Disclaimer: Yo no poseo Rurouni Kenshin ni a ninguno de sus personajes. Pertenecen única y exclusivamente a Nobuhiro Watsuki-sensei.


Ruta Musical

Por Kary

Prologo

De talentos y utopías

Desert Rose
Why do you live alone
If you are sad
I'll make you leave this life
Are you white, blue or bloody red
All I can see is drowning in cold grey sand

The winds of time
You knock me to the ground
I'm dying of thirst
I wanna run away
I don't know how to set me free to live
My mind cries out feeling pain

I've been roaming to find myself
How long have I been feeling endless hurt
Falling down, rain flows into my heart
In the pain I'm waiting for you
Can't go back
No place to go back to
Life is lost, Flowers fall
If it's all dreams
Now wake me up
If it's all real
Just kill me

I'm making the wall inside my heart
I don't wanna let my emotions get out
It scares me to look at the world
Don't want to find myself lost in your eyes
I tried to drown my past in grey
I never wanna feel more pain
Ran away from you without saying any words
What I don't wanna lose is love

Through my eyes
Time goes by like tears
My emotion's losing the color of life
Kill my heart
Release all my pain
I'm shouting out loud
Insanity takes hold over me

Cuando la femenina, cálida y a la vez ronca voz dejó de cantar y sus manos dejaron de tocar las cuerdas de su instrumento musical, nadie hizo un solo sonido, tal vez muy emocionados ó tal vez demasiado extasiados por la magnifica voz con la que se habían deleitado.

Ella abrió los ojos que había mantenido cerrados mientras estaba en su propio mundo y de pronto los aplausos estallaron.

- ¡¿Nani?!- preguntó a nadie en especial, pero si asustada cuando vio a la audiencia que había dado testimonio de su práctica.

Algunos hombres y mujeres sonrieron mientras aplaudían a la atónita y apenada muchacha, sus mejillas se pusieron tan rojas que parecían como si estuvieran quemándose y sus ojos se abrieron tan grandes como platos de té. Ella tropezó en sus propias palabras cuando algunos niños comenzaron a pedirle que cantara otra canción.

- ¡Iie, Iie!- tartamudeó ella acongojadamente, abrazando a su guitarra como si a ésta pudieran salirle unas manos que alejarían a las demás personas.

- Buena voz niña- dijo una anciana acercándosele y poniendo varias monedas en el estuche negro de su guitarra que estaba tirado y abierto en el suelo.

- ¡Iie!- gritó ella parándose sin palabras y completamente roja de la pena ¿pensaban que ella estaba cantando para pedir dinero? - ¡Oh no! ¡Arigatou shimasu!-

Las personas sonrieron cuando dejaron más monedas en su estuche sin hacer caso de sus suplicas, pensando que aunque no era lo mejor, la muchacha se merecía una ayuda.

Y de repente las personas desaparecieron entre murmullos alegres dejándola completamente sola como había estado desde un principio, sentada en un banco de madera en medio de un parque frondoso con solo su voz y su guitarra.

Y ahora varias monedas de más. Cuarenta yens para ser exactos.

- Oh diablos ¿Por qué siempre me pasa esto?- murmuró ella pasándose una mano por la frente.

Esta era la cuarta vez en la semana que esto le pasaba… ¡¿Acaso parecía una pobre vagabunda?! ¡¿Estaba mal vestida?! ¿O tal vez muy despeinada? ¿Quizás muy flaca? No lo sabía con certeza pero algo estaba pasando que la gente había comenzado a darle dinero cuando la oían cantar.

Agitando la cabeza levemente guardó su amada guitarra azul que con los años se había aclarado visiblemente dejándola con solo un leve rastro azulino, bueno, treinta años no eran cosa de juego. Ella aun no entendía como esa guitarra estaba todavía en pie, tenía desde marcas de calcomanías viejas a calcomanías no tan viejas y muchos pero muchísimos rayones por todas partes, lo único que parecía nuevo eran las cuerdas que ella se encargaba de cambiar periódicamente.

Pero bueno eso era todo lo que ella tenía y ni pensar en pedirle a su padre una guitarra nueva.

La sola idea le traía una risa amarga.

Con un fuerte suspiro Kaoru Hayase colgó su guitarra guardada en su forro de su espalda y comenzó a caminar lejos del parque.

Con solo diecinueve años Kaoru podía considerarse una chica afortunada, tan afortunada que su vida era un completo desastre.

Había vivido toda su vida en Hiroshima: la ciudad de la paz como la habían nombrado desde su recuperación del ataque nuclear, ataque que había destrozado la ciudad hacía ya cincuenta y nueve años.

De ese terrible día hoy no quedaba más evidencia que el Genbaku Domo (Cúpula de la Bomba Atómica) y el Museo Conmemorativo de la Paz, aunque si fuera por ella lo llamaría del horror, lo había visitado una sola vez en su vida cuando estaba en sexto grado y el colegio había planeado una visita ilustrativa.

Ella no había podido dormir en dos semanas.

Tenía suerte de haber nacido cuando todo ya estaba calmado y en paz y eso, después del día de la visita, ella lo agradecía.

Kaoru había tenido una infancia bonita, con muchos juguetes y mucha ropa, mucha comida y mucha felicidad.

Hasta que su madre murió.

No es que su padre se hubiese vuelto un ogro insensible, insensible siempre había sido pero eso no significaba que no la quisiera ni que no hubiese amado a su madre.

A ella Kaoru no podía decir que la extrañaba mucho, había muerto cuando ella tenía solo siete años y los recuerdos que tenía de ella eran solo las fotos que colgaban de las paredes de su casa, si la amaba porque había sido su madre y también podría decir que la extrañaba un poco.

Si ella hubiese permanecido a su lado, tal vez las cosas hubiesen sido menos difíciles para ella.

Como le había dicho una vez su abuela -"Tú padre jamás pudo ni le negó algo a tú madre"- y si eso había sido cierto tal vez ella podría haber intercedido a su favor.

Después de todo… su madre había sido artista. Y como decía su abuelo –"Podría haber sido una gran estrella sino hubiese arruinado su vida casándose tan joven"- y ella secretamente creía que su abuelo tenía razón.

Su madre había destruido sus sueños y tal vez su vida casándose con quien decía que los artistas ganaban mucho dinero por simplemente no hacer nada útil. Pero ella no estaba de acuerdo ¿acaso era inútil hacer sonreír a una persona con un acto cómico? ¿Era inútil darle a una persona la posibilidad de soñar con una melodía o una actuación?

Para nada, tal vez los artistas no podían sanar el cuerpo como un doctor pero si podían sanar el alma con una canción, tal vez no podían construir edificios y casas pero podían crear sueños e ilusiones que eran a veces más necesarios que las cosas materiales.

Su padre muchas veces no tenía razón, aunque él era demasiado orgulloso para admitirlo.

Pero aun así, con lo mucho que criticaba a los artistas y los miraba desdeñosamente, él siempre le había permitido desde pequeña aprender a amar a la música. Con el tiempo ella había aprendido a tocar piano, violín, guitarra y saxofón, esos eran instrumentos que su padre decía que valían la pena aprender a tocar e incluso había asistido a todos sus conciertos hasta que ella decidió abandonarlos a la edad de quince años, cuando comenzó a practicar en secreto la batería y el bajo.

Jamás fue muy buena en ellos. Y tampoco resaltaba mucho tocando todos los instrumentos que conocía desde siempre.

Lo único que sabía hacer era cantar, porque incluso en la escuela había sido muy poco resaltante en sus calificaciones y ahora que asistía a la Universidad y estaba en su tercer semestre de psicología no podía decirse que era muy buena.

Aunque en realidad nunca le había gustado mucho esa carrera, habría preferido estudiar Artes e incluso Periodismo sonaba bien… pero su padre siempre había querido que ella estudiara algo más importante según él, su decepción había sido tan grande cuando ella no quedó en medicina que a Kaoru no le quedó otra opción que estudiar Psicología.

Tonto corazón…

También había practicado kendo desde joven porque su padre decía que una chica siempre tenía que saber como defenderse de los idiotas que poblaban el mundo.

A su edad podía decir que sus mayores logros habían sido: darle una golpiza a un enorme bravucón el día de su graduación con un palo de escoba y hacer que un grupo de personas se reunieran a escucharla cantar.

¿Halagador verdad?

Las personas siempre le habían dicho que tenía una hermosa voz a pesar de haber tenido solo tres años de práctica en el coro del colegio y nada más, ella sabía que cantaba más afinado que muchos pero no pensaba que era gran cosa, simplemente era lo que amaba hacer y si fuera por ella se habría dedicado a eso hacía ya tiempo.

Era uno de sus mayores sueños, pero también era un sueño imposible ¿Quién se fijaría en la voz de una simple muchacha de Hiroshima? Según su padre nadie y ella tenía que darle cierto crédito a eso. Solo algunos turistas se agolpaban a escucharla junto a los rebeldes y bohemios en un viejo bar que estaba casi abandonado en las cercanías del barrio Onomishi.

Que su padre se enterara de eso y ella estaba condenada a no salir de su habitación hasta cumplir los noventa años; Onomishi era un lugar que las personas solían comparar con Roppongi en Tokio, porque era uno de los peores lugares de Hiroshima y era conocido por tener en una de sus avenidas una serie de locales de diversión nocturna y "prostitución" muy concurridos por turistas, claro que ella nunca había ido a uno de esos lugares… pero su padre jamás lo comprendería.

Varias imágenes llamaron su atención y Kaoru se dio cuenta que había estado caminando por la acera ya muy lejos del parque, observó su reflejo en el vidrio de la tienda de electrodomésticos que tenía varios televisores dando alguna información que se veía ruidosa pero que ella no podía oír.

Tampoco era una belleza de mujer, sus senos no eran tan grandes como ella quisiera y últimamente estaba dándose cuenta que sus caderas estaban ensanchándose más de lo normal ¿muchas frituras? Siempre había tenido un cuerpo delgado por la práctica y el ejercicio pero no resaltaba porque no era muy alta, tenía el cabello negro, largo y lacio amarrado en una cola exactamente como lo había tenido su madre y los ojos azules brillantes también como los de ella, en realidad de su padre solo tenía… ¿Cómo decía él? El mismo carácter y la misma fuerza de voluntad que podía usar para conquistar al mundo si quisiera. Ella no estaba muy de acuerdo porque su padre podía llegar a ser muy inflexible si creía tener la razón.

Su cutis ni muy oscuro ni muy pálido siempre había sido perfecto para su sanidad mental y podía decir que estaba en parte orgullosa de su aspecto físico.

Aunque a veces atraía a demasiados idiotas tras ella, como aquel muchacho llamado Chi… ¿o sería Chou? Bueno… en fin el tipo había pasado varias semanas tras ella antes de saber bien quien era, pobre estúpido porque cua-

- ¡Kaoru-chan! ¡Kaoru!- gritó una voz a sus espaldas y ella se volteó para encontrarse con un par de grandes y brillantes ojos verdes.

- ¡Misao!- dijo alegremente viendo a la muchacha.

- ¡Te he estado llamando toda la tarde! ¿Dónde demonios estabas?- preguntó la muchacha.

- En el parque – dijo Kaoru encogiéndose de hombros – Y dejé mi celular olvidado en casa-

- Oh bueno no importa- dijo Misao agitando la cabeza, luego vio hacia la vidriera y sus ojos se agrandaron. Aquí venía la Misao hiperactiva - ¡Tienes que ver esto Kaoru!-

- ¿Ver que?- preguntó ella pero Misao ya la estaba jalando al interior de la tienda.

Misao Makimachi siempre había sido una muchacha muy bajita para su edad, cuando era pequeña los niños solían molestarla diciendo que era uno más de ellos y ahora a sus diecinueve años no podía decir que había mucha diferencia de aquellos días. Tenía el cabello sumamente largo y azabache que desde siempre había llevado amarrado en una larga y libre trenza, sus ojos eran verdes y grandes y siempre brillantes. A Misao podía vérsele prácticamente en cinco lugares a la vez porque siempre estaba moviéndose de un lado para otro y hablando con todo el mundo. Su hermano solía compararla con el conejito de Energizer y Kaoru secretamente estaba de acuerdo.

Kaoru y Misao habían estado juntas desde el primer día en el maternal, cuando apenas hablaban y estaban comenzando a salirles los dientes; asistieron juntas al preescolar donde Misao peleaba con todos los niños y Kaoru era la que siempre tenía que salir al final en su defensa; realizaron toda la primaria y la secundaria en la escuela privada "Amaki Amano" y Kaoru solo podía acordarse de tres peleas importantes con ella y siendo sincera apenas recordaba las razones.

Sus caminos simplemente se habían separado al comenzar la universidad, pero eso era relativo porque Misao pasaba tanto tiempo en su casa como Kaoru en la suya y es que ellas no podían pasar mucho tiempo separadas porque cuando Kaoru quería llorar Misao estaba al instante reconfortándola con una sonrisa y cuando Misao quería golpear a alguien Kaoru estaba allí para ayudarla y luego calmarla. Siempre era divertido estar con Misao y jamás terminaban los temas de conversación entre ellas.

- ¡Misao deja de jalarme!- exclamó Kaoru tratando de liberarse del agarre de su mejor amiga en su suéter azul marino.

- ¡Calla y escucha!- dijo Misao señalando uno de los televisores de la tienda que estaba prendido, allí la presentadora de las noticias del mediodía, una mujer de cabello corto y castaño y de tal vez unos treinta años, estaba entrevistando a otra mujer muy hermosa y elegante que tenía el cabello lacio y largo de un color tan negro que se le veían reflejos azules, su piel era pálida y sus ojos almendrados. Kaoru podía recordar haberla visto hacía tiempo en alguna telenovela y programas especiales.

-"Nos alegra oír que después de tanto tiempo fuera de la pantalla usted ha decidido regresar para formar parte de un proyecto tan ambicioso como lo es éste"- dijo la presentadora y Kaoru se dio cuenta de que ya tenían tiempo hablando y de que por más que quisiera y se rompiera la cabeza no recordaría el nombre de la otra mujer.

-"Así es"- dijo la mujer moviendo levemente la cabeza y provocando que su cabello negro y largo se moviera sensualmente –"Hace ya casi cinco años que había abandonado este medio, pero cuando Himura-san me llamó y me habló de este proyecto no pude evitar emocionarme. Después de todo simplemente voy a participar de una forma externa, los verdaderos protagonistas son otros"-

-"Si es verdad"- dijo la entrevistadora cuando la cámara la enfocó –"Bueno además de usted, este enorme proyecto contará con diferentes talentos nacionales que estoy segura que serán justos en todo lo que decidan. Y ahora está es la invitación oficial que ha hecho la compañía de Japan Mitsurugi Corporation NHK para todos los jóvenes mayores de dieciséis años"- la mujer agarró un papel amarillo y comenzó a leer con una voz tan chillona y entusiasmada que Kaoru quiso taparse los oídos –"Si tienes talento, voz y espíritu, te esperamos este veintiséis de Agosto en Tokio para el primer Casting que elegirá a la próxima estrella del Japón. Si crees que puedes ser elegido asiste a nuestro canal desde las primeras horas de la mañana ya que será el único día en que se realizaran las audiciones para ingresar a la próxima etapa"-

- ¡¿Oíste Kaoru?! ¡¿Oíste?! ¡Es nuestra oportunidad!- gritó Misao agitándola alegremente aunque algo brusco para el gusto de la pelinegra.

- ¡Oh por Kami-sama Misao! ¿De que estas hablando?- preguntó Kaoru algo confundida.

- ¡Por Kami-sama que eres lenta Kaoru!- dijo Misao volteando los ojos.

Kaoru iba a alegar que ella no era ninguna lenta sino que Misao hablaba muy rápido pero un ruido la interrumpió.

- ¿Puedo ayudarlas en algo señoritas?- dijo una empleada con una sonrisa muy falsa y los ojos muy abiertos, indicando claramente que si no querían comprar nada mejor se fuesen.

- ¡Iie, Arigatou y Gomen nasai!- dijo Kaoru apenada agarrando a su amiga de una mano y corriendo lejos de la tienda.

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Kaoru reafirmó su guitarra sobre su espalda cuando caminó junto a su mejor amiga por las calles que conocía mejor que nadie, esquivando a las personas que en ese momento volvían del almuerzo al trabajo una vez más.

- Estas completamente loca- dijo Kaoru mirando a su amiga incrédulamente.

- ¿Por qué? Es algo completamente lógico Kaoru y sencillo también ¡Es nuestra gran oportunidad!- dijo Misao seriamente, luego comenzó a hablar mientras contaba con los dedos- Primero: la audición es en dos días, podemos tomar el Shinkasen hasta Tokio mañana por la tarde para no llegar ni muy pronto ni a última hora, además las clases no comienzan hasta la próxima semana. Segundo: nos hospedamos en un hotel ó ponemos una carpa frente al lugar donde será la audición. Tercero: Hacemos la audición. Cuarto: ganamos la audición. Quinto: ¡Comenzamos el camino a la fama!- dijo Misao comenzando a saltar a su alrededor.

- Misao cálmate- dijo poniendo sus manos sobre los hombros de la muchacha – No has contado con varias cosas: Primero: ¿Con que dinero piensas que vamos a viajar a Tokio y a hospedarnos en algún hotel?- cuando Misao trató de decir algo Kaoru le tapó la boca- ¡De acuerdo, de acuerdo! Eso no es tan importante, pero dime ¿Crees que otou-san me dirá 'si Kaoru-chan, puedes ir a un lugar desconocido a buscar tu fama y seguir tú sueño, oh y llévate mi tarjeta de crédito por favor'?- dijo Kaoru muy sarcásticamente imitando una voz grave y gruesa como la de su padre, luego agitó las manos en el aire - ¡Claro que no Misao, en lo que le diga que quiero ir a Tokio no me dejará continuar y con dos palabras dará por terminada la conversación! Sabes como es él-

- Pero Kaoru es tú sueño- dijo Misao desconsoladamente con los ojos brillantes - ¡Es nuestro sueño desde siempre!-

Era verdad, desde siempre ambas habían soñado ser escuchadas cuando cantaban porque les gustaba transmitir sus sentimientos al cantar y una oportunidad como esta no se presentaba todos los días. Misao también cantaba aunque su tono era muy distinto al suyo. El tono de Misao era suave y angelical y Kaoru siempre pensó que podría pasar toda su vida escuchando cantar a su mejor amiga, sobretodo cuando se sentía triste o molesta. Según su humilde opinión Misao tenía la mejor voz que ella había escuchado.

- Lo sé Misao- dijo Kaoru tristemente comenzando a caminar de nuevo, la muchacha la siguió – Pero piensa también en tú hermano, primero te encierra en el baño y cambia todas las cerraduras de tú casa antes de dejarte ir-

- ¡No me importa lo que diga ese idiota! ¡Yo soy responsable de mis actos y además estoy segura que Okaa-san me dará su bendición si quiero ir!- dijo enérgicamente Misao.

Kaoru negó con la cabeza, así su madre le diera el permiso si su hermano decía que ella no iría… Misao simplemente no iría. Siempre había sido así.

- ¡Vamos Kaoru! ¡Habla con tú padre!- dijo Misao abriendo los brazos al cielo – Es tú sueño desde siempre y nunca se presentará otra oportunidad, ningún productor de nada vendrá a buscar talento aquí y recuerda el dicho: "Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña". Nosotras somos Mahoma y la montaña es la oportunidad de fama que nos están ofreciendo en Tokio-

Kaoru la vio fijamente pensando dos cosas: una: que Misao había dicho el refrán al revés y dos: que por primera vez en el día su amiga estaba diciendo algo cierto y completamente lógico.

- Pero Misao- alegó Kaoru débilmente - ¿Sabes cuantas personas como tú y yo cantan y tienen el mismo sueño? ¿Tienes idea de cuantas personas se presentaran para la audición? ¿Qué te hace pensar en que vamos a quedar seleccionadas? ¡Deben haber miles de personas más talentosas que nosotras!-

- ¡Que pesimismo Kaoru!- dijo Misao frunciendo el ceño - ¡Obviamente que vamos a quedar seleccionadas! ¡Tu y yo somos las mejores!-

- Misao, ni siquiera sabemos cuales son las reglas ni nada- dijo Kaoru cuando ambas se pararon frente a la casa de Misao.

Era una casa bonita como las de muñecas, estaba hecha de ladrillos opacos que le daban siempre un aspecto rural y tenía dos pisos, había un pequeño jardín lleno de flores detrás de unas rejas cortas y negras que llevaban a un caminito de piedras hasta la puerta de roble de la casa.

Misao abrió las rejas que iban a su casa – Vamos a hacer esto- dijo aclarando las voz- Pedimos permiso (el cual vamos a obtener porque a nuestras familias les importa nuestra felicidad más que nada), pedimos dinero y mañana tomamos el tren del mediodía directo a Tokio y de allí ¡Un paso al éxito!-

Kaoru lo consideró varios minutos y luego le sonrió a su amiga - De acuerdo Misao, yo te llamo más tarde-

Misao le guiño un ojo y caminó hasta su casa.

Quizás Misao tenía razón y por primera vez ella tenía que seguir sus propios deseos y no los de los demás, especialmente los deseos de su padre.

Kaoru siguió su camino hasta su casa que estaba a solo cinco casas de la de Misao. Su casa siempre había sido más fría que la de su amiga, tal vez porque su padre no era el mejor decorador, tal vez porque su madre ya estaba muerta y porque a ella en realidad le daba mucho fastidio ponerse a redecorar años de apatía. Las escaleras que llevaban hasta la puerta principal eran de piedra fría y su casa tenía un color verde olivo, habían varías plantas en sus macetas y algunas flores coloridas se asomaban entre el verde de las hojas.

- ¡Tadaima!- anunció Kaoru cuando entró a su casa y vio los zapatos de su padre pulcramente acomodados, colocó en el Guenken sus zapatos Adidas azules y esperó el saludó de su padre - ¿Otou-san?- preguntó ella entrando a la cocina y dejando su guitarra a un lado del suelo.

Su casa era grande, tenía tres pisos y cinco habitaciones bastante grandes de las cuales tres eran dormitorios, una era el despacho de su padre y la otra era el salón de computación que cuando había sido pequeña lo había usado como salón de juegos. Había tres baños, dos salas, una cocina y un comedor. La casa era idéntica a su padre, perfecta y sin ningún error, todo estaba en su sitio y acomodado. Las paredes eran casi todas blancas y solo en la sala y el comedor había shojis antiguos y hermosos.

- Okaeri nasai- saludó su padre que estaba tomando un jugo verde y extraño en la cocina. Allí estaba el hombre que la había criado prácticamente sólo, que le había dado todo y que también le había quitado mucho. Tenía el cabello negro con algunas canas que sin éxito lograba ocultar, algunos mechones caían sobre su rostro y sus pequeños ojos dorados resaltaban en cualquier lugar, no solo por su color sino por la inteligencia y astucia que reflejaban. Era bastante alto, lo que daba a entender que entonces su madre había sido una persona de baja estatura, pero también era un hombre delgado y poco fornido con el rostro alargado y tal vez un poco demacrado, sus rasgos muy finos eran ligeramente parecidos a los suyos propios.

El Capitán Hajime Hayase reflejaba una fría calma y un ingenio único por los cuatro lados.

Un enorme perro lanudo paso al lado del padre de Kaoru trotando directamente hacia ella, con un fuerte ladrido la saludó.

- Hola para ti también Notaro- dijo Kaoru inclinándose hasta el animal y acariciándole las dos orejas lanudas.

- ¿Dónde habías estado?- preguntó su padre mirándola.

- En el parque y luego estuve con Misao un rato- contestó la muchacha sin dejar de acariciar y de hacerle mimos al perro.

- ¿Ya almorzaste?- preguntó él.

- Iie- respondió ella.

- Me lo imaginé – dijo con una nota de sarcasmo - Entonces siéntate- él apuntó la mesa en el comedor que estaba cerca de la cocina.

Ella asintió con la cabeza pero primero fue a lavarse las manos al baño. Almorzó sola lo que su padre le había servido, con Notaro a un lado velándola.

Su padre era militar y actualmente ocupaba el rango de Capitán de la Policía Militar Japonesa, a lo largo de su carrera sus superiores habían querido ascenderlo de grado pero él nunca había querido, a pesar de eso tenía más medallas y reconocimientos especiales que muchos de sus superiores y era conocido en toda Hiroshima como el Lobo de Mibu.

El porque su padre siempre rechazaba los ascensos era casi un misterio para Kaoru, pero ella tenía la impresión de que lo hacía porque no quería dejar de ser la figura que podía llenar de pánico a cada uno de los cadetes, policías y soldados que conformaban la Policía Militar de Hiroshima y tal vez… la de todo el Japón.

Kaoru observó su comida: un combo doble de MC Donalds con papas extra grandes y coca-cola mediana.

Bueno no estaba mal.

Cuando el reloj de las sala dio las tres de la tarde Kaoru se decidió. Era cierto lo que decía Misao, ella tenía que cumplir su sueño. Así de fácil.

Su sueño no era ser una psicóloga que terminaría trabajando en una oficina en el centro de la ciudad, escuchando los traumas de sus pacientes y dándoles consejos cuando ella no podía aconsejarse a si misma. Su sueño no era crear nuevas teorías sobre el comportamiento humano ó asistir a convenciones sobre la relación de las hormonas con las psicosis.

No.

Su sueño era cantar frente a miles de personas y escuchar como harían eco de sus canciones, su sueño era poder elevar tan alto su voz que todos la escucharían y recibirían su mensaje. Eso era lo que ella quería y su padre tenía que entenderlo por la simple razón de que la amaba.

- Bueno Notaro, deséame suerte- le pidió ella al perro cuando estaba frente a la puerta de donde estaba su padre, Notaro la miró sin comprender lo que decía y Kaoru lo acarició antes de abrir la puerta.

- ¿Otou-san?- preguntó ella suavemente cuando asomó la cabeza.

- ¿Si?- preguntó él sentado en su escritorio sin mirarla ya que estaba leyendo algunos papeles, seguramente alguno que otro caso de la policía.

- Quería decirte algo- dijo Kaoru entrando por completo a la habitación, el fuerte olor a cigarrillo inundó su nariz pero no la mareó como a cualquier otra persona normal, ella ya estaba acostumbrada a oler nicotina en vez de oxigeno cuando estaba en la oficina de su padre, por eso casi nunca entraba allí y porque tenía la impresión de que con solo respirar muy fuerte podía romper los cuadros de los diplomas y tirar las medallas de reconocimientos que estaban colgadas en las paredes o tal vez las espadas caerían de sus puestos. Cuando su padre no se volteó a verla ella carraspeó suavemente para llamar su atención y alejar sus nervios.

- ¿Si Kaoru-chan?- preguntó Hajime en una voz complaciente, dirigiendo sus dorados ojos a ella.

- Pues… es importante para mí así que espero que me escuches- dijo Kaoru tímidamente pero sin evitar su mirada, ella tenía confianza en lo que hacía y eso tenía que demostrárselo a su padre, si titubeaba o demostraba poca convicción no tendría ni la más mínima oportunidad de hacer nada, eso ella lo sabía de antemano.

- Te oigo Kaoru-chan- dijo su padre apartando los papeles y viéndola.

- Bueno- ella tomo aliento y sin cerrar los ojos, en un tono alto y seguro, habló – Harán un casting en Tokio para elegir a un nuevo cantante y yo voy a ir-

El silencio abarcó la habitación por varios momentos.

Parecía que no había pensado mucho la forma en que le diría las cosas ¿no?

- ¿De que estas hablando?- preguntó Hajime cuando la información llegó a su cerebro ¿Qué su hija que? ¿Qué su pequeña niña iba a hacer que?

- De eso- dijo Kaoru apretando su sostenimiento en su suéter pero tomando una confianza súbita – De que quiero ir a Tokio y seguir… pues… mi sueño- dijo suavemente.

Los ojos de su padre se estrecharon peligrosamente y Kaoru supo la respuesta inmediatamente.

- De ninguna manera Kaoru Hayase- dijo él en una voz firme y rígida, pero Kaoru no retrocedió, ella no le tenía miedo y eso él lo sabía - Tú no vas a arruinar tú vida yendo a un lugar desconocido en busca de una estupidez tan grande como ser cantante-

- ¡Otou-san no es una tontería! ¡Es lo que quiero!- dijo ella firmemente.

- Kaoru- dijo Hajime viéndola fijamente – Eres mi hija y eres inteligente, te he criado para ser una triunfadora y no para hacer estupideces por ahí, te he enseñado a pensar con la cabeza, fríamente, no a seguir impulsos tontos e infantiles –

- También me has enseñado que si no creo en lo que pienso entonces no soy nadie – dijo Kaoru firmemente, su padre la analizó y Kaoru supo que estaba ganando puntos – También me enseñaste que si quiero algo tengo que luchar contra todo para lograrlo porque sólo nunca llegará, bueno, te digo que quiero luchar por lo que pienso y lo que quiero-

Hajime la miró ladeando la cabeza ligeramente, su hija no era tonta, era muy inteligente y lo completamente autosuficiente y fuerte para lograr cualquier cosa que quisiera, pero él no estaba dispuesto a permitir que arruinara su vida en un tonto sueño que no la llevaría a nada.

- ¿Crees que la vida de esas personas es fácil? ¿Crees que todos han llegado allí por solo su talento?- preguntó su padre fríamente – Tú no tienes idea de lo podrido que es ese mundo, no te imaginas las cosas que hacen algunas personas para lograr la fama-

- ¡Eso no es cierto! ¡Si existe el talento!-

- ¡Yo no estoy diciendo que el talento no existe Kaoru!- dijo Hajime alzando la voz pero sin llegar a gritar - Estoy diciendo que nadie es famoso por solo cantar bonito, o por ser simplemente simpático, se hace falta mucho más que eso ¿Crees que voy a dejar que mi propia hija entre en ese mundo tan falso y corrupto?-

- Otou-san… onegai- dijo Kaoru suavemente pero sin dejar de verlo. Era su decisión y lo haría.

- Iie- dijo él firmemente.

- Lo voy a hacer de todas formas, quieras o no, es mi vida y puedo hacer lo que quiera con ella- dijo Kaoru rebeldemente y su padre la miró de tal manera que Kaoru sintió como el clima de la habitación de repente bajo varios grados.

- Dime algo Kaoru-chan – dijo Hajime en un falso tono de compresión e interés- ¿Cuándo es esa… esa audición tuya?-

- En dos días- respondió Kaoru alzando una ceja… él se traía algo entre manos.

- Interesante- dijo lentamente Hajime, sonriendo fríamente y estirándose en su cómoda silla – Pero respóndeme otra cosa Kaoru-chan ¿Cuántos años tienes?- preguntó él mirando fijamente a su única hija, una sonrisa desdeñosa y fría agraciando sus finos labios, sabiendo perfectamente que tenía la pelea ganada. Kaoru podría gritar y llorar todo lo que quisiera, podría destruir la casa si se le diera la gana, pero él ya había ganado esta pelea.

Los ojos de Kaoru se ensancharon ligeramente y perdió momentáneamente el autocontrol que había mantenido en toda la conversación, él había dado en el punto – En una semana cumplo veinte- dijo recuperándose rápidamente porque no podía darle señales de debilidad, ella sabía que él podía leerla como un libro abierto.

- Bueno… lástima que la audición no es en una semana ¿verdad?- dijo sonriendo aun más ampliamente mientras prendía un cigarro.

- ¡Papá!- exclamó Kaoru sintiendo la derrota caer sobre sus hombros.

- Lo siento Kaoru-chan pero siendo tú todavía menor de edad por lo que queda de semana, sigues estando bajo mi tutela y mis leyes- dijo Hajime abandonando la sonrisa fría cuando soltó una bocanada de humo en la habitación – Y como ya te lo dije chibi, no dejaré que arruines tú vida con una tontería como esa-

- ¡Pero es lo que quiero hacer!- gritó Kaoru molesta, su padre estaba abusando del poder que tenía sobre ella -¡Déjame estrellarme! ¡Déjame experimentar las cosas por mi misma! ¡Si fallo te prometo que volveré y me graduaré en psicología o en cualquier otra carrera que tú quieras!-

- No Kaoru, y esa es mi última palabra- dijo su padre viéndola fijamente dando el tema por terminado – Ahora sube a tu habitación y has algo útil como estudiar, yo también tengo cosas que hacer-

Ese era el fin de la conversación y ella lo sabía. Kaoru se dio media vuelta y como muchas otras veces hizo lo que hacía cuando no conseguía algo que quería: abrió la puerta y la azotó contra su marco al cerrarla tan fuertemente que dos de los cuadros dentro de la oficina cayeron y se estrellaron en el piso con un fuerte estallido.

Kaoru subió hasta su habitación como había dicho su padre pero no se puso a estudiar, cerrando la puerta con llave contempló su habitación. Podía decirse que era lo único alegre de la casa, tenía las paredes pintadas de azul, morado y anaranjado, diferentes afiches de artistas estaban pegados del techo y las paredes así como muchas fotos de ella con Misao y sus amigos, con su padre, con sus primos, con sus abuelos, con sus tíos, también había fotos de ella de bebé, de niña y de adolescente. La cama era grande y estaba pegada a la ventana, tenía varios peluches sobre la colcha y distintos cds regados, el closet estaba empotrado en la pared y cerca de el estaba un tocador dorado con un espejo enorme y muchos estantes llenos de libros, a pesar de todo eso la habitación estaba ordenada.

Kaoru abrió su armario, éste estaba abarrotado de todo tipo de ropa que iba desde kimonos tradicionales a chaquetas de cuero. Ella se esforzó por alcanzar algo en uno de los estantes dentro del closet y jalando una tira terminó tirando un bolso de mano y muchos otros, ella no hizo caso de las carteras regadas en el suelo.

El bolso era blanco con flores anaranjadas y tirantes del mismo color, Kaoru abrió todas sus otras gavetas hasta que lo único que quedaba cerrado en su cuarto era la puerta. Después de guardar tres cambios de ropa interior, tres camisas, dos blue jeans, dos pijamas, un peine, varias colitas y su cepillo de dientes, Kaoru agarró su alcancía en forma de la gata Luna de la serie de Sailor Moon y tirándola al suelo la rompió en muchos pedazos, revelando así todos sus ahorros de… tres semanas.

Bueno había sido el cumpleaños de su padre y ella había gastado todo lo que tenía ahorrado en su regalo que había sido un perfume para hombres de Hugo Boss.

Sin contar el dinero lo guardó todo en su cartera y tiró las monedas en el bolso, buscó en varios libros y encontró algunos billetes que también guardó, luego metió el cargador de su celular y una pila extra… aunque no sabía bien donde estaba el aparato.

Observó su habitación para estar segura si quedaba algo más que necesitaría… todo lo necesitaría pero por lo menos ya tenía lo más importante en su pequeño bolso.

Kami-sama… estaba cometiendo una locura.

Agarró el bolso y bajo las escaleras sin preocuparse en no hacer ruido, su padre estaría demasiado molesto y absorto en sus cosas y no saldría de su estudio por nada hasta entrada la noche.

Notaro comenzó a seguirla cuando ella buscó su guitarra en la cocina y encontró su celular que estaba encima del microondas, se encontraba algo incomoda con el bolso de un brazo y la guitarra colgada de su espalda pero no importaba, se sentó en el escalón a un lado del Guenken y poniéndose los zapatos le habló a su perro.

- Notaro, me iré por unos días ó tal vez por un tiempo más largo así que vas a tener que cuidar de Otou-san – dijo ella suavemente acariciando con una mano las orejas del perro – Pero volveré así que pórtate bien- ella le puso un beso en el hocico y se paró, abrió la puerta y desapareció tras ella vestida en unos blue jeans, una camisa rosada con líneas blancas y sus zapatos de goma azules.

Notaro dio un suave quejido de tristeza, sabía que no volvería a ver a su muchacha humana por un muy largo tiempo…


-El Guenken es un pequeño vestíbulo a la entrada de las casas Japonesas donde se dejan los zapatos. Esto se hace para que la suciedad no entre a la casa, ya que los hogares son considerados como lugares sagrados en donde viven diferentes dioses protectores y como una forma de respeto se deben dejar los zapatos en la entrada, una vez dentro se puede andar descalzo, en medias o con pantuflas.

- En Japón la mayoría de edad se cumple a los veinte años a diferencia que en la mayoría de los países en occidente que es a los dieciocho.


Nota de la autora:

¡Ohayou minna-san! Espero que no se hayan olvidado de mi y ahora vuelvo con una idea nueva y que salió prácticamente de la nada. En realidad tenía planeado publicar otra historia primero pero esta es más ligera y más divertida y pienso que puedo relajarme escribiéndola mientras me frustro con la otra :P

Bueno no tengo mucho que decir, simplemente que esta es una historia que esta situada completamente en un Universo Alterno, es decir nada de reencarnaciones ni cosas por el estilo.

Por cierto todo lo que dije sobre el barrio Roppongi es cierto, ese lugar existe y es como lo describo, allí es donde todos los turistas suelen ir pero los japoneses tienen una mala visión de el.

La canción que canta Kaoru al comienzo se llama Art Of Life y es de ese maravilloso grupo japonés X-Japan. A lo largo de la historia pondré diferentes canciones y en diferentes idiomas, díganme si quieren que les ponga la traducción al final, aquí en las notas de la autora.

Y ahora si me dejan mensajitos dándome su opinión, diciéndome sus dudas y ofreciéndome sus comentarios seré muy feliz y sabré como seguir.

Kary

Ja ne