Bueno, pues aquí está el tercer capítulo de mi fic. Espero no haber tardado mucho en actualizar. Gracias a Cute Fairy  y PalmaSoft por sus reviews. Espero que con este capítulo más gente se anime.

Disclaimer: No poseo los derechos de Zelda ni de sus personajes ni pretendo ganar dinero con este relato. (No sé porque hay que poner esto en una web de Fan Fictions donde nadie posee nada, pero bueno XD)

Espero que os guste este tercer capítulo. :)

Capítulo 3:

Del Bosque al Cielo.

- Tampoco ha estado tan mal.- Pensaba Link  en voz alta  mientras cabalgaba a lomos de Epona de vuelta al Bosque Kokiri.

Al final Link y Zelda pasaron el día paseando por el Castillo y visitando estancias como los establos, donde Link conoció a Hícabot, el potrillo de Zelda. Un precioso caballito albino de figura esbelta que a Link le pareció muy apropiado para Zelda, no solo por su tamaño para montar, sino por que cuando la princesa montaba sobre su grupa, ambos formaban una imagen muy bella. No obstante no se pudieron quedar mucho rato debido que a que los mozos de cuadra debían empezar a limpiar el recinto. Aun así ambos niños acordaron en cabalgar juntos al día siguiente durante la visita de la princesa, Medli y Komali al Bosque Kokiri.

Otros lugares que visitaron fueron la sala de armas, donde Link se maravilló con algunas de las piezas allí expuestas, la caseta de los guardas, donde Link volvió a sorprenderse de la cercanía que había entre la familia real y sus sirvientes (Zelda conocía el nombre de todos y cada uno de los guardas), la torre sudeste del castillo, una de las más altas, desde la cual se podía ver incluso el Bosque Kokiri entero, o la sala de entrenamiento de la guardia real, donde Link observó a unos cuantos soldados entrenando.

Así pues, cuando el ocaso se aproximaba y tras despedirse del Rey, de los embajadores de Nordaeron (con Epans manteniendo la misma actitud de recelo) y los Orni, Link y Zelda se despidieron acordando la hora en que ella, Medli y Komali vendrían al bosque: las 12:00 de la mañana.

El sol hacía poco que se había ocultado. En la línea del horizonte al oeste aun se podía observar una franja anaranjada que se dejaba invadir poco a poco por el manto de las estrellas. Los lobos habían comenzado su particular sinfonía de aullidos  melancólicos dedicados a la cara blanca de la luna. Bajo sus pálidos y débiles rayos de luz, Link llegó a la entrada del Bosque Kokiri.

- ¡Bueno! Ya esta bien por hoy, Epona. Ya puedes regresar a tu casa.- Le dijo Link a la yegua mientras desmontaba.

Epona acarició con su hocico la cara la cara de Link como despedida, relinchó y se alejó al galope en dirección al Rancho Lon-Lon.

Tras atravesar el puente de la entrada al bosque, Link no tardó en llegar a la puerta de la casa de Saria. Desde fuera podía verse la luz del interior, lo que indicaba sin lugar a equívoco que la dueña estaba en casa. De repente, Link oyó una voz conocida procedente de la cabaña.

- Espero que te gusten. Nos veremos mañana.

Era Mido. El que se auto consideraba jefe de los Kokiri salía de la casa de Saria en ese mismo momento. Cuando se percató de la presencia de Link, Mido le miró con la misma cara de recelo y burla con la que le miraba siempre.

- ¿Tú que miras, "Señor Sin Hada"?- Así es como llamaba Mido a Link.

Siempre encontró en el hecho de que él era el único niño del bosque que no tenía un hada una excusa perfecta para meterse con él.

- ¿Ya has vuelto a salir del bosque?- Prosiguió Mido.

- ¿Y tú ya has vuelto a intentar tirarle los tejos a Saria?- Preguntó Link con el mismo tono inquisidor.

- ¡¿Pero que dices?!- Contestó Mido sin poder evitar sonrojarse un poco.- ¡Soy el jefe de los Kokiri, y como cada vez que tú sales fuera dejas a Saria muy sola es mi obligación hacerle compañía para que no se apene!

Link le miró sin creerse una palabra. Ya había perdido la cuenta de las veces que Mido había intentado conquistar el corazón de Saria, siempre en vano. Es más, Saria no es que tuviera una muy buena opinión de él que digamos. No solo porque él era siempre el que lideraba las bromas pesadas en las cuales Link era la víctima, sino que también porque cada vez que Mido le prometía hacer algo por ella, la mayoría de las veces le ordenaba a otro Kokiri la tarea: cortar la hierba de enfrente de su casa, limpiar su habitación, hacerle la compra, etc…

Además… ¿Por qué iba a estar Saria apenada? Cierto es que había estado fuera durante algún tiempo, pero tampoco era como para apenarse de esa manera. Y en cualquier caso Saria tenía a otros amigos en el bosque, como Famila, Frido o las gemelas Dórremi y Dórresi.

- Bien, pues ya has cumplido con tu "obligación". Ahora creo que te marchabas, ¿no es así?- Dijo Link con tono casi severo.

- Así es. Buenas noches.- Dijo Mido con voz inquisitiva. Link pudo oír como al darse la vuelta añadía en voz baja un nuevo "Señor Sin Hada".

Pero Link ya estaba curado de espanto. Después de todas las aventuras que había vivido lo último que le molestaba ahora eran los pueriles insultos de Mido. Ahora miraba hacia atrás y se avergonzaba un poco de sí mismo por haber hecho caso en el pasado a tantas y tantas bromas a las que le sometían. Aunque también es verdad que habían algunas que fueron realmente pesadas y de muy mal gusto, como bajarle los pantalones en público. Pero eso ya no importaba. En sus hazañas Link había adquirido una alta disciplina y resultaba difícil enfadarle. Ya había pasado toda una vida desde la última vez que lloró por una broma pesada.

Desde la puerta Link pudo ver (a través de las translúcidas cortinas) a Saria andando de un lado para otro llevando platos. Probablemente recogiendo la mesa. Esperó que ella y Mido no se lo hubieran comido todo ya que volvía a tener hambre.

No obstante, cuando vio que Saria se había puesto a lavar los platos, su bombilla de las malvadas ideas volvió a encenderse. Ella no le esperaba hasta la mañana siguiente a pesar de que dijo que volvería por la noche, así que pensó que esa sería una buena oportunidad para desquitarse con Saria del intento fallido de asustar a Zelda aquella mañana.

Con sumo cuidado, se asomó por la puerta para asegurarse de que no había ninguna ventana o espejo en el que Saria pudiera verle reflejado. No caería dos veces en el mismo error. En efecto, frente a la palangana de agua no había nada de eso, y el agua estaría tan jabonosa y sucia que tampoco Saria podría verle reflejado ahí. Link sonrió maliciosamente… ¡Era la oportunidad perfecta!

Sin dejar de maniobrar con cautela, Link corrió las cortinas silenciosamente y se puso en cuclillas. Empezó a avanzar con pasos ligeros, procurando hacer el menor ruido posible. Cuando se acercó a la mesa que había en el centro de la casa, Link vio como Saria iba a darse la vuelta, por lo que se escondió rápidamente tras el mueble. Pero Saria no se movió del sitio. Link solo pudo oír que lo que su amiga iba a hacer era simplemente estornudar.

Cuando escuchó como Saria volvía a fregar, Link salió de su escondite y volvió a avanzar hacia su "presa". Cuando se encontró casi a su espalda, empezó a levantarse muy lentamente, procurando no hacer el más mínimo ruido, ni siquiera con el roce de su ropa. Cuando por fin se incorporó, volvió a llenar sus pulmones de aire para así gritar con fuerza para dar el susto definitivo. ¡Al fin iba a alcanzar su meta!

- ¡Quieto ahí parado!- Dijo Saria en voz alta encorvándose bruscamente para golpear a Link en el estómago con su trasero.

No es que le diera con fuerza, pero entre la sorpresa y el desconcierto, Link acabó por perder el equilibrio y cayó de nalgas al suelo. Saria se dio la vuelta sonriendo con malicia, contemplando la expresión de confusión en la cara de Link.

- ¡Vaya! ¡Así que al final era verdad eso de que ibas a venir por la noche!- Dijo la Kokiri con voz burlona.

- ¡Pe-pe-pe-pe-pe-pe…!- Balbuceó Link desde el suelo, señalándola incrédulo con su dedo. Su sorpresa y frustración eran tan grandes que era incapaz de terminar si quiera una palabra.

- No, no me llamo "Pepe", Link- Dijo Saria con voz todavía más burlona. Se la veía triunfante.

- ¡¿Pe-pe-pero como narices es posible que supieras que estaba ahí?! ¡Y no me digas que me has visto reflejado en ninguna parte porque no hay ni espejos ni ventanas ni nada!- Dijo Link casi gritando y muy deprisa.

- ¿Qué dices de verte reflejado?- Dijo Saria encorvando una ceja.- Sabía que estabas ahí porque te oí hablar con Mido fuera y por que noté tu sombra mientras te levantabas.

Link en ese momento se quedó como una estatua, en la misma posición, sentado en el suelo y señalando a Saria. Su cara era un auténtico poema, con la boca abierta y los ojos abiertos como platos. ¡¿Cómo había podido ser tan estúpido?! Definitivamente, aquel no era su día en lo que se refería a dar sustos a la gente.

- ¡Venga! ¡Levántate del suelo que te vas a poner perdido!- Dijo Saria mientras le tendía una mano para ayudarle a levantarse.- ¡Bueno! Cuéntame. ¿Cómo es que has venido tan pronto? No creo que hayas roto tu costumbre de quedarte hasta las tantas en el castillo solo para intentar darme un susto.

Link se levantó un poco mosqueado, pero se le pasó enseguida. Tenía muchas cosas que contarle ya que había sido un día lleno de sobresaltos.

- Si de verdad quieres saberlo, más que te vale que tú y Mido no os hayáis comido toda la cena mientras hacíais manitas.- Dijo Link con tono malévolo.

- ¿Haciendo manitas?- Dijo Saria claramente molesta.- ¡Ja! ¡Verás el cráter de la Montaña de la Muerte totalmente congelado antes que verme a mi haciendo manitas con ese palurdo!

- Yo que tú no diría eso muy alto.- Respondió Link con tono de burla.- Yo ya he visto el Dominio Zora congelado como dices, así que no me sorprendería ver también así la Montaña de la Muerte algún día.

- ¡No seas pájaro de mal agüero, anda!- Dijo Saria con tono tajante.- Y tranquilo, que aun quedan dos huevos, algo de jamón, fruta y la leche Rosami.

- Romani.- Corrigió Link.- ¡Hija! Que no es tan difícil.

- Sí, sí… como se diga. ¡Ah sí, lo olvidaba! Mido me ha traído también una cesta de setas que dice haber recogido él. Sírvete tu mismo.- Concluyó Saria.

Link se acercó a la despensa y comenzó a aprovisionarse.  Aun le duraba el lechón y la crema de cangrejo que había comido en el castillo, por lo que no tenía tanta hambre como de costumbre. Simplemente se conformó con los dos huevos, una naranja y un vaso de leche. Las propia Saria se sorprendió de lo poco que había cogido.

Entonces, Link comenzó a contarle a su amiga todo lo que había pasado: cómo era el rey, la aparición del zepelín, el rescate de Medli, etc… Saria escuchaba con atención, e incluso fascinación, sobre todo lo referente a los Orni (le costaba creer que estuvieran emparentados con los Zora) y lo del zepelín. No obstante, estuvieron un buen rato debatiendo el hecho de que ella volviera a hacer el desayuno al día siguiente. Como Zelda y los demás iban a venir a la mañana próxima, Link quería no tener que preocuparse de ese tema para así no tener que levantarse excesivamente temprano. Después de todo, tendrían que desayunar pronto para estar listos para cuando sus invitados llegaran. Al final consiguió convencerla, aunque tendría que hacer el desayuno tres días seguidos.

- Por cierto, ¿qué va a pasar con el "zeguemín" ese?- Preguntó Saria.

- "Zeguemín" no, "Zepelín".- Corrigió de nuevo Link. Le hizo mucha gracia, ya que por lo visto nadie era capaz de repetir bien el nombre a la primera.- No lo sé. Por lo visto no ha podido salir de Hyrule, así que lo están buscando. El rey ha puesto a Impa al frente de la búsqueda.

- En cualquier caso, me extraña bastante.- Dijo Saria casi para sí misma.

- ¿El qué?

- El que esos ladrones se estén escondiendo. Después de todo están en posesión de una maquina muy potente, que incluso han usado como artefacto de guerra. Ya han destruido varias aldeas. ¿Por qué iban a sentirse en necesidad de escapar de nuestra vista con tal afán.

- Bueno, según el Orni que lo fabricó, Raneli, dijo que ya se estaba quedando sin combustible, por lo que es normal que no quieran ser encontrados hasta que puedan volver a volar.

- Sí, quizás tengas razón.

Los dos niños se quedaron en silencio durante un rato. Link ya no quería seguir hablando del tema del zepelín. Empezaba a entrarle sueño, y a la mañana siguiente le esperaría un gran día en compañía de Zelda y sus nuevos amigos. No quería que un globo sobredimensionado se lo estropeara.

- Bueno, si no te importa, yo me voy ya a mi cama. Mañana nos espera un largo día.- Dijo Link mientras se levantaba de la silla.- Te ayudaré a recoger todo esto.

- Gracias.- Dijo Saria.

Al poco rato ya habían recogido toda la mesa,  y Link incluso fregó un par de cacharros. Tras despedirse definitivamente de Saria, salió de la casa y se encaminó hacia la suya.

La noche estaba serena. Hacía mucho rato que el arco dorado del ocaso había desaparecido y el cielo se mostraba completamente estrellado. Apenas había nubes, lo que permitía contemplar el firmamento en todo su esplendor. Aunque había una pequeña brisa que mecía levemente las hojas de los árboles, la temperatura era agradable. Había mucho silencio, solo interrumpido por el susurro de los árboles y el canto de algún que otro grillo. Link esperaba que la serenidad de aquella noche se mantuviera durante el día próximo.

Tras contemplar la tranquilidad de la noche, Link comenzó a subir las escaleras de su casa y entró en su hogar. De manera casi instintiva, Link se llevó las manos al pecho, pero al hacerlo echó en falta algo. Se palpó le torso unos segundos un poco nervioso.

- ¡Oh! ¡Nayru! ¡¿Pero qué narices estoy haciendo?!- Dijo Link en voz alta al ver su espada y su escudo al lado de su cama.

Lo que iba a hacer era desabrocharse la bandolera donde transportaba sus armas. Se había olvidado de que aquel día no las había llevado. Tengo que quitarme estos hábitos de "salvador del mundo" de una vez, pensó. Ya sin más dilación, Link se quitó la túnica Kokiri, la puso en la pila de la ropa sucia (la cual empezaba a ser grande de verdad) se puso el pijama que había guardado bajo la almohada, se metió en la cama y se dispuso a dormir.

 Aun le dio un par de vueltas a la cabeza pensando en lo que haría al día siguiente con Zelda. Pensó en enseñarle todo el Bosque Kokiri, en especial su casa. La llevaría a conocer al brote del Gran Árbol Deku y le enseñaría los Bosques Perdidos y el Prado Sagrado del Bosque. Aunque no estarían a solas como a él le gustaría, seguramente sería un día genial. De ese modo, buceando entre sus planes para el día siguiente, Link acabó quedándose dormido.

Link se encontraba en mitad de la Llanura de Hyrule, en lo alto de la colina al sur del Mercado de Hyrule. El sol brillaba radiante iluminando con intensidad toda la extensión. Cerró sus ojos, disfrutando de la sensación de la cálida brisa acariciando su cara. Oyó una serie de voces y risas alegres a su espalda. Link se dio la vuelta y pudo ver a todos sus amigos subiendo la colina para encontrarse con él: Zelda, Saria, Malon, Darunia, Impa, la princesa Ruto y todos los niños del Bosque Kokiri. Link sonrió y les esperó con los brazos abiertos. Pero cuando llegaron hasta él, el cielo se oscureció de repente. Unas nubes negras como el carbón cubrían todo el firmamento. Comenzó a  llover con una intensidad que Link nunca había visto antes. Link y todos sus amigos comenzaron a correr de nuevo hasta el castillo para refugiarse del agua. Mas no les dio tiempo. Un potente ruido se escuchaba a su derecha, donde a lo lejos se levantaba la Montaña de la Muerte. Lo que vio en ese momento le heló la sangre.

Una enorme masa de agua se acercaba hacia ellos como una gigantesca ola de al menos 30 metros de altura. Ya había pasado la Montaña de la Muerte y había arrasado todo el pueblo de Kakariko, avanzando incesante hacia donde estaban ellos.  Link se encontraba paralizado. Miró a su alrededor y vio como casi todos sus amigos se miraban unos a otros totalmente asustados. Acabaron por salir huyendo despavoridos en dirección al castillo, corriendo con todas sus fuerzas. Todos menos Zelda. Ella se quedó donde estaba, mirando a Link directamente a los ojos con mirada llorosa y asustada. Pero en lugar de correr hacia el castillo, corrió en dirección hacia Link hasta fundirse con él en un abrazo. Pero antes de que Link pudiera siquiera reaccionar ante tal gesto, la gran ola les alcanzó a ambos…

Link se despertó en ese momento con un sonoro grito, levantándose bruscamente hasta quedarse sentado en su cama. Respiró apresuradamente durante un rato, sin estar muy seguro de donde estaba. Notó que su cuerpo estaba cubierto por un sudor frío. Afuera la noche se veía igual de tranquila como hacía unas horas, si no más, ya que ya no se oía ningún ruido. Cuando su mente por fin se recuperó del todo empezó a darle vueltas a la pesadilla que acababa de tener. ¿Qué debía de significar? Quizás no fuera nada, pero él ya había tenido experiencias anteriormente con sueños que después resultaban ser proféticos. No obstante aquella era la primera vez que tenía ese sueño mientras que los anteriores los tenía cada noche. Probablemente no lo volvería a tener, siendo así una pesadilla sin más. Esta deducción le calmó un poco, por lo que pudo volver a tumbarse y dormirse de nuevo, esta vez sin más sueños.

Cuando el sol volvió a alzarse en el firmamento, Link se despertó cuando la luz entró por su ventana pero en aquella ocasión tenía mucho más sueño que al día anterior. No tardó en dormirse otra vez.  No obstante, al poco rato empezó a sentir unos golpecitos en su hombro derecho. Al principio lo único que hizo fue girarse aun más en la cama emitiendo un sonido extraño. Le pareció oír una voz, pero no le hizo el más mínimo caso. Después notó que alguien empezaba a zarandearle con fuerza, nuevamente desde el hombro derecho.

- ¡Venga, holgazán! ¡Despierta de una vez!- Dijo una voz que en esta ocasión oyó con claridad, aunque distante y lejana.

Volvió a girar sobre sí mismo, emitiendo un gemido de queja, quedándose boca abajo y la cabeza girada. De repente, notó que no podía respirar, debido a una extraña presión en sus fosas nasales. Link abrió los ojos de par en par y comprobó que una mano le estaba taponando la nariz. Entonces se levantó bruscamente, zafándose así de la mano. Empezó a resoplar para recuperar el aire perdido.

- ¡Saria!- Dijo Link casi gritando.- ¡¿Es que te has vuelto lo….?!

Link se paró en seco cuando levantó la vista. ¡Quien estaba ahí a su lado no era Saria, sino Zelda! Saria se encontraba al fondo de la casa, conteniendo la risa como podía.

- …ca…- Terminó la frase Link poniéndose rojo como un tomate de la vergüenza.

- ¿Qué? ¿El Bello Durmiente de la casa ya se ha despertado?- Dijo la princesa divertida y mostrando su sonrisa "punza-corazones", como Link empezaba a llamarla para sus adentros.

Link se quedó paralizado por un momento, en parte por la sorpresa de ver ahí a Zelda despertándole, en parte de nuevo por su sonrisa y en parte por lo guapa que la encontraba aquella mañana. Llevaba un vestido parecido al del día anterior, solo que llevando un pequeño chaleco de color blanco con bordados rosa y en vez de la diadema, llevaba un bonito peinado con dos pequeñas trenzas a ambos lados de su cabeza que se unían en la nuca en una trenza más grande, quedando así su flequillo recogido.

- Pero… ¿qué hora es?- Dijo Link cuando salió de su parálisis psicológica momentánea.

- Son casi las doce y media, dormilón.- Dijo Saria.- Intenté despertarte hace una hora, pero no hubo manera. ¡Si no fuera porque te veía respirar, casi hubiera pensado que estabas muerto! Al final llegaron Zelda y los demás y ella se ofreció a venir a hacer que te levantaras.

- Y como no reaccionabas ante los métodos tradicionales, he decidido poner en práctica esta "técnica secreta".- Dijo Zelda medio riendo.

- ¡Y por lo visto es eficaz! Tomaré nota para la próxima vez que tenga que despertar a este oso en época de hibernación.- Rió Saria.

- ¡Bueno! Parad ya, ¿no?- Dijo Link.- ¿Y Medli y Komali? ¿No iban a venir ellos también?

- Sí, han venido. Nos están esperando en casa de Saria.- Respondió Zelda.- Incluso tienes tu desayuno esperando a que lo comas.

Link entonces saltó de la cama dispuesto a empezar el nuevo día. Aunque debía de darse prisa en arreglarse si quería no perder más tiempo del que ya había perdido. Casi como alma que lleva el diablo, Link se abalanzó sobre la palangana de agua y empezó a lavarse la cara rápidamente, frotando con más fuerza de la habitual. Con la misma rapidez se adecentó el pelo con las manos (ya que lo tenía tan alborotado como cada mañana)  y se acercó a su cama dispuesto a cambiarse, pero cuando casi se había quitado la parte de arriba de su pijama se paró en seco, recordando que Zelda y Saria estaban ahí de testigos de excepción.

- ¿Qué Link? ¿No vas a hacernos ese strip-tease? – Rió Zelda.- Yo estaba a punto de coger asiento.

Saria por su parte se echó a reír a carcajada limpia. Link no puso evitar volver a sonrojarse. El día no empezaba con muy bien pie.

- ¿Os importaría esperar fuera?- Dijo Link avergonzado.

Zelda y Saria salieron de la casa riendo en voz baja como locas. Link alzó la vista al cielo preguntándole a los dioses por qué le hacían esto. Como la mañana anterior, le costó trabajo encontrar una túnica limpia. Se dijo a sí mismo que al día siguiente haría la colada de una vez por todas, aunque dudaba de que fuera a hacerlo en realidad. Cuando por fin se había puesto casi toda la ropa y solo le faltaba por ponerse la capucha, volvió a oír la voz de Zelda desde el otro lado de la cortina.

- Link, ¿se puede?- Dijo la princesa.

- Sí, tranquila, ya puedes pasar.- Contestó Link.

La princesa entonces corrió la cortina y se quedó mirando a Link por un momento con mirada juguetona. Incluso pareció contener una pequeña risa.

- ¿Qué pasa?- Preguntó Link extrañado por aquella mirada.

- No, nada… ¡Es que me estoy dando cuenta de que es la primera vez que te veo sin la capucha!- Contestó la princesa.

- ¡Oh! Pues ahora que lo dices… ¡es verdad!- Rió Link, que llevaba la capucha en la mano izquierda.

- ¿Pues sabes?… la verdad es que tienes un pelo muy bonito.- Dijo Zelda mientras se acercaba a él.

- E… ¿en serio?- Dijo Link sonrojándose un poco y llevándose la mano derecha a la cabeza.

- Sí… pero si te soy sincera, casi te prefiero con la capucha puesta. ¡Sin ella casi no pareces tú!- Comentó Zelda mientras tomaba la capucha de la mano de Link y se la ponía en la cabeza. A Link le extrañó un poco que esto lo hiciera solo con la mano derecha. La mano izquierda la mantenía tras la espalda.

- Gra… gracias.- Dijo Link con su cara completamente roja.

En aquel preciso instante le entraron unas ganas locas de abrazarla con todas sus fuerzas y de decirle lo mucho que le gustaba. Estaba tan guapa… y era tan agradable con él… pero de nuevo su timidez actuaba a modo de mordaza y cadenas y no pudo hacer otra cosa que quedarse ahí de pie mirándola con cara de bobalicón.

- Eer… ¿Y has subido otra vez solo para decirme esto?- Dijo Link por fin intentando cambiar de tema.

- En realidad no.- Dijo Zelda sonriendo.- Verás, como tú ayer me trajiste aquellas preciosas flores he pensado que yo también debía de traerte un regalo. Y como vamos a estar fuera todo el día he pensado en dártelo ahora por si después no nos da tiempo.

- ¿Cómo? – Dijo Link un poco incrédulo. Entonces dedujo que lo que debía ocultar en su mano izquierda tras la espalda debía de tratarse de dicho regalo.- Oye… no hacía falta. No tenías por qué traerme nada.

- Bueno… Impa me dijo una vez que era costumbre regalar algo cuando visitabas por primera vez la casa de un amigo.- Contestó Zelda con tono inocente.

- Cierto. Pero eso es solo en el caso de que la casa esté recién estrenada.

- Je, je, je… Bueno ¿Qué más da? Además, estoy segura de que este regalo te va ha encantar.

Entonces Zelda sacó su mano izquierda de detrás de su espalda y mostró el regalo. Se trataba de un libro. En un primer momento Link pensó que quizás era un intento de Zelda por iniciarle en la lectura, algo que no supo si interpretarlo como algo bueno o malo. Pero este pensamiento desapareció nada más leer el título escrito en letras rúnicas: El Arte Supremo de la Espada: Escuela Hylia no Shinken. Se trataba de una de las copias cuya ficha había visto en la biblioteca del castillo. Era menos voluminoso que el libro original que se exhibía en la vitrina, pero la portada era la misma, de color azul y con el dibujo de la Espada Maestra.

- Pe… ¡pero si es…!- Balbuceó Link in saber qué más que decir. Su cara reflejaba tanto alegría como sorpresa

- Sí, es el libro de la escuela Hylia No Shinken.- Dijo Zelda con una sonrisa de oreja a oreja.- Aunque esta copia no tiene todas las técnicas sí que tiene lo suficiente para que empieces a practicar por tu cuenta.

- ¡¿Pero cómo supiste que…?!

- ¿Qué te interesaba el libro? Bueno, aparte del interés que mostraste cuando lo viste en la vitrina, por que sé de buena tinta que intentaste encontrar una copia cuando estuvimos ayer en la biblioteca.

Link se quedó un momento sin palabras y boquiabierto. ¿Cómo pudo haberse enterado de que lo había estado buscando? Ella estaba con Medli en mitad de todo aquel bosque de estanterías y él se había asegurado que no le vieran.

- Un consejo.- Dijo la princesa que parecía haber adivinado una vez más los pensamientos de Link.- La próxima vez que busques un libro a escondidas, asegúrate de cerrar el fichero cuando termines, o por lo menos no dejes al descubierto la ficha del libro. Alguien que se pase después por la biblioteca podría verlo y descubrirte.

Zelda entonces le guiñó un ojo y Link se puso entonces como un tomate, pero esta vez no por la razón habitual. Una vez más, le entraron ganas de golpearse la cabeza contra una pared por tan enorme despiste.

- ¡Bueno, no te quedes ahí parado! ¿No vas a echarle una ojeada al menos?- Dijo la princesa casi riendo. Le había hecho mucha gracia la expresión en el rostro de Link.

- ¡Oh! ¡Sí!- Contestó Link mientras abría el libro y comenzaba a ojear las hojas rápidamente.

Las hojas estaban algo gastadas y desprendían un ligero olor que denotaban que el libro ya tenía bastantes años, aunque tampoco demasiados. Casi todo el libro estaba escrito con las tradicionales letras rúnicas Hylianas, aunque de vez en cuando aparecían también los caracteres normales. En casi todas las páginas había un dibujo sencillo de un hombre realizando una técnica o una pose, todos muy sencillos pero también muy claros. En los primeros capítulos se podía ver que se dedicaban a las poses y los movimientos básicos con la espada, sola o acompañada de otras armas (escudos, daga, otra espada, etc…), pero cuando llegó a las páginas de las técnicas avanzadas (más o menos pasado la mitad del libro), hubo una que llamó su atención. Sin darse cuenta, la leyó en voz alta:

EL CASTIGO DE LOS CIELOS:

Hopin Tsuki

(Estocada Saltante)

Uno de los puntos más vulnerables del cuerpo es la cabeza. Sin embargo lo normal es que esta esté bien protegida, ya sea por una armadura o por una posición defensiva. En ambos casos la mejor manera de atacar este punto es desde arriba, cayendo con todo el peso del cuerpo. Existen varias técnicas basadas en este principio, pero la más versátil de todas es, sin lugar a dudas, el Hopin Tsuki o Estocada Saltante.

Esta técnica consiste en saltar lo más alto posible hacia el rival, de manera que nos coloquemos por encima de su cabeza. Una vez en el punto más alto del salto, deberemos empuñar la espada al revés, apuntando con ella hacia la cabeza del rival y flexionando las piernas, aproximando las rodillas al cuerpo. En esa posición, deberemos caer sobre la cabeza de nuestro rival, clavándole la espada. En el caso de que nuestro rival sobreviva al primer golpe (algo poco común en humanos pero muy habitual contra ciertos tipos de monstruos) y si se tiene la suficiente destreza, podemos darnos impulso en los hombros del adversario para saltar otra vez y repetir la técnica las veces que haga falta hasta que nuestro enemigo caiga.

Es una técnica que requiere una gran potencia de salto, por lo que no es fácil de realizar si nos encontramos al mismo nivel que nuestro adversario. Por lo tanto lo mejor es llevarla a cabo desde un lugar elevado que nos dé ventaja en este aspecto. Aun con esta carencia, el Hopin Tsuki es una de las mejores técnicas del Hylia No Shinken.

Link miró entonces los dibujos que acompañaban a la descripción de la técnica. Reproducían con fidelidad todo lo que estaba escrito en el segundo párrafo. Le pareció muy curiosa la pose que se debía adoptar en el momento de clavar la espada. Como en los demás dibujos del resto del libro,  el realizador de la técnica estaba representado por una figura humana, mientras que la víctima tenía un aspecto similar al de un Lizalfo.

Poco a poco a Link se le dibujaba una sonrisa en la cara.

- ¿Te gusta?- Preguntó Zelda.

- ¡Ya lo creo! ¡Me encanta!.- Contestó Link entusiasmado.- ¡Muchísimas gracias!

 Pensaba que era el mejor regalo que le habían hecho en mucho tiempo. A él le encantaba ponerse a prueba y mejorar como espadachín y a buen seguro que con aquel libro iba a poder avanzar mucho más de lo que había hecho hasta ahora

- Bueno, ven.- Dijo la princesa mientras le tomaba de la mano.- Saria y los demás nos están esperando. Ya podrás seguir leyéndolo después.

Después de que Link dejara el libro sobre su mesa, los dos juntos salieron al balcón y bajaron por las escaleras. El día era muy parecido al anterior, solo que habían bajado las temperaturas ligeramente. Los árboles continuaban con su sinfonía de susurro de hojas al compás del viento. Las luces de polvo de hada que flotaban siempre en el aire del Bosque Kokiri se mostraban algo más inquietas de lo habitual, pero Link no le dio mayor importancia. Lo que sí llamó su atención fue un grupo de niños Kokiri que estaban reunidos alrededor de la casa de Mido.

- ¿Qué está pasando allí?- Preguntó Zelda señalando hacia aquel lugar.- Parece haber mucho alboroto.

- ¡Bah! Tranquila.- Contestó Link.- Esa es la casa de Mido. Un chico de aquí que se cree que es el jefe de la aldea. Lo más seguro es que esté dando uno de sus discursos matutinos sobre como organizar las tareas. Los hace de vez en cuando. Naturalmente para evitar que le caigan a él los trabajos más pesados.

En ese momento,  ambos entraron en la casa de Saria. Allí se encontraban Saria, Medli y Komali, sentados a la mesa. Los dos Orni se levantaron a saludarle.

- ¡Hola, Link!- Dijo Medli que fue la primera en llegar hasta él.- ¿Qué tal has dormido?

- Hola, Medli. Bastante bien, gracias.- Contestó Link.-

- Ya puede haber dormido bien… Habiéndose levantado tan tarde.- Comentó Saria. Link le sacó la lengua.

- Hola Komali.- Dijo Link

- Buenos días, Link.- Saludó el Orni estrechándole la mano.- Me alegro de verte.

- Lo mismo digo. Bueno, por lo que veo ya conocéis a Saria.- Dijo el niño Hylian.

- Así es, nos ha presentado Zelda hace un rato.- Dijo Medli.- Nos ha dicho que es tu mejor amiga y que os conocéis de toda la vida.

- Así es, aunque en días como hoy no sabría decir si eso es bueno o malo.- comentó lanzándole una mirada burlona a Saria quien le devolvió el gesto de sacar la lengua.- Por cierto, ¿al final cómo habéis venido?

- Nos ha traído Impa.- Explicó Zelda.- Me costó un poco de trabajo convencer a mi padre de que no nos pusiera más vigilancia, pero cuando le expliqué que también iba a llevar a Medli y Komali a visitar el bosque no puso pegas. Ahora Impa ha regresado al castillo para continuar con las investigaciones sobre el zepelín.

- ¿Y han encontrado alguna pista?- Preguntó Link.

- Poca cosa.- Dijo Komali.- Ayer nos dieron un informe a nuestro grupo en el que ponía que algunas personas habían visto el aparato dirigirse hacia el este, pero aparte de eso, nada de nada.

- Bueno… ¡No nos pongamos a pensar en eso ahora!- Sugirió Zelda.- Hoy hemos venido aquí a pasar un día divertido, ¿no? Ya se ocupará Impa del asunto del globo ese.

- ¡Tienes razón, Zelda!- Dijo Medli.- ¿Qué podemos hacer primero?

En aquel momento un ruido sordo retumbó por toda la casa. Al principio todos se quedaron muy extrañados, pero no tardaron en descubrir la procedencia del sonido al ver a Link llevarse las manos a la barriga.

- Eeer… Pues vosotros no sé, pero yo tengo que desayunar algo… ¡mi estómago ya está protestando!- Confesó Link ligeramente avergonzado.

- ¡Sí es que no tienes remedio!- Dijo Saria.- Anda, siéntate, que te voy a traer la comida.

Link obedeció y al momento su amiga le ponía un bol de avena enfrente, un vaso de leche, y un huevo frito. El resto se sentó en el resto de las sillas que rodeaban la mesa. Casi a ojos vista, Link terminó el huevo frito, lo que sorprendió mucho a Zelda, Medli y Komali. Para Saria, esa vista no era nada nueva.

- O… oye Link… ¿No deberías comer más despacio?- Comentó Zelda.- ¡Si sigues así te vas a atragantar!

- ¡Oh! No te preocupes, esta es su velocidad media a la hora de comer.- Dijo Saria con cara de desdén.- Su estómago debe de ser a prueba de bombas, porque si no yo tampoco me lo explico.

- ¡Madre mía! No había visto a nadie comer así desde que Venili ganó el concurso de comida de alpiste de la verbena de hace dos años.- Comentó Komali.

- ¿Tú crees? Yo diría que él come todavía más deprisa.- Dijo Medli.- ¿Y dices qué esta es su "velocidad media"? ¡¿Y cómo come él cuando tiene prisa?!

- ¡Buf!- Suspiró Saria mientras sacudía ligeramente una mano.- Mejor no preguntes.

- ¡Bueno! ¿Qué quieres que le haga?- Dijo Link divertido.- Soy un niño en edad de crecimiento, así que tengo que comer mucho.

- Ya, pero nosotros también estamos creciendo y no por ello comemos como animales.- Dijo Zelda mientras Link comenzaba con el plato de avena.- Siendo así ayer por la tarde tuviste que contenerte mucho, ya que comías de manera normal.

- ¿En serio?- Dijo Saria sorprendida.- ¡Huy! ¡Eso sí que hubiera sido un espectáculo para mi! ¡Que lástima que yo no pueda ir al castillo!

Medli y Komali intercambiaron una mirada, extrañados ante aquel último comentario de Saria.

- ¿Y eso?- Preguntó Medli.- ¿Qué ocurre? ¿El padre de Zelda no te deja entrar en su castillo?

- ¡Oh, no! ¡No tiene nada que ver con eso!- Dijo Saria.- Soy una Kokiri, por lo que no puedo salir nunca del bosque. Si lo hiciera pues… bueno… me moriría… literalmente.

Medli y Komali volvieron a mirarse mutuamente, esta vez con una mirada de sorpresa, incluso perplejidad. Ellos no sabían mucho de las razas de Hyrule, pero tampoco se imaginaban que una de ellas tuviera esta terrible característica.

- Pero… ¿Y eso por qué?- Dijo Komali.

- Es nuestra naturaleza. Nuestra vida está directamente conectada al bosque. Por eso, no podemos abandonarlo.- Explicó Saria.

- ¿Pero Link no es un Kokiri también?- Dijo Medli.- Entonces… ¿cómo es que él sí que puede salir del bosque e ir hasta el castillo?

- Porque no soy un Kokiri en realidad.- Dijo Link tras tragar una cucharada de avena.- Es cierto que me crié aquí, y que este es mi hogar, pero en realidad soy un Hylian. Por eso tampoco tengo un hada guardián como el resto, ni me quedó con mi cuerpo de niño durante toda mi vida.

Medli y Komali, lejos de comprender, parecían estar todavía más confusos. Komali incluso se rascaba el cogote intentando entender algo.

- ¿Hada guardián?- Dijo Medli.- ¿Cómo la que tiene Saria sobrevolando su cabeza todo el rato?

- Sí, son nuestros espíritus guardianes.- Explicó Saria mientras alzaba su mano para acariciar a Vina, su propia hada guardián.- Cuando un Kokiri nace, nuestro líder, el Gran Árbol Deku le asigna un hada guardián que debe acompañarle y guiarle en la vida hasta el fin de sus días. Link tuvo un hada guardián durante un tiempo, pero desapareció hace unos meses.

- ¿Y eso?- Preguntó Komali a Link.

En aquella ocasión fueron Link, Zelda y Saria los que intercambiaron miradas. No podían explicarles a Medli y Komali cómo el hada de Link vino a él y se marchó, ya que eso conllevaría tener que explicarles la historia de Ganondorf y la Guerra del Encarcelamiento. Link decidió que lo mejor era evitar ese tema

- Es una historia muy larga. Lo que os puedo decir es que se llamaba Navi y que desapreció cuando volví de un largo viaje. Hace tres días volví de otro viaje que emprendí para encontrarla… pero no tuve suerte.- Dijo Link entristeciendo ligeramente su cara al decir aquel último comentario.

- ¿La echas de menos?- Dijo Medli.

- Bueno… la verdad es que era bastante charlatana, por lo que se ponía bastante pesada a menudo, diciéndome lo que tenía que hacer…- Dijo Link con cara irónica que después tornó en nostálgica.- pero en el fondo era muy amable y cariñosa, y había momentos en los que era muy graciosa. Había momentos también en los que me ponía triste y ella sabía como levantarme la moral. Era una muy buena amiga y me gustaría mucho volver a verla.

- En lo referente a ser una charlatana era todo lo contrario que Vina.- Comentó Saria dirigiendo su mirada hacia su hada.- Es cierto que las hadas no suelen hablar muy a menudo con nadie que no sean sus dueños, pero Vina hay veces en las que es una verdadera tumba, ¿verdad Vina?

Vina no contestó. Simplemente bajó la altura a la que volaba hasta esconderse tras la espalda de Saria. Todos rieron ante el gesto. Mientras, Link terminaba su plato de avena y se sirvió un vaso de leche.

- ¿Y lo que dijiste antes de quedarte con tu cuerpo de niño durante toda la vida? ¿A qué vino eso?- Preguntó Medli a Link curiosa, deseando saber más sobre los Kokiri.

- Pues eso, que el cuerpo de un Kokiri no crece más a partir de los 10 años. Una vez alcanzada esa edad, un Kokiri mantiene el aspecto de un niño durante el resto de su vida. Así pues, dentro de unos años le sacaré medio cuerpo a Saria.- Contestó Link lanzando una mirada burlona a su amiga, quien contestó sacándole la lengua.

- Pero Link.- Dijo Komali con el mismo tono de curiosidad que Medli.- Antes has dicho que creciste aquí. Si eres un Hylian como dices… ¿cómo llegaste al bosque entonces?

Link bajó la mirada. Una vez más iba a tener que explicar cómo su madre dio su vida para salvarle y aunque no se tratara de un tema que le entristeciera enormemente, tampoco era algo que le gustara comentar. No obstante al final no tuvo que hacerlo, ya que Zelda, al ver su cara, decidió explicarlo por él.

- Fue por su madre. Durante una de las batallas del final de la Gran Guerra Hyliana la madre de Link escapó de su aldea con él, pero quedó herida de muerte. Entonces para salvar su vida se adentró en el Bosque Kokiri y se lo confió al Gran Árbol Deku, quien se encargó de educarle como un Kokiri más.

Link no habló. Tan solo se limitó a mirar a Zelda mientras explicaba su historia. Entonces tomó su vaso de leche y la bebió de un sorbo, intentado quitar así el tema de su cabeza. Medli y Komali, por su parte, solo miraron a Link con cara de comprensión. Entendieron que mejor era no seguir con el tema.

- Bueno, yo ya he terminado.- Dijo Link frotándose el estómago con la mano.- Si queréis, podemos empezar a pasear por el bosque y así enseñároslo.

Todo el grupo asintió mientras se levantaban de la mesa. Saria aun tuvo que recoger los platos del desayuno de Link y ponerlos en la palangana de agua que usaba para fregar los platos. Ya los fregaría en otro momento.

- ¿Qué lugares nos vais a enseñar?- Preguntó Komali entusiasmado.- ¡Estoy deseando ver el poblado! ¡Cuando entramos al bosque me pareció preciso!

- Pues sí queréis, os podemos llevar por un pequeño "tour" y así verlo todo más de cerca.- Dijo Link.

- No sé yo si sería buena idea hacer eso ahora mismo.- Dijo Saria.

- ¿Por?- Preguntó escuetamente Link extrañado.

- No sé por qué será…- Dijo Saria caminando hacia la puerta. Cuando llegó corrió la cortina y miró al exterior.- pero todo el pueblo parece estar algo revuelto. Mido ha convocado a casi todo mundo para decirles no sé qué. Parece que van a preparar algo. Creo que sería mejor que empezáramos enseñándoles los Bosques Perdidos y el Prado Sagrado del Bosque. Qui´zas para cuando volvamos las cosas estén más calmadas.

Link no contestó inmediatamente. A él le extrañó bastante que Mido llamara a todo el pueblo si no era para repartir las tareas como de costumbre, pero tampoco le dio mayor importancia. Seguramente se trataría de alguna de las gamberradas de Mido.

- Por mi no hay problema.- Dijo Medli.

- Sí, sí, como queráis.- Añadió Komali tan entusiasmado como antes.- No me importará ver el bosque en sí primero.

- Secundo la moción.- Dijo Zelda alzando su mano como si aquello fuera una votación.

- Bien, pues si estamos todos de acuerdo, ¡en marcha!.- Concluyó Link dirigiéndose hacia la puerta.

Todos salieron detrás de él. Link se sintió un poco extraño. Tras de él caminaban juntas Zelda y Saria, y detrás de ellas, Medli y Komali. Le daba la sensación de estar dirigiendo una especie de caminata militar como la que había visto hacer a algunos de los escuadrones de caballeros a los que desafió antes de partir hacia Términa.

Por desgracia, para llegar hasta los Bosques Perdidos tenían que pasar por enfrente de la casa de Mido, donde todo el mundo estaba reunido. Optaron por pasar lo más alejados de ella para no llamar la atención y subieron la primera cuesta que llevaba a la entrada del bosque supuestamente maldito. Allí se toparon con una pared vertical, no demasiado alta, cubierta por plantas trepadores que les cortaba el paso.

- ¿Y ahora qué?- Preguntó Zelda extrañada.

- Nada, simplemente tenemos que trepar hasta la parte de arriba de la pared subiendo por estas plantas.- Dijo Link mientras se acercaba a las susodichas y se agarraba a ellas.

- Llegar hasta la parte de arriba dices, ¿no?.- Dijo Komali.

- Así es.- Dijo Link dándose la vuelta, ya imaginándose lo que él y Medli estaban a punto de hacer. Le entró curiosidad por ver la reacción de Saria.

Entonces, al igual que hizo Medli al día anterior en la biblioteca, los brazos de los dos niños Onri se convirtieron en un par de alas en un abrir y cerrar de ojos. Se dieron impulso y empezaron a volar hacia la parte de arriba de la pared.

- ¡Bueno! ¡Os toca!- Dijo Medli desde lo alto con una sonrisa de oreja a oreja.

Link entonces vio la expresión de Saria. Estaba con los ojos abiertos de par en par y con la boca abierta. Justo la misma cara que él y Zelda pusieron cuando vieron a Medli volando en la biblioteca.

- ¡Ah, no te sorprendas!- Le dijo Zelda a Saria mientras le daba un palmoteo en el hombro.- Al parecer es una costumbre de su raza.

Link entonces volvió a darse la vuelta para encarar la pared, ocultando su leve risa por la reacción de Saria y comenzó a trepar por las plantas. Lo había hecho un millón de veces, por lo que no tuvo el menor problema. Cuando llegó a la cima miró hacia abajo y observó que Zelda y Saria también habían empezado a escalar. Saria iba por delante, ya que ella tenía también mucha experiencia subiendo esa pared. Zelda por su parte iba a un ritmo más lento, pero seguro y decidido. Link se sorprendió un poco de la seguridad con la que Zelda escalaba, ya que se esperaba que la princesa tuviera problemas para llegar hasta arriba.

Cuando ambas llegaron, Zelda se miró el vestido. La falda se había puesto perdida de mugre y hojas que empezó a sacudirse. Consiguió deshacerse de las hojas, pero la suciedad fue imposible de quitar.

- ¡Diosas! Como me manche más veces al final acabaré dándole un infarto a los lavanderos del castillo.- Dijo Zelda con tono de broma y riendo alegremente.

- Pues más te vale que le digas al doctor Yenshin que se prepare, porque cuando volvamos de los Bosques Perdidos tendrás que bajar otra vez por el mismo sitio.- Dijo Link siguiéndole la broma.

- Bien, la entrada a los bosques está justo ahí encima.- Dijo Saria señalando a un lugar más elevado que había sobre sus cabezas.

Para llegar hasta ahí simplemente debían subir una cuesta que continuaba recta hasta una curva cerrada y seguía ascendiendo hasta dicho lugar. Los comenzaron a andar, pero una voz les detuvo.

- ¡Link! ¡Saria!.- Provenía de la parte del pie de la pared que acababan de subir

Link se acercó entonces al borde y miró hacia abajo, viendo a uno de los niños Kokiri.

- ¿Frido?- Dijo Link reconociendo al chico.

Frido era uno de los pocos niños del bosque que nunca se había metido con Link. Tampoco es que fueran amigos íntimos, pero Link le tenía bastante estima. Sin embargo parecía tener más amistad con Saria, con quien hablaba a menudo. De hecho, los dos muchas veces quedaban juntos para tocar música, ya que él era un verdadero as tocando un pequeño violín verde que según él, le entregó el Gran Árbol Deku cuando cumplió 5 años. El propio Link había empezado a tocar con ellos de vez en cuando desde que aprendió a tocar la ocarina.

Iba vestido con el traje tradicional Kokiri, salvo algunas pequeñas diferencias como un par de bordados rojos en la camiseta y unas mangas color verde oscuro bastante inusuales, además de un extraño pañuelo blanco y rojo cayendo en la parte delantera de la falda. También destacaba su capucha, que era como la de Link, larga y caída, en vez de corta y picuda como la llevaban la mayoría de los niños Kokiri. Su pelo era rubio y muy revuelto, su cara redonda y rolliza, sus cejas muy cortas y sus ojos azules daban la impresión de estar medio cerrados. Su voz era algo aguda, pero muy agradable.

- ¿Qué ocurre?- Dijo Saria cuando se puso al lado de Link y vio a Frido.

- Link, debes de bajar e ir a ver al brote del Gran Árbol Deku.- Dijo Frido.- Te ha convocado.

Link y Saria se miraron mutuamente con la misma cara de confusión. ¿Para qué habría convocado el brote del Gran Árbol Deku a Link? Aunque recibía de buena gana a cualquier niño que fuera a visitarle o a pedirle consejo, eran raras las veces que llamaba a algún Kokiri a su presencia.

- ¿Qué ocurre?- Preguntó Zelda a sus espaldas.

- Nada, el Gran Árbol Deku me ha convocado.- Dijo Link girándose hacia sus amigos y moviendo levemente la mano.- Mejor que sigáis a Saria por los Bosques Perdidos. Os lo digo en serio, no os separéis de ella o corréis el riesgo de no poder volver a salir nunca. Os alcanzaré pronto.

Link se agachó y palpó con sus pies la pared hasta que encontró un punto seguro donde apoyarse. Cuando se disponía a bajar, Saria se agachó y puso su mano sobre su hombro.

- Link…- dijo escuetamente la niña Kokiri.

Link vio en su cara una expresión que no supo decir si era de extrañeza o preocupación.

- No te preocupes. Seguro que no será nada.- Dijo Link.- Cuida de que no se pierdan. Si no os encuentro en los Bosques Perdidos, nos reuniremos a la entrada del Templo del Bosque. Supongo que no te importará enseñarles tu lugar secreto.

- No, tranquilo, se ve que puedo confiar en ellos. Y de todas formas tampoco van a estar aquí tan a menudo.- Dijo Saria.- Hasta ahora.

Link comenzó a bajar por la pared y cuando le faltaba poco más de medio metro para llegar abajo del todo, se soltó de la enredadera y saltó al suelo. Entonces él y Frido se dirigieron hacia el Prado Sagrado del Gran Árbol Deku, pero cuando pasaron al lado de la casa de Mido, el jefe de los Kokiri les detuvo ante las miradas de los demás niños que se encontraban allí reunidos.

- ¡Esto es increíble!- Dijo Mido claramente molesto.- ¡Apenas han pasado unos meses desde la última vez que el Gran Árbol Deku te convocó y ya lo hace de nuevo! ¡Y eso que la última vez que fuiste se marchitó!

- ¡Ya te he dicho un millón de veces que eso no fue culpa mía! ¡Maldita sea! ¡Si hasta el propio brote del Gran Árbol Deku te lo dijo!- Dijo Link con el mismo tono que Mido. Ya estaba harto de que estuviera siempre recordándoselo.- De todas formas, ¿tenéis idea de por qué me ha convocado otra vez?

- No estamos seguros,- Dijo Dórremi, una de las dos gemelas del poblado.- pero creemos que tiene algo que ver con el ruido que se escuchó anoche en el bosque.

- ¿Ruido? ¿Qué ruido?- Preguntó Link todavía más extrañado.

- Parece ser que tú tampoco te has dado cuenta.- Dijo Dórresi, la hermana de Dórremi.

Ambas tenían el pelo corto, de color castaño rojizo, peinado hacia atrás y sujeto por una diadema, blanca en el caso de Dórremi y roja en el caso de Dórresi. Ambas tenían la nariz respingona y llevaban puesto el traje femenino Kokiri, idéntico al de Saria, pero sin mangas.

- ¿Darme cuenta de qué?- Preguntó Link.

- Anoche los que duermen en la parte norte del poblado oyeron un ruido que les despertó.- Prosiguió Dórremi.- Provenía de fuera del bosque, pero este se detuvo cuando sonaba procedente del bosque mismo. Por lo visto de la parte más profunda ya que solo se oyó en las casas más cercanas a los Bosques Perdidos. Por ejemplo, los hermanos Sabelo-Todo y Saria, que viven en la parte sur al igual que tú, tampoco lo oyeron.

- Vosotras también vivís en la parte sur.- Comentó Link, que deseaba con todas sus fuerzas que ese ruido no significara lo que estaba pensado que significaba.

- Bueno, la verdad es que nosotras tampoco lo oímos.- Dijo Dórresi.- Nos acabamos de enterar ahora en esta especie de reunión que ha montado Mido cuando ha visto que él no era el único que lo había oído.

- Sí, y cuando Frido fue a ver al brote del Gran Árbol Deku para comentarle lo ocurrido, inexplicablemente ha pedido que vayas a su presencia.- Dijo Mido sin dejar de mostrar su molestia por ese hecho.

- Bueno, pues si me lo permitís, debo ir a verle.- Dijo Link justo antes de salir corriendo en dirección al Prado Sagrado del Gran Árbol Deku.

El corazón de Link se aceleró. Hasta un tonto se daría cuenta de que ese ruido bien podría ser el zepelín robado. Tan solo esperaba que no fuera así, ya que entonces querría decir que Zelda y los demás podrían correr peligro. Esperaba que el brote del Gran Árbol Deku le sacara de dudas.

No tardó en llegar hasta el prado, ya que llegó hasta allí a la carrera. Ahí todavía se levantaba marchito el antiguo cuerpo del Gran Árbol Deku, con su corteza grisácea y carente de vida. Las hojas secas de su frondosa copa caían lentamente. Si no había un manto de hojas que cubriera el suelo era porque los Kokiri las recogían de vez en cuando, aunque dejaban algunas a petición del propio brote, para que fertilizaran la tierra.

Y allí, justo enfrente del árbol marchito, estaba el pequeño brote. La reencarnación del Gran Árbol Deku. Pequeño y rechoncho, con apenas unas cuantas hojas en un par de ramas cortas que le habían empezado a salir. Por el momento su altura ni siquiera era mayor que la de un Kokiri, aunque solo era cuestión de tiempo que se convirtiera en un majestuoso árbol como lo fue anteriormente. Ahora que Ganondorf estaba encerrado en el Reino Oscuro y su maldad había desaparecido, pudo empezar a crecer también en aquella época. Pero algo que a Link le extrañaba bastante es que él sabía todo lo ocurrido en la Guerra del Encarcelamiento. Hasta ahora no había dicho por qué.

- Saludos, Link.- Dijo el brote.

- Saludos, Gran Árbol Deku.- Respondió Link haciendo una reverencia.

- Veo que has recibido mi mensaje.

- Así es. ¿Puedo preguntar por qué me has llamado?

- Por supuesto. Supongo que ya te habrás enterado del inquietante ruido que escucharon los niños anoche, ¿no?

El corazón de Link dio un vuelco. Sus temores empezaban a confirmarse.

- Sí, así es.

- Y también supongo que ya habrás deducido que se trata de la máquina voladora que tus amigos Onri están buscando. ¿supongo mal?

- ¿Cómo sabes eso?- Dijo Link sorprendido.

- Como ya te dije una vez, no hay lugar en este bosque donde mis ojos y mis oídos no puedan llegar, aunque no pueda verlo todo a la vez. Y anoche no pude evitar escuchar tu conversación con Saria sobre el tema.

- ¿Espionaje nocturno, eh?- Dijo Link con tono sarcástico.

- ¡Tranquilo! No es que me dedique a espiaros en vuestra intimidad para pasar el rato. Tan solo oí por casualidad vuestra conversación y me llamó la atención.

Link le creía. Además de que el Árbol Deku no era de ese tipo de gente, no era el momento para discutir normas de intimidad.

- ¿Sabes qué están haciendo los ladrones?- Preguntó Link.

- Lo que bien dijiste anoche. Están buscando combustible. Por lo visto el motor de esa máquina voladora se alimenta de fuego. Por lo tanto han empezado a conseguir madera para obtenerlo. Ya han cortado 4 árboles y creo que ya casi han terminado.

- ¿Y por qué no me has avisado antes?- Preguntó Link mosqueado.

- Porque yo tampoco le di mucha importancia al ruido que se escuchó anoche hasta que Frido vino a contarme que todos los que viven en la zona norte del pueblo también lo habían escuchado. En ese momento empecé a buscar por la zona donde decían haber oído por última vez  el ruido y acabé encontrándoles.

- ¿Qué es lo que quieren realmente?

- No estoy seguro. No han hablado dando muchos detalles, pero por lo visto se preparan para atacar otra ciudad. Esta vez en Hyrule.

- ¿Qué? ¿Y donde están exactamente?

- Hacia el oeste del Prado Sagrado del Bosque, cerca del Templo del Bosque.

- ¡¿Cómo?! ¡Zelda, Saria y los dos niños Onri se dirigen precisamente hacía el Templo del Bosque! ¡Pasarán muy cerca! ¡Les podrán ver!- Dijo Link alarmado.

- ¡¿Qué?!- Dijo el brote del Gran Árbol Deku, mostrándose tan alterado como Link.- ¡Eso no lo sabía!

- ¡Me acabas de decir que podías ver todo lo que pasaba en el bosque!- Dijo Link esta vez molesto.

- ¡Y también te he dicho que no puedo verlo todo a la vez!- Dijo el Gran Árbol Deku todavía más molesto.- ¡Estaba centrando mi atención en los ladrones para procurar no perderles la pista!

- ¡Din, Nayru y Farore!- Dijo Link tapándose la cara con la mano.

- ¡Link, no blasfemes!- Dijo el Gran Árbol Deku.- Debes ir a buscar a tus amigos lo más rápido que puedas y evitar que esos bandidos les vean. ¡Deprisa!

- ¡Sí!- Dijo Link justo antes de dar media vuelta y salir corriendo.

Los peores temores de Link se habían confirmado completamente. Zelda, Saria, Medli y Komali estaban en peligro. Debía encontrarles lo antes posible. Tan solo esperaba que Saria no se habría dado demasiadas prisas en atravesar los Bosques Perdidos. Cuando salió del Prado Sagrado del Gran Árbol Deku, vio como Mido, Frido y algunos Kokiri más se habían acercado para ver qué pasaba.

- ¿Y bien?- Preguntó Mido.- ¿Se puede saber que querí…? ¡AAH!

Link pasó corriendo justo al lado de él, golpeándole sin querer con el hombro y derribándole. Le pareció oír a su espalda maldecir su nombre y llamarle de nuevo "Señor Sin Hada", pero no le dio importancia. Cuando pasó al lado de su casa paró en seco. Lo más probable es que fuera a necesitar sus armas. Aunque encontrara a sus amigos estaba seguro de que Medli y Komali querrían acercarse para poder informar después a sus compañeros en el castillo de donde estaba el zepelín.

Como alma que lleva el diablo, Link subió las escaleras que llevaban a su casa, entró en ella y comenzó a buscar en uno de sus baúles sus armas. Al principio  vio su viejo Tirachinas de las Hadas, pero ahora tenía el Arco del Héroe que había encontrado en Términa. No obstante, prefirió llevarse ambas cosas, ya que después de todo el tirachinas apenas le ocupaba espacio. También decidió armarse con su Bolsa de Bombas, su bolsa de Nueces Deku y su Bumerán. Después recogió la Espada Kokiri y el Escudo del Héroe que había llevado a Términa y los puso encima de la cama. Se puso la bandolera donde llevaba estas dos armas, después el carcaj con las flechas y el Arco del Héroe, envainó la espada en su espalda y enganchó el escudo a la bandolera, también a su espalda. Sin más dilación, salió a toda prisa de su casa.

Al salir se encontró con todo el grupo anterior liderado por Mido al pie de su casa. El jefe de los Kokiri tenía en su rostro una cara de pocos amigos todavía más acentuada que la que normalmente tenía.

- ¡Pero bueno! ¿Se puede saber a qué vino ese atropello de antes?- Dijo Mido claramente enfadado.- ¡Un poco más y me hubiera caído al estanque!

- No tengo tiempo para esto.- Dijo Link mientras bajaba a toda prisa por la escalera. Pero cuando se disponía a irse Mido le cortó el paso.

- ¡Ah no, de eso nada!- Dijo.- ¡Tú no vas a ninguna parte hasta que me digas qué está pasando! ¿Y por qué te has equipado con tus armas? ¿Vas a jugar a ser el héroe otra vez?

Link se mordió el labio y suspiró, casi desesperado. ¡Estaba perdiendo un tiempo casi vital!

- ¡Mira, si tanto te interesa, te lo diré!- Dijo Link, comenzando a hablar todo lo deprisa y claramente al mimo tiempo que pudo.- El ruido que escuchasteis anoche era una máquina voladora que unos bandidos han usado para llegar hasta aquí y esconderse en los Bosques Perdidos. Están planeando terribles cosas, ¡pero lo peor es que Saria y unos amigos míos de fuera del bosque van a pasar muy cerca de donde están! ¡Tengo que encontrarles antes de que sea demasiado tarde!

Mido no contestó de inmediato. Se quedó un segundo mirándole con cara incrédula. Link empezó a tener deseos de quitarle de en medio a punta de espada si era necesario.

- ¡Anda ya!- Dijo Mido por fin con aspecto de no creerse una palabra.

- ¡Mira! ¡Si te lo crees o no eso me da igual!- Dijo Link ya al borde de la furia.- ¡Apártate de una vez!

Mido dudó un momento; Link pensó que seguiría sin querer apartarse, lo que acentuó sus ganas de desenvainar la espada, pero para su sorpresa, Mido se hizo a un lado.

- Gracias.- Dijo Link.

Se dispuso a salir corriendo, pero Mido volvió a hablarle cuando había pasado al grupo de niños

- Entonces... ¿Saria está en peligro?- Dijo

- Sí, podría estarlo.- Dijo Link con tono impaciente.

- ¡De acuerdo! ¡Nosotros también iremos!- Dijo Mido señalando hacia los Bosques Perdidos.

- ¿Nosotros?- Dijo un niño Kokiri de pelo revuelto a la espalda de Mido.

- ¿Vosotros?- Dijo Link, que no se esperaba esta reacción.

- ¡Pues claro! Si Saria está en peligro, es nuestra obligación ir a salvarla.- Dijo Mido con la expresión propia de alguien que se hace el importante.

Link sabía que lo que Mido pretendía en realidad era aprovechar esta oportunidad para lucirse ante Saria.

- ¡Ni hablar! ¿Te has vuelto loco?- Dijo Link todavía sin creerse lo que oía.- ¡Ya tendré bastante con tener que buscarles a ellos como para tener que cuidar de vosotros también!

- ¿Acaso te crees que eres el guardaespaldas oficial del poblado?- Dijo Mido irónicamente.- Cuantos más vayamos, más posibilidades tendremos que ayudar a Saria.

Link ya tenía su cara completamente roja de la ira. Ya no podía seguir perdiendo tiempo. Pensó rápidamente en algo que zanjara el asunto lo antes posible.

- ¡Qué no! ¡El Gran Árbol Deku dijo que fuera yo solo!- Gritó Link.

- ¿Qué?- Dijo Mido.

- ¡Lo que habéis oído! Ahora me voy.- Dijo Link.

Sin dar tiempo a los demás Kokiri a reaccionar siquiera, salió disparado hacia los Bosques Perdidos. Llegó a la entrada en tiempo record, penetrando en la gran espesura del bosque, donde la luz del solo a duras penas podía traspasar las ramas de los árboles. La maleza formaba un complejo sistema de pasadizos en el  cual era fácil perderse. Si un niño no encontraba el camino de vuelta, este acabaría perdiendo su cara y convirtiéndose en un Skull Kid. Link conocía a unos cuantos de estos niños, algunos eran incluso amigos de Saria. No estaba seguro de si el Skull Kid que conoció en su aventura en Términa proviniera de aquellos bosques, pero no le hubiera extrañado. Si era un adulto el que se perdía, su destino era mucho más terrible. Su cuerpo empezaría a pudrirse en vida hasta que no quedara más que su esqueleto, quedando convertido así en un monstruo. Un Stalfos para ser exactos.

Esperaba que Zelda, Medli y Komali no hubieran perdido a Saria, ya que si se perdían, la cosa ya se complicaría demasiado. Afortunadamente, él había estado tantas veces en aquellos bosques que conocía a la perfección el camino que llevaba al Prado Sagrado del Bosque. Lo recorrió a toda velocidad gritando los nombres de sus amigos. La penumbra se hacía cada vez más intensa a medida que avanzaba. Los árboles eran cada vez más y más espesos y el camino ya solo estaba iluminado por unos pocos rayos de luz ocasionales que conseguían traspasar el sólido escudo que formaban las ramas. Pero Link sabía que iba por el buen camino.

Finalmente la frondosidad del bosque se retiró de repente mostrando un enorme claro. Había llegado al Prado Sagrado del Bosque. Frente a él se encontraba el pequeño laberinto formado por paredes de roca musgosa que había justo antes de llegar a la escalera que llevaba a la entrada del Templo del Bosque. Se adentró en él y lo recorrió lo más deprisa que pudo, pero esta vez prefirió no seguir gritando los nombres de sus amigos. Si los ladrones del zepelín se encontraran cerca podrían oírle. En lugar de eso, procuró mirar en todos los pasillos del laberinto.

Cuando vio que no se encontraban allí, salió por el lado opuesto del laberinto y subió a toda prisa las escaleras. Su corazón latía cada vez con más fuerzas. Si no se encontraban en la entrada del templo, eso seguramente quería decir que, o bien alguien se había perdido, o bien los ladrones les habían capturado. Pero por fortuna no fue así.

Allí se encontraban todos: Zelda, Saria, Medli y Komali. Saria parecía estar explicándoles lo que era la enorme entrada de piedra del templo, la cual se elevaba por encima de sus cabezas, inaccesible debido a que la escalera que llevaba a ella estaba completamente derruida. Link respiró aliviado al ver que sus amigos estaban bien. Se paró y se inclinó, apoyándose sobre sus rodillas flexionadas, respirando apresuradamente para recuperar el aliento. Zelda y los demás se sorprendieron mucho al verle llegar corriendo a toda prisa.

- ¿Link?- Dijo Zelda mientras se acercaba a él, completamente extrañada.- ¿Qué pasa? ¿Por qué has venido corriendo?

- El… el Gran…- Link dejó de hablar. Todavía no había se había recuperado de la carrera.

- ¡Tranquilízate, Link!- Dijo Saria que se había puesto al lado de Zelda.- ¿Qué te ha dicho el Gran Árbol Deku?

- Sí… ¿Y por qué te has traído tus armas?- Dijo Zelda  señalándolas.

- Medli, Komali… ¡El zepelín está aquí! ¡En este bosque!- Dijo Link con firmeza tras recuperarse del todo.

Todos le miraron con cara de extrañeza, como si no acabaran de entender bien lo que había dicho.

- ¿Qué?- Dijo Medli.- ¿Qué has dicho?

- ¡El zepelín! Por lo visto aterrizó aquí la noche anterior. ¡Se están aprovisionando de madera para usa como combustible para el globo! ¡Y por lo visto planean atacar una ciudad de Hyrule!

La expresión de todos ellos cambió de la extrañeza a la alarma. Zelda frunció el ceño y desvió su mirada hacia los alrededores.

- ¿Dónde están exactamente?- Dijo la princesa.

- Por lo visto cerca de aquí, hacia el oeste. Por eso me he armado y he venido corriendo. Temía que los ladrones os vieran y os atacaran.- Explicó Link.

- ¿Hacia el oeste?- Dijo Saria, llevando su mano a su labio inferior, como si estuviera deduciendo algo.- Sí, creo que hay claro bastante grande en esa dirección, pero para acceder a él debemos volver a entrar en los Bosques Perdidos. Desde aquí no sería posible.

- Muy bien. Creo que ya sé donde dices. Es el claro está al lado de la zona donde los matorrales Deku celebran su concurso de máscaras, ¿no es así?- Dijo Link. Saria asintió.- Iré hacia allí e intentaré averiguar qué planean. Vosotros volved al poblado y esperadme alí.

Link dio media vuelta y se dispuso a marcharse, corriendo de nuevo, pero alguien le agarró la punta de la capucha desde detrás,  provocando que se le cayera.

-     ¡Hey! ¡¿A qué ha venido eso?!- Dijo Link mientras se daba la vuelta de nuevo.

- ¡Ah, no, de eso nada!- Dijo Zelda, que era quien había agarrado la capucha, mientras Link se agachaba para recogerla.- Nosotros también vamos.

- ¿Qué?- Dijo Link mientras se levantaba y se ponía la capucha, casi sin dar crédito a sus oídos.

- Recuperar ese zepelín era tarea mía, Link.- Dijo Medli con un tono firme pero educado.- Creo que es mi deber ir también.

Link miró a Medli directamente a los ojos. Su mirada era extraña. Parecía decidida, pero le daban la impresión de que Medli sentía alguna especie de remordimiento por haber fallado la vez anterior y que veía en esta una forma de redimirse. Quizás fuera esa su verdadera intención.

- Yo por mi parte no pienso dejar que me dejes atrás y mucho menos que vayas tú solo.- Dijo Zelda con los brazos cruzados y tono autoritario.

Para Link tenía un inquietante a un oficial militar dándole órdenes a un subordinado.

- Lo primero porque sé cuidarme sola como ya sabes.- Prosiguió la princesa.- Y segundo porque creo que ya has hecho bastante tú solo. ¡Deberías saber pedir ayuda de vez en cuando!

Link observó que Medli y Komali ponían cara de no comprender muy bien lo que quería decir Zelda, pero no dijeron nada. Él sabía que Zelda se refería con todo eso a la Guerra del Encarcelamiento.

- Si Medli va, entonces yo también voy.- Dijo Komali convencido.- No pienso dejarla.

- En ese caso yo también voy.- Dijo Saria.- No me quedaré de brazos cruzados en el poblado haciendo el papel de amiga que espera preocupada el regreso de sus amigos. Además, yo también escondo un par de ases en la manga.

Link miró perplejo a sus amigos, en especial a Saria. Con aquello de los "ases en la manga" se refería obviamente a sus poderes como Sabia del Bosque, los cuales seguramente aún poseía.

- ¡Pero Medli! ¡No dijiste ayer que en una misión de infiltración como esta, cuanto menos mejor!- Dijo Link, casi desesperado por encontrar un argumento con el cual convencerles para que no le siguieran.

- Cierto.- Contestó Medli.- Pero eso era cuando el zepelín estaba en el aire. En esta ocasión está en tierra y tenemos todo el bosque para escondernos.

- ¡¿Pero y sí nos descubren?!- Djo Link ya casi gritando.- ¿Y si nos ponemos a huir y al intentarlo nos perdemos en los Bosques Perdidos?

- Eso no sería del todo un problema Link.- Dijo Saria.- Yo conozco hasta el último rincón de este sitio, así que mientras permanezcamos juntos eso no pasará. Y aunque pasara lo que tú dices, en última instancia podríamos pedirle ayuda al brote del Gran Árbol Deku para iniciar una búsqueda.

- Mira Link.- Dijo Zelda con claras intenciones de zanjar la discusión de una vez por todas.- Mientras estamos aquí discutiendo sobre si debemos ir o no ir los ladrones se preparan para abandonar el bosque. Si llegamos tarde no sabremos cual será la ciudad que tienen intención de atacar y no podremos alertarla para que se pongan a salvo. Así que yo que tú dejaría de intentar de hacerte el noble.

Link no respondió. Simplemente se mordió el labio inferior, se dio la vuelta mientras emitía un bufido e hizo un gesto con la mano, indicándoles que le siguieran. De ese modo, todo el grupo empezó a recorrer de nuevo todo el camino que llevaba hasta los Bosques Perdidos a través del pequeño laberinto. Cuando se adentraron en los bosques no tardaron en llegar hasta el lugar donde se encontraba el agujero en el suelo por el cual se accedía al lugar donde los Matorrales Deku celebraban su concurso de máscaras. Cuando llegaron, Zelda, Medli y Komali miraron a su alrededor extrañados. El lugar estaba cerrado por unas paredes de piedras sobre las cuales se notaba que continuaba el bosque, y aunque no eran demasiado altas, sobre todo para que los Onri las subieran volando, sí lo eran para que los demás las escalaran.

- ¿Y ahora qué?- Dijo Zelda.- ¡No hay salida!

- No deberías fiarte de todo lo que ves a simple vista, Zelda.- Dijo Saria mientras se aproximaba a la pared que había justo enfrente de ellos, cuyo pie se encontraba tapado por un pequeño campo de hierba alta.

La niña Kokiri se adentró en la hierba y, cuando llegó a la pared, se tumbó en el suelo hasta que quedó completamente tapada por dicha hierba. Entonces se empezó a oír un sonido como el de alguien que se arrastra por el suelo. Cuando cesó el sonido oyeron la voz de Saria, en un sonido hueco que venía desde el otro lado de la pared.

- ¡Venga! Ahora os toca a vosotros.- Dijo la niña Kokiri.- Encontraréis la ranura enseguida. Medli, Komali, vosotros también. No intentéis saltar la pared volando u os perderemos de vista.

Link fue el primero en hacerlo. Él ya había usado esa ranura con anterioridad y sabía bien donde encontrarla. Se acercó a la pared, se tumbó boca abajo en el suelo y allí estaba, una grieta lo suficientemente ancha como para que una persona pudiera pasar arrastrándose por el suelo. Comenzó a arrastrarse y al poco rato ya estaba al otro lado.

Se encontraba en una pequeña pero amplia cueva en cuya salida se veía claramente como continuaba el bosque. Saria se encontraba esperando en la entrada de la misma. Mientras se sacudía la suciedad de la ropa, observó como Zelda pasaba arrastrándose por la rendija.

- Definitivamente, a los lavanderos del castillo NO les va a hacer pero que ninguna gracia cuando les dé el vestido para lavar.- Dijo la princesa con cara alegre.

Link no pudo evitar sonreír también. Mientras, Medli y Komali aparecían de debajo de la ranura, haciendo un extraño gesto con el pico.

- ¡Dioses! ¡Qué incómodo es esto!- Se quejó Komali.- Creo que me he dejado un centenar de plumas ahí dentro.

- ¡Mira que eres quejica para este tipo de cosas, Komali!- Comentó Medli con tono burlón.

- ¡Shh!- Dijo Link.- Estad callados, estamos muy cerca del claro. Pueden oírnos.

Todos asintieron con la cabeza. Link se puso a la cabeza del grupo,  a modo de líder. Se adentraron en la espesura de aquella parte del bosque, recorriendo un vago camino que había en el suelo, el cual estaba indicado no por un tramo de tierra seca, sino por uno de maleza aplastada. Avanzaron con cierta lentitud, más que nada para evitar hacer demasiado ruido.

No tardaron en llegar al borde del claro, donde Link alzó su mano para indicar a todo el mundo que se parara. Ya podía ver vagamente la silueta de la máquina voladora, todavía tapada en su mayoría por las plantas altas y los árboles que habían entre ellos y el zepelín. Mediante señas, les indicó a sus amigos que se apartaran del camino y se ocultaran entre la maleza, acercándose con cuidado al claro. Para ello volvieron a arrastrarse por el suelo. Seguro que Zelda está pensando ahora otra vez en los lavanderos de su castillo pensó Link con una sonrisa en los labios.

Finalmente acabaron asomando sus cabezas de entre las plantas. Zelda se puso a la derecha de Link, mientras Saria a su vez, se colocaba a la derecha de la princesa. Medli se colocó al lado izquierdo de Link, acompañada pro Komali. Los cinco pudieron por fin ver en detalle y de cerca la máquina voladora, pudiendo observarla desde uno de sus costados.

De cerca se veía todavía más impresionante. El globo era por lo menos igual de largo que el Castillo de Hyrule, lo cual era mucho decir, y era tan grande y voluminoso que sobresalía de entre las copas de los árboles, proyectando una enorme sombra en el suelo. La quilla, similar a la de un barco, era tan grande como para albergar tres casas medianas del pueblo de Kakariko. Estaba hecha principalmente de madera, pero se podía apreciar que tenía muchos refuerzos de acero por todo el casco, tanto longitudinales como transversales, dando el aspecto de una cuadrícula. Dentro de la quilla podía verse lo que a Link le pareció ser una especie de casa de techo plano. Supuso que sería ahí dentro donde estarían las habitaciones y el acceso a la bodega del barco. De ella salía una especie de chimenea cilíndrica, tapada por una enorme tela que por lo visto la conectaba con el globo.

No obstante, el zepelín tenía algo nuevo que no había tenido la ocasión anterior. En su parte delantera, había una enorme plancha de acero con forma de pico, tanto en la quilla como en el globo. De hecho, en la parte superior del globo parecía haber también una pequeña estructura de la cual sobresalían unos extraños tubos de metal muy grueso que Link no sabía lo que eran. Entonces notó como Medli le tiraba de la manga de la camisa. La Onri le hizo un gesto con el dedo para que acercara su oreja. Link obedeció y Medli le susurró algo al oído. La sensación de oír el susurro de alguien procedente de un largo pico, en lugar de la boca de una persona, sin la proximidad de la cara que ellos conllevaba, se le hizo algo extraña.

- ¡Eso que han montado en la parte superior son cañones! Las planchas de acero deben de ser para protegerse de ataque frontales, ya que es ahí y en la parte superior del todo donde el globo es más vulnerable y propenso a pincharse y por lo tanto desinflarse. Han debido de montarlo mientras estaban aquí.

Link asintió con la cabeza, indicando que comprendía la situación. Pero lo que más le preocupaba de todo aquel nuevo equipamiento era un enorme cañón que habían montado en la parte delantera del globo, montado sobre una plataforma metálica, cobijada por la plancha de acero, que se elevaba por encima de los cañones más pequeños repartidos por la parte superior del mismo. Las bombas que dispararan los cañones pequeños serían como mucho del tamaño de un pomelo grande. Las del cañón grande serían por lo menos como sandías. Una bomba de ese tamaño podía causar estragos allí donde impactara. Sin embargo, había algo que les extrañaba mucho a los cinco.

- ¿Dónde están los ladrones?- Susurró Zelda.- Aquí no parece que haya nadie.

- Mira, ahí tienes a uno.- Dijo Medli señalando a la parte delantera de la qulla, donde se veía aun hombre acercarse a ella, saliendo del bosque.

Era alto, de pelo negro rizado, largo hasta los hombros y tan espeso que hacía que su cabeza pareciera el doble de grande de lo que parecía ser en realidad. Su rostro era joven, pero severo y facciones marcadas, destacando una nariz aguileña y pómulos pronunciados. Sus ojos eran hundidos y oscuros, aunque ninguno supo precisar en aquel momento el color exacto debido a la distancia. Su cara estaba poblada por una corta barba negra. Parecía ser de complexión fuerte, pero tenía el brazo derecho notablemente más musculoso que el izquierdo. Lo que le daba una apariencia algo extraña. Iba vestido con ropas de color gris, bastante raídas y de aspecto ligero. Los pantalones eran ceñidos y llevaba unas altas botas color marrón oscuro. Del cinturón le colgaba una espada de empuñadura y guarda sencillas, color acero.

- ¡Ese es el jefe!- Dijo Medli.- El hombre que me hizo caer ayer del zepelín.

- ¿Cuántos más hay?- Preguntó Link.

- No estoy segura.- Contestó la Onri.- Yo vi a unos siete, pero teniendo en cuenta que fueron veinte los que asaltaron el lugar donde lo guardábamos, lo más probable es que hayan más.

- ¿Y donde está el resto?- Dijo Zelda con la mosca detrás de la oreja.

 En ese momento, el jefe de los ladrones llamó a uno de sus secuaces.

- ¡Stoli!- Gritó el hombre con voz fuerte aunque ligeramente ronca.

Entonces apareció un hombre bajo, regordete pero de aspecto fuerte, del otro lado del zepelín que Link y sus amigos no veían. Tenía el pelo corto y de color castaño claro. Iba vestido con ropas casi idénticas a las de su jefe, pero de color negro. Llevaba una espada corta y ancha en el cinturón como arma.

- ¿Sí, jefe?- Dijo Stoli.

- ¿Habéis terminado ya de recoger la leña?- Dijo el jefe.

- Así es, señor. Mabein ya hace rato que ha talado el último árbol que nos hacía falta. Solo resta que lo traigan cortado para que podamos transportarlo y podremos irnos de aquí.

- Cuanto antes mejor. Este apestoso bosque no me gusta nada. Acabo de salir de él y me da la impresión de que tiene ojos acechándonos en todas partes.- Dijo el jefe mirando a su alrededor como si una bestia estuviera a punto de salir de entre los árboles, dispuesto a devorarles.- ¿Seguro que están bien montadas las protecciones? Es esencial que no nos fallen.

- ¡Sí, señor!- Contestó Stoli.- Lo hemos comprobado ya unas cuantas veces. ¡Ahora el zepelín podría resistir el ataque de más de un centenar de arqueros!

- Tal vez, pero no debemos confiarnos. Lo que vamos a atacar esta vez no es un pueblucho de tres al cuarto, sino un Castillo Real auténtico.- Link y Zelda abrieron sus ojos como platos al oír aquello.- Seguramente nos atacarán con armas más pesadas que simples arcos y flechas. Ballestas de asedio, por ejemplo.

- Aunque lo intentaran, nosotros derribaríamos esas ballestas antes de que tuvieran tiempo de armarlas, señor. Recordad que ellos no esperan para nada nuestro ataque.

El jefe de los ladrones estuvo un momento pensativo, frotando ligeramente sus labios con el canto de su dedo índice derecho mientras inspeccionaba la nave con la mirada.

- ¿Qué hay de aquella máquina especial para conseguir el objetivo? ¿Está ya montado?- Preguntó el jefe.

- Montado y preparado, jefe.- Dijo Stoli.- En cuanto derribemos la torre principal, no tendremos más que usarla y el objeto será nuestro.

- Bien.- Dijo el jefe sonriendo maquiavélicamente.- Subamos a bordo y empecemos a preparar este cacharro. En cuanto Mabein haya subido con lo que queda de la madera nos largaremos de aquí.

De ese modo, Stoli y su jefe desaparecieron por el otro lado de la quilla, donde presumiblemente se encontraba la entrada al zepelín. En ese momento, Link y Zelda se levantaron a la vez de entre las plantas y salieron al descubierto ahora que no había nadie. Saria, Medli y Komali repitieron el gesto.

- ¡Tenemos que impedir que despeguen!- Dijo Zelda en voz baja, pero claramente alarmada.- ¡Planean atacar mi casa!

- Tal vez si nos damos prisa aun podríamos intentar sabotearlo.- Sugirió Medli.- Podríamos intentar subir por la popa del barco. Se puede escalar con relativa facilidad ahora que las hélices están paradas.

- Bien, no se hable más. Vamos allá.- Dijo Link.

Los cinco niños corrieron lo más silenciosamente que pudieron hasta llegar a la popa. Allí se podía ver tres grandes hélices con tres paletas cada una. Los refuerzos de acero del casco sobresalían lo suficiente y estaban lo suficientemente próximas entre sí como para poder escalar hasta arriba. Medli y Komali tomaron la delantera y, convirtiendo sus brazos en alas una vez más, volaron hasta que subieron a bordo.

- Esto no tiene pinta de que vaya a ser tan sencillo como escalar la pared que lleva a los Bosques Perdidos.- Dijo Saria con cierto tono de desánimo.

- ¡Bah! A mi no me parece para tanto.- Comentó Zelda.- Por fortuna la popa es recta. Yo creo que podría escalarla.

Entonces la princesa comenzó a subir con paso lento, pero seguro. De vez en cuando parecía tener algún que otro problema para encontrar un punto de apoyo, pero consiguió llegar arriba sin más problemas.

- Venga Saria, nos toca.- Dijo Link.- Si no te sientes segura, ve tu primero y yo te seguiré de cerca para evitar que te caigas.

- ¡Qué remedio!- Dijo la Kokiri suspirando ligeramente.

Los dos amigos comenzaron su propia escalada. Tardaron más o menos el mismo tiempo que Zelda. Para sorpresa de Saria, fue bastante más fácil de lo que había pensado.

- ¿Ves como no era tan difícil?- Le dijo Zelda a Saria.

- Sí, no ha estado tan mal.- dijo la niña.

- Bueno… ¿y ahora qué?- Dijo Link inspeccionando el lugar.

Aunque tampoco podían ver mucho. En aquel lugar la barandilla estaba bastante baja. A duras penas les llegaba hasta la cintura. No le extrañó que Medli se cayera por ese sitio. El suelo estaba lleno de cuerdas, sogas y otros instrumentos metálicos extraños que parecían más bien propios de un barco. Entonces se dio cuenta de que estaban en realidad en una plataforma situada a un nivel más bajo que la cubierta principal, donde estaban las cuerdas que servían para amarrar el zepelín. Alzó la vista y vio que había un muro de madera y, sobre ella, la extraña casa que había visto antes. Había también una puerta que seguramente llevaba hasta la cubierta.

- Bueno, básicamente debemos impedir que el globo despegue.- Explicó Medli.- Para ello podemos inutilizar el motor o cortar el conducto que lleva el aire caliente hasta el globo. Los ladrones han dicho que iban a preparar el motor, así que creo que el cortar el conducto es nuestra mejor opción… siempre y cuando no nos encontremos guardias.

En ese momento, se empezó a oír un fuerte sonido procedente de la parte superior de la nave. Se trataba del mismo ruido que hacía el zepelín al volar, solo que menos intenso.

- ¡Dioses!- Exclamó Komali.- ¡Eso quiere decir que ya se ha calentado el motor! ¡Tenemos que darnos prisa!

- Muy bien.- Dijo Link adoptando una actitud autoritaria.- Medli, tú me guiarás hasta el lugar donde está el conducto y decirme qué debo hacer para cortarlo. Zelda, tú vendrás con nosotros para que hagas de vigilante y nos avises si viene alguien una vez lleguemos. Komali, Saria, quiero que os quedéis aquí y nos esperéis. Ya nos arriesgamos mucho yendo tres, así que no quiero que pongáis pegas.

Para sorpresa de Link, nadie hizo objeciones. Al contrario, todos asintieron con la cabeza. Link, Zelda y Medli se acercaron pues a la puerta, pero cuando la abrieron, el sonido del motor se hizo todavía más fuerte. Un potente zumbido se escuchó a sus espaldas y entonces vieron que las hélices de la nave comenzaban a girar.

- ¿Pero qué…?- Dijo Komali.

Entonces se oyó la voz de un hombre que no habían oído anteriormente alzarse por encima del ruido del motor.

- ¡Jefe! ¡Mabein ya ha cargado la madera! ¡Podemos irnos!.

Los cinco niños se miraron alarmados unos a otros. El ruido del motor se hacía cada vez más intenso y las hélices giraban a cada vez más velocidad. En ese momento, Link se percató de algo.

- ¡Saria!- Exclamó Link gritando, de manera que se le oyera claramente.- ¡Tienes que salir de aquí!

- ¿Qué?- Dijo Saria.

- ¡No puedes salir del bosque! ¡Si el zepelín se pone se marcha y tú sigues aquí dentro…! ¡Tienes que bajar!

En ese momento todos comprendieron que si Saria no abandonaba la nave antes de que esta se elevara, su vida se extinguiría por salir del bosque.

- ¡Espera!- Gritó Komali.- ¡No puede bajar ahora del mismo modo en qué ha subido! ¡Las hélices podrían succionarla y matarla! ¡Yo la bajaré!

- ¡¿Cómo?!- Dijo Zelda.- ¡¿Puedes llevar a volando a alguien a cuestas?!

- ¡Volar no! ¡Ella pesa demasiado para mi!- Dijo Komali.- ¡Pero sí puedo aletear para frenar su caída lo suficiente como para dejarla en el suelo sin ningún daño!

- ¡Estupendo! ¡Lo haremos así pues!- Dijo Link.

- ¡Pero, Link!- Exclamó Saria.- ¡¿Y vosotros?!

- ¡Nosotros nos quedaremos aquí e intentaremos sabotear este cacharro! ¡No podemos dejar que lleguen hasta el Castillo!

Saria miró con ojos aprensivos a su amigo, pero sabía que no podía ni debía intentar hacerle cambiar de parecer, por lo que acabó asintiendo. En ese momento, se oyó la voz de un niño que provenía desde el suelo.

- ¡Saria! ¡Link!.

Era Mido. Todo el mundo miró por encima de la barandilla y observaron atónitos a todo un grupo de unos 7 niños Kokiri. Link no sabía decir si estaba enfadado o aliviado de verles allí. Al menos ya había alguien que se ocupara de Saria.

- ¡Mido!- Gritó Link incrédulo.- ¡Pero…! ¡¿Serás…?! ¡¿Me has estado siguiendo?!

- ¡No digas tonterías!- Gruñó el Kokiri.- ¡Eres un maldito mentiroso! ¡Fuimos a ver al brote del Gran Árbol Deku y nos dijo que no era verdad aquello que dijiste que te había dicho que fueras tú solo! ¡Por eso decidimos venir y le preguntamos donde estabais! ¡No te creas que voy a permitir que te hagas el chulo otra vez delante de Saria, "Señor Sin Hada"!

Link no contestó. No era momento ni lugar de empezar una pueril discusión con Mido. En lugar de eso, se dirigió a  Komali.

- ¡Komali, escucha! ¡En cuanto pongas a salvo a Saria vuela lo más deprisa que puedas para llegar antes al castillo e informa al rey de lo sucedido! ¡Si acaso no conseguimos detener este trasto a tiempo, que por lo menos estén preparados!

- ¡De acuerdo, Link!- Dijo Komali.

- ¡Deprisa! ¡El zepelín ya se ha despegado del suelo!- Dijo Zelda que estaba asomada por la barandilla.

En ese momento, Komali tornó sus brazos en alas una vez más y voló a pocos por encima de la cubierta.

- ¡Saria! ¡Agárrate a mis tobillos!- Dijo el Onri.

Saria asintió y obedeció. Los dos se acercaron a la barandilla y la niña Kokiri se subió a ella de un salto. Pero antes de saltar de la nave, volvió su cabeza y miró a Link y las demás con cara de preocupación.

- ¡Link! ¡Chicas! ¡Por favor! ¡Tened mucho cuidado!- Dijo la Kokiri. Link, Zelda y Medli asintieron.

En ese momento, cuando el zepelín empezaba a elevarse de verdad, Saria saltó de la quilla y Komali empezó a aletear con todas sus fuerzas. Los dos cayeron suavemente al suelo, donde les esperaban el grupo de niños Kokiri. Cuando Saria se encontró a salvo, Komalí se elevó de nuevo y comenzó a volar lo más deprisa que pudo en dirección al castillo, primero a la altura más baja posible para evitar que le vieran. Por lo visto dio resultado, ya que los bandidos no dieron señales de haberse dado cuenta de su presencia.

El zepelín ya se había elevado a gran altura, dejando muy atrás las copas de los árboles del Bosque Kokiri. Tras un pequeño viraje, la nave comenzó a desplazarse en dirección hacia el Castillo de Hyrule. La inmensidad del reino se mostró entonces ante Link y Zelda como nunca habían visto antes. Era una imagen de increíble belleza pero no tuvieron ocasión de pararse a apreciarla. Debían darse prisa y detener aquel armatoste antes de que fuera demasiado tarde.

- ¡Bueno…!- Suspiró Zelda.- ¿Y ahora qué?

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Je, je, je... ¡Qué malo que soy! Dejo esto medio colgado y os dejo con la intriga :D Por cierto, para los lectores sudamericanos que no conocen la traducción española del TWW. "Frido" es el nombre español de "Fado". Sí, he metido a otro personaje de TWW en el ajo XD

Procuraré poner el 4º capítulo lo antes posible.

Nos vemos.