Algunos ya saben lo que ha pasado en mi vida, ahora estoy de vacaciones pero con algún trabajo personal pues tengo muchas responsabilidades, quise seguir este fanfic, deben tener paciencia, no quiero cancelar mis fanfics, seguire más lento, pero si seguiré, eso se los puedo asegurar.


Maldita Timidez

XXIX capitulo

Recolección de melocotones



Miraba maravillada los jardines de la mansión de los Tao, habían tantas flores que parecía que le faltaban ojos para poder abarcar todo.

– Veo que no habías estado antes en las montañas de China – expreso la mujer de cabellos violáceos al observar el entusiasmo de la jovencita al mirar.

– No, nunca había estado. Pero si había escuchado comentarios

– De seguro de mi hermano... - menciono Jun con una sonrisa, dando una mirada de soslayo a su madre

La pelirosada asintió levemente, hace unas horas que la madre de Ren la había invitado a pasear por los jardines, ella acepto respetuosamente. Mientras tanto, el ojos dorados había desaparecido para entrenar.

Lo que no le extraño en lo absoluto la actitud del joven, de alguna manera se sentía bien en este lugar, aunque se preguntaba como estarían los demás en la ciudad, también se preguntaba el motivo de que Jun la hubiera traído a ella solamente, era extraño.

– Este lugar me recuerda a Izumo, aunque el ambiente es más cálido. - dijo Tamao observando entre los arboles y a la lejanía las altas montañas.

– Te acostumbraras rápido – dio Ran Tao mientras se abanicaba lentamente, observando de reojo a la pelirosada.

– Por cierto Tamao, los demás ya saben que te traje hasta aquí lo más probable es que lleguen mañana o pasado.

– Está bien, muchas gracias señorita Jun - sonrió

La tranquilidad del ambiente le llenaba cada uno de sus pulmones, desvió la mirada a las fuentes de agua, se dio cuenta que tenían un cierto grado de poder espiritual, podía ver los espíritus revoloteando alrededor. También sintió la presencia de otros espíritus sombríos y llenos de odio a la lejanía. Se preguntaba que sería aquello, aquella oscuridad perceptible en el ambiente, como si ya hubieran pasado unos años desde su desaparición, pero igualmente estaba ahí...latiendo.

– ¿Qué tipo de shaman eres?

Ran Tao estaba intrigada por la jovencita que su hija hubiera traído, si bien estaba bien informada acerca de la procedencia de ella, que estaba al cuidado de la familia Asakura, su real procedencia era un total misterio, incluso para ella misma. Estaba segura que era una ascética, pues había visto al casi adulto kitsune y tanuki.

Pero, también estaba el hecho de que su hijo la hubiera visto y después desviado la mirada al sentirse descubierto. Estaba seguro que su pequeño estaba interesado en ella, pero aquello podía acarrear varios problemas. Suspiró. Bueno, no seria la primera vez. Sonrió.

– Soy una Onmyouji, acabo de adquirir ese título, porque pase la ultima prueba.

– ¿no lo vez emocionante madre? - dijo Jun abrazando a Tamao y frotando suavemente su rostro con el rostro de ella – me dijeron que la pelea estuvo difícil, ¿a que no es linda?

– Jun no la abraces tanto que después no podrá respirar. - le advirtió a su hija sin éxito.

– Pero es que Tamao es tan kawaii

Ese arranque por parte de la peliverde solo hizo que su madre suspirara resignada. A veces no entendía a su hija mayor, parecía tan sería a veces. Pero otras, era una niña, como cuando jugaba con Ren cuando eran pequeños.

A pesar de todo sus hijos se tenían un cariño especial, aunque a Ren le costara demostrarlo.

– ¿Tamao harías algo por mi? - pregunto Jun con ojos suplicantes y grandes.

La joven sintió un escalofrió por que a pesar de lo adorable de la imagen sentía, que tendría mucha vergüenza después, pero definitivamente no podía negarse, después de todo. Jun Tao tenía un gran poder de convencimiento.


Fue por un frasco de leche cuando escucho la risa de su madre y los gritos de Jun, decidió ir a dar una mirada solo por curiosidad, pronto seguiría con su entrenamiento.

Al asomarse vio a unas cuantas sirvientas que terminaban y daban paso a una silueta, no sabia quien era hasta que vio la cabellera fresa. Tamao vestia un corto kimono veraniego con un peine que tomaba parte de sus cabellos.

– kawaii, si pareces una muñeca

– eto... - trato de murmurar Tamao muerta de la vergüenza y sonrojada.

Por los grandes espíritus pensó Ren, si que se veía hermosa...aquel kimono dejaba al descubiertos sus hombros suaves, y mostraba coquetamente parte un escote. Las cintas se apegaban a su cintura. Parecía toda una dama, destellaba inocencia y elegancia.

¿desde cuando Tamao se había convertido en tan atractiva mujer a sus ojos?, sabia que hace casi dos años cuando se separaron era una jovencita, pero ahora. Sintió un extraño calor, sacudió la cabeza una, dos y tres veces.

– madre, podríamos probar con otras cosas – dijo Jun con malicia, sabiendo que su hermano estaba cerca

– ¿Como que? - preguntó, sabiendo la estrategia de su hija, pues ya había detectado a su hijo cerca de la puerta.

– Tengo unos conjuntos de lencería que traje de la ciudad que...

sólo pudo escuchar hasta ahí porque sintió la cara ardiendo mientras iba rápidamente a las habitaciones donde entrenaba, no deseaba imaginar nada. Aunque empezó a pensar en los colores de seguro el blanco o el negro por el contraste con su pálida piel...por todos los demonios, ¡debía dejar de pensar!

Aunque podía ser que debajo de aquellos ropajes la piel fuera mucho mas suaves y su aroma se esparciera con delicadeza, deslizar una mano por la curva de su cadera, que años atrás hubiera tocado con inocencia y que ahora deseaba hacerlo porque ese era su deseo.

Fue por otro frasco de leche, buscando el más frío que pudiera encontrar en la nevera


Cuando hubieron terminado de probarle otros cuantos atuendos. La dejaron con un traje de dos piezas una falda y una camisa de corte chino, Jun insistió tanto para que se quedara con el, que no pudo negarse.

Había salido de la habitación un momento pidiendo permiso, solo quería estar en el pasillo. Mientras caminaba sonreía por la actitud de las dos mujeres, que habían bromeado con lo de la ropa interior, aunque no sabía el porque.

Seguía caminando, pero de pronto sintió una presencia, quizás estuviera disminuida pero una imagen cruzo en su mente, un gran dragón, era una fugaz visión.

Se detuvo a tiempo, frente a ella apareció por el pasillo una alta figura, muy alta, llevo a su mano sin querer.

Cuando la silueta salio a la claridad del pasillo volteo a mirarla, Tamao solo pudo pensar en Ren al ver aquellos ojos, eran los mismo ojos del joven, solo que su color era más blanco, no eran color oro, sino más bien, eran muy cercano al blanco. Aquella presencia era imponente, y su poder espiritual rodeaba el lugar.

– ¿Quien eres, jovencita? - preguntó En Tao

– Tamao Tamamura, señor – respondió Tamao con nerviosismo, sin olvidarse de hacer una reverencia

– mmmm – la miro con detenimiento. Luego miró el jardín, ya había sentido su presencia desde hace unas horas, no parecía ser una shaman desagradable, al contrario se notaba su timidez. - Ya están maduros los melocotones... - comentó

Tamao miró hacia la dirección y vio un enorme árbol que sobresalía entre los más pequeños. Se preguntó si alguien los recogería, aunque ella deseaba hacerlo. Miro al elegante hombre a su lado y tomando una gran cantidad de valor le pregunto.

– Señor, ¿puedo recogerlos?

– Si eso deseas, pero ten cuidado si te subes en las ramas.

– Esta bien...muchas gracias. Con permiso

Camino hacia los arboles divisando un canasto donde podría reunirlos.

– por cierto jovencita, mi nombre es En Tao

Tamao volteo sorprendida, aquel imponente hombre era el padre de Jun y Ren, no tenía tan mala memoria cuando escucho a Yoh hablar sobre él. Con una sonrisa le hizo una reverencia

– es un placer señor Tao. - le respondió alejándose hasta los arboles.

El jefe de la familia Tao esbozo una leve sonrisa, curiosa era la chiquilla.

Ren se apresuro rápidamente al ver a su padre al lado de Tamao, esperaba que le hubiera gritado o cualquier cosa, pero al parecer se había comportado, demasiado amable para su gusto. Ahora el chiste era que cada vez que salia por un descanso de su entrenamiento algo pasaba con la pelirosada, camino hasta llegar junto a su padre, que cruzado de brazos miraba hacia los arboles.

– Cuando me enamore de tu madre no dude mucho en pedir su mano en matrimonio, aunque el abuelo se negó profundamente – emitió un carraspeo, recordando aquel escándalo que se escucho hasta en la punta de las montañas – parecía que estaba con indigestión

Escucho con atención el relato de su padre, mientras veía a Tamao sacar de los arboles los melocotones, se veía pendiente en su tarea, a la distancia que estaba no debía escucharlos. Pero no entendía porque su padre hacia ese tipo de comentario en todos estos años jamás le escucho algo semejante.

– Pero supongo que mi orgullo no desistió en tomarla por esposa, siempre los Tao hemos tenido que luchar por lo que queremos. Ahora me pregunto...-dijo pensativamente mientras le daba una mirada de reojo - tu Ren...

– Yo...yo escogeré a la que sea mi mujer – respondió apretando sus puños – no aceptare que me impongan una prometida, ni siquiera el consejo de ancianos, padre, que eso quede muy claro.

– y supongo que mi nuera es quien recoge esos deliciosos melocotones.

Tiro al blanco parecía que su hijo le hubieran quitado la respiración.

Ren miro a su padre que lo observo con detenimiento y esbozando una burlona sonrisa, el joven se sonrojo...esbozando una mueca y tratando de no mostrarse nervioso.

Me parece hijo que te gustan las cosas dulces...- colocó una mano en su hombro – si vas a tomar una decisión sellaras tu destino con ella, eres un Tao – dijo seriamente, mientras caminaba por el pasillo alejándose de su hijo.

– Lo sé padre, lo sé... - murmuro viendo alejarse a su padre.


– ¿No crees que nuestro pequeño ha crecido bastante rápido? - pregunto la mujer.

– si...ya es todo un hombre. Ha aceptado sus emociones, aunque le cuesta un poco.

La mujer esbozo una gran sonrisa, observando a la lejanía como el joven ayudaba a sacar un melocotón que estaba a cierta altura y se lo pasaba a la pelirosada

– ¿Que te sucede Ran?- pregunto a su esposa, por su semblante serio pero con ternura.

– Es que lo más probable, es que tengamos en nuestra familia a una vidente, hace muchas generaciones que una mujer Tao no tenía esos poderes. - le respondió dirigiéndose a la joven, con una corazonada de que ella llegaría a ser parte de la familia.

– Ella tiene algo especial, tu intuición nunca falla

Corrió sus largas mangas mientras se acercaba a la espalda de su esposa

– Si... puedo sentirlo, quizás por eso Ren la quiere...aunque le cuesto tanto demostrarlo

– me recuerda cuando eramos jovenes...

– si querido, también lo recuerdo... costo mucho para que aceptaran nuestro matrimonio. ¿recuerdas? - preguntó mirándolo sobre su hombro

– Creo que todo valió la pena.

Respondió abrazando a su esposa por la espalda y reposando su barbilla en el hombro la mujer.


– Ren...

– mmm

– Algo sucedió aquí hace algunos años, algo que hizo brotar oscuridad y odio. Donde las almas se sentían atormentadas... y donde el aire parecía extinguirse y la esperanza era sofocada.

Ren la observo con detenimiento, mientras el viento hacia que los cabellos rosas revolotearan alrededor de la joven, trago saliva y volvió a mirar hacia las montañas. Lo que ella le decía era verdad, el mismo era sumergido una vez y otra en ese mundo de muerte y odio hacia los humanos y en cierta manera hacia si mismo.

Respiro y mantuvo la respiración chequeando que alrededor no hubiera ninguna presencia que los interrumpiera. Sabia que lo que diría le dolería.

– Tamao...no es bueno que estés junto a mi

La joven Tamamura volteó a mirarlo mientras aquellos ojos de oro se oscurecían y miraban al cielo que ya atardecía, con cierto pesar.

– ya te lo dije una vez – respondió tomando la mano del chino y guiándolo hacia donde estaba la fuente de agua y donde había un banco de piedra, donde se sentó esperarando que él la siguiera – acepto tu pasado y deseo permanecer contigo, no me alejes de ti.

– Pero yo...no puedo arrastrarte hacia aquello, el peso de mi dinastía – murmuro mirando la mano de la joven que entrelazaba sus dedos con los de él.

– ¿no crees que las luciérnagas son hermosas? - dijo Tamao apoyando su cabeza en el hombro de Ren – pueden dar luz a la oscuridad, saben esperar y se dan cuenta de que son capaces de dar esperanza a quien las ve.

– Tamao...

Miró el atardecer tras las montañas, y por un momento cerro los ojos.

¿desde cuando se había vuelto tan blando?, ¿porque el estar tan cerca de ella se le hacia tan natural?,¿porque todas estas emociones?.

Tenía un enorme miedo de perderla, era extraño como en estos años había cambiado, parte de su alma ya no era la misma. Quería construir otro futuro lejos del odio.

Su mirada volteo hacia las luciérnagas mirando atentamente como una se posaba en su mano que tomaba la de la joven.


– Muy bien, así que el consejo de ancianos ha decidido por fin el día de la pelea.

– Querido... - dijo preocupada Ran mientras miraba la gran fogata al medio de la habitación

– Es hora, el destino de la dinastía se decidirá.

– En... - menciono el nombre de su esposo con temor

– Así los grandes espíritus lo han decidido

La gran fogata fue cambiando de colores y toda la habitación se lleno de espíritus por alrededor.


La luna se mostró en el alto mientras sus ojos parecían fulgurar, miro la canasta llena de melocotones en el suelo tomo uno depositandolo en su bolsillo y sonriendo ante la insistencia de Tamao por recogerlos.

La observo dormitando en su hombro. Debió cansarse mucho por el viaje.

Un presentimiento se apodero al ver un gran brillo que traspaso el cielo, de seguro los espíritus ya habían decidido el futuro en su propia dinastía, se sentía diferente a las peleas para ser el Shaman King.

Quizás fuera el hecho de que esta responsabilidad era de el, el seria el sucesor de su padre, y debería ganarse el derecho, tendría también que formar una familia...pero.

¿sería capaz de ello?

Hijos...

sacudió la cabeza.

– ¿madre? - pregunto al notar la presencia.

– Tu padre debe informarte sobre la decisión de los ancianos.

– Esta bien

– Pero hay que llevarla a su habitación, ¿no crees? - le dijo tiernamente.

Ren se empezó a sonrojar, pero la oscuridad le ayudaba. Tomo a Tamao en brazos, y se puso de pie, mirando a su madre a los ojos, viendo detrás de ellos la preocupación latente.

– No te preocupes madre...no perderé.

– Eres tan adorable – le dijo dandode un beso en la mejilla.

– Ma-madre... - tartamudeo sonrojándose furiosamente ante tal muestra de cariño y ademas con Tamao en brazos, esto no podia ser peor.

– ya no hables fuerte que si no despertara, ve...ve a dejarla en la habitación de invitados y tapala, que ya esta haciendo frío

Ran vio desaparecer a su hijo con la joven en brazos, luego miro la canasta producto de la recolección de melocotones, casi todos habían sido arrancados.

Aun recordaba cuando estaba embarazada de su hijo menor, cuando le agradaba esta época del año en que su esposo recolectaba aquella deliciosa fruta para ella, pues le gustaba mucho comerlas.

Y su hijo que le gustaba tanto comer aquella fruta.


Agradezco el apoyo de: Todos!

§The Girl Magic and Mystic of the anime§