Madoka estaba en su bañera disfrutando del agua caliente cuando se oyeron unos golpes desde la ventana

-¡Madoka, Madoka! Soy yo, ¿Me puedes abrir la ventana? - Decía una conocida voz a lo que la joven pelirrosa fue a abrir dando con la imagen de un ninja de ojos morados aparte de que sus ventimentas negras cubrían todo su cuerpo

No era la primera vez que ese singular ninja la visitaba, de hecho sabía su identidad por lo que ya sabía lidiar con desconocidos y en esas situaciones similares

-Eh... ¿Ahora qué quieres?- Preguntó con un pequeño gesto de enfado

El ninja en menos de nada le mostró lo que podía ser un frasco de shampoo de catalogo

-¡TADA! Ese es un shampoo que recién está al mercado y es bueno para el tratamiento capilar, así que te lo conseguí con mucho amor y esfuerzo- Dijo el ninja a lo que la joven pelirrosa aceptó con humildad y esa sonrisa ese shampoo

Pero no todo en esta vida es miel sobre hojuelas y más en ese pequeño rato, Madoka como toda mujer que se hacía respetar sacó de uno de los estandes de la bañera una especie de spray y echó una rociada a los ojos de ese ninja, el cual gritó de dolor y cayó al suelo mientras la pequeña cerró fuertemente la ventana librándose de esa persona.

Mientras tanto en un arbusto del jardín de los Kaname estaba el dichoso ninja que luego de lidiar con el ardor en su vista se quitó la capucha dando con una joven de cabello negro y ojos morados, una vez más Homura Akemi hizo el ninja con tal de ayudar y en ocasiones ver el cuerpo desnudo de Madoka, al menos logró su cometido, porque el amor es igual al dolor.