Disclaimer; los personajes aquí mencionados y reconocidos en otros sitios pertenecen a JK Rowling y respectivos socios comerciales.

Advertencias; A este capítulo me parece que ha quedado claro que es un fic alternativo, con spoilers y que tiene SLASH (relaciones entre hombres, en este caso magos) Si algo de esto te incomoda u ofende, por favor no continúes. Gracias por leer las advertencias.

Cursivas: son pensamientos o voces del recuerdo

Amanecer (Preludio III)

Dentro de unos momentos el sol saldría, el nuevo día empezaría.

Cerró el libro de magia negra, ya estaba cansada de leer en latín. El ejemplar era realmente atrayente, tenía conjuros que habían sido olvidados del mundo mágico, claro que con razón, después de todo trataba de poderes oscuros y relatos sumamente interesantes para su nueva misión.

- Vamos a ver si mi dragón encontró el antídoto- dijo a la fotografía cuyos retratados dormían, no pudo evitar sonreír al verlos, allí estaban las dos personas que más quiso en su juventud hasta que llegó su pequeño. Cuando llegó Draco fueron tres personas las que quería de verdad, pero al poco tiempo una se fue, otra desapareció quedándole solo su pequeño. Pero ahora había regresado otra vez, tal vez la perdonaría.

La mujer se levantó, por muy cansada que estuviera nunca permitiría que nadie se diera cuenta de su agotamiento. Ni siquiera en su casa podía relajarse, si te acostumbras a ser tu misma te resulta más difícil luego fingir ante todo el mundo, ante ti misma.

Con paso suave pero seguro se dirigió a los aposentos de su hijo, abrió la puerta y lo encontró en la habitación contigua al dormitorio. Estaba dormido sobre su mesa de trabajo, el desorden era evidente. Los papeles estaban esparcidos por la mesa, algunos estaba arrugados, incluso rotos. Tubos de ensayo habían caído rompiéndose contra el suelo.

La madre sonrió al ver el frasco que estaba entre las manos del joven mago, era transparente y quedaban restos de una sustancia verde oscuro. Con sumo cuidado lo cogió entre las manos y lo llevó a su nariz aspirando la aroma. Sonrió satisfecha.

- Muy bien Draco. Estoy orgullosa de ti.

Con un hechizo de levitación, llevó a su hijo a la cama donde lo arropó. Antes de marcharse le apartó de la frente sus mechones rubio platino, tenía el cabello de su padre y le dio un beso. Draco dormiría todo el día y noche. Ahora podía irse a descansar ella también. Ya se preocuparía de todo después de dormir. Ya sé ocuparía de todo más tarde.


Antes de abrir los ojos el animago buscó con su mano sobre las sábanas, al notar que no había nadie a su lado, abrió los ojos, vio una figura sentada en la mecedora. Remus, quien se mecía suavemente sin hacer ruido alguno al moverse, tenía la mirada fija en la puerta, pero por la expresión de su rostro no parecía que viera la salida de la habitación sino otra cosa que estaba solamente en su mente, al mismo tiempo que le llegaba una melodía. Se frotó los ojos, pudiendo ver como los labios carnosos se movían. Estaba cantando, era una nana, era lo único que le había oído cantar en toda su vida. Sólo lo hacía cuando estaba muy preocupado o asustado, claro que esto último no lo reconocería nunca.

-Remus- llamó el prófugo. No hubo respuesta pero estaba seguro que le había oído- ¿Aún no me has preguntado cómo es que estoy vivo?

- Era una posibilidad.- el hombre que sentado en la cama lo miró confundido.- Conocía la leyenda del Velo, de aquellos que no mueren- volteó para mirarle- Aunque no creía posible que tú fueras unos de ellos, hasta que alguien me lo confirmó- era el momento de hablar de decir todo aquello que jamás se había atrevido a contar- Sirius...

- Pues yo no lo sabía. Me encontré con un una especie de encapuchado que me ayudó a regresar- dijo interrumpiendo al licántropo - Me dijo que para poder regresar debía pensar en un ser querido, así lo hice, encontrándome en un abrir y cerrar de ojos en la habitación de Harry, en aquella casa que el chico odia. Yo quería asegurarme que estaba bien.- bajo la cabeza como un niño que había dicho algo que no debía- Lo siento Remus.

- ¿Por qué?- preguntó el hombre joven, sabiendo de antemano la respuesta, seguía siendo en cierta manera el Sirius Black que él conocía. Su pareja no había cambiado en algunas cosas, a pesar de Azkaban.

- Debía haber pensado en ti.

- No, primero está Harry y su seguridad, luego está todo lo demás. Ya lo hemos hablado muchas veces - le dedicó una de sus sonrisas- Además yo ya sé cuidarme solito, no necesitó de ningún príncipe que me rescate.

El animago sonrió ante el comentario. Se había sentido culpable por haber pensado antes en Harry que en Remus. Pero como había dicho muchas veces su ahijado es prioritario, sobretodo ahora con Voldemort, más vivo que muerto y extremadamente furioso, pues los recientes acontecimientos había desbarajustado sus planes. El Ministerio sabiendo de su regreso y la mayoría de los mortífagos en la prisión de Azkaban. Como había dicho Dumbledore no era el momento de bajar la guardia, seguía siendo más peligroso que antes.

El antiguo Profesor de Defensa de las Artes Oscuras, se levantó de la mecedora para sentarse en la cama junto al animago.

- Sirius, yo tengo que decirte... - pero por segunda vez el hablante era interrumpido por su oyente, quien había atrapado su rostro entre ambas manos para besarle en los labios.

- No me digas nada, déjame sentirte de nuevo- dijo acarícienlo con el pulgar de su mano los labios que acababa de probar, a pesar del tiempo los labios de Remus seguían siendo suaves y carnosos, como cuando eran jóvenes.

- Pero, yo debo hablarte- un beso más- Contarte- otro beso y unas manos que bajaban de su cuello para desabrochar la camisa del pijama del licántropo- es...es import...- un beso más demandante y una camisa que yacía en el suelo dejaron sin palabras al hombre con el pelo entrecanado.

- Luego- dijo recostando a su amante en la amplia cama - Quiero sentirme vivo.

- Claro ¿Y qué mejor manera que esta?- dijo el licántropo mientras reía al ver como su no difunto amante se apresuraba en librarse de la ropa de ambos. Tal vez no era tan mala idea, ya hablaría con él más tarde.

- Definitivamente estas demasiado delgado- dijo el animago al contemplar el cuerpo pálido con marcas de cicatrices pasadas. - No comes como debes.

- Últimamente no he tenido mucha hambre- su voz sonaba un poco apagada.

- Ahora que he vuelto vas a necesitar más energías- dijo con una sonrisa maliciosa, al mismo tiempo que se inclinaba sobre el cuerpo bajo él para darle besos húmedos por el cuello blanco.

- Necesitas un corte de pelo- mientras el licántropo enredaba sus finas manos en el pelo negro, largo y algo enmarañado.

El hombre de cabellos oscuros demandó la boca que siempre tenía un sabor dulce y encontrarse con esa lengua juguetona y flexible. Acarició suavemente los labios carnosos, solicitaba que aquella cavidad se abriera. Se le concedió el permiso y las lenguas se encontraron, y jugaron, para separarse nuevamente.

El animago miró a los orbes doradas que en estos momentos ya no parecían tan tristes, aunque Remus sonriera no era la sonrisa de antaño ¿dónde estaba aquella sonrisa que hizo que se enamorara como un loco de su amigo y compañero? Sabía que la respuesta era que el dolor, la tristeza, la soledad y las mentiras, la habían borrado lentamente. El licántropo sonreía pero no con aquella de su época de estudiante. Por Merlín como desearía que todo pudiera ser como antes.

- ¿Se puede saber qué estas mirando?- pregunto el cuerpo bajo el suyo, que daba con sus manos recorría la espalda de Sirius.

- A ti. Sigues siendo el más hermoso de todos- al oírlo Remus se echo a reír.

- Ha pasado mucho tiempo- dijo atrayendo el rostro del prófugo al suyo para besarle apasionadamente, agradeciendo el cumplido.

¡Qué maravilla de lengua! Pensaba Sirius, recordaba como a los dieciséis años todos habían hecho un juego de quien era el mejor besando. Remus los dejó de piedra cuando hizo aparecer dos cerezas unidas por el tallo, su futuro novio las cogió del tallo se las metió en la boca para sacar los dos hueso y los dos tallos anudados, sin haberlos separado. El licántropo sonreía "Dejar vuestra imaginación volar y os sabréis como beso" La expresión de todos fue de sorpresa. Peter diciendo ¿Cómo...cómo lo...ha hecho?. James mirando con los ojos demasiado abiertos y susurrando Tienes que enseñarme a hacer eso, Remus. La novia de Frank parpadeaba y se mojaba los labios, mientras que Frank sonreía "A partir de ahora te llamaremos, lengua flexible". Y yo imaginando como debía ser un beso tuyo. Unos meses más tarde lo comprobé, fue el mejor beso de mi vida y pensar que se lo hacías a esa serpiente.

Pronto las manos grandes del animago comenzaron a recorrer al figura que era la de su persona amada, sin dejar de besarse. Sentía las manos finas de Remus masajear su nuca, mientras que la otra exploraba toda la extensión de la amplia espalda. Al tiempo que las piernas del licántropo se separaban para que su amante se acomodara mejor.

- Mi Remus, únicamente eres mío. Nadie me apartará de ti- dijo Sirius con mirada lujuriosa, para atacar nuevamente en el cuello. Mataré áquel que lo intente.


En el Ministerio de Magia ya no existían horarios, había movimiento todo el tiempo. Las medidas de seguridad se había incrementado de manera que era imposible entrar sin saberlo

- Buenos días Sr. Fudge, hay alguien esperándole en su despacho.- el joven secretario pelirrojo informó al cansado hombre.

- ¿De quién se trata?¿Ha pasado todos los controles mágicos?- preguntó molesto el Ministro de Magia, no le agradaba la idea de tener visitas no esperadas a horas tan tempranas.

- Es el Sr. Volhov, del Consejo Mágico de Rusia. Ha pasado todos los controles señor.

- ¿Volhov está aquí? Weasley que no me interrumpa nadie hasta que se haya marchado el ruso- se dirigió hacia la puerta de su despacho- Aunque se trate de asuntos de quien tu ya sabes.

El secretario se marchó hacia su mesa, volviendo a sus pergaminos y cartas. Mientras que Cornelius Fudge respiraba profundamente antes de entrar en su despacho, al tocar y girar el pomo de la puerta sonrió de forma convincente. Pronto pudo ver a su visitante para nada esperado.

- Sr. Volhov que grata sorpresa ¿a qué se debe esta visita?- Fudge se dirigió hacia él para estrecharle la mano.

- Ministro lamento no haber enviado ninguna carta informando de mi llegada- dijo el hombre de cabello blanco y semblante soberbio. - Pero no quise peder tiempo con formalidades debido a la gravedad del asunto.

- ¿Gravedad? ¿Ha sucedido algo al consejo mágico?- dijo el mago inglés con un gesto de su mano le invitó a sentarse en uno de los sofás de su despacho y con un movimiento de su varita hizo aparecer dos tazas de té humeantes.

- No, nosotros estamos bien. Nos preocupamos por ustedes debido a las noticias de que un antiguo mago tenebrosos ha vuelto a la vida y aún no nos han comunicado que piensan hacer.

- Combatirle y vencerle.

- Piensan llevarle a una guardería- ante el comentario el Ministro levantó las cejas y apretó los labios- Todo el mundo sabe que fue un bebé de apenas un año quien venció a Voldemort- Volhov sonrió ante la mirada furiosa de Cornelius Fudge - sólo queremos ayudar, antes de que se les vuelva a escapar de la varita el "problema" y no haya un bebé para salvarles.

- No necesitamos de su ayuda- recuperando una expresión más neutral en su rostro - En esta ocasión hemos tomado suficiente medidas mágicas para evitar los terribles acontecimientos de la otra vez. Hemos apresado a la mayoría de sus seguidores y se encuentran en la prisión de máxima seguridad del mundo mágico.

- ¿Está seguro Ministro? Porque a mí me han llegado otras noticias, son un poco distintas a lo que usted acaba de relatarme- hace una pausa para tomar un sorbo de té- Primero el Ministerio de Magia no creyó que Voldemort hubiera regresado hace más de un año, todo aquél que decía algo al respecto era desacreditado. No lo creyeron hasta que estuvo aquí, luchando contra un "viejo loco". No me mire así, es como describían a Albus Dumbledore, que por cierto fue él y unos "amigos" suyos quienes capturaron a los mortífagos. En cuanto a Azkaban ya no es la prisión mágica más segura del mundo, hace unos años hubo una fuga de un mortífago y hace unos meses fueron el resto de los seguidores de Voldemort, sin olvidar que todos los dementores abandonaron la prisión y están libres, sin control alguno- vuelve a tomar un poco más de la bebida caliente, para clavar su ojos en un furioso Fudge.

- Me parecen que están llevando el problema de manera excelente- dijo Volhov con ironía- Por supuesto no olvidemos que ustedes temen pronunciar el nombre de Voldemort, prefieren llamarlo "quien tú ya sabes" o cosas por el estilo. Una cosa es que lo haga la gente pero nunca un Ministro de Magia.

El aludido respiró profundamente un par de veces antes de que su rabia hiciera que echara a patadas al ruso.

- Pero también entendemos que la situación es complicada y usted se encuentra en una posición delicada, no sólo con su gente sino internacionalmente. Por eso hemos venido a ofrecer nuestra ayuda en todo aquello que crea conveniente.- la seriedad del rostro fue sustituida por una sonrisa amable - Desgraciadamente tenemos experiencia en estos temas.

- Si todo el mundo sabe que han sido ustedes quienes más magos oscuros han dado a la comunidad internacional. No nos olvidemos de Rastatian que mató a la mitad de su Consejo Mágico de Rusia hace más de 75 años, provocando una ola de muerte entre magos y muggles no sólo en su país. - dijo el Ministro de Magia con una leve mueca.

- Por eso somos los mejores en solucionar este tipo de problemas. Aunque el suyo es peor de lo que esperábamos, al menos Rastatian estaba sólo.

- Agradezco su ayuda, pero nos bastamos nosotros solos. Contamos con la ayuda de uno de los mejores magos de todos los tiempos- el Sr. Fudge hizo como se levantaba, una forma de dar a entender que la conversación había terminado.

- Además su problema tiene un especial interés en un joven mago que ahora está cursando sus estudios en Hogwarts - continúo hablando el hombre de cabellos blancos y rostro sin apenas arrugas, quien no se movía de su sitio, ni tenía intención de hacerlo.

- ¿Adónde quiere llegar?- preguntó intrigado Fudge.

- He oído que hay una plaza vacante en el profesorado.


Apenas había dormido un par de horas, el profesor de pociones se paseaba por las mazmorras, viendo que los cambios no eran tan evidentes como en el exterior del castillo. De hecho todo continuaba igual, salvo por ese pasadizo nuevo que no tenía salida ni puerta alguna.

En una ocasión había oído decir al sombrero que le gustaría ver el castillo como era en sus tiempos de los fundadores de la Escuela. Tal vez ahora el castillo hubiera vuelto su construcción original.

El castillo ya era antiguo cuando cuatro magos decidieron hacer una escuela de la maravilla arquitectónica. En realidad nadie sabía cuando fue su construcción, ni cuantas salas tenía. Pero en una ocasión alguien dijo que el castillo se adaptaba a los tiempos.

La aparición de una muralla más que cercaba lo cercaba, la aparición de una torre sin puerta alguna para acceder a su interior, habían modificado sustancialmente la arquitectura de la construcción. Pero seguía manteniendo su equilibrio arquitectónico.

- Buenos días, Severus- saludó amablemente la profesora de transfiguraciones- Has notado algún cambio más.

- Buenos días. No hay nada nuevo- contesto brevemente- De momento.

Al llegar al Gran Salón, se sintieron aliviados de que todo, siguiera igual. Pero pronto vieron al Sr. Flinch dirigirse a ellos.

- El Director me ha pedido que les diga que el desayuno se hará en la nueva sala de profesores- dijo el antipático conserje- Espero que alguien me diga si el castillo piensa cambiar en algo más. La sala es la puerta al lado de la entrada del despacho de Dumbledore.

Si no fuera porque al abrir los ojos recordaba que estaba en Azkaban, crearía que estaba en su dormitorio por lo agradable que era la cama, debía agradecérselo a su esposa. El oro siempre les servía para comprar lo necesario y obtener aquello que deseaban.

- Mentira, no tengo todo lo que deseo, me faltan aquello que anhelo desde hace tanto tiempo. Me falta lo que él me prometió- dijo levantándose de la mullida cama. Acarició donde tenía la marca de su señor- Puedo esperar un poco más.

Sí, Lucius Malfoy creía en el mundo donde sólo valiesen los sangre limpia. Pero había algo que no estaba de acuerdo y era doblar su rodilla ante alguien. Él era eso un sirviente, sabía que no tenía ninguna oportunidad de enfrentarse a lord Voldemort, tenía demasiado poder. Por eso aguantaba y hacía todo lo que quería el señor tenebroso. Y También que a su lado conseguiría aquello que deseaba, a quien deseara.

En su mente estaba ocultó el nombre y el rostro de su persona amada, tan sólo él sabía quien era. Bueno su mujer lo sabía, al igual que su señor, ambos además le apoyaban. No amaba a su mujer, ni ella a él. Pero ante todo eran amigos, amantes, padres y en ocasiones confidentes. Tenían ideas muy parecidas, aunque los ideales difería un poco, pero estas diferencias eran sutiles y salvables.

- Falta menos para mi momento. Recuperaré lo que me pertenece.


Llevaba un rato caminando por los pasadizos oscuros. No recordaba porque estaba allí, ni como había llegado, sólo sabía que tenía que seguir caminando hacia aquella luz. Al llegar a la sala iluminada vio como una niña le daba la espalda, estaba de pie, su melena castaña clara le llegaba a la cintura, que hacía contraste con su túnica negra.

La luz que iluminaba la sala le deslumbraba un poco, sus ojos aún no se habían habituado a la claridad. Pues en los pasadizos de los que provenía apenas había iluminación alguna.

La niña se volvió, todavía no la veía muy bien, de hecho comenzaba a ver borroso. Ella le sonrió, que sonrisa más bonita y le ofrecía algo rectangular envuelto.

- ¡Feliz Cumpleaños!- dijo la chiquilla.

No podía acercarse más algo le estaba sujetando y zarandeando. Todo comenzó a verse más borroso y la niña iba desapareciendo. Él no quería que se fuera.

- ¡Harry despierta, es tarde! Mi madre debe estar a punto de que venga a decirnos que el desayuno está listo. Y yo tengo mucha hambre.- decía alguien que le zarandeaba.

- ¿Ron?- preguntó confundido el joven héroe.

- ¡Por fin, ya era hora! Hace cinco minutos que te estoy llamando para que despiertes- decía su amigo que ya estaba vestido.

- Estaba soñando.

- ¿Con él que no debe nombrarse?- preguntó con temor- ¿Quieres que avisé a alguien?

- No soñaba con Voldemort- se mordió el labio cuando notó el estremecimiento en su mejor amigo- Soñaba con una niña, una niña con sonrisa hermosa.- miró a su amigo- ¿qué miras?

- No me digas que te gusta alguien- bromeó Ron, con una sonrisita.

- Por favor, no me vengas con eso.- dijo tirándole el almohadón.- Mi vida amorosa es una asco. Además parecía muy pequeña de unos once años o doce.

- Se me olvidaba que eres una adulto- comentó con ironía.- Vístete y bajemos a desayunar.

Harry se vistió rápido. Ambos salieron de su habitación dirigiéndose a la cocina, donde encontró a la señora Weasley haciendo huevos y beicon. Vio a Ginny y Hermione charlando animadamente y al verle le saludaron. La cocina estaba tranquila lo que significaba que los gemelos debían estar durmiendo. Al fondo de la mezo vio Fletcher saludándole con la petaca.

Se sentó al lado del sitio que ocupaba normalmente Sirius, pero este todavía no había bajado, seguramente dormiría. Ron que nada más sentarse se puso a comer una tostada demandando a su madre por los huevos. La puerta se abrió, se volteó para mirar quien era. Sirius y muy sonriente.

- Buenos días a todo el mundo- dijo el animago- ¿Cómo has dormido Harry?- se acercó sentándose junto a él.

- Alguien ha tenido una buena noche- murmuró Mundungus, pero lo suficientemente alto para que todo el mundo le oyera.

- Estar vivo es suficiente para estar aquí. Además de tener a mi ahijado cerca.

- Lo que tu digas. Y la vida te ha puesto esta estúpida sonrisa que se tiene cuando... -pero no pudo terminar su frase pues la Sra. Weasley le había dado una colleja.- ¡Molly!-se quejó el mago de dudable reputación.

- ¿Qué queréis para desayunar vosotros dos?- preguntó Molly a padrino y ahijado.

- Las tostadas ya están bien - dijo Harry cogiendo unas cuantas.

- Yo quiero, huevos y beicon, por favor- dijo un todavía sonriente Sirius.

La puerta se volvió abrir esta vez era el ex profesor Lupin, con algo de ojeras, sentó al lado de Sirius.

- Buenos días a todo el mundo- todos le devolvieron el saludo.

- ¿Qué tal la noche? - dijo Mundungus protegiéndose de otra posible colleja de la Sra. Weasley.

- Sólo he dormido unas horas, tenía papeleo que hacer- su rostro no dejaba reflejar nada.- ¿Y tu Mundungus?

- Sólo y aburrido.

El hombre se giró hacia su izquierda para encontrarse con unos ojos grises que tenían el brillo de una época pasada. Además de esa sonrisa tonta que tenía cada vez que hacían lo que acababan de hacer. James en su séptimo año siempre sabía como era su vida sexual gracias a esa sonrisa tonta que decía "Estoy en el cielo por hacer el amor con mi Moony", así era como la llamaba Prongs.

Remus sintió sus mejillas un poco caliente o no se estaba sonrojando y lo hizo más cuando Mundungus lo miraba fijamente. Respiró profundamente y controlo el sonrojo. Vio la taza de té que le había puesto Molly enseguida que se había sentado y tomo un sorbo. Entonces recordó, la conversación de la noche anterior y la alegría comenzó a evaporarse.


Nota de la autora; De ahora en adelante la historia será más rápida, me refiero al tiempo en que transcurren los hechos, no pensaba poner este capitulo pero lo encontré necesario. Antes de que alguien me pregunte sobre Volhov, sólo puedo decir que no es un personaje nuevo. En cuanto a los otros fics, cuándo las musas quieran.

Katie-Soul-Sieth; primero muchas gracias por responder a las preguntas, así que ahora podré realizar algunos cambios en mis historias, claro cuando las tenga lista. Como ves no le ha pasado nada a Draco, está bien. Hogwarts tienen "vida propia" sabe que vienen tiempos muy pero que muy malos. Me alegró que te guste Narcisa a medida de la historia se sabrán muchas cosas. La relación Sirius-Remus no te preocupes que hasta ahora apenas hay algo y te aseguró que va haber mucho.

Muchas gracias por leer. Si tienes tiempo y ganas puedes dejar algún comentario, gracias.