Título: Draco Malfoy y el Corazón de la Obscuridad

Continuación de Draco Malfoy y la Leyenda de la Serpiente Plateada - DMLSP

Rating: R

Autor: Youko Gingitsune AKA Veneficus

Página: darkcrimson (punto) net / veneficus /

ADVERTENCIA: Este fic es SLASH -- Draco/Harry. Lucius/Snape, Lupin/Snape, Blaise/Seamus.
Les recomiendo que hayan leído DMLSP antes de comenzar a leer este fic, caso contrario no van a entender la mitad de lo que sucede aquí.

Derechos: Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de J.K.Rowling.

Nota .- Voy a responder unas cuestiones con respecto a Draco Malfoy y la Leyenda de la Serpiente Plateada que me dejaron en los reviews del último capítulo: Alguien mencionó por ahí que Draco tenía los sentidos más desarrollados en el cap 22, y que por eso podía sentir algo por Harry… pues no es así es de suponer que había una atracción dormida ahí que fue despertando con el tiempo. A Blaise y a Seamus les dan detenciones por 'comportamiento no apropiado' Sí, dejé en el aire lo de LM/SS/RL porque no puedo decidirme --' no me dejaron, los tres son muy tercos… Y, ahem, Dumbledore no murió en esta historia… ' Las canciones no tienen relación con el capítulo . si sucede alguna vez, es pura coincidencia. Hum… creo que eso es todo si a alguien le quedó más dudas sobre DMLSP pues me puede dejar las preguntas en los reviews o escribirme directamente.

Capítulo Uno

Había sangre, mucha sangre… por donde volteara, hacia donde mirara, no podía escapar a ella, rojo, rojo, rojo por todos lados. Los muros de piedra sangraban, las gárgolas lloraban lágrimas tan rojas como los frescos de las paredes y aquel olor salado de sangre fresca impregnaba el lugar.

Caminó, siguió de frente, sus pasos ligeros y veloces se hacían cada vez más difíciles, aquel lugar se estaba convirtiendo rápidamente en una piscina de sangre humana. Sus gruesas y altas botas ahora totalmente manchadas de carmesí eran lo único que lo mantenían separado de aquella humedad.

Siguió caminando y aquello parecía no tener fin, uno no podía ver en toda aquella brillantez, había demasiada luz, todo era demasiado claro, el contraste entre el rojo y el blanco era chocante… pero no así menos hermoso. Siguió, sabía que tenía que salir de ahí; a pesar de que el lugar no le era del todo desagradable, había algo que hacía a su estomago voltearse, una sensación que no sabía cómo tomar… era como anticipación, como el momento antes de quitarle la vida a alguien pero con un cosquilleo algo desagradable.

Aquel lugar parecía no tener fin, todo brillaba tanto, demasiado, había demasiada luz, todos los colores palidecían a blanco con cada segundo, todos menos el rojo de la sangre. Era o rojo carmesí, o blanco o casi blanco… era un contraste resplandeciente, chocante a la vista y a los sentidos. De tanta claridad que había daba la impresión de que no existía un final, era hermoso y horrible al mismo tiempo… En un momento la luminosidad llegó a intensificarse tanto que parecía ya casi no haber colores además del blanco y el rojo, las cosas ya no se podían diferenciar las unas de las otras, y eso fue lo que provocó que cayera.

Se había tropezado con algo y caído a aquel charco de sangre que era el suelo, sus manos sosteniendo su caída y evitando que hundiera la cara en aquella corriente que iba en aumento. Debía levantarse, pero sus piernas parecían no querer obedecerle, así que decidió por cambiar a una posición sentada y no fue hasta ese momento que se dio cuenta de que no se había tropezado con algo, sino con alguien.

Escuchó la agitada respiración que no era suya tan pronto se dio cuenta de esto. Volvió el rostro y trató de ver quién era. No podía distinguirlo bien, aquella persona también parecía desvanecerse en todo ese blanco, así que se le acercó, llamándola. Pero nada. Ni siquiera volteaba. Se acercó más y a medida que lo hacía el nudo que se había formado en su pecho se hacía cada vez más apretado. A diferencia de él, parecía que la sangre no podía macular a esta persona, estaba toda de blanco y los cabellos habían tomado un color plata tan claro que ni la luna palidecía a ese nivel. Ahora ya más cerca podía discernir algunos de los sonidos que el extraño profería, parecía estar haciendo un encantamiento… eso o de otro modo hablaba en una lengua que no podía comprender, pero sí entendía que estaba repitiendo la misma frase una y otra vez.

Llegó a su lado y no se preguntó por qué le había tomado toda esa distancia para alcanzarlo si sólo había tropezado y caído a unos pasos del extraño. Pudo distinguir la figura, estaba arrodillado y al parecer sostenía algo contra el pecho, con la cabeza inclinada hacia aquello. Lo llamó pero al parecer aquel hombre no le escuchó, seguía balanceándose hacia delante y hacia atrás, así que le puso la mano encima. El sujeto se detuvo, dejó de balbucear, dejó de moverse, inclusive parecía que había dejado de respirar, pero al cabo de unos segundos volvió el rostro lentamente.

Aquel rostro joven… dónde lo había visto antes?… era su padre! El rostro pálido de cabellos platinados estaba manchado de lágrimas de sangre que fluían con asombrosa facilidad en el rostro de expresión vacante y ojos muertos mientras en sus brazos abrazaba la cabeza desmembrada de alguien… la de su hijo.

Su cabeza.

"Papá!!" Draco se despertó de un salto y sus ojos se abrieron enormes a la oscuridad de la noche. "Papá…" Estaba sudado, su respiración era agitada y temblaba, las imágenes de aquel sueño todavía demasiado frescas en su mente como para salir de aquel trance, y ahí quedó, sentado, apretando fuertemente las sábanas contra su pecho, mirando al vacío por el resto de la noche.

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"Draco! Estás ahí?" Esperó por unos momentos más, pero nada. Qué raro. No lo había visto en el desayuno y eso era extraño. Si bien a veces al rubio se le daba por no probar bocado, en ocasiones inclusive en días, siempre asistía a las comidas, por lo menos para hacer acto de presencia. Las únicas veces que Draco se las había saltado habían sido cuando tenía detención…

Blaise miró la entrada del cuarto de su amigo, suspiró con algo de preocupación y caminó de nuevo hacia la sala común. Si no veía al rubio en clase iba a ir a buscarlo, por todo el castillo si era necesario. Debía admitir que a veces Draco podía ser algo… complicado, raro, inclusive para los estándares de Slytherin, pero desde hacía unas semanas algo extraño había estado sucediendo. No sabía exactamente qué, pero a dos meses de comenzar las clases el rubio había comenzado a tener unas pesadillas extrañas, lo sabía porque ya dos veces había sentido a Draco salir silenciosamente de la habitación que a veces compartía con ellos y regresar un par de horas después.

Y sabía que habían sido pesadillas porque, a pesar de que el rubio siempre era muy silencioso y nunca le había escuchado despertar gritando, una vez le había visto despertar de una de ellas.

Estaban en el cuarto año, ambos tenían 14, y fue justo la noche siguiente a la prueba de los dragones.

Draco todavía no había sido elegido Prefecto así que ellos compartían dormitorio todos los días junto con Vicent y Gregory. Blaise entró a la habitación y vio al rubio durmiendo plácidamente sobre la cubrecama, sin siquiera haberse cambiado. Eso le había resultado peculiar, el rubio era demasiado quisquilloso con sus cosas como para dormir vestido o algo parecido, pero lo dejó pasar porque había notado a su amigo algo cansado durante la sesión de estudio que habían tenido en la mañana. Supuso que, después del almuerzo, el rubio había subido a tomar una pequeña siesta y se había quedado dormido, y había supuesto bien, pero no tenía idea de por qué el rubio estaba tan cansado. Con las preparaciones para la prueba que Potter acababa de ganar los alumnos no habían tenido mucho que hacer dentro del alboroto del colegio.

Blaise había dado de hombros y se había sentado en la cama de Draco para despertarlo y jugar algo de ajedrez, cuando notó que el rubio estaba sudando ligeramente y que tenía el ceño fruncido. Qué extraño, pensó para sí mismo, qué estaría soñando? Pero antes de que tuviese tiempo para preguntarse algo más el despertar del rubio lo tomó tan por sorpresa que casi lo hace gritar.

De un momento a otro Draco había prácticamente saltado de la cama en un movimiento brusco, pero en lugar de lanzarse sobre el pelirrojo sólo se le quedó mirando, de tal forma que parecía que no lo estuviera mirando a él, sino a través de él. No había hecho ningún ruido, ni siquiera había gritado, pero la expresión en su rostro sudado era una entre horror y pena.

La habitación seguía en aquel silencio de ultratumba, ni Draco ni Blaise se habían movido de donde estaban. El rubio seguía sentado, cogiendo con fuerzas las sábanas, y el pelirrojo entre sentado y parado en el borde de la cama. Casi cayó fuera de ella cuando la suave voz del otro rompió aquel silencio.

"Maté a alguien esta semana, sabes?" Le había dicho el rubio mientras miraba algún punto en el techo del baldaquín de su cama. "Maté a alguien y no me afecta en lo más mínimo, no siento ni remordimiento ni alegría por haberlo hecho. Fue como respirar, o caminar, simplemente lo hice y no pienso en eso… cuando quizá debería. Pero sabes qué? En lugar de que esas imágenes me atormenten lo hacen otras de hace mucho, y de algo que yo no hice. Aunque sólo vienen a visitarme rara vez." Hubo silencio por unos momentos, silencio que sólo era interrumpido por las dos personas en el cuarto. "Me gustaría olvidar, pero al mismo tiempo me odiaría si lo hiciese. Sería una blasfemia…"

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"Sucede algo?" Preguntó el rubio acariciándole el cabello mientras ambos escuchaban el libro que se estaba leyendo solo en voz alta.

"Hum?"

"Es que… has estado muy… no callado, te conozco esos silencios de horas. No tranquilo, porque ya me acostumbré a que a veces puedes parecer una estatua y no te mueves por horas. Lo que fue algo… perturbador al principio, pero… digo…"

"Seamus." El chico de cabellos rubios cenizos calló en cuanto escuchó al pelirrojo. "Estás balbuceando." Y se ruborizó, pero continuó como si el otro no le hubiera interrumpido.

"Estás… extraño. Has estado así desde la semana pasada. Casi no nos hemos visto, no estás comiendo, no estás durmiendo y ni siquiera hemos tenido sexo así que no es mi culpa. Estás aquí pero no estás, como hace unos segundos, y la verdad…"

"Estoy preocupado por algo de lo que no te puedo hablar."

"Ah…" Fue su única respuesta, pero el otro pudo sentir el cuerpo del más pequeño tensarse así como la expresión de su rostro.

Blaise suspiró y se sentó, liberándose de los brazos del otro que lo habían estado acurrucando hacía ya varias horas.

"Fuiste tú el de la idea de todo esto. No soy del tipo que le gusta la cursilería, ni del tipo que endulza verdades por el bien de los demás. No puedo hablarte de esto porque no es de mis asuntos, pero… estar en tu compañía me tranquiliza, me… conforta. Sé que es egoísta de mi parte, pero hey, soy Slytherin, además…"

Un sorpresivo beso lo calló y aquellos brazos volvieron a enredarse en él.

"Eso es lo más bonito que has dicho hasta ahora." Murmuró Seamus contra su cuello. Blaise parpadeó un par de veces, pero luego lo abrazó también.

"Eh? Ustedes, Gryffindor, son un grupo extraño."

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El alba se acercaba, no lo sabía porque pudiese ver o sentir cómo los primeros rayos del sol luchaban por hacerse un camino en la hermosa y casi impenetrable negrura de la noche; lo sabía por el extraño reloj que el rubio había traído hacía sólo unas semanas para adornar la pared contigua a la chimenea.

Era un impresionante reloj de péndulo que se alzaba hasta el techo de piedra. Al igual que el que había visto en la madriguera, indicaba las actividades de ambos, como cuando estaban en clase, o en práctica de Quidditch, o sirviendo detención. Porque sí, Harry Potter y Draco Malfoy podían estar teniendo sexo como conejos, pero eso no evitaba que todavía pelearan de vez en cuando, para frustración de todos los profesores, y diversión de ambos. Pero aquella antigüedad también tenía otros atributos, otros detalles curiosos. Por ejemplo, tenía un mecanismo en el que la lámina plateada tras el péndulo funcionaba en una forma bastante parecida a la de su mapa de los Merodeadores. O el color que tomaban las agujas del reloj con cada pequeño cambio de luminosidad en el exterior. Por eso sabía que recién estaba amaneciendo.

Se estiró ligeramente, no queriendo despertar al rubio que se encontraba durmiendo a su lado, tan cerca suyo que no necesitaba de sus lentes para poder trazar cada uno de los contornos de aquel sublime y pálido rostro.

Aquella había sido una de las raras ocaciones en la que ambos pasaban la noche entera juntos, usualmente el Slytherin desaparecía después de la una sesión sin mayor explicación de su paradero, pero por lo menos Harry sabía el porqué y el con quién. Claro, sabía perfectamente que iba con esa extraña bruja de la cual era pupilo. O si no Harry tenía que quedarse en Gryffindor, en la sala común, para pasar un tiempo con los demás y no levantar sospechas, y cuando llegaba a aquella habitación secreta ya no había nadie ahí.

Las cosas habían ido mejor de lo que Harry había esperado. Si bien era cierto que Malfoy todavía era Malfoy, un mocoso malcriado y engreído con aires de superioridad difíciles de imaginar, y con una completa aberración por los muggles… pues por lo menos su relación, o como quiera que se llamara lo que ellos tenían, no consistía sólo en diversión sexual de un par de horas, habían aprendido de una forma algo extraña a disfrutar de cierta forma la compañía del otro. Como cuando Harry tomaba un libro y se ponía a leerlo en voz alta en el sillón frente a la chimenea, mientras el rubio escuchaba atentamente tirado, relajado y contento, sobre el grueso felpudo. O como cuando Draco se sentaba frente al piano y se ponía a tocar hermosas melodías, intensas melodías, tristes o sacras, mientras Harry se echaba en sofá y lo miraba, lo veía concentrado, presente en aquel otro mundo que eran aquellas notas musicales.

El Gryffindor levantó el torso con cuidado, apoyándose sobre sus codos, sosteniéndose a sólo centímetros del cuerpo de su amante.

"Será mejor que tengas una muy buena explicación para haberme levantado a estas horas, Potter." Masculló el rubio volviendo la cabeza hacia un lado para evitar los cabellos oscuros del otro que le hacían cosquillas en la nariz.

Harry rió. "Pero claro que la tengo." Respondió, agachándose para mordisquear aquella nívea área del cuello que le acababa de ser ofrecida. "Quiero." Y lo mordió, esta vez apoyando todo su cuerpo sobre el de Draco y friccionando contra este para darle a entender qué era exactamente lo que quería.

"A ti sí que te entran ganas en las mañanas, Potter…" El rubio tiró las sábanas de seda verde botella hacia un lado y abrazó con las piernas las caderas del Gryffindor.

"Oh, nunca te he escuchado quejarte por eso." Harry besó el níveo cuello que le era presentado, subiendo hasta llegar a un punto justo detrás del lóbulo de la oreja y mordisqueó ahí. La reacción fue instantánea, Draco arqueó la espalda mientras un delicioso gemido abandonaba sus labios.

"Hazlo ya, Potter," jadeó el rubio, "no tenemos mucho tiempo…"

Ah, cómo Harry adoraba esos sensuales sonidos que producía el Slytherin, pero Draco tenía razón, no tenían tiempo, debían regresar a sus cuartos antes de que todos se levantasen y pretender que habían dormido toda la noche.

Atrajo el pomo del lubricante con un accio y embadurnó su miembro, no sin antes haber lubricado por unos cuantos segundos la entrada al cuerpo del rubio, y en una sola estocada, firme pero suave, entró en él.

La sensación era divina, era como si el alma se le saliese del cuerpo y volara, pero el sentir unas uñas arañando su espalda lo mantenía en aquella realidad en la que existían sólo ellos dos. Consciente e inconsciente, ambos moviéndose con tal armonía que parecía que fuesen a fusionarse en cualquier momento, a una cadencia suave, sosegada, pero a la vez intensa; los únicos ruidos en la habitación eran el rozar de las sábanas de seda con los cuerpos que frotaban sobre ellas y sus respiraciones agitadas.

De un momento a otro las respiraciones se detuvieron, un sonido grave pero bajo se dejó escuchar por algo de un segundo y luego los movimientos fueron haciéndose cada vez más pausados, hasta detenerse y las respiraciones también se fueron calmando hasta que regresaron a un ritmo normal.

"Hum… sexo matutino, eso hace maravillas con el humor." Draco se apartó un poco de Harry, que había caído a su lado, para estirarse todo lo que pudo, disfrutándo el cosquilleo post orgásmico que todavía acariciaba su piel.

"Mejor que el café matutino?" bromeó el Gryffindor, apoyándose sobre sus codos para tener una mejor vista del rubio estirándose y arqueándose sobre la cama, sudado, ruborizado, y con aquella pequeña sonrisa de satisfacción en los labios.

"Hm… sólo un poco." Dijo con humor, sonriéndole de lado para luego levantarse.

Draco tomó su bata de seda celestial, y entró al baño. Harry adoraba aquella bata. Él mismo se la había regalado al rubio un par de semanas atrás con la excusa de no quererla para sí mismo. Recordaba claramente cómo Draco lo había mirado, como si fuera el sujeto más ignorante en el mundo mágico. Sí, lo recordaba perfectamente…

"Qué acaso no prestas atención a ninguna clase? Está bien que te hayas criado con muggles, pero cualquiera diría que después de seis, casi siete años viviendo en el mundo Mágico ya hubieses aprendido algo." Malfoy había tomado la prenda y la había frotado contra el rostro. "Este es un tipo bastante raro de seda, está hecho por gusanos que viven dentro de los vientres de ciertos tipos de Dragones, además de eso es extremadamente difícil de conseguir porque si el dragón muere los gusanos también."

Oh, y Harry lo sabía, lo había sabido desde el momento en que puso sus ojos en aquella prenda, había escuchado de eso. Pero no fue por eso que la adquirió, fue porque pudo imaginarse el deleite de su amante al verla, sabía cómo el consentido Slytherin estaba acostumbrado a lo mejor. Y también, aquella deliciosa seda semi-transparente hacía juego con los ojos de Malfoy.

Y no se había equivocado, el rubio había estado deleitado con eso. Ahora era prácticamente propiedad de ambos, quien lo cogía primero lo usaba, y Harry no tenía ningún problema en que su amante la usase, todo lo contrario, le encantaba poder ver sus contornos claramente delineados a través de aquella tela que parecía agua deslizándose por el cuerpo del otro en lugar de algún tipo de vestimenta.

Bueno, tenían clase con Hagrid a primera hora, sería mejor que se bañase también.

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Era un sueño, un sueño y una memoria. Podía ver claramente a un niño con nariz aguileña y cabello azabache sentado frente a una pila de libros en la biblioteca, escribiendo algo furiosamente sobre un pergamino.

Luego entró otro, uno que parecía tener en el rostro una sonrisa cálida adondequiera que fuese, de cabellos castaños y color miel. Estaba cargando una mochila algo vieja y llevaba un libro en la mano.

Los ojos claros se dirigieron hacia la figura que estaba prácticamente escondida entre tantos papeles y libros, en un rincón de la biblioteca, a aquellas horas de la noche. Y se acercó.

"Qué haces aquí a estas horas? No se supone que estés aquí, no se supone que nadie esté aquí, es muy tarde, no temes que Flinch te atrape."

Los ojos negros, tan negros como su cabello, se alzaron hacia el intruso, mandándole una mirada poco amigable, pero a la vez no agresiva, parecía decir 'y a ti qué?', pero el muchacho, de apenas unos 12 años, no dijo nada.

"Tú eres Snape, no? Severus Snape, de Slytherin, no es así?" El otro muchacho, también de unos 12 años, se sentó sin ser invitado en una silla al lado de él. "No me hablas porque soy de Gryffindor, no? O dime que me equivoco." El muchacho de cabellos claros arrimó los papeles y puso su mochila sobre la mesa. "Qué sucede? Te comió la lengua el gato o algo?" Bromeó el chico, pero por la mirada que le dio el otro supo que su broma no había sido tomada en el mejor sentido de la palabra. "No quise ofender, sólo estaba bromeando." Se acomodó el cabello que le estaba cayendo en el rostro. "Creo que no me presenté, qué descortés de mi parte, me llamo Remus, Remus Lupin. Mucho gusto." Sonrió.

El otro muchacho se le quedó observando, una expresión de confusión en el rostro que duró sólo unos segundos, para luego regresar al rostro serio y algo fastidiado de hacía unos momentos.

"Y se puede saber, Remus Lupin, qué haces tú a esta hora de la noche en la biblioteca? Además de ser una molestia y no dejarme trabajar tranquilo, claro." Esto, al parecer, tomó al otro chico por sorpresa, "si hubiera querido a alguien balbuceando tonterías en mi oreja me hubiera quedado en mi Sala Común, en lugar de estar soportando a alguien que sufre de insomnio."

"Hey!" El otro se puso de pie, una expresión algo indignada en el rostro. Pero antes de que pudiese decir algo, otra voz más clara y fuerte lo interrumpió.

"Hasta cuándo vas a quedarte aquí, Severus? Sabes qué hora es? Recoge tus cosas de una vez que te llevo a tus dormitorios y hablo en serio. O las recoges y nos vamos o te llevo y no me importa lo que pase con ellas." Reclamó una pálida figura de cabellos rubios platinados desde la puerta, claramente no muy alegre con aquella situación.

TBC

EASIER TO RUN

its easier to run
replacing this pain with something numb
its so much easier to go
than face all this pain here all alone
something has been taken
from deep inside of me
a secret I've kept locked away
no one can ever see
wounds so deep they never show
they never go away
like moving pictures in my head
for years and years they've played

if I could change I would
take back the pain I would
retrace every wrong move that I made I would
if I could
stand up and take the blame I would
if I could take all the shame to the grave I would

sometimes I remember
the darkness of my past
bringing back these memories
I wish I didn't have
sometimes I think of letting go
and never looking back
and never moving forward so
there would never be a past

just washing it aside
all of the helplessness inside
pretending I don't feel so misplaced
is so much simpler than change

its easier to run
replacing this pain with something numb
its so much easier to go
than face all this pain here all alone

GROUP: LINKIN PARK
ALBUM: METEORA

ES MÁS FÁCIL CORRER

Es más fácil correr
Reemplazar el dolor con algo de indiferencia
Es mucho más fácil irse
Que enfrentar este dolor aquí, solo
Se han llevado algo
De adentro mío
Un secreto que había mantenido guardado
Nadie podrá ver
Las heridas profundas no se muestran
Nunca ser irán
Como una película en mi cabeza
Que ha pasado por años de años

Si pudiera cambiar, lo haría
Te quitaría el dolor
Volvería sobre mis errores
Si pudiera
Tomaría la culpa y lo soportaría
Si pudiera llevarme toda esa vergüenza, lo haría

A veces recuerdo
La obscuridad de mi pasado
Trayendo de vuelta esos recuerdos
Que no quisiera tener
A veces pienso en rendirme
Y nunca regresar
Y no seguir adelante
Así no habría un pasado

Sólo poniéndolos a un lado
Toda esta frustración
Pretendiendo que no me siento en el lugar incorrecto
Es mucho más fácil que cambiar

Es más fácil correr
Reemplazar el dolor con algo de indiferencia
Es mucho más facil irse
Que enfrentar este dolor aquí, solo

GRUPO: LINKIN PARK
ALBUM: METEORA