¡Hola de nuevo! ^_^

Ya perdí la cuenta de cuantos fics hice, así que no voy a aburrirlos con las cuentas [Ni que hubieras hecho tantos.] Solo voy hacer una pequeña aclaración: Al principio pense que este fic iba a ser OneShot. Pero luego me pidieron que lo continuará. Así que en las notas finales esta la lista de culpables. [Mentira, ellos solo me pidieron que hiciera continuación, no me dijeron que poner.]

Ya lo saben los personajes no me pertenecen a mí, sino a Rumiko Takahashi & Distribuidores.

¡Espero que les guste este capítulo también! [Si es que les gusto el otro, claro.]

¡¡¡Dulces dieciséis!!!

Capítulo II

Cerca de la una de la madrugada, Kagóme termino de bailar con el último chico que se había ofrecido.

Miro alrededor. Ninguno de los dos hanyous habían entrado aún a la casa de nuevo. Hacía mucho calor en el interior y decidió salir un momento para tomar el fresco aire de la primer noche de verano.

Se paro en el vano de la puerta y junto a ella paso como ráfaga Naraku. Se metió en la casa y cerro la puerta con estrépito.

¡Abre! ¡Cobarde!- aulló Inuyasha, golpeando la madera y profiriendo una amplia gama de insultos a Naraku.

¡Ya basta! ¡Asustarás a la gente!- lo detuvo Kagóme.

S... Sí... Lo siento.- se detuvo en seco Inuyasha.

¿Quieres que vayamos a caminar un poco?- ofreció sonriendo amablemente la chica.- Necesito aire fresco.-

De acuerdo... -

Empezaron a caminar por los alrededores del templo. Iban en silencio. Ninguno sabía demasiado bien que decir. O quizás no necesitaban decir nada. Quizás el silencio lo expresaba todo y las palabras solo arruinarían el momento...

Pero valía la pena correr el riesgo.

Yo quería preguntarte algo.- dijeron los dos al mismo tiempo.- ¿Qué significo lo de hace un rato?- dijeron a coro.

¿Qué?- repitieron.

Tú primero.- se apresuro a decir Inuyasha.

Bueno... eso... ¿Creo que fue un casi beso?- dijo más para sí misma que para el hanyou, Kagóme.

Yo... Este bueno... - empezó a tartamudear, nervioso, Inuyasha.- Creo que me deje llevar. Menos mal que Kouga llegó... - Cada vez más sonrojado, Inuyasha casi no reparaba en lo que decía.- O podría haber ocurrido algo que ninguno quería... - Reviso sus últimas palabras. ¿Realmente ninguno lo quería? ¿Y Kagóme? ¿Y si la había herido con lo que había dicho? El hanyou miro a la chica de 16 años recién cumplidos, quien ya había girado y se dirigía a la casa.

Lo lamento, Kagóme... No quise decir eso... Yo... -

Sé exactamente que quisiste decir.- dijo la chica, intentando no llorar, sin voltearse.

No te vayas, espera... - trató de detenerla Inuyasha. ¿Qué había hecho? Era un estúpido, podía sentirla cada vez más lejos. Como la perdía...

Lamento no poder pasear un poco más contigo.- se disculpo suavemente la chica.- Pero... No estaría bien dejar a los demás invitados en el aire... -

El hanyou la siguió con la vista. La vio desaparecer dentro de la casa, luego de dedicarle una dulce sonrisa.

El hanyou se quedo inmóvil. El viento le sacudió los cabellos. Repentinamente sintió un intenso frío que le calo hasta los huesos. Sintió odio contra sí mismo. Por su estupidez la había perdido.

El viento lo envolvió trayéndole un aroma muy familiar.

Kykio... - susurró.

Olvidado por un momento del lugar donde estaba, salto de árbol en árbol hasta nuestra conocida estatuilla de terracota.

Inuyasha... - susurró ella suavemente.- ¿Qué haces en este lugar tan extraño? Te estuve buscando. Me tarde un poco porque tenía algunos asuntos pendientes. Pero bueno... -

¿Qué asuntos pendientes?- pregunto Inuyasha, mirándola fijamente.

Unos que retrase unos 50 años... - Luego se acerco al muchacho y acarició su rostro.- Pero ya estoy aquí contigo, Inuyasha.- dijo abrazándolo.

¿Y tú que has estado haciendo aquí?- pregunto bruscamente Kykio, separandosé de Inuyasha.

¡Feh! Pues yo he estado... -

¡Has estado con esa chiquilla! ¿¿Cierto??-

¡Claro que no!-

Inuyasha; que te quede claro que ella es solo una copia mía. Jamás seremos iguales ¿Lo sabes cierto?-

¡Por supuesto que lo sé!- exclamo el hanyou molesto.- Tu y ella nunca serán iguales. Y tampoco... -

Kagóme estaba sentada en una silla, fuera de la zona de baile. Bebía lentamente el refresco que Sango le había acercado. Mientras lo hacía cerro los ojos. Quizás había sido demasiado dura con Inuyasha, después de todo había asumido que en su corazón nunca habría un lugar para ella. Al menos no como ella quería.

Se paro dispuesta a buscarlo y aclarar las cosas. En unas cuantas zancadas cruzo la zona de baile y salió fuera de la casa.

"Hace frío"- pensó viendo la brillante luna de plata y las relucientes y minúsculas estrellas. Se abrazo a sí misma para darse calor y apuro el paso. No quería volver dentro a buscar abrigo. Si lo hacía perdería el poco valor que había reunido. Y si se quedaba quieto moriría congelada.

Camino un rato, guiandosé más por la intuición que por el razonamiento y luego vislumbró en el aire...

Esas luces... son almas... Kykio... Ella debe estar cerca.- Kagóme detuvo sus pasos. Pensó en las escenas que siempre encontraba cuando iba a buscar al mitad demonio. Quizás ella nunca ocuparía el lugar que quería en el corazón de Inuyasha. No. Tenía que convencerse a sí misma que el hanyou jamás le amaría. Aunque se le partiera el corazón. Apuro el paso, siguiendo a los shinidama [Me dijeron que así se llaman esas serpientes asquerosas ¬_¬]

- ¿No lo entiendes?- casi grito el hanyou.- ¡Yo no te he olvidado!-

Kykio separo sus labios de los del hanyou para decir:

Mientes. Ella ha hecho que me olvides. -

¡No es cierto! ¡Tú y ella son muy diferentes!- exclamo Inuyasha.

¿Quieres ver...?- pregunto suavemente Kykio, haciendo un ademán con la mano.

¡Ay, suéltame!- grito Kagóme, su brazo estaba en la misma posición que si alguien tirara de el y la arrastrará.

¡Kagóme! ¿¿Qué haces aquí??- pregunto Inuyasha, alejandosé de Kykio y acercandosé a ella. Pero reboto contra un campo de energía. - ¡Kykio! ¿Qué has hecho?- le reclamo el hanyou, mirando a la aludida.

Que fácil desconfías de mí ¿Por qué no le preguntas a ella?-

No mientas, yo no he hecho nada.- le contestó Kagóme.- Ni siquiera quiero estar aquí.-

Que bien que digas eso, querida. Muy oportuna.- dijo apareciendo de la nada un anciano de barba gris y cabello largo del mismo color. Los ojos eran celestes y fríos y tenía una capa esmeralda.

¿Quién es usted?- pregunto perplejo Inuyasha.

Eso mismo les pregunto ¿Quiénes se creen que son para hacer esto?-

¿Esto? ¿A qué se refiere específicamente con eso?- pregunto Kagóme, cambiando miradas de perplejidad con los otros dos.

Ella.- señalo a Kykio.- Esta violando la ley 3/12 del código del inframundo.- carraspeo el anciano.- "Los muertos no deben convivir con los vivos, sin excepción."- Luego se fijo en Kagóme e Inuyasha.- Ustedes dos están violando la norma 1/3 del Código Espacio- Tiempo: "Cualquier interferencia en el pasado alterará el futuro."- El hombre reflexiono un momento.- Último cargo anulado, ahora recuerdo que son una excepción en eso.- Con un gesto de su mano hizo aparecer un pergamino, lo desenrolló y comenzó a leer.- Se acusa a las señoritas Kagóme y Kykio de violar la regla 3/43 del Código Existencial.- Consulto una larga lista.- Sí; "No pueden existir en el mismo Espacio- Tiempo dos personas con identidad igual."- finalizo, enrollando los dos pergamino y guardándolos en la capa.

¿Qué dice...?-

Oigamé bien. Ya estuvo buena su broma. Como esta eso del Código Existencial, del Espacio- Tiempo y del bajo mundo.- gruño Inuyasha.

Del Inframundo.- lo corrigió Kykio.- Jamás pense que esa patraña fuera verdad.-

Pues cuando salió debió consultar.- contestó el viejo.

Es que me sacaron a las apuradas.- se disculpo Kykio.- Yo... -

¡Ya!- Interrumpió Kagóme.- ¿Qué quiere decir todo eso?-

Eso quiere decir que ella no debería estar aquí con los vivos.- señalo en anciano [¿No? ¿De veras? ¬_¬U] a Kykio.- Y que tú y ella están violando una de las leyes de la naturaleza al existir las dos al mismo tiempo porque su identidad es la misma.-

¿No qué eran el Código Existencial?- pregunto Inuyasha.

¡Da lo mismo!-

La solución es que una de ustedes dos abandone el mundo de los vivos.- dijo con tranquilidad el anciano.- Y ya que tu te ofreciste... - dijo dirigiendosé a Kagóme.

¡No!- se interpuso Inuyasha.- Ella no se ofreció.- replico entre dientes.

Claro que lo hizo, ella ni siquiera quería estar aquí.- le recordó el anciano.

¿Qué sucede Inuyasha?- pregunto con voz melosa la perra de arcilla.

Sí, Inuyasha ¿Qué sucede? ¿No quieres quedarte con Kykio?- pregunto con indulgencia Kagóme.- Así no tendrás que irte al inframundo con ella. Podrán derrotar a Naraku y juntar los fragmentos. Yo me iré.- Kagóme trato de no mostrar su dolor.- En tu lugar.- dijo en voz inaudible para un humano.

Y yo podré tomar tu vida.- dijo fríamente Kykio, saboreando la idea. [¿Y eso de donde salió?]

Kagóme asintió con la cabeza.

Inuyasha no había tenido tiempo a reaccionar, cuando el anciano saco un bastón de roble y haya y golpeó el suelo.

La tierra se sacudió y desde el lugar donde había golpeando el báculo partieron ondas verde esmeraldas que se expandieron en un amplio círculo. Al minuto siguiente se abrió, dejando ver un hoyo negro con tonos azules.

No se cerrara hasta que una alma haya pasado.- dijo el anciano, apartandosé. El círculo lamía y devoraba el césped que había en su circunferencia y cada vez se agrandaba más.

¿Ka... Kagóme? ¿Qué haces?- pregunto Inuyasha.

No... ¡No lo sé!- la chica corría alrededor del agujero, sin caer dentro.- De veras estoy dispuesta irme, pero es que no logro que mi cuerpo me obedezca.-

El anciano se había sentado en una gruesa rama y desde allí miraba todo.

¡Usted ayúdeme!- grito la chica.

No puedo si no caes es porque no debes caer.-

¿Qué si no cae es porque no debe caer?- pregunto impasible Kykio, viendo el espectáculo.

Así es.-

¡No!- El hanyou volvió de su estupor viendo correr a Kagóme alrededor del hoyo. - ¡No lo hagas!- Se precipito a la carrera hacia la chica.

El borde derecho del hoyo ya casi rozaba un árbol, solo quedaba una estrecha franja de tierra.

¡No Inuyasha! ¡No te acerques! Podrías ser absorbido.- grito Kykio lanzandosé detrás del hanyou.

Kagóme al fin se había quedado quieta, entre el árbol y el hoyo. Presentía el final, cerro los ojos. Hubiera deseado poder cerrar los oídos también.

¡No!-

El grito de Inuyasha sonó asombrosamente cerca. Al momento siguiente sintió que alguien la aprisionaba y jalaba de ella para alejarla del aquel monstruoso conducto.

No quiero.- oyó la voz de Inuyasha junto a su oído.- No quiero que lo hagas. Quedaté conmigo. Por favor. No me vayas a dejar.-

No digas tonterías, tu elegiste a Kykio ¿Sabes que pasara si yo no tomo tu lugar? ¿Te arriesgarás?-

Lo sé. Y me arriesgaré.-

De pronto el suelo dejo de temblar. Ellos se separaron y miraron alrededor. Kykio ya no estaba. Ni el agujero. Ni el anciano.

Por un momento no supieron como reaccionar. Kagóme fue la primera en recuperar la movilidad. La noche se cernía cada vez más lúgubre y oscura. Eran cerca de las 4 de la mañana. Se sentía cansada, asombrada de que nadie hubiera notado nada.

Mejor vamonos.- susurró Inuyasha, tomando su mano. Ella se sacudió bruscamente y lo miro fijamente.

¿Por qué lo hiciste?-

¿Hacer qué?-

Tu me pediste que no me fuera. Lo evitaste.- dijo con recelo en la voz Kagóme. - ¿Para qué? Después de todo... - Esquivo la mirada del hanyou.- Tu amas a Kykio, aún después de su muerte.-

La chica se fue y dejo al hanyou sumido en sus pensamientos.

Kagóme levanto la cabeza, levemente mareada y miro el reloj de su mesa de luz. Las cinco de la mañana. Su primera pregunta fue que hacia durmiendo, luego recordó que había pedido a su madre un par de horas para dormir. Su segunda inmediata pregunta fue que la había despertado.

Nuevos golpes sonaron en la puerta de la habitación.

¿Higurasyi? ¿Te encuentras bien?-

¿Hojo? Sí, saldré en un momento.- contestó la chica desde dentro de la habitación. Se quedo sentada en la cama por unos momentos, se calzo y tomo un abrigo y salió de la habitación.

Te ves un poco pálida, Higurasyi ¿No quieres ir a caminar un poco?- pregunto con su amabilidad habitual Hojo. [¿Soy muy original, verdad? ¬_¬U]

Esta bien. Me hará bien el aire fresco.- suspiro Kagóme, mientras bajaba las escaleras.

El alba derramaba claridad sobre el templo Higurasyi, de un momento a otro amanecería. Algunas personas se empezaban a retirar y saludaban a Kagóme al pasar a su lado. La chica iba muy silenciosa, sin prestar atención a Hojo, devolviendo ocasionalmente los saludos. ¿Dónde podía estar Inuyasha? Estaba deseando que todo terminara de una vez por todas.

Higurasyi.- la llamo suavemente Hojo. Habían llegado frente al Árbol Sagrado. La chica lo miro.- Yo quiero decirte que tu... me gustas mucho.-

Por primera vez en toda la noche, Kagóme puso verdadera atención a las palabras del chico.

¿Qué?-

Sí, tu me gustas desde hace ya algunos meses y yo quería decirte... si no querías ser mi novia.- dijo, con las manos de Kagóme entre las suyas.

La chica retiro sus manos suavemente.

Perdóname... Hojo... Pero yo amo alguien más.- al decir esto penso que rompería en llanto. Quizás su amor no era correspondido, pero no podía negarlo.- Sé que encontrarás a alguien que corresponda tu amor. Pero yo... -

Lo sé. Tranquila.- dijo dulcemente y con una sonrisa segura Hojo.- Lo lamento.-

¿Qué?-

Sí. Tus amigas dicen que un chico te rechazo. Lamento de veras que ese tonto no sé de cuenta de la bella persona que pierde.-

Yo también.- dijo sonriendo para alejar su tristeza Kagóme.

Seguramente. Pero siempre podrás contar conmigo, Higurasyi.- [¡Por Kami- sama! Me dieron ganas de vomitar hasta a mí misma.]

Quizás si valga la pena hacer el intento. Después de todo.- pensó Inuyasha.

Kagóme salió fuera de su casa. El día era cálido, pero una agradable brisa ayudaba a soportar el verano incipiente. Recién eran las ocho de la mañana. Y a pesar de haber dormido solo dos horas ya no tenía sueño y quedarse en la cama equivaldría a pensar. Aún dormían todos, tomo la escoba y comenzó a barrer.

¿Kagóme?- la voz del hanyou la trajo de vuelta a la realidad. La chica dejo la pala y levanto la vista.

¡Hola, Inuyasha! ¿Sabes qué? Quería pedirte que por favor me dejaras quedarme aquí, solo por hoy. Para reponerme y poner las cosas en orden ¿Sí?-

Este... bueno, de acuerdo. Pero yo no venía a hablar de eso.-

¿A no? ¿De qué entonces?- dijo la chica echando en el contenedor de basura la tierra.- Para mi todo esta muy claro.-

Pues para mi no.-

¿Qué hay que aclarar?- pregunto suavemente la chica.- Tu elegiste que Kykio descansará en paz.- dijo, esquivando la mirada del hanyou.

¡No! No lo entiendes ¿Lo ves? Yo elegí que te quedarás conmigo.- dijo rápidamente, angustiado el hanyou. - ¿Por qué no lo entiendes?-

Por que estas mintiendo.- dijo Kagóme, levantando la cabeza y mirando directamente a los ojos de Inuyasha.

¡No es cierto! Quizás a ti no te importe, pero a mi sí-

Veamos; salvaste mi vida, casi logras que muera el mismo día de mi cumpleaños y lograste meterme en apuros con todas mis amigas ¿Por qué me importaría?- dijo sarcásticamente Kagóme.

No es por eso que no te importa. No te importa porque ese estúpido que te rechazo.-

¿Qué ese estúpido me rechazo?- dijo la mujer empezando a sudar frío.

¡Sí! Ese chico que te rechazo. Se lo dijiste a Hojo cuando él... -

¿Me estabas espiando, Inuyasha? ¡Abajo! ¡Abajo, abajo!- dijo molesta Kagóme.

¡Auch! Eso duele. Recuérdame decirle a la Anciana Kaede sus cuatro cosas por darte ese bendito collar.- protestó el hanyou.

¿Y qué debería decirte yo por estar espiando mi vida privada?- dijo la chica dandosé vuelta y empezando a caminar hacia la casa.

Espera.- grito el hanyou, liberandosé justo a tiempo y tomando la mano de Kagóme para obligarla a darse vuelta.- No te vayas. Escuchamé... -

¡No quiero oírte! ¿No me pides siempre que me vaya para no ver mi cara nunca más? Estoy harta de oírte.-

¡Por favor!- suplico Inuyasha. No, ella no se iba a ir de su lado. Al menos no hasta tener todo claro.

¿Qué quieres?- dijo molesta la mujer, girandosé directamente para verlo.

Por un momento no se movió una brizna. Luego sin previo aviso Inuyasha jalo a Kagóme hacia él y la abrazo con fuerza.

Inuyasha respiro el aroma de "su" Kagóme. Nada iba lograr que la dejará irse de él. Nada.

Quedaté conmigo.- dijo suavemente Inuyasha, al tiempo que ocultaba el rostro entre el cabello negro de Kagóme.- Prométemelo. Prométeme que no te irás de mi lado.- Separo a la chica de sí para mirarla a los ojos.- Sé que yo no soy la persona que tu amas. Pero te pido que te quedes a mi lado. Al menos hasta que todo termine.- dijo Inuyasha, con mirada suplicante.

Yo tengo empeñada mi palabra que en que seguiré con esto hasta último momento.- dijo Kagóme.- Hasta haber recolectado y purificado el último fragmento.-

Ya veo. No puedo obligarte a que te quedes conmigo después de eso. Después de todo me transformare en un youkai y podría dañarte.- dijo Inuyasha, con tristeza. - Pero aunque sea te pido que no me vayas a dejar solo hasta que... -

No. Inuyasha.- dijo con una sonrisa melancólica Kagóme.- Tu no me necesitas. Yo solo te recuerdo a Kykio.- dijo la chica alejandosé lentamente.

¡No es cierto!- dijo angustiado Inuyasha.- Yo... yo... - de un salto se coloco delante de la chica; la tomo de la cintura y con suavidad y firmeza a la vez acerco sus labios a los de Kagóme. Los rozo. Los sintió. Su calor, su dulce sabor, su suavidad. Eran labios casi de niña, a los que él había desprovisto de su virginidad.

¿Qué haces?- pregunto mitad asombrada, mitad enfadada Kagóme.

Yo... Lo lamento, no quise... es decir... tu no me... Tu estas enamorada de él.- apretó los puños con fuerza al recordar que su querida Kagóme amaba a otro [Supuestamente ^_~] que la había rechazado...

Eres un tonto.- dijo la chica, luego de un momento.

¿¿Qué?? ¿¿Por qué me dices eso??-

Porque lo del chico fue un malentendido. Y si tu crees que no te amo no me deberías haber besado.-

Cier... ¡Espera un momento! Tu me a... - el hanyou la miro asombrado.

Kagóme solo bajo la cabeza, roja como tomate.

¡Lo sabía!- grito feliz el mitad demonio. Abrazo nuevamente a Kagóme y comenzó a girar. Luego la soltó y la beso una vez más. - Ya no importa lo que pase con Naraku; o con la Perla. Solo quiero que estés a mi lado. Y si para lograrlo tengo que perder fragmentos en vez de encontrarlos yo... -

Pero el hanyou se calló rápidamente al ver a una profundamente dormida Kagóme entre sus brazos. Le beso una mejilla y sentó bajo un árbol.

Quizás no fue tan mala idea venir al cumpleaños de Kagóme, después de todo.- penso Inuyasha, mientras bostezaba y acomodaba su cabeza sobre la de Kagóme, dispuesto a echarse una buena siesta.

FIN [Esta vez de veras ^_^U]

Bueno, no sé que les haya parecido. Pero quiero enterarme, así que dejen un rewien.

A mí me gusto escribirlo, al menos. Especialmente la desaparición de Kykio. Lástima el último diálogo entre Kagóme e Inuyasha, que creo que la embarre.

Respondiendo Rewiens: [Cuatro, todo un récord para un solo capítulo mío.]

Kaomi. The wolf girl: Bueno, no publique precisamente rápido, porque como dije, yo pensaba que iba a ser un OneShot, anduve seca de ideas y cuando se me ocurrió la trama, como por arte de magia caen una pila de exámenes. En fin, suerte con los ataques de histeria. [Son muy difíciles de sobrellevar, lo sé.] Y aquí tienes el segundo y último capítulo.

Sheyla K- Chan: Bueno, muchas gracias por decir que te gusto mi fic. Yo también lamente mucho que Inu y Kagóme no allán besado; pero ya ves que lo arregle. Y también hubiera deseado estar en el lugar de Kagóme, bailando con Sesshomarú. En fin, no se puede todo en esta vida...

Maytelu: No entendí que quisiste decir con final soñado. Pero en fin, si quisiste decir incompleto ya lo arregle [Un poco ¬_¬u] Y no, no soy mexicana. Aunque conozco varias personas de allá. Soy de Argentina, precisamente de Bs. As

Kami- chan2: Gracias por haberme dejado comentario. Ya podríamos formar club de envidiosas de Kagóme por bailar con Sesshomarú. Y de decepcionadas porque Inu y Kagóme no se hayan besado. Bueno, ya ves que si le hice continuación. Y me alegra de que te haya gustado.

Bueno, es todo por ahora y este fic. Pero tengan cuidado, porque "La venganza será terrible." [¡Ay, no! Ahora tendré que pagarle derechos de autor a Dolina.]

¡Nos vemos! ¡Hasta la próxima!