LA APUESTA

Y aquí el primer fic que publico de Harry Potter. Y digo el primero que publico porque tengo empezado uno de Sirius y Remus, pero todavía tengo mis dudas sobre si publicarlo o no, ya veré.

De todas formas aclarar que el fic, claro está, va a ser slash, y que más adelante habrá algún capítulo con lemon, así que a quien le desagrade el género, ya está saliendo de aquí, porque sobre eso sí que no acepto críticas.

Uyyy, que borde sonó eso...pero yo soy un encanto que conste

Y antes de que se me olvide casualmente(siiiii....) nada de Harry Potter me pertenece (bueno, sólo Sirius, y Remus, y Draco, y Severus, y...jooo, vale vale, no me pertenece ninguno...sólo Gary, y David, y Tom[que wapo con el pelo largo nn], y Alan...je je, de esos sí que no me pueden decir nada ) y no gano dinero con esto

A leer se ha dicho

LA APUESTA

Capítulo uno: "La apuesta"

Los tenues rayos de sol que en esos momentos entraban por la ventana de la habitación anunciando la llegada de la mañana, se deslizaron por entre los doseles de su cama hasta acariciar sus párpados. El chico se giró incómodo y cerró fuertemente los ojos intentando de esa manera retener el sueño, pero la insistente luz no le permitió volver al letargo del que disfrutaba hasta hacía unos instantes. Harry se dio por vencido y abrió los ojos pesadamente, sólo para comprobar que la noche anterior había dejado mal cerrados los doseles, provocando que la luz incidiera directamente sobre su rostro. Entonces su vista se dirigió hacia el despertador que había en la mesilla que se encontraba al lado de su cama. Las 6 AM. Y justo ese día que era sábado y podía dormir. Genial.

Suspirando con resignación, Harry se incorporó en la cama mientras se desperazaba, y miró a su alrededor. Las cuatro camas pertenecientes a sus compañeros de cuarto se hallaban cerradas y en silencio. Ellos no se levantarían hasta dentro de dos horas como mínimo. ¿Qué podría hacer él hasta ese momento?

La verdad no le apetecía mucho adelantar alguno de los trabajos que les habían mandado hacer para el fin de semana, y tampoco le apetecía dar una vuelta por el castillo. No quería pasarse el resto del mes castigado si Filch le encontraba por casualidad. Y entonces se decidió. Iría al campo de quidditch a practicar un poco. Seguro que el paseo le despejaba y le relajaba lo suficiente como para olvidarse de la semanita que había tenido.

Harry ya se encontraba en su sexto año en el colegio, y como era lógico, cada año que pasaba era mucho más difícil que el anterior, y cada vez mandaban más tareas, así que él y todos sus compañeros se pasaban la mitad del año en clases y la otra mitad preparándolas.

Procurando no hacer ruido, Harry se levantó con cuidado de no despertar a ninguno de sus compañeros y, cogiendo algo de ropa limpia, se dirigió hacia el baño que se encontraba en la habitación para darse una ducha rápida y mudarse. Una vez listo, no tuvo más que coger la flameante Saeta de Fuego que guardaba en su baúl, y ya estaba listo para volar todo lo que le pidiera el cuerpo.

Una vez en los pasillos, Harry avanzaba alerta a cualquier ruido que pudiese escuchar, dado que no había cogido ni el mapa del merodeador ni la capa de invisibilidad. Y justo cuando ya había llegado a la altura del Gran Comedor y ya se podía divisar la puerta del castillo desde allí, Harry lo escuchó:unos pasos se dirigían hacia allí. Así que sin pensárselo dos veces, se escondió tras una armadura que estaba a su lado, esperando que en cualquier momento apareciesen Filch o la señora Norris para ver quién andaba merodeando por el colegio y rezando por pasar inadvertido. De cualquier forma si era la gata lo único que tendría que hacer era pegarle un buen escobazo.

Pero en vez de eso, una figura apareció por una de las puertas laterales que daban al vestíbulo donde Harry se encontraba escondido, y pasó por delante del muchacho sin prestar siquiera atención al palo de escoba que se divisaba perfectamente desde su posición.

Harry suspiró tranquilo. Por lo menos si ahora aparecía el conserje podía alegar que él no era el único estudiante que andaba a esas horas por el colegio. Porque estaba claro que la persona que acababa de pasar por delante suya era un estudiante. Es más. Debía tratarse de un Ravenclaw, dado que esa puerta del castillo llevaba hacia esa casa. Y sin poder evitarlo, Harry pensó en Cho, e inconscientemente se asomó un poco para ver si podía distinguir quién era el alumno que como él estaba infringiendo las reglas de la escuela. Pero como ya estaba de espaldas a él, lo único que Harry pudo distinguir con claridad a la débil luz que entraba por las ventanas fue un pelo rubio. Y para ser sinceros, un pelo más rubio de lo habitual. Un pelo que le recordaba sospechosamente a...

En su afán por descubrir la identidad del sujeto, Harry no se dio cuenta de que cada vez se iba apoyando más en la herradura, lo que provocó que sin querer tirara su escoba al suelo. Un ruido seco llenó el desierto vestíbulo. Lo suficientemente suave como para no ser oído por alguien que se encontrara en otra sala del castillo, pero lo suficientemente fuerte como para ser escuchado por la otra persona que todavía se encontraba con él.

Harry rápidamente recogió su escoba del suelo, deseando llegar a la salida sin escuchar nada más que sus pasos y su respiración. No quería que ese alguien se dirigiera a él, sobretodo si sus sospechas eran ciertas y se trataba de...

-¿Potter?

Al oír esto, Harry suspiró con resignación y se giró para encontrarse cara a cara con su enemigo jurado

-Malfoy- dijo simplemente

-¿Tan patética es tu vida que te la tienes que pasar espiando a los demás escondido detrás de lo primero que encuentras?

-¿Qué? ¿Pero puede saberse que coño estás diciendo? Me escondí porque creí que eras Filch y...

-Sí, sí, lo que tú digas. No te he pedido que me cuentes tu vida Potter- le contestó el rubio agitando perezosamente la mano.

Harry puso cara de desesperación y se giró para dirigirse de una vez por todas hacia el campo de quidditch, pero Draco no iba a dejar que se escapara tan fácilmente. Bien era cierto que no le interesaba conocer sus actividades, pero también era cierto que una de las cosas que más le gustaba en ese mundo era meterse con el chico que tenía enfrente, y era obvio que su simple presencia era suficiente como para enfadar al muchacho

-¿Así que transgrediendo otra vez las reglas, eh, cara-rajada?

-¿Así que haciendo otra de tus visitas nocturnas, eh, hurón?

Harry cerró la boca tan rápido como terminó de decir esa frase, como si con ese gesto pudiera hacer que se la llevara el viento. Era más que conocida por todos la afición que tenía el rubio frente a él de ir de cama en cama, coleccionando amantes así como otros coleccionaban llaveros, y era obvio que si había salido de la puerta que conducía a la casa de las águilas, no era por otra cosa sino por sumar un nuevo nombre a su larga lista de conquistas. Pero desde luego, eso era algo que a él ni le interesaba ni le importaba en absoluto.

Malfoy, al oír esa frase, abrió un poco los ojos debido a la sorpresa, pero rápidamente los estrechó como evaluando al moreno. ¿Por qué narices sacaba Potter ese tema a colación? Ni que a él le importara la vida sexual del Gryffindor. Además no hacía falta ser muy listo para saber que si alguna vez Harry había vivido en sus propias carnes lo que significaba el tener una vida sexual, había sido con la única novia que había tenido, una tal Cho Chang, con la que había estado saliendo alrededor de seis meses, hasta que el chico se dio cuenta de que ella sólo le quería por su fama. Y Draco sabía esto, claro está, porque ya se había encargado de burlarse de él todo lo que había podido durante el año anterior, cuando había tenido lugar el suceso.

Pero ese no era el caso. El caso era que el mismo Harry parecía sorprendido por lo que acababa de decir, y era una oportunidad demasiado perfecta para meterse con él como para desperdiciarla. Así que con su típica sonrisa Malfoy, volvió a dirigirse hacia el moreno, mientras poco a poco se acercaba a él.

-¿Acaso te importa de lo que hago por las noches, Potter?- preguntó mientras empezaba a acorralar al otro contra una de las paredes, debido a que Harry lo único que atinó a hacer fue a caminar hacia atrás para intentar escapar de Draco. El tono que el rubio había utilizado para pronunciar esa frase le había... ¿asustado? Pero no iba a dejar que el otro se diera cuenta

-Creo que ya estás borracho Malfoy

-¿En serio?- un par de pasos más y Harry ya no tendría oportunidad de escapar- Pues yo creo que tú estás asustado ¿Acaso te asusto, Potter?

Otro paso y otra vez ese tono de voz

-¿Y por qué habría de asustarme de una serpiente venenosa? He tratado con criaturas peores- dijo Harry intentando por todos los medios que no le temblara la voz. ¿Por qué demonios estaba reaccionando así? Ni que nunca hubiera "hablado" con Malfoy.

Por su parte, Draco había conseguido ya su objetivo, y tenía al joven frente a él con la espalda pegada a la pared, y con la respiración visiblemente más agitada de lo normal. ¿Tan fácilmente impresionable era el moreno? Draco sonrió con suficiencia. Ni siquiera el Chico Dorado de Gryffindor, el ojito derecho del director, el que había conseguido vencer a Voldemort de una vez por todas el año anterior, era capaz de resistirse a él. Y la verdad no era para menos.

Draco estaba considerado por muchos el chico más atractivo de Hogwarts, y llamaba la atención tanto de chicas como de chicos por igual. Su cabello rubio platino, sus profundos ojos grises y su cuerpo como mínimo impresionante, sumado a la elegancia y al porte innato de los Malfoy, no dejaba indiferente a nadie. Y si a eso se le añadía el que Draco era el único heredero de una de las familias con más poder y renombre del mundo mágico, no era de extrañar que el chico consiguiera meterse en la cama de quien quisiera. Pero todos sabían que desde el mismo momento en que el rubio conseguía lo que había ido a buscar, podían despedirse de él para siempre. Nadie había conseguido permanecer junto a él más de una noche, y no parecía que la cosa fuese a cambiar.

Y Draco era consciente del poder que ejercía sobre las personas, lo cual le hacía todavía más atractivo.

-¿Por qué no me lo dices tú?- el rostro de Malfoy se había acercado peligrosamente al del otro chico, que no pudo reaccionar ante esto. ¿Por qué demonios no empujaba a Malfoy y se iba de allí de una maldita vez? Pero su cuerpo parecía haber dejado de seguir las órdenes que dictaba su cerebro.

-¿Se te ha comido la lengua el gato?- Draco estaba tan cerca que ambos chicos podían notar la respiración del otro en sus bocas. Y sin siquiera percatarse, Draco se acercó aún más al moreno que parecía haberse convertido en piedra. Unos milímetros más y...

Un ruido en una de las habitaciones del primer piso hizo que ambos recobraran la conciencia de lo que estaban haciendo.

Draco se alejó rápidamente de Harry, y le miró con furia mezclada con ¿confusión?. Pero esos sentimientos fueron sustituídos al instante por su inamovible cara de indiferencia, mientras se giraba para dirigirse hacia el pasillo que conducía, esta vez, hacia su propia casa.

-Lo siento Potter pero soy demasiado para ti- fue todo lo que el moreno escuchó antes de ver cómo Malfoy desaparecía de su vista.

Otro ruido fue escuchado en el mismo sitio del que había procedido el otro, y esta vez fue seguido de un grito

-Maldito Peeves, informaré de esto al director. Me encargaré de que te expulsen de aquí de una vez por todas!!!

Harry viró su rumbo con rapidez y volvió a subir las escaleras por las cuales había bajado anteriormente. Ya no le apetecía volar. Ahora lo único que le apetecía era encerrarse en su cama sin que nadie le molestara para poder pensar en lo que acababa de ocurrir.

Por su parte, un chico rubio que se adentraba cada vez más en las mazmorras maldecía por lo bajo. ¿Qué demonios había pasado? Mejor dicho ¿Qué demonios LE había pasado? Se había acercado a Potter con la intención de gastarle una broma e intimidarle un poco, sabiendo de sobra lo vergonzoso que era el moreno. Pero cuando se había encontrado tan cerca del Gryffindor, observando de cerca esos ojos verdes de los que podían tener envidia las mismísimas esmeraldas, sintiendo el calor que emanaba el cuerpo del otro, aspirando el aroma a ¿vainilla? que desprendía...no había podido reaccionar. Y casi le había besado, lo cual no había sido ni mucho menos su primera intención.

Aún así, Draco tenía que reconocer que Harry no estaba nada mal. En los cinco años que llevaba con él, Draco había visto cómo el endeble y pequeñajo chico que había conocido aquella vez en la tienda de túnicas del Callejón Diagon, se transformaba hasta convertirse en uno de los chicos más atractivos que el rubio hubiera conocido nunca. El cuerpo de Harry había dado un giro de 180 grados debido a los duros entrenamientos a los que el chico había tenido que someterse para prepararse para la lucha (a la que finalmente había tenido que enfrentarse el año anterior), consiguiendo que no tuviera nada que envidiar al suyo propio. Había sustituido sus viejas lentes por unas de contacto que dejaban al descubierto sus hermosos ojos, y ya no vestía las holgadas y viejas ropas que antaño pertenecieran a su primo. Draco sospechaba que eso era debido a que Harry se había trasladado a vivir con su padrino una vez demostrada su inocencia, y éste, que podía presumir de dinero como el que más, se había encargado de que a su ahijado no le faltara de nada. Si a eso se le añadía la inocencia que el moreno parecía desprender a pesar de su madurez y su carácter siempre alegre (menos cuando se dirigía a él, claro está), no era de extrañar que el chico fuese uno de los más admirados y deseados del colegio. Y lo mejor de todo era que Harry parecía inconsciente de las pasiones que despertaba, y eso lo hacía más irresistible todavía.

De todas formas, seguía existiendo ese pequeño inconveniente por el cual Draco aún no se lo había llevado a la cama para conseguir que perdiera toda la inocencia que le quedaba de un plumazo. Era Harry Potter, y eso no iba a cambiar.

Sumergido en esos pensamientos, Draco había llegado ya a la entrada secreta que conectaba directamente con su sala común, así que sin pensarlo dijo la contraseña de esa semana ("Salazar") y se dirigió a su habitación. En momentos como ese daba gracias de que las habitaciones de Slytherin fuesen individuales, porque ahora lo que necesitaba era descansar sin interrupciones. Había tenido una noche movidita con una ravenclaw de quinto año, y necesitaba dormir lo suficiente como para que al día siguiente, o mejor dicho, ese día, no se le notara en su perfecto rostro su pequeña escapadita.

Pero sus ilusiones se vinieron abajo cuando al abrir la puerta de su cuarto lo primero que vio fue el rostro de Blaise Zabini con una expresión de enfado. Draco prefirió ignorarlo y dirigiéndose a su cama empezó a desvestirse

-¿Y bien?

-¿Y bien, qué, Blaise? ¿Qué haces aquí?

-Vine a buscarte para el entrenamiento de hoy. Le prometimos a Flint que hoy empezaríamos a entrenar a las siete. La semana que viene tenemos el primer partido de la temporada y nos toca contra Gryffindor...

Draco puso los ojos en blanco y se dirigió al baño dejando al otro con la palabra en la boca. Cuando volvió a salir se encontró con que su amigo todavía seguía all

-¿Quién ha sido esta vez?- preguntó el moreno con una sonrisa olvidando por un momento la razón por la cual había ido all

-Una ravenclaw de quinto- le contestó el rubio pensando que lo mejor era saciar la curiosidad se su amigo para ver si de esta forma conseguía que le dejara tranquilo

-¿Y por qué has tardado tanto?- preguntó el otro ligeramente confuso- no creo que una simple ravenclaw te haya mantenido ocupado tanto tiempo

-Ah, eso...tuve un encuentro con Potter, eso es todo

-¿Con Potter? ¿Y qué hacía Potter a estas horas por ahí?

-Ni lo sé ni me importa- la paciencia del rubio ya se estaba agotando

-Vale, vale, tranquilo. No hace falta que te sulfures Drakie- dijo Blaise imitando por un momento el tono de voz que utilizaba Pansy Parkinson cada vez que hablaba con Draco. La chica era la eterna enamorada del rubio, y nadie la hacía entrar en razón respecto a que no iba a casarse con Malfoy. Seguramente la chica ya tendría pensados incluso el número de hijos que iban a tener y sus nombres. Era tan exasperante que no la aguantaban ni los de su propia casa- ¿y qué tal la noche?

-Psss, como siempre. La verdad ya me estoy cansando de niñatos que no aguantan ni la mitad de lo que deberían. La próxima vez procuraré buscarme a alguien con más experiencia. Tal vez alguien de séptimo...Hay un chico de Hufflepuf que no está mal- dijo más para sí mismo que para Blaise

-Draco, está bien que seas consciente de tu atractivo y eso, pero ¿de verdad crees que eres capaz de conseguir a cualquiera?

Los ojos de Draco centellearon por un momento mientras fijaba su vista en el otro. ¿Blaise dudaba de sus encantos? ¿Precisamente él, que había sido uno de los primeros en meterse en su cama?

-No lo creo. Estoy seguro de ello- la sonrisa Malfoy atacaba de nuevo

-¿Eso quiere decir que si yo ahora escojo a alguien de todo el colegio, eres capaz de tirártelo, sin importar quién sea?

-¿Me estás retando, Zabini?

Bien, eso no era precisamente lo que había pensado, pero tampoco era mala idea.

-¿Te atreves?

-Por favor, no hagas apuestas que sabes de antemano que vas a perder

-Bueno, eso es cosa mía

-¿Lo estás diciendo en serio?- el rubio miró al otro chico, y la sonrisa que el moreno le dirigió fue todo lo que necesitó para saber que el otro hablaba muy en serio.

-100 galeones a que no eres capaz de llevarte a la cama a la persona que yo escoja, digamos antes de...dos meses

Draco meditó las palabras que acababa de decir Blaise. Ciertamente él no necesitaba el dinero, pero sería interesante llevar a cabo la apuesta, que estaba seguro, ganaría.

-Muy bien Zabini- dijo mientras le estrechaba la mano. Ahora ninguno de los dos podría echarse atrás. El orgullo era lo primero -¿Quién será el o la afortunada?

Entonces Blaise volvió a sentarse en el sillón en el que había estado esperando a que Draco volviera. Eso sí que no lo había pensado. Bien, de mano todos los amantes que había tenido el rubio desde que estaba en el colegio estaban descartados, y otra docena de nombres también fue eliminada rápidamente de la lista de posibles candidatos. Había que reconocer que la mitad de Hogwarts incluso pagaría por pasar una noche con su querido amigo, así que tendría que pensar en alguien realmente difícil. Alguien que odiara a Draco. Alguien a quien el rubio no fuera capaz de seducir antes del tiempo límite. Y como en luces de neón, un nombre, la respuesta, apareció en su cabeza, mientras una sonrisa triunfante se formaba en su rostro.

Draco, al ver esto, se preguntó qué estaría tramando el otro, pero la curiosidad le pudo

- ¿Qué tramas Zabini?

-Nada, nada, sencillamente creo que ya encontré a la persona más indicada para la apuesta

-Bien, cuanto antes me lo digas antes acabaremos con esto- dijo el rubio con una sonrisa de suficiencia

-De acuerdo. Tú lo has querido- dijo el chico disfrutando del momento- Por cierto, ¿qué tal tu encuentro con Potter?

-¿Mi encuentro con Potter? Y a qué viene eso ahora. ¿Quieres decirme de una vez a quién se supone que tengo que...?- antes de terminar la frase, una idea empezó a formarse en su cabeza. Pero no podía ser. Blaise no...

-No serías capaz- acusó el rubio más que preguntó. Su amigo no podía ser tan sumamente...Slytherin

-Bueno, siempre puedes ir buscando los 100 galeones. Todavía me da tiempo a ir a dejarlos a mi habitación antes de bajar a desayunar

Draco no podía creérselo. ¿Quién demonios le había mandado meterse en ese embrollo? Pero si Blaise creía que iba a rendirse, estaba muy equivocado.

-Muy bien Blaise- dijo con una sonrisa mientras miraba la reacción del otro muchacho, quien se sorprendió un poco, pero que le devolvió la sonrisa.

-De acuerdo entonces, Draco. Tenemos una apuesta- y tras decir esto el moreno salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí, y dejando a solas al rubio con sus pensamientos.

Éste por fin pudo tumbarse en la cama, y repasar los acontecimientos que le habían sucedido en la última hora. Primero el encuentro con Potter y que casi acababa en un beso. Y ahora esto. Curioso que sólo unos minutos antes estuviera pensando en que precisamente Harry sería el último que se acercaría a su cama. Draco tenía una reputación que mantener. Pero bien pensado, esa reputación no se vería afectada si conseguía seducir al mismísimo Harry Potter, vencedor de Voldemort, dueño de una inmensa fortuna, considerado uno de los mejores magos del momento y por demás tremendamente atractivo.

Draco sonrió una vez más antes de cerrar los ojos. En toda su vida nunca había perdido una apuesta, y esta vez no sería la excepción.

Continuará...

Bueno, y aquí el primer capítulo del fic. Y no os enfadéis por lo de mi pequeña introducción que era broma. Hay chicos para todas

Y ya sabéis que cualquier duda, comentario, sugerencia o lo que se os ocurra, no tenéis más que enviarme reviews, a los que responderé encantada. Y cuantos más enviéis pues mejor, que así llega la inspiración nn

Nos vemos en el próximo capítulo.