Thursday
No conseguía concentrarse en la tarea de la escuela. ¿A quién diablos le importaba como hallar la velocidad de impacto de una pelota lanzada a 10 metros de altura? Mucho menos cuando no podía dejar de pensar en Hiei.
Con un suspiro de exasperación dejó el lápiz y caminó hasta la ventana. Ya era jueves, hacía una semana entera que no veía al youkai de fuego. Cruzó los brazos mientras se apoyaba en la pared y su mirada melancólica se perdía en las luces del ocaso.
Le esperaba un largo fin de semana si Hiei no aparecía, y tampoco tenía el consuelo de la presencia de Shiori, ya que ella se iba por tres días.
Miró de nuevo al escritorio, un nerviosismo en su estómago lo obligaba a cambiar de postura cada treinta segundos. ¿Dónde debía de haber ido ese youkai malhumorado? ¿Por qué no lo había visto en toda la semana? ¿Le había pasado algo? ¡Agh! ¡Se iba a volver loco si seguía así! Tenía que tranquilizarse de alguna forma… ¿Dónde estaba su sangre fría de Youko cuando más la necesitaba?
Se estiró en la cama. Acababa de tomar una ducha y tenía puesto el pijama, si al día siguiente se levantaba antes a hacer la tarea, podía dormirse tranquilamente… si no fuese por que su cabeza no paraba de bombardearle con pensamientos de tipo "¿Y si realmente le ha pasado algo?" "¿No sería mejor asegurarse de que está bien?" "Llama a Yuusuke, igual sabe algo…". Intentaba responderse que no había ocurrido nada, que si Hiei no venía era porque no quería, no tenía ninguna obligación a hacerlo… Seguramente estaba con Yukina… O igual estaba pasando una temporada larga en el Makai, con Mukuro… Mukuro… ¿Y si esa bruja…
–¡¡AGH, BASTA!!
Kurama se sentó repentinamente en la cama, agarrándose con fuerza la cabeza, que parecía que iba a estallar. ¿Por qué no podía simplemente dejar de pensar?
– ¿Preocupado por algo, Kurama?
– ¡Hiei!
Los ojos de Kurama se ensancharon. Parado frente a él, junto a la ventana, estaba la fuente de todas sus preocupaciones. Su corazón dio un vuelco mientras se levantaba y se acercaba a él.
– Hiei… Me alegra verte…
Pero el youkai apartó la vista y retrocedió un paso, ocultándose entre las sombras.
– Kurama… ¿Qué crees que soy? –Era perceptible que algo se ocultaba tras esa pregunta.
– ¿Hiei? ¿Qué ocurre?
El medio koorime tembló ligeramente, decididamente allí había algo que no estaba bien. El pelirrojo se acercó un poco, sus ojos aun no se habían acostumbrado a la creciente oscuridad pero… aquello parecía… no podía ser… ¿lágrimas?
No era la primera vez que veía llorar a Hiei, pero siempre trataba de disimularlo, nunca mostraba sus lágrimas a nadie… Solo él las apreciaba, incluso cuando no eran más que un extraño brillo en las urbes rojizas…
Un sollozo incontenible se escapó de sus labios, a la vez que el Youko sentía como algo se quebraba y partía en mil pedazos dentro suyo. Esto era lo último que hubiese esperado…
Extendió una mano hacia Hiei, que intentó apartarse en la dirección opuesta, junto a la cama, donde la luz lo traicionaba y Kurama pudo ver su expresión.
– ¡¿Qué es lo que soy?! –Casi un grito, una reflexión, una búsqueda de respuestas que era incapaz de encontrar por si mismo.
~*~ TAP ~*~
El ruido hueco de una gema cayendo al suelo consiguió sacar de su ensimismamiento a Kurama, que sin poder controlar aquel impulso, caminó hasta él y lo abrazó.
– Tú eres Hiei… tan solo Hiei – lo atrajo hacia si con más fuerza – ¿Qué más da lo demás?
Hiei sintió aquellos brazos rodeándolo, traspasando aquella barrera… que acababa de convertirse en polvo, minúsculos fragmentos de la protección que había sido… Rompió en sollozos, no podía contener aquellas lágrimas más, se hundió en aquel abrazo.
Sintiendo la reciente presión, Kurama se dejó caer de espaldas en la cama, jalando al youkai de fuego con él, sin permitirse aflojar el abrazo, apoyándose en la pared, mientras sentía como aumentaba la intensidad con que Hiei lloraba, y se aferraba a él cada vez con más fuerza… Le acarició el pelo suavemente, necesitaba tranquilizarlo, el pequeño koorime había venido a él cuando más lo necesitaba, había confiado en él, y quería ayudarlo de algún modo…
Hiei pareció reaccionar a la caricia, se tranquilizó un poco, aunque sus lágrimas no cesaban. El Youko decidió esperar a que se calmara, a que se desahogase. Aguardó en silencio, abrazándole, meciéndole, acariciándole, hasta que el cansancio lo derrotó y la calma se apoderó de Hiei.
Utilizando sus mejores habilidades de ladrón, tiró de él cuidadosamente, y lo acurrucó entre él y la pared, y cubrió sus cuerpos con las frazadas.
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Hola ^_~
Después de mucho tiempo estoy de vuelta. Siento mucho no haber dejado ninguna review, es que de verdad que no tengo tiempo, pero les aseguro que he leído todo lo que han publicado ^^
La verdad es que estoy atareadísima, ni tan solo puedo continuar el KtHKnA… Pronto volveré a estar plenamente con vosotros y prometo dejar un review a todos, pero de momento lo único que puedo hacer es subir esta pequeña historia de 4 episodios. Espero que me personen, un besazo a tod@s!!!!
No conseguía concentrarse en la tarea de la escuela. ¿A quién diablos le importaba como hallar la velocidad de impacto de una pelota lanzada a 10 metros de altura? Mucho menos cuando no podía dejar de pensar en Hiei.
Con un suspiro de exasperación dejó el lápiz y caminó hasta la ventana. Ya era jueves, hacía una semana entera que no veía al youkai de fuego. Cruzó los brazos mientras se apoyaba en la pared y su mirada melancólica se perdía en las luces del ocaso.
Le esperaba un largo fin de semana si Hiei no aparecía, y tampoco tenía el consuelo de la presencia de Shiori, ya que ella se iba por tres días.
Miró de nuevo al escritorio, un nerviosismo en su estómago lo obligaba a cambiar de postura cada treinta segundos. ¿Dónde debía de haber ido ese youkai malhumorado? ¿Por qué no lo había visto en toda la semana? ¿Le había pasado algo? ¡Agh! ¡Se iba a volver loco si seguía así! Tenía que tranquilizarse de alguna forma… ¿Dónde estaba su sangre fría de Youko cuando más la necesitaba?
Se estiró en la cama. Acababa de tomar una ducha y tenía puesto el pijama, si al día siguiente se levantaba antes a hacer la tarea, podía dormirse tranquilamente… si no fuese por que su cabeza no paraba de bombardearle con pensamientos de tipo "¿Y si realmente le ha pasado algo?" "¿No sería mejor asegurarse de que está bien?" "Llama a Yuusuke, igual sabe algo…". Intentaba responderse que no había ocurrido nada, que si Hiei no venía era porque no quería, no tenía ninguna obligación a hacerlo… Seguramente estaba con Yukina… O igual estaba pasando una temporada larga en el Makai, con Mukuro… Mukuro… ¿Y si esa bruja…
–¡¡AGH, BASTA!!
Kurama se sentó repentinamente en la cama, agarrándose con fuerza la cabeza, que parecía que iba a estallar. ¿Por qué no podía simplemente dejar de pensar?
– ¿Preocupado por algo, Kurama?
– ¡Hiei!
Los ojos de Kurama se ensancharon. Parado frente a él, junto a la ventana, estaba la fuente de todas sus preocupaciones. Su corazón dio un vuelco mientras se levantaba y se acercaba a él.
– Hiei… Me alegra verte…
Pero el youkai apartó la vista y retrocedió un paso, ocultándose entre las sombras.
– Kurama… ¿Qué crees que soy? –Era perceptible que algo se ocultaba tras esa pregunta.
– ¿Hiei? ¿Qué ocurre?
El medio koorime tembló ligeramente, decididamente allí había algo que no estaba bien. El pelirrojo se acercó un poco, sus ojos aun no se habían acostumbrado a la creciente oscuridad pero… aquello parecía… no podía ser… ¿lágrimas?
No era la primera vez que veía llorar a Hiei, pero siempre trataba de disimularlo, nunca mostraba sus lágrimas a nadie… Solo él las apreciaba, incluso cuando no eran más que un extraño brillo en las urbes rojizas…
Un sollozo incontenible se escapó de sus labios, a la vez que el Youko sentía como algo se quebraba y partía en mil pedazos dentro suyo. Esto era lo último que hubiese esperado…
Extendió una mano hacia Hiei, que intentó apartarse en la dirección opuesta, junto a la cama, donde la luz lo traicionaba y Kurama pudo ver su expresión.
– ¡¿Qué es lo que soy?! –Casi un grito, una reflexión, una búsqueda de respuestas que era incapaz de encontrar por si mismo.
~*~ TAP ~*~
El ruido hueco de una gema cayendo al suelo consiguió sacar de su ensimismamiento a Kurama, que sin poder controlar aquel impulso, caminó hasta él y lo abrazó.
– Tú eres Hiei… tan solo Hiei – lo atrajo hacia si con más fuerza – ¿Qué más da lo demás?
Hiei sintió aquellos brazos rodeándolo, traspasando aquella barrera… que acababa de convertirse en polvo, minúsculos fragmentos de la protección que había sido… Rompió en sollozos, no podía contener aquellas lágrimas más, se hundió en aquel abrazo.
Sintiendo la reciente presión, Kurama se dejó caer de espaldas en la cama, jalando al youkai de fuego con él, sin permitirse aflojar el abrazo, apoyándose en la pared, mientras sentía como aumentaba la intensidad con que Hiei lloraba, y se aferraba a él cada vez con más fuerza… Le acarició el pelo suavemente, necesitaba tranquilizarlo, el pequeño koorime había venido a él cuando más lo necesitaba, había confiado en él, y quería ayudarlo de algún modo…
Hiei pareció reaccionar a la caricia, se tranquilizó un poco, aunque sus lágrimas no cesaban. El Youko decidió esperar a que se calmara, a que se desahogase. Aguardó en silencio, abrazándole, meciéndole, acariciándole, hasta que el cansancio lo derrotó y la calma se apoderó de Hiei.
Utilizando sus mejores habilidades de ladrón, tiró de él cuidadosamente, y lo acurrucó entre él y la pared, y cubrió sus cuerpos con las frazadas.
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Hola ^_~
Después de mucho tiempo estoy de vuelta. Siento mucho no haber dejado ninguna review, es que de verdad que no tengo tiempo, pero les aseguro que he leído todo lo que han publicado ^^
La verdad es que estoy atareadísima, ni tan solo puedo continuar el KtHKnA… Pronto volveré a estar plenamente con vosotros y prometo dejar un review a todos, pero de momento lo único que puedo hacer es subir esta pequeña historia de 4 episodios. Espero que me personen, un besazo a tod@s!!!!