Capítulo 1: La mujer del Lord

Draco entró en la habitación. Era oscura y lúgubre. Daba miedo. Siempre que llegaba al castillo recordaba su primera vez allí. Era casi un niño. Tenía unos escasos 16 años... ¿Cómo había podido meterse en eso? Y luego la respuesta llegaba. Su padre. Él había sido el que lo había llevado para convertirse en lo que era. Un mortífago.

Todos los presentes estaban festejando. Lord Voldemort estaba triunfando. Los muggles se habían convertido en esclavos, eran una simple diversión para ellos y los magos opositores eran torturados y asesinados para servir de ejemplo. Las mujeres eran apresadas y en su mayoría utilizadas para satisfacer los bajos instintos de sus captores. Solo algunas sobrevivían... pero al poco tiempo, pedían a gritos que las mataran...

El muchacho siguió avanzando. Ya no era un novato. Con el correr de los años se había dado cuenta que el ser un mortífago y ser un preso de Azcaban era lo mismo. Era un esclavo... pero con la libertad de decidir si obedecía... o moría. Y él había decidido vivir. La guerra con los que aún querían luchar para no someterse al Lord, daban pelea. No se rendían fácilmente. Draco ya había perdido la cuenta de cuantos ex compañeros de Hogwarts había asesinado. Su promedio era de cinco asesinatos al día... a veces mas... Voldemort no le perdonaba la vida a nadie. Ni siquiera a los niños. Siempre decía: "Maten a cualquiera que en algún momento pueda levantar una varita contra ti..." y siempre ponía como ejemplo a Harry Potter...

El niño que vivió. Ese era el motivo por el cual todos festejaban. El Lord lo había acabado. Por fin, su mayor temor había caído a sus pies. Harry Potter era historia... como también todos sus amigos. Ya no quedaba mucha resistencia.

La mayoría de los magos y brujas que se encontraban acorralados por mortífagos se lanzaban a sí mismos la maldición Avada Kedavra para tener una muerte rápida... y para que nadie dijera que habían sido derrotados por los seguidores de Voldemort.

El rubio ya contaba con 24 años. Era todo un hombre. Pero no le importaba. Creía que la vida ya no tenía sentido. ¿Para que vivir en un mundo donde la vida esta en peligro de extinción? Se decía a menudo. Su padre había muerto hacía pocos años en batalla, y le había dejado la confianza del Lord Oscuro en sus manos. Draco era uno de los hombres mas allegados a él, y por lo tanto su mano derecha. Había logrado ascender mucho gracias a su inteligencia y astucia. Voldemort lo tenía entre sus favoritos y lo colmaba de favores.

Justamente, estaba dirigiéndose a verlo, cuando observó como varios hombres se encontraban en la puerta de la habitación del Lord. Draco se acercó mas para saber quienes eran y porque gritaban. Seguramente en cualquier momento saldría él y los asesinaría a todos. Pero no fue así.

Al contrario.

El muchacho ya estaba casi junto a ellos cuando notó que los mortífagos sostenían con mucha fuerza a una joven que luchaba con fiereza para librarse de ellos. Otra presa para él... Se dijo Draco, sintiendo pena por la chica. Siempre entraban allí y se quedaban por un tiempo... a veces eran días otras veces eran meses... pero nunca salían vivas. Voldemort las utilizaba unas cuantas veces y cuando se aburría las mataba. Y hacia las dos cosas casi con el mismo placer.

Draco muchas veces escuchaba los gritos de las mujeres por las noches. Los aullidos de dolor... de asco... y en pocas ocasiones de gusto. Pero en un determinado momento, los gritos cesaban. Y ya no volvían a oírse... jamás...

-¡Suéltenme! – Gritaba la chica. En ese momento, Draco la observó nuevamente. Por un momento sus miradas se cruzaron. Ambos intercambiaron miradas de odio. El muchacho se sorprendió. La mujer que tenía ante sus ojos era muy bella... como a él le gustaban. Voldemort tenía muy buen gusto. Siempre las escogía delgadas, con curvas pronunciadas... y pelirrojas... siempre le habían gustado las mujeres con el cabello rojo como el fuego.

-Suéltenla – Ordenó una voz fría como el hielo. El Lord Oscuro se había aparecido de repente, como era su costumbre y los mortífagos se habían quedado estupefactos.

-Pero mi señor... – Se atrevió a decir uno de los hombres.

-¡¿Acaso no escuchas lo que digo?! Tal vez Nagini pueda repetirte mis ordenes... –Y con una mirada siniestra susurró algo en pársel. Al instante una enorme serpiente engullía con avidez al hombre que gritaba y pedía ayuda. Draco no podía sino mirar y sentir pena. Voldemort también miraba. Pero éste, disfrutaba con el dolor y el sufrimiento ajeno.

-Ahora, mi querida, entra en la habitación y quédate allí – La mujer lo miró con desprecio.

-Prefiero que me coma tu asquerosa serpiente – Le dijo altiva. Malfoy se sorprendió de la osadía de la joven, y creyó que Voldemort haría realidad su deseo. Sin embargo, éste sonrió.

-Oh, no mi pequeña Ginny... tengo planes para ti... – Draco reaccionó ante la mención de ese nombre... Ginny... le sonaba familiar... pero no podía recordar de donde. De pronto, la volvió a mirar para saber si la conocía. Y la reconoció. ¡Era una Weasley! ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Ese cabello... esas pecas... hasta la osadía eran propias de ellos. Recordaba perfectamente cuando meses atrás había muerto el último Weasley que quedaba vivo. O por lo menos eso creía. Él mismo había presenciado como se había auto lanzado la maldición. Ese Ronald Weasley, siempre había interferido a sus planes. Y murió salvando a Harry Potter, ya que había sido una simple distracción para que el niño que vivió pudiera llegar a Voldemort. Y ahora estaba muerto. No había podido vengarlo. Draco se sentía mal... sin saber la causa. Había presenciado la muerte de sus enemigos de toda la vida... pero no se sentía bien. Y ahora la tenía a una hermosa mujer frente a sus ojos esperando para que decidieran que hacer con ella. Y esa decisión llegó.

-Malfoy –

-¿Sí, mi Lord? –

-Quiero que acompañes a esta joven a la habitación de la torre y que se quede allí. Acomódala lo mas que se pueda... digamos que es nuestra invitada de honor... – Voldemort se acercó a Ginny y le dio un largo beso en la mejilla que ella intentó esquivar pero la tomó por sorpresa. La muchacha intentó escapar pero Draco la tomó entre sus brazos y la colocó en sus hombros con la cabeza mirando al suelo.

-Compórtate y comienza a resignarte. Jamás saldrás de aquí – Ella no respondió. Se limitó a dejar de patalear.

Cuando hubieron llegado a la torre, Draco dijo unas palabras inentendibles para ella y la puso dentro.

-Ahora, no trates de escapar. Las paredes están hechizadas y si lo intentas te lanzaran Crucio. Y nadie podrá quitártelo... – Ella quiso golpearlo, matarlo ahí mismo. Pero su cuerpo no le respondía. El dolor la tenía paralizada. Todos habían muerto. Nadie salvo ella había sobrevivido, y ahora tenía que ser la esclava del asesino de todos sus seres queridos. No podía soportarlo más. Y lo peor de todo era tener a Draco Malfoy frente a ella. Su carcelero. Una lagrima furtiva se deslizó sobre su rostro. No pudo impedirlo. Y no quiso hacerlo. Necesitaba llorar.

Draco la observó en silencio. Odiaba ver a las mujeres llorar. Pero esto era diferente. Ella lloraba porque era fuerte. A él nunca le habían gustado las mujeres débiles que lloraban por cualquier cosa. Y ella lloraba porque necesitaba descargar toda la furia... la desesperación... el temor... y el odio... Ella estaba aguantando todo eso como una verdadera guerrera.

Sin saber lo que hacia, Draco se le acercó y con su mano, le limpió el rostro. Ella que aún se encontraba aturdida, levantó la mirada. Notó como dos ojos grises profundamente tristes se clavaban en ella. Y por primera vez, descubrió que Malfoy tenía sentimientos. Sorprendida, puso su propia mano sobre la de él sin quitarle la mirada. Ambos se quedaron en esa posición un largo rato. Sin saber que hacer. Sin saber que decir.

Finalmente, Draco se apartó. Estaba terriblemente confundido y parecía que ella también. Sin decir una palabra, salió de la habitación dejando a la muchacha mas aturdida que antes.

El muchacho sonrió al pensar en ella y luego se lo recriminó. Ella era una Weasley.. era su enemiga... era su esclava...

Pero por sobre todas las cosas...

Era la mujer de Lord Voldemort...