El rubio le dirigió una mirada escéptica.

-Sabes lo que pasó. ¿Por qué habrías de hacerlo?

Ella sonrió.

-Porque sé la verdad...

-¡¿Neville! ¿Qué haces aquí? ¡Esperábamos a Hermione!- dijo Ron pasando de la sorpresa a la angustia.

-A decir verdad, no estoy seguro, ella me pidió que viniera y les entregara esto- respondió alargando a Harry un trozo de pergamino arrugado-. Parecía tener mucha prisa...

-¿Sabes a dónde fue?

-No, pero no creo que resulte difícil encontrarla

Ron y Harry se miraron confusos.

-Temo que intente algo estúpido

-Pero ¿dónde empezar a buscar?

-Algo sabía Hermione que nosotros no.

Harry abrió el pergamino bruscamente y tras leer su contenido palideció. Ron se lo arrancó de las manos y empezó a leerlo en voz alta:

"Siempre se ha tratado de una trampa. Hay alguien manipulando a Malfoy, alguien que está resentido con el Ministerio, alguien que hará hasta lo imposible por cobrar venganza. Esta tarde tratará de eliminar a Malfoy porque ha visto a la cabecilla de esta operación. Intentaré evitarlo. Con seguridad, un agente buscará detenerme, pero no deben tratar de atajarlo. Algunos sacrificios deben hacerse por la vida y el honor de quien se ama. Debo hacer esto sola sin importar el precio.

-Hermione"

Ron palideció a su vez.

-Tal vez no sea muy tarde. Debemos llegar a Azkaban.

-¿No lo entiendes?-su voz sonaba distante e incluso apagada-Al venir aquí has firmado tu sentencia de muerte. El otro no debe estar muy lejos. Ya sabe que estás aquí –sintió una punzada en el brazo que lo detuvo por un momento. Miró en todas direcciones.- El objetivo siempre fuiste tú...-Ella lo contempló con detenimiento, pero no retrocedió.- No reparará en lo que deba hacer hasta tener tu cabeza... –La angustia se abrió paso en su voz anteriormente modulada- ¡Quiero que vivas! ¡Debes irte! –dijo sosteniéndola con fuerza- No valgo la pena, Hermione. No puedo darte nada más que dolor ¿Por qué regresaste?-indagó en un susurro.

-Porque no me iré sin ti.-Respondió resuelta.- Te necesitamos, Draco...

-¿Necesitarme? ¿Ustedes, el trío de Gryffindor?- preguntó con incrédula sorna

Ella meneó la cabeza con suavidad.

-No. Tú hijo y yo...

Sus ojos se encontraron, sondeando las profundidades esperando saber qué pensaba el otro.

-¿Estás...?

Ella asintió. Se hizo el silencio.

-¿Y estás segura de que es...?

Apartando la mirada mientras el rubor cubría sus mejillas, ella respondió con suavidad:

-Era virgen hasta esa noche... y no he dormido con nadie más desde entonces...

Él la estrechó entre sus brazos. La miró a los ojos con una sonrisa tenue y pesarosa dibujándosele en los labios, se arrodilló ante ella y besó con delicadeza su vientre. Se incorporó.

-Hermione, te amo; más a que nada en el mundo, más que a mi propia vida; y por el bien de nuestro bebé, debes irte. Quisiera poder ir contigo, pero debo pagar por mis crímenes...

-Draco-imploró ella- ¡No eres culpable! Sólo has sido manipulado por...

-...mí... ¿no es así sangre sucia?- preguntó el hombre entre sombras que lo había iniciado todo

-¡Tú! ¡Todo este tiempo fuiste tú...!

Malfoy se colocó protectoramente frente a Hermione.

-No des un paso más, bastardo

-¿Aún defendiendo a tu mujerzuela... Draco? Estoy casi seguro de que abre las piernas con la misma frecuencia con que abre la boca...

-¡Sería mejor que no hables así de ella, malnacido!

El hombre dejó oír una risotada

-No puedo creer que el heredero de la mejor familia de mortífagos haya vuelto la espalda a lo que de verdad importa por esa escoria y derramado su precioso semen para preñarla con un engendro. –Al ver la sorpresa de los jóvenes, sonrió- Sí, lo escuché todo.

Con un movimiento ágil e inesperado, sacó su varita e inmovilizó a la mujer en el aire. Malfoy dio un paso hacia delante disponiéndose a atacarlo, pero el hombre, con un ligero movimiento de muñeca, arrojó alrededor del cuello de la joven una soga invisible que empezó a cortarle la respiración. El chico se detuvo.

-Sé que ella es todo para ti, Malfoy. Lo único que debes entender es que debe morir. Aún cuando desprecio a los sangre sucia, no es nada personal -sonrió-. Es una advertencia para el ministerio. Nunca te agradecí debidamente que mataras a Dumbledore. No sé cómo te llegó la iluminación de una idea tan brillante…-sonrió con desidia- Se trata de provocarles tanto dolor como el que me ocasionó a mí el suicidio de mi esposa. Ella participó de la captura ¿sabes? -su mirada se endureció- La trajeron aquí y la dejaron morir... sola; por su propia mano- apretó un poco más la cuerda que constreñía el cuello de Hermione-. Nunca tuvimos un hijo -añadió con melancolía- y me temo que tú tampoco conocerás la dicha de ser padre...-sonrió con crueldad mientras movía nuevamente la varita.

Draco sintió la neblina moverse dentro de su cabeza. Opacaba todo y los sonidos le llegaban desde muy lejos. Se sentía confundido ¿por qué estaba tan preocupado? No podía recordar, y sin embargo, la sensación de apremio crecía en su interior.

Los segundos transcurrían lentamente. Una voz dentro de su cabeza repetía incansablemente un nombre que trataba de abrirse paso por entre la barrera del hechizo que aún controlaba sus actos. Hermione. El bebé. Todo volvía a su lugar, pero ni uno solo de sus músculos logró moverse.

Después de un rato de inútil forcejeo entre la mujer que amaba y la sombra encapuchada, ante la impotencia de Draco, ella le dirigió una mirada cansada y murmuró 'Te amo' antes de que sus párpados cayeran pesadamente. La palidez del rostro de Hermione se acentuó hasta que su cuerpo yació laxo, flotando entre ellos.

-¡¡¡NOOOOOO! ¡¡¡HERMIONEEEE!

El hombre la dejó caer.

-Es mejor así. Sin más distracciones podrás obedecer mis órdenes sin problema. Tenemos que salir de aquí.

Draco corrió hacia ella, sin escuchar una sola palabra de lo que el otro hombre decía y la tomó amorosamente entre sus brazos, acunándola. Besó su frente tibia -que parecía enfriarse en la gelidez de la celda- y acarició su vientre todavía plano con ternura. Sentía un dolor caliente y hueco en medio del pecho, diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado antes; y la voz dentro de su cabeza que le urgía a seguir las indicaciones del hombre que lo miraba fijamente mientras gritaba atropelladamente toda clase de improperios, cesó de pronto.

Tomó a la mujer del piso y estrechándola aún contra su pecho, la levantó con sumo cuidado, como si temiera romperla o despertarla. La depositó con amorosa circunspección en el camastro dejando en sus labios pálidos un casto beso y encaró al intruso.

-Temo que no pienso ayudarte más, Lestrange -pronunció con calma fría y lacónica.

Lestrange no cabía en sí de la sorpresa, pero mantuvo la calma.

-No es como si tuvieras una opción, Malfoy. Aquél día en el bosque me entregaste tu fuerza de voluntad...

-...A cambio de la vida de esta mujer. La magia no distingue entre personas o motivaciones, Rodolphus; actúa según principios formularios que existen desde mucho antes que la humanidad tomara el control y canalizara su poder. No mantuviste tu palabra, el hechizo se ha roto...

Lestrange empezaba a ponerse nervioso.

-Mataste a Dumbledore, y esperabas que se me incriminara por eso ¿no?-Prosiguió con mortal precisión. -Pero ha llegado la hora de que pagues...- Sin decir más, se abalanzó sobre el otro hombre con gran presteza y le arrebató la varita de entre las manos. Se irguió despacio frente al hombre caído.

-Si has de matarme, hazlo ya.-Dijo cansadamente- Bellatrix debe estar esperándome donde quiera que se encuentre...

-¿Y darte esa satisfacción? Debiste pensarlo antes de robarme las dos vidas que más me importaban en este mundo -Su mirada acerada perforó la del hombre.- No temo a matar... o a morir. He muerto ya dos veces el mismo día... Tú no has sufrido bastante -su mirada acerada era insoportablemente fría- ¡Petrificus totalus!

Al ver inmovilizado al hombre que lo atormentara por tanto tiempo; se dejó caer exhausto en el suelo, las lágrimas rodando sin pudor sobre sus mejillas.

Harry y Ron aparecieron a pocos metros de la prisión mágica con un restallido sordo. Intercambiando una mirada en la que veían reflejadas sus preocupaciones, entraron a toda prisa sin detenerse a dar explicaciones a los incrédulos guardias de Azkaban. Al dar la vuelta en una de las esquenas que dirigían a las celdas del primer nivel, Harry chocó de lleno contra Cornelius Funge. El ex ministro le dirigió una mirada confusa.

-¿Harry? ¿Qué te trae por aquí?

-¡No hay tiempo! ¡Hermione está en peligro! ¡Tenemos que ver a Malfoy!

El hombre frunció el ceño. Parecía estar enfrentando una terrible batalla en su fuero interno. Encogiendo los hombros le indicó a algunos guardias que los llevaran a la celda de Malfoy.

El camino fue largo e impregnado de un silencio acerado e impaciente. Llegados a la celda, el ministro pidió a los aurores que formaban su escolta que se retiraran.

-No sé qué esperen encontrar allí, pero les aseguro que no hay nada nuevo… Lo hemos interrogado ya. Confesó haber asesinado a Dumbledore y hace más de diez horas que ha estado en la celda. Nadie ha entrado o salido desde entonces…

Harry no le dejó terminar la frase antes de abrir la puerta arrancándola de sus goznes con un abrupto movimiento de su varita. La escena que los recibió estremeció a los jóvenes hasta la médula: el cuerpo laxo de un hombre inconsciente yacía junto a la puerta y en el camastro, acariciado apenas por la luz que tímidamente se asomaba por los altos barrotes de la ventana estaba Malfoy; estrechando contra sí el cuerpo inmóvil de Hermione con la expresión vacía que habían visto sólo en quienes habían sido condenados al beso del dementor.

Avanzó con la varita de frente apuntando al rubio, temblaba de ira, Ron lo siguió de cerca con una expresión aun más amenazadora. Sintiendo las lágrimas empañar sus ojos, el pelirrojo se lanzó contra Malfoy que no respondió al ataque esgrimido con una pasión rayana en la locura.

Harry corrió hacia ellos tratando de evitar que Ron lo matara antes de que pudiera decirles con exactitud qué había sucedido.

Fudge, en las sombras del umbral, miró con despreocupación el cuadro antes de volver su mirada entornada al hombre que yacía a sus pies. Parecía estar volviendo en sí. Con una sonrisa discreta tomó la varita que Malfoy dejara en el piso y apuntó a la cabeza del hombre. Lestrange lo observó divertido y atónito.

-Ahora lo sé…- dijo con un resuello al primer ministro

-Ron ¡detente! ¿No lo has comprendido aun? Hay algo aquí que no hemos desentrañado del todo. Debemos esperar un poco- Harry forcejeó un poco con el pelirrojo hasta estar convenido de que no volvería a la carga. Su amiga se veía inusualmente pálida y como sumida en un profundo sueño.

La cabeza gacha de Malfoy no les dio la menor pista de lo que pudiera estar pasando por su mente, sin embargo la forma casi dolorosa y desesperada en que estrechaba el cuerpo de Hermione los indujo a observarlo con más atención.

-¿Malfoy?-indagó Harry con una mezcla de recelo y suavidad- ¿Por qué no sueltas a Hermione?

-Siempre ha sido muy friolenta… -susurró Draco acariciando su cabello- Déjame salir, Potter… –imploró mirándolo con los ojos grises enrojecidos y el rostro cubierto por las señales de un dolor sin nombre más allá de los golpes pasados y recientes- Quiero llevarla al prado, a Yorkshire. A ella siempre le gustó ese lugar- su voz empezó a temblar- Una vez allí puedes maldecirme, matarme... no me importa… ¡No tenía por qué ser así! –los sollozos entrecortados hacían eco en las paredes vacías de la celda

Harry se acercó a Hermione y tomó su muñeca con un temor anticipado galopándole en el pecho. Fría al tacto, no mostraba ninguna señal de pulso.

-Ella…-dijo sin poder continuar presa de un nudo en la garganta.

Ron asintió suavemente.

Harry le dio la espalda por un momento al triste cuadro con un debate interno sobre la alegría que debería causarle la más terrible y humillante derrota de su mayor enemigo y la pena que sentí por un hombre que acababa de perderlo todo, humanidad incluida, y suplicaba la bendición de la muerte. Sus ojos se dirigieron a Fudge, que dijo algo al hombre en el suelo y levantó la varita en dirección al hombre caído. Algo estaba muy mal.

-¡ALTO!- gritó Harry dirigiendo su propia varita al ministro- ¡Deberíamos interrogarlo primero!

Fudge dejó oír una carcajada sardónica

-¿Acaso no te das cuenta, Harry de que éste hombre es el asesino de Hermione?- respondió sin dejar de apuntarle

Algo en el hombre le parecía vagamente familiar aunque no lograba identificar qué exactamente. Sin embargo, tan pronto como hubiera escuchado la respuesta del primer ministro, todo tuvo sentido.

-No pudo haberlo sabido sin haber estado aquí antes… Mintió… - la sorpresa congeló a Harry por un instante. Ron levantó la vista de Hermione a Fudge- ¿Qué es lo que no nos está diciendo, Fudge?

Pasos apresurados se escuchaban en el exterior aproximándose cada vez más.

-Me temo que no es una situación de la que puedan salir tan bien librados como acostumbran, muchachos- dijo Fudge con falsa conmiseración- Los aurores estarán encantados de disponer finalmente de esa ridícula piltrafa humana que se ha vuelto el hijo de Lucius; mucha gente en el ministerio estará feliz de saber que después de todo Harry Potter sí era un traidor que ayudó a un mortífago a escapar y cometer una masacre imperdonable y que al final del día, el hijo de Arthur Weasley no pudo evitar que Hermione Granger, heroína de la segunda gran guerra, muriera a manos de un mortífago venido a menos…-una sonrisa fría contorsionó su rostro redondo surcado de arrugas.

-Lestrange no era tan listo como para hacer todo esto solo. Bellatrix siempre tuvo las ideas- interrumpió la voz de Draco con absoluta frialdad. Nadie había notado en qué momento dejó a Hermione en el camastro y se levantó hasta colocarse a menos de tres metros del ministro. Fudge parecía tan sorprendido como Harry y Ron, pero sin dar el menor atisbo de preocupación y con la mirada determinada de quien recibiría la muerte gustoso, Malfoy dio otro paso en su dirección. –El objetivo no era Potter, ni Dumbledore… ni siquiera yo… Todo el tiempo fue Hermione ¿no es cierto? –la sonrisa delirante de Malfoy les hizo recordar con un dejo de angustia los centenares de testimonios y reportes del asesino desalmado que se escondía bajo la límpida superficie del aristócrata. A pesar de estar sucio, maltrecho y desarmado, Harry no pudo menos que pensar que le hubiera gustado tener tras de sí una docena de aurores calmados, compuestos, ampliamente experimentados y armados hasta los dientes… algo no muy diferente a los escuadrones que se había enfrentado a él sin éxito en el pasado. – Fui estúpidamente ciego- siguió con amargura en la voz- Lestrange creyó que su esposa murió por culpa de Hermione y ¿sabes? Si lo piensas un poco, Bellatrix consiguió suicidarse en la prisión mágica mejor custodiada del Reino Unido sin que nadie lo notara siquiera. ¿No eras tú el alcalde de Azkaban cuando eso sucedió? No creo que la hermana de mi madre quisiera morir en defensa de su honor luego de una humillante derrota a manos de… una sangre sucia. Hubiera buscado venganza…- Draco escupió las últimas palabras.

El rostro de Rodolphus, tenso de ira miraba con furia contenida al ministro.

-Y pensar que di todo el crédito a Draco…¡Tú mataste al viejo idiota! ¡Ya entiendo por qué no sospechó nada! –los gritos desaforados de Lestrange estremecieron a Harry y Ron

-¿Por qué?- preguntó Harry mirando de frente al ministro, cuyo rostro blanquecino perlado con gotas de sudor lo hacía ver aun más viejo. El hombre le devolvió la mirada sin responder

-Bellatrix le aseguró la lealtad de Lestrange en su lucha contra el ministerio. La eterna promesa del regreso de un nuevo señor Oscuro que pudiera devolvérsela de los brazos de la muerte….-Respondió Draco con voz aterciopelada y cortante- Contando con la confianza de muchos aristócratas y altos dirigentes consiguió que me enviaran con Her… Granger por ser un hecho conocido nuestra animadversión. Esperaba que la matara para poder huir y de esa forma utilizar a Lestrange para controlarme, volverme un títere para sus propósitos y controlar a los mortífagos tanto como al Ministerio. La muerte de Dumbledore era un paso necesario en su escalada al poder. –La ira brilló en sus fríos ojos grises- Granger lo había descubierto una vez y en esa ocasión lo desapareció del escenario político. No podía permitir que volviera a suceder…- Draco estaba tan cerca de Fudge que podía oler su miedo

-¡Ni un paso más Malfoy!

Fudge sonrió.

-Saludos a los dementores… Draco

-¿Neville?

El chico asintió ya cansado de lo sorprendente que resultara su aparición y la consiguiente interrogante.

-Ese es mi nombre.

-¿Qué te trae por aquí de nuevo?- Preguntó Lavender con una sombra de duda bailándole en el rostro

-Me temo que Harry y Ron están en problemas. Fueron a salvar a Hermione, pero tengo el presentimiento de que algo ha salido terriblemente mal…

-¿Cuánto hace de que se fueron?- indagó Ginny tratando de mantener la calma

-No más de quince minutos, pero podrían necesitarnos.

Lavender miró a Ginny quien asintió con gravedad.

-Necesitaremos un par de varitas hasta que recuperemos las nuestras- Ginny hizo un guiño a Neville- No creo que en "Objetos perdidos" las echen mucho de menos por un par de horas…

-Mientras llegamos, tal vez no te incomode ponernos al corriente de lo que ha pasado- sugirió Lavender con un tono imperativo.

Neville suspiró.

-Es una historia complicada- dijo mientras abandonaban la oficina.

La varita se le incrustaba dolorosamente en la sien y a pesar de eso, no aumentó la distancia de Malfoy y el ministro. Ginny sintió un escalofrío. Harry dio un paso adelante y la varita de Fudge se tensó.

-¡Detengan a estos hombres, culpables de homicidio y de dejar libre a este mortífago que ahora intenta matarme!- indicó con la voz temblorina.

-¿Harry?- indagó ella

-¡No hagas caso, Ginny! -Gritó Ron a su vez- ¡Él mató a Dumbledore, a Bellatrix Lestrange y a Hermione!

Lavender sintió las lágrimas empañando sus ojos al ver el cuerpo pálido de Hermione cobijado por las sombras de la celda. A primera vista no se veía muy distinta a la sabelotodo de siempre, rendida a fuerza de lecturas de madrugada. Faltaba la respiración acompasada y la paz de su rostro estaba más allá de cualquier terrena preocupación. Una lágrima resbaló por su mejilla, claramente consciente de la mirada vacía de Malfoy, la mirada de un hombre sin miedo a la muerte, de alguien para quien el fin sería el inicio de la redención de su alma, no pudo menos que dar una lágrima por Hermione, el pasado común y el futuro que no fue.

-¡Asesino!- Escupió Draco temblando perceptiblemente de dolor, de rabia y de impotencia

Fudge volvió su mirada a Ginny.

-Como Ministro de Magia, le ordeno en este preciso momento que detenga al multihomicida que acabo de descubrir antes de que…

-Basta.- Susurró Lavender. – Por piedad del cielo deje de mentir. Queda detenido. –añadió con voz más firme- Tiene derecho a guardar silencio y debe decir sólo aquello que posteriormente planee utilizar en su defensa, no está obligado a rendir ninguna declaración sin su abogado…

Fudge había recibido el beso del dementor.

Lavender y Ron seguían en Rumania. No volverían sino hasta dentro de un par de meses. Neville y su recientemente descubierta habilidad de transportación le habían dado el puesto de jefe de casa de Griffindor, lo exámenes le retendrían un poco más. No había prisa. Esperaba verlos pronto.

Había pasado más de un año sin que pensara en ese horrible día. "El día en que Hermione murió" se corrigió mentalmente. La antigua mansión de los Malfoy había sido restaurada a su antigua gloria por los cariñosos cuidados de su esposa, los jardines rehabilitados y su nombre limpiado ante la opinión pública luego de los primeros meses en que el incesante acoso de los reporteros le impidiera olvidar.

Draco sonrió. Sin su esposa, la vida hubiera sido un martirio doloroso e incesante. Los Potter vendrían a cenar, en cierta forma, a hacerle recordar; a celebrar la vida. Se sentó en la banca de piedra que daba al pequeño panteón familiar sintiéndose nuevo, contemplando con una sonrisa melancólica la lápida más reciente. No podía evitar extrañarla a veces, pensando en lo diferente que hubiera sido todo si hubiera podido salvarla.

-¿Draco?- interrumpió su esposa- Harry y Ginny ya están aquí, cielo.

Él asintió levemente y jalando suavemente su mano, la hizo sentarse en su regazo para abrazarla y besarla con un fervor inusual. Ella sonrió con la comprensión iluminándole los ojos.

-Tres años…

Asintió suavemente con el halo de cabello rubio cayendo sobre su frente. Ella miró la lápida de mármol delicadamente pulido brillar suavemente con la luz de la tarde.

-Adelántate, amor. Hay algo que debe decirle- susurró a su esposo

Con una sonrisa llena de ternura se levantó la de banca no sin antes darle un suave beso en la frente.

La mujer se dirigió a la tumba con pasos lentos, como en un sueño y cayendo de rodillas acarició la fría superficie.

-Tal vez nunca supiste que fue obra tuya, pero gracias por mantener vivo su corazón. Te amó hasta el último instante, y por ti aprendió a ser fuerte…- Una lágrima solitaria resbaló cerca de su sonrisa- Cada vez que arropo a mi hijo por las noches, no puedo dejar de pensar que sin ti no hubiera sido posible. Tengo mucho que agradecerte; sin ti, yo no estaría aquí ofreciendo a Draco el futuro que soñaste para él…

Harry no podía creer lo diferente que podía ser el lugar cuando la luz de los ventanales convertía el arte de las paredes en cuadros llenos de vida y color.

-Perdona por hacerlos esperar- indicó Draco que llegaba arrebolado y con premura a recibirlos-, me entretuve un poco en el jardín…

-Descuida- sonrió Harry a su vez- Ginny está encantada con Ichabod ¡Es sorprendente lo mucho que se parece a ti!

El rubio rió de buena gana.

-A primera vista, se parece enormemente a su madre, salvo por los ojos…

-Puede ser –concedió Harry- Lo que no cabe duda es que será un Slytherin una vez que tenga edad suficiente para ello…

-No si yo puedo opinar al respecto- intervino una juguetona voz femenina que llegaba del jardín

Ginny dejó escapar una carcajada sorprendiendo profundamente al pequeño entre sus brazos.

-¿Dónde estabas?-inquirió la pelirroja

-Hablaba con una amiga-respondió la interpelada con un guiño

Un haz de comprensión iluminó el dulce rostro de la pequeña Weasley

-Narcisa de nuevo, ¿eh?

Hermione asintió con una sonrisa. La maternidad le había sentado bien suavizando sus facciones y dándole un aire majestuoso y angelical que llenaba la estancia con su gentileza y la calidez de su sonreír. Draco la estrechó con fuerza entre sus brazos.

Harry se acercó a ella, la mirada seria.

-Hay algo que hace tiempo que deseo preguntarte, pero no me atreví a hacerlo antes porque estaba demasiado feliz al verte despertar como para cuestionar el milagro; pero dime ¿qué pasó ese día? ¡todos creímos que habías muerto!

Draco y Hermione intercambiaron una mirada. Finalmente, él respondió.

-La noche en que concebimos a Ichabod, no imaginamos que hubiéramos empezado algo tan grande al sumar a la unión de sangres por amor, magia antigua y poderosa de protección. El hechizo de Lestrange sólo podría romperse definitivamente si yo moría dos veces… y lo hice: la mujer de mi vida y mi hijo, una vida cada uno. Sin embargo, el corazón de Ichabod no dejó de latir, y su sangre; alimentada de magia, uniéndonos a ambos, mantuvo a su madre con vida. A Hermione debo la existencia de mi hijo y a Ichabod la vida de mi esposa…

Ginny miró al bebé con ternura

-Creo que tendremos un fantástico tema de conversación para la sobremesa de esta cena. Hay mucho en esta odisea que aun no conozco- añadió con picardía

Hermione rió suavemente.

-Creo que será una historia digna de contar a nuestros hijos, una historia que empezó en otoño con el rumor de las hojas al viento…