Capítulo 1. Esa estúpida camisa amarilla
El sol salió radiante aquella mañana y no había ni una nube en el cielo, después de tantas semanas de frío por fin había llegado la primavera, trayendo como regalo de bienvenida uno de esos días en que ni hace calor ni frío y la gente está alegre y sale a la calle a pasear. Bueno no todo el mundo... Roy Mustang aún seguía durmiendo a pierna suelta sobre la cama, estaba medio destapado porque nunca la hacía y las sábanas se enroscaban de tal manera que era imposible taparse bien. La persiana estaba a medio subir y llenaba la habitación de luz, pero los ronquidos de Roy indicaban que eso no le molestaba. Era un cuarto pequeño y sucio lleno de trastos, ropa sucia, envoltorios de comida, papeles, polvo, etc... En definitiva como la casa de la mayoría de los solteros que viven solos.
De repente el teléfono comenzó a sonar. Roy abrió los ojos y se incorporó, miró alrededor pero no vio el teléfono. Se levantó, dio unos pasos buscando en todas direcciones, tropezó con algo y se cayó. Maldiciendo se volvió a levantar, ya nervioso por el insistente sonar del aparato. Dio otros dos pasos y metió el pie en una caja de cereales.
-"¡Maldita caja! ¡Te voy a chamuscar!"
El ruido continuaba pero el teléfono no aparecía. Sobre una mesa había un montón de ropa sucia, Roy se puso a revolverla y a tirarla por el suelo. Debajo de todo el montón apareció el teléfono.
Más vale que sea importante- pensó.
Roy descolgó el teléfono.
-"¿Dígame?"
-"¡Hola tito Roy!" -Dijo una voz infantil.
¿Tito Roy? ¿Quien osaba llamar así al gran coronel Mustang? Él que supiera no tenía sobrinos.
-"Identifíquese" -Dijo muy serio.
Otra voz se escuchó al teléfono, y esta vez sí que la reconoció... ¿Cómo iba a olvidarla si la escuchaba casi a diario?
-"¿No es encantadora mi pequeña, ya sabe usar el teléfono ella solita, ha marcado ella " -Dijo la voz.
Roy puso cara de estar tremendamente aburrido.
-"Por favor Hughes, no me digas que me llamas OTRA VEZ sólo para esto".
-"Entre otras cosas, ¿Has visto qué día tan bonito? Voy a salir a dar un paseo con Elysa-chan, y había pensado en que tú estarías en tu apartamento sucio y maloliente aún durmiendo y perdiéndotelo. Pensé que sería bueno y saludable para ti que te vinieses con nosotros".
"Estaba trabajando y me has molestado. Yo no soy tú Hughes yo tengo más responsabilidades, no puedo perder el tiempo dando paseítos."
-"Vaya, veo que tienes mal despertar".
Roy no dijo nada.
"En veinte minutos estamos allí, procura estar preparado. ¡Hasta luego! Vamos Elysa, dile adiós al tito Roy."
-"¡Adiós tito Roy!"
-"¡Hey! Un momento yo no dije nada de..."
Pero no siguió hablando porque escuchó la señal intermitente que indicaba que se había interrumpido la comunicación. Así que refunfuñando colgó el auricular violentamente.
-"Tito Roy... grrrr"
Se sentó sobre la cama y suspiró, este era su segundo día de vacaciones y su segundo que no salía de casa, tenía dos semanas libres para relajarse del estrés del trabajo, y pensaba dormir todas las horas que se había quitado haciendo horas extra, pero parece ser que todo iba en su contra. Era hora de llevar la ropa sucia a la lavandería, se estaba quedando sin ropa limpia y el uniforme aún tenía la mancha de café del último día que trabajó.
Así que cogiéndola toda, depositó el montón sobre la cama. Pero la lavandería quedaba lejos, no le daría tiempo. Fue hacia la cómoda y sacó un pantalón negro (el último que le quedaba) y una camisa amarilla (que también era la última). Siempre había odiado esa camisa y siempre había odiado ese color, prefería evitar tener que ponérselo, pero echó un vistazo a las otras camisas y estaban todas sucias. No le quedaba más remedio que usar ese. Entró al pequeño cuarto de baño y se duchó. Cuando salió estaba ya vestido y preparado, sólo tuvo que peinarse un poco, ponerse los zapatos y como Hughes aún no había llegado abrió la ventana y salió al balcón. De refilón miró la única planta que tenía, una pequeña hortensia sin flores y medio seca. Se había olvidado de regarla pero ahora no tenía ganas. Bostezó y en ese momento vio a Hughes y su hija por la acera.
-"Esperadme, ya bajo yo" -Dijo Roy.
Así que cerró la ventana, abrió la puerta de salida y echó la llave. Hughes le esperaba abajo, cuando lo vio, comenzó a partirse de risa.
-"¿Qué haces con esa horrible camiseta? ¡Pareces un limón! Jajajajajaja" -Dijo Hughes sin poder contenerse.
Roy le miró con cara de pocos amigos.
-"Perdón quería decir... parece usted un limón, mi coronel".
-"No hace falta que uses ese tono, ahora no estamos de servicio" -Dijo Roy aún un poco mosqueado por el comentario, que en el fondo sabía que era verdad.
-"De acuerdo, veo que he hecho bien en traerte conmigo, se te ve decaído".
-"¿Tu crees? Yo me veo como siempre."
-"¡Mírate! Seguro que has cogido eso porque no te quedaba más ropa limpia... y por la cara que pones veo que no voy muy desencaminado."
Ya iba siendo hora de cambiar de tema.
-"¿A dónde vamos a ir?" -Preguntó Roy.
-"He pensado en llevar a Elysa al parque, prometí que le compraría un helado, además tengo una cosa que darte, te vendrá muy bien."
-"¿Una cosa? ¿A mí? ¿Qué cosa?"
-"Ya lo verás" -Dijo Hughes sonriendo.
El parque estaba lleno de gente, parecía que todos habían tenido la misma idea de salir a pasear. A penas quedaban bancos vacíos así que tuvieron que compartir asiento con una ancianita que le daba de comer a las palomas. Elysa-chan se entretenía en perseguirlas mientras su padre le sacaba una foto tras otra.
-"¡Mira, mira a la cámara! Ya verás cuando las vea mamá."
Roy por su parte no parecía estar pasándoselo muy bien a juzgar porque estaba cruzado de brazos y mirando al suelo. La anciana de su lado comenzó a hablarle, era una mujer realmente pesada.
-"Papi "-Dijo Elysa- "Cómprame ya el helado".
-"Es verdad, espéranos ahí Roy, enseguida volvemos."
Fueron cinco minutos eternos para Roy, en un par de ocasiones estuvo a punto de levantarse y cambiarse de banco, pero eso habría sido descortés por su parte, así que tuvo que aguantar una historia sobre nietos que nunca visitan a su abuela e hijos desagradecidos.
Por fin llegó Hughes con los helados, dos de fresa y chocolate y uno de limón.
-"Es por si te manchas" -Explicó Hughes al ver la cara que puso Roy cuando le entregó el helado tan amarillo como su camisa –"Así no se notará ¿A que pienso en todo?"
-"¿Te estas burlando de mi?"
-"En absoluto, encima que me preocupo porque conserves tu única camisa limpia..."
-"Me siento ridículo."
-"Pues la próxima vez no lo dejes para tan tarde lo de llevar la ropa a lavar."
Dos chicas pasaron al lado de ellos.
-"¿Has visto que camisa? Es horrible." -Dijo una a la otra y ambas rieron.
-"Bueno... ¿Ves? Por lo menos se fijan en ti."
-"Ya solo faltaba que me viese alguien conocido."
-"Tú te lo has buscado, si no fueses tan vago..."
-"Claro, tu tienes a tu mujer que te lava la ropa, te plancha y te hace la comida, pero yo tengo que hacerlo todo solo ¿Entiendes? Doy preferencia a mi trabajo, no tengo tiempo para todo."
-"Pues ya sabes, busca tu también una buena chica, a este paso te quedarás soltero de por vida".
-"Cállate." –Ordenó Roy.
-"A no ser... que la hayas encontrado ya y te de vergüenza declararte."
-"No se lo que pasará ahora por tu cabeza, pero sea lo que sea, por favor, déjalo" -Dijo Roy visiblemente molesto.
-"No hay que ser muy listo para darse cuenta de que..."
-"Por cierto, ¿Qué era eso que me ibas a dar?" -Dijo Roy sin dejarle acabar la frase.
Hughes rebuscó en sus bolsillos y sacó unos cuantos boletos.
-"Pensaba darte uno, así quizá encontrarías a la mujer de tu vida, son invitaciones para un baile que se va a celebrar la semana que viene, como tienes vacaciones no tienes excusa."
Roy se quedó muy sorprendido.
-"Te lo agradezco, en serio... pero no se, no me apetece ir."
-"Yo voy a ir con mi mujer, si no vas ¿Podrías quedarte cuidando a Elysa? Solo será una noche."
Esta vez se lo pensó mejor.
-"Bueno... no pasará nada por ir a echar un vistazo rápido. Dame uno."
-"Mejor te doy dos, reserva el otro para esa chica que tanto te gusta."
-"¡Ya te he dicho que yo no...!"
-"Ahora soy yo el que te corte la frase antes de que digas una mentira. Roy nos conocemos desde hace años ya conozco tus gestos de sobra."
-"No te negaré que siempre has sido muy observador."
-"¿Quieres venir hoy a comer a mi casa?"
Después de estar durante dos días comiendo lo que encontraba, una oferta así resultaba demasiado tentadora. Aunque por otro lado, no quería presentarse en casa de Hughes con esas pintas, después de todo era su superior ¿Qué pensaría su mujer de él? Pero de repente se acordó, tenía un suéter azul marino en la cómoda de su despacho, se lo llevó allí por si algún día lo necesitaba.
-"Escucha" -Dijo Roy- "Me encantaría ir a comer a tu casa, espérame aquí, en el cuartel dejé un suéter limpio, no tardaré mucho."
-"De acuerdo, ya sabes que estaré por aquí, mejor te espero junto a la cabina. Tengo que hacer unas cuantas llamadas."
Roy hizo un gesto de aprobación y echó a correr hacia el cuartel. Esa idea le había salvado definitivamente el día. Cuando llegó decidió ser discreto y no entrar por la puerta principal. Así que dando un rodeo, entró por un lateral. En el pasillo no se veía a nadie, pero en cuando hubo dado dos pasos... se encontró cara a cara con Riza Hawkeye que doblaba la esquina. No parecía estar muy sorprendida de verle.
-"¿Tan adicto al trabajo que no puedes ni dejar de pasarte aún en tus vacaciones?" -Dijo Riza perspicazmente.
Roy se sentía contrariado, parecía que estaba allí esperándole, ¿No habrá sido capaz Hughes de llamarla para avisarle de su llegada? Desde luego se iba a enterar.
-"He olvidado algo" -Se limitó a contestar pasando de largo.
-"Por cierto, el amarillo te sienta muy bien."
Roy paró en seco y la miró.
-"Guárdese los comentarios para otra ocasión."
-"Tal y como pensaba, no has salido de casa en todo este tiempo, ni siquiera para llevar la ropa a lavar, debería darte vergüenza."
-"Ha sido Hughes quien la ha llamado ¿Verdad?"
-"Intuición femenina."
-"Si, ya veo, bueno tengo prisa, he quedado para ir a comer a casa de don "intuición femenina". Cogeré lo que he venido a buscar y me largaré."
Definitivamente aquel no era un buen día para Roy. Subió las escaleras de muy mala gana y entró en su despacho. Todo estaba tal y como lo había dejado a su marcha y Riza se había encargado de limpiar a conciencia las manchas del café que derramó el último día. Había encargados de la limpieza en aquel lugar, pero Riza siempre se ocupaba de mantener su despacho en condiciones. Sin ella probablemente, aquello estaría como su casa.
Rápidamente sacó el llavero para abrir el cajón, se quitó la camisa y la tiró al suelo como si quemara y se puso el suéter. Ahora estaba mucho más presentable. Quizá debería afeitarse para acabar de pulir su imagen pero allí no tenía la maquinilla. Aunque puede que... en el baño del piso de abajo hubiese alguna. No pisaba aquel baño desde que lo ascendieron a coronel y no sabía si habría cambiado, pero nada perdía intentándolo. Feliz ante esa idea Roy se dirigió hacia aquel baño, donde efectivamente había maquinillas que debían pertenecer a algún soldado, pero no le importó. Después de todo... él era su jefe.
Diez minutos después salió por la puerta un poco de mejor humor y se dispuso a salir, esta vez por la puerta principal, donde los vigilantes lo saludaron. Justo atravesó el umbral vino de nuevo Riza, esta vez con la camisa amarilla en las manos.
-"¡Coronel! Si me permite, yo misma me encargaré de lavar esta camisa, aunque no se note demasiado tiene manchas de helado."
-"Quémela si quiere nunca más me la volveré a poner."
-"Como usted diga..." -dijo.
Se saludaron con la mano y Roy se fue.
-"Eres muy despistado Roy" -Susurró Riza sonriendo y sosteniendo unas llaves enganchadas a un reluciente reloj de alquimista nacional.
¡Hola! Soy la autora, gracias por leer mi fanfic. He escrito ya varios pero este es mi primer intento de hacer uno romántico sobre mi pareja favorita. Roy x Riza. Aunque veo que este primer capítulo me ha quedado bastante flojito, tengo que mejorar UU. Estoy preparando también el segundo. Espero que os guste