TITÜLO: Mi querido Kamatari
AUTOR: Kijin Honjo
NOTA: Todos los personajes de esta fanfic pertenecen a la serie Rurouni Kenshin y son totalmente propiedad de su creador Nobuhiro Watsuki.
ADVERTENCIA: este fic no es recomendado para menores porque posee escenas que pueden ser consideradas Yaoi y algunas ya de por sí lo son. Si no es de su agrado, por favor no lo lea.
Capitulo 1:
¡¡Bienvenido!!
Un oficial de la policía de Kioto cruza los pasillos corriendo a la mayor velocidad que sus piernas le permiten. Entre sus manos, llevaba una carta. Rápidamente entró en la oficina de Saitou alzando la carta sobre su cabeza.
-Le llegó una carta, señor- le informó.
El jefe de la policía apenas levantó la vista de sus escritos.
-Llegó directamente de Estados Unidos.
-¿Cómo?- levantó una ceja incrédulo ante el contenido de aquella carta- ¿Qué quieren?
-No lo sé... no es del gobierno.
-¿Entonces?
El oficial alzó los hombros y dejó la carta en el escritorio de Saitou. Este último apenas le hecho una mirada al remitente y volvió la vista hacia su casi vacío paquete de cigarrillos; tomo uno y lo encendió. Fue entonces que rápidamente tomó la carta y leyó con más atención el remitente.
-Diablos...- susurró.
Cruzó su oficina y se asomó fuera de esta; llamó la atención de un joven oficial que pasaba por allí y le ordenó llamar a Cho. Cuando este se presentó, ambos se miraron, pero Saitou no pensaba ser el primero en hablar. Esperó a que su cigarrillo se terminara y luego tomó asiento.
-¿Sí?- dijo al fin Cho.
Saitou sólo señaló la carta.
-Es para ti.
-Dice que es para usted.
-Mirá quien la envía- sonrió con malicia.
Cho tomó la carta y leyó los datos en esta. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
-¿Cuál es la gracia?
-Es de Kamatari.
-Sí. Ábrela.
-Es para usted.
-Léela y dime que dice... temo lo que aquel chico-chica me envíe.
Cho leyó el contenido de la carta y mientras lo hacía una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.
-¿Por qué tanta felicidad?
-Dice que vendrá.
-¿Y por qué te pone tan feliz?- sonrió torcidamente.
-Es que me pone feliz ver a uno de mis antiguos compañeros- entonces notó la sonrisa de Saitou y se sonrojó- ¡¿Qué le pasa?! ¡Yo no raro!
-¿Te pone... "feliz"?
Cho gruñó y salió del cuarto.
-¡Ey!- le gritó Saitou desde adentro de la oficina.
-¡¿Qué?!- le respondió Cho desde afuera.
-¡Ve tú! Se pondrá "feliz" de ver a un "antiguo compañero"- se burló de lo dicho por el coleccionista de espadas.
-Grrrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Era la mañana muy temprano. El calor era insoportable en el puerto de Kioto. La poca gente que rondaba por aquellos lados, apenas podía moverse. Entre esas personas, se encantaban Saitou y Cho, ambos observando los alrededores deseosos de poder marcharse cuando antes... pero debían esperar.
-Te odio- lo maldijo Saitou a Cho.
-Yo también...
-¿Ves a lo que he llegado?
-¿A qué?
-Esperando al chico-chica...- luego miró a Cho algo curioso- ¿Para qué viene?
-Es que le han dado vacaciones en la universidad y a decidido pasarlas aquí... pedía si por favor podía trabajar en la policía por alojamiento y comida.
Saitou se estremeció.
-¿Y tenerlo durmiendo en el cuarto de alado?- rió sarcásticamente.
-¿Qué sugiere?
-¿Por qué no lo llevas a tú casa?
-Es muy pequeña... además... Por lo general salgo con Sanosuke.
-...
-Es que vamos a jugar por ahí.
-¿Ilegalmente?
-Cerca... pero yo no apuesto... las apuestas las hace él.
-Con tú dinero.
-Y bueno... me mudé enfrente de él... era la única persona que conocía y... ¡Yo que sé!- gruño sin tener una mejor defensa.
-Jamás cambiarás... haber si el chico-chica te cambia un poco.
-¿Perdón?
-Sí, quizás te enseñe a cocinar- rió de su mal chiste (si... muy malo, pero no se me ocurrió otro u_u).
Entonces un viejo marinero japonés informó a los hombres que el barco que esperaban acababa de llegar. Ambos se dirigieron hacia este y de repente, se vieron rodeados por los pasajeros. Entre codazos y patadas, Cho recibió un fuerte pellizcón en el trasero. Inmediatamente se volvió hacia su "atacante", con la intención de que se trababa de alguna dulce niña con intenciones picaras... pero no fue eso lo que vio.
-Ehhhh...- fue lo único que atinó a decir, mientras Saitou estaba entre reír con más fuerza o esquivar aquella imagen con algo de asco.
-Hacia mucho tiempo de eso...- suspiró Kamatari refiriéndose al pellizcón- No lo has trabajado bien...- remató con aquel tono pícaro que no se escuchaba hace tiempo.
-Ahhh...- Cho aún no logró reaccionar y no lo consiguió gasta que, cuando la gente se disipó, los ojos de Kamatari se llenaron de lágrimas y casi rompiendo en llanto, lo abrazó.
-¡Pensé que jamás los volvería a ver!
-¡Sal!- intentó quitárselo de encima, pero el muchacho se aferró a las ropas de Cho, quien finalmente le devolvió el abraso.
-Saitou-san - soltó al coleccionista y saludó al jefe de la policía con una reverencia-. Se siente bien volver a casa.
Los tres regresaron a la comisaría. Cho y Saitou no quitaban sus ojos de encima del joven mientras este les relataba sus experiencias en Estados Unidos, no por babosos (menos que menos Saitou, eso ha quedado claro), más bien por el aspecto de Kamatari... mismo peinado, mismo asento, un poco forjado por el inglés... y vistiendo como hombre.
Ya en la jefatura:
-¿Prefieres un gi o un kimono?
-¿Tienen mi antigua ropa?
-Sí...- Saitou se retiró.
-Ha sido un tiempo...- volvió a decir Kamatari.
-Si... pero dime ¿Cómo la has pasado?
-¿Cómo te parece?
-¿Mal?
-Pésimo... son muy racistas allí. Pero la he llevado bien, conseguí con quien conversar y pasar el tiempo.
-¿Agun amigo?
-Sólo compañeros
-¿Novio?
Kamatari rió. Cho sintió algo extraño, aquella risita lo irritó.
-Esta en veremos.
-¡Ah! ¿Sí?- preguntó ya sin interés, más bien bronca.
-¿Qué pasa?- notó el cambio de ánimos de su amigo.
-Nada... Sigué.
-¿Qué más puedo decirte? Mis estudios son horribles y en época de examen me siento terrible.
-Pero ya estas en casa...
-Sí...- se le acercó y lo abrazó con suavidad...
No supo porque, pero Cho permitió aquel acto. Quizás, si lo consideraba un amigo, pues sintió cariño ante aquella suave caricia y sin darse cuanta, se encontró acariciando los cabellos de su amigo... sólo reaccionó cundo Saitou entró al cuarto y dio media vuelta, saliendo casi corriendo, maldiciendo a ambos casi a gritos. Entonces Cho empujó a Kamatari, quien cayó al suelo confundido.
-Yo...
-Ah....
-¡¡¡¡¡Sodomitas!!!!!- gritó Saitou desde afuera.
Aclarado el mal entendido, ya todos compartiendo la misma oficina (Saitou decidió que sería la suya, pues allí manada él y solo él!!!).
-De seguro aún te queda el kimono.
-Sí.
-Bien...- Saitou miró a Cho de mala gana- Como estas bajo la vigilancia del gobierno, por ya sabes que, debería ser yo quien cuidase de ti... pero dada la situación será Cho... Tú irás a vivir con él, como fue acordado y él deberá cuidar de ti- se volvió hacia Cho-. No lo pierdas de vista ¿De acuerdo?
-Si- volvió a gruñir no siendo eso lo que habían acordado; pero no podía negarse a su superior.
-Cámbiate- salió de la oficina, para sorpresa de los otros dos.
-¡¿Aquí?!- susurró Kamatari, pero no fue escuchado por el jefe de la policía.
-Parese que sí- Cho salió también; pero al poco tiempo fue solicitado por Kamatari.
-¡Por favor, necesito ayuda!- le rogó.
-¿Esta vestido?
-Sí, necesito ajustar el moño del kimono...- cambió su tono serió por uno muuuuuuuuuuy pícaro- de lo contrario, se me desarmaría el kimono.
Cho entró, intentado borrar aquella imagen que su amigo le había obligado a imaginar.
-¿Así?- preguntó.
-Más.
-¡¿Más?! Pero si lo ajusto más te cortaré la respiración.
-Cho... ¿Cómo creer que logro formar esa cintura ¿Crees que es mía? Tú sólo ajústalo.
-Te hace ver caderón.
-Caderona... ya no me trates de él- se molestó.
-Como quieras...
-¿Entonces iré a tu casa?
-Sí.
-Mirá, Cho, hemos compartido una casa durante mucho tiempo... mientras tú ya sabes quien, estaba vivo... pero entiendo que ha pasado el tiempo, quizás tengas novia y tú casa no debe ser muy grande (es que a Saitou se le huele lo amarrete desde lejos ñ_ñU)... Así que... si te molesta...
-¿Dices de pagarte un hotel?
Kamatari dio media vuelta y enfrentó ambos rostros.
-No... iba a sugerir que tú me lo pagaras.
-Hmmmm...- Cho sintió que el oxigeno dejaba sus pulmones repentinamente. Retrocedió casi asustado por aquella reacción.
-¿Pasa algo?
-No- tomó aire-. Informemos a Saitou y vámonos.
-De acuerdo- se encogió de hombros. Beso uno de sus dedos y al pasar frente a Cho, lo apoyó sobre los labios de este.
-¡¿Qué hacer?!
-Sólo me gusta molestarte- le guiñó un ojo.
-Compórtate... estamos en mi trabajo.
-¡Cierto! Pasaremos la noche juntos- bromeó nuevamente... justo cuando entraba Saitou al ver la puerta abierta... nuevamente salió casi corriendo, balbuceando maldiciones a ambos y con Cho detrás, queriendo explicar el mal entendido.
Casí llegando la noche. Cho y Kamatari cruzaba frente a la casa de Sanosuke.
-¡Hola!- saludó este muy simpáticamente al notar al joven de la hoz (no, no traía arma, es sólo para no repetir Kamatari, Kamatari, ¡Ay! ¡Mi Kamatari!).
-Hola...- respondió Cho sin ganas, a causa del agotamiento.
-¡Hola!- por su parte, Kamatari no sólo se encontraba con todas la pilas, sino que también le pareció bonito (Sanosuke, claro está).
-Cho... ¿No presentas a tú amiga?- se le acercó y susurró al oído- Es una linda geisha.
-Su nombre es Kamatari y es mi amigo... amiga- corrigió ante un fuerte pellizcón por parte de Kama-chan.
-¡Ah! Muy lindo nombre. Yo soy Sanosuke Sagara (Correcto?) ¿Vendrá mañana con nosotros?
-No.
-¿A dónde?- preguntó de Kamatari ante la negativa de Cho.
-A jugar... ¿Vienes?
-Pues no tengo opción- quiso mostrase desinteresado.- Cho debe cuidarme... aunque no tiene muchas ganas...- fingió tristeza.
-¡Qué grosero de su parte! Entonces yo te cuidaré por él!
-¡¿Enserio?!
-Sí ¿Te gusta beber?
-Jamás he bebido...
-Entonces mañana conocerás la gracia de la borrachera- se retiró besando la mano de Kamatari.
-¡Qué simpático!
-¡Pareces una cualquiera!- se fastidió Cho y entró en su casa cual toro ante algo rojo.
Kamatari se quedó unos mementos mirando el sitio donde Cho desapareció al entrar en su casa ¡¿Qué le había pasado?! Esperó un rato para ver si Cho lo invitaba a entrar, pero nada. Aspiró profundo y entró sin ser invitado. Allí estaba el coleccionista de espadas, bebiendo zake sentado a la mesa.
-Lo que me dijiste fue feo, Cho- le reclamó no sintiéndose muy digno de defenderse.
-¿Qué te pasa? ¿Desde cuando eres tan... llamativa?
-No sé, en Estados Unidos no podía expresarme tanto... me sentía ahogada.
-No es fundamento.
-¿Te molesta que te coquetee?- dijo esto libre de picardía, pero dichas palabras voltearon la mente de Cho... él no había visto los actos de Kamatari de esa manera-. Sabes que para mí no es más que un juego... se que tus gustos no son los míos.
-Pero ahora pareces mujer. Mirá, sólo no quiero que digan que eres una cualquiera... o una gaisha... como dijo Sanosuke....
-Está bien- sonrió a su amigo y se arrodilló tras este para masagiarle la espalda-. Pero no me vas a decir que no te gustaría.
-¿Qué?- cerró los ojos con placer ante los masajes.
-Una gaisha- susurró al oído de Cho con su voz más sensual.
El coleccionista de espadas se levantó de golpe, tropezando con la mesa. Kamatari no contuvo su risa.
-Ve a dormir- le ordenó Cho.
-Sí, mí amo- le guiño un ojo.
-¡Ya basta!
-¿Cuál es tú cuarto?
-¡¡¡¿Qué te importa?!!!
Al descubrirlo, Kamatari corrió dentro de este.
-¡Ni pienses que dormiremos juntos!
-¡Claro que no! Yo dormiré en tú cuarto y tú te harás una camita por algún lado.
-¡No!- se negó rotundamente y corrió hasta su cuarto, pero se vió en la urgencia de salir ya que Kamatari se había comenzado a cambiar.
-Para asegurarme de que no me saques dormiré sin ropa- rió con picardía.
-No te tengo miedo- tomó aire y entró... aún te queda la túnica del kimono...
-Te lo advierto- se preparó para destaparse-, no traigo ropa interior (será mentira o verdad??!.
-He visto muchos hombres... cuando el Juupon Gattana esta aún unido, solíamos bañarnos todos juntos... sólo quedabas afuera tú y Yumi... así que será a ti a quien le derá vergüenza.
Los ojos de Kamatari se inundaron en lágrimas.
-¿Qué pasa?... Vamos, no me digas que lo que dije te puso mal... Eramos un grupo, sí... pero no creo que valiéramos la pena de tal manera que sea para llorar... ¿O es por Shishio-sama?
-Por todo... Fue la primera vez que tuve a alguien...
-Lo siento...
-Esta bien... es que soy débil.
-No... yo. Bueno, te encariñas fácil- un impulso lo obligó a abrasarlo y casi de inmediato, otro a soltarlo. Por una parte estaba el cariño de la amistad, por otra parte, su orgullo como hombre (aquel orgullo que a las mujeres nos molesta tanto... así como a los hombre el orgullo femenino ¿Cierto?)- Ve a dormir, te dejo mi cama.
Cho se retiró en silencio. Los que siguió de la noche, tubo que escuchar el llanto de Kamatari... quien hay que decir, intentaba callarlo, pero era imposible. Cho quería ir a contenerlo, pero repudiaba la idea de amanecer junto a él. Cuando se decidió, ya era tarde, casi amaneciendo y Kamatari yacía dormido, cubierto solamente con lo que quedaba de su kimono (ósea la túnica). El coleccionista de espadas lo tapo, puesto que debía de estar muerto de frío y al hacerlo, notó una fina cicatriz que cruzaba el hombro de Kamatari, pero no averiguó la extensión de esta, puesto que eso significaría retirar la parte superior del kimono, hasta quien sabe donde.
Era la mañana temprano cuando Cho despertó. Los gallos del vecindario solían molestarlo ni bien comenzase a amanecer, pero aquel día su sueño fue tan pesado que ni aún teniéndolos gritándole en el oído se hubiese despertado.
Salió de la cama tropezando con todo lo que tenía delante y se preparó algo en la cocina. Al terminar de comer pensó en despertar a Kamatari, pero quizás no había dormido bien en su viaje a Japón... así que prefirió que lo dejaría dormir hasta que despertara solo... Y así cayó la tarde, por lo que decidió despertarlo.
-¿Hola?- susurró al entrar en el cuarto, cargando una bandeja con un desayuno- ¿Estas despierta?
-No- rió bajito escondiendo el rostro entre sus brazos.
-¿Tienes hambre? Te preparé un desayuno... pero te advierto que no soy buen cocinero.
-Esta bien- se sentó en el futón (así se llaman las camas japonesas, no?)- me hubieras dicho y cocinaba algo yo.
-¿Desde cuando cocinas?
-Desde niña- sonrió a su amigo.
-Sabes... siempre me pregunté...- cambió de tema.
-¿Por qué?
-Sí...
-Tú estuviste ahí cuando yo decidí cambiar ¿Recuerdas?
-Pero... ¿Nunca se te pasó antes por la mente?
-No... bueno, sí- corrigió- pero aquella vez me dí cuanta de todo.
-Lo recuerdo...
-Fue un día...
*** Flash Back*** (narrado por Kamatari a Cho)
Fue un día en el que Yumi me envió a buscar unas cosas a su cuarto (por ser nuevo, debía servir a los demás, con mayor fidelidad dependiendo del rango). Su cuarto era amplio y bien ordenado. Tomé el kimono que me envió a buscar y estaba dispuesto a irme, cuando de repente ví mi imagen en el espejo. Por primera vez no me gusté, había algo que no estaba bien. Sacudí mi cabeza intentando despejar mi mente. Entonces noté el kimono de Yumi... Recordé viejos tiempos y mis ojos se llenaron de lágrimas; luego una débil sonrisa se dibujó en mi rostro. Prové el kimono sobre mi ropa. Mas fue mi sorpresa que al quitarme el traje sentí como si no me reconociera en el espejo... aquel muchacho vestido con casi harapos no era yo. Decidí que me cambiaría de ropa de inmediato... pero entonces ninguna de mis otras ropas me gustaron. Quise entonces, un traje tan bello como el kimono de Yumi... Pero esas cosas eran de mujeres, quizás algo similar.
De repente, mis pensamientos se vieron interrumpidos cundo Yumi entró de golpe.
-¿Por qué tardas tanto?- me preguntó algo molesta.
-Lo siento, estaba viento tú kimono.
-¿Te gusta?- me sonrió orgullosa de sus gustos.
-Sí.
-A Shishio-sama también.
Un nudo en el estómago me quitó el aliento de repente. No supe el porque, en aquel momento, esa frase de "A Shishio-sama también" me hizo hervir la sangre.
-Ya veo- respondí algo cortante. De todas formas, Yumi pareció no notarlo.
-Si te gusta tanto, tengo un par para darte, me quedan grandes o chicos y no puedo usarlos... otros no me gustan- ella cruzó su cuarto hasta una especie de placard, de allí sacó otros tres kimonos, uno rosa, otro blanco y otro azul. Luego me los ofreció.
-¡¿Para mí?!- de repente la ira se esfumó.
-Sí. El blanco me queda chico... el rosa no me gusta y el verde me queda algo grande, es uno de los favoritos de Shishio-sama... pero no me gusta como me queda.
Mi corazón se exaltó. Tomé los kimonos y luego de agradecerle, me retiré. Inmediatamente me fui a mi cuarto. Arrojé los trajes sobre el futón, más tarde los ordenaría.
Ya casi cayendo la noche, Shishio-sama me envió a llamar. Me sometió a un rígido entrenamiento, junto a Soujiro. Luego me pidió de hablar a solas.
-Kamatari-kun- me llamó. Mi corazón saltó, al principio pensé que fue por el susto... pero no sentí miedo en ningún momento.
-¿Sí, mi señor?
-Has hecho un gran avance... si sigues así, serás hacendado sin duda y por completo en el Juppon Gatana.
Una gran felicidad se acumuló en mi pecho y amenazó con salir en forma de grito, pero logré ahogarlo.
-Gracias, señor.
-Para nada. Te felicito- me sonrió. Entonces desvió su vista hacia Yumi y otra vez sentí rabia... pero con terror, casi al instante lo reconocí como celos.
Rogué entonces, poder retirarme a mi cuarto. Casi corriendo, pasando por encima de ti (recuerden que está hablando con Cho), que quisiste detenerme para decirme algo. Me encerré en mi cuarto e intenté despejar mi mente.
-No puede ser...- mi voz temblorosa apenas logró susurrar- pero si él es hombre...
Me recosté sobre mi fotón y al girar mi cabeza, me encontré frente a los kimonos. Uno sólo llamó mi atención, el azul, el favorito de Shishio-sama, según Yumi. Sentí asco ajeno por lo que pensé en aquel momento, pero hice caso a mi impulso. Tomé el kimono y me ví al espejo. Pero rápidamente lo arrojé al suelo. La culpa vino a mi. Me miré al espejo y seguí sin reconocerme. Solté mi cabello... me recordé a mi madre. Mis rasgos finos eran muy similares a los de ella.
Volví a levantar el kimono, lo colgué como era debido y me quité la ropa que traía puesta en aquel momento; dispuesto a ponerme la ropa que usaba para dormir, jamás la encontré; de seguro alguien la había tomado. Mi vista se desvió hacia el kimono... Quizás sería cómodo para dormir. Luego de vestirme con él, no pude evitar la tentación de verme al espejo. Lo que ví, fue a una mujer. Suspiré no queriendo admitir que me gustaba ese aspecto. Nuevamente mi subconsciente desvió mis ojos, esta vez hacia una espada que decoraba mi pared (obsequio de Cho). La tomé y corté mi cabello, con un par de arreglos, quedó igual al de mi madre... algo disparejo, pero bien. Algo faltaba. Sonrojé mis mejillas pelliscandolas e irrité mis labios para que se tornarán más rojos. Sonreí divertido, aquello no era más que un juego para mí.
Sin que lo notase, alguien entró a mi cuarto. No lo supe hasta tenerlo detrás de mí. Aquel aroma masculino me sedó por un momento, hasta que la lucidez regresó a mi mente. Bruscamente volteé hacia el intruso.
-¡Cho!- exclamé sorprendido.
-¿Qué haces? No sabía eso de ti... Te ves bien.
Pude sentir aquel calor sobre mis mejillas, lo que significaba que me había sonrojado.
-¿Así qué eres hombre y mujer?
Si antes no lo había notado, aquella frase me regresó a la completa lucidez. Tuve miedo, mucho miedo de admitir que si, me gustaba ser mujer.
-Yo...
-No importa, ahora que somos compañeros, nos ayudamos mutuamente- aquella situación parecía estarte divirtiendo, maldito... te maldigo, te maldigo desde lo profundo de mi ser.
No supe que hacer... Me dejé majar con docilidad.
*** Fin del Flash Back***
-Aquellos días- entonces recordó lo ocurrido aquella noche-. Ah... yo... Kamatari-kun... respecto de lo de anoche... Perdón...
-Está bien.
Entonces un silencio se hizo presente.
-Bueno...- Cho rompió el silencio- Voy al mercado... ¿Vienes?
-Claro ¿Me ayudas con el kimono?
-Sí...
-¿Hoy no trabajas?
-No- rió feliz (Y quien no?!!!!)
Fin del primer capitulo!!
....................................................................................................................
Hola!!!! Soy Kijin Honjo y este es mi primer Fic. Espero que les haya gustado el primer capitulo.
Y ahora ¿Qué pasará por la noche cuando se encuentren con Sanosuke?! Han notado algo raro a Cho frente a Kamatari ¿Serán nervios, amistad o...? jijijijijijiji
La verdad no sé mucho de la serie, no pude verla completa u_u... Pero sé que soy una de las mayores admiradoras de Kamatari n_n!!!!!; si encuentran algún error o tienen una sugerencia, por favor avísenme. El Juppon Gattana me gusta mucho, también, pues ese grupo se parece mucho a uno que hay en mi serie favorita, llamada Soul Hunter (Houshin Engi), de la cual, soy super fanática del maestro de Thundervolth (si, me gustan los personajes raros y casi desconocidos, pero en el manga tiene más participación). En Soul Hunter también hay unos llamados Fuji, Shisyo, Hiko y Cho (hay un montón de este último) ¡Ah! Y si alguien puede decirme si Sanosuke llegó a conoces a Kamatari y la identidad de este, mejor; por favor, díganme. Muchas gracias.
Respecto de Kamatari, sé que existió y conozco algo de su historia... pero no mucho. En fin, me encanta.
Bueno, cualquier cosa, pueden escrivirme a [email protected] Y si saben de algún otro fic donde aparezca Kamatari, avísenme, por favor, ya encontré unos cuantos... ¡¡pero nada es suficiente para mi fanatismo!!
Besotes
KIJIN HONJO
AUTOR: Kijin Honjo
NOTA: Todos los personajes de esta fanfic pertenecen a la serie Rurouni Kenshin y son totalmente propiedad de su creador Nobuhiro Watsuki.
ADVERTENCIA: este fic no es recomendado para menores porque posee escenas que pueden ser consideradas Yaoi y algunas ya de por sí lo son. Si no es de su agrado, por favor no lo lea.
Capitulo 1:
¡¡Bienvenido!!
Un oficial de la policía de Kioto cruza los pasillos corriendo a la mayor velocidad que sus piernas le permiten. Entre sus manos, llevaba una carta. Rápidamente entró en la oficina de Saitou alzando la carta sobre su cabeza.
-Le llegó una carta, señor- le informó.
El jefe de la policía apenas levantó la vista de sus escritos.
-Llegó directamente de Estados Unidos.
-¿Cómo?- levantó una ceja incrédulo ante el contenido de aquella carta- ¿Qué quieren?
-No lo sé... no es del gobierno.
-¿Entonces?
El oficial alzó los hombros y dejó la carta en el escritorio de Saitou. Este último apenas le hecho una mirada al remitente y volvió la vista hacia su casi vacío paquete de cigarrillos; tomo uno y lo encendió. Fue entonces que rápidamente tomó la carta y leyó con más atención el remitente.
-Diablos...- susurró.
Cruzó su oficina y se asomó fuera de esta; llamó la atención de un joven oficial que pasaba por allí y le ordenó llamar a Cho. Cuando este se presentó, ambos se miraron, pero Saitou no pensaba ser el primero en hablar. Esperó a que su cigarrillo se terminara y luego tomó asiento.
-¿Sí?- dijo al fin Cho.
Saitou sólo señaló la carta.
-Es para ti.
-Dice que es para usted.
-Mirá quien la envía- sonrió con malicia.
Cho tomó la carta y leyó los datos en esta. Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.
-¿Cuál es la gracia?
-Es de Kamatari.
-Sí. Ábrela.
-Es para usted.
-Léela y dime que dice... temo lo que aquel chico-chica me envíe.
Cho leyó el contenido de la carta y mientras lo hacía una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.
-¿Por qué tanta felicidad?
-Dice que vendrá.
-¿Y por qué te pone tan feliz?- sonrió torcidamente.
-Es que me pone feliz ver a uno de mis antiguos compañeros- entonces notó la sonrisa de Saitou y se sonrojó- ¡¿Qué le pasa?! ¡Yo no raro!
-¿Te pone... "feliz"?
Cho gruñó y salió del cuarto.
-¡Ey!- le gritó Saitou desde adentro de la oficina.
-¡¿Qué?!- le respondió Cho desde afuera.
-¡Ve tú! Se pondrá "feliz" de ver a un "antiguo compañero"- se burló de lo dicho por el coleccionista de espadas.
-Grrrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Era la mañana muy temprano. El calor era insoportable en el puerto de Kioto. La poca gente que rondaba por aquellos lados, apenas podía moverse. Entre esas personas, se encantaban Saitou y Cho, ambos observando los alrededores deseosos de poder marcharse cuando antes... pero debían esperar.
-Te odio- lo maldijo Saitou a Cho.
-Yo también...
-¿Ves a lo que he llegado?
-¿A qué?
-Esperando al chico-chica...- luego miró a Cho algo curioso- ¿Para qué viene?
-Es que le han dado vacaciones en la universidad y a decidido pasarlas aquí... pedía si por favor podía trabajar en la policía por alojamiento y comida.
Saitou se estremeció.
-¿Y tenerlo durmiendo en el cuarto de alado?- rió sarcásticamente.
-¿Qué sugiere?
-¿Por qué no lo llevas a tú casa?
-Es muy pequeña... además... Por lo general salgo con Sanosuke.
-...
-Es que vamos a jugar por ahí.
-¿Ilegalmente?
-Cerca... pero yo no apuesto... las apuestas las hace él.
-Con tú dinero.
-Y bueno... me mudé enfrente de él... era la única persona que conocía y... ¡Yo que sé!- gruño sin tener una mejor defensa.
-Jamás cambiarás... haber si el chico-chica te cambia un poco.
-¿Perdón?
-Sí, quizás te enseñe a cocinar- rió de su mal chiste (si... muy malo, pero no se me ocurrió otro u_u).
Entonces un viejo marinero japonés informó a los hombres que el barco que esperaban acababa de llegar. Ambos se dirigieron hacia este y de repente, se vieron rodeados por los pasajeros. Entre codazos y patadas, Cho recibió un fuerte pellizcón en el trasero. Inmediatamente se volvió hacia su "atacante", con la intención de que se trababa de alguna dulce niña con intenciones picaras... pero no fue eso lo que vio.
-Ehhhh...- fue lo único que atinó a decir, mientras Saitou estaba entre reír con más fuerza o esquivar aquella imagen con algo de asco.
-Hacia mucho tiempo de eso...- suspiró Kamatari refiriéndose al pellizcón- No lo has trabajado bien...- remató con aquel tono pícaro que no se escuchaba hace tiempo.
-Ahhh...- Cho aún no logró reaccionar y no lo consiguió gasta que, cuando la gente se disipó, los ojos de Kamatari se llenaron de lágrimas y casi rompiendo en llanto, lo abrazó.
-¡Pensé que jamás los volvería a ver!
-¡Sal!- intentó quitárselo de encima, pero el muchacho se aferró a las ropas de Cho, quien finalmente le devolvió el abraso.
-Saitou-san - soltó al coleccionista y saludó al jefe de la policía con una reverencia-. Se siente bien volver a casa.
Los tres regresaron a la comisaría. Cho y Saitou no quitaban sus ojos de encima del joven mientras este les relataba sus experiencias en Estados Unidos, no por babosos (menos que menos Saitou, eso ha quedado claro), más bien por el aspecto de Kamatari... mismo peinado, mismo asento, un poco forjado por el inglés... y vistiendo como hombre.
Ya en la jefatura:
-¿Prefieres un gi o un kimono?
-¿Tienen mi antigua ropa?
-Sí...- Saitou se retiró.
-Ha sido un tiempo...- volvió a decir Kamatari.
-Si... pero dime ¿Cómo la has pasado?
-¿Cómo te parece?
-¿Mal?
-Pésimo... son muy racistas allí. Pero la he llevado bien, conseguí con quien conversar y pasar el tiempo.
-¿Agun amigo?
-Sólo compañeros
-¿Novio?
Kamatari rió. Cho sintió algo extraño, aquella risita lo irritó.
-Esta en veremos.
-¡Ah! ¿Sí?- preguntó ya sin interés, más bien bronca.
-¿Qué pasa?- notó el cambio de ánimos de su amigo.
-Nada... Sigué.
-¿Qué más puedo decirte? Mis estudios son horribles y en época de examen me siento terrible.
-Pero ya estas en casa...
-Sí...- se le acercó y lo abrazó con suavidad...
No supo porque, pero Cho permitió aquel acto. Quizás, si lo consideraba un amigo, pues sintió cariño ante aquella suave caricia y sin darse cuanta, se encontró acariciando los cabellos de su amigo... sólo reaccionó cundo Saitou entró al cuarto y dio media vuelta, saliendo casi corriendo, maldiciendo a ambos casi a gritos. Entonces Cho empujó a Kamatari, quien cayó al suelo confundido.
-Yo...
-Ah....
-¡¡¡¡¡Sodomitas!!!!!- gritó Saitou desde afuera.
Aclarado el mal entendido, ya todos compartiendo la misma oficina (Saitou decidió que sería la suya, pues allí manada él y solo él!!!).
-De seguro aún te queda el kimono.
-Sí.
-Bien...- Saitou miró a Cho de mala gana- Como estas bajo la vigilancia del gobierno, por ya sabes que, debería ser yo quien cuidase de ti... pero dada la situación será Cho... Tú irás a vivir con él, como fue acordado y él deberá cuidar de ti- se volvió hacia Cho-. No lo pierdas de vista ¿De acuerdo?
-Si- volvió a gruñir no siendo eso lo que habían acordado; pero no podía negarse a su superior.
-Cámbiate- salió de la oficina, para sorpresa de los otros dos.
-¡¿Aquí?!- susurró Kamatari, pero no fue escuchado por el jefe de la policía.
-Parese que sí- Cho salió también; pero al poco tiempo fue solicitado por Kamatari.
-¡Por favor, necesito ayuda!- le rogó.
-¿Esta vestido?
-Sí, necesito ajustar el moño del kimono...- cambió su tono serió por uno muuuuuuuuuuy pícaro- de lo contrario, se me desarmaría el kimono.
Cho entró, intentado borrar aquella imagen que su amigo le había obligado a imaginar.
-¿Así?- preguntó.
-Más.
-¡¿Más?! Pero si lo ajusto más te cortaré la respiración.
-Cho... ¿Cómo creer que logro formar esa cintura ¿Crees que es mía? Tú sólo ajústalo.
-Te hace ver caderón.
-Caderona... ya no me trates de él- se molestó.
-Como quieras...
-¿Entonces iré a tu casa?
-Sí.
-Mirá, Cho, hemos compartido una casa durante mucho tiempo... mientras tú ya sabes quien, estaba vivo... pero entiendo que ha pasado el tiempo, quizás tengas novia y tú casa no debe ser muy grande (es que a Saitou se le huele lo amarrete desde lejos ñ_ñU)... Así que... si te molesta...
-¿Dices de pagarte un hotel?
Kamatari dio media vuelta y enfrentó ambos rostros.
-No... iba a sugerir que tú me lo pagaras.
-Hmmmm...- Cho sintió que el oxigeno dejaba sus pulmones repentinamente. Retrocedió casi asustado por aquella reacción.
-¿Pasa algo?
-No- tomó aire-. Informemos a Saitou y vámonos.
-De acuerdo- se encogió de hombros. Beso uno de sus dedos y al pasar frente a Cho, lo apoyó sobre los labios de este.
-¡¿Qué hacer?!
-Sólo me gusta molestarte- le guiñó un ojo.
-Compórtate... estamos en mi trabajo.
-¡Cierto! Pasaremos la noche juntos- bromeó nuevamente... justo cuando entraba Saitou al ver la puerta abierta... nuevamente salió casi corriendo, balbuceando maldiciones a ambos y con Cho detrás, queriendo explicar el mal entendido.
Casí llegando la noche. Cho y Kamatari cruzaba frente a la casa de Sanosuke.
-¡Hola!- saludó este muy simpáticamente al notar al joven de la hoz (no, no traía arma, es sólo para no repetir Kamatari, Kamatari, ¡Ay! ¡Mi Kamatari!).
-Hola...- respondió Cho sin ganas, a causa del agotamiento.
-¡Hola!- por su parte, Kamatari no sólo se encontraba con todas la pilas, sino que también le pareció bonito (Sanosuke, claro está).
-Cho... ¿No presentas a tú amiga?- se le acercó y susurró al oído- Es una linda geisha.
-Su nombre es Kamatari y es mi amigo... amiga- corrigió ante un fuerte pellizcón por parte de Kama-chan.
-¡Ah! Muy lindo nombre. Yo soy Sanosuke Sagara (Correcto?) ¿Vendrá mañana con nosotros?
-No.
-¿A dónde?- preguntó de Kamatari ante la negativa de Cho.
-A jugar... ¿Vienes?
-Pues no tengo opción- quiso mostrase desinteresado.- Cho debe cuidarme... aunque no tiene muchas ganas...- fingió tristeza.
-¡Qué grosero de su parte! Entonces yo te cuidaré por él!
-¡¿Enserio?!
-Sí ¿Te gusta beber?
-Jamás he bebido...
-Entonces mañana conocerás la gracia de la borrachera- se retiró besando la mano de Kamatari.
-¡Qué simpático!
-¡Pareces una cualquiera!- se fastidió Cho y entró en su casa cual toro ante algo rojo.
Kamatari se quedó unos mementos mirando el sitio donde Cho desapareció al entrar en su casa ¡¿Qué le había pasado?! Esperó un rato para ver si Cho lo invitaba a entrar, pero nada. Aspiró profundo y entró sin ser invitado. Allí estaba el coleccionista de espadas, bebiendo zake sentado a la mesa.
-Lo que me dijiste fue feo, Cho- le reclamó no sintiéndose muy digno de defenderse.
-¿Qué te pasa? ¿Desde cuando eres tan... llamativa?
-No sé, en Estados Unidos no podía expresarme tanto... me sentía ahogada.
-No es fundamento.
-¿Te molesta que te coquetee?- dijo esto libre de picardía, pero dichas palabras voltearon la mente de Cho... él no había visto los actos de Kamatari de esa manera-. Sabes que para mí no es más que un juego... se que tus gustos no son los míos.
-Pero ahora pareces mujer. Mirá, sólo no quiero que digan que eres una cualquiera... o una gaisha... como dijo Sanosuke....
-Está bien- sonrió a su amigo y se arrodilló tras este para masagiarle la espalda-. Pero no me vas a decir que no te gustaría.
-¿Qué?- cerró los ojos con placer ante los masajes.
-Una gaisha- susurró al oído de Cho con su voz más sensual.
El coleccionista de espadas se levantó de golpe, tropezando con la mesa. Kamatari no contuvo su risa.
-Ve a dormir- le ordenó Cho.
-Sí, mí amo- le guiño un ojo.
-¡Ya basta!
-¿Cuál es tú cuarto?
-¡¡¡¿Qué te importa?!!!
Al descubrirlo, Kamatari corrió dentro de este.
-¡Ni pienses que dormiremos juntos!
-¡Claro que no! Yo dormiré en tú cuarto y tú te harás una camita por algún lado.
-¡No!- se negó rotundamente y corrió hasta su cuarto, pero se vió en la urgencia de salir ya que Kamatari se había comenzado a cambiar.
-Para asegurarme de que no me saques dormiré sin ropa- rió con picardía.
-No te tengo miedo- tomó aire y entró... aún te queda la túnica del kimono...
-Te lo advierto- se preparó para destaparse-, no traigo ropa interior (será mentira o verdad??!.
-He visto muchos hombres... cuando el Juupon Gattana esta aún unido, solíamos bañarnos todos juntos... sólo quedabas afuera tú y Yumi... así que será a ti a quien le derá vergüenza.
Los ojos de Kamatari se inundaron en lágrimas.
-¿Qué pasa?... Vamos, no me digas que lo que dije te puso mal... Eramos un grupo, sí... pero no creo que valiéramos la pena de tal manera que sea para llorar... ¿O es por Shishio-sama?
-Por todo... Fue la primera vez que tuve a alguien...
-Lo siento...
-Esta bien... es que soy débil.
-No... yo. Bueno, te encariñas fácil- un impulso lo obligó a abrasarlo y casi de inmediato, otro a soltarlo. Por una parte estaba el cariño de la amistad, por otra parte, su orgullo como hombre (aquel orgullo que a las mujeres nos molesta tanto... así como a los hombre el orgullo femenino ¿Cierto?)- Ve a dormir, te dejo mi cama.
Cho se retiró en silencio. Los que siguió de la noche, tubo que escuchar el llanto de Kamatari... quien hay que decir, intentaba callarlo, pero era imposible. Cho quería ir a contenerlo, pero repudiaba la idea de amanecer junto a él. Cuando se decidió, ya era tarde, casi amaneciendo y Kamatari yacía dormido, cubierto solamente con lo que quedaba de su kimono (ósea la túnica). El coleccionista de espadas lo tapo, puesto que debía de estar muerto de frío y al hacerlo, notó una fina cicatriz que cruzaba el hombro de Kamatari, pero no averiguó la extensión de esta, puesto que eso significaría retirar la parte superior del kimono, hasta quien sabe donde.
Era la mañana temprano cuando Cho despertó. Los gallos del vecindario solían molestarlo ni bien comenzase a amanecer, pero aquel día su sueño fue tan pesado que ni aún teniéndolos gritándole en el oído se hubiese despertado.
Salió de la cama tropezando con todo lo que tenía delante y se preparó algo en la cocina. Al terminar de comer pensó en despertar a Kamatari, pero quizás no había dormido bien en su viaje a Japón... así que prefirió que lo dejaría dormir hasta que despertara solo... Y así cayó la tarde, por lo que decidió despertarlo.
-¿Hola?- susurró al entrar en el cuarto, cargando una bandeja con un desayuno- ¿Estas despierta?
-No- rió bajito escondiendo el rostro entre sus brazos.
-¿Tienes hambre? Te preparé un desayuno... pero te advierto que no soy buen cocinero.
-Esta bien- se sentó en el futón (así se llaman las camas japonesas, no?)- me hubieras dicho y cocinaba algo yo.
-¿Desde cuando cocinas?
-Desde niña- sonrió a su amigo.
-Sabes... siempre me pregunté...- cambió de tema.
-¿Por qué?
-Sí...
-Tú estuviste ahí cuando yo decidí cambiar ¿Recuerdas?
-Pero... ¿Nunca se te pasó antes por la mente?
-No... bueno, sí- corrigió- pero aquella vez me dí cuanta de todo.
-Lo recuerdo...
-Fue un día...
*** Flash Back*** (narrado por Kamatari a Cho)
Fue un día en el que Yumi me envió a buscar unas cosas a su cuarto (por ser nuevo, debía servir a los demás, con mayor fidelidad dependiendo del rango). Su cuarto era amplio y bien ordenado. Tomé el kimono que me envió a buscar y estaba dispuesto a irme, cuando de repente ví mi imagen en el espejo. Por primera vez no me gusté, había algo que no estaba bien. Sacudí mi cabeza intentando despejar mi mente. Entonces noté el kimono de Yumi... Recordé viejos tiempos y mis ojos se llenaron de lágrimas; luego una débil sonrisa se dibujó en mi rostro. Prové el kimono sobre mi ropa. Mas fue mi sorpresa que al quitarme el traje sentí como si no me reconociera en el espejo... aquel muchacho vestido con casi harapos no era yo. Decidí que me cambiaría de ropa de inmediato... pero entonces ninguna de mis otras ropas me gustaron. Quise entonces, un traje tan bello como el kimono de Yumi... Pero esas cosas eran de mujeres, quizás algo similar.
De repente, mis pensamientos se vieron interrumpidos cundo Yumi entró de golpe.
-¿Por qué tardas tanto?- me preguntó algo molesta.
-Lo siento, estaba viento tú kimono.
-¿Te gusta?- me sonrió orgullosa de sus gustos.
-Sí.
-A Shishio-sama también.
Un nudo en el estómago me quitó el aliento de repente. No supe el porque, en aquel momento, esa frase de "A Shishio-sama también" me hizo hervir la sangre.
-Ya veo- respondí algo cortante. De todas formas, Yumi pareció no notarlo.
-Si te gusta tanto, tengo un par para darte, me quedan grandes o chicos y no puedo usarlos... otros no me gustan- ella cruzó su cuarto hasta una especie de placard, de allí sacó otros tres kimonos, uno rosa, otro blanco y otro azul. Luego me los ofreció.
-¡¿Para mí?!- de repente la ira se esfumó.
-Sí. El blanco me queda chico... el rosa no me gusta y el verde me queda algo grande, es uno de los favoritos de Shishio-sama... pero no me gusta como me queda.
Mi corazón se exaltó. Tomé los kimonos y luego de agradecerle, me retiré. Inmediatamente me fui a mi cuarto. Arrojé los trajes sobre el futón, más tarde los ordenaría.
Ya casi cayendo la noche, Shishio-sama me envió a llamar. Me sometió a un rígido entrenamiento, junto a Soujiro. Luego me pidió de hablar a solas.
-Kamatari-kun- me llamó. Mi corazón saltó, al principio pensé que fue por el susto... pero no sentí miedo en ningún momento.
-¿Sí, mi señor?
-Has hecho un gran avance... si sigues así, serás hacendado sin duda y por completo en el Juppon Gatana.
Una gran felicidad se acumuló en mi pecho y amenazó con salir en forma de grito, pero logré ahogarlo.
-Gracias, señor.
-Para nada. Te felicito- me sonrió. Entonces desvió su vista hacia Yumi y otra vez sentí rabia... pero con terror, casi al instante lo reconocí como celos.
Rogué entonces, poder retirarme a mi cuarto. Casi corriendo, pasando por encima de ti (recuerden que está hablando con Cho), que quisiste detenerme para decirme algo. Me encerré en mi cuarto e intenté despejar mi mente.
-No puede ser...- mi voz temblorosa apenas logró susurrar- pero si él es hombre...
Me recosté sobre mi fotón y al girar mi cabeza, me encontré frente a los kimonos. Uno sólo llamó mi atención, el azul, el favorito de Shishio-sama, según Yumi. Sentí asco ajeno por lo que pensé en aquel momento, pero hice caso a mi impulso. Tomé el kimono y me ví al espejo. Pero rápidamente lo arrojé al suelo. La culpa vino a mi. Me miré al espejo y seguí sin reconocerme. Solté mi cabello... me recordé a mi madre. Mis rasgos finos eran muy similares a los de ella.
Volví a levantar el kimono, lo colgué como era debido y me quité la ropa que traía puesta en aquel momento; dispuesto a ponerme la ropa que usaba para dormir, jamás la encontré; de seguro alguien la había tomado. Mi vista se desvió hacia el kimono... Quizás sería cómodo para dormir. Luego de vestirme con él, no pude evitar la tentación de verme al espejo. Lo que ví, fue a una mujer. Suspiré no queriendo admitir que me gustaba ese aspecto. Nuevamente mi subconsciente desvió mis ojos, esta vez hacia una espada que decoraba mi pared (obsequio de Cho). La tomé y corté mi cabello, con un par de arreglos, quedó igual al de mi madre... algo disparejo, pero bien. Algo faltaba. Sonrojé mis mejillas pelliscandolas e irrité mis labios para que se tornarán más rojos. Sonreí divertido, aquello no era más que un juego para mí.
Sin que lo notase, alguien entró a mi cuarto. No lo supe hasta tenerlo detrás de mí. Aquel aroma masculino me sedó por un momento, hasta que la lucidez regresó a mi mente. Bruscamente volteé hacia el intruso.
-¡Cho!- exclamé sorprendido.
-¿Qué haces? No sabía eso de ti... Te ves bien.
Pude sentir aquel calor sobre mis mejillas, lo que significaba que me había sonrojado.
-¿Así qué eres hombre y mujer?
Si antes no lo había notado, aquella frase me regresó a la completa lucidez. Tuve miedo, mucho miedo de admitir que si, me gustaba ser mujer.
-Yo...
-No importa, ahora que somos compañeros, nos ayudamos mutuamente- aquella situación parecía estarte divirtiendo, maldito... te maldigo, te maldigo desde lo profundo de mi ser.
No supe que hacer... Me dejé majar con docilidad.
*** Fin del Flash Back***
-Aquellos días- entonces recordó lo ocurrido aquella noche-. Ah... yo... Kamatari-kun... respecto de lo de anoche... Perdón...
-Está bien.
Entonces un silencio se hizo presente.
-Bueno...- Cho rompió el silencio- Voy al mercado... ¿Vienes?
-Claro ¿Me ayudas con el kimono?
-Sí...
-¿Hoy no trabajas?
-No- rió feliz (Y quien no?!!!!)
Fin del primer capitulo!!
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Hola!!!! Soy Kijin Honjo y este es mi primer Fic. Espero que les haya gustado el primer capitulo.
Y ahora ¿Qué pasará por la noche cuando se encuentren con Sanosuke?! Han notado algo raro a Cho frente a Kamatari ¿Serán nervios, amistad o...? jijijijijijiji
La verdad no sé mucho de la serie, no pude verla completa u_u... Pero sé que soy una de las mayores admiradoras de Kamatari n_n!!!!!; si encuentran algún error o tienen una sugerencia, por favor avísenme. El Juppon Gattana me gusta mucho, también, pues ese grupo se parece mucho a uno que hay en mi serie favorita, llamada Soul Hunter (Houshin Engi), de la cual, soy super fanática del maestro de Thundervolth (si, me gustan los personajes raros y casi desconocidos, pero en el manga tiene más participación). En Soul Hunter también hay unos llamados Fuji, Shisyo, Hiko y Cho (hay un montón de este último) ¡Ah! Y si alguien puede decirme si Sanosuke llegó a conoces a Kamatari y la identidad de este, mejor; por favor, díganme. Muchas gracias.
Respecto de Kamatari, sé que existió y conozco algo de su historia... pero no mucho. En fin, me encanta.
Bueno, cualquier cosa, pueden escrivirme a [email protected] Y si saben de algún otro fic donde aparezca Kamatari, avísenme, por favor, ya encontré unos cuantos... ¡¡pero nada es suficiente para mi fanatismo!!
Besotes
KIJIN HONJO