Capítulo 11

-Filtros amorosos y otros desastres-

Lo más angustioso de todo era que había descartado por completo la posibilidad de que alguien la hubiera envenenado con un filtro amoroso, fuera de la índole que fuera. Ninguno de los síntomas propios de la ingesta de esas pociones se había manifestado en ella y, de haber probado tan sólo una o dos gotas, ahora estaría suspirando por el objeto de su deseo. Y, seamos francos, Hermione no suspiraba por Cho. Más bien sentía una pérdida, una ausencia; se había apoderado de ella esa extraña sensación de los mutilados, cuando sienten, con todas las letras, que todavía tienen una pierna, a pesar de que tiempo atrás se la habían extirpado. Era exactamente así: Cho había pasado a formar parte de su sistema, se había colado en su vida sin pedir permiso y, por más que se lo negara, tenía que reconocer que la echaba de menos.

Durante esas horas muertas que pasaba observando la caída de los copos de nieve, Hermione trataba de encontrar una lógica a sus pensamientos, de ponerlos en orden al igual que hacía después de una clase con los apuntes que había tomado. Pero se encontraba una y otra vez con la misma respuesta, con la incertidumbre de no saber por qué deseaba estar cerca de Cho, a qué se debía el vértigo que había sentido al besarla o por qué estaba empezando a desarrollar cierto resentimiento contra Harry cuando pensaba que él había estado más cerca de la Ravenclaw.

Era absurdo… total y completamente absurdo, dado que ella habría tenido esa oportunidad de no haber salido corriendo tras aquel beso. Pensando todo esto, consumida por una ausencia que ella misma se había impuesto, Hermione aprendió la lección más valiosa de toda su vida: que hay cosas que ni siquiera los libros explican, que hay sentimientos que no se ordenan como los apuntes y que hay lecciones que no se aprenden si no las vives. Y, así, cerró de golpe Filtros amorosos y otros brebajes igual de apasionantes, firmado por la soltera (o eso decía en la cubierta) "Señorita Bárbara Love", y lo dejó sobre una pila de libros pendientes de devolver a la biblioteca.


En Las Tres Escobas, Ginny se devanaba los sesos para preguntarle disimuladamente a Cho por Hermione. Ahora que ella estaba saliendo con Harry, Cho ya no le resultaba una persona non grata y, aunque así hubiera sido, por encima de todo ella tenía una misión. No podía ser tan difícil. Pero lo era… ¡y mucho! Le estaba resultando tremendamente complicado sacar el tema porque, a pesar de estar sentada a su lado, Ron monopolizaba toda su atención, incómodo como estaba por los lapsos de silencio que se interponían entre ellos cinco.

Su hermano era muy dado a hacer eso y no titubeaba para decir cualquier tontería con tal de rellenar un angustioso silencio. Sobre todo ahora que Marietta le estaba dedicando la peor de sus caras perro-sabueso.

Estaba la cara perro-caniche, la cara perro-patada y la cara perro-ladrador. Pero la peor de todas era la de sabueso con ganas de hincarle a las personas que no eran de su agrado. Como Marietta no deseaba la compañía de ninguno de los Gryffindor, hacía todo lo posible por mostrar su desagrado.

-…porque está nevando tanto que es desagradable salir, ¿no creéis? –estaba preguntando Ron, en una apasionante disertación sobre el tiempo que estaba haciendo esos días. Al no obtener respuesta diferente a un asentimiento de cabeza por parte de Marietta y los ojos alucinados de Cho, continuó hablando como si se tratara del hombre del tiempo-. Y lo peor es que tampoco se puede jugar al Quidditch con este viento, porque si por lo menos pudiéramos salir al campo las vacaciones no resultarían tan aburridas. Yo le estaba diciendo a Harry, ¿verdad, Harry? que….

Piensa, Ginny, piensa. Piensa en algo antes de que Ron las mate de aburrimiento y se duerman sobre la cerveza de mantequilla o acaben largándose.

-…tengo la escoba guardada ni se sabe desde hace cuánto. ¡Ah, Cho! El otro día te vi volando, pero estaba lloviendo, ¿cómo se te ocurrió salir ahí fuera? –dijo Ron, dándole un sorbo compulsivo a la cerveza de mantequilla que tenía delante. Era el que más rápido se la estaba bebiendo, a pesar de que no dejaba que los demás metieran baza.

Y entonces tuvo la mejor idea posible. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Rápidamente y con todo el disimulo del mundo, Ginny le dio un codazo a la cerveza de Cho antes de que ella pudiera contestar a las divagaciones de su hermano.

-¡Ay! ¡Cuánto lo siento! –exclamó con voz afectada al ver que había dado en el blanco.

La Ravenclaw estaba empapada. Cho apenas le había pegado un sorbo a su cerveza y la cantidad había sido suficiente para bañar su túnica.

Harry, que conocía muy bien a su novia, posó lentamente su vaso sobre la mesa y arqueó una ceja con desconfianza al escuchar el tono en el que se había disculpado. ¿Acaso lo había hecho adrede?

-No te preocupes –dijo Cho, incorporándose levemente y mirando el estropicio que la pelirroja había causado-. Se limpia fácilmente. –Sacó su varita e hizo una floritura con ella para secar su ropa.

-Perdona, de verdad. Te… te pido otra ahora mismo.

-No, en serio, no te molestes –le pidió Cho, pensando que, de todos modos, era preferible irse pronto, en vista del cariz que estaba tomando la conversación. ¡Por Merlín santo! ¡Ese Weasley era insufrible!-. De todos modos, ya nos íbamos a ir…

Marietta miró a su amiga con complicidad y Ginny se alarmó al advertir en sus ojos el deseo de irse. ¡Tenía que hacer algo!

-¿No me rechazarás una invitación después de lo que he hecho, verdad? –insistió, sin permitir que Cho contestara, pues ya se había puesto en pie para acercarse a la barra.

Marietta le hizo un ademán con la cabeza a su amiga para que se apresurara y remediara el entuerto. Cho rodó los ojos y se levantó también con la intención de convencer a Ginny de que no pidiera nada porque tenían intención de irse cuanto antes. Pero cuando llegó a la barra, la 

pequeña de los Weasley ya le había hecho una seña a Madam Rosmerta, que se estaba acercando.

-¿Otra cerveza con mantequilla? –le preguntó, feliz de que se hubiera acercado. Su plan estaba funcionando a la perfección.

-No, escucha… nosotras…

-Whisky de fuego, entonces. Que sean dos, Madam Rosmerta.

Cho se rindió y asintió con la cabeza. Diablos… aquellos Weasley eran obstinados; uno por no callar y la otra por estar empeñada en que no se marcharan.

-Gracias. Pero no era necesario.

-Claro que sí: las amigas de Hermione son mis amigas –afirmó la pelirroja, pasándole uno de los whiskies que acababa de servirles Madam Rosmerta.

Cho lo agarró e hizo ademán de irse, pero Ginny se acodó en la barra y se quedó quieta. Cuando la Ravenclaw lo advirtió, se detuvo en seco.

-Eres muy amable, Ginny, pero de verdad no hacía falta.

-Y, dime, ¿tendremos sesión del ED pronto?. –Ginny estaba cansada de ser políticamente correcta. Quería ir directamente ir al grano. Si no aprovechaba esta oportunidad, probablemente no se le presentara ninguna otra.

Pero la reacción de Cho a su pregunta fue, a ojos de la pelirroja, sumamente extraña. De repente la cara de la buscadora se ensombreció y se esfumó de sus labios la sonrisa amable que antes los habían curvado.

-Eso dependerá de Hermione –comentó vagamente, sin saber qué decir, pues acababa de recordar lo que había ocurrido entre ellas dos. Tenía la garganta seca y su corazón empezaba a acelerarse. ¿Podría ser que Hermione se lo hubiera contado? ¿No era Ginny su mejor amiga?-. ¿No lo has hablado con ella? –la tanteó Cho, como si estuvieran disputando un partido de ping-pong verbal, devolviéndole la pelota para tratar de averiguar también ella algo.

-La verdad es que no he tenido ocasión. Últimamente está un poco distante y habla poco. Y si tengo que ser sincera, estamos un poco preocupados, porque no sabemos qué le pasa.

Cho asintió con la cabeza y bajó los ojos para clavarlos en el líquido que flotaba en el vaso que estaba sosteniendo. Entonces Ginny supo que era el momento de dar el golpe final. Punto de partido.

-Por casualidad tú no sabrás qué le ocurre, ¿verdad?

La Ravenclaw empezó a palidecer, muerta de miedo como estaba de que fuera una pregunta con trampas. ¿Qué era lo que debía decir? ¿Debía mentirle y afirmar que no lo sabía? ¿Debía aprovechar su oportunidad para sincerarse con alguien a quien apenas conocía? Se encontró 

de pronto en un verdadero atolladero y tenía pocos segundos para salir de él porque la pelirroja disimulaba, pero no fue capaz de ocultar su ansiedad por conocer la respuesta.

Cho dio un profundo suspiro y comenzó a hablar, dejándose guiar por su intuición:

-Escucha, Ginny, yo… se me fue la cabeza. Tendría que haber previsto que ella iba a reaccionar así porque en ese sentido es más racional que yo: le cuesta sopesar ciertos sentimientos. Te juro que si pudiera volver atrás, lo cambiaría todo.

Las pupilas de la pelirroja titilaron y sus cejas se fruncieron levemente, en señal de no comprender. Cho supo entonces que había metido la pata. ¡Ginny no sabía nada!

-Pero… ¿pero qué…?

-¿No te lo ha contado?

-No. ¿Qué debía haberme contado?

¡Mierda!

-¿Pero qué ha pasado?

-Nada, no ha pasado nada.

-¿Le has hecho algo a Hermione?

-No. Bueno… oh, por Merlín. Ahora vas a pensar que estoy loca… en realidad… –titubeó Cho, tratando de remediar lo que había hecho, pero sabiendo perfectamente que no iba a ser capaz de hacerlo-. Es… es una tontería y seguro que he metido la pata al decírtelo. Tú… yo… Ol… olvida lo que te he dicho, ¿vale? Vamos, volvamos con los demás.

Ginny quiso detenerla, pero estaba tan confundida con lo que la buscadora acababa de decir que reaccionó demasiado tarde y, cuando quiso impedir que retornara con los demás, vio que ella ya estaba a punto de ocupar su asiento.


-Al final no ha ido tan mal…

-No, podría haber sido peor…

-Sí, Ron, podrías haberlas matado aburrimiento. Así sólo están en estado comatoso. No hay por qué preocuparse: se despertarán pronto.

Harry contuvo una carcajada mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba de una percha. Ron se quedó mirando a su hermana, apuñalándola con la mirada.

-¡Tampoco es que hayáis sido de mucha ayuda! ¡Era yo el único que hablaba! –protestó-. Si tan pensabais que estaba haciendo el ridículo, podríais habérmelo dicho.

-No pasa nada, Ron, la situación era ya extraña de por sí. Tú has hecho lo que has podido –intervino Harry para que no pelearan entre ellos-. ¿Creéis que Hermione estará por aquí?

Ginny dirigió la mirada al final de las escaleras, a la puerta de los alumnos de sexto año, intuyendo que su amiga ya se habría ido a la cama. Después recorrió de un vistazo la habitación y se fijó en la montaña de libros que Hermione había dejado al lado de uno de los sillones. Mientras se acercaba a él, oyó que Ron decía:

-Estará ya dormida… y creo que yo voy a imitarla. Estoy hecho polvo.

-Ya somos dos. Gin: ¿Vienes?

Tenía entre sus manos el último tomo que había dejado apilado Hermione y entonces leyó el título: Filtros amorosos y otros brebajes igual de apasionantes. Ginny frunció el ceño con sorpresa.

-¿Va todo bien? –preguntó Harry, sacándola de su ensimismamiento.

La pelirroja miró al muchacho con desconcierto y asintió distraídamente con la cabeza. –Sí, ya voy. –Dejó el libro donde lo había encontrado y mientras se dirigía a los dormitorios con los muchachos, no pudo evitar echar una mirada furtiva a la puerta que conducía a la habitación de Hermione.

¿Sería posible? ¿O estaba alucinando?


NdA: otro pasito más, pequeño, pero otro, para llegar al final de este fic. He intentado calcular cuántos capítulos quedan, pero la verdad es que no tengo ni idea… como lo voy escribiendo sobre la marcha, es imposible saberlo. Espero que no muchos, que ya se está haciendo largo. Tengo intención de concluir este fic primero y después el de Platónico, plutónico, plutárquico… pero como soy un poco veleta, a lo mejor acabo antes el otro. ¡A saber! El que más me motive, antes llegará al final. Gracias por haber sido tan comprensivas con el "regreso" del fic. Espero no decepcionaros con lo que queda y, por lo tanto, no decepcionarme a mí misma tampoco. Un besote!

waterflai: ¡yo también pensé que no llegaría a verlo! XDD Pero, ya ves, al final me ha dado por ahí y ¡lo conseguí! Me alegro de que lo hayas recibido así. Es un fic muy viejo, pero merece la oportunidad de tener un final, ja!

LUNATICA MALFOY01: estoy intentando mantener el tono porque, a veces, ahora escribo diferente. Pero, bueno, el caso es hacerlo, ¿no? En ello estoy. Me alegro de que andes por aquí.