Capítulo I

Diego de la Vega entró a la hacienda y atravesó el patio, sorteando la fuente y los materos sin vacilación, pese a la oscuridad cerrada y a que no conocía el lugar. Sin embargo, no era una visita de cortesía.

De inmediato, llamó a la puerta:

"Don Gustavo." Nuevamente se preguntó si debió haber venido como Zorro. La única respuesta provino del chirriar de unos grillos. No importaba; lo importante era estar ahí: "¡Don Gustavo Campos!"

Esperó.

De adentro no llegó ni un murmullo. Ya se dirigía a rodear la casa cuando algo escuchó.

Buscó en la ventana, el techo, el balcón del pasillo de arriba. Solo se adivinaban sombras, pero supo que era ella.

"Josefina."

"¿Qué haces aquí?"

"¿Podrías-"

"¡Shhhh! Baja la voz."

"¿Podrías bajar un momento?"

"Es mejor que te vayas."

"¿Estás bien?"

"Diego, por favor… vete."

(...)

Antes

La puertecilla del carruaje se abrió para revelar el rostro inesperado que la recibía:

"Señorita Josefina Iglesias, ¿cierto?"

Aún venía medio dormida, pero al ver a quien la saludaba, se terminó de espabilar.

"Tú no eres Don Alejandro" pudo decir, enderezándose en el asiento del carruaje.

"¿Qué me delató?"

Hubiera querido responder algo ingenioso, pero no se le ocurrió nada, cansada como estaba del viaje y aún sorprendida de ver aparecerse de pronto a alguien… así.

"Don Alejandro es mi padre y está en una reunión en este momento, pero nos acompañará para la cena. Yo soy Diego," besó su mano: "su servidor."

"Gusto en conocerte, Diego, mi nombre... ya lo sabes."

"Y muy lindo nombre, por cierto. ¿Me acompañas?"

"Claro."

"Sin embargo, hay un problema."

"¿Cuál?"

"Ha llovido varios días, de hecho aún llovizna y hay lodo por todas partes de aquí a la entrada de la casa. Si me permite llevarla en brazos, no se ensuciará los pies."

"Pero-"

"Si es que no es un atrevimiento de mi parte, pero ya ve."

Se apartó y con la poca luz que aún le quedaba al día, Josefina pudo ver que tenía razón: el barrial se extendía en todas direcciones, tanto, que el carruaje probablemente se habría atascado si se hubiera acercado más a la entrada.

"Lamento que hayas tenido tú que ensuciarte." El lodo le llegaba más arriba de los tobillos de las botas de montar: "Lo menos que quisiera es traerles molestias."

"No es ninguna molestia, créeme, todo lo contrario. ¿Vamos?"

Y bien, ¿por qué no? ¿Qué otra opción había? Esta era otra realidad.

"Está bien."

Como a través de la cerradura de una puerta, como si le estuviera pasando a otra y no a ella misma, Josefina se vio pasando el brazo izquierdo por sobre los hombros de Diego. Ahora veía que era muy alto, sobre todo cuando la alzó en brazos como si no pesara nada, y la sacó del carruaje.

"Algo sí te aseguro, no me esperaba este recibimiento." No pudo evitar la sonrisa, mientras avanzaban paso a paso por el dificultoso camino. Un criado ya llevaba la única maleta que se trajo.

"Nos gusta tratar bien a nuestro invitados, en especial a las damas hermosas."

Rio de nuevo. No se atrevía a posar la mano sobre él, solo apoyaba el codo, el antebrazo, de hecho no se atrevía ni a mirarlo a la cara, así tan cerca; se hacía la que miraba el paisaje enfangado alrededor. Algo como una ola de bienestar le barría los sentidos.

"¿Cómo está Don Julio?"

"Mi padre está bien, vendrá a buscarme… pronto, no sé si en tres o cuatro semanas. Tal vez no es el mejor momento, pero quisiera darles las gracias por recibirme."

"El tiempo que quieras, por eso no te preocupes. Esta es tu casa, ¿de acuerdo?"

"Eres muy amable."

"Solo digo la verdad. Y, acá estamos."

Ya en el piso seco y limpio de la casa, le permitió bajar.

"Gracias por esto, Diego, y por todo."

Josefina debió hacer un esfuerzo para sostenerle la mirada.

"Gracias a ti por estar aquí. Cresencia te mostrará tu habitación y Bernardo llevará tus cosas."

"Gracias."

"Son muchas gracias para un solo día, ¿no crees?"

"No son suficientes."

La cena estaría lista en una hora.

(...)

"No te veía desde que tenías seis o siete años, Josefina, no creo que te acuerdes de mi."

"Le confieso que no, pero con frecuencia oigo a mi padre hablar de su gran amigo, don Alejandro de la Vega."

"A Julio lo conocí hace ya décadas, imagínate: veíamos juntos clase de Literatura y de Ciencias."

La historia prosiguió avanzando por los pasillos y salones de una lejana universidad de España. Josefina escuchaba con atención y de cuando en cuando se percataba de que Diego la miraba desde el lado opuesto de la mesa, y ella a veces lo miraba a él, y pronto la conversación fluctuó hacia la comida, el pueblo, ella que les daba las gracias (de nuevo) por el alojamiento, don Alejandro que le aseguraba (otra vez) que el privilegio era de ellos en poder recibirla, y Diego que la invitaba a dar un paseo por el rancho al día siguiente.

Le sirvieron más jugo de arándanos. Trajeron un postre delicioso de frutas y chocolate. Don Alejandro contó cómo el joven don Julio dejó a los profesores boquiabiertos con un experimento de química, por allá por 1790.

Josefina pensó que era así como se sentía estar en un hogar.

Era así.

(...)

Una vez de regreso en la alcoba, se descalzó enseguida y se dejó caer en la cama. Arriba estaba el dosel con cortinaje blanco bordado en combinación con la colcha, y sobre la mesita, un jarro con margaritas frescas.

Una cosa como una sombra se le apareció en la mente y pasó bastante rato luchando contra ella, hasta que al fin logró desplazarla por otros pensamientos. Especialmente, por el que privilegiaba el presente; el que se escurría de las garras del pasado y descansaba en el ahora, en las flores sobre la mesa, en un libro de poesía que había al lado, en la llovizna arrulladora contra la ventana y… bueno, no se iba a engañar a sí misma: en el trayecto del carruaje a la casa y en la cena.

La lluvia arreciaba y hubo un trueno lejano, pero acá adentro estaba segura.

(...)

Nota: desde hace tiempo había tenido la idea para esta historia y le había dado distintas vueltas, hasta que me propuse a finalmente intentar escribirla. Por cierto, los protagonistas son, por supuesto, nuestro querido Diego, y Josefina, un personaje que inventé para mi historia "Inmortal" y su spin off "Inolvidable", las cuales están en el mismo universo. Hay otra historia de ellos dos en un universo alterno, que es "El camino", y ahora otro universo en esta historia; calculo que esta tendrá uno capítulos en total. ¡Gracias por leer!