Género: Yaoi

Pareja: Taichi X Yamato

Contenido: Angustia, Romance

Clasificación: NC-17

Título:

RAPSODIA

Versión 4.0

SERENATA

Escrito por: Meyka Tanimoto

Pensando: "".

Hablando: - -.

Recuerdos: cursivas

Capítulo 2

Promesa

La ceremonia había concluido y todos se encontraban en la celebración. Yamato Yamaguchi (padre) no dejaba de presumir la argolla con diamantes que Keisuke le había obsequiado por el enlace, la cual hacía juego con una argolla que el propio castaño traía.

Ai había llegado según ella a oponerse, pero fue demasiado tarde, por lo que al ver sus intenciones frustradas, le tendió su obsequio en las manos a su primo Yamato y abrazó con fuerza a Keisuke.

-Mi avión se retrasó, sin mí la boda seguro no tuvo tanta diversión.

El rubio entrecerró los ojos, molesto por la interferencia de su prima, pero después dejó escapar un suspiro, no la quería ahí, pero ella no había tenido la culpa de lo que había pasado entre ellos, bueno, no tanta.

-Mi tío Yamato me dijo que les envió por paquetería su regalo –Ai se cruzó de brazos-, no pudo venir porque anda de vacaciones con mi tía en Italia.

La chica rubia tomó del guante a ambos hombres, comenzando a caminar con ellos hacia donde estaban las mesas para la celebración, en donde todos parecían muy felices degustando la deliciosa comida que se había servido.

Allá en la lejanía se podía ver a Daisuke en forma de pelota con los brazitos y las piernas moviéndose, mientras continuaba engullendo comida. Takeru parecía reñirle, mientras Ken y Yolei reían un poco y Kari picaba el estómago del moreno con un tenedor, para ver si se reventaba y salía volando.

Taichi suspiró suavemente mientras tomaba la mano de su novio y se acercaba a su oído para susurrar: "Vámonos de aquí, me gustaría hablar a solas contigo". El rubio se extrañó, pero asintiendo se levantó de su asiento y se dirigió hacia el amplio jardín de bastas hectáreas que componía la mansión Yamaguchi.

Cuando estuvieron lo suficientemente lejos del bullicio y las risas, Tai miró a Matt, buscando las palabras exactas para expresar lo que estaba sintiendo.

-¿Recuerdas cuando parecíamos odiarnos en el digimundo y después nos volvimos los mejores amigos? –Yamato asintió, así que continuó- También recuerdo cuando te odié porque Sora te quería a ti y no a mí. Actué muy estúpidamente y te causé mucho dolor –el moreno cerró los ojos por un instante, fijando después su mirada en ningún punto en particular-, pero tú me perdonaste. ¿Te acuerdas cuando hicimos el amor en estos rumbos? ¿Cuándo nos vimos por casualidad en el lago de éste jardín? Te veías muy hermoso vestido con la noche, tratando de ocultar tu hermosura para olvidar el dolor que te causamos Sora y yo. Y aun así me seguiste amando y te aferraste a mí. Te lo agradezco de verdad y aún ahora sigo extasiado contigo, pero hay algo que debo contarte.

Taichi detuvo su caminar, ocasionando que Yamato también lo hiciera.

-Sé que esperabas que terminara mi carrera y que corriera a tu lado, pero…

-¿Hay algo más importante en Japón? –el rubio miró con recelo al otro muchacho.

-No es eso… -el moreno intentó justificarse.

-¿Entonces? –volvió a inquirir el rubio.

Una suave brisa los acarició a ambos. Hacía algo de calor como para no sentirse sofocados por aquel traje que los vestía, pero ellos parecían bastante tranquilos, mientras el viento movía sus cabellos.

CUANDO MÁS DESEO ALGO CERCA, MÁS SE ALEJA

CUANDO DESEO QUE SE ALEJE MÁS SE ACERCA

QUIZÁ LO NUESTRO SIEMPRE FUE IMPOSIBLE

ME AFERRÉ A TU MANO, PERO TÚ TE FUISTE

-Lo he pensado muy detenidamente, pero creo que te estoy quitando mucho tiempo y realmente no quiero venir a vivir aquí.

Matt sintió que algo lo golpeó con fuerza. Quizá sus deseos de que Taichi lo siguiera habían sido egoístas; quizá le estaba quitando y pidiendo mucho.

-Me ofrecieron un trabajo en la Corte Suprema de Justicia de Japón y no puedo dejar pasar ésta oportunidad. Fui meritorio y trabajé con uno de mis maestros ahí, quien funge aún ahora como asociado en segundo lugar y anteriormente fungió como Presidente del Tribunal Superior de Tokio. Todo mi esfuerzo se está viendo recompensado y no quiero perder todo lo que he logrado.

El rubio perdió de pronto el color en su rostro. La sombra de una nube de pronto oscureció el cielo. Quizá Taichi ya no lo amaba y el pretexto que le daba sonaba tan estúpido que lo hizo enfurecer.

-Está bien… -soltó de pronto Yamato, mientras se cruzaba de brazos y volteaba a otro lugar-… si así lo deseas podemos terminar.

Al escuchar aquellas palabras el corazón de Taichi se contrajo. Estaba preparado para aquellas palabras, pero no pensó que fuera a ser tan fácil para el rubio soltar su mano, dejarlo ir.

Yamato se dio media vuelta, comenzando a caminar hacia la mansión de su padre, sintiendo un vacío terrible en el estómago. Su corazón palpitaba con fuerza, se sentía muy enojado. Sin embargo, Taichi detuvo su andar, tomando su mano para que no se fuera.

Y QUIZÁ HE SIDO UN COBARDE

PORQUE NO LUCHÉ POR TU AMOR

QUIZÁ MI ESFUERZO NO FUE SUFICIENTE

QUIZÁ LO QUE MEREZCO ES UN ADIÓS

-Escúchame, Yamato –dijo Taichi-. Te amo.

-No lo suficiente –contestó el rubio, mientras le daba la espalda al moreno.

-Tanto tú, como yo, estamos lejos el uno del otro, hemos estado así por tanto tiempo, incluso siendo novios. No quería ser egoísta contigo, no quería quitarte todo lo que has construido. Yo pensé en eso y tú te molestas cuando ni siquiera pensaste si era lo que yo deseaba.

-Pensé que deseabas estar a mi lado.

-Y lo deseo, pero… -Taichi miró con dolor a su novio, se sentía muy decepcionado-… pero no quiero dejar todo lo que he construido, quizá te parece poco, pero, ¿te irías conmigo si has hecho tu vida aquí?

El rubio apretó los puños y se soltó con violencia del agarre de Taichi, caminando otra vez hacia la mansión.

-Yamato… -Taichi caminó con rapidez, colocándose a un lado del rubio-… por favor, no te enojes.

-No estoy enojado –contestó secamente.

-Matt, te amo.

-Ya córtala, Taichi, ya sé que me amas, pero no lo suficiente.

-¿Por qué te pones en ese plan? –Yagami se cruzó de brazos- ¿Por qué no te pones en mi lugar?

-¿Por qué no te pones en mi lugar primero?

-Lo pensé muchas veces, Matt, pensé que te enojarías conmigo, que me patearías en la entrepierna, que me golpearías, que me dirías hasta de lo que me iba a morir, pero tenía la esperanza, quizá un poco –hizo un puchero-, de que me comprendieras y…

-¿Y qué? –dijo el rubio con mucho enfado- ¿Qué te dijera que estaba bien continuar viviendo con un océano de distancia?

-Sólo quería… -el castaño bajó el rostro, mientras continuaba caminando-… sólo quería que tuvieras confianza en mí, que me esperaras, para poder darte algo mejor.

Yamato se detuvo entonces, sin mirar a Taichi. Su corazón estaba agitado, su rostro sonrojado por el esfuerzo de huir.

-¿Qué quieres entonces? –preguntó a Yagami- ¿Qué es lo que deseas de mí entonces? Si no vas a amarme como yo lo deseo, mejor suelta mi mano ahora, Taichi.

-No, me niego –el castaño tomó la mano derecha de Yamato, sujetándola con fuerza-, viví tanto tiempo en la oscuridad cuando te fuiste, viví tanto tiempo sufriendo por un amor que ya no iba a volver, por eso me niego a soltarte, porque he sufrido mucho por tu amor, porque he sufrido tanto sin ti.

-¿Entonces qué es lo que quieres? –quiso soltarse del agarre, pero el otro se lo impidió.

-Te amo, más allá de lo que te imaginas, más allá del sol y las estrellas; te amo y sé que te amaré hasta el último día de mi vida. No quiero que me ames igual, todos tenemos una forma de amar distinta, pero quiero que estés conmigo y tomes mi mano hasta mi último aliento.

PERO CUANDO SUELTO TU MANO

SIENTO QUE CAIGO AL VACÍO

NO PUEDO IRME DE TU LADO

ERES LA PERSONA QUE AMO

-No entiendo… -Yamato volteó a ver, seriamente confundido, al otro chico.

-Ve conmigo a Japón, Yamato. Ahora no puedo ofrecerte mucho, pero prometo que me esforzaré mucho por darte algo mejor. Sé que soy egoísta, tú tienes todo acá, tu padre y Keisuke Matsumoto se encuentran aquí, tus amigos, todo, pero deseo estar contigo; sin embargo, si mi oferta te resulta poca cosa, así como me dijiste, suelta mi mano ahora, déjame ser libre.

El rubio miró con sorpresa a Taichi.

-Es difícil, ¿verdad? –preguntó el moreno, sonriendo con algo de molestia- Es difícil dejar todo por una persona.

-Estás vengándote de mí –se enfadó el rubio.

-Seamos realistas, Matt –Tai se cruzó de brazos-, para mí será difícil venir a vivir aquí, no sólo dejaré a mis padres, a mis amigos, a mis contactos para conseguir un trabajo. Mi carrera aquí no será nada, mis esfuerzos no habrán valido la pena.

-Lo… lo siento… -el rubio bajó la mirada-… fui muy egoísta, no pensé realmente en ti. Desee que estuvieras a mi lado estúpidamente, sin pensar en todo lo que dejarías por mí.

-Y lo dejaría, porque te amo… -el moreno se acercó al cuerpo de su novio, abrazándolo con fuerza-… por eso te pido que vengas conmigo.

-¿Entonces me esperarás tú en ésta ocasión? -preguntó el rubio.

-Te esperaría hasta el final de mis días.

Yamato dejó escapar un suspiro, sintiéndose consternado por el acontecimiento. No sentía que estuviera dejando mucho por Taichi, él antes había vivido en Japón; pero, ¿qué pensaría su padre?

-Déjame pensarlo.

Fue su respuesta, algo que lastimó a Taichi, pero no se lo hizo ver a su acompañante, el moreno tan sólo sonrió.

-Esperaré tu respuesta entonces.


Cuando regresaron a la fiesta, todos parecían estar muy animados cantando karaoke. Como la ceremonia había sido muy familiar, no había personas ajenas, así que podían explayarse. Hikari había cantado ya varias canciones junto con Takeru. Ken había hecho dueto con Daisuke y Yamato Yamaguchi también se había atrevido a cantar junto con Natsuko Takaishi y Hiroaki Ishida.

-¿Y bien? –Mimi codeó a Yagami cuando éste se fue a sentar a un lado de ella- ¿Ya se lo diste?

-No –dijo el moreno, ganándose una mirada de confusión de la chica.

-¿Pero por qué?

-Porque Yamato no está seguro –dejó escapar un suspiro-; a veces me pregunto si estuvo bien volver con él, después de todo ciertamente un océano nos separa.

-A veces la distancia nos la imponemos nosotros mismos, Taichi, la distancia no es impedimento para amar a nadie.

-Pues parece que para Yamato sí. Él me pidió que dejara todo por él, pero cuando le pido lo mismo me dice "lo voy a pensar" –lo último lo dijo con un tono molesto y burlesco.

-¿Vas a esperar su respuesta? –preguntó la chica.

-He esperado mucho, Mimi, un poco de tiempo no me hará daño.

-¿Pero y si no es poco tiempo?

-Entonces hablaré bien con él.

-Ya había comprado mi vestido para la ceremonia –ella hizo un puchero.

-Puedes usarlo en otro evento.

-No –Mimi se vio realmente ofendida-, lo compré exclusivamente para tu boda.

Yagami rio un poco, la simpleza de aquella mujer a veces le devolvía el alma.

-A veces eres demasiado inocente, Mimi –el castaño revolvió el cabello de la chica-; supongo que eso es lo que te hace especialmente idiota.

-Vuélvelo a decir, sabandija –le mostró la lengua al castaño.

-Ja, ja, ja…

Taichi parecía bastante divertido con Mimi, algo que hizo molestar a Yamato. No sabía de lo que estaban hablando, pero se notaba que estaban muy divertidos.

-Por cierto –Mimi sonrió-, no se lo he dicho a nadie, pero Michael y yo hemos planeado casarnos el próximo año.

-¿De verdad? –Taichi abrazó con cariño a la mujer- ¡Felicidades! ¿Me vas a invitar?

-Sí, pero… ¿podrías ser nuestro padrino? Nos encantaría a Michael y a mí.

Taichi se quedó sumamente sorprendido al escuchar aquello.

-¿Por qué me das ésta responsabilidad? –él sonrió con tristeza.

-Porque te aprecio, eres un buen amigo.

-Gracias, me siento honrado.

Ella sonrió ampliamente y le pasó una copa para brindar.

-Te deseo suerte.

-Yo igual, Mimi.


Después de que terminó la fiesta, todos los amigos y familiares de Yamato, acompañaron a Keisuke para que les dijera cuáles serían sus habitaciones; sin embargo, aunque el dueño de la mansión iba a ir con ellos, su hijo le detuvo.

-Papá, ¿puedo hablar contigo? –su hijo, Yamato, parecía algo preocupado, así que asintió y le señaló los sillones de la sala de estar.

-¿Qué sucede, pequeño? –preguntó el rubio con mucho cariño hacia su hijo mientras se sentaba en sillón.

-Taichi… -se sentó frente a su padre-… Taichi me pidió que me fuera con él a Japón.

Aquella revelación sorprendió a Yamaguchi y, aunque intentó que su hijo no se diera cuenta, fue imposible hacer pasar desapercibido su dolor.

-Bueno, debes buscar tu felicidad –Yamaguchi sonrió, mientras suspiraba con profundidad-, aún si no es aquí con nosotros.

-Pero… pero no quiero dejarlos a ti y a Keisuke.

-¿Esa es tu respuesta? –preguntó el hombre- Si así es, entonces dísela, no lo hagas esperar más tiempo.

-Pero yo había estado esperando lo mismo de él desde un principio –el rubio se molestó.

-¿Pero se lo dijiste? –Yamato se quedó pasmado con la pregunta.

-Pues no… -tartamudeó un poco-… pero era obvio.

-Nunca des por obvio algo, siempre di las cosas directamente –Yamaguchi se levantó de su asiento y se sentó a un lado de su hijo-. No niego que me va a doler mucho que ya no estés con nosotros, pero debes buscar tu propia felicidad, Yamato. Si bien, El Eterno me ha dado la dicha de recuperarte y abrazarte y, sobre todo amarte, también me dijo desde un principio que tú no eras mío, sólo eras un préstamo. Las aves deben abandonar el nido y los hijos también deben marcharse, para hacer su propia vida, para dejar atrás a sus padres y conformar su propia familia. No quiero que te sientas comprometido con Keisuke ni conmigo, después de todo, aunque los dos te amemos como nuestro hijo, sabemos que es momento de que tomes tu propio rumbo, aunque nos dejes atrás.

Los ojos del rubio se llenaron de lágrimas al escuchar aquello.

-Pero si tu intención no es seguir a tu persona amada, entonces es momento de que termines la relación, porque lo único que harás será lastimarlo. Taichi es un buen chico y, si en el pasado tuvieron problemas, supieron afrontarlos, juntos. No creo que sea justo para él esperar por más tiempo a alguien que parece que no quiere estar con él, aunque esa persona sea mi propio hijo. Recapacita, piensa bien las cosas, si necesitas tiempo para dar tu respuesta, tómalo; pero no dejes a Taichi esperando a alguien que sólo le quitará el tiempo.

-¿No crees que es muy repentino? –preguntó Yamato.

-Hassy y yo te tuvimos a los quince años, Yama, eso fue repentino, lo tuyo tiene años cociéndose –Yamaguchi sonrió y acunó en sus brazos a su hijo, el cual estaba ya de su estatura, incluso le sobrepasaba por pocos centímetros-. No niego que te extrañaré muchísimo, que ésta casa será enorme sin tu presencia, pero no puedo retenerte a mi lado, debes seguir tu camino, aún si no es a mi lado.

El rubio asintió, mientras se secaba las lágrimas.

-Gracias, papá –sonrió el chico.

-Por cierto, no le vayas a decir nada a Keisuke todavía, de eso me encargo yo, porque se comporta contigo como una madre celosa.

Matt sudó una gotita al escuchar aquello, aunque sabía que su padre tenía razón.

-Sí, gracias.

Ambos sonrieron, mientras se levantaban. El mayor estiró los brazos hacia arriba y después bostezó.

-Es tarde, hay que descansar, estamos molidos por la fiesta. Me voy yendo ya, que descanses –Yamaguchi revolvió el cabello de su hijo y después se dio media vuelta para salir de ahí.

-Buenas noches, papá, que descanses.

Yamato se volvió a sentar, mirando hacia la nada, pensando si realmente valía la pena estar con Taichi y dejar a su padre y a Keisuke atrás.

-Tienes miedo al cambio.

Aquella voz le sorprendió. Se sintió intimidado y molesto entonces hacia esa persona.

-¿No te enseñaron que no debes escuchar conversaciones ajenas?

Esa persona salió de entre la sombras y se quedó de pie en el umbral de la sala de estar, era Taichi.

-No fue apropósito –el moreno se justificó-, fui a acompañar a Mimi a su casa.

Matt hizo un mohín, pero después cerró los ojos.

-No le tengo miedo al cambio, es sólo que…

-¿Desconfías de mí? –Taichi sonrió con molestia- ¿Crees que después de tanto tiempo te voy a abandonar tan fácilmente?

-La última vez ibas a casarte con Sora –el rubio enfrentó a su novio, poniéndose de pie-. Y seguro todavía le hablas.

-Bueno, aunque ella nos hizo mucho daño en el pasado está arrepentida. Pensé que sería mejor que ella y yo estuviésemos juntos, para mitigar nuestro propio dolor, pero nunca pensé que ella realmente estuviese enamorada de mí –echó su cabello hacia atrás, pero éste volvió inmediatamente a su lugar-. Pero ella me perdonó; sin embargo, tú no lo has hecho, ¿verdad? Tienes miedo a que yo te vuelva a traicionar.

-No es eso, Tai, o quizá tenga que ver con mis miedos, pero no estoy seguro; al principio quería estar contigo, pero siento que tú…

-… estás quitándome la libertad de hacer lo que quiero, terminar mi carrera, conseguir un trabajo por mis propios medios –ambos lo dijeron al unísono, lo que sorprendió mucho a Yamato.

-Sí, es eso, yo también sentí lo mismo –Tai dejó escapar un suspiro y después sonrió, con algo de dolor-, pero estás en tu decisión. ¿Es tu última respuesta? –el castaño extendió la mano- Antes te dije que cuando dejaras de quererme me devolvieras la esclava que una vez…

-No he dejado de quererte –el rubio se molestó con la actitud del otro-, sólo…

-¿Quieres pues más tiempo?

-Ronco por las noches.

Aquellas palabras hicieron que Taichi sudara una gotita.

-Soy inquieto mientras duermo, me como las uñas, reniego para despertarme temprano por las mañanas, soy un poco desordenado…

-Lo sé, pero aún con tus virtudes y defectos te amo –Taichi se relajó y después se acercó a su novio-. ¿Quieres ir conmigo a Japón, Yamato? ¿Tienes miedo de que te deje?

El rubio dejó escapar un suspiro.

-Quiero estar contigo el resto de mis días –Taichi buscó algo entre sus ropas algo y sacó una cajita de terciopelo-, hasta que la muerte nos separe.

El castaño se hincó ante Yamato, abriendo la cajita, la cual tenía un anillo de oro blanco con tres pequeños diamantes.

-Ya levanta, idiota –el rubio se sonrojó-, sí me iré entonces.

-No, no –Taichi se levantó y tomó el anillo, colocándoselo en la mano izquierda al rubio-, se dice –con voz melosa-, sí, Taichi, quiero estar contigo por el resto de mis días, hasta que esté viejito y me pelee contigo por cosas estúpidas del pasado, y también hasta que la muerte nos separe. Tienes que aceptar, Mimi ya compró su vestido para la recepción de nuestra boda.

-¿Así que es por Mimi? –preguntó Matt, fingiendo estar ofendido.

Después, ambos comenzaron a carcajearse, mientras se abrazaban.


Keisuke leía un libro de psicología, mientras Yamato revisaba algunos documentos. Pasaban de las doce de la noche.

-Yamato me dijo que Taichi le pidió que se fueran a vivir a Japón –el rubio soltó de pronto, ganándose una mirada de enfado de su esposo.

-¿Cómo? –el castaño dejó de lado el libro, mirando con desconcierto al rubio- ¿Por qué? ¿Qué demonios le pasa?

-No te pongas en ese plan –Yamaguchi también dejó de lado sus documentos, colocándolos sobre la mesita de noche que se encontraba a su lado izquierdo-, ellos estarán bien, después de todo, en algún momento se tenía que alejar.

El castaño dejó escapar un suspiro, mirando detenidamente a su esposo.

-Supongo que tienes razón, pero lo voy a extrañar muchísimo. Ha pasado tanto tiempo desde que regresó a tu vida y ahora lo veo como si fuera mi hijo.

-Es nuestro hijo –Yamato rio un poco-, es tuyo, mío y de Hassy –después hizo una pausa-. ¿Pensaste alguna vez que estaríamos casados? –preguntó, llamando la atención del psicólogo.

-Me lo imaginé muchas veces, pero realmente nunca pensé que se llegaría a hacer realidad. Me pregunto si Hassy me perdonará por quererte.

-Yo también me pregunto lo mismo –el rubio dejó escapar un suspiro-, me pregunto a veces cómo es que los dos terminamos enamorados de la misma persona.

Keisuke sonrió con condescendencia. Tenían mucho sin hablar de eso, pero lamentablemente era un capítulo en la vida de ambos que compartirían hasta el final de sus días. Abrazó entonces al rubio, besando su frente.

-Te amo, Yamato. Sin importar las circunstancias, el tiempo, el dolor, la angustia, el sufrimiento, el amor, el desamor, todo, aún te amo y te amaré hasta mi último aliento.

El rubio se sonrojó sobremanera al escuchar aquellas palabras, enterrándose en el hombro de su compañero sentimental. No podía expresar con palabras la felicidad que lo había embargado al escuchar aquello, no podía externar el sentimiento que lo estaba invadiendo. Cierto, tanto dolor se había visto recompensado.

-¿Merezco que me ames tanto a pesar de haber sido tan cobarde? –preguntó el rubio.

-No es si mereces que te ame, es que te amo, tontito.

Ambos comenzaron a besarse con pasión, con hambre, con deseo. Yamato alejó a Keisuke con algo de violencia, para empujarlo sobre la cama y sentarse a horcajadas sobre su abdomen.

-¿Hoy tomas la iniciativa? –el castaño sonrió con algo de gracia.

-¿Te molesta? –preguntó el rubio.

-No, de vez en cuando es un gusto verte tan agresivo.

Yamato se sonrojó, pero comenzó a desabotonar el pijama de algodón del castaño. Keisuke masajeó con suavidad las piernas del rubio, apretando con un poco de fuerza su trasero, haciendo que Yamato emitiera un gemido de excitación.

-Kei… no… se supone que yo…

Keisuke sonrió con satisfacción al ver la erección debajo del pijama de su acompañante. Tocó la punta del sexo del otro hombre por encima de la ropa, haciéndole gemir nuevamente.

-Quítate el pantalón y la ropa interior –el psicólogo ordenó, con la voz ronca de deseo.

Yamato accedió a regañadientes, irguiéndose sobre la cama para hacerlo y después se sentó nuevamente, pero ésta vez sobre el pecho del castaño, ya que éste lo jaló hacia sí, lamiendo la extensión de su miembro en el proceso.

-Keisuke…

El rubio replicó, algo que le causó gracia al castaño. Keisuke metió el sexo del rubio en su boca, succionándolo, lamiéndolo. Yamato cerró los ojos y colocó sus manos sobre la cabecera de la cama, moviéndose en el interior del psicólogo, intentando enterrarse lo más profundo que pudiera.

-Espera... me quieres ahogar –dijo el castaño.

-Lo… lo siento… -el rubio se sonrojó al decir aquello-… no era mi intención.

Keisuke continuó lamiendo el sexo del rubio, pero sin que éste se diera cuenta, sacó un botecito de lubricante de debajo de la almohada, ya que estaba preparado para ese momento. Mojó los dedos de su mano derecha, metiéndolos entre las nalgas de su compañero para deslizar uno por la entrada del rubio, el cual respingó al sentir el masaje del otro sobre su esfínter.

-Keisuke… ¿de dónde sacaste eso?

-Todo el día estuve pensando en hacerte el amor, Yamato –había sacado el sexo del otro de su boca para contestar a la pregunta.

-Eres un pervertido.

El castaño rio con diversión.

-Ya sabías que era un pervertido, por eso te casaste conmigo.

El rostro de Yamato se sonrojó por completo, mientras entrecerraba los ojos.

-Te sobreestimas demasiado –el rubio rodó los ojos.

-¿Así que no te hago disfrutarlo? Dime entonces qué te gusta, qué me hace falta.

Yamato se sonrojó aún más, si se podía, mientras volteaba a otro lado.

-No es eso, haces mucho por mí, pero yo no hago nada. Me siento inútil.

El rostro del castaño se oscureció, mientras sus ojos brillaban, algo que no le agradó a Yamaguchi.

-Si de eso se trata, ¿por qué no te montas sobre mí? Será interesante, además quiero ver tu rostro mientras lo haces.

-¡Estás loco, pervertido!

-Vamos, hasta que no lo intentes no sabrás si te gusta o no.

Yamato apretó los puños, pero al final aceptó, aunque no estaba completamente convencido de hacerlo. Cuando estuvo bien preparado, tomó el frasquito de lubricante y lo vertió sobre el sexo de Keisuke. Se volvió a sentar a horcajadas sobre el abdomen del castaño, sintiéndose sumamente abochornado.

-No me mires –el rubio cubrió los ojos del otro hombre.

-¿Pero por qué? Eres hermoso –Keisuke separó con delicadeza la mano de Yamato, besándola-. Eres perfecto y eres mío.

Yamaguchi sonrió, sintiéndose extrañamente complacido. Entonces, tomó el sexo del otro y lo dirigió a su entrada, mientras respiraba profundamente, no sería tan fácil meterlo. Gritó sin querer cuando sintió la punta entrar, se sentía avergonzado y la postura era más incómoda de lo que hubiera pensado.

Keisuke sonrió, saliendo del interior del rubio para empujarlo a la cama, besándole con pasión mientras se adentraba en su interior con un poco de descuido.

-Ouch… -se quejó el rubio-… de haber sabido mejor me hubiera quedado arriba de ti.

-Lo siento –el castaño besó con pasión a Yamato, mientras entraba completamente en su cuerpo.

Comenzaron a besarse con pasión, con muchísima lujuria y deseo.

SIN TI PUEDO RESPIRAR, PUEDO SEGUIR

PERO NO TENGO RAZÓN PARA VIVIR

ES ILÓGICO QUE SI NO ESTÁS CONMIGO

MI CORAZÓN DEJA DE LATIR, PIERDO EL SENTIDO

-Te amo… -susurró con voz ronca el psicólogo, mientras su ahora esposo, se sonrojaba aún más.

-Yo también te amo, Keisuke…

Volvieron a besarse, mientras sus cuerpos se unían con una danza sinigual, un vaivén que los hacía alcanzar la luna y las estrellas.

El castaño besó el cuello de Yamato, dejando una línea de saliva, hasta llegar a su pezón izquierdo y lamerlo. El rubio soltó un gemido de placer y respingó cuando Keisuke tomó su sexo para masajearlo, después enredó sus piernas alrededor de la cadera del otro hombre para sentir más profundas las embestidas. Los dos cuerpos sudorosos comenzaban a agitarse aún más, mientras sentían la reciente ola de placer invadir su cuerpo entero.

-Voy a… -dijo el rubio con un gemido.

-Yo también… -dijo Keisuke, mientras le besaba con mucho deseo.

Yamato terminó entonces en la mano del castaño, mientras que Keisuke terminaba en su interior. Se besaron después del potente orgasmo, mientras el psicólogo continuaba dentro del rubio, recargándose en su pecho, esperando a que su respiración se normalizara.

-Te amo, Yamato.

El aludido acarició el cabello de su esposo, mientras sonreía y susurraba un: "yo también te amo".

Fue entonces que Keisuke miró una fotografía de su nueva familia.

-¿Taichi tratará bien a Yama? –dijo con enfado el castaño.

-Déjalo, ya te dije que no es un niño.

Matsumoto tuvo que aceptar aquello a regañadientes.

-Pareces una madre con esa actitud, Keisuke.

-Cállate.

Yamaguchi comenzó a carcajearse, molestando al otro hombre, aunque él mismo sentía dolor al tener que desprenderse de su hijo.


NOTA: ¿Creyeron que ya me había olvidado de ésta historia? Bueno, la verdad sí, hasta que un amable chico me recordó que no había actualizado Es que… la escuela, el trabajo, la tesis ToT En fin, gracias por continuar leyendo. owo Trataré de no tardar tanto la próxima vez