Bueno aquí otro capítulo más, como bien dicho anteriormente a habido unos pequeños cambios en el fic, que aunque no son de gran naturaleza en el desarrollo de la historia, más adelante se entenderán

CONOCIMIENTOS.

Hermione Granger despertaba de su tranquilo sueño en sus habitaciones de la torre de Gryffindor, era algo normal en ella verla despierta mucho antes que el resto de los alumnos en su casa, pero últimamente parecía más retraída con sus compañeros aunque ni siquiera sus amigos parecían darse cuenta de su comportamiento.

Vistiéndose con el uniforme del colegio, salió de la torre sin ser vista por nadie, algo fácil de hacer ya que los primeros rayos del sol comenzaban a iluminar los terrenos del colegio. Dirigiéndose silenciosamente hacía la cabaña del guardabosques tomó un saco repleto de ratas y roedores que Hagrid dejaba todas las noches en la puerta para que Hermione lo tomara por la mañana.

Con paso raudo se dirigió a gran velocidad a la cueva donde el hipogrifo Buckbeak, la chica que a lo primero se había comportado reacia a cuidar del animal ahora estaba encantada de cuidarlo. Nada más acercarse a la cueva, Buckbeak captó el olor de la chica y salió a darle la bienvenida agitando las alas excitadas. La chica sonriendo levemente le pasó su mano por el pico dándole leves golpecitos.

- Hola Buckbeak, tienes hambre – Le preguntó la chica como si el hipogrifo pudiera entenderle, aunque ni siquiera se molestó en mirarla ya que tenía la cabeza metida en el saco y devoraba todo lo que tenía cerca de su pico.

Una vez hubo acabado Buckbeak de comer, la chica se subió a su lomo y el hipogrifo emprendió su vuelo, era algo que había comenzado a hacer desde hace menos de un mes, siempre alejándose de posibles miradas indiscretas, siempre sobrevolando el bosque prohibido. Cierto era también que a lo primero se había sentido temerosa de volar en Buckbeak, al fin y al cabo la primera vez que lo montó era Harry quien lo guiaba, pero ahora lo encontraba relajante y gratificante, liberando con los vuelos las tensiones acumuladas del día anterior y lista para afrontar otro duro día.

Una vez hubo dejado al hipogrifo en su cueva se dirigió hacia el gran comedor, en donde Ron, Ginny, Neville y Luna (que siempre se unía a ellos en las comidas) estaban desayunando tranquilamente, bueno en el caso de Ron atiborrándose.

- Buenos días chicos – Dijo Hermione sentándose entre Ginny y Luna.

- Buenos días Hermione – Respondió Ron con la boca llena.

- ¿Tienes que hacer eso? – Le preguntó su hermana asqueada por los modales de su hermano – es asqueroso.

- ¿Que planes hay para hoy Hermione? – Dijo Neville después de estar revisando su horario.

- Bueno hoy tenemos reunión con la AH – Dijo la chica después de pensarlo unos segundos.

Flash Back

En el cuarto del requerimiento estaban sentados todos los miembros de la ED que habían decidido continuar este año a espera que Hermione, Ron y Ginny que eran los que se habían encargado de reunir a todos comenzaran a hablar. Echando un rápido vistazo alrededor de sus compañeros, los chicos descubrieron que algunas personas no habían recurrido a la cita, bien porque se habían graduado o bien porque no querían meterse en problemas, tal y como comentaron algunos de sus compañeros de casas.

Por su puesto las hermanas Patil fueron fieles a la cita y acudieron, también los hermanos Creevey, Dean, Seamus, Lavender, Ernie Macmillan,Justin Finch-Fletchley, Hannah Abbott, Susan Bones y Terry Boot. Para satisfacción de Hermione descubrió que ni Cho ni Marieta habían decidido seguir en el club, y para satisfacción de Ron que Michael Corner y Zacharias Smith habían entregado sus galeones el día antes a un compañero de los miembros de la ED que sí participarían, al igual que se les confiscó en el caso de Cho y Marieta sus galeones y los otros galeones (los que estaban en posesión de los alumnos ya graduados) fueron reportados por vía lechuza.

- Bien, hola a un año más – Dijo Hermione levantándose y mirando a sus compañeros de ED - Cómo bien sabéis Harry no asistirá este año a Hogwarts – Dijo Hermione viendo a los miembros del ED ahora lucían caras preocupadas – Pero Harry nos contó que intentaría visitarnos en algunos momentos del curso, aunque no prometió nada.

- ¿Se está escondiendo? – Preguntó en voz alta Ernie.

- De todos los que están aquí Ernie esperaba que fueras uno de los que creyera que Harry no es del tipo de personas que se esconden – Escupió Ron mirando con ferocidad

- Lo siento – Dijo el muchacho en un murmullo tras la intensa mirada del pelirrojo – Es que toda esta situación me pone de los nervios y no pienso con claridad – El pelirrojo miró hacía los demás viendo que muchos le daban la razón a Ernie en este último sentido.

- La cuestión es – Reclamó otra vez la atención Hermione – que el curso pasado Voldemort – escalofríos por los alrededores – entró en el curso pasado en el ministerio y aunque no hizo grandes destrucciones, pensamos que su primer paso al poder será Hogwarts – Todos comenzaron a lanzar susurros nerviosos a la persona que tenían al lado.

- Pero el-que-no-debe-ser-nombrado nunca a atacado Hogwarts, como piensa atacar Hogwarts estando el profesor Dumbledore aquí – Dijo Padma con un susurro que bien denotaba el pánico en su voz

- Dime una cosa Padma – Interrogó Ginny – Crees capaz al profesor Dumbledore de hacer frente a Voldemort y a todos sus mortifagos juntos, sin contar las criaturas oscuras que el lado oscuro están reclutando – Padma abrió la boca para contestar pero lo vio innecesario porque conocía la respuesta

- La cuestión es, que si Voldemort ataca Hogwarts, Dumbledore podría frenarlo a él solo, ¿pero que ocurre con los mortifagos? Por no contar con las criaturas que tenga a su mando – Habló por primera vez Neville sorprendiendo a todos que él lo llamara por su nombre.

- Están los profesores – Dijo Anthony.

- Y claro 20 profesores pueden contra un centenar de mortifagos – Dijo Luna con voz pausada – o incluso con miles, ya que no sabemos cuantos están del lado oscuro.

- ¿Y que proponéis que hagamos? – Dijo Susan – Que nos enfrentemos a mortifagos con hechizos aturdidores y de desarme.

- Con eso no – Dijo Ron con una mirada dura – Pero les haremos frente con lo que sea – Todos vieron en la mirada de Ron una determinación nunca antes vista, más sería porque siempre estuvo a la sombra de Harry y ahora que no estaba él, Ronald Weasley se veía tal como era.

- Entonces – Hermione volvió a recuperar el control de la reunión – Lo que tenemos que hacer para empezar, es buscar gente de confianza, que se una a nosotros y prepararnos para la guerra pues aunque intentemos negarlos la guerra a sido declarada y todos estamos implicados en ella, nos guste o no.

- Creo que deberíamos irnos ya – Dijo Ron mirando su reloj – Se hace tarde.

- Espera – Dijo Ernie poniéndose en pie y dirigiéndose a Hermione – En el curso pasado Harry era quien nos dirigía, al fin y al cabo era quien más se había enfrentando a las artes oscuras – Todos los miraban esperando que dejaran de andarse por las ramas como siempre le gustaba hacer – Hermione tu has propuesto que busquemos más personas de confianza, cosa que veo bien si queremos luchar contra mortifagos.

- Ernie déjate de rodeos – Gruñó Ron

- Si lo que quiero decir, si llegara una batalla, ¿quién nos guiaría? Harry ahora no está con nosotros y creo que alguien debe estar al frente del las tropas – Dijo quitando importancia al gruñido de Ron, viendo que los demás asentían otra vez dándole la razón, Ginny negó con la cabeza al ver el don con las palabras que tenía el Huffelpuff.

- ¿Lo harías tu Ernie? – Preguntó Ginny – O tal vez tú – Dijo señalando a Padma – Quien de nosotros quiere tomar el mando para en caso de batalla, quien mandará sobre otro a luchar contra un mortifago cuando podría significar la muerte – Todos quedaron en silencio meditando las palabras de la pelirroja.

- Ernie, aunque tu idea es buena no podemos poner la responsabilidad que pides a ningún miembro, incluso Harry el año pasado no se encontraba a gusto mandándonos a nosotros – Dijo Hermione suavemente.

- Pues entonces que no sea sólo uno – Sugirió Terry – Veamos el año pasado y este, el sombrero habló de unión de las casas, y los que estamos aquí es un claro ejemplo de unión, si bien los Slytherin no están aquí con nosotros, los que si estamos es un claro ejemplo de unión, que cada uno de las casas elijan a uno de entre todos nosotros, elijamos a un miembro de cada casa y que sean ellos quien nos guíen.

- Valentía, inteligencia y lealtad – Dijo suavemente Hermione – De acuerdo, ¿quién se ofrece? – Todos quedaron en silencio a la pregunta, no queriendo ser ellos los elegidos y mirando al que estaba a su lado esperando a que se ofreciera.

- Sé que no estoy a la altura de Gryffindor como lo esta Harry – Dijo Ron dando un paso al frente – Pero si mis compañeros están de acuerdo, representaré a Gryffindor – Era raro ver a Ron hablar de forma tan seria y tal vez fue por eso que nadie de sus compañeros de casa le negó el puesto al pelirrojo, e incluso se alegraban de que fuera él.

- Bien, creo que ya tenemos al miembro de Gryffindor – Volvió a tomar la palabra Hermione, mirando a su amigo con orgullo – Falta Ravenclaw y Hufflepuff.

- Muestras la valentía característica de tu casa al ofrecerte a guiarnos – Dijo Terry mirando ahora a Ron – Si mis compañeros de casa me apoyan, estaré a tu lado guiando las fuerzas de Hogwarts en representación a Ravenclaw – Ningún Ravenclaw dijo nada, todos sabían que Terry era un claro ejemplo de Ravenclaw y nadie lo haría mejor que él.

- Bueno, no se si estaré a la altura, pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda – Dijo Ernie mirando a los Hufflepuff que tenía a su alrededor.

- Sea pues los tres comandantes del ejercito de Dumbledore – Dijo Hermione con una sonrisa.

- Creo... – Comenzó Luna a hablar de forma ausente como solía hacer el curso anterior – Que deberíamos cambiar el nombre de la organización – Los demás la miraron de forma rara al proponer eso – No creo conveniente usar el nombre del director ahora – Dijo volviendo a mirar de forma inteligente (muy a lo Ravenclaw) – Quiero decir al fin y al cabo, ese nombre lo pusimos para molestar a Umbrige, ahora ella no está y creo que lo mejor sería que ya que hablamos de unión, mencionemos a Hogwarts y no a su director – Todos lo miraron con la boca abierta al ver la razón en sus palabras y desde luego fue el comienzo en el que sus compañeros comenzaron a respetar a Luna dejando de llamarla lunática.

- La armada de Hogwarts – Propuso Parvati – Podríamos seguir acortándolo llamándola AH.

- Los que estén a favor, que levanten la mano – Dijo Neville adelantándose a Hermione – Cosa que todos y sin excepción levantaron la mano

Fin del Flash Back

Hermione en estos momentos iba andando distraídamente a la biblioteca a buscar información sobre las transformaciones en animagos, iba tan distraída imaginándose a ella transformada en un animal que no se dio cuenta que chocó con alguien. Al levantar la mirada descubrió que se trataba del profesor Dumbledore.

- Disculpe profesor, no miraba por donde iba – Intentó excusarse rápidamente la chica

- No hay problemas Hermione, yo mismo provoqué el choqué – Dijo el afable director con una sonrisa – Quería hablar con uno de vosotros y fuiste tú la primera que encontré.

- ¿Y de qué quería hablarme señor? – Preguntó Hermione un tanto cortada al ver que el director le hablaba con tanta familiaridad, esto normalmente pertenecía a Harry la confianza director-alumno.

- Aquí no, las paredes escuchan, si te parece podríamos hablar en el despacho de la profesora McGonagall, creo que a ella no le importará si lo usamos por unos minutos – Hermione sin tiempo a replicar se dispuso a seguir al director directo al despacho de McGonagall que era el que estaba más cerca.

- Y bien señor, ¿De que quería hablarme? – Dijo la chica pensando que sería algo serio cuando el director bloqueó la puerta e insonorizó la habitación.

- Según tengo entendido habéis decidido continuar con el ED – El viejo profesor miró intensamente a la chica esperando confirmación.

- Bueno sí, aunque ahora es AH, la hemos rebautizado a la armada de Hogwarts, no veíamos correcto seguir usando su nombre señor – Dijo la chica un poco cortada – Hoy tenemos una reunión una hora antes de la cena.

- Muy buena decisión sin duda – Dijo con una sonrisa – la cuestión es que si podrías confirmarme si el grupo es enteramente confiable – La chica asintió fervientemente – Bien, lo que vengo a proponeros es aprender más o menos lo mismo que está aprendiendo Harry – En la cara de la joven Gryffindor se reflejó una cara de intensa duda.

- Pero señor, según entendí de cuando Harry se fue, el entrenamiento al que Harry iba a ser sometido no era conocimiento de ningún mago, que las enseñanzas de los señores de los elementos se había perdido con el paso de los siglos – Dijo la chica dudosamente al contradecir al director.

- Bueno no exactamente, aunque algunas cosas se han perdido, algunas familias, pocas a decir verdad, fueron pasando ese conocimiento de padres a hijos, una de esas familias es la mía – Dijo ahora el director mirando a Hermione con algo que la chica pudo distinguir como de cariño en su mirada.

- Entonces profesor, ¿porqué no enseñó usted mismo a Harry? – Preguntó la chica un poco enfadada, si el director le hubiera dicho algo, puede que su amigo ahora se estuviera entrenando en Hogwarts y no en el templo de Jade (ella sabe el nombre debido a una de las pocas cartas recibidas por Harry).

- Como ya te he dicho Hermione, algunas cosas se han perdido, por ejemplo, el manejo de los elementos, aunque existen escritos que los antiguos magos lo usaban, ahora sólo puede ser usado debido a un hechizo poco efectivo.

- Pero aún así, Harry podría haberse preparado en Hogwarts – Repitió la chica con cabezonería.

- Hermione, piénsalo detenidamente, sabes que Harry no se prepara para luchar contra mortifagos como os preparáis vosotros en la AH.

- Si lo sé, en caso que se abran las puertas del inframundo estaría preparado para luchar contra demonios y en un futuro contra Voldemort – Dumbledore miró a la chica con asombro, algo difícil de ver en el rostro del viejo director.

- ¿Sabes el contenido de la profecía? – Preguntó Dumbledore recuperando su serenidad.

- Harry nos la contó antes de irse – Dijo la chica a la defensiva.

- Bien, el caso es este, según los escritos y testimonios guardados en mi familia, los demonios no se matan tan fácilmente como se puede matar a un ser humano, para ello se necesita hacer uso de conocimientos de la magia antigua, o alta magia como se llamaba en la antigüedad, o en el caso contrario del manejo de un objeto metálico, o sea una espada, una flecha, una lanza u otros instrumentos – Hermione quedó un momento pensativa reflexionando con el sabio director.

- ¿Porqué no la orden del fénix señor?, porqué no son entrenados ellos – Preguntó la chica

- La magia Hermione, es como un músculo, contra más se ejercita mayor es nuestro poder, para poder ejercitarlo su cuerpo debe estar en crecimiento, es por eso que los miembros de la orden no podrían servir de mucha ayuda, sus poderes ya poco crecerían.

- Entiendo, ¿y a quienes quería entrenar? – Preguntó la chica aceptando.

- Había pensado a todos los miembros, al fin y al cabo todos vosotros sois los más avanzados en DCAO ya que sois los únicos que practicasteis el año pasado.

- Señor, debe saber ciertas cosas ahora sobre la AH si ellos aceptan tal entrenamiento – Dijo Hermione no queriendo que se removiera las decisiones de la pasada reunión – En la ausencia de Harry, nombramos a tres de nosotros para que fuera por decirlo de algún modo los representantes por casa de la AH, ellos son Ron, Ernie y Terry.

- Muy sabia decisión – El profesor Dumbledore consultó su reloj de doce manecillas – Creo que nuestra charla se a alargado y la reunión de AH está apunto de empezar ¿me equivoco? – Hermione miró su reloj y afirmó con la cabeza – Bien pues pongámonos en marcha

Le resultaba raro a Hermione caminar junto al director, en realidad rezaba en silencio porque ninguno de sus compañeros los vieran caminando juntos, seguramente daría pie a muchas preguntas que ella querría ahorrar o tal vez incluso podrían acusarla de favoritismos. Para suerte de Hermione llegaron a sala multipropósito sin haberse encontrado sin ningún estudiante, la muchacha le comentó al director como hacer aparecer la puerta, siendo el director quien hizo los honores.

- Sin duda alguna, la mejor habitación de Hogwarts que e visto desde que soy director y eso que e visto muchas – En el fondo de la habitación había aparecido un escritorio pulcramente tallado con un sillón como compañía, justo al lado había otra silla y frente al escritorio había varios asientos de aspecto cómodo.

Al cabo de cinco incómodos silencios para Hermione, comenzaron a entrar por la puerta Ron, Ginny, Neville y Luna los cuales se quedaron asombrados al ver al director allí, aunque no dijeron nada, al cabo de diez minutos todos estaban ya sentados con sendas caras de curiosidad mirando al director y a Hermione que estaba en el asiento de al lado del director.

- Ya estamos todos señor, nadie más vendrá – Dijo Hermione dirigiéndose al director que había estado mirando uno a uno directamente a los ojos (y aunque nadie lo sabía en realidad había usado la legeremancia para ver si todos eran de fiar)

- Dieciséis – susurró Dumbledore, para después mirar a cada uno con expresión seria – Como ya sabe aquí vuestra compañera – Dijo señalando a Hermione, recibiendo miradas interrogantes – Vengo a proponeros algo, pero antes, tendría que hablaros un poco de historia para que comprendáis la situación tan delicada que se lleva a cabo.

Nadie si quiera pestañeaba, todos tenían sus ojos clavados en lo que el viejo director quería proponerles y más de uno estaba excitado con la idea que pensara en ellos para lo que fuera que tuviera que hablar.

- Comenzaré mi historia, con siglos atrás, en los albores de la creación de este colegio, cuando todavía presidía en el trono el rey mago Elessar Telcontar, de donde se tiene constancia del más grande rey entre los magos, como muchos sabréis, el único heredero de Elessar se enamoró fervientemente de la hija de Godric Gryffindor, Liana Gryffindor, la cual ese sentimiento era correspondido aunque ella no quería ser reina y por eso el heredero al trono abdicó creándose el ministerio de magia en donde el senescal de Inglaterra fue elegido como ministro.

- Disculpe señor – Cortó Ron - ¿Pero que tiene que ver la vieja leyenda del rey mago con su presencia?, si no es inoportuna mi pregunta claro está.

- Mucho Ron – Algunos se sorprendieron de la familiaridad con que el director había llamado al joven Weasley ganándose así Ronald mayor respeto entre sus compañeros.

- Como iba diciendo – Dijo el director dándole una breve pero intensa mirada a Ron – Con los comienzos del gobierno del ministro de magia, muchas de las razas mágicas se separaron de los magos, tales como los altos elfos y los enanos, el ministerio por aquellos tiempos no gozaba de buena reputación, así que viendo que el reino mágico inglés estaba al borde de una crisis, el ministerio reunió a un grupo de eruditos, estos tenían la misión de mostrar que el ministerio podría llegar a ser incluso mejor que el rey y una de las cosas que hicieron para demostrarlo fueron las varitas mágicas.

"Las varitas mágicas fueron aceptadas, notando que era mucho más fácil la utilización de la magia con ellas, poco tiempo pasó para que las nuevas generaciones comenzaran a aprender el uso de la varita dejando atrás lo que ahora se conoce como magia antigua ya que en la antigüedad los magos no necesitaban de varitas para hacer hechizos, sus disputas las resolvían a golpes de espadas y así era como se enfrentaban a sus enemigos"

- Vamos a aprender a usar magia sin varita – Dijo emocionado Ernie.

- Entre otras señor Macmillan – Dumbledore hizo una breve pausa como si preguntándose si realmente debería contarlo todo, pero sería lo mejor – Todos estos conocimientos de los que os hablo fueron entregados por igual a elfos y magos (que poseían una magia parecida aunque no igual) por los guardianes de los elementos que son un fénix, un unicornio, un grifo y un centauro, ahora vuestro compañero Harry está entrenándose donde antiguamente residía el castillo del rey como instructores a los señores de los elementos, recuperando viejos poderes perdidos por el paso de los siglos.

- Pero señor, si Harry ahora está aprendiendo lo que nos está hablando ¿para que nos cuenta todo esto? – Preguntó Terry, y algunos se dieron cuenta de que los chicos que habían pasado el verano con Harry no estaban sorprendidos por esta última aclaración.

- Los mismos eruditos que crearon las varitas, descubrieron rápidamente su error al ver que los magos olvidábamos todo por lo que sus antepasados habían luchado y protegido, así que llegaron de común acuerdo que si todos los magos comenzaban a olvidar las enseñanzas de los guardianes de los elementos, ellos y sus descendientes no lo hicieran – Miró brevemente a todos para después continuar – Yo soy uno de los descendientes de esos eruditos – Ahora todos miraban a Dumbledore con la quijada rozando el suelo – Algunas de las cosas se han ido perdiendo con el tiempo pero lo esencial todavía soy poseedor.

- Aunque no me desagrada la idea señor, tengo que preguntarlo ¿porqué nosotros? ¿porqué no la orden del fénix? – Comentó Ron – sabe bien que lo que se avecina es mucho mayor que Voldemort – Muchos tuvieron escalofríos al oír el nombre y miraron con temor al pelirrojo al oír que venía algo peor que el señor oscuro.

- Que puede venir que sea mayor que el-que-no-debe-ser-nombrado Ron – Dijo con pánico en la voz Lavender.

- Los demonios – Dijo con voz sombría Dumbledore – Voldemort pretende abrir las puertas del inframundo donde todo el mal se concentra, siglos antes de la abdicación del rey, las bestias del inframundo vagaban impunemente por el mundo, matando, devorando, destrozando todo aquello que se encontraba a su paso, eran pocas las formas que había de matar a una de esas criaturas, una era con una espada, arco, lanza o cualquier otro objeto que fuera de metal o llevara metal en su punta en el caso de las flechas, los hechizos poco daño les infringían, solo aquellos hechizos que agotaban todas las reservas mágicas podían infringirles verdadero daño.

Dumbledore miró a sus alumnos y vio que realmente estaban asustados o en el peor de los casos alguna lágrima rodaba por sus mejillas sólo con imaginarse toda la destrucción que podía causar Voldemort si liberaba a aquellas criaturas.

- Cual sería el entrenamiento señor – Preguntó Neville que fue uno de los que más rápido salió de la impresión al conocer gran parte de la historia.

- Serías entrenados en el manejo de la espada, tiro con arco, lucha en una escoba, magia sin varita, oclumancia y legeremancia, magia curativa y magia antigua – expuso Dumbledore intentando no olvidar nada.

- ¿Y cuando entrenaremos todo eso profesor? – Preguntó Susan un poco cortada

- Si no os habéis dado cuenta todavía, esta habitación ofrece un abanico de posibilidades - Los ojos del director vagaron por toda la estancia – Un día puede ser un salón para entrenaros, otro día puede ser una sala de reuniones, otro día puede ser un cuarto de baño y si nos lo propusiéramos podría ser una habitación en el que el tiempo aquí dentro corriera de forma más lenta que en el exterior – Hermione y Ron abrieron la boca al no haber pensado en esa posibilidad y se reprendieron mentalmente – Así que si aceptáis en dos días a esta misma hora podríamos comenzar, sería tiempo suficiente para prepararlo todo. Ron, Neville, vosotros dos habéis estado preparándoos físicamente, así que los dos os encargaréis de instruir todos los días a los chicos en preparación física.

Sin nada más que hacer todos se levantaron y marcharon fuera del salón dejando al profesor Dumbledore cavilando en sus pensamientos y aunque nadie se dio cuenta el director quedó mirando a Hermione de forma pensativa.

Pasado los dos días reglamentarios en los que dijo Dumbledore que prepararía todo para comenzar la instrucción, la armada de Hogwarts se volvía a reunir en el salón de los menesteres. En esos dos días tanto Ron como Neville habían decidido hacer correr a la armada durante media hora antes de comenzar las clases y otra hora dedicada exclusivamente a ejercitar los músculos, usando para ello el salón de los menesteres transformado en un gimnasio parecido al que Harry tenía en su mansión pero con muchísimas más máquinas.

El profesor Dumbledore miraba pensativo a sus alumnos viendo como iban entrando poco a poco en el salón de los menesteres, iba vestido de una forma un poco inusual a como siempre vestía, llevaba una túnica gris, sin ningún otro color que alegrara la tristeza de la túnica, en su cinturón colgaba una bella espada con gemas engarzadas y de su mano pendía una pulida vara de ébano de un color entre el gris y el marrón (tipo vara de Gandalf) de casi la misma altura del anciano donde reposaba su cansado cuerpo con la edad. En su mirada aunque algo de tristeza se veía al tener que hacer cargar a sus alumnos con una carga tan grande como lo iba a hacer también había determinación.

- De acuerdo mis muchachos – Comenzó Dumbledore cuando los 17 estuvieron reunidos en el salón – Para llegar lo más rápido posible el entrenamiento, e echo que el salón varía el tiempo de forma que 4 horas aquí dentro equivaldrán a una hora fuera – Hizo una pausa mientras se cambiaba la vara de mano – Antes de nada quisiera que aceptarais un juramento.

- ¿Un juramento? ¿No confía en nosotros señor? – Preguntó Justin contrariado.

- Perfectamente confío en vosotros – Dijo con una sonrisa el profesor – Pero al hacer este juramento no estaréis sólo obligados a hacer lo que aquí se dice, si no que aunque os interrogaran con verissaterum no podríais revelar el secreto a menos que la mayoría de vosotros aceptara revelarlo – Dumbledore pasó un pergamino a cada uno que rápidamente lo leyeron en silencio.

Que los señores de los elementos

Sean testigos de mi juramento

Yo (nombre del alumno), hijo de (nombre del padre) y (nombre de la madre)

Juro bajo testimonio, ser fiel a los poderes de la luz

Atando mi vida

Mi alma

Y mi cuerpo

A defender de todo mal a todos los inocentes

Aceptando los conocimientos que se me otorgan

En pos de la verdad

La libertad

Y la paz

Dando mi palabra de honor

No desertar del lado en el que ahora me uno

Fuego, tierra, agua y viento

Cuando todos recitaron el juramento, una cálida brisa entró por la ventana, dándoles a todos una sensación de paz y tranquilidad nunca antes sentida en todas sus vidas. Dumbledore que parecía haber estado esperando esa confirmación para continuar se puso en pié colocándose frente a todos.

- Lo que acabáis de sentir, es la confirmación de los señores de los elementos, ahora ellos están concientes del entrenamiento que vais a recibir y dudo que esto no llegue a los oídos de Harry – El profesor, con un movimiento de mano hizo levitar un baúl que se encontraba detrás del escritorio que allí se encontraba, abriéndolo de modo que nadie pudiera ver el interior – Lo primero que debéis aprender será el dominio de la espada y la magia sin varita, será de vital importancia que no demostréis vuestras cualidades en presente de otros magos a no ser que la situación lo requiera.

Uno a uno fue pasándoles una espada sencilla, con un mango plateado y la hoja de acero forjada bajo fuego mágico, las espadas que les entregaba a las chicas eran un palmo más cortas y de mayor grosor, aunque no por ser diferentes tenían que ser peores. Dumbledore comenzó ese mismo día haciéndoles practicar a la armada de Dumbledore algunos movimientos simples de ataque y de defensa.

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Faltaba una semana para Hallowen y tanto los alumnos como los profesores comenzaban a sospechar algo entre los miembros de la armada de Hogwarts y el mismo profesor Dumbledore, ya que todos los días desaparecían por 3 horas (cada hora dentro del cuarto de requerimiento son cuatro horas, por lo que al día entrenaban 12 horas). Una de las razones de sus sospechas eran que veían a un grupo de alumnos de diferentes casas, más unidos por llamarlo de alguna manera, de algún modo, el poder mágico de esos mismos chicos se había incrementado, dándole mayores facilidades en sus clases, y en el caso de Snape, un experto legeremante, había intentado entrar en la mente de algunos de ellos encontrándose con barreras mentales que día a día crecían considerablemente.

En las clases con Dumbledore en las que debían entrenar lucha en escoba, el profesor Dumbledore les proporcionó a cada uno una escoba de batalla, según el profesor, eran escobas únicas, con las prestaciones de la saeta de hielo, sin sus debilidades, también podía encogerse de modo que los chicos estaban obligados a llevarlas a todos lados con ellos. Así como tenían prohibido usarla en los partidos de quidditch y que algún alumno las viera.

- Señorita Granger – Dijo la profesora McGonagall acercándose a la mesa de Gryffindor – El profesor Dumbledore desea hablar con usted – Hermione levantó la mirada descubriendo que el director no se encontraba sentado en su lugar habitual.

- Enseguida profesora – La joven castaña se puso de pie y siguió a su profesora de transformaciones directo hacía el despacho del director.

- Ositos de gominola – la profesora dio la contraseña haciendo que la gárgola comenzara a dejar paso a la Gryffindor preguntándose el porqué de la visita al director ya que eran contadas ocasiones en las que había visitado ese despacho.

- Buenos días profesor – Dijo la chica tomando asiento donde el director le señalaba - ¿Quería verme? – El profesor Dumbledore estuvo en silencio durante unos segundos, Hermione notó por el rostro del viejo director que lo que iba a contarle no era fácil ya que se le veía más envejecido que de común.

- Si pequeña – Hermione se sorprendió un poco por la forma en el que la llamó pero no dijo nada – Quisiera hablarte de mi familia – Ahora Hermione si que estaba confundida, porque tenia ella que saber de su familia, Hace 50 años, cuando Voldemort comenzó a subir al poder yo tenía una esposa la cual estábamos muy enamorados y una hija, la cual era la razón de vivir de ambos. Mi hija creció y se educó como cualquier bruja aquí en Hogwarts, siendo incluso gran amiga de Lily, la madre de Harry.

- Profesor, ¿porqué me cuenta esto? – Interrumpió la chica un poco incómoda al conocer detalles de la vida personal del director, algo que en ningún libro nunca se había registrado.

- Lo comprenderás al final – Dijo Dumbledore sin cambiar su semblante serio – Como te iba diciendo, mi hija, fue una gran bruja dentro de Hogwarts llegando a destacar en su casa que fue la misma que la mía Gryffindor, todo iba bien en nuestras vidas incluso con la inminente maldad que comenzaba a asolar al mundo mágico, pero todo lo bueno se acaba, en un intento de conseguir someterme a Voldemort, los mortifagos atacaron a mi esposa, dándole muerte, mi hija la cual era muy unida a su madre, no pudo soportarlo, así que abandonó el mundo mágico y se asentó en el mundo muggle renegando de sus raíces llegándose a casar con un buen hombre.

"Poco después del nacimiento de Harry, me enteré que ella había tenido una pequeña, la visité y llegué a convencerla para que cuando recibiera su carta pudiera venir a Hogwarts, aunque ella no me lo pidió le di mi palabra que ella nunca sabría que era mi nieta por lo que ella cree que su abuelo materno murió mucho antes de su nacimiento"

- ¿Y ahora quiere que le ayude a su nieta a comprenderlo? – Aunque a Hermione no le hacía gracia lo que creía que el director iba a pedirle, nunca le había negado nada a ningún profesor, aunque esto era demasiado, este hombre que se encontraba frente a él, decía que no se había preocupado por su nieta en todo este tiempo y ahora quería recuperar el tiempo perdido.

- No Hermione, no voy a pedirte eso, ya que mi nieta eres tú – Esas palabras cayeron como un balde de agua fría a la joven Gryffindor, el profesor Dumbledore en un intento de tranquilizarla intentó tomarle la mano pero ella la retiró rápidamente con un gesto de su cara casi de asco.

- ¿Quién se cree que es? – Bramó una vez salido del shock - ¿Conque derecho le da con jugar con las vidas de los demás? Primero Harry, ahora yo, dígame cuantas vidas más quiere llegar a destruir para darse cuenta que no esta bien ocultar la verdad a nadie – El profesor Dumbledore, el cual había perdido todo brillo en sus ojos miraba a Hermione con un profundo arrepentimiento, aunque eso a ella no le bastó así que sin ni siquiera mirar hacía atrás salió del despacho dando un portazo de despedida.

Hermione corría rápidamente por los pasillos, luchando en vano por dejar de llorar, toda su vida había vivido en una mentira, y ahora resultaba que su abuelo el cual nunca se había preocupado por ella, quería que olvidara todo y que lo tratara como tal, al llegar a la sala común habían pocos alumnos, pero en los que se encontraban los miembros de Gryffindor de la armada de Hogwarts, aunque en ese momento no le importó siguió hasta su cuarto sin mirar a nadie hasta llegar a su cama y tirarse en ella llorando amargamente.

Ron, Ginny, Neville, Seamus, Dean, Parvati y Lavender se encontraban sentados cerca del fuego, comentando lo fácil que les resultaban las clases después de tanto entrenamiento y que lo único malo que veían era el montón de tareas que les asignaban los profesores, de pronto vieron entrar a Hermione como un huracán en la sala común, realmente enfadada y con lágrimas en los ojos. Sin decir nada Ginny, Parvati y Lavender la siguieron directa hacía su dormitorio dejando a solas a los chicos.

- ¿Qué pasará? – Preguntó Neville mirando fijamente a las escaleras por donde habían desaparecido las chicas - ¿Creéis que tiene que ver algo con Voldemort?

- No lo creo – Dijo Ron mirando al mismo lugar que su amigo – No parecían lágrimas de dolor, algo le han dicho que la han defraudado de sobremanera – Las tres chicas volvieron a bajar a la sala común con sendas caras de preocupación.

- Algo le pasa – Comenzó Ginny – Y parece grave, algo de lo que le haya dicho Dumbledore tiene que haberla puesto así ya que lo único que nos ha dicho es que su vida es una mentira.

- ¿Eso es lo único que os ha dicho? – Preguntó Dean realmente preocupado.

- Chicas – Ron se puso en pié rápidamente sorprendiendo a todos – Necesito que me ayudéis a llegar a su habitación.

- Ron, los chicos no pueden subir a las habitaciones de las chicas, las escaleras no te dejarían subir si pisaras más de dos escalones – Le dijo a su hermano Ginny.

- Pues no la pisaré, hacerme levitar y llevarme hasta su dormitorio – Ginny vio en la mirada de su hermano una gran determinación y viendo que no se podría negar asintió.

- Nosotros también vamos – Dijeron los otros tres chicos a la vez.

- Con una condición – Habló Lavender – Ron, sé que vosotros discutís mucho, lo menos que ahora necesita es que te pongas a gritarle, se amable con ella.

- Tranquila – Dijo Ron, su hermana con un movimiento de varita hizo levitar a su hermano, haciendo las otras dos lo mismo con los otros tres y guiándoles hacia la habitación de las chicas de sexto curso.

Al entrar los chicos descubrieron que las habitaciones de las chicas no se diferenciaban mucho de las suyas, en la cama más alejada descubrieron a Hermione en la misma posición en la que las chicas la habían dejado, así que Ron con suma cautela una vez en el suelo, se acercó lentamente hacía la cama de la chica sentándose en el borde de la misma, acercando su mano a la chica le acarició el pelo para que descubriera que no estaba sola.

- Hermione amiga, que te ocurre – Preguntó el pelirrojo con una voz demasiado suave.

- Déjame Ron, no quiero hablar con nadie – Contestó la chica entre sollozos – A nadie le importo – Esto último lo dijo intensificando más su sollozo.

- Hermione, vamos, sabes que eso no es cierto, tienes amigos que te quieren, no digas eso, sabes que todos te queremos, sabes que eres mi segunda hermana, así que no digas que a nadie le importas – Los demás estaban apartados en silencio sabiendo que sólo Ron era quien podría hacerla entrar en razón, no por nada era quien mejor la conocía de todos ellos – Sea lo que sea lo que te pasa, se que conseguirás superarlo, porque eres fuerte, y para lo que sea me tienes aquí, y a Ginny, a Neville, Parvati, Lavender, Seamus y a Dean y a toda la armada, e incluso aunque Harry no esté aquí, sabes que él también te apoya pase lo que pase, sabes que no estas sola, tienes amigos en los que apoyarte – La chica bajó su sollozo, y se sentó en la cama con una mirada realmente triste, pero la mención de Harry le había dado una idea.

- Me voy Ron – dijo la chica sorprendiendo a todos – No puedo seguir viviendo aquí, no hasta que aclare mis ideas, buscaré a Harry y me quedaré con él.

- ¿Pero porqué? ¿Qué es lo que has hablado con Dumbledore para que estés así? – Dijo Ginny sentándose al otro lado de ella quedando la castaña en medio de dos pelirrojos – La chica procedió a contarle todo lo que le había dicho Dumbledore haciendo que sus amigos cambiaran su cara desde coraje a decepción por el director.

- ¿Y piensas irte así como así? – Preguntó Neville realmente serio.

- Si Neville, ahora mismo no podría verle la cara aunque me lo propusiera, con Harry podré olvidarme durante un tiempo de mis preocupaciones y seguir el entrenamiento que estamos siguiendo – Dijo la chica ya habiendo dejado de llorar, pero en su rostro marcada la tristeza

- ¿Y como te irás?, ni siquiera sabes en donde se encuentra Harry – Preguntó con escepticismo Parvati.

- Me iré a lomos de Buckbeak, y en cuanto al destino, Hegwid me guiará, esa lechuza es inteligente y sabrá marcarme el camino – Dijo la chica con determinación comenzando a recoger sus cosas y pasando por alto las miradas de incredulidad que le mandaban sus compañeros a la mención del hipogrifo.

Cuando Hermione hubo recogido todas sus pertenencias hizo un movimiento de varita haciendo que el baúl se redujera hasta llegar a caber en un bolsillo, para posteriormente introducírselo en un bolsillo interno de su túnica.

- Ron, sé que cuando te encuentres con Dum... – Hizo una pausa y respiró hondo – Con mi abuelo, querrá saber donde estoy, intenta darme el mayor tiempo posible para alejarme de Hogwarts – Su amigo hizo un asentimiento de cabeza para posteriormente darle un abrazo en el que rápidamente fueron unidos el resto de Gryffindor allí presentes.

Habían pasado dos horas desde que Hermione había abandonado Hogwarts a lomos del hipogrifo Buckbeak y en este momento los Gryffindor que sabían de su marcha se dirigían hacia el salón de los menesteres, con sus escobas de batallas guardadas en una de sus bolsillos y sus espadas ocultas entre sus túnicas. Normalmente todos iban charlando alegremente, pero en este momento no era un momento para conversaciones alegres, todos recordaban la conversación que habían tenido con Hermione y aunque estaban bastante avanzados en oclumancia y por lo tanto en ocultar sus expresiones. La pregunta era ¿Serían capaces de mirar a Dumbledore como hasta ahora?.

Al llegar al salón encontraron que todos ya estaban allí, incluyendo el profesor Dumbledore que marcaba por su rostro una expresión de tristeza nunca antes vista. Los muchachos aún sin saber porqué pospusieron su juicio hasta haber hablado con el viejo director y conocer sus razones. Cuando entraron en el salón el director buscó con la mirada a Hermione volviendo a bajar la mirada hacia sus manos al no encontrarla entre los Gryffindor.

- Profesor – Dijo escuetamente Ron con una voz carente de emoción – Hermione se encuentra realmente mal y hoy no podrá venir, aunque no quiere ir a ver a Madame Pomfrey nos gustaría hablar con usted sobre su problema – La última palabra pasó desapercibida por todos excepto por el director sabiendo que ahora los Gryffindor que allí se encontraban sabían de su secreto y de seguro la lealtad de ellos sobre él estaba comenzando a fallar.

La reunión de la armada pasó sin ningún contratiempo, el director después de que todos manejaran de forma más o menos decente la espada les había comenzado a enseñar la magia sin varita y poco a poco conseguían hacer hechizos de mayor poder. Ese día para ser más exacto estaban intentando conjurar un patronus sin varita, aunque para aquellos que no sabían realizarlo correctamente (casi todos a decir verdad), los estaban practicando con varita. Una vez acabada la reunión y quedado en la sala los seis Gryffindor y Dumbledore, los chicos se dispusieron a reclamarle al director sus acciones, pero antes que ninguno pudiera decir nada el mismo Dumbledore se adelantó.

- ¿Cómo está? – No hizo falta preguntar por quién preguntaba era obvio y fue Ron quien contestó.

- Dígamelo usted profesor, esta defraudada, está dolida, nos costó trabajo que nos lo contara, ella cree que lo hizo porque no la quiere – El rostro de Ron era realmente serio y nada más dichas las palabras el director tuvo que agarrarse a su vara para no perder el equilibrio, ya que esas palabras le hacía más daño que si le clavara un puñal en el corazón.

- Me esperaba esa reacción, pero no me dejó terminar de explicarme – el director apretó fuertemente la vara y se dispuso a marcharse – Hablaré con ella.

- No la encontrará profesor – Soltó Lavender sin poder evitarlo, el director se giró y miró al grupo esperando una explicación, Ron habiéndose declarado el portavoz oficial del grupo se adelantó.

- Se ha ido profesor, hará como unas... – Miró su reloj e hizo un par de cálculos mentales – como unas cinco horas, ella no quiere verle por ahora, así que a decidido irse con Harry, se que él la cuidará por lo que no me preocupo por ella, tenemos tiempo hasta la cena, así que porqué no nos cuenta sus motivos – El director miró a los muchachos leyendo entre líneas las palabras del pelirrojo más o menos decía "y no piense que dejaré que valla a buscarla, ella es dueña de su propia vida", así que suspirando agotado prosiguió a conjurar un sillón con un movimiento de mano, haciendo lo mismo para los muchachos.

- Cuando Hermione nació, mi hija había decidido dejar el mundo mágico, en aquellos tiempos la amenaza de Voldemort crecía y todo el mundo veía en mí el único mago capaz de derrotarlo, muchas familias de magos no se le habían unido a él porque creían que yo lo vencería tal y como hice en el pasado con Grindelwald, los mortifagos ya habían matado a mi esposa y hubieran echo lo mismo con Megan, mi hija, de no ser porque se ocultó en el mundo mágico, cuando Voldemort cayó aquel fatídico 31 de octubre, visité a mi hija contándole las noticias del mundo mago y conseguí convencerla para que enviara a Hermione a Hogwarts cuando le llegara la carta – Hizo una pausa para ver las reacciones de sus pupilos descubriendo que estaban realmente serios – Yo sabía por un asunto que concierne a Harry que Voldemort regresaría tarde o temprano ya que no había muerto como la mayoría se empeñaba en creer, por eso mismo hice la promesa de no revelar la verdadera intención de Hermione, si se supiera que era mi nieta, entraría en la lista negra de Voldemort.

- ¿Y porqué ahora profesor? – Preguntó tímidamente Ginny, apiadándose del director al conocer los motivos.

- Por el motivo de que ella al igual que vosotros dos estáis ya en la lista de Voldemort – a los jóvenes Weasley la cara se les puso color cenicienta – Vosotros sois íntimos amigos de Harry, y en estos momentos, la mayor ambición de Voldemort es matar a Harry, por lo tanto para ello querrá matar a sus amigos para desestabilizarlo mentalmente, sabiendo que su seguridad ya no recaía en que fuera mi nieta decidí contárselo.

Era entrada la madrugada y en el despacho del director de Hogwarts había todavía luz, señal de que el director se encontraba despierto. Para ser exactos Albus Dumbledore estaba terminando de escribir una carta, nada más terminar de escribir tal carta, sacó de entre sus ropajes un colgante dorado del que colgaba una fina estrella de seis puntas plateadas.

Es hora que cambies de dueño Fawkes – Dijo el director amarrándole la carta a la pata y pasándole la fina cadena por el cuello del fénix, ahora debes cuidarla a ella, ella es ahora quien necesita de tu lealtad – El fénix dio un canto melancólico al despedirse de su antiguo amo, ahora pertenecía a Hermione, la nieta de su amo, tal como siempre había pasado por todas las generaciones de los Dumbledore, en donde él iba pasando a los herederos de la familia – Ve Fawkes, que los vientos te sonrían y las llamas ardan eternamente en ti.