Aviso: Estos personajes y su mundo no son míos, (si lo fueran no estaríamos esperando la traducción del 5º libro) sino de JK Rowling. CAPÍTULO I

            El muchacho daba nerviosas vueltas por el salón, llamando la atención a cualquier cliente que entrara en el local, aunque nunca se quedaran mirando durante mucho tiempo: su enfado era evidente. Nadie sabía a quien estaba esperando, pero saltaba a la vista que llegaba tarde.

            La mayoría de los clientes del Caldero Chorreante, coincidían en que, si estaba esperando con tan evidente impaciencia, su cita era con una chica. Y no era de extrañar, el joven era un buen partido: aunque un poco pequeño para la edad que se le adivinaba, era esbelto y bien proporcionado, con un sedoso cabello rubio platino, y unos hermosos ojos grises, que combinaban en una cara de ángel travieso. O de demonio bueno.

            Sin embargo, cualquier reflexión referente a él quedó borrada de la mente de los presentes cuando la puerta finalmente se abrió. Pues si la guapura del muchacho era fría, la joven era puro fuego.

            Su extraño cabello, que nacía platino en las raíces y moría rojo en las puntas, combinaba con unos increíbles ojos verdes, para dar una imagen que cortaba el aliento.

- ¡¡¡Primo!!!- Vaya cara de enfadado que tiene ¡si sólo me he retrasado una hora! La joven no pudo evitar sonreír.

Draco vio su media sonrisa maliciosa, con lo que supo inmediatamente lo que pensaba su hermosa prima. Su enfado se convirtió en fría cólera.

- Deberías empezar a comportarte como una Malfoy...

- Y llegar a mi hora. Lo sé. Me lo dices cada vez que me ves.

- Que gracias a Dios no es muy a menudo.

El último comentario hizo que la cara de Katrinna se ensombreciera, que sus ojos se nublaran. Compungida, miró al suelo permitiendo que su cabello le cubriera el rostro... muy oportunamente porque en sus ojos ya empezaba a chispear la diversión.

- Kat, no te pongas así, al fin y al cabo es la verdad. Los Malfoy no demuestran sus sentimientos... -Que pesado con los Malfoy, va a gastar el apellido- ...y ya no eres una niña pequeña. – Draco se calló y la miro un momento. En sus ojos se veía la batalla de la preocupación y del recuerdo de pasadas jugarretas.- ¿Estás enfadada?

Katrinna atisbó entre los mechones de su melena a Draco. Él estaba estirado delante de ella y aunque su postura sólo indicaba desprecio, sus ojos decían preocupación. No pudo evitarlo más. Su primo, a pesar de ser siempre tan distante, despertaba en ella una ternura que nadie más de la familia conseguía. Así había sido desde pequeña. Se echó a sus brazos.

¿Pero ésta que está loca? ¡Estamos en medio de un bar! Pensó Draco. En ese momento sintió sus labios sobre su mejilla: dulces y acariciantes. Aún a su pesar correspondió a su abrazo, cogiéndola suavemente por la cintura, aunque algo tirante porque pocas personas lo habían abrazado alguna vez. Por lo menos no hay nadie conocido

Justo en ese momento la puerta se abrió, dejando paso a una familia de pelirrojos que se quedaron estáticos nada más verlos.

- Malfoy??? – Ronald Weasley no cabía en sí de la sorpresa. - ¿Has dejado a Parkinson?- Ron no pudo evitar echarse a reír, ni parar una vez que empezó, cuando Draco intentó zafarse sin mucho éxito de la joven. Su hermana Ginny empezó a sonreír, pero no paso de ahí cuando vio en condiciones a la hermosa acompañante de Malfoy. No pudo evitar sentirse inmediatamente desgarbada y fea. Menos mal que no era de Hogwarts, porque sino su querido Harry quedaría prendido de ella, y sus pocas esperanzas se esfumarían.

            Al escuchar la risa Katrinna se volvió. Aunque no tenía nada contra el joven pelirrojo no le gustaba que se rieran de su primo, así que le dirigió la mejor mirada Malfoy.

- ¿Quién te crees para reírte de mi primo?

- ¿Quién?- Ron se quedó estupefacto. ¿Draco tenía primas? ¿Draco tenía familia? ¿y además tan guapa? - ¿Quién has dicho que eres?

- No te atrevas a dirigirle la palabra, Weasley. – Draco por fin había recuperado la palabra. Acto seguido cogió a su prima del brazo y la sacó del lugar hacia el Callejón Diagon. - ¿Ves que has conseguido?

- ¿Yo? No creo que darle un abrazo a mi primo sea un delito y además te he defendido. ¿Quién era?

- Ron Weasley. Y sabes que no me gustan que me abracen. Ah, y ni se te ocurra juntarte con alguien sin decírmelo antes. – dijo mientras miraba a su alrededor, buscando la primera tienda de su lista. Quizás por ello no vio la mirada que le dedico Katrinna.

- Perdona pero creo que sé con quien juntarme sin tu ayuda.

                  Draco se paró en mitad de la calle. Una parte de él estaba dolida y confusa, pues esas palabras le habían recordado unas pronunciadas cinco años antes. Todavía estaba intentando vengarse de ellas. Otra parte de él estaba orgullosa. Por fin su prima había dado muestras de verdadero carácter Malfoy. Aún no sabía cual de ellas iba a ganar cuando se acercó la peor persona que podría encontrarse: Pansy Parkinson.

- ¡¡¡Draco!!! Que alegría de encontrarte. ¿Por qué no respondiste a mis lechuzas? Te envié unas cuantas, pero las tuyas de respuesta se debieron perder porque no llegó ninguna. ¿Recibiste mi regalo?- Cuando Pansy finalmente paró para coger aire reparó en la acompañante de Draco.

Katrinna la miró divertida. Pansy, porque por la cara que había puesto Draco y algunas descripciones que había podido sonsacarle parecía ella, era una chica regordeta y un tanto desproporcionada, aunque aún no había encontrado el por qué. Quizás fuera por sus caderas anchas en comparación a sus pequeños hombros. ¿O era la túnica la que hacia que pareciera así? No tenía nada de especial, aunque era rubia, su color era un tanto deslucido sobre todo en comparación al suyo. Tenía los ojos verdosos, pero Katrinna, cuyos ojos eran un verde clarísimo, rodeados de una corona muy oscura, no los veía nada especiales. La chica tenía potencial, pero desperdiciado. Y desde luego no tenía nada que ofrecer a Draco. Absolutamente nada.

Pansy no sabía que pensar de la niña que acompañaba a Draco. No era que no fuera guapa, aunque jamás lo reconocería en voz alta, pero sus ojos se le antojaron vacíos, sin un gramo de inteligencia. La forma que sonreía no hacia más que verificar su opinión. ¿No se daba cuenta de que sobraba? ¡Ella y Draco deseaban estar solos!

A Draco no le hacia ninguna gracia ver a Pansy tan pronto. Había estado evitándola desde que terminaron el curso anterior, faltando a todas las fiestas que sabía que ella estaba invitada y mandando de vuelta todas sus lechuzas. Pero era inevitable que se encontraran, sólo había esperado que no fuera tan pronto. Y Kat con toda la pinta de estar pasándoselo bomba. Seguro que la veía como su pareja ideal.

- Katrinna ésta es Pansy Parkinson, de 5º año de Slytherin. Pansy, ésta es mi prima Katrinna, empieza este año en Hogwarts, en 5º.

- Encantada.

- Encantada.

La atmósfera parecía cargada, como si fuera a estallar una tormenta. En ese momento, la puerta de la tienda donde estaban parados se abrió, dejando paso a una montaña de libros con piernas que fue directamente a estrellarse con Katrinna.

- ¿Qué diablos?- Katrinna se vio sepultada bajo una montaña de libros.

- Ops, perdona!! No te había visto, es que no he podido conseguir un carro y ya no tenían bolsas en la tienda. ¿Estás bien?- El chico se acerco y le tendió una mano para ayudarla a levantarse. Se le notaba preocupado y bastante avergonzado. Cuando alzó la mano para aceptar la suya le sonrió. Parecía amable.

- No la toques Potter!!!

 Draco estaba mirando furioso al muchacho. ¿Potter ha dicho? ¿Ése es el famoso Harry Potter? No parece demasiada cosa. Kat examinó al muchacho con detenimiento. Era más robusto que Draco, pero igual de alto, más o menos de su altura. Tenía el cabello negro y revuelto, como si hubiera metido los dedos en un enchufe. No pudo evitar sonreír. Antes de que se volviera a mirar a su primo, su mirada la había hablado de sinceridad y simpatía. Estaba a punto de aceptar su ayuda incluso a pesar de que eso significará enfadarse con Draco, o justo por eso, cuando el idiota pelirrojo del Caldero Chorreante apareció por detrás de él.

- Harry, ¿por qué tardas tanto? Hermione se enfadará con nosotros si la hacemos esperar. ¿Qué haces tú aquí? – En ese momento vio los libros tirados por el suelo. Obvió el hecho de que Katrinna estaba tirada al lado de ellos. -¿Cómo te has atrevido a tirarle los libros al suelo, Malfoy?- Empezó a avanzar hacia él, algo bastante preocupante pues le sacaba una cabeza.

- ¡¡Espera Ron!! Ha sido culpa mía, no iba mirando por donde iba y me he tropezado con la chica.- Se volvió para intentar ayudarla, pero vio que ya se había levantado con la ayuda de Draco. Extrañamente se sintió apenado. Le había encantado su sonrisa.- Perdóname por tirarte al suelo, ha sido culpa mía.

- Por supuesto que ha sido culpa tuya, Potter. ¿Es que el señorito maravillas no puede mirar por donde va?

- Mira, Malfoy, no mereces hablarle a Harry, así que apártate de nuestro camino o... – Ron se había sumado a la pelea.

- Cállate Weasley, no vaya a ser que necesites endeudar a tu familia cuando tengas que comprar las vendas.

- ¿Qué has dicho? Ten cuidado porque ahora no están ni los profesores ni Crabbe o Goyle para salvarte.

- Yo sólo...

               Katrinna se hartó de escucharlos. Cogió a Draco del hombro y ya estaba pensando en como apartar al otro sin ponerse en medio (a ver si encima me iban a dar a mí) cuando el moreno, se llamaba Harry, ¿no?, cogió a Ron por la túnica mientras intentaba calmarlo. Le sonrió por encima del hombro de su amigo.

               Por fin los contendientes se separaron. Cada uno tiró en una dirección distinta. Draco andaba rápidamente, maldiciendo entre dientes. La verdad es que Katrinna no tenía muchas ganas de detenerlo, nunca lo había visto tan enfadado. Pero tenía que hacerlo.

- Umm, Draco, ¿te has fijado que vamos en dirección contraria? Deberíamos haber entrado en la librería.

Draco se paró en seco. Con un gruñido, dio una vuelta brusca y empezó a andar a la misma velocidad. Katrinna tuvo que correr para alcanzarle. No veía como podía hacer para que Draco olvidara la pelea. Parecía que le fuera a durar hasta la cena. A menos...

- ¿Has visto a Parkinson? – En la vida iba a llamarla por su nombre.

- ¿Qué?- Draco aminoró el paso, confuso. Entonces recordó que estaban hablando con ella cuando Potter se tropezó con ellos. ¿Estaría aún debajo de los libros? Sonrió.- ¿Crees que estará aún debajo de todos esos libros?

               Intercambiaron una mirada maliciosa. Se echaron a reír. Todavía reían cuando entraron en la librería. Y siguieron riéndose cuando vieron los nuevos títulos que habían traído, desde 50 hechizos para no aburrirse en clase de Historia (Seguro que su autor era de Hogwarts!!!) hasta Hechizos y pociones para noches... calurosas (Vaya primo, ¿seguro que no te interesa? No, mejor para Pansy!) Cuando por fin fueron a pagar, tenía una montaña aún más grande que la de Potter. Y Draco se dio cuenta de lo mucho que había echado de menos a su prima.

- Maldito Malfoy, no se como estás tan tranquilo, Harry. Yo lo hubiera matado.

- Pero Ron, ya te lo he dicho varias veces. – Ambos andaban hacia la heladería con  varios libros bajo el brazo. – Fui yo el que se tropezó con ellos. Hasta tiré a la chica al suelo. Es normal que estuviera enfadado.- Harry se calló cuando vio la mirada de Ron. Cambió de tema - ¿Sabes quien era?

- Pues sí. Es la prima de Malfoy. No me mires sorprendido, yo tampoco sabía que tuviera familia. Pero es igual de desagradable que él.

- Pues a mi me pareció simpática. – Antes de que pudieran empezar a pelearse, o a que Ron pudiera responder, divisaron a Hermione.

- Buenos días Hermione. – dijeron a coro, mientras le dirigían sus sonrisas más encantadoras. No funcionó.

- Llegan tarde. Para variar. Espero que pierdan la costumbre antes de que empiecen las clases. –añadió. Después de dirigirles otra mirada enfadada, se acercó a darles sendos abrazos y besos. Parándose un poco más en Ron. – Por cierto, ¿adivinan qué?

- Te han hecho prefecta.- Hermione les hizo un puchero.

- Podrían haber dejado que se los hubiera dicho yo.- Sonrió.- Bueno, ¿qué tal el verano? ¿Se han metido en muchos líos?

Apenas cinco minutos más tarde estaban hablando de la misteriosa "prima" de Malfoy.

- Les digo que ese abrazo parecía de todo menos de familia. Creedme, tengo experiencia en asuntos familiares. Yo creo que lo dijeron para que no nos riéramos.

- Vamos Ron, los dos la hemos visto. Es guapísima. ¿por qué iba a mentir? Además, ya te estabas riendo. Hermione, ¿no te han dicho nada de que vaya a entrar nadie nuevo en cursos avanzados?

- Pues la verdad, ahora que lo pienso sí. Cuando vine por la mañana me encontré a la prefecta de Ravenclaw y me dijo que había oído decir que había dos nuevos en quinto año.

- ¿Dos? ¿Sabes quien puede ser el otro?

- Pues la verdad es que no lo sé, Ron. Padma no me dijo nada más.

- ¿Padma? No me digas que Padma es la nueva prefecta de Ravenclaw.- Ron gimió. Todavía se acordaba del fatídico baile del curso pasado. Padma lo mataría si se pasaba un pelo.

Harry y Hermione se miraron, los dos se acordaron a la vez del baile. Dos segundos más tarde estaban riéndose a carcajadas mientras que un ruborizado Ron los maldecía. Pero tardó poco en unírseles. No pararon hasta que se les saltaron las lágrimas y apenas pudieron respirar. Y aún así continuaron durante un rato más.

- Hablando de bailes, ¿Sabéis que hay algunos programados para este curso?