Declaimer: Estos maravillosos, perfectos (…y sexys en el caso de Xiao y Eriol ) y divertidos personajes pertenecen a Clamp, yo solo los pido prestado para que actúen en mis retorcidas historias.

Síntesis: Tomoyo Daidouji estaba decidida a demostrarle al hombre que la había dejado prácticamente plantada en el altar que no era una mujer predecible y aburrida, así que el día que debió haber sido el de su boda decidió dejar a un lado su imagen de chica recatada y prudente, y transformarse en una mujer salvaje y liberal, auque solo fuera durante una noche. Su objetivo: seducir a Eriol Hiragizawa, un extranjero irresistiblemente guapo… que precisamente andaba buscando una chica recatada y prudente con quien establecer una relación permanente…

"Ocurrió una Noche"

Por Lady Verónica Black.

(Fic Reeditado)

Capítulo Nueve

Despejando dudas… ¿me amas?

Sakura y Anjû ya no podían soportarlo más, así que el domingo a las doce de la noche se plantaron en la cocina en pijama, mirando a su hermana con el ceño fruncido.

Tomoyo no había podido dormir. De hecho no había sido capaz de conciliar el sueño desde que Eriol la había dejado en su casa el jueves a la mañana. Sabía que sus paseos nocturnos tendrían que haber molestado a sus hermanas, de modo que aquella noche había decidido sentarse en la cocina a tomar un vaso de leche caliente con la esperanza de conciliar el sueño y no molestarlas, pero al parecer, no había tenido éxito.

-"Creí que estaban durmiendo, chicas" -dijo, mientras ellas se acomodaban en dos sillas de la mesa frente a su hermana mayor, dejando a Tomoyo bloqueada con la espalda en la pared y sin vía de escape.

-"Estamos hartas de preocuparnos por ti sin saber lo que te pasa" -dijo Sakura sin más preámbulo.

-"No comes."

-"No duermes."

- "Y no hablas, excepto para ladrar cada vez que te preguntamos que es lo que te pasa."

-"O cada vez que te decimos que Erio Hiragizawa ha venido a buscarte o te ha llamado."

-"Así que puedes hacer lo que quieras, pero no vamos a movernos de aquí hasta que nos digas que esta pasando."

Tomoyo considero por vigesima vez en decir que no le pasaba nada, pero supo que sería absurdo. Además lo estaba pasando fatal y quizás hablar de ello la aliviase.

Le contó a sus hermanas lo que había pasado esa noche con Eriol y cómo lo había estado evitando para que no pudiera decirle que ella no era más que un juego para él.

-"Pero no puedes estar seguro de que lo que iba a decirte" -contesto Sakura.

-"¿Y qué otra cosa puede ser? Él mismo me dijo que no es hombre de una sola mujer, y no voy a ser la persona que cambié eso."

-"¿Y porqué no?"

Tomoyo elevo la mirada al cielo pero antes de que pudiera contestar, intervino Anjû.

-"Por que Kenji ha destrozado de tal modo su confianza en sí misma que esta convencida de que no puede atraer a un hombre, y muchos menos retenerlo. Cualquier hombre, pero sobre todo uno que esta tan bueno como Eriol Hiragizawa."

-"¿Tiene razón, verdad?" -preguntó Sakura-. "Tienes el autoestima por el suelos. Esto es peor de lo que imaginábamos."

-"Sí, ¿y porqué?" -continuo Anjû-. "Por culpa de un imbécil que te echa a ti toda la culpa de dejarte plantada en lugar de culparse a sí mismo por sus faltas y por los cuernos que te estaba metiendo con la tipa esa. Tú no tienes ninguna culpa de eso, Tomoyo, sino él, pero ha sido tan cobarde que no se atrevió a admitirlo y le resulto más fácil culparte a ti."

-"Y vos te creíste todo lo que te dijo" -siguió Sakura-. "Y ahora, en lugar de que las atenciones de Eriol te devuelvan la moral, estas permitiendo que las críticas de Kenji te impidan escuchar lo que Eriol tiene que decirte."

-"Olvídate de toda esa basura, y escucha a Eriol" -le aconsejó Anjû-. "Además, incluso lo peor sería preferible a lo que has estado haciendo: esconderte de él. Sí lo único que quieres es que sepa tu postura en todo esto, al menos escúchalo."

Y con esos debieron quedar satisfechas, porque se levantaron a la vez de sus asientos.

-"Y sí yo estuviese en tu lugar" -le advirtió Sakura al salir de la cocina-, "me iría a su casa para oír lo que tiene que decir y no pasarme otra noche en vela."

Tomoyo se quedo pensando en lo que le habían dicho. En realidad no sabía que era lo que Eriol pretendía decirle. Se había limitado a dar por sentado que pretendía dejar en claro que lo que habían compartido no era más que un buen rato.

Pero, de ser así, ¿porqué seguir llamando e ir a buscarla a la tienda y la casa? ¿Por qué no aceptar que lo estaba evitando y dar por supuesto que ella pensaba lo mismo?

Sus hermanas tenían razón: tenía que escucharlo. No estaba segura de poder soportar otro rechazo, esta vez de alguien que le había importado mucho más que Kenji Mathashi.

Y, por otro lado, estaba el aliciente de volver a verlo, de oír su voz… casi merecía la pena el riesgo.

Y sí pasaba lo peor, al menos dejaría de dar saltos cada vez que sonase el teléfono o el timbre.

"Así que hazlo, Daidouji. Acaba con esto de una buena vez."

Ni siquiera se molesto en subir y cambiarse la camiseta de tirantes rosa y el pantalón de mezclilla beige que había tenido puesto todo el día; se limito a tomar las llaves del coche y salir.

Para cuando llego a casa de Eriol, había perdido todo el empuje que tenía al salir de su casa, y lo que vio le hizo estar a punto de dar media vuelta.

Había luz en casi todas las ventanas de la planta baja, y tantos coches como si hubiera una fiesta.

Entonces recordó que el sábado vendrían los hermanos de Eriol a conocer la casa y eso la tranquilizo. Bueno, solo un poco.

Eran extraños para ella. ¿De verdad quería hacerlo delante de ellos?

Pues la verdad, no.

Pero tampoco quería ser una cobarde y dar media vuelta e irse. Quería despejar sus dudas de una buena vez por todas.

Y también quería verlo aunque sea una vez más.

Fue entonces que se le ocurrió pensar que sí la luz de la habitación de Eriol estuviera encendida, significaría que él estaba allí, y si podía llegar a ella, podría verlo sin tener que pasar por toda la familia.

Incluso podría esperarlo ahí si no estaba.

Estaciono y dio la vuelta a la casa andando de puntillas y sin dejar de mirar atrás. Las habitaciones estaban llenas. Contó tres hombres altos y grandes en tres habitaciones diferentes: uno de ellos ya sin camisa y a punto de irse a la cama, a juzgar por el bostezo y la forma de estirarse. Otros dos estaban jugando a las cartas con una mujer de cabello negro y otro estaba hablando con una joven de no más de dieciocho años que le daba un golpe juguetón con una revista por algo que había dicho. Los Hiragizawa.

Pero por el momento a ella solo le interesaba uno, y no lo había visto por ninguna de las ventanas frente a las que había pasado.

La parte trasera de la casa estaba más oscura y no había luz en la habitación de Eriol.

Tanto si estaba adentro como sino, Tomoyo decidió continuar con el plan previsto.

No había mucho de que agarrarse para subir al segundo piso, excepto una vieja celosía que no parecía muy estable, pero era su única posibilidad, y estaba dispuesta a arriesgarse, así que sin pensarlo dos veces puso un pie en el primer escalón y empezó a subir. La celosía se quejo pero aguantó. El problema resulto ser que ella pensó que estaba sujeta a la casa, pero no lo estaba, y lo descubrió cuando estaba ya prácticamente arriba y se empezó a separar de la pared.

El grito que se le escapo no fue exageradamente alto, de modo que no esperaba obtener respuesta. Pero resulto que no estaba sola.

-"Vaya, vaya. Miren que lo que tenemos aquí. Una ladrona."

La voz era indiscutiblemente masculina, y tenía acento británico, pero no era la de Eriol.

La celosía iba y venía como una bandera y Tomoyo intentaba no caerse.

-"Ayuda…" -fue lo único que pudo decir.

El hombre empujo la celosía hacia la pared y Tomoyo suspiro aliviada antes de mirar hacía abajo.

Un hombre bastante joven con la camisa desabrochada y unos jeans la miraban intensamente. Tenía el pelo largo y oscuro por los codos atado en una cola baja, y tenía los ojos azules como los de Eriol. El quinto hermano, se dijo; el que no había visto al pasar.

-"Hola" -dijo débilmente, sintiéndose la mayor idiota del mundo.

-"No hay nada que robar aquí."

-"No he venido a eso. Quiero ver a Eriol."

-"¿Y qué le pasa a la puerta, eh?"

-"Es que no quería ver a nadie más" -confesó.

-"Ahh… ¿Quieres que me vaya?" -preguntó, soltando la celosía que, lógicamente volvió a moverse.

-"¡No, por favor! ¿Podrías tenerla hasta que baje?"

-"Claro... ¡ERIOL!" -gritó-. "¡Tengo algo para ti! ¡Estoy atrás!"

Tomoyo oyó repetir el mensaje a una voz tras otra hasta que alguien bajo las escaleras, seguido por el ruido de más personas al moverse.

"¡¡Tierra trágame…!"

Pero como si el hombre que estaba abajo temiese que echara a correr al ver su cara de terror, antes de que pudiera llegar al suelo la sujetó en brazos como a un bebe. Casi al mismo tiempo, Eriol salía por la puerta de la cocina, seguido de un montón de gente.

-"¿Tomoyo?" -pregunto, confuso.

-"Estaba trepando por la celosía para verte, ¿la conoces?"

-"Claro que la conozco, Aoshi" -replicó, y su tono no indicaba si se alegraba de verla o no."

-"Entonces, es tuya" -contestó, y se la coloco a Eriol en los brazos como si fuera un saco de papas.

-"Hola" -repitió Tomoyo en voz aun más baja.

-"¿Has venido a mirar por la ventana o por fin podemos hablar?"

-"Quiero hablar contigo."

Eriol miro a la audiencia, que lógicamente estaba muy interesada con el espectáculo, y dijo:

-"Arriba."

Y pasó por delante de todos ellos.

-"Ya puedes bajarme" -sugirió en voz baja mientras se obligaba a sonreír a los presentes.

Pero él hizo caso omiso a sus palabras y cargo con ella escaleras arriba hasta llegar a su habitación y tener la puerta bien cerrada.

Solo entonces la dejo sobre sus pies, en el centro de la habitación.

-"Que vergüenza…" -murmuró.

Eriol encendió la luz y se apoyo contra la puerta para mirarla de brazos cruzados. Debía de estar en la cama porque no llevaba camisa, tenia el pelo revuelto y las sabanas de la cama estaban arrugadas.

¡Dios, que sexy estaba!

Tomoyo se obligo a mirar hacia otro lado.

-"Lo siento. Ha sido una estupidez."

-"¿Qué cosa?"

-"Lo de trepar por la celosía y venir a estas horas de la anoche sin llamar antes…" -hizo un gesto hacia la cama y de pronto se le ocurrió preguntar-: ¿He interrumpido algo…?"

Él emitió un sonido que corto en seco su frase.

-"¿Qué crees? ¿Qué estaba teniendo una orgía? ¿Qué porque hallas estado jugando al gato y al ratón conmigo me he traído un par de mujeres a casa con las cuales entretenerme mientras decides si dejar de ignorarme o no?"

-"No. Es que yo…"

¿Qué podia decir? ¿Qué sí? ¿Qué por un momento había temido que otra mujer calentase su cama?

-"¿Por qué has venido, Tomoyo?"

- "Dijiste que querías hablar" -dijo débilmente, se sentía ridícula.

-"Hace cuatro días quería hablar. Quería hablar cada vez que he llamado a tu casa o me he pasado por la tienda o por tu casa. ¿Dónde estabas todas esas veces, eh?"

-"Escondida" -admitió. Eriol la miro de una forma tan dura y fría que Tomoyo no pudo seguir viéndolo a la cara, le dolía terriblemente ver como la miraba de esa forma.

-"¿Porqué?"

Tomoyo le explicó la razón con todo detalle, sin omitir siquiera que había intentado comportarse todo lo mundanamente posible, que había intentado tomarse lo que había ocurrido entre ellos tan a la ligera como debía haberlo hecho él, pero que no quería oírselo decir.

-"Pero al final, he necesitado venir a oírlo. Quizás para ponerle punto final a las cosas."

Él movió la cabeza sin dejar de mirarla.

-"Eso no es lo que quería decirte, Tomoyo. Siempre sacas conclusiones apresuradas de todo, y sabes, es por tu culpa que ha pasado todo esto, cuando yo solo…" –Eriol suspiro profundamente y cerro los ojos con fuerza.

Ella levanto la mirada y esperó.

-"Estoy enamorado de ti, Tomoyo" -dijo él, mirándola a los ojos-. "Me di cuenta de esto cuando me desperté contigo en mis brazos. Entonces me di cuenta que quería repetirlo todas las mañanas de mi vida. Que quería pasar mi vida contigo. Hacerte mía todas las noches. Que solo seas mía… para siempre."

Tomoyo se quedo helada.

-"Pero parecías tan… serio. Y me habías advertido que no eras hombre de una sola mujer" -le recordó ella con la voz temblorosa.

-"Sí estaba serio era por que era algo difícil para mí. Nunca me había ocurrido antes y me costaba trabajo asimilarlo, estaba muerto de miedo. Hasta que me acostumbre a la idea. Además, no te quise decir lo de una sola mujer como advertencia."

-"Pues a mi me lo pareció."

-"Pues te pareció mal" –sentenció él con un tono más duro-. "No, nunca he sido hombre de una sola mujer, pero por que no había conocido a la mujer adecuada..."

-"…Eriol…"

-"Hasta que te conocí a ti…"

-"Pero yo…"

-"No empieces con esas tonterías que te dijo ese, eso de que eres aburrida, predecible y todas eso. Ya lo he repasado mil veces en mi cabeza y es una estupidez. Lo único que quiero que me digas es que me quieres y que te vas a casar conmigo…"

Decir que estaba sorprendida y en shock es poco. Tomoyo se quedo quieta en su sitió, mirándolo incrédula, muda.

¿Él la quería a… ella?

Admitirlo la había aterrorizado, pero ahora que las puertas se habían abierto, no tenía más remedio que admitir lo irremediablemente obvio: estaba enamorada de él desde el primer instante en que lo vio. Lo quería con el alma y la vida, de un modo en el que nunca había querido a Kenji Mathashi. Con más intensidad, con más dulzura, con más pasión… con más de todo. Estaba irremediablemente enamorada de Eriol Hiragizawa, el extranjero que apenas conocía hace unos días, de aquel hombre al que le toco el trasero estando borracha…

La vida si que era irónica cuando quería.

Pero ella…

¿De verdad se había equivocado su ex prometido al valorar su personalidad, o terminaría por aburrir terriblemente a Eriol en un tiempo? Bueno, la verdad es que no había hecho nada extraordinario desde que se conocieron, y él había seguido interesado en ella. Hasta se había enamorado. Y le había pedido matrimonio…

¿Y qué pasaba con eso de que nunca había sido hombre de una sola mujer? ¿Era arriesgado entregarse a un hombre así?

Efectivamente era la primera vez que Eriol echaba raíces, pero también era cierto que nunca había engañado a nadie, a diferencia de Kenji. Además, había rasgos de su carácter que no estaban presentes en su antiguo prometido, como su amabilidad, su dulzura y su consideración, su forma de preocuparse por la familia, por ella, por todos en general…

Y la idea de echar raíces ya había crecido en él antes de conocerla a ella…

-"¿Tomoyo?"

Su voz la sacó de sus meditaciones y lo miro directamente a esos ojos azules que la volvían loca.

-"Me he comportado como una idiota al evitarte, ¿no?"

-"No lo sé. ¿Vos qué crees?"

-"Te he estado evitando cuando la verdad es que te amo y que no hay nada que deseé más en el mundo que casarme contigo."

Por un momento, él se quedó inmóvil, mirándola como si esperase que fuera a cambiar de opinión en cualquier segundo, pero después se separo de la puerta, avanzó hacia ella con paso decidido y tomo su cara entre sus manos.

Pareciese que fuese a decir algo serio, a juzgar por su forma de fruncir el ceño. Pero en lugar de hablar la besó de una forma especial, posesiva, cariñosa, llena de intensidad. Fue un beso que ella no tardo en responder, en disfrutar. Fue un beso que sello un pacto, una declaración de amor mutuo…

Un momento después, la tomo en brazos y salió con ella fuera del dormitorio, al baño que había usado ella la primera mañana que estuvo en esa casa.

Pero de ningún modo parecía el mismo.

Donde antes había una bañera vieja y azulejos rajados, ahora había paredes blancas y relucientes, un hermoso ventanal que iba del techo al suelo con vista de toda la ciudad, un jarrón lleno de flores y la gigantesca bañera que habían probado aquel día en la tienda.

-"Has estado muy ocupado" -comento ella cuando la dejo junto a la bañera.

-"Y pensando en ti todo el tiempo. ¿Quieres probarla?

- "¿Tan mal huelo?" -bromeó.

-"Hueles de maravilla."

-"De todas formas, un baño resultaría muy agradable…"

Eriol puso inmediatamente en marcha la bañera y a Tomoyo después, desnudándola lentamente mientras la bañera se llenaba de agua.

Hicieron el amor en la bañera, tal y como habían descrito aquel día en la tienda y cada uno de sus movimientos se vio acompañado por las subidas y bajadas del agua como una ola de pasión que tuviese su propia turbulencia. Una pasión que los condujo a un clímax explosivo y simultaneo, rodeados de agua y amor.

-"Te amo" -dijo Eriol cuando descansaban abrazados, dejando que los chorros de agua los relajasen.

-"Yo también te amo, Eriol" -contestó ella-. "Pero… esto esta hecho un asco" -añadió, tras mirar a su alrededor.

Eriol rió suavemente.

-"Pero ha merecido la pena, ¿no?"

-"Sin duda alguna, mi amor."

-"Ahora, dime que te casaras conmigo" -le pidió.

-"Me casaré contigo."

-"Y que serás mi mujer por el resto de nuestras vidas, la madre de mis hijos y la abuela de mis nietos… y que nunca volverás a bañarte sola."

-"Seré tu mujer por el resto de nuestras vidas y la madre de tus hijos y la abuela de tus nietos, pero eso de no volver a bañarme sola… esta bañera parece ideal para ponerse a leer un libro o escuchar música."

-"No estarás insinuando que te quieres casar conmigo solo por mi bañera, ¿no?"

-"Ayy querido… por eso y por un par de cositas más" -bromeó, acariciando un aparte particular de su anatomía.

Eriol gimió.

-"Voy a ponerle un poco más de agua a la bañera y después, dentro de un rato, vas a bajar conmigo a conocer a tu futura familia política."

-"¿Eso no podría esperar hasta mañana?" -susurro Tomoyo.

-"Supongo que sí, por que tendremos un montón de mañanas…"

Un montón de mañanas.

Un montón de mañanas juntos…

Haber dudado de ello, de él, de sí misma, le pareció de pronto algo muy lejano, algo que le había ocurrido a otra persona, a alguien que no sabía lo que ella sabía ahora.

Porque lo que sabía era que quería a ese hombre de un modo en no podría querer a ninguna otra persona en su vida.

Y que él la quería de ese mismo modo también.

Y que juntos tendrían una vida llena de mañanas, y más que nada de noches…

Por que gracias a algo que ocurrió una noche ellos encontraron el amor, por que esa noche Tomoyo y Eriol se encontraron y se enamoraron, y gracias a un extraño suceso en una noche de bar tuvieron una vida dichosa y larga juntos, lleno de baños de espuma, atardeceres en lagos, amaneceres en establos y noches como la de los cuentos de hadas, solo porque aquella noche abrieron los ojos, y pudieron reconocer al amor… a su alma gemela, a su Eriol y su Tomoyo…

- FIN -