Si no saben volar, pierden el tiempo conmigo

Sinopsis: Jan Di es una estudiante rica y popular en un instituto rico. Adulada por sus compañeros, no conoce la existencia de los legendarios F4. Mientras, sus padres intentarán que haga vida social para que conozca partidos a toda costa.

Los padres Geum desearon lo mejor para su hija mayor y se cumplió. El instituto más caro, las ropas a la última moda, la comida más surtida. Estaban orgullosos de Jan Di, de sus calificaciones, de su actitud ante la vida. Sólo tenían un pero: Jan Di no tenía ningún pretendiente.

A pesar de sus ventajas, la joven Geum carecía de un acompañante adecuado para los bailes y fiestas que se le avecinaban en la alta sociedad. Ya la estaban imaginando, sola sin poder prosperar entre los vecinos ricos de los Geum.

¿Qué vamos a hacer, marido? - preguntaba Gong Joo desesperada- sin contactos, nuestra gran empresa no fructificará. Terminaremos en la ruina.

No te desesperes, mamá, - decía el padre, - nuestra hija es muy inteligente. Sabrá qué hacer.

El padre sonreía mientras se llevaba la mano a un bolsillo de su pantalón. La madre lo cachó de inmediato y sacó los tickets de apuestas.

¡Esta será nuestra ruina marido! - lloró con los tickets en las manos- ¡de nuevo has estado apostando!

Cariño, pero si gracias a este tesoro – dijo él, besando los tickets que apartaba de la mano de su esposa,- somos muy ricos.

La esposa le siguió riñendo hasta que entró en la sala, Jan Di. La sala era tan grande como cuatro cuartos de baño y tenía cuatro ventanas, para que cada miembro de la familia se pudiese asomar por cada una.

Papás, me voy al club de la élite, -

Pero hija, en ese club no has conocido a nadie, deberías frecuentar otros lugares...- dijo la madre, contando los tickets con una mano.

¿Qué lugares? - preguntó la hija.

Un bar, una cafetería...

Una tetería...- soltó el padre, mirando de reojo a la madre.

Porque en un club no hay nadie, entiendo – dijo Jan Di, con tono de aburrimiento.

¡No te rías hija! Todas las chicas populares tienen al menos dos pretendientes. Esa Ginger de tu escuela tiene no menos de cuatro pretendientes. En el club vas a hablar con los de siempre, a jugar con los de siempre. Tienes que crecer, eres una adolescente, no te vas a quedar jugando toda la vida.

Ginger debe de ir mucho a la tetería – dijo Jan Di, tomando una bolsa de ganchitos.

No comas cosas grasosas, si engordas tus probabilidades serán menores-

Ya son cero mamá, y quiero que sigan siendo cero. No me quiero casar. Mis planes son otros.

La madre se llevó una mano al pecho, y se echó en el suelo, fingiendo un infarto.- Mala hija, siempre sales con eso, con lo que nos ha costado a tus pobres padres. ¡Marido ayúdame con esta mala hija!

Pero Jan Di ya estaba en la calle, tomó su bicicleta último modelo de camino al club. Al final de la urbanización pudo ver que un grupo de chicos estaban empujando a una chica.

¿Qué hacéis! - les gritó Jan Di – voy a llamar a la policía.

Los chicos escaparon como si vieran al diablo. Dejaron una chica en el suelo, como a punto de ser pateada.

¿Estás bien? - dijo Jan Di, poniendo un pañuelo en la frente de la chica, que parecía herida.

Gra...gracias- respondió la chica, que no iba a la última moda.

¿Cómo te llamas? Yo soy Jan Di, parece que estás lejos de tu casa – dijo Jan Di, ayudándola a incorporarse. Las piernas de la chica temblaban un poco.

No soy de por aquí – dijo riendo, mientras miraba las ropas caras de Jan Di- mi nombre es Chu Ga Eul. - se inclinó – gracias por ser mi ángel.

No soy ningún ángel, - dijo Jan Di riendo – tengo una idea, mis padres me han dicho que debo conocer gente nueva y somos de la misma edad. ¿Quieres ser mi amiga Chu Ga Eul ?

Cla...claro...- dijo la otra, tendiendo la mano. Luego sonrió con alegría.- ¿adonde vamos? Mi bici tiene que estar por aquí, espérame Jan Di.

Vamos adonde quieras – dijo Jan Di, mientras empezaba a pedalear – tenía pensado ir al lago artificial. El que acaban de contruir que está al otro lado del monte Namsan.

Son casi siete kilómetros, no sé si pueda. - dijo Ga Eul - ¡Allá vamos!

Cuando llegaron al lugar, lo encontraron cerrado a cal y canto. Jan Di forcejeó con el candado.

¡No hagas eso Jan Di! Pueden tener cámaras de vigilancia y perros.

No lo creo, los dueños de este lugar no tienen dinero. - dijo, mientras animaba a Ga Eul a saltar la alta valla de casi dos metros.

Cuando pasaron dentro, se encontraron con un gigantesco fundíbulo, tenía varios arneses en uno de sus brazos, porque tenía varios ejes y cada eje descansaba sobre una rueda dentada. El aparato se manejaba por control remoto, porque no tenía botones a la vista. Jan Di lo miró con curiosidad, dando un rodeo.

¿Qué creen que hacen aquí? - dijo alguien desde detrás de ellas.

Las dos se espantaron a la vez.

Queríamos ver el lago y... -

Este lugar ha sido cerrado por hoy, - continuó el chico – deben irse a su casa.

Eh, tú no eres nadie para mandarnos a casa. Ni siquiera eres el dueño de este lugar.

El chico sonrió, echando el cabello rubio hacia atrás con una mano. Abrió las manos en actitud de derrota.

Os he avisado, después no lloréis – dijo sonriendo mientras se marchaba.

Eh tú, - empezó Jan Di, pero el chico ya se había ido. Escucharon nuevas voces que se acercaban a ellas.

¡Déjame echarles un vistazo, Ji Hoo, tengo curiosidad!

Te estoy diciendo que son dos estudiantes normales. Una de ellas es una bocazas.

Se oyeron risas y el grupo llegó al lugar de Jan Di y Ga Eul. Un grupo de ricos que estaban celebrando una fiesta.

Tenía curiosidad por ver a la mujer maravilla que respondió mal a Ji Hoo – dijo uno de los chicos.

Yo tenía curiosidad de todos modos. La fiesta no da más de sí.

Jan Di abrió las manos al verse en medio de aquel grupo de desconocidos. - ¿Qué?

El grupo comenzó a reír, salvo un sujeto que permanecía con los ojos entrecerrados y no la perdía de vista.

Hacía mucho tiempo que no encontraba un caso tan interesante – dijo un chico.

Un caso perdido – respondió otro, haciendo prorrumpir a todos en carcajadas.

¿Tenemos la peste o algo? - les inquirió Jan Di al ver las miradas de todos en Ga Eul y en ella.

Si fueses rica de nacimiento sabrías que esta es la celebración del cumpleaños de Gu Joon Pyo– dijo una participante que parecía modelo contratada – pero creo que no has sido invitada – y luego pasó su mirada indiferente por el cuerpo de Jan Di.

Jan Di parpadeó sorprendida. - No lo conozco. Y... creo que...creo que nadie debería cerrar un recinto público sólo porque está celebrando su cumpleaños.

Todos aplaudieron mofándose mientras reían. Jan Di escudriñaba por quién debía ser el tal Gu Joon Pyo, debía de ser el único que se mantenía con los brazos cruzados, y los ojos entrecerrados, mirándola como si se tratara de una mosca.

Se llama fiesta privada, pero supongo que aún queda gente tan tonta como esta chica – dijo la modelo riendo.

Kim, Kim – dijo el que las había encontrado, carraspeando.

La modelo se volvió, un poco aturdida al notar el tono de voz cambiado.

Kim, Kim, será mejor que no sigas hablando – continuó el chico.

La cosa se estaba poniendo interesante. La modelo debía querer que se la tragara la tierra, dio dos pasos atrás y se colocó detrás del grupo principal.

Eh, mujer maravilla, dinos, ¿realmente has venido a probar tu suerte? ¿también tu amiga? ¿no? - el chico que hablaba tenía una chica de cada brazo y sonreía.

Ga Eul y Jan Di se miraron con la boca abierta.

Sí, - continuó el chico que parecía un casanova – Joon Pyo hizo una promesa a los F4 de que si estaba soltero un año completo tendría que salir con la "chica que sabe volar".

¿ "Chica que sabe volar"? - Jan Di y Ga Eul se miraron sin saber qué decir.

Sí, - dijo el rubio – cuando Jun Pyo rechaza a una mujer la lanza desde un helicóptero.

… o la abandona en medio de un bosque – dijo otro riendo.

Las dos amigas se abrazaron una a la otra. ¡Como podía haber alguien tan cruel en aquella época! ¿dónde estaban las leyes? A una seña del que permanecía con los brazos cruzados, Jan Di fue colocada en el brazo lanzador de la enorme catapulta.

El que miraba a Jan Di con ojos entrecerrados, mordió el labio inferior sin contestar.

Dinos, chica maravilla, ¿puedes volar? - dijo el chico rubio, llamado Ji Hoo, abrochándole el arnésde seguridad. Le indicó cual era el paracaídas también y el punto dónde debía aterrizar. Debía sobrevolar el lago. - No te preocupes – susurró en su oído, con una mirada tranquilizadora. Jan Di tragó saliva, mientras notaba que su corazón comenzaba a palpitar.

Todos volvieron a reírse.

Quiero marcharme, no voy a ponerme en una catapulta para que me lancen por los aires.

¿Debo pasar más vergüenza aún? - preguntó el tal Jun Pyo, llevándose la mano a la frente.

Es necesario para encontrar la adecuada.

Lo dije porque estaba borracho,

Ehhh...ahora es tarde, tienes que seguir con esto.