Capítulo 1

-A oscuras en la biblioteca-

Como siempre, Hermione Granger se había quedado enfrascada en su lectura. En esta ocasión volvía a ser uno de los tomos más gruesos que había podido encontrar en la biblioteca.

El sol ya había caído sobre el horizonte y en la oscuridad tintineaban las primeras luces que, tímidamente, comenzaban a iluminar el castillo de Hogwarts.

Hermione se incorporó y estiró un brazo hasta alcanzar uno de los candiles que daban luz a los pupitres de la biblioteca. Acto seguido lo atrajo y lo colocó cerca del libro que estaba leyendo.

Llevaba más de tres horas en la misma posición y el movimiento le produjo un ligero cosquilleo en sus músculos, que se habían quedado dormidos. Levantó la mirada y sólo entonces se dio cuenta de que era la única estudiante que quedaba en la biblioteca. Todos los demás habían abandonado sus tareas y regresado a sus salas comunes. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir la soledad y negrura que empezaba a envolver la estancia.

Empezó a pensar que quizá era un buen momento para regresar ella también a la torre de Gryffindor, y estaba tan concentrada en estos pensamientos que se sobresaltó al notar el contacto de una mano sobre su hombro.

-¡¡AH!!.

El gritó retumbó en la vacía biblioteca y Hermione se giró rápidamente para comprobar quién se encontraba allí.

-¡Me has asustado, imbécil!. –protestó, pensando que se trataba de Ron o de Harry.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y pudo ver su cara, inmediatamente enrojeció y lamentó haber sido tan espontánea.

-Perdona, no era mi intención asustarte.

-Cho…-titubeó. -Perdona, pensaba que eras Ron- se excusó, tratando de llenar el incómodo silencio que previsiblemente vendría después de aquel insulto involuntario.

A Cho, en cambio, no pareció importarle demasiado. De hecho, tenía una sonrisa entre divertida y confusa. Para ella Hermione Granger siempre había sido un objeto digno de estudio, un misterio a ser analizado. Nunca había tenido la oportunidad de acercarse a ella lo suficiente para conocerla mejor, pero aún así la amiga de Harry Potter despertaba en Cho un gran interés.

-¿Siempre tratas así a tus amigos? –le preguntó con una sonrisilla, tratando de romper el hielo. –Entonces mejor no quiero saber cómo tratas a tus enemigos.

Durante unos segundos Hermione no supo qué contestar. Mejor no quieras saberlo, pensó en cambio. Luego apartó el libro y la miró con curiosidad.

-Bueno, ¿has venido a decirme algo o piensas seguir ahí de pie, burlándote? –dijo, con enfado.

-Ah, sí, perdona – contestó Cho, sin darle mayor importancia a su comentario avinagrado. Era mejor tratar de apaciguar los ánimos, pues era muy consciente de que, tras lo que había pasado entre Harry y ella el año pasado, Hermione no podía tenerle precisamente afecto. –

Acabo de estar en el despacho de Dumbledore y me ha dicho que eres tú quien se encarga de las clases preparatorias del ED.

-Sí, así es –contestó ella, cortante. -¿Y?.

-Pues que Dumbledore piensa que a lo mejor necesitas un poco de ayuda y…-Cho pasó una mano por su cabello, nerviosa por la situación tan incómoda que se palpaba en el ambiente.

- … no me lo digas: tú vas a ser esa ayuda, ¿verdad?. –atajó la inteligente Gryffindor. -¿Por qué no me lo ha dicho el propio Dumbledore?

-No lo sé –se encogió de hombros-, supongo que porque esperaba que yo te lo dijera. Además, si vamos a trabajar juntas, creo que un poco de comunicación no nos va a venir mal- intentó razonar la Ravenclaw.

- Muy bien. Pues, dime, Cho, ¿qué día te viene bien que nos reunamos?. –zanjó la cuestión Hermione. Estaba deseando cortar rápidamente aquella conversación. Ya iba a ser suficiente con tener que tratar con ella durante las preparaciones de las prácticas del ED.

-Estoy segura de que tienes peor horario que yo, así que tú decides -replicó, sin dejar de ser diplomática.

-Bien. Mañana, a las cinco, aquí mismo.

-Perfecto. Nos vemos mañana, entonces -y sin dejar que pudiera molestarla con más palabras cortantes, Cho giró sobre sus talones, provocando que su larga melena girara con ella, y se fue sin voltearse ni una sola vez.

Hermione observó cómo se marchaba y se quedó embobada unos segundos, mirando el hueco que había dejado Cho en el marco de la puerta.

Presumida, pensó cerrando el libro con un golpe seco que retumbó en toda la habitación.