-Generaciones-Perdidas-

Cap15: Gusanos, Condes y Navíos.

Siguieron cabalgando rápido ya que Aragorn había dicho que tenían que llegar antes del amanecer del siguiente día. La media noche ya estaba cerca cuando llegaron a la colina de Erech, era una suerte ya que los caballos comenzaban a trastabillar de cansancio y la compañía gris seguía al mismo paso.

En lo profundo de la noche llegaron a la cima donde se encontraba la extraña piedra de aspecto sobrenatural. Elrohir se acercó a Aragorn para entregarle un cuerno de plata que luego sopló y resonó en las colinas. La compañía pudo oír como si otros cuernos le respondieran y Aragorn habló con voz fuerte:

-Infieles ¿A que habéis venido?- y se escuchó una voz que salió de la noche que le respondió a Aragorn.

-A cumplir el juramento y a encontrar la paz.

-Entonces ha llegado esa hora. Marcharé en seguida a la rivera del Anduin y vosotros vendréis conmigo, y cuando no quede ningún sirviente de Sauron en esta tierra, consideraré por cumplido vuestro trato- hubo un silencio pero nuevamente la voz habló.

-Y ¿Quién eres tú para "dar por cumplido nuestro trato"?

-Yo soy Elassar, el heredero de Isildur y de Gondor- y dicho esto le dijo a Halbarad que desplegara el estandarte que había traído. Este era negro y si contenía alguna insignia no se veía en la oscuridad de la noche. Entonces se hizo el silencio, ni un murmullo, ni un suspiro volvió a oírse en toda esa noche. La compañía gris acampó cerca de la piedra, aunque los hombres atemorizados por los espectros que los rodeaban no pudieron dormir mucho.

En el preciso momento que llegó el alba partieron en un fatigoso viaje, que de no ser por Aragorn que los llevaba firme, habrían parado hace ya mucho rato. Ahora todos se dirigían al Este, hacia la guerra, a enfrentar el ataque de las sombras.

La noche estaba por caer y todos estaban callados, lo único que se escuchaba era la marcha de la compañía, algunos como Merry ya se estaban quedando dormidos con el bamboleo del andar del animal. Pero la paz se vio bruscamente interrumpida. Un grito que asustó hasta los muertos (literalmente, ya que los muertos los seguían) que vino entre la compañía.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!- como el grito sonaba como de mujer todos supusieron que era de Minyamir, pero¿Ahora que le pasaba?- ¡Un gusanooooOOOO¡Tengoo un gusanoooOOO!- dijo, mas bien, gritó casi llorando. Algunos de los que estaban alrededor comenzaron a reír sin poder disimularlo.

-Hahahaha, toma ahí esta tu gusano- le dijo Elladan que le había sacado el gran, jugoso, peludo y monstruoso gusano que Minyamir tenía en el brazo –Es solo una larvita, tal vez te estás pudriendo- le dijo muy serio como si fuera totalmente en serio.

-Tal vez alguien me lo pegó- le respondió Minyamir un poco enojada y todavía afectada por el "terrorífico" gusano.

-Puede ser, tiene que haber sido Legolas, siempre supe que no era tan sano- dijo nuevamente Elladan, su propósito había sido molestar un poco, solo un poco a Minyamir, y lo había logrado. Minyamir lo miraba con cara de asesina y apunto de lanzarse encima de Elladan, cuando llegó Aragorn junto con Legolas para interrumpirlos con una cara que no parecía que se iban a unir a la conversación.

-Lamento mucho el ataque malvado que acabas de sufrir Minyamir pero, debemos continuar, ya que como dije antes, no podemos demorarnos más- dijo Aragorn.

-Uuuuy habló el Rey de la seriedad y lo formal- dijo Minyamir por lo bajo – No os preocupéis alteza, ya no os causaré más molestia, viajaré callada como un muerto, sin ofender a nuestros compañeros claro- le dijo directamente con un leve tono de sarcasmo que jamás podría evitar usar hasta en los momentos menos indicados. Aragorn rodó los ojos y se volvió para ir nuevamente a dirigir la compañía.

-Oye lo que dice Aragorn es verdad, ya no podemos retrasarnos más, debemos acabar con esto lo más rápido posible- le dijo por último Legolas y también muy serio.

-Disculpe usted, Señor Conde de la seriedad- le dijo Minyamir como respuesta. En todo esto Elladan no podía disimular reírse –Ay perdón, me equivoque, no puedo creerlo, se me había olvidado que usted, señor, era el Rey, o príncipe- Legolas solo la miró por un rato y negó con la cabeza, tal como un padre decepcionado lo hace con su hijo.

-Minyamir¿Que no entiendes? Esto es serio y tú siempre lo tomas todo como un juego, haciendo bromas como si fuera una simple tarde en la que tomas un poco de sol- Minyamir, que todo lo había dicho como una broma y que luego había comenzado a reír junto con Elladan, lo miró con una expresión entre confundida, dolida y otras emociones que Legolas no puedo interpretar.

-Déjame decirte que la gravedad del asunto lo comprendo mejor que tu, mejor que cualquiera de los que estén aquí, pero no por eso me voy a poner a llorar y a contagiar a todos con mi pesimismo, y creo que con lo que yo hago soy mucho más útil en este momento que otros ¿Crees que ellos habrían reído si alguien llega y les dice: oye esto es muy serio y tenemos que apurarnos para llegar a la guerra. Crees que habrían reído? Yo lo dudo y pienso que un poco de felicidad no le hace mal a nadie- le dijo muy seria, Elladan también se había quedado serio en el m omento en que Legolas había dicho eso, pero apoyaba a su prima cien por ciento. Minyamir comenzó a cabalgar detrás de la compañía pasando por el lado de Legolas sin dirigirle una sola palabra, pero antes de que se hubiera alejado demasiado se dio vuelta y dijo:

-Llorón- y le sacó la lengua y se fue con el resto. Legolas no podía creerlo, le acababa de dar un sermón, que la verdad era para que no le volviera hablar hasta que el le pidiera disculpas, y luego le salía con esto. Nunca cambiaría.

-Amigo, yo creo que mi prima tiene razón, si tu estas amargado, está bien, pero déjatelo para ti, a estos hombres lo último que les falta es que les echen a perder el animo, y para el único buen ánimo que hay es el de Minyamir- le dijo Elladan pasándole un brazo por los hombros. Legolas no dijo nada pero por su expresión parecía que lo había entendido y que estaba algo arrepentido de lo que había hecho. Luego de un rato de haber pensado un rato, fue a hablar con Minyamir. Se adelantó un poco y se abrió paso entre los jinetes hasta encontrar a Minyamir entre ellos. Cabalgó un rato al lado de ella en silencio, solo mirándola de reojo, y se dio cuenta que ella cabalgaba como si nada, no lo miraba y no se había inmutado en el momento en que el había llegado. Legolas pensó que esto le iba a costar un poco más ya que era como una niña chica y muy orgullosa.

-Oye, solo quería decirte que…- no pudo terminar la frase ya que ella habló.

-Oigo algo, es como si alguien me hablara ¿Escuchas eso?- le preguntó al hombre que tenía al lado, él solo sonrió por la situación y se encogió de hombros.

-¿No me vas a hablar? Bueno entonces tendré que hablar con Aragorn para decirle lo que dijiste de él.

-Hey! Yo me refería a ti cerebro de baba- le dijo mirándolo con el ceño fruncido.

-Ya no importa, conseguí que me hablaras- le dijo burlándose de ella. Minyamir iba a decir algo en el momento pero la verdad no encontró nada que decir y se quedó sin palabras y con la boca abierta. Luego se dio cuenta que él la había vencido en su propio juego y dio un bufido y dijo:

-Te escucho.

-Bueno, es que quería decirte que me di cuenta que tenías razón y que lo siento por ser tan pesimista y todas esas cosas que dijiste y…bueno eso, que me di cuenta que tenías razón- dijo él apartando su orgullo de elfo.

-Bien, solo dos cosas: 1- yo siempre tengo la razón- lo dijo, en broma, pero igual dándose un aire de superioridad y como si lo hubiera dicho enserio- y 2- yo no dije nada de ti, de hecho ni siquiera te nombré, solo puse un ejemplo- dijo para librarse de la culpa. Legolas sonrió de lado.

-Si como no, no lo dijiste pero lo pensaste, y eso también cuenta.

-Está bien- dijo dando un suspiro –Mejor vuelvo con Elladan, porque él no me habla, tal vez le doy miedo- dijo haciéndole señas al hombre que le había preguntado cuando Legolas intentaba hablarle. El por su parte no sabía que había hecho y miraba con cara de no saber que hacer.

-Bueno a quien no le das miedo- le dijo Legolas riéndose de ella –Oye disculpa si te causó problemas- le dijo al hombre, que ahora estaba más confundido. Minyamir lo miró entrecerrando los ojos y levanto un puño en señal que lo iba a golpear, pero respiró profundo y se calmo, luego le sonrió al hombre y se retiró hacia el final de la compañía de los vivos junto con Elladan. Legolas hizo lo mismo volviendo con Aragorn al principio de la compañía.

Ya no quedaba nada más, todos los caminos se dirigían al Este, hacia la Guerra ya inminente.

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El Rey Thédoen había llegado a la gran Cuidad Blanca por las Puertas del Río. Desde ahí pudo ver a los hombres de Elfhelm luchando contra la maquinaria de asedio del enemigo. Casi la mitad del norte de Pelennor la ocupaban lo Rohirrim, y los campamentos ardían y los orcos huían en dirección al Río como una manada de animales atemorizados perseguidos por sus cazadores. Pero aún no habían reconquistados las Puertas del Río.

Los enemigos que la custodiaban eran numerosos y en la otra mitad de la llanura había ejércitos que se mantenían intactos. El capitán de una de las fuerzas enemigas vio en el horizonte la creciente luz de la mañana y muy adelante y en pleno campo el estandarte del rey con unos hombres alrededor. Poseído por una furia, lanzó un grito de guerra y desplegó su estandarte y se precipitó con una gran horda sobre el corcel blanco en campo verde, y las cimitarras de los sureños resplandecieron como estrellas.

Sólo entonces Théoden reparó en el capitán. Sin esperar el atacó azuzó con un grito a Crinblanca y salió al encuentro de su enemigo. Terrible fue aquel encuentro, pero la furia de los hombres del norte era la más ardiente, y sus caballeros más hábiles con las lanzas. Théoden rompió su lanza en mil pedazos cuando abatió al capitán enemigo. Atravesó con la espada el estandarte y al mismo tiempo al jinete.

Entonces todos los sobrevivientes de la caballería enemiga dieron media vuelta y huyeron lejos.

En la plenitud de la gloria del rey las tinieblas cayeron alrededor. Los caballos gritaban encabritados y los jinetes cayeron al suelo arrodillados al ser arrojados de las sillas de sus caballos.

-¡De pie Eorlingas!- gritó Théoden- ¡que no os amedrente la oscuridad! –pero Crinblanca enloqueció de terror, se había levantado sobre sus patas traseras, luchaba con el aire, y de pronto, un dardo negro lo había atravesado. Y el rey cayó debajo de él.

Como una nube de tormenta descendió la sombra de una criatura alada: un ave quizá, pero más grande que cualquiera conocida, y parecía desnuda, pues no tenía plumas. Descendió hasta posarse sobre Crinblanca, una figura envuelto en un manto negro amenazante, venía montado en aquella criatura: el Señor de los Nazgûl.

El rey había quedado casi solo, la mayoría de sus hombres yacían en el suelo o se encontraban muy lejos por la locura de sus caballos. Pero uno permanecía a su lado: el joven Dernhelm, fiel más allá del miedo. El rey lo había conocido en la marcha y sabía que el muchacho era especial. Para él, el rey Théoden había sido como un padre por mucho tiempo.

Durante la batalla y hasta que la Sombra se bajó, Merry se había mantenido a salvo en la grupa de Hoja de Viento, pero de pronto el corcel atemorizado había arrojado a su jinete al suelo y ahora se encontraba corriendo suelto por la llanura. Merry se arrastraba en cuatro patas como un animal, se sentía enfermo y ciego de terror. No quería levantarse ni abrir los ojos. Pero de pronto le pareció oír en la oscuridad la voz de Dernhelm, pero le sonó extraña, comos i le recordase a la de alguien que conocía.

-¡Vete de aquí, señor de las carroñas!¡Deja en paz a los muertos!

Una voz glacial le respondió: -¡No te interpongas entre un Nazgûl y su presa! No es tu vida lo que arriesgas, a ti no te mataré, te llevaré conmigo muy lejos, a la casa de los lamentos donde te devorarán la carne y te desnudarán la mente- se oyó un ruido metálico de una espada que salía de la vaina.

-Haz lo que quieras, yo lo impediré si está en mis manos.

-¡Impedírmelo¿A mí? Estás loco. ¡Ningún hombre viviente puede impedirme nada!

Lo que Merry oyó a continuación no podía ser más insólito para esa hora: le pareció que Dernhelm se reía.

-¡Es que yo no soy ningún hombre viviente! Lo que tus ojos ven es una mujer: Soy Éowyn hija de Éomund. Pretendes impedir que me acerque a mi señor pariente. ¡Vete de aquí si no eres un ser inmortal! Porque vivo o espectro oscuro te traspasaré con mi espada si lo tocas.

La criatura alada respondió con un aullido pero el espectro del Anillo quedó en silencio, como si de pronto dudara.

Merry, sofocado por el miedo se atrevió a abrir los ojos, las tinieblas que le oscurecían la vista y la mente desaparecieron. Y a pocos pasos vio a la gran bestia y al lado el espectro y un poco más allá hacia su izquierda estaba ella, la mujer que hace unos momentos Merry llamaba Dernhelm, pero el yelmo que ocultaba el secreto estaba en el suelo. El rostro que había visto en El Sagrario apareció una vez mas en la mente del hobbit, era alguien que ha perdido toda esperanza y busca la muerte. Sintió piedad. Y de improviso el coraje de los de su raza, lento en encenderse, reapareció en él. Se arrastró con cautela para no ser descubierto por el enemigo. Pero él estaba tan movido por la duda y la malicia que solo miraba a la mujer que tenía enfrente, le prestó tanta atención como aun gusano en el fango.

De improviso la bestia batió sus alas y levantó un viento de olor fétido. Subió en el aire y luego se precipitó sobre Éowyn, atacándola con las garras abiertas. Ella no se inmutó, había recibido bien su herencia de reyes flexibles como juncos pero templados como el acero. Descargó un golpe rápido, hábil y mortal. La espada cortó el cuello extendido de la criatura y su cabeza cayó como piedra y el cuerpo con las alas abiertas. El jinete Negro emergió alto y amenazador, con un grito de odio que traspasaba los tímpanos y descargó la maza en el escudo de Éowyn, este se quebró en mil pedazos y Éowyn vaciló y calló de rodillas. Tenía el brazo roto. El Nazgûl se abalanzó contra ella y con la maza dispuesta a matarla. Pero de pronto el también vaciló y cayó al suelo con alarido: Merry lo había herido por la espalda.

-¡Éowyn!¡Éowyn!- gritó Merry.

Ella, trastabillando, había logrado juntar fuerzas y ponerse de pie para atravesar con la espada entre la corona y el manto. La espada voló por los aires hecha añicos, un grito se elevó por aires que luego se transformó en un lamento áspero.

Merry se arrastró hasta el rey caído y en el momento en que tomaba su mano este abrió los ojos y habló con una voz fatigada pero serena.

-Adiós señor Holbytla, tengo el cuerpo deshecho. Iré a acompañar a mis padres, pero no me sentiré avergonzado-Dijo. Merry no podía decir una sola palabra.

-Perdóneme señor-dijo al fin- por no haber prestado otro servicio que llorar a la hora de la despedida.

-Ya has sido perdonado- dijo con una sonrisa- Cuando te sientes a fumar tu pipa tranquilo, acuérdate de mí- Cerró los ojos, Merry se inclinó de nuevo pero el rey volvió a hablar. ¿Dónde está Éomer? Se me enturbia la vista y me gustaría verlo antes de irme. Él será el próximo rey. También me gustaría darle un mensaje a Éowyn, no quería separarse de mí y ahora no la volveré a ver.

Merry iba a avisarle que Éowyn estaba aquí pero justo en ese momento sonaron unos cuernos. Merry levantó la vista y miró a su alrededor, se había olvidado de la guerra, y parecía como si hace mucho hubiera sido la vez que cabalgó con el rey Théoden.

Nuevas huestes enemigas llegaban desde el Río. Y desde los muros avanzaban los ejércitos de Morgue, y por los campos las huestes de Harad y seguidas de los mûmakil de lomos gigantescos que transportaban torres de guerra. Éomer comenzó a avanzar desde la ciudad con todos los hombres que se habían quedado y sobrevivido a las anteriores batallas.

En ese momento llegó Éomer a acompañado por lo hombres del rey que había logrado controlar a sus caballos, y todos miraron asombrados el cadáver de la bestia en el suelo. Los caballos se negaron a acercarse, pero Éomer se apeó de un salto y el dolor y el desconsuelo cayeron sobre él cuando llegó junto al rey.

El rey Théoden con una seña dio a entender que ahora el rey era Éomer.

-¡Salve el Rey de la Marca!-dijo-¡Marcha ahora a la victoria y llévale mis saludos a Éowyn!- y así murió el Théoden sin saber que Éowyn estaba a su lado.

-Que los caballeros de la escolta monten guardia junto a él. Con honores se retirará su cuerpo y el de los caídos a su alrededor- Éomer miró a los caídos y de pronto vio a su hermana, Éowyn. Y al verla se sintió desfallecer, como si le hubiera llegado una flecha justo en el corazón.- ¡Éowyn¿Cómo llegaste aquí? Que la muerte nos lleve a todos.

Entonces sin consultarlo y sin esperar que llegaran los hombres de la Ciudad, montó y volvió al galope hacia la vanguardia del ejército, hizo sonar un cuerno y con fuertes gritos dio la orden de comenzar el ataque.

Los hombres del rey comenzaron a retirar los cadáveres pero no pudieron llevarlos a todos. Merry caminaba triste y a paso lento junto a los hombres y había perdido todo interés en la batalla. Una fuerte lluvia llegó desde el mar y fue como si todas las cosas lloraran por Théoden y Éowyn. En eso vio llegar a la vanguardia hombres de Gondor. Imrahil, príncipe de Dol Amroth, se adelantó hasta ellos y preguntó:

-¿Qué es esa carga que llevan ahí, hombres de Rohan?- gritó.

-Théoden rey- le respondieron- ha muerto, pero ahora Éomer rey galopa en la batalla.

Entonces el príncipe se bajó de su caballo y rindió homenaje al rey caído. De pronto miró a Éowyn.

-¿Es una mujer?-exclamó sorprendido (que intuitivo ¬¬)- ¿Acaso las mujeres de lo Rohirrim han venido también a la guerra?

-Nada de eso- le respondieron- solo ella ha venido. Es la Dama Éowyn, hermana de Éomer, y hasta ahora ignorábamos que estuviera aquí- Entonces el príncipe se inclinó al verla tan hermosa a pesar del rostro pálido y frío.

-¡Hombres de Rohan!- gritó de repente -¿No hay un médico entre ustede? Está herida, tal vez de muerte, pero creo que todavía vive- ordenó a uno de sus hombres que fuera lo más rápido que pudiera a la Ciudad en busca de socorro. Luego él mismo se despidió con una reverencia a los caídos y partió nuevamente a la batalla.

La furia del combate arreciaba los campos del Pelennor. Y justo ala hora en que la suerte se volvía contra Gondor y las esperanzas flaqueaban, se elevó un grito en la Ciudad. Era media mañana y soplaba un viento fuerte, la lluvia huía hacia el norte y el sol brilló de pronto. En el aire límpido los centinelas atisbaron a lo lejos una nueva visión de terror y perdieron la última esperanza. Desde donde estaban los centinelas alcanzaban a ver una buena parte del recorrido del Anduin, y fue ahí donde ahogaron su esperanza: vieron una flota de galeones y navíos con muchos remos y las velas henchidas por la brisa.

-¡Los corsarios de Umbar!-gritaron- Entonces ha caído Belfalas, Ethir y Lebennin. ¡Es el último golpe del destino!- y algunos sin que se les ordenara comenzaron a tocar las campanas y cuernos de alerta y retirada -¡Retornad a los muros!

Los Rohirrim ya habían visto los velámenes y la esperanza se extinguió y Éomer maldijo el viento que los traía. En cambio las fuerzas de Mordor parecieron cobrar nueva vida y se llenaron de ira y comenzaron unos nuevos ataques. Éomer hizo sonar los cuernos para reunir los estandartes y así crear un escudo y combatir de pie hasta que el último hombre cayera.

Éomer no sabía que hacer, reía de la desesperación, levantó su espada en señal de desafío, para luego quedarse asombrado por lo que veía y tiró la espada al aire para luego volverla a tomar. Entonces los hombres dirigieron las miradas hacia donde miraba Comer y vieron ahí que la primera nave había enarbolado un estandarte que flotó en el viento. Un Árbol Blanco, símbolo de Gondor, floreció en el paño, y siete estrellas lo circundaban y lo nimbaba una corona, el emblema de Elendil.

Así traído por El Sendero de los Muertos llegó Aragorn, hijo de Arathorn, Elessar, heredero de Isildur al Reino de Gondor.

La alegría de lo Rohirrim se hizo presente en un barullo de espadas y gritos de júbilo, y el asombro de la Ciudad se volcaron en fanfarrias y trompetas y campanas de viento. Pero los ejércitos de Mordor estaban estupefactos, pues les parecía cosa de brujería que sus propias naves llegaran cargadas de enemigos.

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Hola! …lo sé ya no me kieren por dejarlo abandonado tanto tiempo, no fue mi intención! Lo juro! Que alguien me defienda!!

No tengo perdón, lo sé, pero ojala sigan leyendo la historia y les guste el capi.

Bueno que más puedo decir (si esperan que les diga algo así como "no me demoraré tanto para el próximo capitulo"? bueno no lo diré, porque ya he dicho eso un millón de veces y han pasado como 3 años y recién voy en el cap. 15 igual así trataré de no demorarme tanto ¬¬) si quieren aportar con ideas soy toda oídos…o tal vez ojos…como sea estoy disponibles para todo (no, para eso no)

Bueno agradezco mucho a los que siguen leyendo y a los que no…tendrán sus razones