Actualización:4 deNoviembre del 2005

Summary: La pesadilla continua aún cuando estás encerrado. ¿Por qué justo le ha ido a tocar a Bellatrix en la celda de al lado?

N/A¡Buenas! Aquí empiezo una historia nueva que tiene por protagonistas a Bellatrix y a Sirius, mis personajes favoritos. No pretendo hacerla muy larga, y los capítulos tampoco lo serán. Busco principalmente algo entretenido y que me resulte fácil y rápido de escribir. ¡Así que aquí os presento esta historia! Espero que todos los amantes de Bellatrix la disfruten, porque hará gala de su ironía y crueldad en cada comentario, y del Sirius serio, fiel y protector que maneja JK... sin olvidar su descontrol en ciertos momentos, claro. Siempre he pensado que Sirius tiene una parte muy oscura.

Pues lo dicho ¡disfrutad con la historia!

Joanne Distte

Disclaimer: Todos los personajes que aparecen en esta historia no me pertenecen, así como situaciones y hechos que reconozcáis. La trama es mía, y todo lo que salga que no os suene de nada. No hago esto con ánimo de lucro, sino sólo por diversión.

Morir, dormir... ¿dormir? Tal vez soñar.

Shakespeare.

CAPÍTULO 1

Prisión de Azkaban

13 de Noviembre de 1981

Sirius, sentado en el suelo con los brazos apoyados en sus rodillas, levantó la cabeza y miró el tétrico y gris pasillo de Azkaban. Vio las figuras de los dementores alzar el rostro oculto bajo las capas, escuchó las succiones que provocaban con su boca... Los contempló irse hacia la derecha y desaparecer. Desde su posición actual no podía ver hacia dónde habían ido.

Se incorporó al escuchar ruidos de pasos que avanzaban por el pasillo. Oyó un grito, una risa histérica y unos gemidos ahogados.

¿Traían a alguien más?

Estaba casi seguro. Después de la caída de Voldemort, después de la muerte de Lily y James... de la traición de Peter... todo se había acelerado. Los partidarios del Señor Tenebroso estaban cayendo como moscas, y los que no morían o se escapaban alegando cualquier excusa inverosímil, eran encerrados en Azkaban.

Sirius llevaba días viendo como llegaban, cómo los encerraban y cómo, a los pocos días, se callaban, excepto en sus pesadillas. Lo único que le satisfacía era observar... observar cómo esos asesinos se pudrían detrás de los barrotes, y cómo se morían de asco, miedo y locura.

Y tenía toda una vida para ver eso.

De nuevo más gritos. Se terminó de poner en pie y escuchó con más atención, sin acercarse a los barrotes. Los pasos se acercaban y cada vez se oían más claros. Escuchó el ruido de unas puerta abrirse y cerrarse, y luego otra más.

Acaban de encerrar a dos, pensó Sirius, avanzando con cautela hacia la puerta de su celda. Miró a través de ellos, hacia el lugar donde había escuchado por última vez los pasos.

Vio un grupo de dementores rodeando a una figura. Escuchó los gritos de una mujer, despotricando contra todo y todos, histérica.

Cerró los ojos con fuerza, incrédulo.

- Por favor, que no sea ella, por favor... –susurró en voz baja, agarrando con fuerza los barrotes, pensando que sino a lo mejor se caería–. Que no sea ella...

Más pasos, cada vez más cerca, pero él no se atrevía a abrir los ojos. Movía los labios sin hacer ruido, rezando, suplicando, porque no fuese ella.

- Hola, Sirius.

¡Mierda!

Levantó la mirada, y se encontró con su, de pronto, calmada prima. Bellatrix Lestrange, antes conocida como Bellatrix Black, le sonreía con sorna desde el pasillo, rodeada por dos dementores. La vio desviar la vista un segundo y luego volver a mirarlo.

- Anda, parece que vamos a ser vecinos –comentó, entrando en su celda después de echar una última mirada furiosa al dementor.

Se escuchó el estrepitoso ruido de la puerta al cerrarse, y luego todo quedó en silencio.

Sirius apoyó la cabeza en los barrotes, pensando que su peor pesadilla se estaba volviendo realidad... ¡ni eso! Ni siquiera había él pensado alguna vez que esa situación podía darse.

Mierda. Mierda. Mierda.

- Como te sigas dando golpes contra los barrotes vas a terminar con el poco cerebro que te queda.

- Cállate –bufó Sirius, furioso.

Contempló a su prima a través de los barrotes. La mujer estaba apoyada con el hombro en la pared, en una postura sensual que adoptaba casi sin darse cuenta.

- No tienes muy buen humor –dijo riéndose, apartándose el pelo de la cara. Luego añadió con cara de circunstancias–. He oído que Azkaban no es muy saludable, pero yo te veo igual que siempre... igual de idiota y arrogante que siempre.

Le dio la espalda, y echó un vistazo a la minúscula celda. Había una pequeña ventana con barrotes en la parte superior, enfrente de Bellatrix, desde la que se veía el acantilado sobre el que estaba construida la prisión.

En una esquina había un camastro repugnante, sobre el que debería dormir, y en la otra esquina un cubículo con un retrete y un lavabo que tenía aspecto de no haber sido limpiado en años, al igual que todo lo demás.

- Asqueroso... –masculló Bellatrix, avanzando hasta el camastro. Cogió entre el índice y el pulgar la manta sucia y llena de agujeros que había y la levantó–. Estoy segura de que aquí me salta una rata.

Soltó una carcajada, como si riera su propia broma, y volvió con rapidez la cabeza clavando sus ojos en Sirius, como una expresión que al hombre no le gustó nada, entre morbosa y ávida.

- Curiosos seres las ratas ¿verdad? Son escurridizos, traicioneros, y hacen lo que sea para sobrevivir... y al final lo consiguen.

Sirius hizo rechinar los dientes, mirando a Bellatrix con ferocidad y odio, sabiendo perfectamente de quién hablaba.

- ¡El traidor nos traicionó! –gritó la mujer en una extraño chillido histérico.

Una risa amarga y triste, cargada de recuerdos y sufrimientos que nadie desearía tener, llenó los oídos de la mujer, que miró reír a su primo como si acabase de volver a la realidad.

- ¿Y tú eres capaz de hablarme de traición? –bramó Sirius, con lágrimas en los ojos por la furia y el dolor–. ¡Por ese cobarde mi mejor amigo está muerto!

- No... por tu estupidez tu mejor amigo está muerto –replicó con crueldad Bellatrix- . Tú fuiste quien confiaste en él; le hiciste guardián secreto y él os traicionó.

- Era mi amigo –masculló Sirius, recriminándose mentalmente que también Remus había sido su amigo y aún así había pensado que era el traidor.

- Supongo que habrás aprendido que no se debe confiar en nadie –dijo la mujer–. Y menos en los cobardes... siempre buscan al más fuerte, al que puede protegerlos. Aunque parece ser que Potter ni siquiera podía protegerse a sí mismo.

- Deja de hablar de James. ¡No vuelvas a decir una palabra más de él! –gritó Sirius, perdiendo por completo el control-. ¡NO QUIERO ESCUCHARTE DECIR SU NOMBRE!

Bellatrix chasqueó la lengua, negando con la cabeza.

- Esa mala leche no te llevará a ninguna parte.

Sirius se quedó callado, respirando agitadamente; su pecho subía y bajaba sin descanso. Sin apartar la vista de Bellatrix, éste añadió con frialdad:

- Pues parece que me ha llevado al mismo sitio que a ti.

La mujer rió, divertida por la situación.

- Puedes admitirlo, primito, te hubiese encantado ser tú... te hubiese encantado capturarme.

- No puedo negarlo. Incluso te hubiese llevado yo mismo a la celda.

- Que cortesía por tu parte –comentó con ironía, aunque Sirius la ignoró.

- Nunca tuve pruebas que te inculpasen... ¡Ni una puta prueba!

- No por nada soy la mano derecha del Señor Tenebroso. Sé hacer las cosas bien.

- Y, sin embargo...

Bellatrix puso los ojos en blanco.

- Sin embargo –masculló entre dientes–, me precipité. Soy demasiado impulsiva... supongo que me viene de familia. A veces no puedo controlarme –dijo, con los ojos brillantes por la locura.

- ¿Te enteraste de que Voldemort desapareció y mataste a medio Londres? –preguntó Sirius hastiado ya de la presencia de su prima.

- Bah... ni siquiera llegué a matarlos –contestó, y luego soltó una carcajada, recordando-. ¡Tenías que haberlo visto! Todo el mundo mágico se echó a la calle a pedir nuestras cabezas después del ataque. Habían estado tan tranquilos todos hasta entonces, en sus casas tomando el té y olvidándose de nuestro Señor... ¡Ingenuos! Y les llegó la noticia a la mañana siguiente, primera plana.

- ¿Pero qué fue lo que...?

Bellatrix se llevó una mano a la cabeza, como si le agotase que Sirius no se enterase de nada de lo que ella estaba diciendo.

- Condenada por la tortura de... –se detuvo, pensativa; luego hizo un gesto con la mano–. No recuerdo sus nombres, pero no importa... los Longbottom hasta causarles una incapacidad permanente. Esas fueron las palabras textuales. ¡Qué complicando lo hacen! Con la sencillo que es decir que los torturé hasta volverlos locos –añadió, con una horrible mueca.

Sirius la miraba como embobado, con la boca medio abierta y sin poder reaccionar. Tragó saliva una vez, mirando a Bellatrix como si estuviese asimilando lo que acababa de decir.

- ¿Q-qué les hi-hiciste qué? –balbuceó, apretando con tanta fuerza los barrotes que los nudillos se le pusieron blancos.

- Los-torturé-hasta-que-se-volvieron-locos –repitió Bellatrix muy despacio, con maldad, saboreando cada una de sus palabras.

Sirius se dio la vuelta bruscamente, y se apoyó en los barrotes, deslizándose hasta el suelo como si se hundiese en la desesperación... sin dejar de repetir una y otra vez el nombre de Alice y Frank.

- Eres una zorra –masculló en voz baja.

- No me vengas a estas alturas con rencores, Sirius. Sólo buscaba información que, por cierto, al final no pudieron darme.

- Asesina... ¿Cómo pudiste? –exclamó Sirius apartándose de un manotazo la primera lágrima que rodó por su mejilla.

- Ya te lo he dicho –dijo Bellatrix, levantando las manos–. Información. Quería saber dónde se escondía mi Señor. Eso no es un crimen ¿no?

Esbozó una leve e irónica sonrisa, que su primo no vio porque seguía dándole la espalda.

- Voldemort ha muerto.

Bella sonrió de medio lado, elevando los ojos.

- Por favor... te tengo por alguien un poco más inteligente. El Señor Tenebroso no puede morir.

- Es inhumano.

La mujer se lamió el labio inferior, esbozando una nueva sonrisa.

- En ambos sentidos de la palabra.

Los dos se quedaron en silencio, y escucharon sorprendidos los gritos de los otros prisioneros. Por esos minutos, prácticamente se habían sentido a solas.

- Vendrá a buscarnos; nos recompensará como a ningún otro mortífago. Somos sus más leales servidores, aquellos que nunca lo han traicionado.

- Deja de soñar, Bellatrix. Él no conseguirá volver y acabarás pudriéndote en esta celda.

- Sí, junto a ti... ¡Je! Nunca hubiese pensado algo así.

- Es como una pesadilla –masculló Sirius, hundiendo su rostro entre sus manos.

- Una pesadilla muy divertida.

N/A: Aquí termina este capitulo... ¿qué os ha parecido el principio del fic? En este quería exponer un poco la situación y tratar el tema de sus condenas. La historia en sí en eso: a Bellatrix y Sirius los han encerrado en celdas vecinas, y se van a tener que ver las caras durante doce años, hasta que Sirius escapa. Durante su estancia en Azkaban, tienen algunas conversaciones digamos que interesantes, y esas son las que voy a contar. Como el número de capítulos no está definido, podéis dar ideas... qué cosas queréis saber de ellos, su infancia, hechos de Hogwarts... lo que se os ocurra. Escribírmela en el review (porque me vais a dejar, verdad? ) o al mail, y yo la valoraré.

Y aquí os dejo, porque se supone que no quería dejar nota de autor al final... ahg, es que no puedo resistirme. En fin¡necesito opiniones, plis!

Joanne Distte

PD: Siento, siento muchísimo haber empezado un nuevo fic T.T Lo tenía pensado desde hacía bastante y no he podido resistirme a escribir algo de Bella de mayor. Subiré el 10 de SDY lo antes posible, pero es que ando algo bloqueada y sin gota de inspiración para escribir a Bellatrix de pequeña. Cuando es mayor me resulta mucho más sencillo y me meto mejor en el personaje.