INUYASHA NO ME PERTENECE, LA TRAMA SI. SOLO HAGO ESTO DE DIVERSIÓN

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La Reina

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Capitulo 1

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La princesa del Bosque

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Ese era su destino escrito; que llevaba en la sangre, la de cumplir con su deber de esposarse cuando creciera, con el heredero del Norte.

Kagome había crecido como princesa del Bosque Negro y hermana menor de Sota, futuro señor de esas tierras boscosas como bien decía el nombre ,que constituía el ultimo bastión vecino a las Tierras del Norte y eran primos de los Taisho, la antigua casa reinante norteña, así que para preservar pureza, los monarcas norteños siempre contraían matrimonio con las princesas del Bosque Negro, tradición y deber que se había cumplido a rajatabla desde hace cientos de años, desde que los Antiguos Reyes del Norte de la Vieja Sangre permitieran la independencia y separación de una rama de la familia Taisho, que se constituyeron en los Higurashi, casa reinante del Bosque Negro con la condición de servir de banderizos al Norte y de proporcionar princesas para fin de intentar mantener la mayor pureza posible en la sangre.

La joven princesa Kagome de la casa Higurashi tenía todo esto muy en claro, había sido adiestrada desde niña sobre su deber y lo aceptaba como algo natural, porque ni siquiera había tenido tiempo de acunar ideas propias o sentimiento alguno. Es que había sido criada de esa forma.

Su destino estaba ligado a los Taisho y en particular al recientemente coronado rey del Norte, Inuyasha el Terrible.

No es que estuviere ansiosa por los acontecimientos de matrimonio; en realidad ella ya había visto a su futuro marido en varias ocasiones, cuando era sólo el príncipe heredero, lo había visto llegar y pernoctar en el castillo del Bosque Negro, cuando usaba a éste como paso para otras tierras. Siempre en compañía del temible y poderoso Regimiento Dorado. O aquella vez cuando fueron llamados a presenciar la coronación del mismo, a la muerte del padre de Inuyasha.

Majestuoso y poderoso. Así como ella había sido criada para obedecer, él había sido criado para regir un Reino, más aún porque era el hijo único.

Inuyasha casi la había ignorado en todas esas ocasiones y eso que sabía que la joven princesa Kagome sería su mujer algún día. Tampoco podría decirse que la muchacha careciese de encantos. Como típica norteña descendiente de la Antigua Sangre, era una mujer pelirroja, alta, bastante bien formada y con los ojos azules muy grandes.

En el año antes de morir el rey InuTaisho, padre de Inuyasha, el príncipe había pasado como tres veces por el castillo del Bosque Negro de los Higurashi así que Kagome lo conoció en una de esas ocasiones, pero él pareció no darle mucha importancia.

No pasó mucho, porque luego de los saludos iniciales, el belicoso príncipe, un gigante de cabellos rubios hasta el hombro y de atractiva e imponente presencia, prácticamente la ignoró, y en cambio prefirió otorgar sus atenciones a Kikyo, la bastarda del rey del Bosque Negro, que vivía en el castillo por gracia de su padre, aunque era de público conocimiento la condición de la muchacha. Por tanto, la hermanastra bastarda de Kagome.

Su madre había sido una sureña, demasiado bella para su propio bien, que acabó siendo raptada por el señor del Bosque totalmente obnubilado por su aspecto. La mujer acabó viviendo de concubina del rey, hasta que tuvo que hacerse a un lado cuando éste se casó con una dama norteña de cuna noble.

Al final, la concubina fue echada por la nueva esposa, y el rey se hizo cargo de la niña, aunque la reina se opuso a que fuera traída en los mismos aposentos de ellos.

Finalmente, la bebé fue entregada a una nodriza que se hizo cargo de su cuidado, aunque bajo la protección del señor del Bosque Negro.

Dos años después del nacimiento de Kikyo, nació la hija legitima del Bosque Negro, la infanta Kagome. Y Finalmente, para algarabía de todos, tres años después de estos sucesos, nacía el esperado heredero, el príncipe Sota, destinado a heredar el pequeño reino.

Kagome, en su condición de mujer se esperaba que fuera criada para ser reina consorte del Norte alguna vez. Aunque no existían leyes que prohibieran la ascensión al trono por parte de mujeres, era preferible que se siguiera la tradición. Y así iba a hacerse.

Como la reina murió poco después del nacimiento de Sota, y no habiendo impedimento, el rey volvió a traer a su hija bastarda Kikyo para que se criara con sus propios hijos. También provocó que Varra, la madre de Kikyo se reintegrara al palacio para acompañar a su hija, a quien el rey le tenía gran aprecio.

Desde ese mismo momento que la niña regresó, chocó con su media hermana.

Entre Kagome y Kikyo siempre existió una rivalidad patente. Desde niñas.

Mientras que Kagome era más sumisa y calmada, en parte por la educación que recibió, Kikyo era más calculadora y pragmática. Y siempre con deseos de sobresalir, principalmente movida por la estigmacion que le habían puesto por ser una bastarda sin derechos.

Y su aspecto más desinhibido la hacía lucir más interesante y deslumbrante que la propia princesa.

Kikyo era alta, con la piel bastante clara, pero con los cabellos tan negros como la noche. Sus ojos eran de un castaño claro muy intenso. Bastante diferente del retrato tradicional de los príncipes del Bosque más habituados al cabello rojo y los ojos azules.

Justamente su exótico aspecto le valió ser vista por el entonces príncipe Inuyasha, en una de sus visitas. Quedó prendado por la belleza de la muchacha que acabó por convertirse en su amante y favorita principal. Tanto que cuando el príncipe regresó al Norte, se llevó a Kikyo con él.

La rivalidad entre Kikyo y Kagome acabó por acentuarse con ello. Si bien, Kagome no moría por convertirse en esposa de aquel gigante rubio a la cual estaba destinada, este hecho le produjo un desmedro ante los ojos de su futuro esposo y significó un triunfo para la joven bastarda.

No dejaba de pensar en ello, mientras ella y una comitiva marchaban en carreta rumbo al Norte. Finalmente, luego de 17 años de preparación iba a ser entregada como esposa al rey del Norte.

No tenía miedo ni estaba disgustada. Era su destino.

Pero si le apenaba dejar su hogar, a su padre y hermano. Aunque era probable que podría verlos de nuevo, no sería en mucho tiempo, porque sus obligaciones nuevas como reina consorte del Norte la mantendrían muy ocupada, entre ellas la de procrear los hijos del rey.

Justamente ese era un motivo por cual la boda se estaba organizando. Un rey joven y guerrero sentado en el trono no podía estar sin tener herederos.

También le picaba las situaciones que iría a encontrarse.

Sabía que su media hermana era la amante y querida del rey, y según lo que había oído en algunas cotillas entre damas, Kikyo tenía un puesto muy importante en la vida de Inuyasha el terrible, ya que el hombre estaba enamorado de ella y los aposentos de la mujer estaban ubicados junto a las del rey. En las justas y torneos, era ella quien llevaba los colores del monarca, aunque no usaba las joyas destinadas a la Reina, quizá por una cuestión de tradicionalismo exagerado de los norteños.

Nunca se había llevado bien con ella, así que, si eran ciertos los rumores sobre la devoción del rey para con ella, era muy probable que Kagome solo sería una figura decorativa y una yegua de cría.

Exactamente para lo que la habían preparado todos estos años.

Suspiró con resignación, mientras oía el galope intenso de los caballos que conducían la carreta que la llevarían ante su destino.

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No había cosa que pudiera aburrirlo mas. Esto de jugar a vestirse con estas ropas de gala para una estúpida boda no era lo suyo. Preferia mas bien estar entrenando con sus hombres en alguna batalla o festejando alguno de los logros del Regimiento Dorado, como había rebautizado al ejercito del Norte luego de su ascensión, en honor a su color favorito.

O mejor, retozando con Kikyo, su favorita.

Inuyasha el terrible, rey del Norte, y señor de la poderosa casa reinante Taisho no era un hombre de paciencia para los menesteres a los que estaba siendo sometido.

― ¿Es que es necesario que use esta capa?; sólo es una ceremonia y ya.

El sastre y costurero, encargado de vestir al rey, y que conocía la poca tolerancia de su soberano para con este tipo de trajes, prefiriendo su armadura, se armó de algo de valor para responderle.

―Mi señor, es una boda real, la primera que veremos en muchos años. El pueblo está expectante con esto, porque aparte de conocer a la reina, quieren verlo a usted con estas galas, así como estuvo su padre hace décadas.

―Soy el maldito rey de las tierras del Norte y no puedo vestirme como quiera, por querer impresionar a una mujer que no me interesa y por seguir una estúpida tradición. Recuérdame abolir esa ley, si es que está escrita ―increpó el gigante rubio, cambiando a una mueca de resignación.

No tenía ganas de cargarse con una esposa, pero la tradición y la posición exigían que cumpliera con su deber de casarse con una de esas pelirrojas del Bosque.

Recordaba haber visto a la mujer con la que iba a casarse, en alguna visita, pero no le había causado sentimiento alguno. Más porque en aquel tiempo, conoció a Kikyo y la profunda impresión que hubo causado en él, fue tanta que lo llevó a convertirla en la amante oficial del rey y olvidar en nada, a su pobre prometida.

Kikyo era inteligente y suspicaz. Y además era capaz de aconsejarlo y calmarlo. Así que no era un secreto que la auténtica compañera del rey seria la amante, y la esposa, una simple proveedora de herederos. Una mujer que estaba allí, sólo por mantener en lo posible parte de la pureza de los reyes de la Antigua Sangre.

Porque hasta Inuyasha el Terrible le tenía respeto a la tradición.

Y databa de hace más de mil años, cuando los Reyes de la Antigua Sangre llegaron a estas tierras, fundaron el Norte y clavaron las Ancestrales Espadas de Sangre en varios puntos cardinales de las nuevas tierras descubiertas en exploración.

Aun ahora se conservaban varias de estas espadas, donde los fundadores los habían colocado hace miles de años.

Había dos espadas en el Cetro del Norte, clavadas de lado en el trono de piedra negra, había otra en las Montañas del Este, una en las Sierras del Sur y aunque en el Oeste, también hubieron de estas espadas, la cueva que los acogía se destruyó hace tiempo y las tres espadas que yacían allí, desaparecieron con sus bases.

Es por ello, que el Norte era tan orgulloso y antiguo. Fue la primera tierra descubierta y explorada, y base de descubrimiento de los otros reinos: Oeste, Sur y Este.

También se erigió como cuna de guerreros y soldados. Base principal de los señores de los caballos. Eran orgullosos y temidos, por ser el reino más antiguo.

La tradición manaba que sólo los descendientes de aquellos Reyes de la Antigua Sangre podían quitar las espadas de las bases y blandirlas.

Por ello es que los Higurashi y los Taisho, descendientes, y parientes entre sí, mantuvieron esta costumbre por siglos, casándose entre ellos, para mantener la costumbre tradicionalista. ͟

Usualmente se decía que era poco honorable que un Rey del Norte no pudiere blandir una de estas ancestrales espadas. Por eso, como parte de la ceremonia de ungimiento se incluía que el soberano recién coronado hiciera una demostración pública de poder, sacando una de estas espadas de su base, para algarabía de su pueblo.

Esta demostración provocaba un profundo sentimiento de lealtad y nacionalismo. Algo de los cuales los norteños estaban muy orgullosos.

Y ese día tampoco era la excepción. Se celebraba la Boda Real.

La comitiva venida desde el Bosque Negro, que transportaba a la princesa estaba a nada de llegar. Junto a ella, venia también su hermano, Sota para entregar a su hermana y presenciar los votos juramentados de la boda, que prometía ser una fiesta.

Aunque a nadie se le escapaba, porque era de público conocimiento, que también estaría presente la amante del Rey, la inefable Kikyo, favorita de Inuyasha, quien le guardaba gran devoción.

El asunto era escabroso, porque la novia y la amante eran medias hermanas por parte de padre, pero, aunque Inuyasha intentó averiguar de casarse con Kikyo, el asunto fue imposible, siendo que había otras mujeres Higurashi de línea legitima.

No tuvo más remedio que aceptar los votos y tomarse el asunto con filosofía.

―La comitiva del Bosque Negro ha llegado, su majestad.

La voz del heraldo lo despertó.

―Preferiría una batalla a muerte con los ejércitos del Sur, antes que esto ―murmuró para sí, antes de salir para tomar camino y recibir a los recién llegados.

CONTINUARA

Hola hermanas mercenarias.

Se viene una nueva historia, de corte medieval fantasioso, porque si bien la historia tiene ambientación medieval, es en un mundo diferente.

Les advierto que esta historia tiene un trance lento, ya lo he planeado completo y tiene inicios e interacciones lentas. Por supuesto, es un Bankag, pero eso tardará en verse aún.

La historia tendrá 30 capítulos, veamos como me va escribiéndola, por supuesto voy a agradecer que me acompañen.

LOS QUIERO.

Paola.