviera en Japón, al menos le daría una mano. Pero los inútiles nunca estaban cuando se los necesita.

Aparte, la última vez las cosas con Hitomi no terminaron de la mejor manera. A lo mejor, se estaba adelantando y ella ni siquiera le quería hablar.

Sólo esperaba que lo último no pasara.

Estacionó su auto en la cochera y miró su reloj…

Dos y media de la mañana. Tarde, inclusive para él mismo, los tiempos en que Sendoh, Brian y él eran los reyes de la noche, habían quedado relegados en el pasado…

Entró con mucho sigilo, ni siquiera prendió la luz para ver si había alguien en pie a estas horas, más de su 'familia' le dirigiría uno que otro regaño. Al ver que no había nadie, suspiró con alivio.

Sin embargo, alguien encendió el interruptor… ¡Oups! Hanamichi había sido descubierto, se sentía un crío en su propia casa a la espera del regaño de su madre, que estaba sentada esperándolo en un sillón.

O mejor dicho… el de su hija.

- Hitomi… yo…

- ¿Dónde te habías metido, grandísimo idiota? – quizás no era el trato adecuado, pero en realidad, sí había estado muy preocupada – saliste como una fiera , pudo haberte pasado cualquier cosa… conociéndolos a los dos – su voz delataba que realmente sentía lo que estaba diciendo; sin pensarlo dos veces, se lanzó a los brazos de su padre.

El pelirrojo, por esta vez, se había quedado sin palabras.

Es cierto que nunca se terminaría de conocer a las personas. De todo lo que se imaginó, esto era lo menos que se esperaba de su hija. Por mucho tiempo se quedaron así, tal cual cuando estaban en Norteamérica y eran solamente ellos dos. Sakuragi sintió una emoción tremenda, aquella satisfacción que solamente te la puede entregar quien tenga tu misma sangre, un calorcito muy especial que brota en el pecho y que es único. Sentía unas ganas agobiantes de llorar, pero sus intenciones quedaron trabadas en su garganta.

- Creo que debemos hablar – dijo Hanamichi al recuperarse un poco – pero eso tendrá que ser mañana, es hora de ir a la cama – él mismo se percató que estaba agotado al dar un bostezo.

- Papá, tengo dieciséis años. Pareciera que me mandaras a la cama a las diez, como cuando tenía ocho años – la pelirroja se rió, eso le había causado gracia. Para su padre, siempre será una niña.

- A dormir, por un carajo… - protestó Hanamichi – mañana tengo que ir a la universidad temprano.

- ¿Mañana? – dijo Hitomi con más risa, si se podía – hoy, querido, 'hoy', mira la hora que es. En todo caso, creo que deberías pedir permiso por hoy, hace mucho tiempo que me debes una explicación – lo último se lo dijo muy seriamente.

Sakuragi sintió que esa niña no lo dejaría en paz hasta que respondiera todas y cada una de sus preguntas. Ahora sí que no tendría escapatoria ¿Pero no podía ser a otra hora?

Definitivamente no.

- ¿Qué pasó con Kaede? – preguntó curiosa y inquietada a la vez, mirando a su padre de una forma muy analítica – espero que no hayan llamado a la policía para separarlos.

Ay, no. Sintió un terremoto en su interior.

¿Cómo se lo diría, sin sonar… impactante?

¡Oh, sí!

'Hija mía, acabo de conseguirte una mamá nueva, que resultó ser tu suegro. Hace dieciocho años fui un idiota, pero me perdonó y queremos darnos una oportunidad ¿Qué te parece si organizamos panoramas de a cuatro, con Youji?'

Era su hija. Si no se muere de un ataque, pasaría rozando; y eso que sabía su pasado.

- Papá¿qué hiciste ahora? – el silencio de su padre, no era buena señal. Se estaba preparando para todo. Bueno, casi.

- Hitomi, yo… Kaede… los dos… nosotros…

- Aja – por todos los santos, cuando quería, Hanamichi Sakuragi era peor que un niño del kinder.

- Ambos… ehhh…

- ¿Me podrías decir qué pasó? – gritó exasperada. La paciencia de los Sakuragi no era mucha, y no en vano era una.

Tomó aire profundamente, lo que le tenía que decir era fuerte y sumamente difícil.

Pero ella debía saberlo. Estaba en su derecho.

- Hitomi… Kaede y yo decidimos empezar desde cero – muy bien, lo dijo.

- No entiendo – la pelirroja lo miró, pestañeando sus ojos¿qué le había querido decir?

Hanamichi odiaba tener que repetir las cosas dos veces, sobretodo las que le producían vergüenza o cierta incomodidad. Pero debía reconocer que no fue claro lo que quiso decir, tal vez entendió que ellos tratarían de ser al menos amigos o quién sabe qué. Nada más alejado de la realidad.

¡Ya basta!… Al diablo con todo, si de todas maneras se enteraría igual…

- Kaede y yo… - trató de mirarla a los ojos, lográndolo con mucha dificultad – queremos tener una relación… de pareja… como 'novios'… ¿Me entiendes? – fue lo más gráfico que pudo, menos mal que ella fijó su mirada en sus castaños y no en el temblor casi histérico de sus manos.

Al pelirrojo, más que nunca, le latió el corazón con fuerza. Los demás si les gustaba que anduviera con un hombre, bien; si no, que se lo tragaran, pero la opinión de Hitomi era la única que realmente le interesaba. No sabía que pasaría ni lo que haría con el zorro si ella no lo aprobaba, después de todo lo que había pasado, era lo más lógico.

Mientras tanto, Hitomi abrió los ojos de la sorpresa, tampoco se esperaba que después de haber visto a su padre salir como un león enjaulado de la casa, volviera con esta bomba. Aunque ya tenía por muy sabido que su padre amaba a otro hombre, que esto fuera oficial, no ocurre todos los días.

Era muy complicado para ella comprenderlo a cabalidad, no se lo imaginaba a Kaede Rukawa y él besándose; iba contra su imagen paterna preestablecida; los había visto, aún así, todavía su cabeza trabajaba horas extras, quitándose la idea de la cabeza que llevaba durante dieciséis años de que su padre era un completo y casi fanático heterosexual. Aunque hay que decir que eso no haría que quisiera menos a su padre, en ese sentido, tenía la mente muy abierta. Y si el moreno lo había perdonado, ella no tendría motivo alguno de andar condenándolo.

Sin embargo, había ahora, un tema que le angustiaba. Y mucho.

Youji Rukawa.

Pero no le apañaría la felicidad a su padre. Hace mucho tiempo que no lo ve tan feliz… y en paz consigo mismo. Ya vería que es lo que haría con su novio, todo esto era tan reciente que todavía no sentía aquel manto que cubre lentamente la razón, más conocido como desesperación.

- ¿PAREJA? – Hitomi estaba todavía con la boca abierta.

- Entiendo que no estés preparado para esto, pero… - Hanamichi se entristeció, tenía previsto que tal vez esto sucedería.

- Obvio que no estoy preparada – afirmó – no me desagrada la idea, aunque papá… antes de venir a Japón sólo pensaba que te iban las mujeres¿qué esperabas? Contigo, mi capacidad de asombro es infinita – suspiró resignada. A pesar de ello, su papi era el mejor del mundo y se lo demostró con una amplia sonrisa.

Sakuragi suspiró aliviado. Con eso, tenía luz verde su relación.

Pero si Hanamichi creyó que había conversado la parte complicada, se había equivocado…

- Papá, ahora dime una cosa… ¿Entonces, por qué te casaste con mamá?...

- ¿Qué? – Hanamichi quedó desorbitado con la pregunta de Hitomi. Se sintió como que anduviera parado en la nada, y ninguna idea se hilaba bien en su cabeza, no tenía la más mínima idea si contestaría esa pregunta.

La conversación era de por sí compleja, sin agregar el asuntito de la hora.

- Eso, papá – la pelirroja no tenía sueño ni tenía clases, así que estaba dispuesta de llegar hasta el final – quiero saber la razón por la cual te casaste con mi mamá, si a todas luces, no estabas enamorado de ella – era duro, otro de sus sueños infantiles rotos era que sus padres no estaban tan enamorados como parecían, al menos uno de ellos no lo estaba.

Eso lo pilló de sorpresa. Sakuragi se resignó a que tendrían una larga conversación, así que enfocó.

- ¿Por dónde empiezo? – con la que sí debía empezar desde cero era con ella, y esta vez, sin nada que ocultar. Habían cosas de las que se avergonzaría, claro está, eran sus errores de juventud. Y aparte, si supiera qué tan desarrollada tenía la intuición Camilla, su hija se caería de espaldas.

- Por el principio¿por dónde más, soquete? – definitivamente, a veces parecía más su madre que su hija.

- ¡HITOMI!

- Bueno, no te enojes, pero ahora sí me cuentas – lo dijo con esa sonrisita que Hanamichi catalogaba de 'como mi papá es tan lindo, yo sé que hará lo que yo pido¿verdad?', y que por cierto, le apestaba. Malditos adolescentes chantajistas.

- Está bien – miró hacia arriba, recordando todo – al principio, me caía como patada en el hígado – su hija lo miró asombrada - ¡En serio! Pensaba que era de esas niñitas ricas que se encaprichaba con alguien y cuando al fin conseguías su atención, te desechaba.

- ¿Cómo pensaste así de ella? – estaba molesta – mami nunca fue así.

- Piensa un poco… - se sonrojó, lo siguiente que diría, jamás se lo había contado, era completamente bochornoso – después de haberme rechazado cincuenta y una chicas…

- ¡CINCUENTA Y UNA CHICAS! – casi se desmayó de la impresión - ¿no que eras popular desde siempre? Papá, no sé porqué, pero nunca te creí la versión japonesa de latin lover, pero nunca pensé que era tanto.

- Eh… tú sabes que las mujeres no siempre han sabido apreciar…

- Papá, vuelve a la historia, otra noche me cuentas tus desventuras amorosas, me importa saber qué pasó con mamá – lo interrumpió, sabía que su padre era experto en desviar los temas cuando le convenía.

- Está bien… como te decía, aparte de mis rechazos y mi única experiencia sexual con un hombre, que no fue el iniciar que yo esperaba, mi desconfianza hacia las personas aumentó; y con las chicas, ni hablar. Tenía mucho dolor y ya no quería saber más de romances y mientras menos se hablara de Japón, mejor; lo que me había pasado con Ru fue, en ese tiempo, traumático. Yo, que me decía ser un 'súper hombre', resulté siendo todo un maricón ¿Y sabes qué era lo que más me aterraba?

- No…

- Que si me ponían al maldito zorro al frente, le hubiera vuelto a hacer el amor – fue el turno de Hitomi para ponerse roja como tomate, pero si ella había exigido la verdad, ahora tenía que quedarse calladita – mi cabeza todavía flotaba de pena y pronunciaba siempre 'Haruko'; pero mi cuerpo, me decía 'Rukawa'… y eso tenía patas arriba mi existencia. Cami no había llegado en el mejor momento de mi vida, creía que sólo estaba para hacerme la vida de cuadritos, sentía que me perseguía todo el santo día, era desesperante – recordaba que era terrible no poder mandarla a volar de un cabezazo, era la hija del 'jefe', Hitomi sólo se reía.

- Agregando que tú eres la paciencia personificada – ironizó – no entiendo que las cosas hayan sido así, me extraña ver que en todas las fotos que sales con ella, están felices… ¿Acaso sólo lo aparentaron? – lo preguntó con mucha desilusión, para ella, sus padres habían sido el ejemplo de un matrimonio perfecto.

- Espérate, la imagen que tenía sobre tu madre cambió, aunque tú no lo creas, el día que supe la existencia de Youji…

- Espérate un momento, Hanamichi… ¿tú sabías que 'mi' You existía? – la vida sí que supera la ficción, pero nunca se le pasó por la mente que a ella le sucedería.

- Desde antes que naciera, pero nunca se me pasó por la cabeza que terminaría siendo mi yerno… eso es a lo que yo llamo 'las vueltas de la vida' – a Hitomi no pudo más que darle toda la razón – me acuerdo que fue por una llamada del gori, prefería que lo supiera más temprano que tarde. Hasta ese momento, fue lo peor que me había pasado en la vida después de la muerte de mi papá. Pensé que los dos se habían burlado de mí, que ese maldito zorro se había metido con ella sólo para vengarse de mí, ya que no era un enfermo como él. Pobre Haruko. En el fondo me da pena, si supiera que ha vivido engañada todo estos años…

- Ya me lo imagino – desde que vio que ellos se andaban besando, vio que a Haruko le esperaba un futuro negro, por mal que le cayera, se compadecía de ella – la pregunta del millón es por quién te sentías traicionado… ¿por ella… o tal vez, por él?

- Ahora te puedo decir con franqueza que era… por él, me repetía muchas veces en mi cabeza "pero si me dijo que me amaba y él sabía que yo la amaba… ¿cómo me hizo esto?". Lloré mucho, un bebé y un matrimonio eran palabras mayores, fue cuando empecé a incubar un odio desmedido hacia él, ya nada me consolaría… y cuando menos me lo esperaba, me la encontré a ella…

- ¿A mamá?

Exacto… esa conversación nunca se borrará de mi memoria… nunca…

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Casi a la misma hora, un pelinegro trata de de desgastarse crear la mejor excusa que daría en su vida. No iba a llegar y decirle a su mujer que tenía un amante, acarreando que sus hijos le aborrecieran por lo que le quedara de vida. Aunque tampoco le diría que anduvo de farra con sus amigos, ésa era de lo más absurdo que podría oír Haruko.

¿'Farra', 'amigos' y 'Kaede Rukawa' en una misma frase?... Por favor. Más creíble era su cuñado fuera catalogado de 'sex simbol' en la portada del Cosmopolitan.

"Como el tarado no tiene quien lo controle, puede llegar a la hora que se le dé la regalada gana. Pero yo estoy casado, tengo que dar explicaciones…", pensó el moreno rezongonamente, rogando que la castaña estuviera en su séptimo sueño o las pasaría muy mal.

- ¿Se puede saber a dónde te habías metido? – error, Haruko prácticamente lo había estado esperando en la puerta; lo único que le faltaba era un mazo de lo furiosa que estaba - ¿no te has dado cuenta qué hora es?

- Se me pasó la hora… estaba practicando – no se le ocurrió nada mejor que decir.

- ¡MENTIROSO! – la castaña lo encaró inmediatamente – Youji y Daisuke fueron a buscarte a la cancha del parque y no andabas, eran las once ¡LAS ONCE! Y yo muriéndome de la preocupación, pensé que pudo haberte pasado algo.

¿Qué haría? Ni idea. Una cosa era que no amara a Haruko y otra que debía, como cualquier marido, cumplir con este tipo de deberes maritales.

Su mujer se dio cuenta que Kaede estaba inusualmente intranquilo. Algo oculta y se está acusando él mismo.

Las veces que no llegaba, avisaba y dejaba su móvil disponible. Sabía que debía tener un refugio, una persona solitaria en extremo como él, necesitaba su propio espacio y lo entendía; él siempre había sido alguien muy transparente y confiaba en él.

Pero por primera vez, olía mal todo esto. El era de todo, menos un mentiroso.

¿Qué era lo que ocultaba?

Si llevaba casi diecinueve años casada con él, sabía perfectamente que las cosas con su marido no funcionaban a la fuerza, eso sólo las empeoraría. Dejaría que bajare la guardia, y averiguaría que se trae entre manos o dejaría de llamarse Haruko. Sí, señor.

- ¿Sabes qué? – seguía enojada – ésta no es hora de andar discutiendo, mañana me dirás qué es lo que andabas haciendo, ahora quiero solamente dormir – se fue dejando a Kaede solo.

Tendría que fingir mejor, o todo se iría al caño. La que le espera, y eso que era la primera vez que estaba con Hanamichi. Tendrían que organizarse para hacer 'sus travesuras' si querían estar juntos y sin que quedara la grande en su casa.

Debió haberle dicho "¿Qué te importa? Es mi vida". Eso era lo que él hubiera dicho en otras circunstancias, su mentira no había sonado muy 'Rukawa'.

Fantástico… ahora era sospechoso…

No era el momento, pero le daba risa, parecía y actuaba como un típico marido con amante.

Pero a Haruko, el asunto no le causaba risa. Si fuera solamente la salida, era hasta comprensible, su esposo no estaba dentro de los cánones normales de las personas, pero hace mucho tiempo lo había notado extraño su comportamiento, hasta para él, se veía extraño. Siempre de cuerpo presente, con la mente en cualquier lado; sus despechos enfocados en ella, como si tuviera toda la culpa…

"¿Qué hice mal?"

Con los años, la relación tenía respeto y, algo cercano a la 'amistad'. Han tratado de llevarse lo mejor posible por el par de soles que iluminan esa casa.

Ya estaba más que claro, pensó que nunca se enfrentaría a eso, no era el hombre más expresivo del mundo pero ella misma tenía la culpa de vivir en una burbuja y no querer ver que la realidad estaba en sus narices; porque lo veía, ya lo había pensado más de una vez eso, sin embargo, nunca ha querido enfrentarlo.

Pues bien, ya era el momento de hacerlo. La frágil burbuja se había reventado.

Con mucho dolor, tenía que asumirlo. De espaldas a él, en la cama, derramó una lágrima.

Kaede tenía una amante…

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De un momento, recordó todo lo que había pasado en aquel patio de esa casa, cómo pasa el tiempo, hubiera parecido que no fue hace mucho cuando encontraba que esa loca pelirroja era sólo una chiquilla antojadiza, hijita de papá…

Flashback

- Hanamichi… Hana… ¿qué pasó? – en los ojos de Camilla se podía ver una real preocupación, secretamente desde el primer momento que lo vio, se había enamorado de él, fascinada con ese aire tan exótico del chico - ¿fue esa llamada de Japón lo que te tiene así, verdad?

- Déjame solo¿quieres? – le habló con mucha falta de tacto, pero no estaba en condiciones para darse cuenta – no quiero tu lástima.

- No es lástima, tontito, eso se llama preocupación – cuando lo conoció, se dio cuenta que el pelirrojo necesitaba dos cosas, paciencia y cariño, y estaba dispuesta a dárselos.

- Muy bien, muchas gracias, lo tendré en cuenta, pero ahora necesito es-tar-so-lo – los años le dirían a Sakuragi que en ese instante fue un antipático de lo peor. Su esposa se merecía un altar por haberlo aguantado tanto.

- Hanamichi – el pelirrojo la miró feo¿qué era lo que no entendía? Su inglés no era tan indecente – si quieres lo tomas o lo dejas, pero escúchame una cosa. Has estado un buen tiempo en esta casa y aquí, somos las únicas personas que nos podemos considerar 'tu familia'. No sé si yo sea de tu gracia, aunque no lo crea mucho – eso era lo más terrible para la chica ojiverde – pero me gustaría que me miraras como una amiga y no sólo como la hija de Edwards, tenemos la misma edad y puedo escucharte. Piénsalo, que estés bien… - le dio una palmadita en el hombro y esta presta a irse.

Ella tenía razón.

Ha estado meses con todo atorado y siempre quejándose que no tenía a nadie para hablarlo; no se había dado la oportunidad de conocer a la chica, ella solamente estaba tratando ser amable y él no la ha tratado de la forma más caballerosa.

Tenía que remediar eso. Era un caballero… 'todo' un hombre…

- ¡Ca-Camilla! – la llamó casi tartamudeando, y ella se dio vuelta, sin ver que la chica se estremeció por aquello - ¿pue-puedes quedarte?... por… favor…

- Claro… - se sentó a su lado.

Así se quedaron en silencio, cada uno oyendo sus propios pensamientos. No era tan caprichosa la niña, hasta bonita era, pero no se fijaría en nadie otra vez. Nunca volvería a amar. Pero ella sólo le pidió que fueran amigos ¿No era eso lo que necesitaba? Ni se atrevía decir algo a los chicos ni a Yohei, y eso que era el más maduro del grupo, hasta posiblemente lo comprendería. Pero no podía, era más fuerte que él.

- ¿Sabes? – empezó Hanamichi, después de mucho rato – lo que me pasó es que me llamó el gori… - y fue así como lo que le contó todo, salvo todo lo que involucraba a Rukawa y él en forma comprometedora. Aunque, al final de su relato, lo miró demasiado analíticamente para su gusto - ¿Qué¿Pasa algo malo?

- Creo que no me has querido contar algo – afirmó la pelirroja – hay cosas que en lo que tú me dices que no me cuadran, me hablas de ese Rukawa mucho más que supuestamente la chica de la que estás enamorado – al blanco y sin anestesia, el terror recorría su cuerpo. No porque lo haya hecho una vez con un hombre, significa que vaya a ser gay, bisexual o cualquiera de esas cosas raras. Una vez es ninguna.

No es gay. Y punto.

- Es que ese tipo era un maldito desgraciado, creído hasta reventarte, desesperadamente callado, todas andaban enamoradas de él y no tengo la más puta idea qué le encontraban… perdían su tiempo, él no miraba a nadie… - cada palabra que decía sobre el moreno la escupía con rabia.

- Sí, pero no crees qué es raro que Rukawa se haya metido justo con ella, si ni la miraba – esto estaba más raro que un gato verde.

- Estaba borracho, él supuestamente debía estar aquí en vez que yo y todo el mundo sabía que a mí me gustaba Haruko… Si sumas, es obvio lo que le pasaba a ese estúpido bueno para nada.

- Pero si yo fuera él, no me hubiera vengado de esa forma, no sé… si yo fuera como él, te hubiera golpeado hasta dejarte en silla de ruedas – Hanamichi la miró con los ojos bien abiertos – ¡no me mires así! Estoy tratando de pensar como Rukawa… Mmm… Esto más bien… ¡Y no me mires raro, Hana! Pero esto me parece algo más… sentimental – ahora se quería morir, no pensó que la condenada de Camilla más encima, fuera inteligente - ¿no será que ocultas que ese tipo andaba tras tus huesos? – el pelirrojo se muere casi ahí mismo, la chica quedó muy satisfecha con su deducción, la cara de Sakuragi le decía todo.

- Pero… Ca-Cami… yoooo, ejem… no-no le digas – el muchacho apenas podía balbucear palabras, hace mucho tiempo que no se sentía tan indefenso, además con una chiquilla gringa, cuyas verdaderas intenciones aún no las sabe del todo. Para peor, va a creer que es un homosexual. Ya se imagina la cara que pondría James si se enterara.

- Pobre… debe ser terrible que un chico andaba detrás de ti – se lamentó ella, no captó de que el pelirrojo tenía mucho que ver con el zorro… uffff, el aliento volvió a él – pobre chica, que no tiene idea… pero no debiste haberte avergonzado – le dio una tremenda sonrisa en señal de apoyo – cuando tenía catorce, estaba en un colegio de chicas y una no me dejaba ni a luz ni a sombra. Fue horrible, hasta que mis padres me cambiaron.

- ¿Y te besó? – la curiosidad fue tan fuerte, que no pudo evitar hacer esa pregunta.

- ¡Por supuesto que no! – le chilló como si fuera lo más obvio del mundo. Aunque nadie pregunta esas bobadas, a menos que… – Hanamichi, no me digas que ese tipo y tú… – preguntó con mucho temor, no quería pensar en el evento que el chico que le revolucionara las hormonas no le gustaran las chicas.

- ¡Fue él quién me besó! Me pilló por sorpresa – gritó sumamente alterado, lo único que faltara que le dijera que también le gustaba Rukawa. Que eso que lo haya besado, no era mentira, en todo caso.

Por él, que el zorro se fuera al mismísimo infierno con su hijo.

- Qué tipo… no puedes andar forzando a las personas – le dio rabia que a Hanamichi lo habían besado a la fuerza. Nada en contra de los gays, pero odiaba que las personas creyeran que el amor se consigue de esa manera, se llevó una pésima imagen de el ojiazul, sin conocerlo. Nunca sabría realmente como fueron en realidad las cosas.

- Lo mismo digo – reclamó Hanamichi – pobre Haruko, va a ser madre tan joven… pobrecita…

- Nada de pobrecita – estaba celosa y no le importaba quedar al descubierto – si andaba tan enamorada del chico, no creo que le haya obligado hacer lo que hizo. Hana, sé que se será difícil, pero estás aquí para comenzar una nueva vida. Nada de Haruko, nada de Rukawa, sólo estás tú y eres el único quien va a forjar su destino ¿No que le ibas a mostrar a esos lindos traseritos norteamericanos quien era Hanamichi Sakuragi? – lo miró fijamente, incitándolo al desafío, sabía que reaccionaría.

- No nos queda de otra… si no me quieren, será – dijo el chico aún muy triste.

- Tonto… ¡es que estás tan enfrascado, que no te das cuenta! – le dio coraje saber que el pelirrojo bobo ese, fuera tan ciego, ni con dibujos lo hubiera entendido.

- ¿Qué no me doy cuenta de qué? – Hanamichi la miró como bicho raro… "¿y a ésta que le pasa ahora?"

Y si ambos tenían algo en común, que decían las cosas sin pensar, aunque en ella siempre fue menos común. Si hubo un momento de impulsividad en la vida de Camilla Edwards fue ese.

- Si miraras sólo un poquito a tu alrededor te darías cuenta que hay alguien quien tú eres su mundo…

Eso en Estados Unidos, en Japón y en la China, era una declaración de amor. Una cosa es que fuera torpe y otra, que fuera tonto. Tanto tiempo que esperó que una chica bonita se le declaraba, y ahora que la tenía al frente, no supo qué decir; no sabía si alegrarse o ponerse a llorar.

Así que no le quedó alternativa… salió corriendo…

Fin del flashback

- Pobre, con esa reacción, mamá se debió haber sentido bien mal… así cualquiera – comentó Hitomi – pero todavía no me cabe en la cabeza cómo mi mamá y tú terminaron casados.

- Fue con el tiempo… le comencé a tomar mucho cariño, por más que la quería sacarla de mi cabeza, no pude. Me gustaba, pero eso era todo – respondió Hanamichi – en ésa época, no hablamos más del tema hasta que me di cuenta que era la mejor amiga que haya tenido jamás, y creo que jamás tendré otra… Teníamos muchos planes, inclusive pensábamos tener otro hijo, pero todo eso se desvaneció. Nunca he querido rehacer mi vida en serio… hasta ahora.

- ¿Eso significa que no la amaste…? – se atrevió a cuestionar por la faceta inusitada madura de su padre, que no la podía dejar de sorprender, tan distinto del toro enardecido que vio en la tarde.

- Si uno escogiera enamorarse, definitivamente me hubiera enamorado de ella. Eso no quiere decir que me arrepiento de lo que siento con Kaede, al contrario – corrigió enseguida – pero las cosas hubieran sido más fáciles tanto para él como para mí… No la amé de esa forma, pero sí la quise demasiado. Todavía la quiero, y la extraño muchísimo – sonrió melancólicamente – pero creo que mi corazón ya estaba ocupado desde hacía tiempo. Eso sí, siempre fui el mejor esposo para ella, nunca le fui infiel. Y si ella estuviera con nosotros, no lo hubiera hecho.

- ¿Pero qué hubieras hecho con Kaede? – preguntó Hitomi con ansiedad.

- No hubiera podido… - dijo con resignación – y estoy seguro que él tampoco. Pero siempre tenido una duda… y creo que me quedaré para siempre con ella.

- ¿Qué?

- Creo que ella supo lo de él y lo mío… siempre lo supo… - lo dijo lamentándose, eso haría sufrir a cualquier mujer.

- ¿Por qué dices eso? – Hitomi no pudo dimensionar que su madre se tuvo que conformar con el cariño que Hanamichi le diera, porque amor no era. Sólo esperaba que hubiera sido feliz.

- Fuimos muy felices, sin duda – Sakuragi habló como si le hubiera adivinado el pensamiento – pero sus últimas palabras me desconcertaron… Si supieras tus sueños, te darás cuenta a quien realmente amas…

Hitomi no tuvo nada que decir… Su madre conoció como a nadie a Hanamichi. Ni ella, que ha convivido toda su vida a su lado, lo hubiera sospechado; si no los hubiera visto besándose aquella vez, todavía tendría una nebulosa en su mente.

- ¿Papi? – quiso captar la atención de su padre consiguiéndolo – todavía eres joven, debes rehacer tu vida y con quien quieras. No te fijes en lo que dirán, lo único que ha hecho es postergar las cosas.

- Tienes razón – dijo el pelirrojo con una amplia sonrisa - ¿y bueno? – la miró expectante.

- Ya te dije que sí, idiota… pero te daré una tremenda patada en el trasero si vuelves hacerle algo a Kaede, ahora es mi 'madrastro' - ¡Vaya! Si algo se parecía su hija a él era que le ponía apodos a todo. Pero le gustó el nuevo que le dio a su zorro.

Porque lo incluía en la familia… en su familia…

- Y no me pidas que le diga a Youji 'hermano', que lo quiero para todo, menos para eso – su imaginación iba a echar raíces. Oh, yeah.

- ¡Hitomi! - ¿cómo su hija piensa esas cosas? Todavía es una niña. Maldito zorro junior, qué cosas le andaría haciendo.

- Yo también te quiero – se lanzó a sus brazos. Hace mucho que los dos no estaban bien.

Una razón más para estar bien.

Un buen principio para Hanamichi y Kaede. Pero todavía faltaba mucho por luchar.

Quedaba aún lo más difícil…

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Había pasado una semana de todo esto y aún no se recuperaba del todo. Pensó que nunca más pisaría ese lugar y ahora caminaba por pasillos de aquel hospital, que era una de las cosas que le tomó fobia en la preparatoria, cuando se lesionó la rodilla. El sólo olor a medicamento le producía nauseas; imagínense al estar en el nacimiento de sus hijos, casi se murió.

Sin embargo, estaba ahí… caminando como idiota. Faltaban cinco minutos para su cita, cómo odiaba ir al médico. No digamos que el siquiatra es el mejor amigo del hombre, aunque el suyo tenía toda su confianza.

Señor Mitsui Hisashi, pase a la sala 404… Señor Mitsui Hisashi, pase a la sala 404…

Eso señalaba que ya era hora de pasar. Esperaba que lo regañara o que, en su defecto, lo pillara infartado.

Más que su siquiatra, era su amigo. Por eso confiaba en él.

- Puedo pasar – preguntó el peliazul al abrir la puerta.

- ¿Por qué no avisaste que vendrías, estúpido? - ¿les había comentado que el muy pelmazo de Ryota Miyagi es un amigo muy tierno? Ciertamente, no.

- Qué humor – le siguió el juego – uno que se molesta en visitarte al trabajo.

- ¿Y me crees imbécil? – lo miró exhaustivamente – interrumpiste el tratamiento hace cuatro años, y justamente te estás enfrentando a tu trauma ¿Qué quieres que piense de todo esto?

- Pero me sentía bien – reconozcámoslo, Hisashi Mitsui nunca ha sido conocido porque sigue al doctor al pie de la letra.

- Eres igual que la gran mayoría de mis pacientes – agachó la cabeza con derrota – cambiemos mejor de tema¿cómo se encuentra la señora Izawa?

- Todavía Mako no despierta – dijo el peliazul borrándose inmediatamente la sonrisa de los labios.

Cuando toda esta situación se empezó a dar, Mitsui le contó a Miyagi, como siquiatra, asegurándose el secreto profesional. Le aconsejó que le contara todo a Rika, pero este testarudo no quiso. Pero hacía tiempo había comenzado a tratarse con él por sus traumas infantiles, pero apenas se sintió mejor, abandonó todo tratamiento. Ryota prefirió no insistir, siempre sus pacientes hacen lo mismo; y casi siempre, vuelven como conejitos asustados. Tal como en el fondo, debe estar este hombre.

- Pobre chica… sigo diciendo que debes contarle a Rika, tu quiebre matrimonial, entre otras cosas, se debe a eso – el castaño lo veía de una forma más fría el asunto – yo que sepa, nunca le has levantado la mano a tu ex mujer… entonces¿cuál es el temor?

- Ya no vale la pena, sabes que me dejo por 'otro' – el orgullo de macho le costó decir lo último – no me quiere y no hay más vuelta que darle al asunto. Debo seguir con mi vida. Eso sí. El día que sepa quien es el desgraciado que me quitó a mi mujer lo asesino.

- Oye, tranquilízate – pensándolo bien, si alguien le quitara Ayako, lo cortaría en pedazos, pero que su amigo ni se entere – deja que ella haga su vida, y tú comienza la tuya. No deja de ser que ella es la madre de tus hijos pero eso no significa que no puedan tomar caminos separados, y no arruines ni tu vida ni tu brillante carrera por un pobre diablo que no vale la pena.

- Pero…

- Ya no te hablo como médico, si no, como amigo – le fijo su mirada en los azules oscuros del otro – aprende los errores, porque en tu matrimonio, hubieron muchos. Le ocultaste muchas cosas a ella, haciéndose que se perdiera la confianza – Mitsui miró taimado hacia cualquier otro sitio. Para él, siempre hizo bien, no reconocería jamás sus equivocaciones, y nadie lo sabría mejor en el mundo que Miyagi, por experiencia propia – no digo que está bien que Rika te haya sido infiel pero… y yo sé que te va doler, amigo… tú la lanzaste a los brazos del otro.

Las pupilas de Mitsui se achicaron a más no poder. No sabía si darle la razón o sentir indignación.

Dolía. Y lo peor de todo, todo era verdad. Pero su mente bloqueada le costaría mucho antes de exteriorizarlo.

Se había preocupado tanto de Mako, los niños y de su trabajo… que simplemente se olvidó de Rika. Lo que siempre creyó que era lo más seguro. Quizás su visión un poco machista de la vida le dijo que siempre ella estaría con él.

- ¿Te sientes bien, Michi? – preguntó Ryota al ver a su amigo muy callado.

- Que va. Debo seguir adelante… Pero…

- ¿Pero?

- Quiero… retomar el… tratamiento – no sabía la razón, pero tenía incontenibles ganas de romper el llanto.

- Me alegra oír eso, Hisashi. Tú sabes que siempre contarás conmigo – sonrío levemente y puso una mano en su hombro, para que el otro sintiera un apoyo reconfortante, ya que el pobre lo necesitaba, aunque quisiera disimularlo.

- Ya… no… aguanto más – esa fue la frase que colmó todo.

Estaba desesperado. Y Miyagi sabía que para que estuviera así, era mucho…

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Hoy era uno de esos días para que Kaede y Hanamichi se vieran en lo que se dice "visitas legales". No es que los otros días no se hayan visto antes, unas cuantas de veces en que conversaban sus vidas, besos por aquí, caricias por allá. Tampoco no era que el deseo no fuera como antaño, pero ninguno de los dos estaba preparado para el 'gran paso', si la cosa se daba, se daba, no querían forzar nada.

Ahí estaba Hanamichi, parado en la puerta, preguntándose por enésima vez con qué cara miraría a Haruko. No era que la quisiera o algo por el estilo, pero había que ser muy caradura para saludarla como que nada, si es el amante de su marido; y por lo que cree, debe ser el último de sus candidatos de posibles amantes de Rukawa, puesto que ya le habían ido con el cuento de que la castaña sospecha que hay algo raro.

- Papá, llevas cinco minutos mirando la puerta – lo retó Hitomi - ¿podrías ser tan amable de tocar?

- Lo siento…

Tocó el timbre, y casualmente, salió el dueño de casa. La risita maliciosa de la chica los hizo sonrojarse a ambos, Sakuragi la miró feo, lo único que querían los mayores era que se los tragara la tierra.

- Ya está bien, está bien – habló la pelirroja antes que su padre dijera algo – ya sé cuando molesto. Si me lo permiten, yo también tengo un novio que atender, adiós – se fue casi canturreando de lo feliz que andaba.

- Chiquillos – suspiró Hanamichi, que no se dio cuenta que el moreno lo tomó de la mano y se lo llevó a alguna parte.

El moreno cerró la puerta del cuarto más cercano con petillo y comenzó a besar a su pareja con cierta avidez, el pelirrojo solamente se dejaba llevar. Si alguien tocaba la puerta, que se espere. Se estaban besando con un fuego que les quemaba los labios, quemándose los sentidos.

Cabellos rojo pasión revueltos entre las manos de Rukawa…

Brazos fuertes y bronceados, enredados a su cintura, queriéndose instalar por siempre…

Un coro de jadeos por parte de ambos y un vaivén de quien tomaba el control en esta especial lucha de poder.

Sensualidad. Amor. Respiraciones cortadas. Emoción.

Peligro…

Eso de que los pudieran descubrir y el toque de lo prohibido les daba placer a estos dos aventureros innatos. Hanamichi comenzó a reclamar el control, paseando su traviesa lengua por la boca de Rukawa. No porque tuvieran treinta y tantos significaba que no tuvieran hormonas.

Pero la diferencia, que en sus diecisietes podían dejarse a llevar por el llamado de la naturaleza. Ahora se suponía que tenían mayor madurez y gusto para saber que cualquier lugar no es el más indicado. Y ese no era uno de ello. Aunque era casi irresistible caer en la tentación, tenían que admitirlo.

Que por lo menos esa primera vez fuera especial…

- Para que aprendas a saludar como corresponde, torpe – la seriedad de Kaede contrastaba con aquella mirada golosa que le dedicaba.

Hanamichi solamente sonreía y se miraba a través del reflejo del vidrio para saber si había quedado alguna 'evidencia' de aquella locura.

Mientras tanto, el pelinegro, al dirigirse al living, se sentía observado por una niña que la miraba pícaramente. No había que ser muy inteligente para darse cuenta que ella estaba al tanto en las que andaba con es loco pelirrojo. Por un lado, mejor que supiera, algún día tenía que hacer lo mismo con Youji. Pero tenía tanto miedo… El seguro Rukawa tenía pánico a ese momento, nunca le ha importado dar cuenta de sus actos a nadie, ni siquiera a sus padres. Ese muchacho se había transformado en todo para él.

¿Qué haría si lo rechazara por ese sentimiento que, por más ha querido, no ha podido reprimir? Youji sabía lo que era estar enamorado, debería comprenderlo.

No quería ni pensarlo. No ahora.

- Oye¿qué piensas, mami? – preguntó Hitomi al verlo tan pensativo. Kaede despertó inmediatamente de su meditación, quería matar a la chiquilla ¿Qué sigue? Con los Sakuragi, uno nunca sabe.

- No digas eso – no le gustó nada que se refiriera así, para Hitomi, Rukawa no dejaría de ser ese estoico personaje sin una pizca de humor ¿Sería igual con su papá?... Lo duda - ¿no ves que cualquiera podría escucharte?

- No… You y Dai se fueron a comprar y mi suegra anda en la cocina – habló muy inocentemente – así que podemos hablar tranquilamente… ¿y qué tal todo con papá? – preguntó curiosa.

- Bien – fue escueto, una cosa es que supiera que ambos tenían una relación y otra es que le contara los pormenores de aquélla. Qué vergüenza.

- Vamos, si no le voy a decir a nadie que no viva en Kanagawa – bromeó. Descubrió que gozaba hacer enojar a la pareja de su padre.

- Que no…

- Vamos, no seas malito.

- ¡Qué no, te dicen! – cocinar a la chica no se le estaba haciendo mala idea.

- Ya, es broma – sonrió la pelirroja – pero en realidad… sí tengo una curiosidad…

- "…" – el moreno sólo frunció el ceño, observándola fijamente.

- Es que mi padre no me lo contestaría ni en mil años – Hitomi se rió con un leve sonrojo

- ¿Y?

- ¿Cómo ustedes… mmm… bueno… eso?

- ¿Eso qué? – Rukawa presentía que no era nada bueno. Eran de esas preguntas que quieren contestar cuando sus hijos tuvieran unos… cincuenta años.

- 'Eso'… - pelirroja se exasperó porque no la entendían – Kaede… ¿acaso nunca te contaron el cuento de qué pasa cuando 'papi y mami se quieren mucho y…'?

El rostro del ojiazul primero palideció más de lo que ya lo tenía al natural, para luego enrojecer más que un tomate. Esta niña tenía el don para hacerlo pasar los bochornos más insólitos, si uno no la conociera, creería que la niña es todo un ángel. Al menos, el padre a su edad, era inocente.

- ¿Cómo quieres te cuente eso? – le susurra furiosamente, para que nadie los escuche.

- Ay, Kae… pues yo no me imagino dos hombres en… tú ya sabes… - quería sólo picarlo, total, para eso existía internet.

- ¡No pienso contestar eso! – dijo totalmente avergonzado – y fin de la conversación – y menos mal, porque justo en ese momento llegó Youji y su hermano.

- ¿Pasó algo? – preguntó el primogénito de Rukawa al ver a su padre que sacaba chispas y su novia con tremenda sonrisa ¿Qué había hecho la pícara de su chica otra vez? No le quedaba otra que suspirar y saludarla con un beso.

Hitomi al verlo… recordó otra vez…

You. Su Youji. Su zorro.

¿Qué haría con él? Si supiera.

Que debía disfrazar todo con una sonrisa, que nada iba a ser totalmente feliz sino hasta que se destaparan todas las mentiras. Pero se pregunta por otro lado, si es más fácil vivir con ella que decir la verdad y afrontar todo lo que ello implica.

Aunque…

Eso es cierto…

Nada dura para siempre… y las mentiras tampoco…

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Había llorado como niño pequeño.

Pero no le había hecho mal. Al contrario, se sentía mucho mejor consigo mismo y para realizar todo lo que le quedaba en el día. Después de todo, Ryota tenía razón, su vida debía continuar, no sería ni el primer ni el último hombre cornudo del planeta.

Eran las siete de la tarde y tenía una cita. Bastante extraña, por cierto. Conocía muy bien de quien se trataba pero aparte de ser el amigo del ex cuñado y haberlo ayudado en más de una ocasión en la juventud, no era nada más. Esa misma mañana, antes de irse a la consulta de Miyagi, lo había llamado para algo que el propio Yohei Mito dijo que era un tema 'delicado' y que no podía tratarse por teléfono.

Quizás debe tratarse de algo sobre un asunto legal con su ex mujer, si no se equivoca, de una tal Minako. Piensa aliviado que al menos Rika y él, en esto del divorcio se han comportado civilizadamente. Como dicen algunos de sus amigos divorciados, a pesar de todo, ha sido un afortunado; no se han hecho problemas ni con los bienes ni con los niños.

Siete y diez. Sakuragi y compañía nunca se han caracterizado por su puntualidad, sin embargo, siempre ha visto a Mito con algo más de seriedad que los demás. Entonces… ¿qué será lo que le aqueja?

Mujeres… ya está empezando a cambiar su visión de que todas son unas brujas.

Pero tiene que ser objetivo también. Makoto ha sido víctima de un mal hombre… como dice el dicho "de todo hay en la viña del Señor". Y por muy bonita que sea, no la puede ver más allá que una amiga. Y siguiendo al honor a la objetividad, tiene que decir que es más bonita que la susodicha, pero su corazón ni su vida están reparados todavía.

Pero eso es otro tema.

Tan ahogado en sus pensamientos que ni se dio cuenta que el peliverde estaba frente suyo y ni se dio cuenta.

- Mitsui.

- Ah… - se asustó un poco – lo siento, estaba pensando, toma asiento. Yo invito – los años de experiencia en el rubro le han dado la alarma que Yohei está demasiado angustiado, todo en él lo delata: cansancio, ojos fijos aunque suplicantes, una mueca de amargura, ojeras que demuestran falta de sueño y muchas consultas con la almohada. Este tipo se ha metido en un buen lío, el hombre que está frente a él no es de los que pierde la calma tan fácilmente.

Tiene el mal augurio de que se va a enterar de algo terrible.

- No gracias – sonríe levemente – no te llamé para que me invitaras.

- ¿Te han dicho que luces horrible? – ahora es Hisashi quien sonríe con amabilidad – vamos, un capuchino relaja a cualquiera – el peliverde finalmente asiente y es Mitsui quien pide la orden.

- Yo… bueno Mitsui, me gustaría pedirte un favor – se notaba que a Yohei le costaba mucho hablar – es algo… muy personal.

- Ya me habías dicho eso por teléfono – reafirmó – me imagino que nadie sabe de esto.

- Absolutamente nadie… salvo… cuando te lo cuente me entenderás – la voz del peliverde era muy misteriosa – hasta ahora han sido sospechas.

- No te entiendo nada –Mitsui lo miro con algo de disgusto – tú no eres de los que andas con rodeos ¿Puedes decirme qué demonios para aquí?

Es verdad. El no anda con rodeos.

Pero ha estado más de ocho años con la incertidumbre. Todo esto es demasiado complicado.

- Necesito demandar a alguien – lo miró con seguridad – ya estoy harto de no tener respuesta.

- ¿Por qué? – su lado abogadil le decía que esto era más interesante que a simple vista; mas no su lado personal, que lo veía preocupante.

Pero nada lo preparó para esto.

Quiero pedir una orden judicial para hacerme un examen de ADN para ver si soy o no el verdadero padre de Daisuke Rukawa…

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Silbo… no sé si por hacerme la tonta por el final del capítulo o por mi tardanza. Mi vida está patas arriba, una tras de otra, he pasado uno de los momentos más difíciles en mi vida, debo pedir disculpas a todos los que tengo contacto por msn por haber desaparecido sin dejar rastro pero necesitaba un tiempo para pensar muchas cosas, por eso mis fics se han quedado en stand by. Eso sí, lo que me tiene contenta es que el tiempo ha hecho mejorar bastante mis escritos, me siento muy satisfecha con ellos, agregando que SE CUMPLIO UN AÑO DE 'COINCIDENCIAS'… qué felicidad, no puedo creer que haya pasado tanto tiempo. En cuanto a lo prometido… ya sé lo que haré. En mi próximo capi va a ir un one-shot paralelo a esta historia, una especie de bonus chapter, con algo de humor y una que otra sorpresa, que se llamará "A escondidas", prometo que no me demoraré, lo prometo, lo prometo, lo prometo. Así que espérenlo. Los reviews, a más tardar el lunes en la noche tendrán respuesta, porque ahora estoy demasiado apurada, pero tendrán respuesta.

En cuanto al fic, si han sobrevivido al final, que creo que más de alguien se lo imaginaba, en el próximo capítulo se verá que es lo ha hecho para que Yohei tomara esta medida tan drástica. A pesar de la felicidad por Hana y Ru, Hitomi ya está empezando a preocupar por el tema 'Youji', quien aparecerá en el próximo capítulo dando mucho de que hablar. Y hablando de los tortolitos, de a poco se van acercando a lo inevitable, y aunque Hanamichi ya resolvió sus problemas, los de Kaede recién comienzan. Haruko al fin quiso ver más allá pero no sabe la que le espera ni mucho menos donde apuntarán sus dardos de sospechas. Y sabrán finalmente que ha pasado con Rika, que hace tiempo anda desaparecida.

Cuídense mucho y muchos besitos… Hasta el próximo capítulo…

Paulyta.