LAS GUERRERAS MAGICAS

CAPITULO 1 – CUANDO UN VIAJE COMIENZA

En una bella tarde, la lluvia mojaba las calles y edificios de Tokio. Algunas personas se refugiaban bajo las cortinas de las tiendas o usaban periódicos para cubrirse. El sonido del agua cayendo era una melodía que solo aquellos con buen corazón podían escuchar, y precisamente en un colegio cerca de la Torre de Tokio, una chica de catorce años miraba el caer de las gotas de agua desde la ventana de su salón de clases.

-¡Señorita Shidow! Sería tan amable de poner atención a la clase.- reprendió el profesor a la chica.

-Lo siento profesor Kurosawa.

Pero en cuanto el profesor volteó para escribir en el pizarrón, la chica continuó mirando la lluvia. Su largo y hermoso cabello rojizo se extendía hasta su cintura y estaba sujeto en una trenza. El uniforme, al igual que el de sus compañeras, consistía en una falda negra con una franja roja en la parte baja, un par de calcetas rojas largas hasta la rodilla con zapatos negros, una blusa blanca, un suéter rojo y un moño blanco. Lucy acostumbraba ser una chica soñadora, de grandes ilusiones y con una imaginación increíble, además de su buen corazón y deseo de ayudar a otros desinteresadamente.

Cuando las campanas de la escuela sonaron para anunciar el término de las clases, todos los alumnos de la escuela tomaron sus mochilas y sombrillas para salir. Como no todos llevaban con que cubrirse, solían irse en parejas o pequeños grupos. La escuela se había vaciado minutos después del toque, pero aún quedaba alguien. En la entrada de la escuela, Lucy aguardaba a que la lluvia cesara. Hacía un mes que Lucy había sido transferida desde su hogar en Osaka debido a una oferta de trabajo que le había ofrecido una empresa a su padre, y por eso Lucy aún no entablaba amistad con nadie, y como no llevaba sombrilla, lo único que podía hacer era esperar.

-Ya pasó un año…- susurró al viento.

Un año antes, Lucy tuvo que despedirse de su mejor amiga, y aunque aún no comprendía por que se había ido, tenía la fuerte esperanza de volverla a ver.


(Flashback)

-¿Acaso intentas pescar un resfriado mientras esperas a que termine de llover?- le preguntó una chica al acercarse, su cabello era lacio y rosado y se mecía suavemente con el viento.

-Luz…- respondió Lucy al reconocerla.

Desde pequeña, Lucy tuvo como mejor amiga a Luz, una niña alegre e intrépida. Las dos eran muy unidas, siempre hacían todo juntas y no se guardaban secretos, su amistad era única. Luz siempre cuidaba de Lucy, además de consolarla cuando estaba triste o asustada.

Aquel día estaba lloviendo con mucha fuerza, y Lucy esperaba debajo de una cortina para no mojarse. No pasó mucho tiempo cuando el clima se calmó, y en ese momento apareció Luz con una gran sombrilla.

-No deberías exponerte así a la lluvia, podrías enfermarte.

-Tienes razón.- sonrió Lucy- ¿Pero que haces aquí? Tu casa queda en otra dirección.

-Solo vine a despedirme. Tengo que emprender un largo viaje.

-¡Pero no puedes irte! Eres mi mejor amiga¿qué voy a hacer cuando te vayas?

-No te preocupes, te aseguro que nos volveremos a ver algún día, en algún lugar.

Luz miró al cielo mientras las nubes se apartaban, y Lucy alcanzó a notar que una lágrima brotaba de sus ojos, pero no se atrevió a preguntar.

-Parece que volverá a llover. Será mejor que lleves esto.- dijo Luz al entregarle su sombrilla.

-Pero Luz…

-No te preocupes.- se acercó a Lucy y la abrazó con fuerza- Te voy a extrañar…

Luz dio media vuelta y se alejó corriendo al mismo tiempo que el cielo volvía a oscurecerse.

-¡Adiós Luz!- gritó Lucy agitando su brazo- ¡Recuerda que siempre seremos amigas…!

Fue lo último que Luz escuchó antes de que el sonido de la lluvia interrumpiera las palabras de Lucy.


El aire se estaba enfriando, y no había señal de que la lluvia fuera a parar. La casa de Lucy estaba un poco retirada y no iba a poder llegar caminando, y como el colegio no quedaba lejos de la torre de Tokio, Lucy pensó que podría esperar allí mientras tomaba una taza de chocolate caliente, y usando su mochila como sombrilla, corrió lo más rápido que pudo hasta llegar a la torre.

Su ropa estaba empapada cuando llegó a la torre, por lo que decidió esperar en la entrada mientras se secaba un poco. Después subió al mirador, el cual estaba medio vacío, pues la lluvia había ahuyentado a toda la gente. La cafetería estaba ahí mismo junto a un pequeño puesto de recuerdos. Desde que Lucy llegó a Tokio, no había tenido oportunidad de visitar la torre por atender la mudanza y ponerse al corriente en sus estudios, así que lo primero que hizo fue acercarse al puesto de recuerdos. Había varios objetos, desde postales hasta miniaturas de la torre hechas con diversos materiales.

-¡Que bonitos!- dijo Lucy mientras veía todo lo que estaba a la venta.

-¿Ve algo de su agrado señorita?- preguntó el vendedor.

-Creo que comprare algunos recuerdos para llevárselos a mis hermanos. Pero no se que comprar.

-¿Por qué no compra varios de estos?- le dijo el vendedor mostrándole unos pequeños adornos decorativos.

-Son muy bonitos, pero quisiera llevar algo más especial.

-Creo que tengo exactamente lo que busca.- el vendedor buscó entre unas cajas y bolsas detrás del puesto y sacó una cajita negra que contenía tres pequeños cristales atados a unas finas cadenas de plata.

-¡Son preciosos!- dijo Lucy asombrada- Pero ¿qué son?- preguntó mientras intentaba alcanzarlos.

-Son cristales mágicos.- el vendedor cerró la caja y la apartó para que Lucy no la tocara.

-¿Cristales mágicos?

-Así es. Cada cristal tiene el poder de cumplir un deseo. Si el deseo que pida el portador del cristal es sincero, entonces éste se cumplirá sin duda alguna.

-¿Y en verdad funcionan?- le preguntó Lucy desconfiando.

-Estoy seguro, pero si no me cree entonces puede comprar cualquier otra cosa.

-Está bien, me los llevo. Mis hermanos se pondrán muy felices cuando vean los regalos que les compré.

Lucy buscó entre las cosas de su mochila y sacó un monedero rosa y, después de preguntarle al vendedor el precio, le pagó. Después guardó la caja en su mochila y entró en la cafetería. Le pidió al tendero un chocolate caliente, pero cuando revisó de nuevo su monedero se dio cuenta de que ya no tenía dinero suficiente, únicamente tenía el dinero justo para el transporte de regreso a su casa. Decepcionada, salió de la cafetería y se sentó en una mesa junto al mirador.

Al poco rato el clima se calmó y la lluvia se detuvo. Lucy se acercó al mirador para admirar el paisaje mientras los rayos del sol comenzaban a aparecer entre las nubes. Habían pasado casi dos horas desde que las clases habían terminado, y seguramente la familia de Lucy estaría preocupada. Lucy recogió sus cosas y se dispuso a salir, pero en ese momento escuchó la voz de un hombre en su mente que la llamaba.

-¡Ven a mí, jovencita del Mundo Místico!

-¿Quién eres?- Lucy no sabía quien la llamaba, pero se sentía extrañamente atraída.

-¡Ayúdanos a proteger nuestro mundo… Guerrera Mágica!

Cuando las nubes se apartaron dejando al sol al descubierto, un fuerte destello de luz cubrió la torre de Tokio. Lucy levantó su brazo para cubrirse mientras cerraba sus ojos. El destello se hacía cada vez más intenso, entonces, el suelo debajo de Lucy se desvaneció y ella comenzó a caer. Apenas se había dado cuenta de lo que sucedía cuando se sumergió en un profundo lago. Lucy uso todas sus fuerzas para salir a la superficie y mantenerse a flote. Trató de nadar para alcanzar la orilla, pero ésta quedaba muy lejos. Por suerte, una joven se encontraba navegando en un pequeño bote de madera cerca de ahí, y cuando vio que alguien había caído en el lago, remó lo más rápido que pudo para ir en su ayuda. Lucy estaba completamente agotada, pero antes de ahogarse, la mano de la joven la sujetó del brazo y la subió al bote.

-¿Te encuentras bien?- le preguntó la joven mientras recostaba a Lucy dentro del bote.

Lucy apenas podía respirar pues había tragado mucha agua y estaba muy cansada. Abrió los ojos ligeramente y vio la figura de una persona frente a ella, pero el brillo del sol le impedía verla bien.

-¿Dónde estoy?- preguntó Lucy desconcertada.

-Me alegra ver que ya estás bien.- dijo la joven sonriendo.

-¿Qué pasó?

-Lo mismo iba a preguntarte.

-Bueno, yo estaba en la torre de Tokio cuando…

-¿La torre de… Tokio?- Lucy afirmó con la cabeza confundida por la pregunta- Y… ¿dónde está eso?

-¿Acaso no conoces la torre de Tokio?

-Pues conozco el Bosque del Silencio y la Fuente de la Eternidad, pero nunca he oído hablar de ninguna torre.

Lucy se levantó de golpe y comenzó a mirar a su alrededor. Más allá del lago, crecía un hermoso bosque, y sobre las copas de los árboles se podían ver algunas montañas que se elevaban hasta tocar las nubes.

-Esto… esto no es Tokio.- dijo Lucy asombrada.

-¿Tokio? Desde luego que no.

-Entonces ¿dónde estamos?

-En el Bosque del Silencio desde luego.

-Debo estar soñando.- Lucy no paraba de mirar el lugar tratando de encontrar algo que ella conociera.

-¿Acaso vienes de uno de los planetas vecinos?

-Claro que no, yo vivo aquí, en la Tierra.- afirmó Lucy.

-Creo que te has vuelto a equivocar.

-¿Por qué lo dices?

-Por que este es el planeta Céphiro.

-¿Céphiro?

-Debes estar muy cansada.- dijo la joven al notar la expresión de Lucy- ¿Que te parece si vamos a mi casa para que descanses un poco?

Sin muchas opciones de donde elegir Lucy aceptó la invitación. Mientras navegaban hacia la orilla del lago, Lucy miró detenidamente a su salvadora mientras remaba, una joven de cabello largo y rubio arreglado en una coleta alta, llevaba puesta una ajustada y corta túnica color naranja, una tiara delgada con una pequeña joya roja en el frente, también usaba una armadura sencilla que consistía en un peto blanco unido a un espaldarón en su hombro izquierdo y un par de rodilleras y codales.

-¿Cuál es tu nombre?- preguntó la joven para entablar conversación.

-Lucy…- respondió tímidamente.

-Es un bonito nombre. Yo me llamo Presea y soy una forjadora de armas.

-Suena interesante.

-No me gusta presumir, pero si necesitas de algún arma, yo soy la persona indicada.

-Lo tendré en mente.

Presea le sonrió indicando que ya habían llegado a la orilla del lago. No muy lejos de ahí, Lucy divisó una pequeña casa en medio del bosque, se veía algo rústica y vieja, pero no menos atractiva. Ambas bajaron del bote y caminaron juntas hacia la casa. Antes de entrar, Lucy recordó que había perdido su mochila, así que regresó al lago. Junto al bote, una ligera corriente de agua había arrastrado la mochila a la orilla, por lo que Lucy no tuvo que buscar mucho antes de encontrarla. Después de asegurarse de que no faltara nada, regresó junto a Presea y entró en la casa sin sospechar lo que el destino le tenía preparado.

(Fin del Capítulo)

¡No pude resistirme! Tenía la idea y si no la escribía pronto la iba a olvidar. Generalmente prefiero terminar las cosas antes de empezar a hacer otras, pero esta será una excepción.

Primero que nada quiero aclarar que esta es una historia diferente al anime o al manga (¡Bravo chico listo, no nos habiamos dado cuenta!), pero tampoco es una idea cien por ciento original (Mmm...). Algunas cosas las he basado en un juego de video que salió hace muchos años llamado Valis (Eso se llama plagio ¿Sabias?) Es una historia interesante, así que espero que les agrade esta nueva aventura de las Guerreras Mágicas.

Una cosa más, como la historia la voy a ir escribiendo sobre la marcha, me gustaría que dejaran reviews para saber que quieren leer en el fic.

Sin más por el momento me despido. Nos leemos luego, saludos a todos.