¡Hola! Les traigo una vieja historia que quería terminar hace tiempo, pero por variadas circunstancias nunca tuve el tiempo. Para hacer las cosas mas interesantes realice unos cambios en la trama, así que podría considerarse como un rewrite de la historia anterior que tenia. ¡De todas formas! Espero que disfruten leyéndola, estoy abierto a cualquier comentario o critica, todo es bienvenido.

Capítulo 1: Prologo.

Era una mañana como cualquier otra en la ruidosa casa Loud, las chicas se encontraban en la fila del baño esperando su turno con impaciencia. Mientras Lori y Leni conversaban animadamente acerca de los chismes de la escuela, los cuales involucraban a una despistada Carol, las demás se encontraban cada una en su mundo interior. Lana acariciaba a su pequeña iguana Peeves, Lucy leía un libro de poesía mientras que Luna practicaba un viejo tema de Nick Swagger con su guitarra imaginaria. La puerta del baño se abrió y de ella salió una animada Lynn.

-¡Buahaha! De veras compadezco a la que entrara después de eso.

-"Ja ja" muy gracioso Lynn, ya sabes lo que te pasara si tapaste el baño de nuevo. -dijo una enojada Lori

-Si, la última vez tus porquerías descompusieron a la gran berta. -dijo Lana.

-¡Hey no me culpen a mí! Hoy tengo un juego importante y debo limpiar las cañerías antes de...

Pero en ese momento la diatriba de Lynn fue interrumpida por un súbito portazo, todas giraron la cabeza al unísono y para su sorpresa vieron que había sido la pequeña Lisa que salía de su habitación con una cara de pocos amigos.

- ¿Que paso sis, otra vez uno de tus experimentos hizo kaput? - dijo la última de la fila, Luna.

-Lo siento unidad fraternal, no creo que puedas dimensionar la magnitud del fastidio que siento en este preciso momento, y mucho menos las causas de mi importuna situación.

-Oye solo estaba preocupada, no tienes que ser tan gruñona tan temprano.

- ¡Chicas el desayuno está listo! -grito su padre desde el primer piso.

Las chicas que ya habían cumplido con el ritual matutino bajaron corriendo hacia el comedor, Lisa, al notar que su turno no llegaría pronto, bajó junto a las demás. Corrieron empujándose unas a otras por las escaleras para tomar su posición en la gran mesa familiar, Lynn tomo su habitual asiento junto a su padre, las demás se dispersaron en sus lugares favoritos de la mesa familiar. Sobre ella les esperaba un contundente desayuno compuesto de wafles, huevos revueltos y los infaltables café y cocoa caliente, el primero para las chicas grandes y el segundo para las pequeñas.

-Como esta mi deportista hoy ¿te sientes preparada? -dijo el señor Lynn.

- ¡Claro papa!, hoy patearemos sus pequeños traseros. – dijo Lynn mientras masticaba su wafle con violencia.

-*Ugh* Que asco, papa dile a Lynn que deje de decir groserías. - dijo Lola.

-Trasero no es técnicamente una grosería, cielo.

-Ya lo sé, pero aun así es asqueroso.

-Lynn deja de decir groserías. - dijo la señora Loud mientras llegaba desde la cocina.

Rita cargaba un gran plato lleno de cupcakes recién horneados que puso en el centro de la mesa, Lynn manteniendo su espíritu competitivo saco tres de los más apetitosos y los puso en su plato mientras sus hermanas la miraban molestas.

-Hija debes dejarle al menos algo los demás. – dijo su madre.

-Está bien cielo, ya sabes cómo se pone antes de un partido.

Rita solo dio un pequeño suspiro y perdono a su pequeña glotona, era verdad, ese dia era bastante importante para ella. Tal vez ese sería el día que el equipo de softball de su hija ganara por fin un partido esa temporada.

Observo al resto de sus hijas, mientras ellas devoraban con ferocidad los platos que tenían en frente, noto que su pequeña científica ni siquiera había tocado su comida y estaba más callada que de costumbre, inmersa en sus propios pensamientos. Se acerco a ella de manera discreta para no llamar la atención de las demás.

- ¿Sucede algo cielo? - pregunto Rita.

-No le pasa nada mama, solamente uno de sus cacharros hizo ¡Kaboom!, jajajaja. - dijo una divertida Luan.

-Cielo ya te he dicho que no hagas experimentos peligrosos, podrías lastimarte. -dijo Rita con un dejo de preocupación.

-No es nada mama, hoy el flujo de endorfinas habitual se encuentra más bajo de lo normal. Nada que uno de tus sándwiches de mantequilla de maní no pueda solucionar. -dijo Lisa tratando de simular su mejor sonrisa.

Rita pudo notar de inmediato que su pequeña hija le ocultaba algo. Ella tenía un gran espíritu de independencia y nunca apreciaba la ayuda de los demás, ni de sus padres ni de sus hermanas, en especial de sus hermanas. Así que no tenía sentido tratar de ahondar más en el asunto y ponerla a la defensiva. Lisa era inteligente, si de verdad necesitaba ayuda no dudaba en que la pondría al tanto de lo que le pasa. Por el momento se dijo que lo dejaría pasar, así que se dirigió a la cocina a cumplir con su pedido, tal vez solo en realidad solo necesitaba un sándwich. Mientras abría el freezer, el teléfono de la cocina comenzó a sonar, dejo lo que estaba haciendo y levanto el auricular.

- ¿Hola?

-Hola, ¿es esta la residencia Loud?

Era una voz que no conocía de un tono de voz bastante duro, la palabra "policía" se plantó en su mente. Sintió un frio helado corriendo por su espalda en ese momento, una llamada de la policía nunca trae buenas noticias.

-Si…soy la señora Loud, que se le ofrece señor…

-Oh disculpe, soy el detective Roderick. Y bueno...esto es algo complicado señora. -dijo el titubeante detective.

Mientras la señora Loud hablaba por teléfono, las hijas rezagadas bajaban a tomar sus puestos en la mesa familiar.

-Lynn ¿sabes cuál es el colmo de un futbolista? - pregunto Luan.

- ¿Y cómo voy a saber eso? - dijo Lynn prestándole poca atención.

-Tener un hijo sin pelotas. Jajajajaja

Lynn escupió como una fuente el café caliente que bebía en ese momento, salpicando la pared del comedor.

-Luan...pff...has ido demasiado lejos – dijo el señor Loud tratando de contener la risa.

-No lo entiendo ¿Por qué habría de tener pelotas? - dijo Lola.

-Mañana es tu gran certamen de belleza ¿cierto cielo? - dijo el señor Loud tratando de despistar su atención.

- ¡Por supuesto! Como les dije antes todos están invitados a presenciar mi majestuosa...

- ¿Que rayos comiste Lynn? Porque ya es la tercera vez en la semana que tapas el excusado. -dijo Lori que en ese momento bajaba por las escaleras.

-Solo un especial de diez burritos y bastante salsa de ajo, este cuerpo no se cuida solo.

- ¡No me ignoren! - grito Lola.

-*Ugh* creo que perdí el apetito, ¿puedo saltarme el desayuno pop's? – dijo Luna dejando su plato de lado.

-Nada de saltarse el desayuno, darling. Una buena nutrición empieza en las mañanas.

En ese momento todo era normal, bueno si es que "normal" es la palabra adecuada para describir a su familia. Ese habitual caos producto de nueve chicas viviendo bajo el mismo techo siempre le había parecido un fastidio, interfería con sus experimentos, con sus estudios, con su paz mental. Bueno, eso es lo que pensaba hasta ese momento. Esa mañana era una excepción, ya que dos pensamientos batallaban en su subconsciente, uno de ellos era el deseo de que todo ese familiar caos permanezca inamovible, detenido en el tiempo. El otro era culpa, producto de que esa normalidad tal vez se viera amenazada producto de sus acciones.

El conocimiento que tantas veces había perseguido de manera incesante, le había fallado. Había puesto en riesgo algo muy importante y se dio cuenta muy tarde. Ojalá hubiera sido un error, ojalá toda su investigación hubiera sido un fiasco, nunca deseo con tanto ahincó haber estado equivocada. Pero su teoría era perfecta, única, hermosa y potencialmente destructiva.

- ¿Que pasa Lisa? Todavía estás pensando en ese experimento. - dijo la pequeña Lana.

-Es algo más complicado que eso. – respondió Lisa con cierta tristeza. - Es posible que...

Pero su explicación quedo inconclusa a raíz de un súbito ruido proveniente de la cocina. Algo había caído, y luego se escucharon sollozos, era su madre. Las chicas no recordaban la última vez que habían escuchado a su madre llorar de esa forma. De manera instintiva, todas se levantaron al unisonó y se dirigieron a la cocina donde Rita se hallaba en el suelo sostenido el auricular del teléfono, sollozando como una niña pequeña. Lynn fue el primero en reaccionar, poniendo sus brazos a su alrededor tratando de calmarla.

- ¿Cielo que ocurre que te pasa? -dijo el señor Lynn contrariado ante la escena que se desenvolvía ante sus ojos.

-Es...es un milagro – dijo Rita tratando de ahogar sus sollozos.

- ¿Milagro?

-Encontraron a mi bebe.

-Rita, quieres decir que…

-Han encontrado a Lincoln. Han encontrado a mi bebe. -dijo la señora Loud sollozando aún más fuerte.

Esas palabras produjeron un efecto distinto en cada una de las chicas que se encontraba a su alrededor. Leni fue la primera en llorar y abrasar a su madre cuando escucho sus palabras. Había sido ella, la que desde pequeña compartió las mismas frustraciones que su madre, ella había sido en su soporte para seguir adelante en la búsqueda. Ella fue su compañera repartiendo carteles, preguntando a extraños, respondiendo las llamadas de búsqueda e incluso viajando con ella a distintos estados cuando alguien decía haberlo visto. Nadie estaba más feliz que ella en ese momento.

Lori y Luna parecían compartir una emoción en común, una completa incredulidad. Podría decirse que ellas a diferencia de Leni habían perdido las esperanza de encontrar su hermano pequeño desde hacía mucho tiempo. Lori en particular solo pensaba que la existencia de Lincoln había sido una fuente de enorme tristeza y frustración para sus padres.

Luan y Lynn eran muy pequeñas cuando él bebe Lincoln se perdió, así que no tenían grandes recuerdos del asunto. Aun así, con el pasar del tiempo habían visto como su madre se esforzaba cada día por encontrarlo. Luan más que Lynn estaba divertida por la noticia, tener a un hermanito para probar sus numerosas rutinas le parecía lo mejor. En cuanto a Lynn, ella no sabía que pensar de todo el asunto.

Lucy no parecía demostrar grandes emociones en respuesta a la noticia, le parecía un poco molesto el tener que compartir su morada con otro humano más pero aun así, muy en el fondo, estaba feliz de que las plegarias de su madre hayan sido por fin contestadas.

En cuanto a las demás pequeñas, ellas no entendían muy bien que estaba pasando. Conocían a Lincoln solo por historias que les contaba su madre.

En todo este intercambio Lisa fue la única que no había dejado su asiento, seguía observando los wafles en su plato, ahora fríos e insípidos.

-Esperen un momento, eso quiere decir que tengo un hermano perdido. ¡Super! -dijo Lana.

-*Ugh* El chico nuevo seguro me pegara sus piojos. - dijo Lola.

- ¿Mama estas segura, ósea literalmente un ciento por ciento segura? - dijo Lori.

- ¡Lori! Como se te ocurre decirle eso a mama. - dijo Leni enojada.

-Bueno perdóname por ser la aguafiestas, pero debemos estar seguros antes de darle esperanzas.

-Este bien cielo, no debes pelear con tu hermana. - dijo Rita a la vez que se levantaba del suelo. – La policía de Nevada dijo que el niño que encontraron concuerda con la edad y sus características físicas.

-No me lo creo. - dijo Luna – Después de tanto tiempo…

-No deberíamos hacer un chequeo de ADN. Podría ser otro chico, tal vez parecido.

- ¡Lori basta! - grito Leni.

-Lisa tú sabes de esas cosas, ¿crees que sea el verdadero Lincoln? - dijo Luna

En ese momento todos los ojos se posaron en la pequeña genio de cuatro años sentada solitaria en el comedor.

-La policía solo hacen un anuncio cuando existen altas probabilidades. De todas formas, ya deben haber mandado muestras a algún laboratorio. Pero existen grandes probabilidades que ...en realidad sea él.

- ¡Hurrah! Tendré otro espectador. - dijo una divertida Luan.

Luan abrazo a Lynn y comenzó a bailar con ella, divirtiendo a los espectadores y bajando la solemnidad del momento.

- ¿Cuándo vendrá, Rita? - pregunto el señor Loud que hasta ese momento no había emitido palabra.

-El detective dijo que en tres días ya estaría aquí.

-Debemos prepararle un cuarto, chicas una vez que vuelvan a casa limpiaremos el antiguo closet al final del pasillo. - dijo el señor Lynn.


Lincoln:

Las cortinas se abrieron, era un día precioso. El sol se encontraba en su máximo esplendor, en medio de un cielo azul que parecía extenderse hacia la eternidad. Pudo notar que no había ninguna nube que pudiera decirle la orientación del viento ni su intensidad, pero eso no importaba porque se hallaba en un hospital.

Se encontraba en una cama de sábanas blancas, llevando un pijama del mismo color, en una habitación del mismo color, en ese momento no pudo dejar de preguntarse la extraña correlación entre el color blanco y los hospitales ¿dar la sensación de limpieza tal vez? Bueno era fácil saber cuándo algo blanco estaba sucio por ende era fácil limpiarlo. Si, tenia sentido. Entonces ¿por qué le causaba tanta incomodidad? "El color blanco te hace un blanco perfecto". La inesperada broma le hizo soltar una risita.

Tal vez solo odiaba los hospitales, lo hacían sentir inútil. Solo estar allí postrado sin poder hacer nada mientras tu cuerpo se recuperaba por sí mismo, además de estar rodeado de extraños que te pinchaban y tocaban a destajo, toda la situación era bastante frustrante para él. Estaba acostumbrado a liderar con sus problemas por sí mismo, sin la intervención de los demás. Tan solo necesitaba un plan, un buen plan y todo estaba solucionado. Pero no había plan que pudiera recuperar lo que había perdido.

- ¿Estas bien, Lincoln?

Nuevamente presto atención a su interlocutora. La Capitana Fey se hallaba sentada en una silla de aluminio al lado de su cama. Parecía bastante preocupada, de hecho, era la primera vez que la veía de esa forma. Que esa dura capitana la cual le había causado tantos problemas durante su entrenamiento se viera de esa forma no dejaba de parecerle algo cómico.

Trato de recordar de que hablaban, ah sí, ahora supuestamente tenía una familia y no una familia como cualquier otra sino una de diez hermanas, un padre y una madre que lo esperaban con los brazos abiertos. Un sueño hecho realidad para un huérfano de once años. Una noticia feliz hasta para alguien como el, cansado de la lucha constante por su supervivencia.

Todo parecía demasiado bueno para ser verdad. Había aprendido que una recompensa estaba siempre acompañada por un precio, en su caso, ese precio era tan solo una "pequeña" orden. Ahora esa persona esperaba pacientemente su respuesta a esta oferta.

- ¿Alguna vez tuve alguna opción, capitana? -pregunto Lincoln

La súbita pregunta la tomo desprevenida. Dejo de mirarlo y poso su vista en la ventana, tal vez tratando de encontrar las palabras adecuadas para responderle a él, lo único que le quedaba. Tomo un largo suspiro y lo miro a los ojos una vez más.

-En nuestra línea de trabajo, no podemos cuestionar nuestras órdenes. O sino el infierno se desata entre nosotros, ¿Acaso eso no te lo enseño el campo de batalla? -dijo Fey dándole una cálida sonrisa.

Por supuesto que lo había aprendido, a costa de sufrimiento y perdida, pero lo había aprendido. A su mente vino el credo de cada soldado "nunca cuestiones las órdenes". Tal vez una persona normal que había vivido una vida pacífica y corriente no lo entendería, pero cuando comienzas a dudar en el campo de batalla significa que ya tienes un pie en la tumba, lo había visto tantas veces que ya no tenía gracia. Claro, era lógico, pero esta situación era distinta a todo lo que había enfrentado y eso lo hacía dudar. La capitana se levantó de la silla y se acercó a la ventana.

-Lincoln, la unidad 01 ha muerto con nosotros, solo quedamos tu y yo. Le debemos a los caídos el cumplir con una última misión. Ellos no esperarían nada menos de nosotros.

Apretó los puños y se mordió el labio, esas palabras fueron el colmo. "Le debemos a los caídos", ellos solo querían sobrevivir y volver a tener una vida normal como cualquier niño. Qué demonios les importaba la misión, que demonios les importaba la nación a la que servían. Nada de eso importa cuando estás muerto. En ese momento estuvo a punto de estallar, de levantarse de esa cama que lo tenía postrado y de decirle sus verdades a esa figura de autoridad que tenía en frente. Pero algo lo detuvo, muy en el fondo sabía que eso no cambiaría nada ya que ella, al igual que él, estaban lo suficientemente jodidos para aceptar esa misión y otras peores.

Se había mordido demasiado fuerte, un hilillo de sangre corrió por la comisura de su boca hasta caer y formar pequeñas salpicaduras en esa pulcra sabana de hospital. Se sereno al fin, y su voluntad se rindió ante su destino, tal como lo había hecho tantas veces.

-Claro que lo entiendo, pero exponer a civiles, quiero decir exponer a mi familia a esto.

-Esa es precisamente la razón por la cual te elegimos Lincoln. Culpa al destino, pero eres perfecto para esta misión y lo sabes.

-Si les preocupa tanto pónganlos en un programa de protección o algo.

-El poner a una familia bajo tutelaje militar solo para asegurarse sería peligroso ¿te imaginas lo que diría la opinión publica si alguna de tus hermanas hablara? El riesgo es demasiado alto.

-Así que solo están preocupados de lo que digan los periódicos, en realidad les importa un bledo si...

- ¡Sargento Loud!

Se quedo frio por un momento, esa era la Capitana que temía y respetaba en frente de él. Acallo su crítica por el momento, no tenía sentido resistirse porque bien en el fondo él sabía que de una forma u otra tendría que cumplir con su destino.

-Cual...*suspiro*cual es la misión.

-Empecemos una vez más, Lincoln.