Capítulo 42

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.

Bien, con este capítulo llego al final de esta historia. Espero que les haya gustado. Me disculpan un montón por tooodo lo que he tardado con ella. Creo que sólo falta por actualizar dos historias más y cierro la cuenta. Como había prometido, no voy a volver a publicar en Fanfiction. Todo el material nuevo lo pueden conseguir en la página de Slasheaven bajo el nombre de autor Suisei Lady Dragon. Por lo demás, gracias por haberme soportado casi por dos años. Un abuso, lo sé. Pero no encontraba cómo ponerle final a esta historia que tanto tiempo lleva en mi PC. Pero todo llega a su fin, así que... besos y se me cuidan un montón.


Un olor a miel perfumaba la atmósfera cerca de la cama donde se suponía que descansaba Harry en la enfermería. Miel y almendras y un toque de especias. Las cortinas estaban rodadas dándole algo de privacidad pero los sonidos apenas podían quedarse dentro de la barrera de silencio erigida por el rubio que se había colado al interior.

"Draco…" Susurró Harry a lo que recibió un beso por respuesta. "Draco… por favor." Volvió a insistir Harry quedamente mientras su respiración tomaba un giro más urgente. El rubio llevaba lo que le parecían horas provocando sus sentidos, tratándolo con tanta suavidad que pensaba que pronto iba a enloquecer. Sus propias hormonas estaban comenzando a gritar palabras soeces instigándolo a pedir más de lo que necesitaban pero que aún no se atrevía a decir.

"¿Por favor qué, Harry?" Susurró Draco en su oído sin separarse de su cuerpo enfebrecido.

"Hazme el amor."

"¿Así nada más?" El rubio sonrió con ternura mal disimulada.

"No… así nada más no." Le besó con familiaridad y lentitud. "Con todo tu ser, como no me lo has hecho antes. Por favor… Draco… te necesito." Harry hacía pequeños sonidos cada vez que el rubio lo acariciaba o sus caderas lo empujaban con suavidad. Sonidos que enloquecían a Draco con su inocente sensualidad. Esta vez Harry le estaba dejando hacer a su gusto, amparándose en la excusa de estar recuperándose. Era sencillamente delicioso escucharlo, sentir la poca resistencia, la piel más cálida de lo usual. Harry parecía estar en un éxtasis semi consciente, con ojos entrecerrados, permitiendo que le robara besos, correspondiendo lo suficiente para que no pensara que se había dormido. Una y otra vez Draco se hundió en los suaves labios, mordiéndolos, lamiéndolos, explorando su boca mientras su cuerpo y sus manos seguían elevando la excitación del cuerpo bajo el suyo.

Era como si Harry estuviera hecho de dulce dejadez y suave pasión. Sus músculos relajados invitándolo a manosearlo sin pudor, a fundirse y volverse uno con él. Imaginó cómo se sentiría tomar a Harry en aquel momento… cómo se sentiría hundir su sexo en aquel cuerpo sin resistencia, drogado de pasión y deseo. Gimió profundo en su garganta y supo que no podría esperar más para saberlo. Sus dedos comenzaron a preparar al moreno quien comenzó a respirar agitadamente, separando sus piernas para permitirle mejor acceso. "Draco… por favor." Volvió a suplicarle y sonrió con dulzura, asegurándole que pronto atendería sus deseos con un suave beso en los labios.

Era un poco incómodo. La cama de hospital no era muy amplia y Harry aún no estaba tan recuperado como quería mostrar, pero Draco tuvo mucho cuidado… especialmente de no lastimarlo. Cuando finalmente penetró a su amante moreno lo hizo con lentitud, con pequeñas embestidas que arrancaban deliciosos gemidos, el cuerpo de Harry aceptándolo apenas sin resistirle pero rodeándolo de calidez y apretándole con temblorosa pasión.

Sostuvo una de las piernas de Harry más arriba de su propia cintura mientras con la otra hacía malabares para no poner su peso sobre él. Su boca besaba lo que alcanzaba pero más que nada intentaba besar la de Harry que al fin comenzaba a buscarle con avidez. El ritmo se hizo más intenso cuando finalmente estuvo llenando a Harry por completo y luego de eso le pareció estar una eternidad moviendo sus caderas de forma sensual contra el trasero del ojiverde.

Harry alcanzó el orgasmo mucho antes que él y tuvo que morderse los labios… aún no estaba satisfecho, necesitaba sentirle más… poseerle por completo. No quiso detenerse y al hacerlo el moreno susurró su nombre con pasión y se aferró a su cintura con ambas piernas levantándose de la cama levemente. "Harry… voltéate." Le susurró y con tortuosa lentitud salió de su interior. Harry se volteó, dispuesto a ponerse de rodillas pero Draco no se lo permitió. Besándole con suavidad el cuello volvió a penetrarlo. Harry dio un leve respingo y suspiró complacido mientras apoyaba la cabeza en la almohada y se aferraba a ella. "No creo que hoy pueda tener suficiente de ti."

"No te dejaré ir hasta que no me dejes un recuerdo." Harry jadeó recostado de lado en la almohada y Draco le besó la mejilla.

"¿Un recuerdo?"

"Sí… tu calor…"

"¿Quieres sentir mi corrida en tu interior?" Jadeó Draco en su oído con media sonrisa sintiendo que la piel se le erizaba al hablarle así a Harry y sus caderas dieron una embestida un poco más fuerte.

"¡Sí, Draco!" Gimió Harry en respuesta con los nudillos blancos. "Por favor."

"Paciencia…" Susurró. "Quiero disfrutarte por mucho rato. Lo… necesito." Susurró finalmente sin poder evitar sentirse como un chiquillo enamorado. Pero no estaba lejos de la verdad, estaba enamorado, profundamente enamorado y sabía que Harry lo amaba en verdad. Qué no daría por haberse ahorrado el dolor de haberlo traicionado cuando Harry había confiado en él la primera vez. Pero Harry le había perdonado y ahora podía demostrarle cuánto lo amaba. "Te amo." Susurró una y otra vez mientras seguía haciéndolo suyo. "Te amo, Harry Potter."

Una pequeña e inocente sonrisa se posó en los labios de Harry y no pudo menos que abrazarlo, deteniéndose momentáneamente mientras su sexo palpitaba aún excitado. "Nunca me dejes." Volvió a decir en su oído buscando los dedos de Harry con los suyos hasta entrelazarlos.

"Nunca." Respondió el moreno volteando lo suficiente como para recibir un beso en sus labios de parte de su rubio amante. "Te amo, Draco Malfoy. Te amo y nunca te dejaré." Draco sonrió y comenzó nuevamente a moverse.

Pudo sentir cuando Harry volvió a excitarse y esta vez ambos alcanzaron el clímax en perfecta sincronía. Harry suspiró al sentir que la semilla de Draco lo llenaba finalmente y volvió a suspirar, esta vez acongojado cuando Draco se separó de él para abrazarle contra su pecho en la estrecha cama. Se acurrucaron apretadamente y pronto Harry estuvo dormido en los brazos del rubio, respirando acompasadamente mientras Draco observaba su pacífico rostro y de cuando en cuando le besaba la cicatriz.


Lucius descendió sobre el vientre del maestro de pociones de forma desesperada, besando toda la expansión sin detenerse. Severus podía sentir el cálido aliento de su amante escapar en respiraciones entrecortadas, humedeciendo delicadamente su piel. Tenía sus manos en la cabeza de Lucius intentando de esa forma tener un poco de control sobre las acciones del ex rubio ahora moreno. "¡Lucius!" Gruñó intentando calmarlo pero sabía que sería imposible a menos que tomara las riendas de la situación.

Desafortunadamente... no se sentía con ánimos de tomar control en esos momentos. Había sido un día agotador, el enfrentarse a los estudiantes que no cesaban de darle miradas confundidas o enamoriscadas. Había sido un golpe bajo para su ego y su imagen. Los rubios cabellos se le cruzaban suavemente en la mirada y se sentía como si fuera aquel profesor de defensa que había perdido la memoria en la cámara de los secretos, maldito Lockhart. "Por Salazar, Lucius, contrólate." Intentó una vez más.

"¿Acaso no piensas seguir las órdenes de tu señor?" Gruñó Lucius en respuesta intentando sacudirse las manos del maestro de pociones pero decidiéndose por otra táctica.

"Potter no es mí... ¡ahh!" Gimió cuando Lucius le tomó en su boca por completo. Apretó los cabellos de Lucius y tiró de ellos. Lucius gruñó su descontento pero el gruñido se tornó en una sonrisa maliciosa cuando lo tuvo a la altura de sus ojos. "Eres un maldito bastardo, Malfoy."

"Potter es tu señor, Severus. Tienes su marca. Tenemos su marca." Exclamó Lucius tomándolo de las muñecas repentinamente.

"¡No voy a servir a ese mocoso!" Exclamó Severus con terquedad.

"No importa cuántas veces lo digas si tu cuerpo dice otra cosa." Susurró Lucius en su oído mientras le mostraba a Severus su punto hundiendo sus caderas en las del hombre y sintiendo su dureza. Lucius se sorprendió levemente cuando Severus dejó escapar un suspiro y poco a poco la resistencia de su cuerpo se fue evaporando.

"Estoy cansado, Lucius." Comentó Severus cerrando los ojos unos instantes. No era su cuerpo, sino su mente, su ánimo pero sabía que Lucius entendería.

"Entonces me haré cargo de todo." Con paciencia tendió al ex moreno sobre la cama, cuidando de no enredar sus castaños cabellos y terminando de desvestirlo. Acarició con dedicación el cuerpo desnudo hasta que Severus estuvo bajo su hechizo en un placentero trance, gimiendo y arqueándose lánguidamente bajo sus dedos.

Se hundió en el cálido cuerpo, saboreando cada segundo, moviéndose con practicada gracia para que aquel momento no terminara tan pronto. Severus por su parte se dejó hacer, cerrando su mente a cualquier pensamiento lógico, olvidándose de sus problemas, de sus temores y del futuro. Se convenció en segundos de que a Albus se le ocurriría algo y de que su vida seguiría como siempre a excepción de una rubia adición.

Cuando su cuerpo alcanzó el tan ansiado éxtasis su amante lo llenaba con su líquida calidez para luego dejarse caer sobre su pecho.

"Mañana le diré a ese mocoso lo que se merece." Musitó con ojos cerrados. Sobre su pecho Lucius suspiró con algo de fuerza, su aliento humedeciendo la piel bajo sus labios.

"Claro, claro. Mañana. Pero ni sueñes con que he terminado contigo."

"Lo sé." Suspiró Severus sabiendo que Lucius le exigiría, como mínimo, una repetición. "Sólo cerraré los ojos mientras tanto." Murmuró dejándose llevar por el sentimiento de bienestar. Cuando Lucius estuviera listo lo despertaría de nuevo. Todo estaría bien… estaba seguro de que Albus sabría qué hacer de aquí en adelante.


Harry esperaba sentado tranquilamente en el restaurante parisino Maison Blanche. Era ya costumbre del grupo reunirse en aquel día en algún lugar ya convenido y celebrar lo que se había convertido en el cumpleaños de Tom.

Esa sería la séptima reunión y Draco había sido el que eligiera el lugar. Nada más y nada menos que un cinco estrellas. Pero a ninguno le iba a molestar, de eso estaba seguro. Las reservaciones hechas con dos meses de anticipación incluían el menú y espacio para doce personas.

Levantó la vista justo a tiempo para ver a Draco entrar, sus rubios cabellos perfectamente recortados y arreglados imposibles de ignorar. "Amor." Le saludó al llegar a su lado. "Siempre llegas primero." Harry se encogió de hombros y le devolvió el suave beso que el rubio había depositado en sus labios.

"Lo extraño." Musitó como toda respuesta.

"Seguro no tardará en llegar. Nunca ha sido mago de ignorar los horarios." Harry intentó decir algo más pero Draco lo interrumpió. "Y nunca ha faltado a ninguno de sus cumpleaños. Sabe que no se lo perdonaríamos." El moreno de ojos verdes sonrió y se relajó visiblemente. Un grito de alegría proveniente de la puerta los distrajo lo suficiente para presenciar la entrada de Pansy. La mujer antes rubia llevaba los cabellos negros y su rostro radiaba de alegría. Su pequeño cuerpo ahora redondeado contaba con la adición de un vientre de seis a cinco meses que gritaba a las claras i estoy embarazada, no te metas conmigo /i .

Casi corrió a donde se encontraban Harry y Draco y abrazándolos los besó con tanta emoción que casi se sintieron intimidados. "Panse, te ves hermosa. ¿Pero dónde dejaste a los chicos?" Preguntó Draco. Al ver hacia la entrada los encontraron. Ambos vestidos con la misma formalidad que Draco y Harry. "¡Vince, Greg!" Draco les saludó desde la mesa y les hizo señas para que se apresuraran.

Los dos hombres se acercaron y uno de ellos retiró una de las sillas para Pansy. Harry los saludó, sintiéndose apabullado por la altura que ambos habían ganado en esos siete años. Realmente eran de temer. Una sorpresa que ambos terminaran como fiscales de renombre para el Ministerio, trabajando incluso para el Wizengamot en ocasiones especiales.

Los siguientes en llegar, uno tras el otro, fueron Ron y Hermione, ambos discutiendo acaloradamente sobre una nueva versión de la poción matalobos. ¿Quién hubiera pensado que Ronald Bilius Weasley resultaría ser el compañero perfecto en más de un sentido para la antes señorita Granger?

Cierto que Ron no se había destacado en sus estudios primarios en Hogwarts y que sus costumbres de aplazar lo inevitable no habían mejorado demasiado, pero su ingenio se había visto despertado repentinamente durante una tutoría exclusiva con Lucius Malfoy una de aquellas noches en las que Hermione había sido demasiado exigente en su necesidad de conocimiento y había acaparado toda la atención de Severus.

Al final la más sorprendida había sido la misma Hermione pero había igualmente aceptado que no todos los genios, especialmente los magos, tenían la misma forma de razonar suya. Ella especialmente no podía razonar de la misma forma por su ascendencia muggle. Ron, que había crecido rodeado de magos, razonaba con lógica mágica de forma innata, cosa que Hermione aún tardaba en captar. Lo único que le seguía intrigando era que el pelirojo aseguraba que tan sólo había estado jugando ajedrez con Lucius Malfoy. Un juego que por cierto aún ninguno terminaba. Por suerte, apenas llegar a la mesa, la discusión quedó terminada o al menos relegada a un segundo plano a favor de saludar a los presentes.

Lucius llegó unos minutos más tarde, seguido por Severus que parecía un poco cansado. Cuando Draco quiso indagar al respecto recibió un seco… "Pregúntale a tu padre." Harry contuvo la sonrisa que la declaración le provocaba mientras Draco enrojecía súbitamente, especialmente cuando Lucius añadió a la imagen que la frase invocaba una buena dosis de imaginación al darle una mirada predadora al maestro de pociones. Severus se limitó a darle un resoplido cansado y molesto.

Hablaron y conversaron, poniéndose al día mientras esperaban que llegara el invitado principal y su compañero. Pero la llegada no ocurrió hasta la hora en punto cuando dos hombres de sereno aspecto hicieron su entrada con elegancia.

"¡Tom!" Exclamó Pansy con alegría al verle. "Blay, bebé… ¿Cómo has estado?" Los besos y los saludos tardaron un tanto en satisfacerse antes que ambos hombres lograran ocupar sus lugares a la mesa.

Al ver que todos los invitados estaban en sus lugares los mozos del restaurante comenzaron a servir. Tom arqueó una ceja en dirección a Draco al notar lo que servían y el rubio le dio una breve sonrisa y una inclinación de cabeza con la cual confirmó sus sospechas de quién había organizado su cumpleaños número siete. El año anterior Pansy se había tomado la confianza de organizar el evento y así, cada año, uno de los que había estado presente aquel día, excepto Dumbledore, se tomaba la tarea de organizar el evento.

Aún le costaba entender pero cada año que pasaba lo podía ver mejor. Verlos crecer, verlos madurar frente a sus ojos y aprender él mismo lo que significaba tener amigos era suficiente razón para celebrar.

Ron y Hermione encontraron una nueva razón para discutir sus teorías cuando Severus tuvo la imprudencia de preguntar por sus más recientes avances. Lucius no dejaba de darla apreciativas miradas al moreno cada vez que se adentraba más en la discusión. El hecho de que lo hiciera cuando el maestro de pociones no lo veía decía a las claras que lo hacía por necesidad y no por impresionar o provocar al hombre.

Pansy charlaba animadamente con Draco mientras Gregory y Vincent a cada lado de ella comían como si no existiera nadie más. Pero de a ratos, una mirada cómplice entre ambos se escapaba y parecían sonreír. La sonrisa y el intercambio intrigaron a Tom hasta que notó que se producían cada vez que Pansy acariciaba su vientre de forma distraída.

Gemelos, había dicho la mujer cuando lo anunció. En un principio todos preguntaron quién era el padre y la entonces rubia había contestado con una sonrisa maliciosa. Todos habían hecho sus apuestas pero ni Gregory ni Vincent parecían molestarse. Por alguna razón Tom presentía que ambos serían padres. En sus estudios de magia y artes oscuras nunca había encontrado un hechizo que permitiera a dos hombres ser padres de una misma criatura cuando en el proceso estaba involucrada una tercera persona. Pero eran gemelos. ¿Sería posible que las criaturas tuvieran padres diferentes estando en el mismo vientre al mismo tiempo?

Ah, pero estaba hablando de tres Slytherin y una de ellos era Pansy Parkinson. Si había una forma, seguro ella la había encontrado. Cuando los ojos de Vince y Greg se clavaron en los suyos supo que había estado observando demasiado. Levantó su copa levemente en dirección de ambos a modo de felicitaciones y sus teorías fueron confirmadas cuando recibió gemelas sonrisas de malicia y felicidad conjugada.

Desvió su atención al sentir los dedos de Blaise acariciar su muslo. Ah, su compañero.

Desde que terminaran la escuela o mejor dicho, desde que el resto del grupo terminara la escuela ya que él había sido dispensado por conservar los conocimientos necesarios, Blaise había estado a su lado. Harry no se había molestado en lo absoluto cuando el moreno de largos cabellos se había presentado en la casa ese primer verano.

Harry y Tom habían comenzado viviendo juntos en una casa que el ojiverde había comprado para ambos. En un principio la necesidad de permanecer juntos todavía les era imperiosa, todavía no se acostumbraban a estar cada quien por su lado. Esa necesidad de permanecer juntos el mayor tiempo posible había provocado extraños encuentros cuando Draco venía a visitar a Harry que era casi todo el tiempo. Blaise parecía no molestarse cuando el ojiverde y su amigo comenzaban a retozar justo a su lado e incluso llegaban al extremo de comenzar a hacerse el amor.

En un principio Tom se había mostrado mortificado. Si bien había estado en el cuerpo de Harry las primeras veces que Draco y él habían hecho el amor… eso no significaba que los hubiera estado viendo. En esas ocasiones Harry siempre se había encargado de cerrar su acceso al mundo exterior. Ahora simplemente parecía que Harry lo había olvidado.

Casi todas las veces Blaise había logrado alejar sus pensamientos de ese camino cuando eso sucedía pero la necesidad de privacidad iba en aumento con el tiempo. No sólo la de Harry sino la suya. El arribo de sus i papeles /i por parte de Albus fue suficiente motivación para buscar su propio camino. En un principio buscó un lugar cerca de Harry pero cuando decidió mudarse más lejos fue que comenzó a notar que lo seguían.

Esos primeros años de separación sabía que había estado vigilado muy de cerca por los miembros de la Orden del Fénix. El mismo Dumbledore lo había estado visitando casi tres veces al mes, incluso más y aunque su rostro mostraba una sonrisa, sus ojos denotaban obvia preocupación.

Sin embargo, el verdadero caos se había desatado cuando Tom anunció que él y Blaise habían sido aceptados en el cuerpo de aurores para comenzar entrenamiento básico. Claro que… casualmente el entrenamiento había comenzado bajo la implacable mano de Kingsley Shacklebolt pero a Tom no le había molestado en lo absoluto. Se había sometido a todos los requerimientos que el auror había solicitado y al final… luego de haber aguantado casi cinco años de luchas y desconfianzas finalmente comenzaba a sentir que le estaban aflojando el collar.

Su mentor, Shacklebolt, aunque seguía dándole aquellas miradas imposibles de descifrar, le había permitido un poco más de movimiento, un poco más de libertad y eso, a su modo de ver, era más que un voto de confianza en su beneficio. Lo único que lamentaba era que aún no confiaran lo suficiente para permitirle ingresar al Departamento de Misterios, lugar al que aspiraba pues precisamente allí se hallaba una de sus creaciones, el Velo.

No que tuviera intenciones de develar sus misterios… eso, combinado con una posible revelación de su secreto sólo atraería la atención sobre su persona y probablemente comenzaría una investigación cuyos resultados no podría ocultar por mucho tiempo. Hasta el momento la Orden del Fénix se había encargado de i ayudarle /i en ese sentido pero no iba a ponerlos en apuros sólo para su propio beneficio. Una vida de oscuridad había sido más que suficiente en lo que a él concernía.

Pero su curiosidad innata, su calidad de estudiante no sólo de la magia, sino durante sus años en busca de poder, se habían quedado grabados indeleblemente en su carácter. Quería explorar, investigar, abrir misterios y descifrarlos.

Blaise estaba siempre a su lado, apoyándolo aunque muchas veces fuera un apoyo silencioso. Blaise era seductor por naturaleza, encima de eso le fascinaba parlotear, pero cuando sus ojos color almendra se posaban en los rojizos de Tom las palabras sobraban. El moreno había nacido para pertenecerle, de eso estuvo seguro desde el momento en que tuvo un cuerpo nuevamente. Ahora esa certeza podía inferirla del amor que sentía por él.

Lo amaba, nunca antes había amado, sólo podía compararlo a lo que había sentido en el cuerpo de Harry. Y Blaise lo amaba de vuelta. Lo había sentido en la forma tan cuidadosa y gentil en que había reintroducido su cuerpo y su mente al mundo presente. Lo había tratado de una forma que Tom no había estado seguro de poder devolver y lo mejor de todo… era por decisión propia.

Desde antes de abandonar Hogwarts Tom había decidido que su vida como Lord tenía que acabar allí. Nunca más ninguno de los dos mencionó su pasado como Lord Voldemort. Aunque los demás aún lo tenían presente, entre ellos dos ese pasado había dejado de existir y nunca más ocuparía siguiera un segundo de sus pensamientos.

El cumpleaños siguió su curso. La primera en excusarse fue Pansy que seguida de sus dos compañeros y portando una sonrisa maliciosa comentó que su espalda la estaba i matando /i .

Los últimos en despedirse fueron Draco y Harry. El moreno finalmente había encontrado el valor suficiente para envolverlo en un abrazo y darle un beso en la mejilla. "Te he extrañado mucho."

"¿Finalmente le has permitido pensar el tiempo suficiente para acordarse de mi?" Preguntó Tom a Draco con una ceja arqueada.

"Harry siempre piensa en ti. Eso me hace sentir un tanto celoso." Comentó el rubio en el mismo tono juguetón. "¿Los veremos en la fiesta de Brujas?" Blaise asintió con una sonrisa.

"Con el mejor disfraz." Harry se ruborizó levemente y los demás rieron de buen ánimo. Harry nunca había podido superar del todo aquella última fiesta de brujas en Hogwarts.

"Ya lo veremos." Exclamó Draco sujetando a Harry de la cintura y besándole suavemente la sien.

La pareja de aurores se despidió formalmente dejando a Harry y a Draco en agradable compañía.

"Parece que están felices." Murmuró Harry recostado levemente del hombro de Draco.

"Sí." Susurró Draco en su oído. "¿Tú estás feliz?"

"Sabes perfectamente que lo estoy." Respondió el moreno enderezándose y mirando al rubio con intensidad. "Sabes que lo soy."

"Entonces brindemos." Con un conservador movimiento de varita Draco hizo aparecer una botella sobre la mesa que hizo que los ojos de Harry se iluminaran.

"¿Es lo que pienso que es?" Draco sonrió con picardía mientras servía dos copas de Ambrosia de Melocotón.

"Dos para mi, una para ti." La sensualidad en la voz del rubio hizo que Harry se estremeciera. Cuando volvió a hablar su voz era un ronco suspiro.

"No… una y una." Draco asintió complacido.

"Una y una. Nos la merecemos." El rubio tocó su copa con la de Harry. "Por nosotros." Bebieron con lentitud, mirándose a los ojos y sonriendo embelesados.


Horas más tarde en la antigua pero bien conservada mansión Malfoy.

"¿Lucius, qué se supone que haces?" Gruñó Severus al sentir cómo el rubio serpenteaba encima de su cuerpo pillándolo contra la cama.

"¿No lo sientes, Sev? Tu señor se olvidó nuevamente de cerrar la conexión." Susurró en su oído su amante mientras rodaba sus caderas con un sensual erotismo que Severus no pudo ignorar.

"Maldito bastardo." Suspiró al fin entregándose a las manos expertas.


Gracias por leer. Este es el final de esta historia.