Hola a todos!!!! Bueno, bueno… esta vez me digné a terminar temprano el capitulo y no solo el capitulo, sino el final de la segunda historia completa. Falta el epilogo y mis comentarios finales, pero lo escribiré mañana, aunque como quedó creo que todo quedó claro ya.

Espero que lo disfruten!!!! EL nombre del capitulo (Kissing in the rain), es el nombre de una canción de Tori Amos que me inspiró a escribir la ultima parte, óiganla y sabrán a que me refiero! By the way, ya vi HP3….

Capitulo 13  Kissing in the rain

- Si, así es. La derrota. – Dijo Lord Voldemort quien se había levantado, había quedado también dentro del círculo de fuego. – Tu propia derrota Harrington, sin hija, sin fuerzas, sin nada… has quedado derrotada frente a Lord Voldemort. Avada Kedavra. – Dijo Voldemort apuntando a Florence y dejando salir un rayo verde. Sus ojos vacíos eran rojos fuego aunque no pudiese ver y su expresión más demoníaca que nunca. El rayo iba en dirección de Florence, Lord Voldemort no podía ver pero tenía buena puntería y buen oído, sabía donde estaba su presa y su victima.

- ¡NOOOOO! – Gritó Ariadne con toda su fuerza y extendió su mano, como si tratase de detener el rayo. En una fracción de segundo se levantó impulsada por una fuerza sobrenatural. El rayo verde perdió fuerza y giró, estaba siendo atraído y desviado de su objetivo inicial. Florence alzó su mirada, pero no tuvo tiempo, todo era lento ahora. Ariadne estaba pálida y el rayo verde tomó velocidad, el mortífero rayo estaba acercándose mortalmente hasta que impactó en el pecho de la joven Ariadne. Esta vez Florence dio un grito y Voldemort dio un chillido de desesperación al percibir que había fallado.

- ¡Niña Tonta! – Voldemort estaba furioso, e iba perdiendo fuerzas. Ariadne se tambaleó un segundo y cayó lentamente al piso aun con vida.

- Ariadne es una criatura especial, no es tan humana como pensábamos, es más fuerte. – Dijo Lupin.

- No estaría tan seguro, incluso desafiando las leyes de la magia, hay cosas de las que no puede tener ventaja. – Dijo Snape. El círculo de fuego se fue apagando y Voldemort retrocedía.

- Niña imbécil, dominada por los sentimientos igual que su madre. No importa ahora, no me servirá de mucho. Quédatela Harrington, a cambio de la miseria. No estoy derrotado, volveré… sabes que volveré. Volveré por ti Harrington, y la sangre de Potter quedará esparcida en el suelo de mi Trono Eterno. – Voldemort replicaba viéndose acorralado, estaba solo y rodeado de unos cuantos vampiros.

- No importa a donde vayas Tom, te encontrarán y el chico te hará pagar… - Florence señaló a Harry que estaba tumbado en el suelo recuperándose. Voldemort observó al fondo del salón, la puerta estaba abriéndose, en un chasquido desapreció.

- Madre, Madre… - Ariadne se movía débilmente en el piso. Florence corrió a su lado y la halló tendida con un rostro grisáceo.

- Mi niña, mi hija… mi bebé. – Florence la abrazó fuertemente y Snape se acercó. Harry ayudó a levantar a Ginny que tenía varios moretones y desde la puerta vieron a Hermione y a Ron corriendo hacia ellos. Lupin pasó su mirada de Grezo, pasando por los vampiros, hacia Tonks, a su lado una rubia de aspecto cansado se detuvo, era Tara Ustinov.

- Hermione estás bien. – Harry abrazó a Hermione quien estaba entre lágrimas.

- Un encantamiento aturdidor no es nada. – Dijo Hermione – Ginny, ¿te hicieron algo?

- Ginny, no sabes lo preocupado que estábamos. – Dijo Ron abrazando a su hermana. Pero Ginny se apartó de él.

- Fue horrible, la tortura y el dolor… aun lo siento sobre la superficie de mi piel. Me recuerda a la desesperación e impotencia vivida en primera año con lo ocurrido en la Cámara Secreta.

- No volverá a suceder. – Dijo Harry abrazando a Ginny, y uniéndose con Hermione y Ron en un solo abrazo grupal.

- Voldemort huyó, estamos a salvo por ahora. – Dijo Ginny.

- Y con buena razón. Dumbledore está aquí. – Dijo Ron señalando a la entrada. Un mago de barba blanca entraba al salón y venía acompañado de Ojoloco Moody y Fawkes.

- Por eso huyó. Supo que Dumbledore vendría. – Dijo Harry.

- Estamos bien… estamos a salvo, estamos vivos. Es lo más importante de todo. – Dijo Hermione. A escasos metros Florence tenía en sus brazos a su hija, pero se iba volviendo más rígida y cada vez más fría, su piel se iba poniendo de color morado.

- Perdona por no estar allí cuando me necesitaste. Perdóname por haberte traído a este mundo a sufrir. Perdóname por no ser lo suficientemente fuerte y defenderte. – Dijo Florence.

- No importa, mamá. -  Dijo Ariadne con lágrimas entre los ojos - No importa realmente, me consuela saber que realmente me amaste todo eso que dijiste. Y que hayas venido hasta acá a buscarme y llevarme a casa, lamento tanto decepcionarte. Mi sangre estuvo maldita desde antes de nacer… nunca nadie me quiso, pero no me di cuenta que tu estuviste, me quisiste primero.

- Todo estará bien… ya verás. – Dijo Florence. – Volveremos a casa.

- Mamá, tu sacrificaste tu vida por mi. Ahora estoy devolviéndote el favor. – Dijo Ariadne mientras su madre tocaba dulcemente su mejilla. – Nunca me di cuenta y ahora lo se… si mi muerte contribuye a la derrota de quien nos separó, pues que así sea. Te extrañaré, te acabo de ver y pareciera que estuviste a mi lado todo este tiempo.

- Ariadne, no digas eso… eres fuerte.

- Soy fuerte, pero aun no soy inmortal… nunca lo seré y me alegra. Un buen mago me dijo que la muerte es una gran aventura para quienes tienen mentes organizadas, estoy a tiempo organizando mis ideas – Dijo Ariadne respirando con dificultad. – Te quiero y no sabes lo orgullosa que estoy de que seas mi madre…

- No te vayas ahora. Al fin nos encontramos. – Dijo Florence.

- Habrán más consuelos que calmen el tormento de mi partida, créeme. – Dijo Ariadne sonriendo. – por dentro estaba destruida, vencida por una fuerza que ya no era capaz de controlar… mi muerte me hará descansar en paz. Apenas tengo 20 años, pero siento como si hubiese vivido 1000 años en una inmensa soledad. Déjame ir, déjame descansar…

            Florence la volvió a mirar y se levantó, observó a Snape quien estaba a dos metros de ella.

- Llegamos demasiado tarde. – Dijo Snape. – No íbamos a poder salvarla, fuese la muerte o el mal.

- Lo se… lo se. Fue mi culpa y ahora estoy tan agotada… ya no puedo seguir un minuto más – Dijo Florence desvaneciéndose en los brazos de su fiel amante, quedando en el piso con los brazos de Severus alrededor de ella, quedando inerte al lado del cuerpo de su hija que ahora tenia una apariencia petrificada, con sus manos cruzadas por el pecho, sus piernas extendidas y con los ojos rígidamente cerrados.

            Aquella escena debería significar un triunfo, el mal había sido vencido… pero ¿era realmente el mal o alguna otra victima más de un bastardo culposo? ¿Era realmente perversa o simplemente la vida se había encargado de enseñarla a ser así? ¿Era realmente su culpa o de alguien más?

- Te lo dije Severus… te lo dije. Las cosas ocurren por algo. – Dijo Dumbledore parado a su lado. Snape volteó su rostro sin expresión, levantándose y sujetando a Florence entre sus brazos.

- No me arrepiento de nada. – Dijo Snape. – Así tenía que ser…

- Nuestro destino está determinado por las acciones que cometemos o dejemos de cometer. – Dijo Dumbledore y volteó hacia los chicos. – Otra vez Harry, otra ocasión más donde sales ileso de las fauces de Lord Voldemort. Aun no ha llegado el final, se que pronto sucederá, pero te aseguro que no será hoy, ni mañana. Será pronto, cada día que pasa es un día menos… será pronto.

- Profesor Dumbledore, pensábamos que había sido capturado. – Dijo Ginny tímidamente.

- Necesitaba dejarles el camino libre y despejado para su misión. No me arrepiento de haberte dejado esta libre elección Harry. La llegada de la Srta. Harrington ha hecho sacar cosas admirables de usted mismo…

- ¿Qué ocurre con Ariadne? – Preguntó Ron observando curioso.

- Mejor nos vamos, los aurores vienen pronto. – Dijo Lupin. – Ellos se encargarán de todo. Vengan que debemos regresar.

- ¿está muerta? – Hermione se detuvo frente al cuerpo de Ariadne.

- Vamonos de aquí. – Dijo Tonks, pero Tara miraba la escena algo triste sujetando a Grezo del brazo, Snape estaba alejado ya sujetando a Florence y los demás vampiros daban la vuelta.

- ¡Ariadne! – Dijo Harry acercándose a su lado. – Quiero que sepas que… se que me escuchas. Ariadne yo sabía que no te dejarías vencer… Gracias por no dejarte vencer. Gracias por creer en la verdad… No todo fue en vano.

            Sin decir más palabra se alejó con Hermione, Ron y Ginny. Dumbledore se quedó solo con Ariadne. Los demás fueron atravesando la puerta maciza de roble de aquel salón inmenso que parecía no tener techo y en el que predominaba la oscuridad, las viejas celdas estaban vacías y la humedad acompañaba cada paso que diesen. Estaban ocultos del sol y a varios metros en lo profundo de la isla. Pero ahora solo se disponían a salir, tan simple como habían llegado sin más nada que decir.

Con el pasar de los dias en el Hospital San Mungo las cosas iban un tanto mejor. Ginny se mejoró bastante de lo que había sufrido, Ron apenas había sufrido un par de rsguños, Hermione había pasado un buen susto, Harry aun sufría de dolores de cabeza, tenía que aprender a controlar el poder de sus ojos. Muchas cosas habían pasado, mientras e habían aventurado a Azkaban. Lucius Malfoy había huido del Ministerio al darse derrotado, cuando varios auores intentaron capturarlo alegando ser "un ministro ilegal" atentando contra la sociedad mágica y no mágica. Los titulares del "Profeta" eran cada día más diversos y la censura había cesado.

Terror en Azkaban

A pesar de que los dementores han abandonado el recinto carcelario desde hace varios meses, hace un par de días se vivió una de las más situaciones de horror que haya podido verse en Azkaban. Tras la captura de Albus Dumbledore, un grupo de jóvenes estudiantes de Hogwarts encabezados por Harry Potter, fueron conducidos por magos desconocidos a la tenebrosa isla para encontrarse frente a frente con El-que-no-debe-ser-nombrado. El Señor Tenebroso usaba Azkaban como guarida desde hace varios meses luego de haberse declarado la alerta sobre su regreso. Los jóvenes pertenecientes a la casa Gryffindor: Harry Potter, Ron Weasley, Hermione Granger y Ginevra Weasley corrieron gran peligro al enfrentarse abiertamente contra varios mortífagos y el mismismo Ustedes-saben-quien, quien tenía secuestrada a la famosa cantante muggle Ariadne "Airam" Xavier. Hubo una pelea abierta entre vampiros, magos del ministerio de magia, empleados de la Escuela Hogwarts, los jóvenes magos y los mortífagos. Algo increíble de creer, es que entre los que regresaron ilesos se encuentra Florence Harrington, conocida mortífaga dada por muerta hace más de 15 años, nadie ha querido declarar sobre la presencia de Harrington, quien hace muchos años se declaró abiertamente del lado oscuro y fuese conocida por causar asesinatos y torturas despiadadas. "Airam" resultó muerta al interceptar la maldición imperdonable, con esto se prueba una vez más que los días de terror están de vuelta. Por otra parte esto coincide mucho con el derrocamiento de Lucius Malfoy quien fue visto en Azkaban junto Ustedes-saben-quien y acusado de traidor por parte de varios magos en el ministerio. Reportó para ustedes… Rita Skeeter.

Era una habitación larga y amplia con varias camas vacías era el centro de chismes, muchos pacientes aprovechaban de tiempo libre para poder ir a merodear por allí. Se había corrido el rumor de que una asesina muy peligrosa estaba siendo ocultada en San Mungo. Los ventanales daban al patio principal y la habitación permanencia callada. Un hombre de túnica negra y mirada cansada estaba sentado al pie de unas de las camas, estaba tranquilo mirando de vez en cuando a la mujer que yacía en la cama y de vez en cuando releía un libro que tenía en su mano. El silencio podía aturdir a cualquier persona, en aquella magnitud. Todo era calma total hasta que uno de los curadores entró con su túnica blanca ondeando.

- Disculpe la tardanza Señor Snape. – Dijo el curador poniéndose sus gafas y revisando un informe de salud. – Hemos tenido un gran flujo de pacientes y heridos, sinceramente todo este caos, revueltas y protestas.

- ¿De que está hablando? – Snape parecía recordar pero no hizo mucho esfuerzo

- Lo que sucedió hace dos días. Hay muchos heridos y por eso estamos un poco limitados, tantas urgencias de salud. Sinceramente. – El curador chasqueó la lengua y leyó más abajo del pergamino que era parte de un informe.

- No he tenido tiempo de saber mucho que ocurre afuera de este lugar. – Dijo Snape.

- Bien. Déjeme decirle que la Sra. Harrington ha tenido mucha suerte de quedar con vida, es un caso singular que todos se preguntan si realmente es ella. – Dijo el curador mirando a la mujer de cabellos oscuros que yacía en la cama.

- Es ella… ¿Acaso esa mujer en la cama no es real? Es Florence Harrington. – Dijo Snape

- Bien… lo se. El ministerio envió una nota de alerta, estará bajo observación y en tranquilidad. Si es que… ¿Qué sucedió? – Preguntó el curador con mucha curiosidad.

- Fue atacada y se enfrentó en un duelo abierto con varios mortífagos… - Dijo Snape. – Al igual que yo, pero ella se desvaneció en mis brazos y no ha despertado aun.

- Si, no es un secreto que Harrington está un poco débil, aun no me explico el motivo exacto. Pero tuvo suerte al sobrevivir ¡Mucha  suerte! No quedarán efectos del ataque que sufrió… - Dijo el curador escribiendo algo en el pergamino con su pluma - recomiendo extrema precaución, necesita descanso y tranquilidad. No le de ninguna noticia mala.

- Permiso, ¡llegamos! ¿Podemos pasar? – Tara Ustinov entró por la puerta muy sonriente con una gran tarjeta verde y un ramo de flores, seguida de Harry, Lupin, Dana, Roger Spencer, Hermione y Ron.

- Les sugiero que si van a visitar a la paciente no sean muy ruidosos. – Dijo el curador.

- Nada más venimos a desear que se recupere. – Dijo Roger Spencer algo más animado que la última vez. – Florence… ¡vaya chica!

- ¿Spencer? – Snape alzó una de sus cejas

- El hermano de Francois quiso venir también.  – Dijo Tara mirando a Snape explicativa. – Pero sus intenciones son distintas. Es Squib…

- Lo recuerdo muy bien. – Dijo Snape con desconfianza.

- MI hermano ha muerto, cuanto horror… - Dijo Francois. – Me siento más tranquilo saber que no me volverá a usar. Me despidieron de la disquera donde trabajaba, pero estoy seguro que podré encontrar algo digno de mi, el estrellato lo es todo para mi… ¡y mi querida Ariadne! – Roger cambió la expresión de su cara.

- Dumbledore vendrá más tarde. – Dijo Lupin a Snape quien se sentaba a un lado de la cama – Tenía que asistir a la juramentación del nuevo ministro de magia.

- ¿Nuevo ministro? – Snape parecía confundido.

- Recuerda que Snape no ha salido de aquí des hace varios días, no sabe nada Remus. – dijo Tara dejando la tarjeta en la mesita junto a la cama de Florence quien comenzaba a despertarse.

- Si, Severus… Hubo una revuelta en el ministerio, protestas y acciones directas. Es una historia directa, lo principal es que Malfoy está lejos y el poder ha sido tomado por alguien más sensato - Dijo Lupin

- No has dormido en días Severus… te vas a enfermar. – Dijo Tara mientras el curador asentía con la cabeza mirando aun el pergamino con detenimiento.

- No me importa. – Dijo Snape bebiendo una poción humeante.

- Bien… tengo que decir algo más… ¡¡¡Me parece asombroso!!! – Dijo el curador saliendo de sus pensamientos. – Un poco arriesgado más bien.

- ¿De que habla Señor Curador? – Preguntó Hermione.

- Esta mujer si es fuerte. – Dijo el curador observando a Florence y salió con cara de estar pensativo. – Ya regreso.

- ¿Dónde estoy? – Florence se había despertado, luciendo demacrada y enferma.

- En el Hospital San Mungo, a salvo de alguna de tus ideas locas. – Dijo Snape mirándola a los ojos. – Todo estará bien…

- Mi cabeza va a estallar, me duele demasiado. No recuerdo bien… - Dijo Florence enfocando su vista. – Ustedes están aquí, que agradable. – Dijo Florence con un tono sombrío y poco amable.

- Tu estadía aquí ha causado revuelo entre los pacientes. – Dijo Tara sonriendo.

- Supongo. – Dijo Florence con extraño brillo en los ojos - No todos quieren compartir la habitación con una asesina demente. Por eso estas camas de al lado están vacías. Estoy aislada, escapé con suerte de la muerte y ahora me llevarán presa a…Azkaban - Pero en ese momento Florence se calló y quedó pensativa. – Ahora lo recuerdo mejor… todo está volviendo. Azkaban, ¿Qué ocurrió luego en Azkaban?

- Quédate tranquila, no puedes hacer ningún esfuerzo, mujer. – Dijo Snape sujetando su brazo bruscamente.

- Es muy extraño. – Dijo Florence. – No me han dicho… ¿Dónde está Ariadne? – En ese momento todos quedaron callados sin decir más palabra. Florence comenzó a temblar, sabía que había ocurrido lo peor.

- Yo lloré bastante al enterarme. – Dijo Roger quebrando la voz y apoyándose del hombro de Dana. – Mi preciosa niña.

- ¿Dónde está Ariadne? ¡Díganme ya! Quiero verla, quiero escucharla y hablarle. – Dijo Florence elevando su tono de voz algo amenazante.

- Lo que pasa es que… - Lupin comenzó a hablar pero Florence lo miró de nuevo, Lupin no supo más que decir.

- ¿Dónde está? Díganme. – Pero Florence sabía cual iba a ser la respuesta.

- Tu lo sabes bien… - Dijo Snape – Escúchame bien, está en el cementerio sepultada en una tumba fría de piedra y no va a volver. – Snape la sujetó por los hombros y la mantuvo firme. Parecía que nada volvería a ser igual, Florence rompió a llorar como una niña de 11 años. Lloraba aferrada al pecho de su amante y eterno compañero fiel.

- Lo perdí todo. – Dijo Florence entre sollozos.

- No lo has perdido todo. – Dijo Snape apretándola fuertemente contra el.

            La puerta se abrió y un anciano de bastón entró lentamente, llevado del brazo por un hombre de cabello canoso y mirada jovial, oculto bajo esas gafas estaba Kyle Harrington.

- Mis ojos están viendo lo que yo creo. – Dijo la voz gruñona de Donald Harrington. Todos voltearon inmediatamente. – Es increíble.

- Papá, te dije que era verdad. Los rumores son ciertos. Tu hija Florence está aquí en San Mungo. – Dijo Kyle conteniendo sus emociones. Florence se apartó de Snape y observó a poca distancia al hombre que tanto la había hecho sufrir, junto a su hermano mayor. Al tenerlos frene a frente muchas imágenes vinieron a su cabeza.

- ¿Kyle? Estás aquí con… - Dijo Florence dudosa aun recuperandose.

- ¿Qué ya no reconoces a tu padre? – Dijo Donald con mirada reacia.

- No sabía que aun era tu hija. – Dijo Florence por lo bajo con la mirada apagada y lágrimas rodando por sus mejillas. – Me negaste hace tanto tiempo, negaste a mi propia hija.

- Florence… han pasado tantas cosas. – Dijo Donald bajando el tono arrogante de su voz. – No sabes cuantas veces temí a este momento, temí volver a encontrarte y decirte todas las cosas…

- Dicen que no podía recibir malas noticias y aparece Donald Harrington, ¡que oportuno! – Dijo Snape  con sarcasmo interponiéndose entre ellos dos.

- Veo que no cambias tus malos modales Saveratus. – Dijo Donald sin mirar a Severus.

- No quiero que comiences  discutir. – Dijo Florence.  - ¿Qué quieres decirme?

- Aun tienes un hogar a donde volver, se que las cosas no fueron como yo esperaba. Creo que en mi vida ha habido… - Donald le costaba decir aquello. – ha habido errores de mi parte. Eso quería decir, ahora tengo que irme. Estoy viejo y enfermo…

- Papá, ¿Por qué? – Dijo Florence luego de un momento de silencio, justo cuando Donald se volteaba.

- Hija… oh mi querida hija. – Donald avanzó lo suficiente y estrechó la mano de Florence besándola. – No quise tratar así a Ariadne, tiene tu misma belleza y el cabello de tu madre. Tú y tu hija son bienvenidas en mi mansión…

- Demasiado tarde, muy tarde para ti Donald Harrington. – Florence se apartó un poco y Snape volvió al acecho protegiéndola. – Mi hija está muerta. Y se fue de este mundo sintiéndose odiada por su propia sangre, rechazada por su abuelo… en cuanto a mi, aun no estoy lista para volver.

- Si este encuentro es el primer paso, me prepararé para lo que viene. – Dijo Donald dando la vuelta mientras cojeaba. Kyle sonrió a Florence desde la distancia. Florence por primera vez sonrió en tanto tiempo y su hermano salió a ayudar a su padre.

- Hay cosas que nunca cambian. – Dijo Tara en un suspiro. –Nos tenemos que ir, Florence. Las cosas han cambiado y seguirán cambiando. Ahora un nuevo ministro y las cosas tomarán su rumbo.

- ¿Nuevo ministro? – Florence secó sus lágrimas y miró a Tara pensativa. - ¿Quién es? ¿Qué le ocurrió a Malfoy?

- Malfoy huyó. Y hoy juramentan al nuevo Ministro de Magia: Arthur Weasley. – Dijo Tara. - ¿No es así Ron? Llegaremos tarde si nos quedamos un poco más.

- Si, así… - Dijo Ron rebosante de orgullo. – Mi padre ha sido reconocido luego de tantos años.

- Un ministro de magia que aprecia a los muggles. – Dijo Tara. – Si que lo vamos a necesitar.

- Es un honor lo de tu padre Ron. – Dijo Florence algo débil. – Y ustedes chicos… gracias. Gracias por aceptar esta misión. Estoy segura que algún momento tendré las respuestas que ahora me faltan.

- Ya he aprendido la lección… no más heroísmos. – Dijo Harry mirando a Florence. – Gracias por enseñarme cosas que desconocía de mi mismo. Aunque no lo crea, alguna vez me sentí identificado en tu lugar…

- ¿Si? Es extraño alguien que entienda que se siente estar en mi zapatos. No hice nada, tú diste con la clave, eres un gran hechicero Harry. Podrías llegar a ser grande, lo presiento… es apenas un pequeño paso. Solo te digo algo a modo de consejo, a pesar de todo, no toques la magia negra o sino te tocará a ti en el fondo de tu alma. Lo agradecerás luego y no te tocará pagar todo lo que he pagado yo. Perdón, perdón por el dolor que te causé… perdón por quitarte a tus abuelos.

- No volverán. – Dijo Harry seriamente. – Pero no tiene sentido lamentarme. Si quieres mi perdón, eso tendrás. Ahora si debemos irnos.

- Y es aquí donde nuestros caminos se separan. – Dijo Florence. – Hijo de James Potter, aun te queda mucho por recorrer. No te des por vencido.

- Quizás nuestros caminos no se separen tanto. – Dijo Harry despidiéndose. Al momento siguiente la habitación quedó vacía, solo quedaban Snape y Florence.

- No pienses más nada, solo descansa… - Dijo Snape sentándose.

- No se si pueda resistir, mi conciencia me carcome, mi corazón se quiebra y estoy rota por dentro. El odio que sentí hacia Lord Voldemort no fue suficiente para detenerlo de asesinar a mi hija. Yo debí haber muerto y ella se interpuso.

- Tú le diste la vida hace 15 años y ella te la quiso devolver. – Dijo Snape. – Yo no supe valorar eso hasta ahora y todo el tiempo que he perdido. Ahora me tienes a mí y nunca te dejaré. Si te llevan detenida, pues huiremos juntos. No me importa desafiar las reglas, ya lo he hecho antes.

- Si no estuvieses aquí, la grandiosa Harrington estuviese en pedazos sin nadie para recoger esos pedazos de mi. – Dijo Florence con la mirada apagada y metida entre las sabanas.

- Lo peor ha pasado ahora y podemos respirar de nuevo. – Dijo Snape acercándose. – Luego de todo, es justo ¿no?

- No, no todo ha terminado… aun queda mucho. Solo que no será hoy y te puedo asegurar que la memoria de Ariadne no será olvidada, ni la de ella ni la de nadie más. – Dijo Florence.

- Nunca había tenido que contrarrestar tu pesimismo y desesperanzas. Ahora soy yo quien te da ánimos de seguir… ¿Qué no lo ves? – Dijo Snape mirándola frente a frente a pocos centímetros de su cara y mirando tentadoramente su boca.

- Todo estará bien… pero no por ahora. – Dijo Florence acercándose y abrazándolo.

- Quiero que sepas que me gusta la forma en que me sonríes – Dijo Snape a su oído. – Quisiera abrazarte fuerte y alzarte en mis brazos. Quisiera abrazarte fuerte y robarme tu dolor. Quisiera que mi dolor desapareciera para siempre

- Tienes razón, lo peor ha pasado. Hay mucho que aprender y mucho por luchar. ¿Estaremos lo suficientemente fuertes para el momento? Yo también quisiera abrazarte más fuerte y robarme tu dolor. – Dijo Florence cerrando los ojos y acercando sus labios a su boca, donde se encontraron en un breve beso de ternura mezclada con dolor y sufrimiento.

- Todo pasará… - Snape se apartó de su lado.

- Estoy tan rota por dentro, no me siento bien lejos de ti. Estoy destrozada cuando estoy sola. ¿Algún día seré fuerte?

- Estás aquí junto a mí, ya eres lo suficientemente fuerte. – Dijo Snape.

- No te vayas de mi lado. – Dijo Florence mirando la ventana.

- Jamás lo haré… Jamás. – Dijo Snape apoyado de la ventana mientras Florence se acercó por detrás y lo abrazó fuertemente apoyándose en su espalda mientras cerraba los ojos y respiraba con tranquilidad. No supo cuanto tiempo pasaron así hasta que la puerta se volvió a abrir.

- Bien, señora Harrington… - Dijo el curador entrando de nuevo a la habitación interrumpiendo la escena. – He examinado bien, los hechizos, las pociones, los remedios, los indicadores… ¿Qué hace levantada? Le dije que necesitaba reposo total, su estado es delicado

- Usted nos dijo que estaba bien… que se recuperaría. – Dijo Snape mientras Florence volvia a la cama a acostarse.

- Para evitar males mayores, haga lo que yo le digo. – Dijo El curador. – No me importa que haya hecho allá afuera, usted me tiene que obedecer… por su bien.

- ¿Me llevarán a Azkaban? – Preguntó Florence indiferente mirando el techo.

- El ministerio no ha dicho palabra, pero usted estará bien vigilada por si acaso. – Dijo el curador. – Usted sabe que le voy a decir, ¿verdad? Descubrí un encantamiento protector realizado hace mucho tiempo en usted.

- ¿De que habla curador? – Preguntó Snape. Florence parecía estar realmente confundida porque bajó su mirada hasta la cara del curador.

- Solo tengo que confirmárselo… cuídese sino quiere más riesgos. – Dijo el curador dirigiéndose a la puerta. – Regresaré en la noche.

- ¿De que habla el? – Preguntó Snape acercándose y mirándola a los ojos. Florence miró confundida un par de segundos a los ojos de su amado, pero de repente quedó paralizada y miró a la ventana. Como si todo hubiese sido obvio.

- Funcionó… si funcionó entonces. – Dijo Florence tratando de sonreír, pero su cara estaba ensombrecida de nuevo.

- ¿De que hablas? – Preguntó Snape sin saber nada. Florence lo miró de nuevo y poco a poco fue dándole una sonrisa de confianza y bajó su mirada, tomó su mano y la acarició, lentamente. Ella había entendido todo al fin. Tomó sus manos y las tenía en su mejilla, Snape estaba algo más pálido.

- Sea lo que sea… allí estaré. – Dijo Snape.

- Regresé hace unos meses, como si estos 15 años no hubiesen existido… y es así. Mi cuerpo envejece lentamente, el tiempo pasará sobre mí y lo que tenga que venir vendrá. Antes de enfrentarme a Lord Voldemort hace 15 años, me protegí con un hechizo… protegí mi vientre con un hechizo. – Florence llevó las manos de Snape hasta su vientre.

- ¿Qué quiere decir? – Snape parecía un poco confundido, pero miraba sin creer acercándose.

- Aquí en mi vientre una nueva vida está creciendo. Tu me marcaste… lo acabo de entender. Me marcaste con darme un hijo de tu sangre. – Dijo Florence casi llorando.

- ¿Estás esperando un hijo mío? – Snape la dejó un lado y retrocedió nervioso. – Te marqué… pero entonces te marqué desde hace tanto tiempo. Pero… ¿Por qué lloras?

- Todo lo que está pasando ahora… el mundo no es un lugar seguro. – Dijo Florence.

- Niña mía, el mundo nunca fue un lugar seguro.

- Además nunca quisiste tener hijos, odias a los niños… - Dijo Florence pero Snape la miró de una manera fría y penetrante.

- Quizás, no quiero tener hijos si van a vivir lo mismo que viví yo. Pero no será así… Lo prometo - Dijo Snape. – Las cosas cambian, las cosas cambian rápidamente. Estar a tu lado es mi única ilusión ahora… no volveremos a caer.

- No, no volveremos a caer. – Dijo Florence sentándose en la cama y abrazando a Snape y aferrándose a su pecho. – Aunque aun falta mucho.

- Lo que tenga que venir, vendrá… aquí estaremos - Dijo Snape acariciando su cabello y tomándola en sus brazos. – Tuviste suerte, o estabas destinado a ello…

- Sería una buena continuación a nuestra historia. Tara podría escribir otro libro. – Dijo Florence sonriendo mientras Snape carraspeaba la garganta en desacuerdo. Esta vez estaban libres de todo, el infierno había cesado. Estaban lejos de todos y nunca pudo haber sido mejor. Florence le dolía enormemente haber perdido a su hija, pero había cosas que de alguna manera le aliviaban ese dolor.

Nunca sería como ayer y era lo correcto, la vida era una línea torcida, a veces quebrada y en espiral, pero nunca es recta, nunca se devuelve, nunca se repite… así era la vida de Florence Harrington. Su piel pálida sentía el calor del sol, ya no había sombras amenazantes y la oscuridad era un lugar seguro para ella. Estaba a su lado… no era buena, no era mala. Era simplemente ella misma… estaba de su lado y todo podría ser tan relativo.

            Tiempos nuevos se acercaban, todos lo presentían. La designación de Arthur Weasley había sido una sabia decisión de la junta temporal de deliberación mágica, el mundo cambiaba. Los muggles se enteraron de la muerte de Ariadne, una de sus cantantes favoritas había desaparecido para siempre. Florence pudo volver a estrecharse con Charles Xavier.

- Tantas lágrimas por todos estos años de silencio. – Dijo Charles abrazando a Florence. – Ahora una nueva felicidad en recompensa a tanto dolor.

- Quizás…

            Hogwarts volvió a la normalidad, poco a poco las cosas iban tomando forma. El director Dumbledore volvió a su puesto. Los estudiantes aun estaban un poco atemorizados. Habían ocurrido tantas cosas, que aun los rumores corrían. En el ministerio las cosas no eran tan fáciles y el desastre era igual. Mientras que la Orden del Fénix seguía trabajando en torno a su anonimato. La sociedad mágica sintió algo de repudio al conocer la verdad sobre que Florence Harrington aun vivía, pero costó mucho convencerlos del engaño que ella misma había sido victima, pero nada la justificaba, había obrado mal hace tantos años y eso le pesaría hasta el día de su muerte, no iban a perdonar tan fácil y lo justo era hacerla pagar por sus crímenes, por lo menos luego que las cosas volvieran a su curso. Pero a pesar de todo, la historia de haber salvado a Harry Potter aquella noche en Azkaban había quedado grabada en la mente de los magos. Lo ocurrido aquella noche en la Isla de Azkaban fue conocido por todos.

            Nuestros chicos Slytherins fueron un tanto particulares. Tara Ustinov renunció al cargo de Profesora de Hogwarts, realmente no tenía un motivo tan fuerte como los profesores de años anteriores. Pero por alguna extraña razón aparente sentía le necesidad de investigar aun mas sobre los vampiros y se encaminó a una expedición que duraría mucho tiempo hacia las montañas oscuras, iba a escribir un libro llamado "Enamorarme de un vampiro". Grezo el vampiro, regresó con Nosferatu, quien se mostró complacido al escuchar las noticias sobre su nieto y las condiciones de paz logradas con los humanos a través de Dumbledore. Dana Rookson, ella volvió a su bote con su esposo, su vida no podía ser menos extraordinaria y tranquila, tal como ella siempre deseó. Remus Lupin continuó en la Orden, la muerte del asesino de la mujer de su vida, no había hecho sentirlo más lleno, pero de alguna forma sabía que Eileen descansaba realmente en paz y que debía seguir por su propio bien. Harry, Hermione, Ginny y Ron… estos chicos si que les esperaban muchas cosas, mucho por enfrentar. Lord Voldemort… Lord Voldemort seguía en las sombras, rabioso y ciego. Sus ojos habían quedado inutilizados, pero mediante un poderoso hechizo buscó reemplazo a su habilidad de visión a través de sus otros sentidos, su venganza sería terrible y esperada…

- Severus. Temo decirte que no encuentro un profesor calificado de Defensa Contra las Artes Oscuras. Me preguntaba si… – Dijo Dumbledore en su oficina pero Snape se levantó sin vacilar.

- No deseo el cargo, estoy bien así… - Dijo Snape. – Tengo otras metas y prioridades por ahora.

- ¿Pero como será eso? – Preguntó Dumbledore.

- Ahora tengo una familia… no quiero que mis malos vicios del pasado encaminen mal de nuevo mi vida. – Dijo Snape mirando francamente al director.

- Ahora lo has entendido. – Dijo Dumbledore.

- No voy a desperdiciar esta oportunidad. – Dijo Snape firmemente. – Nada de artes oscuras. No por el bien, no por el mal… solo por mi mismo.

- Me parece oportuno, ¡Felicidades! – Dijo Dumbledore sonriéndole. – Sabía que negarías el puesto.

- Usted y su psicología inversa. Usando psicología inversa contra mi. – Dijo Snape mientras Dumbledore sonreía ligeramente.

- Espero contar contigo Severus, para lo que necesite en la Orden. – Dijo Dumbledore

- SI, cuente conmigo para lo que sea… tomaré cualquier riesgo, es mi misión. Pero será difícil ahora que Lord Voldemort sabe de que lado estoy. Todos los mortífagos me vieron defendiendo a Florence y los demás.

- Dejaste que tu corazón decidiera por ti, y la prudencia se viera vencida por la valentía de un corazón vivo y apasionado. – Dijo Dumbledore. – Debo felicitarte también por la otra noticia, se que será padre muy pronto.

- Que se hace. – Dijo Snape fingiendo estar desinteresado, pero una sonrisa se asomaba rápidamente. Severus Snape nunca cambiaría esos modales.

- Ya no estás tan solo como pensabas. – Dijo Dumbledore.

- No… no lo estoy. ¿Cómo supo usted? ¿Cómo supo que nunca la dejé de amar?
- Hay cosas que un mago sabe por ser viejo, más que por ser mago. – Dijo Dumbledore guiñando un ojo. – Un corazón enamorado, así sea oculto por la oscuridad, resalta de los demás. Hay cosas que puedo ver y los demás no ven en ellos mismos. Eso ocurre contigo.

- No más plática por hoy. – Dijo Snape caminando a la puerta.

- Descansa bien y recuerda siempre donde estás parado y a donde vas. Te esperaré en Septiembre – Dijo Dumbledore.

- Así será. Este es el inicio, el inicio de lo que debió ser. Con permiso – Dijo Snape mientras se retiraba hacia las mazmorras, donde un baúl lo esperaba para regresar a casa en un auto, alguien lo esperaba, ya no estaba solo, nunca más.

- AL fin estamos aquí juntos los dos. – Dijo Florence en la noche tendida boca arriba entre las sabanas de la cama de la recamara principal.

- Ahora seremos tres. – Dijo Snape mirando el techo y acariciándola. – Nos iremos de esta casa, muchos recuerdos que viven aquí.

- Siempre dijiste que el nombre de James sería recordado por su hijo y sus hazañas. ¿De que sirve ser recordado si estás muerto? Seremos olvidados, pero estamos vivos y estaremos juntos.

- Aun me cuesta ver que el sueño se ha vuelto realidad. – Dijo Severus mirándola una vez más y apoderándose de ella mientras bajaba sus manos por su rostro hasta su cuello.

- No es un sueño, es tu destino. Si estamos dormidos, no me hagas despertar. – Dijo Florence besándolo en un largo beso mientras le quitaba el aliento.

- No estamos soñando, es real… esta vez te juro que si es real. Luego de todo, luego de tantas muertes… al fin nacerá algo más. – Dijo Snape susurrándole suavemente al oído mientras la observaba. Nada había cambiado, la misma niña de 15 años que había probado la primera vez, su mirada iluminada por dos ojos grisáceos mezclados con una poderosa tormenta, una nariz perfilada y unos labios a su disposición, su cabello era tan negro como la noche, caía suavemente sobre el pecho de su amante, era liso y ondulaba suavemente en las puntas, mientras su compañero fiel ayudaba a enroscar las puntas con sus manos suavemente. El la sostenía en sus brazos, iba a ser para siempre, sus ojos negros ya no eran tan temibles y su alma estaba descubierta ante ella, eran uno solo y nada los iba a separar. Un juramento más, lentamente bajando y circulando por cada gota de sangre, una promesa.

- No me dejes ir, no sabes que te amo. – Dijo Florence desvaneciendo el sonido de su voz en medio de la oscura noche estrellada.

- Yo también te amo. – Fue la sentencia que se escuchó un momento más tarde. Una noche calmada que se confundía con los susurros y sombras, las formas y las sensaciones, los deseos y anhelos profundos.

Dear my love, haven't you wanted to be with me

And dear my love, haven't you longed to be free

I can't keep pretending that I don't even know you

And at sweet night, you are my own

Take my hand..

We're leaving here tonight

There's no need to tell anyone

They'd only hold us down

So by the morning's light

We'll be half way to anywhere

Where love is more than just your name

I have dreamt of a place for you and I

No one knows who we are there

All I want is to give my life only to you

I've dreamt so long I cannot dream anymore

Let's run away - I'll take you there..

Forget this life

Come with me

Don't look back you're safe now

Unlock your heart

Drop your guard

No-one's left to stop you

We're leaving here tonight

There's no need to tell anyone

They'd only hold us down

So by the morning's light

We'll be half way to anywhere

Where love is more than just your name

Anywhere – Evanescence

9 años después…

- ¡Oh No!… me he perdido de nuevo. – Decía una pequeña niña con un par de flores en las manos mientras caminaba a través del cementerio, buscando algo conocido para ella. Siguió caminando un par de metros y encontró a un hombre joven frente a una tumba. El joven de cabello negro miró a los ojos de la niña.

- Disculpa, ¿se te ha perdido algo? – Preguntó el joven poniéndose sus gafas redondas.

- Eso creo, señor… ando buscando una tumba. ¿Me puede ayudar? – Decía la niña. Estaba parada frente a una tumba agrietada de piedra gris, había neblina y hacia frío. La pequeña llevaba un abrigo, vestía una túnica, llevaba dos coletas en su cabello y su rostro era expresivo, sus ojos negros, y su nariz perfilada y larga y cabello negro intenso.

- Ah… ¿se puede saber a quien buscas? Me extraña además que siendo una niña pequeña, andes sola por un cementerio tan desolado como este… No es buena idea. – Dijo el joven.

- Oh… Busco a mi hermana, debe estar enterrada por aquí. – Dijo la niña caminando un par de pasos leyendo las inscripciones de las tumbas.

- ¿Cómo se llamaba tu hermana? Quizás te pueda ayudar. – El joven tenía un par ojos verdes relucientes.

- Eh… no me acuerdo. Mi hermana murió antes de yo nacer. Pero mamá siempre viene a verla. – Dijo la pequeña con su voz aguda e inocente rascándose la nariz. – A Propósito, ¿Qué hace usted aquí solo?

- Visitaba la tumba de mis padres… James y Lily. Murieron hace muchos años, cuando era bebé. – Aquel hombre era el mismísimo Harry Potter

- Usted es huérfano. Lo siento. – Dijo la niña leyendo la inscripción de la tumba de los Potter. – Debe ser feo no tener mamá y papá.

- Es terrible, pero siempre hay personas dispuestas a ocupar ese lugar. Espero que a mis hijos no les pase lo mismo. Me he prometido que siempre estaré para ellos – Dijo Harry levantándose.

- ¿Usted tiene niños? – Dijo la pequeña niña animada y empezando a saltar de alegría. – Quiero verlos, quizás podrían jugar conmigo.

- Si, tengo dos hijos. – Dijo Harry. – Una niña y un niño, son un par de gemelos… tan hermosos como la madre y algo inquietos como el padre. Se llaman Harriet La Row y Rowen Grufydd – Decía Harry sonriendo mientras les mostraba una fotografía que se movía.

- ¡Vaya! Me encantaría ir a jugar con ellos. No tengo hermanos – Dijo la pequeña niña sonriéndole. – Usted se ve amigable, sus hijos deben serlo también.

- Ah… quizás en un futuro puedas jugar con ellos. Son muy pequeños aun… son unos bebes apenas.

- ¡Es una lastima! – Dijo la niña. – Me gustaría tener un hermanito con el cual pueda jugar, apenas tengo 8 años y necesito tener amigos.

- Una chica muy sociable ¿Cómo te llamas pequeña? – Preguntó el joven Potter.

- EILEEN!! – Gritó un hombre con voz fría caminando a paso veloz hacia ella. Aquel hombre le resultaba familiar a Harry. La niña volteó con ojos sorprendidos. – Eileen Sewerynn ¿cuantas veces te he dicho que no te separes de mí? Además te he dicho que no hables con extraños…

- Papá, El no es un extraño. Es el hijo de James y Lily. – Dijo la pequeña Eileen abrazándose a su padre sonriendo pícaramente.

- Ah… ¡Potter! – Dijo la voz de Severus Snape con un rostro de malicia e ironía. – Que agradable sorpresa encontrarlo por aqu

- Debería decir lo mismo. – Dijo Harry mirando a la pequeña niña. - ¿Esa es su hija?

- Si, ¿Por qué lo pregunta?

- Es tan adorable, habladora y educada. – Dijo Harry con una sonrisa hacia Eileen. – No parece hija de usted.

- ¡Potter! – Gruñó Snape en un tono peligroso. – No tiente mi paciencia…

- Me alegra haber salido de Hogwarts, ya no puede quitarme puntos injustamente. – Decía Harry sonriendo.

- ¡Papá! Nunca encontraremos la tumba de mi hermana. – Dijo Eileen dándole las flores a su padre. – Estoy cansada, llévame en tus brazos.

- ¡Ven! Seguro tu madre sabe donde está la tumba de Ariadne… - Snape cargando en brazos a su hija, dedicándole una mirada asesina a Harry Potter antes de voltearse para irse.

- ¡Adiós! – Decía la niña agitando sus manos - Por cierto ¿Cuál es tu nombre?

- Harry… Harry Potter. – Dijo Harry Potter

- ¡Papá! El es Harry Potter… el que venció al que no-debe-ser-nombrado dos veces. – Decía Eileen emocionada a su padre, mientras el se alejaba.

- Nunca creas en todo lo que dicen por ahí. – Dijo Snape.

- El abuelo me dice que no crea en todo lo que tú dices… - Decía Eileen

- Tu abuelo está loco. – Dijo Snape sonriéndole con malicia.

- Eso explica todo… - Eileen se abrazó a su padre. – Pobre Harry, no tiene mamá y papá. No me gustaría ser huérfana, ¡te quiero papá! ¡No me dejes nunca! – Eileen le dio un beso en la mejilla a su padre y este reaccionó.

- Yo también te quiero Eileen… ¡ahora déjame respirar! – Dijo Severus en un tono algo brusco mientras su hija le sonreía.

- Ah papá, nunca cambias… - La niña siguió abrazada al cuello de su padre mientras bajaban la colina.

FIN

Silence-Messiah: ¿Desesperante? Hmm… interesante, realmente interesante. Espero que esta vez no haya pañuelos ni lágrimas. Espero que tu estomago siga mejor. Aproveche ahorita, los exámenes los tengo en 3 semanas y no iba a permitir que pasarán 3 semanas más sin actualizaciones.

Ojos Azules de Dragón: Hey Gracias!!! Me alegra mucho. Gracias por tus comentarios y espero que te haya gustado el final. Me alienta que me hayas dejado un mensaje ahora

Kashna: OH, ya se… sino son lágrimas son ataques de incertidumbre sobre que va a pasar. Pues aquí tienes el final y todas las explicaciones, si te quedan dudas no dudes en mandarme un comentario.

Clau de Snape: ¿De infarto? Apuesto a que mucho se asustaron. Yo se que a veces soy una chica mala. Jijijiji… si, este es el final… tal como lo había pensado. Escribiré historias pero aun no se de que… ¿Qué te parece una historia de Nagini? Jajaja, no vale… quizás escriba sobre mi personaje favorito o quien sabe… esperaré 3 semanas cuando se acabe el trimestre.

Malu Snape Rickman: Querida Malu ya he actualizado y aquí está el final. Veo que todos quedaron sorprendidos con el penúltimo capitulo.

Persefone Riddle: Si, esa es la esencia, dejarlo en la parte más interesante… así te quedas pensando que sucederá luego, pero la ventaja es que no dejé que pasara mucho tiempo.

Dark Eros: Bueno, gracias por el review… ya lo sabes todo!!! ¿algo que decir? Jijijijiji… es un final feliz, al menos no murió. Bueno, no fue tan rosa como pensé, no emparejé a todo el mundo con todo el mundo y no hubo boda, eso es poco tradicional. Aquí te lo dejo… luego sabrás mis comentarios generales sobre todas esta historia.

¿En cuanto acertaron? ¿En cuanto se equivocaron? ¿Qué tanto les gustó? ¿Qué tanto los decepcioné? Así es como termina. Por lo menos esta historia, pero no mis escritos. Quizás escriba algo más sobre cualquier cosa.

El amor siempre triunfa, ¿no?