"Te he visto por tantos años y no me animo a dar el paso por alcanzarte"

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Lo ha visto por años y aun así no le basta el tiempo para contemplarlo.

Lo ha visto de tantos lados hasta ingerirlo por completo con sus ojos y simplemente se pierde en su acto.

Lo ha visto por años que todo se pasó en un suspiro, los años de tenerlo cerca se esfumaron en un parpadeo y al despertar, él ya no lo seguía como antes. La ruta que antes los unía se había roto, bueno, la rompió por su obstinado orgullo. Su mismo orgullo lo llevó a perderlo.

Lo ha visto más veces que todos sus conocidos, que lo conoce mejor que nadie, lo conoce tan bien que incluso puede parecer que puede ver que hay detrás de sus ojos.

Katsuki lleva más años de los que puede contar conociendo a Izuku Midoriya (mejor conocido como Deku), que no alcanza para completar una vida entera. Katsuki, siempre tan orgulloso y necio, fue guiado por un camino distinto al de Izuku y se forzó a alejarse de él.
Cuando lo conoció él solo era un niño llorón y de escaso autoestima, pero Katsuki alcanzó a ver algo más en su mirada que lo llevó a pisotear su brillo, lo quiso pisotear todo, porque nunca quiso compartirlo con nadie. La luz de Deku debía de quedarse de su lado y solo para él y con nadie más.

Sin embargo, nada lo detuvo de alcanzar sus sueños y en un suspiro, Deku era el símbolo de La Paz. Inalcanzable e inigualable, empedernido y resiliente, inteligente y talentoso, amable y cariñoso, deslumbrante y amoroso. En resumen, un ser irrepetible en el universo.

Al verlo en las pantallas de la televisión cuando salía a patrullar, le invadía una sensación amarga de celos. Odiaba que todos pudieran ver el resplandor de Deku, el resplandor que él mismo descubrió cuando eran niños, ese maldito resplandor que fue lo que lo llevó a enamorarse de él desde el jardín de niños. Si bien, Katsuki fue obstinado y orgulloso, que su nefasto orgullo y su complejo de inferioridad disfrazado de superioridad, lo llevaron a alejar a Deku, pues, aborrecía mostrarse débil frente a él, cuando se suponía que Katsuki era fuerte y genial.

Aparentaba ser genial, aparentaba ser más fuerte que el resto de su grupo para llamar la atención de aquellos hermosos ojos verdes llenos de un brillo inigualable. Le embarga una sensación de plenitud cada vez que era halagado por Deku, porque sabía que de su boca solo salían verdades, y Deku nunca le mentiría.
Sin más, al ir creciendo su necesidad insaciable de retenerlo de querer ser un héroe y salir de su crisálida de mariposa, lo llevaron a doblegarlo, a quererlo monopolizar, mas por mucho esfuerzo que hiciera, nunca pudo resguardarlo, nunca pudo retener lo que ya estaba latente en Deku y tarde o temprano, esa crisálida se abrió y salió el héroe que él con tanto trabajo trató de retener.

Katsuki quería a Deku para él, no lo quería compartir con otros extras que sólo impedían que estuvieran juntos, Katsuki tenía que sacar a esos malditos extras del camino, pero el tiempo le jugó una mala jugada y terminó por percatarse que no podían retenerlo, porque ese talento oculto e innato estallaría en algún momento y estalló al rescatarlo.

Sabía que Deku lo quería, pero no del mismo modo que él lo quería.

Dedujo al entrar a la preparatoria que era un amor unilateral, quizá desde antes Katsuki ya lo sabía con amargura, por eso lo mantenía en secreto, porque esos sentimientos no tenían que salir de su cuerpo.

Mantendría el secreto hasta quebrarse, se llevaría sus sentimientos hasta la tumba.

Esa decisión la llevaba muy firmemente incrustada en su pecho, siendo tan resistente a sus declaraciones internas, se juró no hablar de sus sentimientos hacia Deku con nadie, sobre todo con el origen de sus sentires, de sus alocados y retorcidos deseos de monopolizarlo, de sus ansias de poderlo amar libremente y sin barreras, de sus sueños de abrazarlo fuertemente, de su sed de besarlo hasta adormecer sus labios y pender de ese hilo que era su silueta firme y fuerte.

Maldición, se juró esa tontería para no verse vulnerable jamás.

Se lo juró, pero habían pasado tantos años, que incluso ya que se graduaron de la preparatoria, no habían dado el paso necesario para salir. Es decir, eran amigos, luego de haberse hecho rivales, pero él nunca se animó a dar ese paso, por temor a ser rechazado y de paso, por su orgullo. Si admitía que tenía sentimientos por él, diciéndoselo a la cara, sería como aceptar la derrota, decir que él perdió la batalla al decirle cuánto lo amaba.

Lo ha visto tantos años y tampoco le pidió disculpas por los maltratos, porque aunque se habían vuelto amigos, Katsuki lo insultaba muchas veces, le gritaba a la cara, y a veces llegaba a hacerlo llorar. Ser tan testarudo y malhumorado tenía desventajas descomunales, tales que lo llevaron a ser superado por Deku, porque ahora él estaba muy por delante de Katsuki.

Lo ha visto por mucho tiempo y Deku fue quien lo dejó atrás, luego de haberlo perseguido durante tantos años, tanto tiempo en que la brecha para congeniar los separaba más allá de sus ojos y después chocaron y se separaron nuevamente.

Lo ha visto de todos los ángulos posibles y lo visualizaba para no sentirse tan solo en su departamento, para que el silencio no fuera tan desgarrador cuando llegaba del trabajo en la noche y nadie lo recibía del otro lado. La soledad de no tener a nadie en su vida que lo acompañara era peor que cualquier otra droga, era peor que ser golpeado y recibir todos los golpes sin inmutarse. La soledad lo intoxicaba.

Lo ha visto todo el tiempo, incluso ahora que estaban separados y no paraba de maravillarse de su luz, de que su luz era visible a cualquiera que posara sus ojos en él.
Adoraba verlo sonreír desde las redes, desde la televisión, desde el periódico y las revistas. Pero odiaba no tenerlo.

Lo ha visto y lo extraña tanto, lo extraña demasiado que el dolor incrementa con el pasar de los años de su separación, pues Deku estaba en una sintonía muy lejos de la suya y lo había dejado, se había olvidado de él.

Pero, Katsuki nunca se olvidó de él. Cómo olvidarlo si lo amaba?

Además, otros también habían visto su luz, mas no persistieron dentro de su órbita, como lo hizo Katsuki.
Primero fue Uraraka quien lo pretendió, luego Todoroki, y después Kirishima. Sí, su maldito mejor amigo se había fijado en el amor de su vida.

Sin embargo, lo que cabía mencionar era que Deku rechazó a todos sus pretendientes, en el orden en que se fueron fijando en él, uno a uno los fue rechazando, dándoles la atención de ser sus amigos y el privilegio de frecuentarse con finalidad amistosa; mas recordó que cuando fue el funeral de All Might, la última vez en que lo vio en persona, él le había dicho que había alguien que le gustaba. Recordó que esa había sido la primera vez que Deku le decía en persona que le gustaba alguien, pero Katsuki no lo escuchó porque estaba borracho y perdió la consciencia de sus palabras; Deku estaba plenamente consciente cuando le comentó aquello, porque él no tomó ni un sorbo de licor, pues, él consideraba que beber alcohol le quitaría años de vida y censuraría por mucho su rendimiento como héroe. Desde entonces, Deku y él no habían intercambiado palabra.

Le quedó la incógnita muy presente en su cabeza de quién pudo haberse enamorado Deku. Quién será esa persona? Pero sea quien fuera esa persona, Katsuki le tenía una profunda envidia, un inexorable deseo de sentir celos con relación a esa persona desconocida, por haber conquistado el corazón más puro y sincero de todos.

Eso sí, Deku estaba soltero hasta la fecha, y le hacía pensar que se debía a la persona que le gustaba, alguien que obviamente no era él. No podía ser él, verdad? Deku no se fijaría en su atormentador y rival, porque Deku se merecía el cielo y las estrellas y todo lo bueno de este jodido mundo, él no se merecía a alguien tan explosivo y amargado como lo era Katsuki. Deku se fijaría en alguien tan asombroso y tan vasto como lo era él.

De eso, Katsuki estaba más que seguro.

Por eso, cuando recibió la invitación de que habría una reunión de la preparatoria, aceptó asistir porque escuchó que Deku asistiría a la mentada reunión. Porque si Deku no iba, no tendría el menor sentido asistir a una estúpida reunión donde estaría rodeado de extras, entre ellos sus amigos.

Aceptó ir, porque si veía a Deku, sabría que todos sus deseos se apilarían y saldrían a la superficie y entonces... y entonces, confirmaría nuevamente, quién era la persona que le gustaba a Deku, escucharía con claridad lo que no alcanzó a escuchar la noche en que Katsuki se emborrachó y Deku se encargó de dejarlo sanamente en su casa al cuidado de sus padres, quienes dijeron que Deku le había dejado un mensaje escrito en puño y letra, que decía: "Esperaré tu respuesta sin importar el tiempo que te tomes para decírmela". Cuando Katsuki leyó el mensaje, asumió que se debía a que esperaba su opinión con respecto a la persona que le gustaba porque a él no le podría gustar Katsuki o algo parecido. A Deku debía gustarle alguien jodidamente excepcional y genial en todo el maldito universo. Por eso, no le respondió el mensaje y de igual manera, decidió huir de Deku. Evadirlo y no buscarlo siquiera, porque no quiso escucharle decir que se había fijado en alguien que no era él.

Sería tan cruel oírlo decir que amaba a alguien que no era él. Pero el tiempo en que estuvo lejos de Deku fue tanto, que moría por verlo. No lo podía evitar, porque Katsuki simplemente ya no podía resistirse a no verlo. Necesitaba verlo, verlo para confirmar si esa persona le seguía gustando, confirmar por su parte, si aún había tiempo para que surgiera algo entre ellos, porque Katsuki dejó pasar tanto tiempo, que pudo haberlo aprovechado para decirle a Deku las cosas en la cara y de paso, conquistarlo.

Katsuki sabía que fue injusto con Deku, que él no se merecía ser ignorado por una cosa así, que Katsuki no era rencoroso y se enfrentaba a las cosas como eran.

Katsuki llevaba años de conocerlo y Deku no ignoraba a la gente sin tener motivos, y si le dijo que lo esperaba, por eso no le hablaba, porque esperaba su respuesta. Respuesta a darle su respectiva opinión de esa persona, obviamente, porque Deku no se enamoraría e alguien tan jodido como lo era Katsuki. Era imposible.

Pero igual, las ganas de verlo y su orgullo estaban a la vuelta de la esquina, esperando a resurgir como leones enjaulados a disputar el puesto por el que decidirían su siguiente paso.

Deku ya era una extensión de su persona, ya formaba parte de él desde muy pequeño, así que ya no tenía nada qué perder.

Katsuki tenía que animarse a dar el paso que tanto temor le dio en el pasado.

Era ahora o arrepentirse toda la vida de su cobardía.

No había nada que perder con intentarlo.

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P.D. Mini fic por el cumpleaños de Deku.

Un amor no correspondido por Katsuki.

Y bueno, es un Dekukatsu.