1: El nuevo estudiante

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Los últimos vestigios del invierno habían desaparecido con la llegada de abril del año 2013. Ya asomaban las flores y los árboles empezaban a cubrirse de verde. El jardín escolar estaba empezando a retomar su aspecto alegre. Los alumnos entrarán en poco tiempo en el Instituto Nacional del Japón, localizado en Tokyo. Era un edificio que ocupaba toda una cuadra; tenía forma de U y sus ventanas eran amplias y luminosas. El techo del patio – en el centro de la U- era de vidrio. La parte libre del edificio era la entrada, hecha de vidrio y metal, como una gran ventana. A la izquierda estaba el campo de atletismo-volei-fútbol en una sola pieza, y los vestuarios masculinos. A la derecha estaba la biblioteca – que era enorme- y una arboleda: atrás de la U estaban los vestuarios femeninos, la cancha de tenis y la pileta de natación.

Los estudiantes llegaban a la escuela a las siete y media. Los uniformes masculinos son azules y el femenino, verde claro. Las medias deben ser blancas y los zapatos negros. Así dictaba el reglamento. Y así debía ser. Excepto en invierno y otoño, donde las chicas usaban calzas abrigadas debajo de la falda, y se permitía traer abrigos.

Akari Kikoku era una estudiante del colegio. Su pelo lacio y sus ojos eran castaños y su cabello le llegaba hasta la mitad de la espalda, recogido en dos trenzas. Su piel morena era suave y sus rasgos eran una mezcla asiática e hindú. Era una de las chicas más lindas y populares del instituto, con sus escasos quince años recién cumplidos el 19. Y conversaba alegremente con Lila, caminando hacia la entrada.

Ésa mañana fue un poco más bulliciosa de lo normal. Iba a llegar un alumno nuevo de Alemania, que había estado anteriormente en América con su tutor. Los varones se lo imaginaban como un nuevo líder, con muchas ideas nuevas para divertirse; las chicas lo imaginaban como un chico lindo, ruso, educado y alegre.

El timbre sonó. Algunos chicos que estaban afuera entraron al aula, serios.

-¿Qué les pasó?- le preguntó Akari, preocupada, a uno de ellos- ¿Te sientes bien?

Demoraron un poco en contestar, viéndose entre ellos con miradas sombrías.

-Es.. Es el nuevo alumno, está en la oficina de la directora- contestó Max.

-¿Qué sucede con él?¿Cómo es?- quisieron saber otras dos chicas que se aproximaban.

-Creo que deberán verlo ustedes mismas- respondió Rei - No lo creerán-

Llegó el profesor y todo debió quedarse allí. Los veinticuatro alumnos de ése año se sentaron y aguardaron en silencio que comenzara la clase.

Akari pudo ver una silueta del otro lado de la puerta, pero no pudo mirar con mucha claridad porque el profesor empezó a hablar.

-Como todos deben saber- comenzó el docente- nuestra escuela es globalmente famosa por tener los alumnos más capacitados de todas partes del mundo- murmullos de aprobación- y nos han enviado un nuevo alumno de origen ruso, nacionalizado japonés dos años atrás. Espero que hagan grata su estadía en ésta institución, ya que es un gran honor tenerlo en nuestra institución. Pasa, por favor- se dirigió hacia la puerta y la abrió.

Todos se levantaron un poco de sus asientos, pero cuando vieron entrar al nuevo integrante más de uno estuvo a punto de caerse de la sorpresa: el pelo del nuevo estudiante era azul, oscuro en la parte de atrás y casi gris en la de adelante. El uniforme le quedaba bien, y no ocultaba su cuerpo. Su fleco desmechado la caía sobre unos ojos escarlata. Su rostro era un poco alargado, pálido e inexpresivo, con cuatro marcas azules de triángulos en el rostro. Nadie sabía qué decir.

-Su nombre es Kai Hiwatari- dijo el maestro, escribiendo su nombre en el pizarrón- y desde hoy nos acompañará. Siéntate, por favor- señaló el único asiento vacío que quedaba, detrás de Akari.

Kai obedeció con el semblante inexpresivo. Todos lo miraban, pero él parecía no darse cuenta. Se sentó y sacó sus útiles del portafolio, atento a la primera lección.

-Pues bien- empezó el maestro- hay hablaremos sobre la tecnología del vacío. ¿Alguien me pude explicar qué es eso?-

Ocho manos se alzaron, incluyendo la de Kai y Akari.

-¿Hiwatari?-

- La tecnología del vacío - empezó, levantándose inexpresivamente- son los procesos y aparatos basados en el principio que, cuando se reduce la cantidad de gas —por ejemplo, aire— en un recipiente cerrado, las moléculas y átomos que quedan, o cualquier partícula eléctricamente cargada derivada de las mismas, como iones o electrones, pueden moverse más libremente. Esta libertad de movimiento es proporcional a la reducción de la presión del gas-

Se hizo un silencio en el aula tal, que se podría haber oído la caída de un alfiler.

-Bueno, creo que el concepto ya lo tienen claro- dijo el profesor luego de un titubeo- ¿Alguien me podría decir para qué es utilizada la tecnología del vacío?-

Siete manos se alzaron. Akari volvió a levantar la mano, y otra vez el nuevo alumno le gana, dejando doblemente perplejos a todos: por saber tanto y por ganarle a Akari. Ella era la genio de la escuela, pero parecía que iba a tener competencia...

Y así siguieron el resto de la hora de Tecnología, Matemáticas e Historia, hasta que sonó el timbre del almuerzo. Kai parecía una supercomputadora de avanzada. Para toda materia tenía respuesta. Akari pocas veces en su vida se había sorprendido tanto.

-Me parece que es un poco fanfarrón- cuchicheaban tres chicos del mismo año que Akari- siempre tan sabihondo...

-Akari es más inteligente, es sólo que él debe haber repasado todo antes de venir aquí y los profesores quieren darle la oportunidad para que se luzca- comentaban dos chicas.

Kai, ajeno a todo esto, almorzaba en un banco del patio. Pese a que la temperatura era elevada y hacía preferir la sombra, él no le daba importancia. No hubiera sido extraño si transpirara, pero estaba seco.

Sonó el timbre a la una y todos volvieron a las aulas. Hasta las tres no salían de la escuela. Akari tenía Biología. Durante toda la clase prestó más atención que la normal, pero fue superada nuevamente al confundir los cloroplastos con los oleoplastos. Kai o era un robot o un extraterrestre, pensó más de uno.

Y luego tuvieron educación física. El uniforme -musculosa blanca y pantalones cortos o shorts azules- le quedaba un poco chico al nuevo estudiante, y las chicas suspiraban al ver su musculatura, y su estrecha cintura. Ése día jugaban volei. Kai fue elegido último, pero su equipo no se arrepintió.

La profesora Xerina le dio el primer saque a Kai. Su equipo ya estaba saboreando la amargura de la derrota cuando un cometa blanco vino por detrás, tan rápido, que no se pudieron dar cuenta que habían marcado un tanto.

Todos se dieron vuelta. No había sido un cometa. Era el saque de Kai.

El juego continuó. Kai jugaba muy bien, pero no mostraba ninguna emoción. El juego continuó hasta que llegaron a los veinte tantos establecidos. Habían noqueado al equipo contrario. Volvieron a jugar, y de nuevo el equipo de Kai gana muy pronto. A Kai no pereció importarle y se cambió cuando se retiraron a los vestuarios. Mientras el resto del equipo se cambiaba, comentaron el partido.

-Esa la primera vez que ganamos tan rápido- comentaba Rei- Ése Kai es bueno en volei-

-¿Bueno?- le preguntó Max, terminando de vestirse- ¿Es la primera vez que derrotamos al trío de Takao, Kyo y Giancarlo, y tú dices que sólo es bueno? ¡El trío de presumidos casi se cae de la vergüenza! ¡Al fin les ganamos! ¡Y en tiempo récord!-

-Hablando del nuevo- dijo Rei- creo que todavía no salió de la ducha-

-Seguro que se durmió- se dirigió hasta la cortina que los separaba de la ducha de Kai y preguntó -¿No te parece que ya estás suficientemente limpio? No te ensuciaste casi nada-

Kai demoró un poco en contestar.

-Siempre estoy sucio, haga lo que haga- respondió monótono.

A la salida, todos eran llamados por sus parientes o choferes que los esperaban en autos o en motos, por lo general de los mismos estudiantes, manejados por empleados. El Instituto era caro, por lo que para llenar el cupo iban estudiantes de todo el mundo. Era la que mejor promedio tenía globalmente, con primaria y secundaria en turnos matinales.

Ferraris, Hondas y Haley Davidsons se mezclaban. Había varias limusinas entre la multitud. La más llamativa era una completamente negra con vidrios polarizados, último modelo, que en vez de ruedas tenía propulsores de aire, por lo que flotaba a veinte centímetros del pavimento. No pertenecía a ningún estudiante del Instituto que se supiera. Era un auto muy caro, y era muy costoso obtener el permiso para colocarle vidrios polarizados.

Kai se dirigió hacia el coche. La puerta trasera del vehículo se abrió y él entró. Nadie puede ver al conductor, pero se veía la silueta de un hombre en el asiento del acompañante. Parecen tener algo de apuro en irse, y a los pocos instantes doblan una esquina y desaparecieron.

Esto se repite todos los días durante dos semanas. Kai parece ser un autómata con el único propósito de explicar. Su fuerza sigue siendo mucha y nunca exteriorizaba sus sentimientos. Akari no puede creer que haya alguien así en su propia escuela.

Ésta rutina parecía haberse instalado. Akari era superada diariamente, y lo más extraño era que no le molestaba; le gustaba saber que había alguien como ella. Un día, durante el recreo, se acercó para hablarle a Kai, quien observaba el patio con mirada ausente.

-Buenos días, Kai- empezó la chica.

-Buenos días- respondió éste, sin mirarla.

-Según me han dicho, eres muy bueno en los deportes- continuó- ¿entrenas mucho en tu casa?-

-No practico deportes, pero sí otras actividades que se parecen- fue la monótona respuesta.

-Ah, bueno- respondió Akari, un poco decepcionada- ¿Puedes mirarme por favor?-

Kai volvió el rostro hacia ella. Durante la conversación la chica estaba a su izquierda. Los ojos rubíes de él eran inexpresivos, pero con un poco de tristeza. A Akari le parecieron dos fuentes de agua que han sido congeladas por el tiempo o el dolor.

-Kai... –

-¿Sí?-

-¿Te sientes triste por alguna razón?-

-La tristeza es algo ajeno a mí. No debo sentirme triste, no es mi deber-

-¿Qué?-

-¿Qué es eso que tienen ustedes? ¿Qué son la alegría, el dolor, la tristeza?- preguntó de pronto.

-Ésos son sentimientos. Todo ser los posee, y tú también- le respondió la chica, con voz dulce.

-¿Por qué existen los sentimientos?-

Akari se quedó perpleja. No sabía la respuesta, por primera vez.

-Ellos sólo traen dificultades-

-Te equivocas- la chica se repuso- los sentimientos pueden ser muy bellos, como el amor o la amistad-

-¿Amistad?- preguntó extrañado, pero su rostro no cambió.

-Amistad como la que teneos Salima y yo. Somos amigas-

-¿Y nosotros dos lo somos?-

-Eh... Sí claro, si tú lo quieres-

-No tengo ningún inconveniente en ser tu amigo-

Durante un rato, ambos se miraron. Ésos ojos eran un poco fríos y oscuros, pese a su color. No lo aparentaba, pero lo sentía.

-Y otro sentimiento lindo es el amor. Como el que sienten... –pero el chico la interrumpió.

-¿Amor?- Akari asintió.

-Como el que siente todo padre por su hijo-

-El amor de mis padres sólo me trajo problemas- contestó luego de unos instantes.

Akari se quedó helada hasta que Salima la tomó del brazo y se la llevó afuera. La profesora Xerina la estaba buscando hace rato.

Cuando las clases terminaron ése día, el vehículo negro esperaba a Kai. Se repite la misma escena del día anterior. Akari intenta ver al conductor o al acompañante, pero no puede, ya que son demasiado negros. Finalmente se retira hacia su auto, mientras Kai la mira a través del vidrio.

Un mes luego que Kai llegara, se realiza la campaña nacional contra la diabetes. Todos y cada uno de las personas debían hacerse el control. En todos los centros de trabajo se declara día feriado, pero deben asistir a la inspección. La campaña dedicada a la sección escolar instaló una sucursal en cada institución, como el Instituto Nacional del Japón.

-Estoy un poco nerviosa- dijo una chica.

-No tienes porqué tener nervios, es sólo un control de diabetes, para saber si puedes seguir engordando con dulces o con otra cosa- le dijo una amiga, riendo.

-Callaos que viene el calor y debemos estar delgadas para atraer a muchos tíos buenos éste verano- dijo otra.

Las conversaciones seguían entre los y las estudiantes. Salían por lista y de a cuatro. Pero cuando le llegó el turno a Kai, el enfermero no lo nombró.

-Hemos recibido la carta de su tutor, la inspección no es necesaria- responde el enfermero.

Muchos alumnos murmuraban entre ellos, pero el profesor los acalla, continuando con la clase. La vida en la Antigua Grecia. El profesor está menos informado que Kai, para variar.

-Dime Hiwatari- pregunta Rei en el recreo- ¿hay algo que tú no sepas? Desde que llegaste pareces ser una computadora viviente- se lo preguntó sin ganas de ofender, ya que realmente empezaba a creerlo.

-No tengo una respuesta satisfactoria para ésa pregunta- respondió Kai con voz inexpresiva- Y no soy una computadora viviente-

-¿Eres un androide, un robot o un extraterrestre?-

-Mis características no concuerdan con ninguno de ésos seres-

Fueron interrumpidos por el timbre de entrada. Era martes. Segunda hora: educación artística. Estaban aprendiendo a copiar cuadros famosos y la historia de sus autores. Estaban con Vincent Van Gogh, y una de sus obras: Campo de trigo y cipreses.

Richard Feelman era el que mejor se manejaba en ésa materia. Era pelirrojo, de cara bastante redonda, alto, bien formado y tenía su propia legión de admiradoras. Los mejores cuadros eran expuestos en las paredes de la dirección y la preceptoría. Richard y Akari eran los mejores artistas.

Kai se ubicó al fondo. "Mala posición para empezar" pensó la profesora, pero no dijo nada. Llevaban dos cuadros por mes, pero ése lo habían empezado dos semanas antes; la hermana de profesora de Arte, había dado a luz con algunas complicaciones y debió faltar dos semanas seguidos. Por suerte, todo había salido bien.

-Y recuerden, el arte no sale con prisa- les recordó a sus alumnos- No importa si no lo completan, pueden llevárselo a casa y terminarlo, pero sería preferible que lo terminaran hoy-

Se pasaba por entre los caballetes, corrigiendo a algunos y felicitando a otros. Cuando llegó al fondo, corregía más, ya que la distancia disminuía el nivel de detalle y algunos objetos eran confundidos.

Al llegar al lugar de Kai, la profesora abrió los ojos. La clase no lo notó, porque había sonado el timbre del recreo. Kai se quedó un poco más con la profesora dentro del aula.

No volvieron a tener clase de Arte hasta el jueves, así que no lo notaron sino dos días después: en el lugar de "La casa amarilla" de Richard, estaba "Campo de trigo y cipreses" por Kai.

-¿Cómo lo hizo?-

-Es idéntico-

-Debe haberlo calcado-

-¡Pero si lo hizo en clase!-

-Entonces estamos frente al futuro genio de la pintura. No se me ocurre otra explicación-

-Hiwatari, ¿has pensado en ser artista?- le preguntó la profesora en el recreo- tienes talento-

-No señora -

-Pues deberías. Hablaré con tu tutor ésta tarde-

-Mi tutor está ocupado durante la tarde. Sólo puede atenderla de noche-

-Pues entonces dile que quiero hablarle-

-Se lo diré- contestó Kai inexpresivamente- pero no le gusta recibir visitas-

-¿Y qué será de sus padres?-le preguntó Salima a Akari- Vive con su tutor, pero nunca nos habla de él-

-Tal vez es adoptado o sufrió mucho a su lado... – contestó la chica, dándole un bocado al sándwich que tenía enfrente. Era la hora del almuerzo - Por si las dudas no le preguntes. Yo creo que está dolido por algo de su familia-

-Está bien, está, bien, pero busca algo por Internet; tal vez allí encuentres alguna respuesta-

-Buena idea- contestó su amiga- apenas llegue a casa, investigaré-

Bueno, he decidido llevar uno de mis libros (el primero que escribí) al formato Fanfic. ¿Qué por qué lo hago? Simple, tenía una historia armada cuando escribí esto, pero luego se me vino una mejor, más trabajada y que me gustaba más, así que aproveché y publico éste Fic para su disfrute.

El título original de éste libro era Proyecyo Web, pero decidí cambiarle el final y el título a Dragones de Madera. Ahora, el único Dragón que me falta es el de Agua, y tendré a los cinco dragones chinos. Espero que éste Fic os guste. Este ya está terminado y tiene segunda parte así que no os preocupéis.

Nos leemos

Nakokun